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Jóvenes vidas vocacionadas “COMO SALESIANO, HE ENCONTRADO A DIOS EN LA EDUCACIÓN Y EN EL CONTACTO CON LOS JÓVENES”

Como salesiano, he encontrado a Dios en la educación y en el contacto con los jóvenes

Sergi Moreno es un joven salesiano en preparación para ser sacerdote. En este artículo, habla de su vida y de los jóvenes de su tiempo.

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Sergi Moreno nació en Barcelona el 3 de marzo de 1983. De pequeño ingresó en el colegio salesiano de Sarriá. Aquí descubrió a Don Bosco y el ambiente de familia propio de toda casa salesiana. A medida que crecía, comenzó a enamorarse de este estilo de vida, y a plantearse si Dios lo estaba llamando a ser uno de aquellos hombres (salesianos) con los que compartía muchas vivencias de bien en el colegio, en los grupos de fe o en los campamentos de verano.

Así se hizo animador en el centro juvenil. Sus inquietudes vocacionales se intensificaron. Sergi recuerda este momento: “Al lado de mi inquietud por ser educador, fui descubriendo la llamada a serlo para siempre, como salesiano, y a encontrar a Dios en la educación y en el contacto con los jóvenes. Cuando finalizaba los estudios universitarios, di el paso y empecé a vivir en comunidad. Han pasado ya más de 10 años desde aquella decisión y no me arrepiento. He pasado por escuelas, plataformas sociales, grupos de fe, campamentos… de diversas casas de mi inspectoría, y en este camino he ido descubriendo cada vez más a este Dios que se hace encuentro cuando menos te lo esperas”. Ha realizado el grado en química, en la Universidad de Barcelona; el grado en teología, en la Universidad de Comillas (Madrid); y en estos momentos se encuentra acabando el grado en educación social en la UOC (Universitat Oberta de Catalunya), mientras vive su experiencia como diácono en la parroquia salesiana de Fuenlabrada.

Hizo el noviciado en Granada, el posnoviciado en Burgos y en Ciudad Meridiana (Barcelona), el tirocinio en las obras de Sant Boi, Sant Vicenc y La Mina; y la teología en Madrid-Carabanchel. Realizó su profesión perpetua como salesiano de Don Bosco en septiembre de 2016; y el pasado verano, fue ordenado de diácono. Ahora continúa su preparación para el presbiterado. Cree que la vocación le ha ayudado a ser más libre y a conocer las numerosas riquezas que tienen las personas.

Un mundo diverso

Tiene una mirada positiva sobre los jóvenes. Sobre estos opina que “están llenos de valores, que son muy conscientes de la diversidad en la que viven, y que se esfuerzan por respetarla; que sueñan con una sociedad justa y equitativa y más ecológica; pero, a veces, tienen miedo a arriesgarse por estos valores, a salirse de los guiones que marca nuestra cultura”.

Se siente un gran admirador de Don Bosco. Anhela de él tener la misma radicalidad con la que se comprometió con la educación de la juventud pobre, y la mirada trascendente que siempre manifestó en todo lo que hizo. A los jóvenes que se plantean la vocación les dice: “No tengáis miedo. Dad el salto”.

Jorge Juan Reyes, sdb