HOJA VALDOCCO 4

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Los reglamentos de Don Bosco, fuente de inspiración educativa La juventud, decía D. Bosco, no es de por sí mala. El problema está en la falta de educación en las familias, el encuentro con malos compañeros, la influencia de la sociedad… Algunos de estos indicadores del siglo XIX pueden ser válidos para nuestros días y la manera de influir positivamente en los jóvenes también tiene su base en aquellas primeras intuiciones de D. Bosco. Resulta más fácil de lo que pueda parecer insinuar en sus corazones los principios del orden, de las buenas costumbres, de respeto, de fe. Para ello hay que prevenir más que reprimir. De aquí la necesidad de una luz que ilumine su crecimiento. La propuesta de D. Bosco para ello fue los Reglamentos y el Sistema Preventivo. Ambos están presentes hoy en nuestras escuelas y sería bueno asegurarse de que se diseñan y utilizan tal y como los concibió él. Estaba convencido de que si sucede que los jóvenes están dañados a esa edad, es más por inconsciencia que por malicia consumada, más por falta de propuestas claras que por ser malos. Su modelo está basado en la razón, en dar a conocer y explicar

lo que se les pide, las veces que sean necesarias, buscando que interioricen las normas porque se han pensado para que crezcan como personas. Es la implicación del propio alumno en la compresión de esas normas la que acaba consiguiendo que las acepte porque confía en lo que el educador le propone. Los jóvenes tienen verdadera necesidad de una mano bondadosa, que se cuide de ellos, les cultive, les presente los valores, les aleje del mal. La dificultad está en encontrar el modo de reunirlos, poderles hablar, presentarles unos valores. Esto lo consiguió D. Bos-

co con los Oratorios, “lugares en los que se reunía a la juventud en agradables y honestas diversiones, después de haber asistido a las prácticas religiosas”. El desarrollo del Oratorio Este proceso lo comenzó D. Bosco en la Iglesia de San Francisco de Asís. Conviene recordarlo para comprender cuál es el modelo educativo que se nos propone, cómo surgió y por qué. D. Cafasso (sacerdote formador y benefactor de D. Bosco) lo había iniciado antes, ya que, en una habitación


contigua, reunía los domingos por la tarde a un grupo de peones de albañil. Las ocupaciones de este sacerdote le impidieron continuar con este trabajo. D. Bosco, en 1841, lo continuó con los jóvenes necesitados. En 1842 el número subió a veinte. En 1843, llegaron cincuenta. En 1844, eran ochenta. En 1845, los jóvenes eran 200. En 1846 se abrió Valdocco. En este año comenzaron las clases nocturnas. En 1847 se alquilaron otras habitaciones para acoger a niños. En 1848 el número de chicos internos llegó a quince. En 1849 se alquila la casa Pinardi y se amplió a treinta los muchachos acogidos. En 1850 se compra la casa Pinardi y el número de acogidos llega a los cincuenta, pero los que participaban en los tres Oratorios eran ya unos dos mil. Prácticamente una década de entrega y perseverancia para dar un hogar y una formación a estos muchachos. El camino no fue fácil, también hoy nos podemos encontrar con numerosas dificultades, pero en la mayoría de los muchachos que pasaron por allí D. Bosco consiguió formar a “honrados ciudadanos y buenos cristianos”. Era reconocido por todos como el responsable único del Oratorio de San Francisco de Sales. Al ver que los jóvenes no cabían en Valdocco se fundó en 1847 el segundo Oratorio de San Luis en Porta Nuova. El número medio de jóvenes que asistían era de 500. Comenzaron entonces las diferencias en cuanto a la organización y la práctica pastoral y había también diferencia en la ideología política, ya que Don Ponte, director del Oratorio, era de “los sacerdotes patriotas”. El tercer Oratorio del San-

to Ángel Custodio fue fundado en 1849. El número medio de jóvenes qué asistían era de cuatrocientos. Hubo también problemas con la autonomía en la dirección y el uso de equipamientos y subvenciones en cada oratorio. Sus responsables, en los inicios de 1850, manifestaron cierta divergencia con los métodos de D. Bosco. Pero, a finales de marzo de 1852, llegó la confirmación del obispo Franzoni, nombrando a D. Bosco, director de los tres oratorios. Fueron sin duda años difíciles.

espíritu, de disciplina y de administración...” El primer Reglamento del “Oratorio de San Francisco de Sales” fue esbozado en 1847 y el segundo Reglamento se rehízo en el año 1877, y se le llamó “Reglamento para las casas de la Sociedad San Francisco de Sales”. El interés del documento está en reflejar “la que ha sido práctica habitual de Don Bosco”. Su Oratorio no fue fruto de un Reglamento sino de una vida entregada a la educación y evangelización que, de algún modo, sintetizó en un Reglamento y sobre todo en el SisEl porqué de los reglamentos tema Preventivo. Su sistema pedagógico no nace de unas normas D. Bosco, tras estas experien- preestablecidas pero el Reglamencias negativas y dolorosas, buscó to es necesario para mantener el la unidad de su obra a través de buen ambiente en las comunidaunos reglamentos que unificaran des educativas. Por eso D. Bosco la identidad, la disciplina y la or- lo dejó escrito. ganización. La primera parte del Reglamento pretendía clarificar el Don Bosco habla con claridad de objetivo de la Obra de Valdocco y su triple finalidad: las personas que debían coordinar el trabajo desde el Director a los La unidad de espíritu. Al haber Protectores. En la segunda parte, dos oratorios, más el de Valdocpresenta las líneas disciplinares y co y, este con muchas secciones las costumbres a regular y en la (alumnos externos e internos, tercera las Escuelas Elementales educación secundaria, formación diurnas y nocturnas y otras activi- profesional, oratorio, casa de fordades de comercio y música. Ade- mación…) vio la necesidad de aclamás, le animó a redactar el Regla- rar lo que debe dar unidad a su mento el aumento de actividades obra. Lo mismo ocurre hoy con la en el Oratorio de Valdocco, como diversidad de nuestras casas. Este por ejemplo, la casa destinada a espíritu de unidad es el que hace residencia de “chicos de la calle” que se reconozca una obra sale(hospicio); el colegio (inicialmente siana en cualquier país del mundo. pequeño seminario); los talleres; las clases diurnas y nocturnas… La unidad de disciplina. El concepto disciplina equivalía a casDon Bosco deja claro el porqué de tigos, reprimendas, exigencias los Reglamentos cuando dice que irracionales, penalizaciones… Sin “establecida la residencia habitual embargo, no es este el método que en Valdocco, me empeñé con toda utilizará D. Bosco. El suyo estará el alma en promover cuanto con- basado en la razón. La disciplina, tribuyera a conservar la unidad de etimológicamente, viene de “dis-


cipulus”. Es decir, el discípulo era aquel que seguía las sabias orientaciones que le daba el maestro, orientándole a hacer y practicar el bien, la bondad, la paciencia, la presencia en el patio, la cercanía, el diálogo con los chicos… Todo esto es disciplina para D. Bosco. La vivencia en los educadores de estos valores formaba a los chicos, los hacía disciplinados. Es el modelo que seguimos hoy en nuestras escuelas. La unidad en la administración. Es decir, la organización de aquellos cargos que desde un planteamiento de unidad tenían que hacer funcionar los dos oratorios y la casa de Valdocco. Los cargos fundamentales eran: el Director, el Prefecto, el Catequista o Director Espiritual, los asistentes, los sacristanes, el entonador, los celadores, los catequistas, el secretario, los pacificadores, los cantores, los animadores de los recreos, el protector… Hoy, quizás con otros nombres, se mantiene esta unidad organizativa que posibilita un modelo de trabajo basado en el compartir buenas prácticas, diseñar objetivos comunes y generar redes. La filosofía educativa de Don Bosco, el santo de los jóvenes Cabe preguntarse cuáles fueron las fuentes de las que bebió D. Bosco para llevar a cabo su misión. Su filosofía educativa es una síntesis personal y original de humanismo y fe cristiana, aprendida de ciertas tradiciones educativas, de su experiencia familiar/cultural y de su propia experiencia personal con los jóvenes. Esta filosofía se basa en lo que dicen los Regla-

mentos, el Sistema Preventivo, la Carta de Roma y la de los Castigos. En ellos se acentúa la importancia: • De los tres grandes principios de Razón, Religión y Cariño. • El haber construido un ambiente espiritual y educativo caracterizado por la familiaridad, confianza y alegría. • El recalcar la prevención y la asistencia como valores fundamentales. • El trabajar algunas actitudes claves como la cercanía, el cariño y la confianza. • El crear el espíritu de familia, basado en la familiaridad entre los que pertenecemos a una misma familia y no en una relación de superior a inferior. • La escucha activa tanto con los grandes personajes como con los jóvenes a los que recibía en sus habitaciones. • La importancia de la figura del Director que “debe preceder en la piedad y en la caridad y la paciencia, a los demás encargados; mostrarse constantemente amigo, compañero, hermano de todos; por eso, animar siempre a todos a cumplir los propios deberes, en

forma de súplica nunca en forma de una orden severa” (Reglamentos 1877, cap., 1º, art.1º-2º). • El favorecer el protagonismo de los jóvenes. En el Reglamento, D. Bosco establece los principales cargos o atribuciones de las casas salesianas. Algunos de ellos se los confía a los jóvenes que por su conducta y buen juicio, le parecieron más idóneos para desempeñarlos, convirtiéndolos, por así decir, en sus ayudantes. Les aconseja que no sean autoritarios, imponiendo leyes o preceptos; les responsabilizaba de los servicios a realizar; les orienta para que cumplan con su propio deber… De esta manera logra la unidad de la casa con gran provecho y también descanso para el Director. Este reunía semanalmente a estos responsables. Un ejemplo: Los supervisores: “Son jóvenes seleccionados de entre los más ejemplares, que tienen la tarea de ayudar al asistente, especialmente en las funciones sagradas de la Iglesia” (Reglamentos 1877, Cap. VII, art. 1º). • La bondad en el trato con sus colaboradores. Una de las normas del Reglamento fue “estar dis-


puesto a acoger con bondad a los empleados que se dirigieran a él y darles las sugerencias que puedan ser útiles para el mantenimiento del orden… Con la dulzura y la ejemplaridad procuren ganarse su estima y benevolencia”. • El dar caricias psicológicas. A veces les daba cualquier regalito como una estampa o librito. La cercanía, el valorar lo positivo que hacían, el dialogar y no discutir, la confianza en ellos era un elemento dinamizador de la vida oratoriana. El cariño (amorevolezza) se convirtió en una clase esencial del sistema educativo salesiano. La dulzura es otro componente del cariño. Estaba persuadido de que para educar a los muchachos es necesario abrir el corazón para poder entrar en ellos como en su propia casa para corregir los vicios y cultivar las virtudes. El teólogo Ascanio Savio, que convivió con él, aseguraba que D. Bosco usaba siempre buenos modales, paternales, delicados, inspirados en la mansedumbre para atraer a la virtud a los jóvenes. Nunca se le vio tratar a ninguno con modales descompuestos o amenazar con castigos, ni siquiera a los más traviesos o díscolos. • El uso de la razón. El ser razona-

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jor de cada alumno. D. Bosco lógicamente no usa los nombres que hoy manejamos: Carácter Propio, Reglamento de Régimen Interno, Normas de Convivencia, Proyecto Educativo-Pastoral… pero los valores que hoy proponemos en estos documentos están en germen en el Reglamento, el documento bles al exigir. Hay que proponer, no del Sistema Preventivo, en la Carta tanto imponer. Hay que lograr que de Roma e incluso en la Carta sosea el amor y no el temor la fuerza bre los Castigos. para el cambio. • El procurar la paz. Los pacifica- Para acabar proponemos dos dores eran jóvenes que trataban orientaciones prácticas. La prime“de evitar las peleas, los alterca- ra: el modo de elaborar los Reglados, las blasfemias y toda mala mentos es actualmente de arriba conversación” (Cfr. Reglamento hacia abajo. ¿No cabe hacerlo al 1877, Cap. X, art. 1º). Estos de- revés? Las clases estudian las norben advertir al culpable con pa- mas de convivencia. Posteriormenciencia y caridad que esas actitu- te, los representantes de todas las des están prohibidas y en caso de clases se reúnen con el equipo dihacer correcciones hay que tener rectivo para introducir las sugerencuidado de que sean hechas en cias que los alumnos piensan que privado. Esta figura la defiende deben estar incluidas. Igual hacen hoy Juan Carlos Torrego en su libro los educadores. El resultado es un “La ayuda entre iguales para me- Reglamento más participativo. La jorar la convivencia escolar”. Es el segunda: Evitar la absolutización mejor camino para evitar “el acoso del Reglamento. Como decía un escolar” hoy. salesiano, con mucha experiencia, “el Reglamento es como las Conclusión escaleras de incendio. Están para usar cuando se necesiten”. Antes Sorprende observar las sencillas y de aplicarlo hay que ver si desde magníficas orientaciones pedagó- el diálogo o el uso de la mediación gicas y psicológicas que D. Bosco escolar es posible gestionar los establece en los Reglamentos, en problemas. Esto es más eficaz que el Sistema Preventivo, en la Car- castigar a los alumnos. No hay que ta de Roma. Son líneas sencillas exagerar su uso. Este espíritu está y eficaces de una gran actuali- en los Reglamentos hechos por dad. Conocer estas orientaciones Don Bosco. nos ayudará a mantener vivo su sistema pedagógico, innovador y positivo, centrado en sacar lo meJosé Antonio San Martín

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