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DON PABLO ALBERA, EL “PEQUEÑO DON BOSCO”

(1ª parte)

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En 2021 se celebra el centenario de la muerte del que fue Rector Mayor de la Congregación salesiana, segundo sucesor de Don Bosco, don Pablo Albera. Recordamos su vida.

El Boletín Salesiano español de diciembre de 1921 narra su serena muerte y los grandiosos funerales que la siguieron. Pocas veces, dice, se vio en Turín un funeral semejante. Su muerte fue llorada por toda la cristiandad. Muy pocos supieron, como don Albera, hacer llegar a las almas la dulcísima palabra del amor.

Había muerto un gran Rector Mayor, del que, por desgracia, se perdió en gran parte la memoria. Don Albera ejerció su rectorado en tiempos difíciles y, además, flanqueado por el rectorado de los hoy Beatos Miguel Rua y Felipe Rinaldi, que asumieron toda la atención salesiana. Pero su olvido es injusto. Don Albera fue un magnífico y santo Rector Mayor.

Primeros años

Nació en None, pueblo a 13 kilómetros de Turín, el 6 de junio de 1845, en una familia muy religiosa. Su madre, Margarita, educó a sus 7 hijos (cuatro de ellos se consagraron al Señor, tres como sacerdotes y una como religiosa). Paolino (Pablito), el último de los siete, se distinguió desde niño por su piedad. Ayudaba a misa y le gustaban las cosas de la iglesia. Un día que Don Bosco pasó por None, el párroco se lo presentó y se lo llevó a Turín.

Retrato de don Pablo Albera.

Entró en el Oratorio el 18 de octubre de 1858. Eran los años en los que en el Oratorio se vivía más intensamente el ideal de la santidad juvenil salesiana. Domingo Savio había muerto poco antes, pero su recuerdo y su ejemplo estaban presentes. Vivía aún Miguel Magone, y con él entabló pronto una fraterna amistad. De él recordará e hizo suyas las palabras que pronunció antes de morir: “La cosa que más me consuela en este momento es aquel poco que he hecho en honor de María Santísima”. Allí estaban también los grandes fundadores de la Congregación: Rua, Ca-

gliero y Bonetti, Francesia… que, 7 años mayores que él, fueron sus formadores y modelos.

En el Oratorio fue alumno aventajado, piadoso, buen estudiante, muy querido por sus compañeros y uno de los más cercanos y apreciados por Don Bosco. Al ser estudiante de 14 años, no pudo estar entre los 18 que en 1859 fundaron la Congregación, pero en cuanto tuvo la edad fue invitado a entrar, siendo uno de los primeros en emitir los votos en ella.

Al fundarse la primera casa salesiana fuera de Turín, Don Bosco quiso enviar allí a algunos de sus mejores colaboradores, para que hicieran de Mirabello un nuevo Valdocco. Entre los elegidos, además de Rua (director) y Bonetti (director espiritual), estaban Cerruti y Albera. En Mirabello comenzó a ejercer su actividad de educador, con el lema que Don Bosco le había dado a don Rua: ama y hazte amar.

Sin dejar el trabajo, obtuvo el título de Profesor de segunda enseñanza en la Universidad de Turín y realizó los estudios eclesiásticos. Ordenado sacerdote el 2 de agosto de 1868, Don Bosco lo quiso junto a él en el Oratorio. Así llegó a conocerle más en profundidad y a aprender de él a gobernar salesianamente la casa. A pasos agigantados En 1871, Don Bosco lo consideró ya maduro para la dirección de un colegio y lo envió a Génova, donde se estaba gestando uno de los más importantes centros salesianos, el de Sampierdarena, el Valdocco de Liguria. Allí demostró sus grandes dotes de gobierno. Por eso, al fundarse la inspectoría francesa en 1881, fue nombrado como primer inspector de Francia, donde reprodujo el espíritu de Don Bosco. Por ello fue ño Don Bosco). La inspectoría creció en número de casas y vocaciones, pero su mayor preocupación fue la formación espiritual, la suya y la de los hermanos. Leyó la mejor producción ascética francesa, la estudió y la hizo suya, convirtiéndose así en gran maestro de espiritualidad. Nada extraño que en el Capítulo General de 1892 fuera nombrado Director Espiritual de la Congregación.

En 1900, en el 25º aniversario de la 1ª Expedición Misionera, fue enviado como representante del Rector Mayor a presidir los actos en Argentina y a visitar todas las casas de América desde la Tierra del Fuego a Norteamérica. La visita duró 3 años y fue casi un milagro que, dado su estado de salud y las grandes dificultades de los viajes, pudiera terminarla. A su regreso siguió ejerciendo con efi-

Jesús-Graciliano González, sdb

llamado Le petit Don Bosco (El pequecacia su cargo de Director Espiritual de la Congregación.

Una de las primeras fotografías realizadas a Don Bosco el día 19 de mayo de 1861 por el fotógrafo Francisco Serra. En ella se ve al santo confesando a un joven Pablo Albera.