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Rol y valor de la Ingeniería Civil

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- Por el Ing. Civil Pablo Dieguez

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Resulta necesario tratar brevemente temas relevantes de índole universitaria, que constituyen la esencia de la formación de los jóvenes ingenieros. En el mundo, no existe duda alguna de la importancia de la ingeniería civil para el progreso de un país.

En las sociedades actuales uno de los factores determinantes del grado de desarrollo de una nación es el número de ingenieros en relación con su cantidad de habitantes. Este tema ha sido motivo de preocupación y atención, no sólo en comunidades en vías de desarrollo, sino también, en las que ya han alcanzado los niveles más altos, y que justamente por ello, requieren continuar manteniendo un desarrollo sostenible.

La Academia Nacional de Ingeniería de los Estados Unidos, recientemente ha publicado valores estadísticos que incluyen porcentajes de ingenieros respecto a los graduados universitarios de varios países del mundo. El resultado mostró que en naciones como China y Japón la relación es sustancialmente mayor respecto a la de los Estados Unidos: Asia: 20%; Europa: 10%; Estados Unidos: 5%. En la República Argentina, se ha señalado en numerosas oportunidades por parte de instituciones públicas y privadas, entre las que se encuentra la 2 Academia Nacional de Ingeniería, que el número de estudiantes de ingeniería, y en especial de ingeniería civil, es muy reducido frente a otras carreras. La tendencia ha mejorado ligeramente en los últimos años, pero aún es inferior a la deseable y necesaria para cubrir la demanda. Dicha circunstancia afecta el desarrollo presente y futuro, y requiere implementar desde el Estado, instituciones públicas, industrias, empresas y asociaciones profesionales, medidas de corto plazo capaces de alentar a los jóvenes a estudiar ingeniería. Dentro del ámbito universitario, un segundo aspecto radica en la revisión de los programas de formación de la carrera de ingeniería civil para adecuarla a los nuevos escenarios. De esta forma, los graduados permanecerán mejor preparados para actuar en un medio de constantes cambios globales de recursos y necesidades técnicas y económicas, demandando el conocimiento de productos y sistemas más complejos.

Claro está que para ello es necesario plasmar planes de interacción entre las universidades, los centros de investigación tecnológica y las industrias. La condición de un número adecuado de estudiantes -y de graduados- en ingeniería es necesaria pero no suficiente. Para desempeñar un rol activo en el desarrollo, el joven ingeniero, más allá de su formación académica, necesita complementarla con actividades no siempre disponibles en el medio: Oportunidad de trabajo en organizaciones dispuestas al estímulo y profesionales referentes para desarrollar la aptitud profesional. Este último elemento, el de contar con “maestros”, o guías profesionales con probada trayectoria, es un tema a considerar como prioridad. Por diversas circunstancias, el número de ingenieros con experiencia en actividad en empresas e instituciones ha disminuido notablemente en las últimas décadas, no sólo por la propia acción del tiempo, sino por la falta de renovación adecuada de los recursos humanos. Es necesario, frente a este problema, llevar a cabo un decisivo esfuerzo conjunto de todos los sectores interesados para mejorar dicho aspecto.

Aptitud y Actitud de los ingenieros civiles

Se entiende que los conocimientos necesarios para desarrollar un grado de aptitud acorde con las necesidades actuales son cada vez más exigentes y, a la vez, diversos, y se incrementarán en el futuro. No es suficiente un conocimiento profundo de los recursos teóricos que brinda la universidad, sino también, saberes tecnológicos y de procesos específicos.

El nuevo siglo parece imponer un programa de formación e integración interactiva de todos los sectores participantes de la gestión. En muchos aspectos, la ingeniería civil ha actuado en forma descentralizada. Las universidades, las sociedades profesionales, las compañías en las cuales se desempeñan los profesionales, los centros de investigación, establecen sus propias metas, intereses y capacidades. Dicha circunstancia implica un desafío para lograr objetivos coordinados responsables de permitir desarrollar a los ingenieros civiles en los roles requeridos por la sociedad.

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El problema planteado también se da en otros medios; tanto es así que la Academia de Ingeniería de los Estados Unidos lo ha identificado con una expresión: “Changing the Conversation”. También nuestra Academia se ha ocupado y preocupado por dicha cuestión. De lo expresado se desprende la necesidad de distinguir claramente los conceptos de Aptitud y Actitud de los Ingenieros civiles. “Aptitud profesional” es el conjunto de conocimientos esenciales que permiten al profesional entender los hechos actuales de la ingeniería y permanecer óptimamente preparado para predecir los hechos futuros, mediante una postura de vigilia permanente. La “Actitud profesional” constituye la suma de hábitos que configuran su posición frente a los problemas de la profesión, mediante una metodología identificatoria de un ingeniero civil. Lo primero se conoce como el “saber profesional”. Lo segundo es lo que los franceses denominan el “gesto profesional”. Sobre lo primero se discute asiduamente en la Universidad, porque conforma el contenido curricular, lo que se ha dado en llamar los “Planes de estudio”. A causa de la velocidad del cambio tecnológico, no es fácil diseñar un contenido curricular para los ingenieros que han de ejercer en los próximos años. Sobre lo segundo, las universidades no han generado aun el suficiente debate. Las estadísticas internacionales indican que en los países muy desarrollados, el 85% de los ingenieros llevan a cabo actividades desde la práctica profesional más pura, mientras que el 15% restante se dedica a la investigación y el desarrollo. Los primeros hacen funcionar a los países y crean los bienes y servicios necesarios. Los segundos se ocupan de los adelantos, las innovaciones, las nuevas ingenierías. La tarea de ese 85% silencioso que no aparece en las nóminas de premiados por sus trabajos, no siempre es apreciada adecuadamente. Sin embargo, la tarea cotidiana de ese 85% es de enorme valor técnico y social. Ese profesional debe desplegar todos los días una dosis de creatividad e ingenio para nada desdeñables. Cada día, cuando un ingeniero civil ingresa a su obra, lo esperan desafíos a su ingenio y problemas que el día anterior ni había soñado, debiendo resolver una diversidad de temas de naturaleza técnica, económica y social. La pertinente pregunta a formular entones es ¿Estarán preparados nuestros ingenieros civiles para resolver satisfactoriamente esos desafíos?

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Fuente: INGENIERÍA CIVIL 2025: UNA VISIÓN ARGENTINA, del libro INGENIERÍA CIVIL 2025, editado por el Consejo Profesional de Ingeniería Civil (CPIC).

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