Hojavaldocco 02

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El espíritu de familia en Valdocco, modelo de convivencia escolar Conocer a Don Bosco… Razones psicológicas, históricas y religiosas llevaron a Don Bosco a la convicción de que la educación se lleva a cabo de modo más natural en una estructura educativa esencialmente familiar. En todas sus obras quiere reproducir no sólo el clima y el calor, sino incluso el carácter y las relaciones propias de la familia. Para definir la relación ideal entre jóvenes y educadores, Don Bosco usa el término “familiaridad”. No quiere que se mantengan las distancias entre jóvenes y educadores. Ha experimentado que sin familiaridad no se demuestra el amor y que sin esa demostración es imposible crear el clima de confianza mutua necesaria para aceptar los valores que propone el educador. Sin adentrarse en consideraciones teóricas, desde su intuición pedagógica, apuesta por el triunfo de la familiaridad, de la amabilidad y del corazón, en un ambiente de sencillez y esponta-neidad, donde se abre el camino de la confianza entre el joven y el educador.

La experiencia vivida y transmitida por Don Bosco

pocos años antes de su muerte. Comparando el espíritu que se vivía en los primeros tiempos y el El espíritu de familia brota del co- vivido entones, escribe: “Me parerazón de don Bosco. Él quería que cía estar en el antiguo Oratorio a en todas sus obras cada uno se la hora de recreo. Era una escena sintiera como en su propia casa. llena de vida, toda movimiento, Es la experiencia que él vivió. Con toda alegría. Uno corría, otro saldon Bosco, el Oratorio de Valdocco taba, otro hacía saltar. En un siera una verdadera familia. Lo go- tio se jugaba a la rana, en otro al bernaba y dirigía como un padre marro y al balón… Se cantaba, se reía por todas partes, y en todas regula su familia. partes educadores y alrededor de El testimonio más importante es ellos los jóvenes, que alborotaban del mismo don Bosco. Se encuen- alegremente. Se notaba que entre tra en la carta que escribe al Ora- ellos reinaba la mayor cordialidad torio desde Roma en el año 1884, y confianza”.


En Valdocco se vivía de verdad en clima de familia, Los juegos y las actividades, la alegría, las conversaciones, la bondad de los educadores, la cordialidad y confianza mutua lo propiciaban y favorecían. En toda la casa se respiraba un aire de comprensión, afecto, amabilidad. Las normas del Reglamento eran mínimas, imprescindibles. Contaba más la autoridad paterna y la presencia amable y constante de los educadores entre los jóvenes. Este ambiente era para don Bosco la condición indispensable para la incidencia educativa. Porque la familiaridad engendra afecto, el amor produce confianza, abre los corazones, dispone a los jóvenes para realizar todo lo que les quiere mandar aquel que saben que los ama. Don Bosco intuyó que para educar es necesario llegar a crear un ambiente en el que se respire el clima de la familia natural. La familiaridad era para él el único medio para derribar la barrera de la desconfianza que se levanta insensiblemente entre los jóvenes y los educadores. Sin ella no se puede demostrar afecto, y sin esta demostración no puede haber confianza. El espíritu de familia, ambiente educativo Muy sensible a los problemas e intereses de los jóvenes don Bosco a todos aquellos que abandonan durante más o menos tiempo su familia natural, y sobre todo a aquellos real o pedagógicamente “pobres y abandonados”, a cuantos encuentra por las plazas de Turín, sin techo ni hogar, les ofre-ce un ambiente de familia, donde exi-

ge el cumplimiento del deber y da, al mismo tiempo, expansión y alegría. Quiere siempre un ambiente de jovialidad, de alegría, de música y canto, de fiesta, de teatro, de juegos, de gimnasia, de paseos y diversiones. Reconoce la exigencia de felicidad profundamente enraizada en el ser humano; y sabe que la felicidad no está en oposición a una vida honrada, cristiana y religiosa. Para él la alegría no es únicamente recreo y diversión, sino auténtica e insustituible “realidad pedagógica”, capaz de crear un ambiente educativo. Sobre esta alegría se integra el espíritu de familia.

milia. Cada grupo rodea a un profesor sin bulla, sin alboroto, sin resistencia. Hemos admirado la cara serena de aquellos muchachos, y tuvimos que exclamar: aquí está la mano de Dios”. Realmente, en Valdocco se vivía en clima de familia. El Oratorio, como cualquier institución educativa de Don Bosco, era una casa, es decir, una familia, no un colegio. Y en toda la casa se vivía un espíritu particular de comprensión, cercanía, espontaneidad, confianza, alegría.

Todas estas intuiciones no han perdido vigencia. Superadas algunas orientaciones autoritarias o El conjunto de finalidades, pro- paternalistas pro pias del siglo gramas y orientaciones metodo- XIX y primera mitad del XX, aclógicas encuentran concreción y tualmente la familia representa el eficacia en el espíritu de familia, sistema más abierto en sus virtuaes decir, en ambientes sanos, ale- lidades, en los problemas, en las gres, serenos y estimulantes: ca- soluciones. La familia viva puede sas, lo llama don Bosco, casas de llegar a ser para el sistema preveneducación, que inspiradas en el tivo, modelo de una renovación modelo familiar, aspiran a cons- en la continuidad, capaz de llegar truirse como verdaderas familias, a las personas, de ayudarlas y en las que se promueve el diálogo, acompañarlas en el proceso de su la aceptación de puntos de vista maduración humana y cristiana, y diferentes, la corresponsabilidad de proponer los valores éticos. por parte de todos, el compromiso solidario, el crecimiento y desa- Ser Don Bosco, hoy rrollo personal. En Valdocco se vivía verdaderaEste ambiente de familia que se mente en familia, en un clima que vive en las instituciones de don propiciaba la educación integral Bosco salta inmediatamente a la de los muchachos. Allí se trabajavista del profano, como sucedió ba, a ritmo de clases, patio y oraen 1883 ante el corresponsal del ción, lo pedagógico y lo afectivo periódico parisino Pèlerin. El arti- en un ambiente sano y sencillo culista concluía su crónica con la donde todos eran importantes. El siguiente observación: “Hemos modelo convivencial que propone visto este sistema en acción. En Don Bosco, el del espíritu de faTurín los estudiantes constituyen milia, debe respirarse y recrearse un numeroso colegio, en el que no en cada centro salesiano, en cada se conocen las filas, sino que, de uno de los miembros de la comuun lugar a otro se va como en fa- nidad educativa. Ese espíritu in-


equívoco es precisamente la seña de identidad que hace especiales nuestros colegios y que muestra una forma diferente de educar. Podemos tener indicadores excelentes en muchas áreas pedagógicas y eso es muy positivo, pero sin ese ambiente de familiaridad, de cercanía y de confianza nos faltará la esencia salesiana y la impronta de Don Bosco como educador y padre de la juventud. En este sentido, la Carta de Roma es especialmente clarificadora y un documento que todo educador salesiano debe tener siempre en la cabeza y en el corazón: “La familiaridad produce amor, y el amor produce confianza. Esto abre los corazones y los jóvenes manifiestan todo sin temor a los maestros, a los asistentes y superiores.”

desde la firmeza y el cariño. Nuestro modelo de profesor trabaja en equipo con sus compañeros y con ellos comparte redes de conocimiento, suma esfuerzos y educa en conjunto. Como nos dice San Este ambiente entrañable impreg- Pablo: “No os encerréis en vuesna a toda la comunidad educativa tros intereses, sino buscad todos y vivido con autenticidad da frutos el interés de los demás” (Flp 2,4). en todos sus miembros. Nos invita a formar claustros que sean fa- Aulas que son comunidades milia, como la que formó nuestro fundador con aquellos primeros Este modelo de convivencia llega salesianos encargados de educar también a las aulas, que pueden a otros muchachos. Qué signifi- convertirse en comunidades doncativo es para nuestros alumnos de se crece y se participa desde la cuando observan, y nunca les pasa libertad, la responsabilidad y los desapercibido, una relación cerca- dones que cada uno aporta. El esna y agradecida entre los profeso- píritu de familia en una clase se ve res, de ayuda mutua y solidaridad reflejado si el educador, especialen el trabajo diario. Nos converti- mente el tutor, toma a sus alummos entonces en educadores real- nos como esa pequeña comunidad mente vocacionados que expresan que, durante todo un curso, Dios le con el ejemplo y el testimonio co- ha puesto en sus manos para que tidiano una coherencia evangélica de ella salgan “honrados ciudadaen el darse a los demás y cumplir nos y buenos cristianos.” Tomar con alegría las tareas encomenda- la relación educativa desde esta das. Un claustro que camina uni- perspectiva hace que en el centro do hacia un objetivo común: que se ponga realmente a la persona, los jóvenes sean protagonistas de no solo con sus capacidades intesu propia educación y se sientan lectuales (que tienen también su acompañados en todo el proceso importancia como dones) sino con

todo su ser. Desde ese reto individual, y con la ayuda de sus compañeros, cada alumno debe llegar a ser en plenitud, descubrir su vocación y su lugar en el mundo. Si logra esto en comunidad, guiado por su profesor, estará preparado para dar lo mejor de sí mismo y lo hará de forma auténtica, libre y capaz. Es hermoso pensar que nuestros jóvenes serán enviados por nuestras casas para hacer del mundo un lugar mejor. Sin embargo, la convivencia en el aula puede hacerse difícil si no se trata la individualidad y se atiende correctamente a la diversidad. Surgen los conflictos, el acoso, la marginación de miembros del grupo… Este tema preocupa especialmente hoy en día por el sufrimiento personal y familiar que genera dentro y fuera del colegio. Toda la convivencia y el espíritu de familia quedan afectados cuando un miembro del grupo sufre cualquier tipo de violencia. El diálogo, la palabra al oído, la reflexión personal y grupal, se hacen aquí imprescindibles para atajar el problema. Es muy importante restaurar


las relaciones, propiciar el perdón y la empatía. La mediación puede ser una herramienta muy eficaz en la que tendremos que formarnos y, desde luego, el sistema preventivo juega aquí su papel más importante. Los propios alumnos pueden ser también mediadores en los conflictos que surjan en el aula o en el patio. Numerosos problemas se pueden solucionar contando con ellos y sus dones para la escucha y el acompañamiento de sus iguales. También para liderar la acogida de los alumnos nuevos. La Compañía de la Inmaculada, de Domingo Savio, es un buen ejemplo de lo que pueden llegar a hacer estos alumnos mediadores. Si conseguimos clases donde se cumple el deber con sana alegría, donde todos tengan su lugar y nadie se sienta más que nadie estaremos atajando dificultades que suelen nacer de quienes no se sienten suficientemente queridos

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y aceptados. Don Bosco era un maestro en saber detectar pronto a estos muchachos, eran los más importantes para él y los seguimos teniendo en nuestras aulas, a veces acosan y otras son acosados. En relación a esto el Papa Francisco manifiesta que “alguien que sabe que siempre sospechan de él, que lo juzgan sin compasión, que no lo aman de manera incondicional, preferirá guardar sus secretos, esconder sus caídas y debilidades, fingir lo que no es. En cambio, una familia donde reina una básica y cariñosa confianza, y donde siempre se vuelve a confiar a pesar de todo, permite que brote la verdadera identidad de sus miembros, y hace que espontáneamente se rechacen el engaño, la falsedad o la mentira.” La pastoral salesiana es una pastoral de detalles, de cercanía, de palabra al oído y de amorevolezza y sobre todo es una pastoral de

Edita: Oficina de Comunicación | Salesianos SSM Coordina: Fernando García y Begoña Rodríguez Diseña y maqueta: Xabier Camino

patio. Es en ese ambiente educativo donde podemos ver a los chicos tal y como son, practicar deporte con ellos, charlar amistosamente y detectar también a aquellos que están más solos, o a los líderes innatos que van surgiendo de los grupos. Estos encuentros diarios nos van a permitir recrear el ambiente de familia que se vivió en Valdocco. Seamos creativos también para que los alumnos más mayores organicen y disfruten organizando juegos para los más pequeños. Y, por supuesto, tengamos en cuenta como decía Don Bosco que “el maestro al que se ve solo en la cátedra es maestro y nada más, pero, si comparte recreo con los jóvenes, se hace como hermano.” Por último, destacar que los padres son imprescindibles en este modelo de convivencia, con ellos debemos unir esfuerzos porque son los primeros en depositar su confianza en el espíritu de familia que ofrecemos. Somos la prolongación del hogar. La casa que acoge. Los canales de participación tienen que estar abiertos siempre: celebraciones, encuentros formativos, Escuela de Padres, orientación vocacional… Son muchos los caminos para lograr juntos la felicidad de cada alumno porque eso es finalmente lo que nos jugamos cada día.

Eugenio Alburquerque Begoña Rodríguez

Inspectoría Salesiana “Santiago el Mayor” C/ Marqués de la Valdavia, 2 - 28012 - Madrid www.salesianos.es | SalesianosSSM


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