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@jotallorente

2020 CARTA DEL PAPA FRANCISCO A LOS JÓVENES

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LA VOCACIÓN ENTENDIDA COMO ‘LLAMADA DE DIOS’

Ya hemos llegado al capítulo octavo de la Exhortación apostólica Cristo vive, en el que el papa Francisco nos propone que reflexionemos sobre la vocación, una palabra que tiene mucho de ambigüedad. Francisco ha precisado el uso que él va a hacer de esta palabra. «La palabra ‘vocación’ puede entenderse, en un sentido amplio, como una llamada de Dios, incluyendo la llamada a la vida, la llamada a la amistad con Él, la llamada a la santidad, etc. Esto es útil, porque sitúa toda nuestra vida en relación con Dios que nos ama. Además, nos permite entender que nada es fruto de un caos sin sentido, sino que, en nuestras vidas todo puede llegar a ser una respuesta al Señor, que tiene un precioso plan para nosotros» (CV 248).

La llamada de Dios a la amistad con Él

«Lo primero que debemos discernir y descubrir es esto: Jeentendida como una llamada a prestar un servicio misionero a los demás. El Señor nos llama a participar con Él en su obra creadora y a contribuir al bien común con los dones que hemos recibido» (CV 253). cio a los demás. Porque nuestra vida en la tierra alcanza su plenitud cuando se convierte en una ofrenda. Yo soy una misión en esta tierra, y para esto estoy en este mundo. Por consiguiente, toda actividad pastoral, toda formación y toda espiritualidad deben ser vistas a la luz de nuestra vocación cristiana» (CV 254).

sús quiere ser amigo de todos y cada uno de los jóvenes. Este discernimiento es la base de todo lo demás» (CV 250). «Por otra parte, el encuentro fracasado de Jesús con el joven rico nos muestra claramente que aquel joven no supo descubrir la mirada amorosa del Señor (cf. Marcos 10,21). Aquel joven perdió la oportunidad de lograr lo que seguramente habría sido una gran amistad» (CV 251). «La vida que Jesús nos ofrece es una historia de amor, una historia de vida que él quiere unir a la nuestra y echar raíces en la tierra de nuestras propias vidas. Esta vida no es una salvación colgada ‘en la nube’ esperando ser ‘descargada’, ni una ‘aplicación’ nueva que es bueno conocer, o una técnica de auto-superación mental. Es una historia de amor que está viva y quiere nacer entre nosotros para que demos fruto tal como somos, donde estemos y con quie-

Cathopic La llamada a estar al servicio de los demás

«Ahora voy a referirme a la ‘vocación’ en sentido estricto, «Esta vocación misionera tiene que ver con nuestro servines estemos» (CV 252). «El servicio a los demás da un valor muy grande a todo lo que haces. Tu trabajo deja de consistir en un modo de ganar dinero, mantenerte ocupado o complacer a otros. El trabajo que realizas se convierte en tu vocación porque has sido llamado o llamada a hacerlo; es algo más que la consecuencia de una decisión pragmática. En definitiva, es el reconocimiento de la razón que justifica tu existencia: ¿Cuál es el plan del Señor para mi vida?» (CV 256). «Para poder responder a nuestra vocación necesitamos promover y desarrollar todo lo que somos. Esto no tiene nada que ver con inventarnos a nosotros mismos. Tiene que ver con descubrir nuestra verdadera identidad a la luz de Dios y permitir que nuestras vidas florezcan y den fruto» (CV 257).

Cathopic La llamada al amor y la familia

«Todo joven siente con fuerza la llamada al amor; todo joven sueña con encontrar a la persona adecuada con quien formar una familia y construir una vida los dos juntos. Sin duda alguna esta es una vocación que Dios mismo te hace descubrir mediante tus sentimientos, tus deseos y tus sueños. Con este don y la certeza de esta llamada, podéis emprender el camino conyugal con seguridad. Los dos juntos afrontaréis todos los retos» (CV 260). «En este contexto, os recuerdo que Dios nos creó como seres sexuados. Él mismo creó la sexualidad, que es un regalo maravilloso a sus criaturas. En la vocación al matrimonio hay que reconocer y agradecer que la sexualidad es un don de Dios. Tiene dos propósitos: amarse y generar vida. Es una pasión, un amor apasionado que siempre conduce a engendrar vida» (CV 261). «Hoy reina la cultura de lo provisional, pero solo es una ilusión. Creer que nada puede ser definitivo es un engaño y una mentira. Yo os pido que seáis revolucionarios, os pido que vayáis contracorriente. Sí, os estoy pidiendo que os rebeléis contra esa cultura que considera que todo es temporal y que no sois capaces de asumir responsabilidades y amar de verdad» (CV 264).

La llamada de Dios al trabajo

«El paso a la vida adulta a menudo coincide con el ingreso de una persona en el mundo del trabajo. Para los adultos jóvenes es importante aprender a trabajar de una manera verdaderamente personal y satisfactoria para su vida, y así continuar discerniendo la llamada de Dios» (CV 268). «Los jóvenes no siempre tenéis la oportunidad de decidir qué tipo de trabajo vais a realizar, o cómo vais a desplegar vuestras energías y vuestros talentos. Junto a los propios deseos, habilidades y elecciones, debéis afrontar la dura realidad del mercado laboral. No podéis vivir sin trabajar, pero os pido que nunca renunciéis a vuestros sueños, nunca rechacéis definitivamente una invitación, nunca os deis por vencidos. Continuad buscando modos parciales o imperfectos de vivir lo que habéis discernido que es vuestra verdadera vocación» (CV 272).

La vocación a una consagración especial

«Al discernir tu vocación, no descartes la posibilidad de consagrarte a Dios en el sacerdocio, en la vida religiosa o en otras formas de consagración. ¿Por qué no? Ten la certeza de que, si reconoces y sigues una llamada de Dios, vas a lograr una plena realización personal» (CV 276).

Invitación a la reflexión y al debate:

«En un sentido amplio, la palabra ‘vocación’ puede entenderse como una llamada de Dios, incluyendo la llamada a la vida, la llamada a la amistad con Él, la llamada a la santidad, etc.» (CV 248). ¿Qué sentido atribuyo yo a la palabra ‘vocación’? ¿A qué me siento llamado o llamada por Dios? ¿Qué importancia atribuyo a esta llamada? «Tu propia vocación personal es algo más que el trabajo que realizas. Es un camino que orientará tus muchos esfuerzos y tus muchas acciones al servicio de los demás» (CV 255). ¿Entiendo de verdad que el ejercicio de una profesión es la forma habitual de servir a los demás y a la sociedad? ¿Qué quiero hacer con mi vida para que pueda sentirme satisfecho? «Me gusta pensar que, cuando dos cristianos os casáis, habéis reconocido la llamada del Señor en vuestra propia historia de amor, la vocación a formar una sola carne y una sola vida los dos, hombre y mujer» (CV 260). ¿Es habitual este modo de concebir el matrimonio? ¿Qué debería hacer para vivir en plenitud la vocación al matrimonio?

«El trabajo es una necesidad, una parte del sentido de la vida en esta tierra, un camino de crecimiento, de desarrollo humano y de realización personal» (CV 269). ¿Cuáles son los criterios que van a determinar o que ya han determinado mi opción por una determinada profesión? ¿Podía o debía haber hecho otra opción? «Jesús camina entre nosotros como lo hacía en Galilea, pasea por nuestras calles y, sin prisa, se detiene y nos mira a los ojos. Su llamada es atractiva, fascinante» (CV 277). ¿Soy consciente de que Jesús me acompaña a lo largo del camino? ¿Alcanzo a observar que se detiene, me mira a los ojos y me llama para seguirle más de cerca? ¿Lo he pensado alguna vez? ¿Qué haría si me sintiera llamado o llamada?

Francesc Riu, sdb