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Tema central FRATELLI TUTTI

@jotallorente

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2021 UNA ENCÍCLICA MUY ESPECIAL DEL PAPA FRANCISCO

UN CORAZÓN ABIERTO AL MUNDO ENTERO: TODOS SOMOS ‘CIUDADANOS’

En el capítulo primero de la Encíclica, el papa Francisco afirmó que hay que evitar las migraciones no necesarias, creando en los países de origen oportunidades concretas de vivir con dignidad. Pero el derecho a buscar una vida mejor en otro lugar debe ser respetado. En los países de destino se debe lograr la protección de los derechos de los ciudadanos y la garantía de acogida y asistencia a los migrantes (38-40). En este capítulo cuarto, el Papa nos invita a reconocer el concepto de ‘ciudadanía plena’ en la sociedad, renunciando al uso discriminatorio del término ‘minorías’ (129-131). También insiste en la necesidad de una gobernanza mundial, una colaboración internacional para las migraciones que impulse proyectos a largo plazo que vayan más allá de las emergencias individuales, siempre en nombre de un desarrollo solidario de todos los pueblos basado en el principio de gratuidad. De este modo, los países deberían sentirse parte de una gran familia humana (139-141). Una cultura sana es una cultura acogedora que sabe abrirse al otro sin renunciar a sí misma. Como en un poliedro, en el que el valor de cada pieza es respetado, y donde “el todo es más que una parte”, y también es más que la mera suma de las partes (145-146).

¿Qué actitud adoptamos ante los migrantes?

• «Si la convicción de que todos los seres humanos somos hermanos y hermanas ha de ser algo más que una idea abstracta y tener sentido pleno, emergen muchas cuestiones relacionadas entre sí que nos obligan a mirar a nuestro entorno desde una nueva perspectiva y a diseñar y desarrollar nuevas respuestas». (128) • «Cuando nuestro ‘prójimo’ es una persona migrante, surgen desafíos muy complejos. […] Nuestra respuesta a la llegada de los migrantes se expresa con cuatro palabras: acogida, protección, promoción e integración». (129) • «Para los migrantes que ya hace tiempo que han llegado y participan en el tejido social, es importante aplicar el concepto de

‘ciudadanía’, que «se basa en la igualdad de derechos y deberes que garantiza su acceso a la justicia». (131)

¿Somos conscientes de que el intercambio nos enriquece?

• «La llegada de personas que son diferentes puede constituir un don, porque las historias de migrantes siempre son historias basadas en el encuentro entre personas y entre culturas. Para las comunidades y las sociedades a las que llegan, los migrantes son una oportunidad de enriquecimiento y de desarrollo humano integral para todos». (133) • Por otra parte, cuando abrimos nuestros corazones a los que son distintos, nuestra acogida les capacita para desarrollarse de otro modo sin dejar de ser ellos mismos. Las distintas culturas que han nacido y se han desarrollado a lo largo de siglos deben ser preservadas, para que nuestro mundo no se empobrezca». (134) • «La ayuda mutua entre países enriquece a todos y cada uno. Un país que progresa permaneciendo sólidamente fundamentado en su original sustrato cultural es un tesoro para toda la humanidad.

Necesitamos desarrollar esta consciencia de que, en nuestro mundo, o nos salvamos todos juntos o no se salva nadie». (137) • «Aunque esto ha sucedido siempre, en nuestro mundo interconectado por la globalización nunca ha sido tan evidente como hoy en día. Necesitamos lograr un ordenamiento mundial jurídico, político y económico capaz de incrementar y orientar la cooperación internacional hacia el desarrollo solidario de todos los pueblos». (138) • «Esta acción acabará beneficiando al mundo entero, porque la ayuda al desarrollo de los países pobres a la vez implica la creación de riqueza para todos». (138)

¿Hemos aprendido a compartir gratuitamente?

• «Siempre ha existido y siempre existirá el factor ‘gratuidad’. La

‘gratuidad’ implica la habilidad para hacer algunas cosas simplemente porque son buenas en sí mismas, sin afán de lograr una ganancia personal o una recompensa». (139) • «La vida sin gratuidad fraternal se convierte en una forma de comercio frenético, en el que estamos constantemente sopesando lo que damos y lo que recibimos a cambio». (140) • «El verdadero valor de cada uno de los distintos países de nuestro mundo se mide por su capacidad de pensar no solo como un país, sino también como una parte de una familia humana más grande. Esto se aprecia sobre todo en tiempos de crisis». (141)

¿Alguien puede creer que es capaz de vivir sin dar y recibir?

• «En realidad, una apertura sana nunca comporta una amenaza a la propia identidad. Una cultura viva, enriquecida con elementos de otros lugares, no incorpora una fotocopia de esos nuevos elementos, sino que los integra ‘a su modo’». (148) • «Si consideramos la realidad de este modo, tendremos la satisfacción de observar que ningún pueblo, ninguna cultura y ningún país pueden lograr, ellos solos, todo lo que necesitan; para lograr plenitud en la vida necesitamos a los otros». (150) • «Gracias al intercambio regional, por el que los países más pobres se abren a un mundo mucho más amplio, la universalidad no necesariamente diluye sus rasgos distintivos». (151)

¿Observamos la tensión existente entre lo local y lo universal?

• «Entre ‘globalización’ y ‘localización’ se da una tensión innata.

Hace falta prestar atención a lo global para evitar la estrechez y la banalidad. Pero también es necesario mirar a lo local, que evita que estemos en las nubes». (142) • «Así como no puede haber diálogo con ‘otros’ sin la conciencia de nuestra propia identidad, tampoco puede haber apertura en-

tre pueblos si no se fundamenta en el amor a la propia tierra, al propio pueblo, a las propias raíces culturales». (143) • «Reconozcamos que, en la medida en que nuestras mentes y nuestros corazones se estrechan, nos hacemos más incapaces de comprender el mundo que nos rodea». (147)

Invitación a la reflexión y al debate:

• «Es crucial establecer en nuestra sociedad el concepto de plena ciudadanía y rechazar el uso indiscriminado de la palabra minorías, que da lugar a sentimientos de aislamiento e inferioridad. El mal uso de esta palabra favorece la discriminación». (131) ¿Comparto la idea según la cual las palabras

‘ciudadanía’ y ‘minoría’ deben ser adecuadamente diferenciadas? ¿He caído en la trampa de usar la palabra ‘minoría’ en sentido despectivo, perjudicando con ello a algunas personas? • «Nosotros necesitamos comunicarnos, los unos con los otros, para descubrir los dones de cada persona, para valorar lo que nos une, y para considerar nuestras diferencias como una oportunidad de crecer respetándonos mutuamente». (134) ¿Me he detenido alguna vez a reflexionar sobre el aspecto enriquecedor de la comunicación entre unos y otros? ¿Soy realmente consciente de que el intercambio con otros me enriquece y que me interesa fomentarlo? ¿Lo he experimentado? • «La fraternidad universal y la amistad social son dos polos inseparables y coesenciales en toda sociedad. Separarlos comportaría desfigurarlos y crear una polarización peligrosa». (142) ¿Distingo claramente el significado de cada una de estas dos expresiones: ‘fraternidad universal’, por un lado, y

‘amistad social’ por el otro? ¿Qué peligro comportaría no diferenciarlas?

• «El bien común también requiere que nosotros cuidemos nuestra propia tierra y la amemos. […] Esta reflexión muestra el significado positivo del derecho de propiedad: yo cuido y cultivo algo que me pertenece, pero lo hago de tal modo que mi acción contribuya al bien de todos». (143) ¿Qué importancia puede tener la insistencia en la preocupación por el ‘bien común’ cuando una persona administra ‘sus propios bienes’? Según mi parecer, ¿por qué motivo el papa Francisco insiste tanto en la importancia de prestar atención el ‘bien común’?

Francesc Riu, sdb