renaico

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RENAICO

Adrián Cartes

Poesía 3


Dedicada al maravilloso pueblo de Renaico y a su gente, a mi esposa e hijos.

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REGISTRO DE PROPIEDAD INTELECTUAL NUMERO 163.807 DEL 28 DE JUNIO DE 2007 FOTOGRAFÍA PORTADA: JORGE FIGUEROA DIAGRAMACIÓN: MAURICIO ALVARADO REBOLLEDO ISBN 978-956-345-126-9 IMPRESO EN: IMPRESOS HELVETIA, LOS ANGELES 2


PROLOGO Es agradable encontrar en estos lugares del sur de nuestro país, alejado de los centros urbanos, de las grandes metrópolis, de los grandes centros culturales y artísticos, una obra literaria como la del poeta Adrián Cartes. Poeta, que habiendo nacido en Santiago, el gentilicio que más le acomoda es renaiquino porque el poeta cayó cautivo en Renaico, en este pueblo escondido, rasgado por dos tremendos tajos como son la línea del ferrocarril y la carretera y lejos del espacio urbano de la capital. El poeta se quedó con estas calles, con esta gente, con el saludo cotidiano de los vecinos y con el verde profundo de los tilos de la plaza y del paisaje de sus campos. Este poemario es el primero que nace sólido, blanco, tangible. Ya sus poemas surcaron el espacio virtual de Internet y ahora ven la luz en el papel posiblemente producto de los mismos pinos que algún día dieron sombra en estas tierras y que los poetas cantaron. Su obra está dividida en tres partes: Agua de pozo cavada; Experiencias de Vida y Nuestra gente. En total un centenar de cantos o poemas de distinta extensión. Su fuente de inspiración han sido lo cotidiano que sucede en un pueblo chico y en sus alrededores, en la belleza que entregan sus paisajes, su gente, sus costumbres. En este caso, en el lento caminar de las tortilleras: “Las tortilleras están en los libros No tienen para cuando salir La modernidad las enclaustró Encerrándolas en el recuerdo.” En la fuerte cadencia de este interminable y fresco viento sur: “El viento trae sobre sus espaldas La culpa de azotar tejados.” O estos versos: “Ayer supe que el viento tiene dedos Que convierte trigales en guitarras Espigas en cuerdas y silencios en tonadas.” En el tendido de rieles abandonados que conectan a lejanos sures y nortes, la estación ferroviaria abandonada de los pasos de seres en tránsito, del ruidoso 3


y característico paso de las poderosas Mikado entre nubes de humo de candentes carbones de piedra que se quedaron para siempre en el recuerdo: “Los durmientes de la vía no saben de trenes que pasan Sólo soportan rieles que les hunden sus extremos.” De la localidad nos ha conectado a la universalidad, expresando la presencia cultural extranjera cuando en sus versos dice: “Y al igual que Saturno se comió a su hijo La tierra devorará sus melodías” Sus poemas de motivación ecológica nos representan una realidad que querríamos mantener en el tiempo. Muestra la visión nostálgica de un pasado que ya no está. En que algunas cosas son sólo cicatrices. Los poemas de este libro, que me honro en prologar, no son para ser leído en un recinto cerrado sino bajo los tilos de la plaza, bajo los sauces del río, mesados los cabellos por este viento infatigable. Puedo mencionar las riquezas de sus imágenes poéticas, de sus metáforas, de sus reiteraciones, de sus cautivantes símiles y sus prosopopeyas, el significado agregado en ciertas palabras que el poeta distingue recurriendo a recursos gráficos con distintos matices, con diversos estilos de letras, con insinuación de movimientos en su caligrafía, especialmente en la segunda parte de esta obra. Como se trata de presentar el libro y no demorar al lector en un largo estudio preliminar, me abstendré de continuar estos comentarios dejando al lector la grata misión de visitar, sin lazarillo, los lugares de Renaico, Tolpán, Tijeral, Nacimiento y sus campos y descubrir por sí, la belleza de estos poemas. Resumiendo puedo manifestar que estamos en presencia de un poeta lárico y folklorista a lo largo de toda su obra. Entusiasta y, por momentos, épico, testimonial, político y social, intimista y por grandes momentos, poeta de motivación ecológica que abarca en sus versos las dimensiones de trascendencia, contingencia y cotidianeidad. Adrián Cartes, un poeta dijo “Tú sabes ciudad que te he andado buscando por el mundo” tú, ¡ya la encontraste!

Florentino Morales Cuevas Angol, enero de 2011 4


PARTE I AGUA DE POZO CAVADA RENAICO

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I Pareciese que las casas en Renaico Fumasen a la hora del té, Algunos parroquianos acuden a los bares. El frío enrojece las narices. El vino inunda las gargantas del néctar de Baco Mientras que el fuego encanece los leños Los hogares fuman y fuman. II La niebla se desenrolla sobre las calles de mi pueblo Alfombrando rincones, Tapizando suburbios Opacando faroles Humedeciendo suspendidas hojas que lloran en sus puntas Las casas parecen disueltas imágenes en un espejo. Los cipreses cambian de color. El asfalto se oscurece y las luces de los autos Pareciesen soles que de pronto crecen III Los álamos son ampolletas encendidas Que la tierra olvidó apagar La noche los traga algunas horas Devolviéndole el alba su esplendor De esparcidos soles en solitarios caminos Subyugando lámparas Encandilando cuencas, maravillando a poetas

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IV El Acacio de mi vecina lo podaron por frondoso Esa fue su culpa, su única culpa La telefónica instigó a mutilarlo Y la eléctrica apoyó aquella matanza ¿Qué derechos tenían de quitarles el paradero a los chincoles? Y ahora está desnudo en nombre del progreso Mas en el crepúsculo del invierno, en el alba de la primavera Los brotes sacaran la lengua al podador Extendiéndose como galaxia en el firmamento V El cielo en Renaico huele a campo A lo lejos los agujeros negros Pastan en el prado del universo Comen estrellas con sus ortigas Triturando el césped de la materia Comportándose como vacas embravecidas Y mientras contemplo aquella perla Enclaustrada en la oscuridad Uno que otro meteorito traza una veloz línea Entre una multitud de pecas luminosas VI Oxidadas alfombras cubren hectáreas de apretujados pinos Cuyas hojas tapizan el suelo de pichachas Y una que otra piña cae Cae Cae Abriendo sus brazos, Entregándonos sus semillas. El silencio se esparce como espesura Muriendo en la estridencia de un disparo Desconcertando a una constelación de trueques 7


VII Los brotes que emergen del eucalipto talado Son la esperanza de un próximo mueble, La sombra de algún camino. El freno de vientos que musicalizaran vastas soledades. Y cuando nuevamente se le derribe Mirará desde su tronco Como sus hermanos apiladamente desnudos Son llevados algún aserradero Como lo fue su padre y antes su abuelo VIII El tren que irrumpe la quietud de mi ciudad Transportando asesinados pinos En una mal entendida necesidad Acarreando eucaliptos que clamaron por no ser talados, Pasa con su hilera de carros de cuncuna extendida No le importa ser servil porque es asalariado Es como una carroza paseando cadáveres Que al plantarlos estaban condenados IX La vieja estación del ferrocarril parece casa colonial Y cuando el tren de Talcahuano irrumpía el transito Posándose por casi una hora Parecía que un museo de metal. Invadiese el pueblo de una vieja tradición Al igual que el tiempo algunas cosas seguirán cambiando Enrejaran la vía, partirán el pueblo en dos Como manzana que no vuelve a su unión Una pasarela peatonal será la vedette del lugar

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X Los durmientes de la vía no saben de trenes que pasan Sólo soportan rieles que les hunden sus extremos Cuando las ruedas dibujan en ellas el peso de sus carros Sabiendo de niños que juegan en ellos Y algún vagabundo besando con sus suelas La madera del otrora gran pellín. Los durmientes tienen un extraño poder sobre el caminante Haciéndolo sentir seguro Entre ripios que compactan senderos de antiguas locomotoras. Más llegando al puente todo cambia El vacío entre cada durmiente mengua cada paso Entonces el agua del río te hace sentir indefenso La altura huérfano de ti mismo Empujándote el miedo hasta el inicial durmiente XI El puente de la entrada del pueblo Vibra semejante a una cuerda Cuando los camiones besan el pavimento Estremeciendo la vía hasta sus cimientos En un tropel de compacto cemento Es música sintiéndose como hormigas en los pies Y da la impresión que con el otro puente Hace tiempo se mirasen Son tan diferentes como el vino blanco con el vino tinto Aunque igualmente emocionales Intensamente distintos En uno reinan las ruedas de caucho En otro ruedan las de metal Uno tiene una corona de faroles El otro una ausente luminosidad Como los planetas que dependen del sol Para saber de su existencia En uno pasa una lombriz de metal En otro diversos vehículos que nadie saben donde van 9


XII El río Renaico es una vena que nutre al pueblo Se extiende dando vida al valle Trayendo uno que otro pez Al anzuelo de algún mozalbete Poniéndose triste con su avance Soportando inevitables desagües Escupiendo residuos de malolientes bocas Que a la naturaleza madre les son indeseables. Desde el puente se ven aquellos acuosos vientos Azotando musgosas malezas en sus profundidades, Y pareciese que el aire besase al río Raspa la brisa el agua Como niño que juega con su pala en la arena, Pequeños oleajes pareciesen enrollar el caudal Que a veces pareciese adormecido. La lluvia le provoca hinchazón Desbordando sus gases de acequias esparcidas como islas, Dichoso se come al sol en verano Y en las noches le hace el amor a la luna. Los zancudos se aglutinan sobre faroles Alumbrando el balneario de crepúsculos perdidos Y una que otra rana chapotea en sus orillas XIII Balneario, balneario Quisiera estar siempre aquí Con este río a mis espaldas Subyugándome de tan solo mirarlo Con este viento que me toca Con la suavidad de quien ama Con estos árboles batiendo sus manos Como haciéndome señas Y miro hacia la c u r v a calle Pasando carros Como se pasa el pan cuando se limpia el plato 10


XIV En una tarde de domingo En un sábado de un pasado viernes El sol se bañaba bajo mis pies Mientras que el río con su larga cabellera Se llenaba de piojos de distintos pueblos Hasta de la gran ciudad Solo al llegar el frío de la noche Huyeron como parásitos al insecticida XV El viento trae sobre sus espaldas La culpa de azotar tejados, Viene con la premonición de un próximo aguacero Hace bailar las ramas de los tilos con sus hojas. Toca pinos y eucaliptos como si fuesen flautas. Desprende las delgadas hijas de los álamos. Y les da ojos a los cipreses Que parece que me miran cuando paso Estremeciendo su follaje Pestañeando con sus ramas de párpados vacilantes Y en tanto que aquella ventolera congrega nubes Estas hacen tocar su lira Y al igual que saturno se comió a su hijo La tierra devorará sus melodías XVI Al pasar el viento por esta parte Deja cicatrices Le gusta ser respetado Se hace sentir furibundo Moviendo algunas tejas Levantando el zinc del tejado No sin que primero Lejos arroje sus dedos de clavo 11


XVII La llovizna hizo que el zinc del tejado Llorara lágrimas de cocodrilo Provocando que aquella lata sin sentimientos Mostrara que los duros también lloran XVIII Las nubes se aproximan como islotes Aglutinándose cual blanca sabana Cubriendo la ciudad, Vaciándose como una regadera. Entonces al llegar la noche faroles de vehículos Desnudan el despiadado ataque de la lluvia Descargando su abundante arsenal de balas de agua Sobre ennegrecidos asfaltos Y aguaceros parecen aceite hirviendo en una negra paila XIX La lluvia tapiza el asfalto de hojas moribundas El astro rey cambia el entorno Secando pavimentos Succionando vapores de bañadas tierras, Haciendo sudar la madera como en un sauna Y el perro alfombrado por las ruedas de algún bus Se fusiona con el asfalto. ¿Quién contempló tal cosa?, que en un invernal día Mi pueblo sea vea jovial rebosante en lozanía Coronado por aquella amarilla esfera Ahuyentando aquel aire de pies de muerto ¿Acaso alguien sospecharía que a la siguiente mañana Renaico encanecería? Y que los prados pareciesen campos de arroz Lamentando que el sol se durmiese en los brazos de Morfeo

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XX En tanto los campos drenan las lágrimas del cielo Animales guarecen sus sombras de matrices entumidas, Roedores, alacranes y gusanos Saben de la conveniencia de no emerger. Las reces amontonadas en un galpón Sabrán de fardos mientras dure el aguacero. El tejado parece trigo cayendo en un molino Y las aves se cobijan bajo las alas de bañados ulmos. Renaico sabe cuando los ojos de su cielo fallecen de agua Comparten cada invierno sus penas Bajo tejados que lo protegen de su tormentoso llanto Después todo florece ¡Si hasta las tejas reverdecen! Raíces de aire Se extienden en sus entreabiertas calles Haciendo crecer árboles de frío Apareciendo con un silencio de niña dormida Como sombra que te ve y no te dice nada XXI La calle mojada sabe que me gusta Masacrar las pozas con la luna en la punta de mis botas Los faroles de la plaza me miran con un narcisista sentimiento Con la vanidad propia de quien se cree hermoso. Avanzo imponente entre mudas luminarias Sosteniendo mi viejo paraguas

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XXII

aparece

cada mañana Una muda cuerda Cuando el frío se deja c a e r Entre matorrales. Quedando una congelada telaraña Como cuadro surrealista XXIII ¡El carbón ha muerto! Se ha ido al + allá Un viejo brasero fue su ataúd Y mientras era velado hizo llorar teteras Arrinconando el frío en las paredes Empañando ventanas con su partida Despidiéndose como un emperador Que tuvo inicio, apogeo y c a i d a XIV Los camarones esperan en húmedas tierras Seguir sus vidas como si nada Ni sospechan que serán sacados para ser vendidos Arrancados de su natural guarida Jamás se le cruzará la idea De ser plato en la mesa de algún comensal A simple vista pareciesen repugnantes Pero tan exquisitos como en Renaico No hay en ninguna parte 14


XXV Renaiquinas mañanas plateadas Tolpaninos ocasos enrojecidos Almendrinas laderas enrojecidas Tijeralinos campos enverdecidos ¡No se necesita + para un poema! XXVI Cuando los tiuques se alborotan en la plaza Moviéndose en círculos Es porque el cielo tiene sarpullido Níveas constelaciones bajo mis pies Atestiguan que no necesitan pincel para pintar Dejando en mis hombros, sus artísticas nebulosas XXVII La plaza de mi comuna Luce perlas luminosas en la noche Los tilos reinan sobre araucarias y pinos Y una constelación de tiuques Coronan las copas de los árboles. Sobre baldosas de cemento Transeúntes son testigos de una mortandad de hojas, Rematadas con indiferentes pisadas de sombras sin nombres. Me encanta cruzarla en diagonal Cortándola como tijera Contemplando aquellos bancos Que saben de romances de gorriones De secretos mejor guardados De billeteras olvidadas De la infaltable pileta invadida de musgo Que en ella reverdece

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XXVIII Cada día se le ve en la ciudad Irrumpiendo silencioso sobre celestes alturas Trazando una blanca línea como tiza en un pizarrón Aunque el viento disgrega sus huellas Como almohadilla en una pizarra Suma kilómetros mientras resta combustible Y en la retina de mañana ejecutará la misma operación XXIX Querida y recordada vieja escuela Añoro tu nostalgia forma Extraño el sonido del viento al besar tus ventanas Era como tormentoso encuentro de dos amantes Que al cesar el idilio eran bañadas en refrescante chapuzón. Amadísima y añorada escuela Como no recordar aquella ruidosa puerta de la entrada tambaleando Como ebrio Era como si se rompiese la sagrada quietud Del inconmovible templo del inicial saber Estimada y deseada escuela F86 Caerán tus viejos cimientos quedando dignamente engalanada Será como si de humilde doncella cambiases a refinada dama XXX En la Rene Schneider los galgos Corren como relámpagos Indiferente al vocerío de los apostadores Los canes siguen la liebre de metal Sus arqueados esqueletos Los hacen amigos del viento Que acortando distancias por su ansiada presa van

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XXXI Buscando el recuerdo de sombras perdidas Emergió la verdealba Nobel Gabriela. En la puerta norte de la región se descorre el velo de la nueva escuela Es el orgullo de ser una hermosa damisela Renovadamente moderna que murió como grano en tierra Madurando frutos de cosechas tardías ¡quien la hubiese visto! Ahora sus paredes guardaran voces Cobijando recuerdos Abrigando sonrisas que no volverán Quizás en décadas que vendrán Un anciano recordará las veces que corrió tras siluetas que no alcanzó Añorará las voces de sus maestros Y en aquellos pasillos se fusionarán generaciones Que pasarán por la Jerusalén del saber XXXII Una vieja escuela murió como semilla Emergiendo un nuevo fruto Un centro cultural emergió en la antigua aula del saber Siendo la matriz de las comunicaciones El nexo con apartados rincones La sala de Internet es apetecida como fruto del árbol de la ciencia Mientras que la biblioteca se erige cual olimpo Donde habita dormido el Dios de la palabra Entre laberintos que claman por ser explorados Y como cosecha tardía el salón de eventos Convoca autoridades y ciudadanos A exposiciones y charlas A las diversas expresiones que surgen Como nacientes burbujas del vaso de la cultura

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XXXIII Provinciano esforzadamente abnegado Intrínsicamente laborioso Trabaja en el atosigante Santiago Cargado hacia su pueblo mensualmente va. Sus hijos le esperan con ansiedad Se preguntan que le traerá papá ¿Será algún juguete o alguna novedad? Al llegar le reciben con gran carnaval Cayendo la noche su esposa sus encantos le da Sabe que la vida es vanamente corta Que después del sábado de jolgorio Vendrá el domingo de tristeza Despidiéndose resignado sin saber si volverá Como los que marchan a la guerra Frustrado y solo durante un mes se sentirá XXXIV Esta es la paya de los visitantes Y se las recitaré en unos instantes Cuatro visitantes llegaron a mi ciudad De 1 en 1 fueron llegando Y cada cual estragos fueron causando Primero fue el alcohol luego la droga después la cesantía Y con desazón llegó la corrupción. Se pasearon displicentemente Dañando a mucha gente Aunque no hubo rubor Estos visitantes causaron escozor. Y como una triste canción El pueblo lo tomó con resignación Los visitantes con el tiempo inquilinos se volvieron Todo lo consumieron Hasta el arriendo desconocieron Y como ya el arriendo no quieren cancelar De una patada en el trasero el pueblo los ha de echar 18


XXXV La tenencia de Renaico guarda el umbral del pueblo Como centinela que mira vigilante que no haya novedad Sus hijos se esparcen como raíces de arboles Sobre polvorientas calles enripiadas de incomodidad Llegan a su matriz madre con el frío Entre manos que han socorrido a su comunidad De faroles atentos de fiel guardián De corazón de guerrero Poniendo a raya a los que se desvían de la sociedad Que saben que ante los señores de verde No tienen ninguna posibilidad. Consumen sus párpados en la vigilia de la noche Auxiliando al accidentado Frenando al desorden Deteniendo camiones para que pase el escolar Atendiendo inesperados partos Vigilando que la droga no entre a la ciudad Deteniendo abusadores de violencia intrafamiliar Haciendo respetar al SAG Sabe que millonario en su oficio jamas se hará Entiende que si es necesario su vida debe entregar XXXVI Manzanares oasis de gente esforzada Plantada como huerto en una espesa vastedad de silencio Extendiéndose como vara de renaico En solitario islote de internado En una villa que canta a la sencillez

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XXXVII Una vaca se dijo un día Que derechos tienen de complicarme la vida Construyeron justo aquí una gran vía Los autos pasando están y no puedo cruzar La res intento pasar un sonoro bocinar la hizo volver atrás Como vio que nadie venia movió su cuerpo pesadamente Diciéndose aquí esta la mía Un bus la chocó enviándola al matadero Y como póstuma venganza, un taco de varios kilómetros dejó XXXVIII El liceo HC. Es hijo único Con diez salas incubando en ellas La esperanza de padres que sueñan destinos superiores De retoños que inevitablemente emigrarán Lejos.

Y una voz se esparce por los aires Majestuosamente como las codornices En una antena que le da un aire de modernidad De un director jubilado Que soñó como los que sueñan Como los que anhelan sin límites Integrar a los chicos a la comunidad Juveniles voces Palabras imberbes Sembrando esperanzas Combinando talento Con una pizca de audaz toque personal En el tanto el tiempo sepulta sombras De cuerpos que se alejan como las perdices del cazador

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XXXIX

emolina

El día de pago Renaico se arr Al igual que agua descendiendo por el sumidero Todos van por su sustento. La feria única del pueblo tiene su domingo 7 Los niños esperan su juguete anhelado Las mujeres se abastecen Y los sumisos hombres siguen a sus féminas Cargados como bueyes Es una jornada de miel en los bolsillos Agraz para las calles Que siempre en estas fechas Les aparecen malolientes pecas verdes. XL Matan como artefactos de guerra Las máquinas del molino De generaciones han sido testigos Triturando el caviar de la tierra Asesinando granos Convirtiendo en polvo harina de seca nieve Glovivor por décadas lo han conocido XLI

Después de cortar la leña El grito de un vendedor me empuja hacia la calle Entonces la bocina de un camión mutila el silencio Que agoniza en tanto que transcurre el día. Una camioneta se posa en acera cargada de gallinas, De aves que terminaron su ciclo de reproducción ¡Vendedores de ilusiones! Prometen huevos al X mayor Recomiendan un gallo para la ocasión Los días dirían que nada de eso es verdad Que una golondrina no hace verano Y la olla atestiguaría la dura realidad 21


XLII De vez en cuando sucede algo inusitado Todos miran el mismo suceso cada cierto tiempo Es que cuando perico de los palotes viene al pueblo Cabalgando con su corcel nacido de la noche Su regresar es todo un espectáculo Montado se balancea como ola que no sabe donde caerá Quizás cuantas casas verá Ciertamente su pasada x el restaurante no fue en vano No le importó acabarse todo el bigoteado Increíblemente nunca lo han visto caerse Llega hasta su campo balanceándose Como péndulo que de su viejo reloj no se sale XLIII Entre el cacho de cabra y el merquén Entre el puta madre y el ají verde La tierra concentra su furia en ellos Almacenando siglos de enojo. Labios que arden en comidas que cambian de sabor En bocas con desplante llenas de negro humor Que sufran con lo picante evacuando con ardor XLIV Doncella despeinada Llena de verde piel Fogatas en el cielo Pequeña constelación de miel O lo tratas de pueblucho O lo amas con cincel Cimentar la perla verde O dejarla de una vez

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XLV Como campana de iglesia la alarma de incendio Convoca bomberos al cuartel No importa si están almorzando Ni en que lugar estén Saben que un enemigo de fuego deben derrotar Donde quiera que este surja Ya sea en el pueblo aniquilando ardientes lenguas Que devoran todo cuanto puedan consumir O tal vez auxiliando a la CONAF Con espumas que ahogan quemantes hordas Suprimiendo llamaradas que con el viento aumentan Como si este las estimulase. Los soldados del carro rojo ven el averno en cada salida. De espíritus osados De cenas inconclusas De servicio desinteresado Se saben herederos de décadas de tradición Del mártir Riquelme que valentía les legó De la voz de aquel que clama por auxilio En carreteras que atestiguan accidentes De carnes atrapadas en retorcidos fierros De camiones volteados con químicos contaminantes Ah simplemente distinguido cuerpo de bomberos de Renaico XLVI

P

a

Taciturna madrugada Sonámbulo amanecer Caminas u s a d a m e n Divisando los primeros quiebres del encanecido volcán Mostrando p o c o a p o c o Renaico El escondido edén

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t

e


XLVII Mgustan de gallo las empanadas Mgusta el pan amasado Mgusta la harina tostada Mgusta el buen asado Mgusta el chocolate Mgusta en la lluvia correr Mgusta el mate Mgusta mi casa barrer Mgusta en mi cama dormir Mgusta las papas pelar Mgusta a la plaza ir Mgusta mucho bailar Mgusta que el que lea esto se pregunte ¿Y eso a quien rayos le puede importar? XLVIII Malleco, Malleco Hija menor de la Araucanía Provincia de empuje Tierra de posibilidades Pobreza con cara de destierro Étnicas diversidades Tradiciones que luchan por sobrevivir Gente pateando bajo la mesa País dentro de otro país Bravura en la piel Malleco, Malleco El futuro se come las uñas Cuando piensa en ti.

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XLIX

Renaico Renaico Renaico Perla verde Gente esforzada Diamante de esperanza Bonsai soñador Colador de vientos Pueblo dormitorio Ramillete de encanto Grito enmudecido Acuosas venas Puerta norte de la región Venas abiertas Laderas de vida Trumao arenoso Oasis de vida Guardián de malleco Halcón empollando Guarida de talentos Gredosa tierra Mano en la garganta Islote de dormidas riquezas Puerta giratoria Cascada de imágenes Fértiles ramas Vértigo de aguas recibidas Rama fructífera Tierra de poetas

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L Siempre que voy a Renaico Me consume la misma ansiedad ¡Que las maletas! ¡Que los bultos! ¡Que el equipaje! Todo se complica Una vez arriba acomodado solo cabe esperar Mientras vendedores desfilan por el pasillo Ofreciendo la novedad para mejor quedar Los motores se encienden La partida ha llegado ¡Que relajo salir del bullicio del terminal! L e n t a m e n t e La ciudad va quedando atrás Como un pariente que se olvida Plazas, edificios, calles y avenidas De la retina van huyendo El auxiliar revisa los boletos

aumenta

La velocidad El paisaje se va corriendo como una corredera Sin darme cuenta las horas pasan como los pensamientos Al igual que uno que otro meteorito Animales, ciudades y pueblos en la memoria van quedando Pesadamente se van cerrando mis ojos Como las cortinas de un almacén ¡Y de pronto he llegado a casa! Ya que amablemente y con mucho tino El auxiliar me despierta diciéndome: Señor ha llegado usted a su destino

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LI Como barco que se anhela en un naufragio Cual tabla de salvación un modesto consultorio Donde los dolores están condenados a sucumbir Su personal + bien parecen ángeles de alivio Níveas gentes del dulce sonreír Pétalos de gentileza Diamantes de consuelo Tales son los que trabajan allí Y al igual que las perlas hacen Que las ostras sean de valor Así también son deseables como especial tesoro Una vacuna Un dolor de muelas Un cálculo Una leche que se necesita Un remedio urgente Un enfermo crónico Una curación Un ataque imprevisto Para lo que se necesite están ahí. No haciendo acepción de personas Dándole eminencia a la tercera edad Siendo pacientes hasta decir basta Enraizándose en las necesidades del pueblo Posándose como nube de esperanza Entonces el paramédico con la premura de un rayo Cabalga en su blanco corcel Llevando el consultorio a terreno Y semejante a un témpano que se desprende La ambulancia surca las aguas de las urgencias

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LII Manzanos y cerezos Unos al lado de los otros Cerezos y manzanos Otros al lado de los unos En el vivero el encanto todo es posible 130 hectáreas de la prodiga producción Formaditos como niños en el colegio Las imberbes varas son podadas Siendo injertadas en hermanas que rejuvenecerán Y estos niñitos manzanos Y estos infantes cerezos Esperan en ondulantes praderas Su turno para ser sacados Lavadas sus raíces Alejadas del peligro de cualquier plaga Llevadas a su lugar definitivo De sus días de niño será el olvido LIII La sequía levanta en las praderas Sus ondulantes olas amarillas Llegando a mi tierra Indeseable Despiadada Paseándose miserablemente en nuestros campos Ocasionando cáncer en los bolsillos Subiendo todo como la espuma Como si no bastará la inflación El dólar por el suelo El petróleo llegando a las nubes ¡Apareces como si nada! Lamiendo acequias Agrietando pozos Dándole estrías a las llanuras ¿Quién te invitó? ¿Acaso fue el fuego que ennegrece la rubia cabellera de los prados? ¿O tal vez el sol que tiñe las verdes mazorcas? 28


LIV Pasitos cortos, esfumándose belleza Fragmentadas hojas, caídos pétalos Disminuidas fuerzas, esperanza desvaneciéndose Vivenciales huellas, Nevadas cuerdas. Ancianidad Ancianidad Coronación de toda una vida Hermosa tercera edad. Detrás de tus surcos se esconde una vivencia En tu desgastada mente hay un racimo de sabiduría Tus ojos se esconden tras tus caídos párpados Que emulan a las montañas ocultando un invernal sol Algunos parten como llegaron Sin recuerdos Más terminan como nacieron Encogidos En una tierna posición fetal Como si no fuera suficiente volver a ser niños Ancianidad Ancianidad La última de tus dolencias apaga la luz LV ¿De por qué elegí Renaico para vivir? Porque al mirar su verde profundo Sus calles Y su gente Mis ojos enmudecen Y mi boca se llena de silencio

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LVI Las tortilleras están en los libros No tienen para cuando salir La modernidad las enclaustró Encerrándolas en el recuerdo Quitándoles sus canastos Fundiéndoles sus hornos Tiñéndoles sus blancos delantales Introduciéndolas en lo que ahora son, Una leyenda con olor a mito LVII

Hotel comercio Una partida gota a la mitad Entre un glorioso pasado Y un renovante presente Aun se escucha el eco de tus visitantes Colgando sus sombreros de alones Dejando en silenciosas perchas Sus largos abrigos Tan ávidos de descanso como sus dueños Tu nativa madera cubre paredes Albergando voces Almacenando charlas Guardando tertulias Transitorias como ocasionales inquilinos Tus ventanales, cortinas y muebles Congelan épocas Aflorando recuerdos Visualizando reuniones En una mesa de cenas que se han ido Y al cruzar tu puerta el tiempo se detiene

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PARTE II EXPERIENCIAS DE VIDA

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EN EL FUNDO DE GASTON MEYNET NEGRETE LVIII Cuando mueres en mis manos Tu sangre queda entre mis dedos Rasguños Arañazos Y huellas de azotado Es el precio pagado por arrancarte de tu florida mata Frambuesa, frambuesa Los posillos del temporero Te exhiben como animal en feria Dejada eres en verdes bandejas Con extremada delicadeza De quien no quiere esparcir sus carnosas esquirlas Frambuesa, frambuesa Tu virginidad muere cada año durante la cosecha LIX Tienes algo de mujer Tienes algo de la noche Tienes algo de mar Tienes algo de nieve Tienes planetas en tu médula Tienes en tu brillo rostro de desnudez Tienes la elegancia de llamarte señor Arándano Arándano, arándano Te pareces a la tierra en tu achatada forma Te aglutinas como racimo El ser opaco te da tu encanto Tres colores van cubriendo tu metamorfosis De océano a rojizo crepúsculo Al delirante grito de azul de medianoche

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LX Cuando la temporada termine Un atroz silencio Cubrirá los comedores de los cuarteles Ya no habrá mundos que se crucen Mundos blancos Mundos rubios Mundos trigueños Mundos morenos Étnicos universos Una mudez amordazará las melgas De arándanos De frambuesas De kiwis Los dedos del sol ya no estirarán brotes Emergiendo sus frutos Ni las abejas polinizarán para apurar sus pasos Todo volverá a fojas cero como cada año Y Gastón Meynet engendrará nuevas ideas Procurará innovar Buscará nuevos campos Comprará nuevas tierras Cuidará lo obtenido Planificará nuevas siembras Nuevas podas Nuevas fumigaciones Nuevas cosechas Nuevas fertilizaciones Y hasta que Dios lo quiera Recibirá temporeros como enjambres de abejas

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EN LA PANADERIA DE DON CHAGO LXI Cada día es lo mismo Camiones reposando en platabandas que no saben de descanso Es bajar Comprar la bebida + barata Un poco de cecinas, ¡ya está! sólo un pueblo de paso Panadería, panadería Oasis a los ojos de un camionero hambriento LXII Los que compran el pan de la 7 de la mañana Ni imaginan el proceso Para que dicho caviar llegue a su boca Ni siquiera sospechan que cuando la madrugada abre sus párpados El panadero cruza el pueblo desde su extremo Caminando bajo estrellas o lluvia A veces con techado de niebla O cubierto de un frío que le mete la mano entre su ropa Luego se viste como la harina albo como en día nublado Y la manteca c a e Y cae la S A L Dejándose caer el mejorador Echándole la tibia agua Descendiendo la harina como tormenta en el desierto Y al igual que tiro de gracia la levadura Rubrica sus infaltables fermentos 34


a y gi

ra la masa Y gir Al igual que la vía láctea en el firmamento Luego esperar que se expanda como continente Y leuda Leuda

Leuda

Leuda

Quedando en una gran montaña. Y como Moisés abrió el mar rojo La mano del panadero corta la masa. Entonces aquella máquina amasadora después de algunas vueltas Deja una larga lámina donde el rodillo picador Dejará la faz de panes de múltiples formas. Aplicando moldes con la furia de un boxeador Naciendo del pan una nueva familia LXIII Antes que entre el crudo pan al horno Dice con resignación: Debo morir para que el hombre viva Y cuando cae de la bandeja al canasto Los demás panes gritan ha muerto el rey ¡viva el rey! LXIV En soles cuadrados Olas de fuego se expanden en línea recta Olas azules Olas que queman

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LXV Trocitos de leña llegan del campo Pedacitos del destrozado aromo Que arderá al igual que roja estrella Siendo cenizas en una sepulcral chimenea Y el campesino que los trae en su carretón No le importa que el fuego se los coma Que las llamas le pasen hasta la lengua Si no le importó cuando los cortaba con su moderna sierra - le importará cuando Dejen de ser compacta materia LXVI El rinconcito Algo + que un negocio trino Panadería Restaurante Y Roticería ¿Cuál de los tres fue primero? Sería como tratar de saber si fue primero la gallina que el huevo Sus panes pareciesen blancos soles en bandejas de oscuro universo Están como disciplinados soldados Esperando ser cocidos Anhelando ser dorados Al igual que al principio antes de ser harina Cuando aún eran espigas. Sus panaderos sienten el calor del infierno Cuando caen las puertas del horno Es como si un solar viento los envolviese Brotan en sus sienes Acuosas flores que escurren por su piel. Su cocinera destroza verduras Abriéndose paso con su cuchillo Despresa pollos Prepara caviares 36


Muele carnes impregnándoles aliño Dándoles un celestial sabor Y el resto de sus auxiliares atiende público Que viene con afán de puerta giratoria Sus productos esperan pacientes Saben que después de aquello nunca + serán exhibidos Atrás

Quedará el estante de la sección abarrotes Y al ser llevados por sus compradores Les sacará la lengua a sus hermanos Ignorando que le sacarán sus vestiduras Siendo consumidos por quienes le compraron. Ahora el rinconcito tiene un hijo esparcido en el pueblo Sólida ramas que está Creciendo

Creciendo

Creciendo

Creciendo LXVII En la carreta del leñador Viene su disgregado sudor En aquellos trozos del imponente aromo Trae consigo la esperanza de su sustento Entrega en panaderías Recorre restaurantes Y cuando la tarde da sus primeros bostezos Liviano vuelve a casa con sus bolsillos satisfechos Llenos de gracia

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EN EL FUNDO DE JUAN VALLEJOS LXVIII Casas blancas heredera de una vieja tradición Que falleció con la modernidad La conocían como la recogida Cuando del fundo llamaban a vaciar Hectáreas de exiliadas manzanas El pueblo quedaba como árbol en otoño Concurriendo en estampida Trayendo sacos de frutas no dignas de exportación + Ahora la mediana es consumo para la nación La + pequeña se vende como jugo La recogida hoy x hoy es tan solo leyenda Nada se pierde todo se transforma Y el raleo nutre manzanos de caídas hijas LXIX Casas blancas, casas blancas Tierras de manzanas Tierras de tomates Tierras de trigales Tierras de chacras Vastedades de encanto LXX Ayer supe que el viento tiene dedos Que convierte trigales en guitarras Espigas en cuerdas y silencios en tonadas Y que el sol tiene cabellos creciendo En el trigal de Juan vallejos

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LXXI Yendo a Italia me encontré volviendo Regresando a una niñez dormida Sintiendo que no estaba en el avión Sino allá en el Almendro Sobre las ramas de un cerezo Imaginando que me alzaba por los cielos Colgándome en alas de sueños Y mientras la azafata me traía la merienda Recordaba el sabor de las cerezas Entonces entendí que la vida me hacia una reverencia Como cuando los brazos del cerezo le rendían pleitesía al viento LXXII En tanto que mi piel muerde solares rayos Los espárragos caen como árboles En diagonales cortes Mientras sus hijos van apareciendo cual orgullosos turiones Sin sospechar de un similar destino Mis rodillas le rinden honores Como disculpándose por haberlos cortados Y se van en sarcófagos de plásticos A cementerios de primera de segunda y de tercera

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EN TOLPAN LXXIII Desmalezando miedos Hago zanjas para la esparraguera Un zorro me mira como diciéndome Que soy un intruso en territorio Voltea majestuoso con su cola de abanico En medio de aquel bosque Que abriendo sus brazos va recibiendo al sol Y al igual que un cobarde que huye Escapa el frío entre los árboles Entonces aquel carroñero Que contemplaba como mi azadón fabricaba surcos Se pierde entre matorrales que le indican la senda a su guarida LXXIV Sobre los altos caminos de Tolpán Se ven alfombras de frondosos pinos Abundantes como las moléculas de agua Y laderas besan el río Vergara Que en la junta se casa con el caudal de Renaico Musgosa maleza surge en los riachuelos Que descienden del Nahuelbuta Y un sinnúmero de vertientes emergen de la tierra madre Solitarios parajes de ausente bullicio Coronan el asombro de inesperados visitantes Encandilados por la excelencia del lugar Subyugados por el deseo de volver.

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LXXV Una nube se suicidó en Tolpán No pensó en las consecuencias Ni el alcance que esto tendría Estuvo toda la noche Sobre calles que lloraron de pena Hasta que llegado el amanecer El juez sol ordenó levantar el cadáver Inspirada en el suicidio de un joven que fue encontrado Con la foto de su amada en su pecho LXXVI Tolpanina, tolpanina Llevas el campo en tu sudor Exhalas la fuerza de la tierra Tres sobre tus hombros Surcos Zanjas Y camellones. El viento te golpea El sol te azota en mediodía Acumulas mares de nieve Juntas libidinosos ríos para entregárselos a tu amado LXXVII Me gusta sentir el azadón en la tierra Escuchar como la maleza aúlla cuando es arrancada Pegando las raíces un suspiro de enamorado

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LXXVIII Tierra gredosa Zumbido de abejas Quebrada de ensueño Huerto escondido Paraíso encontrado Tolpán Tolpán Tolpán LXXIX Tolpán es aire Tolpán es viento Tolpán es sol Tolpán es lluvia Tolpán es agua Tolpán es río Tolpán es miel Tolpán es leche Tolpán es anciano Tolpán es adulto Tolpán es niño Tolpán es bebé Tolpán es mujer Tolpán es carbón Tolpán es ganado caprino Tolpán es ganado bovino Tolpán es ganado ovino Tolpán es bosques ¿Bosques?, ¿Quien se llevó Tolpán tus bosques’? Les dirás a tus mercaderes que en este invierno Los vuelvan a plantar Dile a las celulosas que tus cerros ya no sirven Para otra cosa que no sea forestar Que los pinos no son como los eucaliptos que vuelven a brotar 42


LXXX ¿De donde han salido estos taladores? Estos peluqueros del bosque Estos carniceros de pinos Estos bucaneros que desnudan oleajes de tierra Estos constructores de cementerios Estos fabricantes de forzados desiertos Llegaron a quitarle la morada al conejo Abriéndole paso al sol Quitándole sombra a la tierra Dejando calvas laderas Ultrajando mi bello Tolpán Dejándolo pobre, miserable y descubierto Cambiando el verde esperanza por un café desolador Llorad viento que ya no tocaréis pinos como trompeta Llorad visitantes que os parecerá que estáis en el norte Llorad lluvia que ya no mojaréis el cabello al bosque Llorad tierra que el sol os mutilará Abriendo surcos Fabricando estrías de sol Llorad, llorad, llorad LXXXI Mientras el caballo avanza con su caminar de sol Arrastra el arado como viento Levantando olas de tierras Abriendo la tierra como el mar rojo Muriendo egipcias semillas bajos sus terrestres aguas

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LXXXII Pareciese que el viento se columpiase Entre cables de luz Que piedras y peñascos No dejasen de mirarse Que esas rocas emergiendo de las laderas de Tolpán No fuesen más que flores congeladas Y en cada invierno lloran Por sus pétalos que no se abrirán

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EN TIJERAL FUNDO EL ALMENDRO LXXXIII En el camino a Tijeral los manzanos gobiernan el paisaje Extendidos en hileras, rebosante de hijas Formados como disciplinados soldados Sabiendo que darán sus herederas a los comensales Embaladas en descubiertos ataúdes Bellamente apretujadas Exhibidas como encajonados soles Los coligues guían la senda de nacientes varas Que serán frondosos racimos De frutos cubiertos de un rojo pasión LXXXIV Temporera, temporera Vienes con la ilusión de tu salario Transitorio al igual que el día Pasajero como hojas de calendario Mientras caminas entre verdes nubes Cientos de soles mueren bajo tus pies Y la candente esfera te disminuye Y el viento te deja sentir sus oleajes Y la lluvia te saca de tus cuarteles Entonces entiendes que en algo te pareces Al sol Al viento Y a la lluvia

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LXXXV Cuando de la vara emerge un brote de manzana Pareciese un botón de rosa Hermético Silencioso Cerrado Tal vez llegue a ser un delicioso fruto O en el raleo llegará su prematuro fin. Como cuando la mano de un padre Cierra los párpados de un hijo que se ha ido

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EN NACIMIENTO LXXXVI Sus casas pareciesen flores de madera Enclavadas en ondulantes formas de tierra Rodeada de un mar de árboles Coronada con géiseres de metal Impregnando la comuna de aquel olor a celulosa Muriendo van aquéllos maderos con aspectos de palitos de fósforos Conducidos como cadáveres al crematorio Oh nacimiento, cuatrocientos años de tradición Te luces siendo atípica ciudad Sin la plaza que aglutina gubernamentales servicios Dividida por una acuosa vena Conoces del cansancio de tus carteros Que suben aquellas olas de tierra Trayendo en sus encallecidas manos La gloriosa noticia del jubilado que anhela su cheque. Y el viento estremece moradas Erigiéndose inmutables entre terrestres mareas Una diagonal faja la cruza de cordillera a mar Del mar donde vinieron los godos a posar su bota de conquistadores A construir un fuerte Cuyas paredes guardan el chivateo mapuche Que no pudieron acallar por la fuerza de las armas

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EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA VILLA LOS CONQUISTADORES LXXXVII Cascos amarillos Cascos verdes Cascos rojos Cascos azules Cascos blancos Invertidas jerarquías LXXXVIII Albañil, albañil Abres con tu pala Sendas de fraguado mortero Para posar en ellas Ladrillos sentenciados a una perpetúa estructura Y el nivel es tu amigo Y la lienza tu compañera Y la pala tu tercera mano Emboquillas llagas Guanteas canterías Limpias la faz del naciente muro Y cuando pases por ahí, Sabrás que tu sudor quedó sepultado en aquella casa LXXXIX Con la impronta del oficio del carpintero Con serrucho con clavos con martillo Con el honor de ejercerlo como el Nazareno Dibuja marcos dibuja puertas dibuja tabiques Sin lápiz sin papel sin regla Fabrica bancos fábrica banquillos fábrica pisos Sin máquinas sin mayor tecnología Así como lo hacía da Vinci 48


XC Masticando cemento Tragando arena Bebiendo agua Estira su metálica lengua Sobre carretillas que no saben de cansancio Escupiendo como mala agradecida Aquel mortero que no le sació bien Mientras el jornalero siente El martilleo de la ardiente esfera sobre su espalda Sus piernas son pesadas con el correr de las horas Que pareciesen no acabar Entonces con la indiferencia de quienes no tienen sentimientos La betonera mastica y mastica XCI Decapita ladrillos como verdugo en la guillotina Encerrado en su pequeño oasis Enclaustrado entre paredes de aire Va ordenando sus múltiples cortes En torres que no prevalecerán Muchos de ellos volverán a ser reciclados Otros serán parte de su pequeño cementerio con olor a montaña Y mientras riega ladrillos que serán llevados al patíbulo Pareciesen que hirviesen por dentro Y el agua le va dando aquel tono Que me recuerda el oleaje de los damascos En tanto que rueda la metálica hoja Cuyos dientes muerden aquellos pequeños bloques El cortador los conduce Desmembrándolo Y su sangre se eleva como niebla anaranjada + El cortador no se siente ni verdugo ni asesino + Bien un artista Un escultor de esos como Miguel Ángel En que cada corte para él, es una obra de arte 49


XCII Retroexcavadora Estiras tu mano de metal sobre v铆rgenes tierras Hincando dedos en agrestes terrenos Retirando piedras Arrancando pastos Dibujando zanjas Niveleta fija, niveleta m贸vil El visto bueno de dos jornales la hace retroceder Acomodando su pesados pies Escarbando como perro que busca su hueso

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PARTE III NUESTRA GENTE

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XCIII Cuca Lermanda, Cuca Lermanda Llevas el folclore en tu piel Y la poesía en el alma En tus manos tres vivencias de tu tierra Y de otras tierras El lápiz y el papel son testigos de tus prosas De tus versos De tus estrofas De tus cuartetas De tus payas de tus cuecas. De tus múltiples abanicos de imágenes Se abre tu talento como un juego de cartas. Cuca Lermanda, Cuca Lermanda Permite que las nuevas generaciones disfruten de tu arte Deja que se enteren como dios te ha provisto De tu natural talento. Antes que nacieses venía sellado en tu destino Que serías poeta y folclorista Que venías marcada con la impronta de los grandes artistas Cuca Lermanda Cuca Lermanda Hasta ahora la fama ha huido de nosotros Pero como dijo el gran Neruda: Un día seremos grandes Mientras tanto seamos felices XCIV Edmundo Herrera traes relámpagos en tu sangre Poéticos destellos cayendo de bruces En las hojas de tus libros Narcisa Lezano pequeña gema de poesía Expandes versos como níveos rayos en la noche

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XCV ¡Como te extrañaremos ELBA HERNANDEZ! Digna hija del legado de la Mistral Llegaste al igual que brisa en mediodía Refrescante Coloquial Como una torrentosa cascada de ternura Versátil poeta con la tonada a flor de piel Con una prodiga imaginación Con abundante amor por lo nuestro Por nuestra gente Por nuestra poesía Nos dejas y Renaico tendrá una poeta menos Visítanos de vez en cuando

¡Como te extrañaremos ELBA HERNANDEZ! XCVI Dicen que Juan José tiene carácter de trueno Que pareciese que su genio fuese relámpago Quienes afirman tales cosas no conocen a Juan José No saben que tiene un corazón de montaña este hijo del rayo Ni entienden que es un tipo con visión Con hambre de emprendimiento. Que tenga mirada de huracán Que parezca un torbellino no es suficiente Para hacerse una idea Para hablar de Juan José a Juan José hay que conocer

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XCVII Un árbol de carne se para cada estrellada noche sobre mi tejado Contempla los diversos colores de cada una de ellas Sabe que el cielo que mira es un cielo engañoso La gravedad tiene la culpa dicen O tal vez la de los cuerpos No sé, Entiende que está mirando al frente Y sueña este árbol de carne llegar al polo norte Para contemplar el verdadero cielo XCVIII Los ojos de mi niña Son grandes como polkas de miel Sus cejas son arcos Sus miradas flechas Su sonrisa es una aureola que me llena de optimismo Sus cabellos son cuerdas entonadas por el viento A cada instante esta creciendo Alejándose de mí como iceberg Desprendiéndose de los brazos de papá Semejante a un témpano que se aleja de su polo Perdiéndose en las aguas de otros anhelos Un día partirá dejándome como muelle abandonado En busca de su puerto.

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XCIX Mi costilla canta Mi costilla baila Mi costilla cocina Mi costilla lava Mi costilla ama Y si el universo pudiese engendrar una estrella Dando a luz unos planetas solo por mera casualidad Créanme que sería ateo. Más el que me creó en Adán Me amaba tanto que me hizo Una costilla deliciosa Una costilla compañera Una costilla calentita Una costilla costurera. Más ahora se ha liberado Y al sujeto le puso verbo y predicado Entonces no me queda más que decir Que mi costilla quiere ser doctora Mi costilla quiere ser dirigente Mi costilla quiere ser administradora Mi costilla quiere ser presidente Mi costilla quieres ser alcaldesa

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C Los fantasmas en Renaico Se pasean imaginariamente En un matadero que acabó Con animales y matarifes En una estación que albergaba Tortilleras y pasajeros En un Restaurant El Refugio Que prodigaba calor En sus grandes chimeneas Y su almíbar de uva Los fantasmas en Renaico Todavía caminan por sus calles Van al rodeo, compran en los molinos, Asisten al teatro, deambulan por el pueblo, Suben y bajan el ferrocarril Transitan por la estación En una herrumbe de abandonados vagones Van al cementerio Y se niegan a entrar Los fantasmas en Renaico De la memoria no se quieren ir

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Patrocinan

I. Municipalidad de Renaico

I. Municipalidad de Angol

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