HISTORIA DE CARCABOSO 1

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CARCABOSO: IGLESIA PARROQUIAL DE SANTIAGO APÓSTOL.

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MAXIMILIANO CAÑA MORALES
Carcaboso: Cuaderno de historia

“El río Jerte se desliza por las hermosas vegas de la ciudad de Plasencia; se acerca a sus murallas, que rodea por los lados Este, Sur y Oeste, en cuya dirección corre hasta la dehesa de Palacios y entra en el término de Carcaboso…”

Pascual Madoz.

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E ENNTTOORRNNO O G GEEOOGGRRÁÁFFIICCO O E E H HIISSTTÓÓRRIICCOO. .
ARCO ROMANO DECÁPARRA.

Se encuentra Carcaboso situado al Norte de la provincia de Cáceres, doce kilómetros al Oeste de la ciudad de Plasencia, en la margen derecha del río Jerte. Separando los términos municipales de Carcaboso y Plasencia se encuentra la antigua “Vía de la Plata”, calzada romana que unía Astorga con Mérida y que se denominaba en aquella época “Iter ab Emerita Asturicum”.

Los elementos anteriormente citados, el río Jerte y la “Vía de la Plata”, han influido en el desarrollo histórico de dicho pueblo.

La Calzada Romana de la Plata unía dos localidades importantes del Imperio Romano. J. M. Roldán nos describe perfectamente el tramo que discurre por Extremadura en su obra “Iter ab Emerita Asturicum”

“-Iter ab Emerita Asturicum (De Mérida a Astorga). Es el conocido popularmente como “Ruta de la Plata”. Después de salir de Mérida permanece un buen trecho paralelo a la Nacional 630, encaminándose luego al valle del río Aljucén, que pasa por un puente recientemente identificado, dirigiéndose hacia el cruce de “Las Herrerías” y la mansio “ad Sorores” (Santiago de Bencáliz). De aquí, y por el Puerto del Trasquilón, llegaba a “Castra Caecilia”, dejando a un lado Norba, desde donde se dirige al Tajo, y después vadearlo a las mansiones de “Turmulos” y “Rusticiana” (¿Galisteo?) y, pasando Cañaveral y el Puerto de los Castaños, a Cáparra y “Caecilius Vicus”, encaminándose luego hacia la provincia de Salamanca. “(1)

Dando un salto en el tiempo, y fijándonos en la época de la Reconquista, podemos indicar que la Vía de la Plata sirvió de frontera política entre los reinos de Castilla y de León.

“El reino de León se dividía del de Castilla, como don Alonso el emperador, abuelo del rey don Alonso, fundador de Plasencia, le dividió a sus dos hijos don Sancho y don Fernando, como lo refiere el arzobispo de Toledo don Rodrigo, libro VII, capítulo 7.

Dio al mayor de sus hijos don Sancho a Castilla hasta Sahagún; también a Medina, Arévalo y toda la tierra de Ávila y Toledo, hasta la calzada que era camino real de los romanos, que viene desde Salamanca y atraviesa Extremadura; Inde sicut dividit calciata, quae dicitur de Guinea;etinAsturiis,sicutdividitripaOve,residuumversusmare;et PortugaliamdeditminorifilioFerdinando.

(Traducción: “ Según la divisoria de la calzada que se llama de Guinea; y en Asturias, según la divisoria del río Ove, hasta la parte del mar; y dio Portugal a Fernando, su hijo menor”)

De suerte que Coria, Badajoz, Ciudad-Rodrigo, Salamanca, Zamora, Toro, etc. y toda Galicia pertenecían al reino de León; Plasencia, Béjar, Trujillo y Medellín a Castilla.

Vienen reunidos ambos reinos desde el rey don Fernando el Santo. “(2)

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Dicha calzada sería igualmente la línea divisoria de los territorios abarcados por las diócesis cacereñas: las tierras del Reino de León fueron adjudicadas a la diócesis de Coria y las del Reino de Castilla a la de Plasencia, perdurando dicha división como reliquia de un histórico pasado.

En cuanto al río Jerte, principal abastecedor de aguas de la población, podemos indicar que nace en Tornavacas, riega el hermoso valle de su nombre y, tras cruzar la ciudad de Plasencia, visita a este pueblo bordeándolo por su zona oriental, para después, y tras recorrer los términos municipales de Aldehuela del Jerte y Galisteo, tributar sus aguas al caudaloso Alagón.

Varias descripciones existen sobre el río Jerte, vamos a destacar entre ellas las dos que a continuación se exponen:

La primera de ella nos la proporciona el médico placentino Luis de Toro, y la he extraído del libro “Plasencia y su entorno” publicado por el C.E.P. de Plasencia, cuyos autores, a su vez, la han tomado del trabajo de Marcelino Sayans titulado “La obra de Luis de Toro, físico y médico de Plasencia del S. XVI”. La descripción es la siguiente:

“También es cierto que nuestra “parsprima”,como dice Hipócrates, es salubérrima. El otoño, malsano. El verano especialmente enfermizo y expuesto a las fiebres tercianas, fiebres que sobrevienen de la pobredumbre de los humores de tal manera que todos los años se cierne sobre la Ciudad de Plasencia una epidemia febril, que entorpece grandemente nuestros trabajos, ya que muy pocos se escapan de ella./f44/: las gentes que proceden de las regiones frías, son atacadas más que otras por ellas, poniendo en grave peligro su vida=inmortis adiganturdiscrimen=.

De las causas de estas epidemias alegó razones claras.

Primero, que el lugar donde está la Ciudad es cálido y húmedo;/segundo/, que el río no corre por todos los sitios durante el verano, sino que permanece estancado alrededor / de la ciudad/. Tercero, que está expuesta al viento del sur y a los ardores solares, lo cual determina un aire ardiente, craso y caliginoso en esta época.

Llegan al Jerte, por este tiempo, aguas viciadas accidentalmente. Como corre poca agua y ésta no totalmente limpia o pura, por la perturbación y el chapoteo de muchos animales como bueyes, cerdos, machos cabríos, cabras y asnos que merodean por todo el término del valle, no se puede evitar que el agua llegue a nosotros impura y muy nociva”. (3)

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Como podemos observar, la descripción que del Jerte nos proporciona Luis de Toro está realizada desde una óptica sanitaria, considerando al río como un foco de infección que provocaba enfermedades comunes en aquella época como eran las fiebres tercianas. Pascual Madoz, en su “Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico de España y sus posesiones de Ultramar” nos facilita otra descripción del Jerte. Ésta tiene una óptica distinta de la anterior, y más interesante desde el punto de vista desde el cual está enfocado este trabajo. Así nos describe el río Pascual Madoz:

“Jerte (río)

Río, en la provincia de Cáceres. Se forma de las vertientes y licuación de las nieves de las sierras y puerto de Tornavacas, en el partido judicial de Jarandilla, en una garganta que atraviesa las calles de aquel pueblo en dirección norte a sur, reuniéndosele poco después la garganta del Cubo, que igualmente atraviesa el pueblo en la misma dirección; la Serrada, que viene de este a oeste; la de San Martín, con el mismo rumbo; y la de Beceda, de norte a sur. Con este caudal entra en el término de la villa de Jerte, en el cual le contribuyen las gargantas del Pinar y la de los Tres Cerros, con otras de menos nombre. Baja después a Cabezuela, Navaconcejo y Asperilla, cuyos pueblos se hallan a su margen izquierda y tocando sus aguas, quedando a mucha mayor distancia los de Valdestillas y Casas del Castañar; y a la derecha, también bastante separado (legua y media), el lugar del Torno. En este transito se le reúnen las gargantas de todas las sierras que forman el valle de Plasencia, por cuyo centro pasa el río, siendo de las más notables las llamadas de Purias, Gargantillas y los Pardos. En tales términos y presentando una corriente regular, se desliza por las hermosas vegas de la ciudad de Plasencia; se acerca a sus murallas, que rodea por los lados este, sur y oeste, en cuya dirección corre hasta la dehesa de Palacios, entra en los términos de Carcaboso, la Aldehuela y Galisteo, cuyos pueblos se hallan a sus márgenes, los dos primeros a la derecha y el último a la izquierda y a un cuarto de legua, confluye en el Alagón, perdiendo su nombre después de catorce leguas de curso.” (4).

La descripción que acabamos de reproducir data del año 1850.

Como hemos dicho, ambos elementos, la “Vía de la Plata” y el Jerte, constituyen dos pilares importantes en la historia local de Carcaboso y a ellos haremos referencia a lo largo del presente trabajo.

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(1) Texto extraído de la obra “Plasencia y su entorno” editada por el Centro de Profesores de Plasencia en el año 1989 y realizada por un Equipo de Profesores de la zona. Pág.15. Los autores a su vez lo han tomado de la obra “Iter ab Emerita Asturicum” Salamanca-1971, cuyo autor es el citado J.M. Roldán.

(2) Texto extraído de la obra de Domingo Sánchez Loro “Historias placentinas inéditas” Volumen A. Pág. 67. Ed. Institución Cultural “Brocense”. Cáceres 1982.

(3) Texto extraído de la obra “Plasencia y su entorno” Editada por el Centro de Profesores de Plasencia. Pág. 85. Sus autores a su vez lo han tomado de la obra de M. Sayans Castaño “La obra de Luis de Toro, físico y médico de Plasencia del s. XVI. Plasencia 1961.

(4) Texto extraído del “Diccionario Geográfico, Estadístico e Histórico de España y sus posesiones de Ultramar” de Pascual Madoz. Madrid 1850.

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“El terreno es ondulado. Destacan los cerros de Celadillas y Barrancas y las lomas de Mesecillas, Majadal Alto y Lomo del Alvarizo. El terreno es de naturaleza arcillosa.”
ANTIGUO TEJAR
(Fausto Conejero)
G GEEOOLLOOGGÍÍAA. .

Desde el punto de vista geológico podemos considerar el término municipal de Carcaboso dividido en dos grandes espacios: Uno, que llamaremos oriental, que abarcará el terreno comprendido entre ambas márgenes del Jerte y el límite con el término municipal de Plasencia, y otro, que llamaremos occidental, que comprenderá todo el espacio al oeste del Jerte.

El bloque oriental está constituido por materiales formados en la Era Cuaternaria, cuyo componente fundamental en la localidad está integrado por las terrazas, formaciones aluviales antiguas compuesta por limo, arena y cantos rodados correspondientes a épocas pasadas del río.

En el bloque occidental abundan materiales formados en la Era Terciaria, cuyo material más representativo es la arcilla.

A lo largo de la historia de la localidad podemos ver algunos detalles en los que se refleja la influencia de estos elementos (arcilla, arena y cantos rodados) en la vida de la población. Entre ellos vamos a destacar los siguientes:

a) Desde tiempos antiguos tenemos noticias de la existencia en Carcaboso de tejares. Entre ellos podemos destacar uno que era propiedad municipal y que encontramos reflejado en el Catastro del Marqués de la Ensenada. Próximo a él existió otro cuyos restos se han podido observar hasta hace poco tiempo.

b) En la carretera de Valdeobispo se pueden observar los restos de un antiguo tejar que además fabricaba ladrillos.

c) En la actualidad hay industrias en la zona que basan su existencia en estas materias primas, entre ellas podemos destacar la Cerámica y la gravera junto al río Jerte.

Estos materiales han dejado también su huella en el urbanismo de la localidad. Pueden observarse, sobre todo en la parte antigua, edificaciones en las que abundan la tapia y el adobe, en contraste con la piedra que predomina en otras localidades del entorno.

Destacar en este sentido algunas casas de ladrillos vistos en la Calle de los Mesones y en el Llano, así como la valla del antiguo Ayuntamiento, y la que había en la Casa Parroquial, hechas a partir de tejas superpuestas.

Nota: para elaborar este capítulo he consultado la obra: “La minería en Extremadura” Editada por la Junta de Extremadura, Consejería de Industria y Energía. Dirección General de Industria, Energía y Minas. Marzo 1987.

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“Se llaman en el país carcabones a las hoquedades y barrancos que hace el agua en el terreno, y por tener cerca muchos este pueblo, le impusieron el nombre de Carcaboso”
LACÁRCABA
(Paredes Guillén)
E ETTIIMMOOLLOOGGÍÍAA. .

La palabra Carcaboso deriva de la raíz cárcava, motivo por el cual podemos encontrar dicho nombre escrito con “v”, aunque el uso de dicha letra en la actualidad está desfasado.

Según el Diccionario de la Real Academia Española la palabra cárcava acepta tres acepciones diferentes:

a) Hoya o zanja grande que hacen las avenidas de agua.

b) Zanja o foso.

c) Hoyo en la tierra para enterrar un cadáver” (1)

Nuestra tarea será averiguar cual de las tres acepciones mencionadas podemos aplicar al origen de la palabra Carcaboso.

Paredes Guillén, en su obra “Origen del Nombre de Extremadura”, cuando se refiere a Carcaboso dice:

“CARCABOSO: Se llaman en el país CARCABONES, a las hoquedades y barrancos que hace el agua en el terreno, y por tener cerca muchos este pueblo, le impusieron el nombre de Carcaboso.” (2)

Carcavón es aumentativo de cárcava, según se refleja en el Diccionario de la Real Academia Española.

Por su parte D. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila, redactor de la Memoria Histórico-heráldica del Escudo y Bandera del Ayuntamiento de Carcaboso, en la página 3 de la mencionada memoria dice:

“ En cuanto a su toponimia, puede tener dos significados, ya que su matriz “cárcava” puede ser bien una hondonada excavada por una avenida fluvial, o bien un hueco excavado en el suelo para sepultura. Dado que en Carcaboso hay necrópolis tardorromanas o visigóticas, creo que debemos inclinarnos por esta segunda opción”(3)

De las necrópolis hablaremos posteriormente. Sólo hacer notar que el autor de dicha memoria parece inclinarse por la tercera acepción que señala el Diccionario de la Real Academia Española, pero más adelante, y en esa misma página, el autor propone:

“Como elementos de diferenciación local, podemos escoger, bien unas fajas ondeadas (simbolizando las avenidas del río que forman cárcavas), bien unos rectángulos (simbolizando sepulturas), bien algún símbolo romano ( las iniciales S.P.Q.R., por ejemplo).” (4)

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Con lo que podemos observar que el autor no se define por ninguna de las acepciones mencionadas, al proponer varias para que figuren en el Escudo Heráldico, y sea la Corporación Municipal del Ayuntamiento de Carcaboso quien se decida por las diversas opciones propuestas.

Además de lo expuesto hasta el momento, hay que tener en cuenta que la población autóctona del lugar denomina Cárcaba a la zona del pueblo, donde, según la tradición, éste comenzó a formarse. En esa zona podía observarse dicho accidente geográfico. Por otro lado, no debemos olvidar que la aparición de las necrópolis es posterior al poblamiento de la localidad, pues no se ha tenido noticia de ello hasta época reciente. En este sentido se expresa el Concejo del Ayuntamiento de Carcaboso en el Interrogatorio de 1791, cuando a la pregunta 52 responden lo siguiente:

“En este lugar no hay, en su término, sitio alguno que en otro tiempo haya sido poblado o habitado” (5).

De haberse tenido noticias de las mencionadas necrópolis no hubiesen respondido así. De haberse originado el nombre del pueblo de dichos monumentos funerarios se hubiese tenido noticia de ello, al menos oralmente, como oralmente ha llegado a nosotros la formación del pueblo en el lugar denominado CÁRCABA y en él que podía observarse dicho accidente geográfico.

Por todo lo anteriormente expuesto, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el nombre de Carcaboso se deriva del accidente geográfico así llamado, y no de las necrópolis que algunos historiadores mencionan en sus obras.

(1) “Diccionario de la Real Academia Española”. Edición 20ª. M-1984.

(2) Paredes Guillén. “Origen del Nombre de Extremadura”. Pág. 42. Plasencia 1886.

(3) “Memoria Heráldica del Escudo y Bandera del Ayuntamiento de Carcaboso”. 15 de Agosto de 1986. Puede consultarse en el Ayuntamiento del pueblo.

(4) Lo mismo que la nota anterior.

(5) “Interrogatorio de 1791 de la Real Audiencia de Extremadura”. Puede consultarse en el Archivo Histórico Provincial de Cáceres. Legajo 10. Expediente 11 de la Sección de Visitas de la Real Audiencia. Se reproduce íntegramente en el capítulo dedicado al Señorío de Galisteo.

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RESTOSANTIGUOSALREDEDORDELAIGLESIA

A ANNTTEECCEEDDEENNTTEES S

H HIISSTTÓÓRRIICCOOSS. .

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“La Vía de la Plata cruzaba el río Jerte junto a Carcaboso, a través de un puente cuyos restos perduran”.
(Sánchez Loro)

Vamos a tratar de dar una visión general sobre las civilizaciones que hayan podido existir en las proximidades del actual Carcaboso antes de que el pueblo se formase como tal allá por el siglo XIII. El primer documento que podemos mencionar en este sentido es la obra de M. Sayans Castaños, “Artes y pueblos primitivos de la Alta Extremadura”, en la que se relata el descubrimiento de una tumba megalítica en el cerro del Teriñuelo, próximo a Carcaboso, lo que nos demuestra que desde antiguo existieron en la zona diversas civilizaciones que la poblaron. Veamos como nos describe Sayans el hallazgo:

“El natural sentido artístico del Dr. Alguacil, propietario del terreno, evitó que todo se perdiera, con las transformaciones de regadío que se llevan a cabo en aquel lugar.

La presencia de elementos extraños llamaron su atención y procedimos con urgencia a salvar todo lo posible de aquella destrucción.

Este enterramiento megalítico asentó en lo alto de una colina que desciende suavemente por un lado hasta el cauce del Jerte, y por el otro se apoya en el borde excavado por un arroyuelo torrencial.

Es conocida esta zona por el nombre de Teriñuelo o Tiriñuelo.

Por ser la parte más elevada de la finca se había elegido aquel lugar para fabricar allí un gran depósito de agua.

Cuando nosotros llegamos, el vaciado del cerrito era casi completo.

Pudimos presenciar un círculo de piedras, cuyo diámetro calculamos en unos 15 metros, informándonos que, en la excavación, se había vaciado una altura central de más de dos metros, que guardaba mucha semejanza con una pirámide achatada.

A profundidad de dos o tres metros, y en confuso revoltijo, habían salido pizarras, industrias de piedra y huesos humanos, procedencia, ésta última, de la que fuimos informados por el citado doctor, que llegó a ver algunos restos.

La tierra incluída dentro del muro circular llamó la atención de los obreros, por no ser propia del terreno, según espontánea manifestación.

Otro tanto ocurre con las pizarras, que en grandes lanchas, salieron, y que son extrañas al lugar.

Por tanto, todo el monumento se formó artificialmente.

El ajuar recuperado lo componen las siguientes piezas:

Cinco hachas de piedras de distintas clases, muy cuidadas y que aparecen como si nunca hubieran sido usadas. Sobresalen por su tamaño dos de ellas, una de unos 39 centímetros de longitud y la otra de 26. Es digno de señalar la presencia en todas de un afilamiento de su punta, irregularmente hecho, como buscando superficie rugosa, y que contrasta con lo bien acabado y presentado de su otro extremo, donde van los

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filos. Alteración practicada, tal vez, para buscar ensambladura con la tierra al clavarlas.

Las dos hachas mayores, muy presente en la gigante, acusan el tatuaje, con límite superior circular, que ha impreso la tierra, indicándonos que permanecieron clavadas y que, por tanto, hubo “cámara”.

Tres trozos de cuchillos de sílex. Dos de ellos pertenecieron al mismo útil, son de sílex blanco y de sección trapezoidal. El otro trozo es un sílex de color y su sección trapezoidal tiene el dorso rebajado.

Una piedra plana, granítica, redonda y de 12 centímetros de diámetro, que estimamos fue o sirvió de tapa de vasija.

No hubo manera de encontrar cerámica, que evidentemente debió de existir.

Hemos quedado para el final el elemento más significativo del túmulo.

Esta pieza …. consta de un mango o asidero de 10 centímetros. Su parte superior ha sido horadada, presentándose rota, aproximadamente, por el centro del orificio. En su parte inferior o pie se altera la línea del cuerpo de la pieza con un saliente o proyección hacia la cara que llamamos anterior. Todo el pie mide dos centímetros y medio, y su base es ligeramente convexa. A partir del pie, zona un poquito más ensanchada, las caras laterales suben hasta contornear el orificio, distanciándose armónicamente, de tal modo que en el empeine tiene la cara anterior 18 milímetros y a la altura de la fractura mide 37. Por consiguiente, las dos caras laterales son divergentes y convexas a partir del pie, mientras que la anterior y posterior son paralelas y planas.

El medio anillo, que presenta el útil de referencia, se adelgaza a medida que se acerca a la línea de fractura. En esta línea la pared mide cinco milímetros de espesor en la parte más delgada y ocho en la más gruesa. En la parte unida al cuerpo mide de anchura, por su cara anterior y posterior, 13 milímetros, y sólo 7 en la parte superior.

La base del orificio o cara interna, acusa un leve declive hacia la anterior, que se hace más apreciable en la mitad al acercarse al borde.

Toda cara anterior de este útil es lisa.

La cara posterior se ve recorrida, en sus bordes, por dos resaltes o miembros que arrancando del mismo talón, suben contorneando los dos bordes de esta cara hasta envolver al orificio.

La clasificación mineral la hacemos de serpentina con cristales oscuros en una pasta verde clara.

La altura total del útil es de 12 centímetros. La anchura máxima, medida por la línea de rotura, es de 37 milímetros. La anchura del pie de 22 milímetros. El largo del pie de 26 milímetros. El diámetro mayor del orificio es de 21 milímetros. La profundidad actual del orificio es de 8 milímetros, lo que hace suponer que sería aproximadamente de 16 milímetros la luz del anillo completo.

En la cara posterior, inmediatamente debajo del contorno del orificio, y correspondiendo a la parte más ancha de esta cara, vemos una mancha

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de contorno circular que nos lleva inmediatamente a pensar que se haya producido por grasa y pensamos que sea la huella quedada por el pulpejo del dedo pulgar que, muy acomodadamente, allí marcha al empuñar el objeto.

Aunque volveremos a ocuparnos de este “útil” en el capítulo PUEBLOS INDOEUROPEOS, diremos de él que no lo estimamos como elemento de acción, hacha de combate, como se nos dijo en reciente visita con la que un destacado profesor honró a nuestro pequeño museo, ni como hachamartillo, como está definido el de Balenkaleko, con el que guarda relación.

Para nosotros es un elemento “representativo”.“(1)

En otra parte de la obra de Sayans se nos explica algún detalle más sobre la construcción del monumento megalítico y sobre el citado elemento representativo. Sobre la forma de construir el monumento Sayans dice:

“Este monumento se construyó sobre la parte más alta de un cerrillo acarreando, desde bastante distancia, tres elementos esenciales para su elevación, las piedras que forman el círculo, la tierra con que se rellenó y las pizarras que fabricaron la cámara”. (2)

En cuanto a la extraña pieza se puede leer lo siguiente:

“ Se trata de un elemento cuya fabricación ha sido muy cuidada. Su pie, con planta convexa, no tiene ni anchura ni peso para mantenerlo por sí solo, guardando perfecta armonía con el total. Examinado en conjunto semeja una estilización de perfiles humanos.

No aceptamos, para este elemento, ni la denominación ni la utilidad que cabe a un hacha-martillo.

Para nosotros es un elemento simbólico, lleno de fragilidad, a consecuencia del orificio practicado en la parte alta de su cuerpo, y perfectamente cuidado en sus retoques, como acusa muy bien su simple contemplación.

Dudamos catalogarlo como un objeto representativo de mando o como la parte inferior de un pequeño ídolo que necesariamente había de ejercer sus funciones llevándolo en la mano.

Hemos observado, estudiándole detenidamente, que se aprecia un tatuaje inmediatamente debajo del orificio, sobre la cara que hemos llamado posterior, tatuaje que también se presenta en las caras laterales y cuyo origen lo atribuimos a la acción impregnante de la grasa de los dedos de la mano. Cogido con la mano derecha, la acción de empuñarlo lleva, involuntariamente, los dedos de la mano a ocupar las zonas señaladas, precisándose, entre unas y otras zonas marcadas, espacios limpios que conservan el colorido natural de la roca.

¿Por qué está roto el útil?

El túmulo del Teriñuelo de Carcaboso viene a testimoniarnos que la práctica de la muerteritualtuvo existencia dentro de las poblaciones que construyeron los sepulcros megalíticos…

De todos los componentes recogidos en este túmulo, esta pieza es la única que aparece rota, incompleta e inútil.

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Dentro de esta cámara funeraria sólo se ha producido una muerte ritual y se ha cuidado mucho que tal hecho sobresalga, pues esta pieza inutilizada se acompaña de otras, tan notables y significativas, como el hacha gigante de dimensiones extraordinarias con superficie perfectamente pulida y cortes muy retocados. Igualmente ocurre con el hacha compañera y con el resto de las piezas descritas al tratar este enterramiento.

Esta acción única, tan específica y significativa, es la que nos induce a considerarle como BASTÓN DE MANDO, cuya autoridad se pierde al desaparecer la persona que lo esgrimía, pues si lo aceptamos como resto de un ídolo, los razonamientos se harían más confusos, ya que lo así representado tendría, por sí sólo, personalidad propia.

El tatuaje de tierra que presentan las dos hachas, producido por su larga permanencia, clavadas, además de testificarnos sobre la presencia de cámara funeraria, nos dice del cuidado que se tuvo en colocar ordenadamente los objetos que constituían la ofrenda fúnebre.

El personaje, cuyo funeral se revistió de tal número de atenciones ha de conceptuarse como muy distinguido”(3)

Ceballos-Escalera y Gila, en la Memoria Heráldica del Ayuntamiento de Carcaboso, realizada con el objeto de diseñar el Escudo Heráldico del Municipio, nos habla de la existencia de necrópolis tardorromanas o visigóticas así como de restos de estilo visigóticos y árabes, pero no especifica cuales son.

En cuanto a la existencia de necrópolis distintas de la descrita por Sayans, tengo noticia oral de la aparición de unos restos en el lugar donde se encontraba el antiguo horno de tejas municipal, cerca de las desembocaduras de los arroyos del Santo y del Asno; restos que aparecieron cuando fue demolido el citado tejar para transformar el lugar en vertedero de basura. Próximo a dicho tejar existió otro cuyos restos se podían observar hasta hace poco tiempo.

Como ya hemos dicho la calzada romana denominada “Vía de la Plata” pasaba cerca de Carcaboso, en un tramo de la misma que unía las mansiones de Rusticiana, en las proximidades de Galisteo, y Cáparra. Entre dichas mansiones no existían núcleos importantes de población, sin embargo existieron a lo largo de la calzada pequeños asentamientos humanos, sobre todo en las proximidades del río y de pequeñas corrientes de agua.. Así Sánchez Loro en su obra “Historias Placentinas Inéditas” dice:

“En el tramo de la Vía de la Plata, desde la mansión de Rusticiana (junto al actual Galisteo) hasta Cáparra, no existen, exceptuando las dichas mansiones, restos importantes de la civilización romana. Sólo aparecen, a uno y otro lado de la calzada (términos de Galisteo, Aldeanueva del Jerte (sic), Corrochano (sic), Carcaboso, Valdeobispo, Oliva y Villar) restos de explotaciones agrícolas, en los sitios más idóneos para el cultivo de cereales y verduras con buenos pastos y abundante agua.” (4).

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Dicha calzada romana cruzaba el río Jerte a la altura de Sampedrillo, donde había un puente del que nos hablan diversos textos, algunos de los cuales se reproducen a continuación.

“Es el miliario que ha aparecido más cercano al sitio que ocupó el desaparecido Puente Guinea... La finca es San Pedrillo de la margen izquierda del Jerte.”

M. Sayans. (5)

“Se encontraba en el caserío de San Pedrillo en el lugar donde el río corta perpendicularmente los términos de Carcaboso, pueblo situado unos dos kilómetros al oeste, y Plasencia. Se le conocía con el nombre de Puente Guinea, nombre que llevó la calzada en la época medieval.”

J.M. Roldán (6)

“De Carcaboso, y como a media legua, buscaríamos un puente conocido por los libros. Ya no hay puente. El libro sobrevive a la piedra; la estatua a la ciudad”.

Pedro de Lorenzo. (7)

“La Vía de la Plata cruzaba el río Jerte junto a Carcaboso, a través de un puente cuyos restos perduran.”

Sánchez Loro. (8)

“San Pedrillo, es seguro tuvo puente, pues en el año 1851 se sacaron del fondo del río bastante sillares que le pertenecieron.”

V. Paredes Guillén. (9)

De dicho puente sólo quedan en la actualidad unos cuantos sillares a los que se tiene difícil acceso.

Resumiendo podemos decir que por un lado el curso del río Jerte, y por otro el paso de la Calzada, han hecho que a lo largo de los siglos se asentasen en las proximidades del actual Carcaboso distintas civilizaciones y culturas que poblaron la zona.

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(1) Sayans Castaño, Marcelino. “Artes y Pueblos Primitivos de la Alta Extremadura”. Plasencia 1957. Páginas 93-96.

(2) Sayans Castaño, Marcelino. “Artes y Pueblos Primitivos de la Alta Extremadura”. Plasencia 1957. Página 163.

(3) Sayans Castaño, Marcelino. “Artes y Pueblos Primitivos de la Alta Extremadura”. Plasencia 1957. Página 163-166.

(4) Sánchez Loro, Domingo. “Historias Inéditas Placentina”. Volumen A. Cáceres 1982. Ed. “El Brocense”. Pág. 85. Nota: en dicho texto dice “Aldeanueva del Jerte y Corrochano”, debe tratarse de un error tipográfico. Los pueblos a los que se refiere deben ser Aldehuela del Jerte y Pradochano.

(5) J.M. Roldán. “Iter ab Emerita Asturicum- La Ruta de la Plata” SA-1971. Pág. 57

(6) J.M. Roldán. “Iter ab Emerita Asturicum- La Ruta de la Plata” SA-19 71. Pág. 117.

(7) Pedro de Lorenzo. “Obras Completas”. Ed. Nacional. Madrid 1976. Pág. 142

(8) Sánchez Loro, Domingo. “Historias Placentinas Inéditas”. Primera parte. CATALOGUS EPISCOPORUM ECCLESIAE PLACENTINAE. Volumen A. Cáceres 1982. Ed. Institución Cultural “El Brocense”. Pág. 85.

(9) Paredes Guillén, Vicente. “Origen del nombre de Extremadura”. Plasencia 1886. Pág. 85

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(Luis Carlos Sánchez Bueno)

CARCABOSO:

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“La curiosidad innata del hombre por saber de dónde viene y quiénes han sido sus antepasados, ha hecho que numerosas civilizaciones y pueblos, ante la falta de datos fehacientes que les desvelase el misterio, recurriesen a la leyenda.”
O ORRIIGGEEN N D DEEL L P PUUEEBBLLOO: : H HIISSTTOORRIIA A Y Y T TRRAADDIICCIIÓÓNN. .
PORTALTÍPICO

Un estudio histórico debe basarse en la documentación. Si esta documentación falta se recurre a la tradición oral, que de unas generaciones a otras transmite sucesos y noticias a las que sería imposible acceder de otro modo. Cuando la tradición oral se pierde en la noche de los tiempos es cuando aparece la leyenda, pues en muchas ocasiones la realidad se confunde con la fantasía. En este sentido he podido recoger dos relatos populares que intentan explicar el origen del pueblo y de los que no he encontrado documentación alguna.

El primero de ellos nos narra la existencia de un pueblo, anterior al actual, que se denominaría, siempre según el relato, Santiago del Jerte, y que estaría situado en la otra margen del río, próximo a la Vía de la Plata. Con el paso del tiempo, y debido a que la Calzada quedaba en desuso, sus habitantes se trasladaron al emplazamiento que ocupa actualmente Carcaboso y así comenzó a formarse el pueblo. (1)

El origen de este relato puede estar muy relacionado con la Orden de Santiago, pues ésta colocaba sus emplazamientos a lo largo de la Vía de la Plata con el fin de asistir a los peregrinos que por dicho camino se dirigían a Santiago de Compostela.

“La orden de Santiago, con su sede en Castilla, prefiere el control del Camino de la Plata, “a su vez ruta económica y programa político” ”. (2)

Además no debemos olvidar que la zona estuvo influenciada por esta Orden, destacando en este sentido la existencia de la Atalaya, que en tiempos fue una importante sede de la Encomienda Santiaguista.

Otro relato fija el origen del pueblo en lo que la población autóctona del lugar denomina Cárcaba, y de ahí derivaría su nombre. Según dicho relato, allí se asentarían, hace unos ochocientos años, unos pastores, debido a que el lugar estaba relativamente cerca del Jerte y cruzaba la zona un cordel secundario de ganados.

El documento más antiguo que he podido encontrar sobre Carcaboso data del año 1290. Se trata de un acta notarial por el que el convento placentino de San Marco trueca la dehesa de Ferruz por la de San Pedro, o Sampedrillo, cerca de Carcaboso. Por su importancia se reproduce a continuación parte de dicho documento:

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“Sepan cuantos esta carta vieren, como nos doña María Pérez, por la gracia de Dios abadesa del monasterio de San Marcos de Plasencia, y nos, el convento de las monjas dese mismo lugar, damos a vos, Pedro Sánchez, de la cámara del rey y a su merced, y a vos, doña Sol, su mujer, todo cuanto nos habemos y debemos haber en Ferrús, que es término de Plasencia, que el rey don Sancho, nuestro señor, nos dió y nos otorgó, así las casas y las heredades para pan, como las dehesas que nos mandó dar, para criar allí nuestros ganados y nuestros bueyes. Y esto que dicho es, vos damos y vos otorgamos, por el palacio que vos habedes en Santo Pedro, aldea de Plasencia, y por la heredad que vos habedes en término de Santo Pedro y de Carcaboso, que es allende de Xerete, contra el aldea de Carcaboso y contra la Calzada, así lo que compraste como lo que era de vuestro patrimonio…” (3)

Este acta notarial lleva fecha de 15 de octubre de 1290, y de ella podemos extraer las siguientes conclusiones:

1ª) En el año 1290 ya existía Carcaboso, pudiéndose considerar su origen y formación en el siglo XIII. Debemos tener en cuenta, como analizaremos en el capítulo dedicado al Señorío de Galisteo, que dicho feudo se formó uniéndose a la villa de Galisteo lugares de la zona que ya existían, como Aceituna o Guijo de Galisteo, apareciendo posteriormente, y en épocas imprecisas, otras aldeas como Carcaboso, Aldehuela del Jerte y Montehermoso. Si tenemos en cuenta que Galisteo se cedió en Señorío en 1268 y esta carta data de 1290, podemos considerar que Carcaboso, como aldea de Galisteo, comenzó a formarse entre estas dos fechas. (4)

2ª) La finca de San Pedro, hoy conocida como Sampedrillo, nos indica el texto que en aquella fecha era aldea de Plasencia. Actualmente esta finca abarca parte de los términos municipales de Plasencia y Carcaboso, pues separa los términos municipales la Vía de la Plata, que transcurre por el interior de dicha finca.

3º) Posiblemente el nombre de San Pedro o Sampedrillo se deba a que el dueño de la finca en aquella época era don Pedro Sánchez.

Fijado el origen de Carcaboso hacia el siglo XIII, intentemos explicar como han aparecido los pueblos que se encuentran en la zona.

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Una vez efectuada la Reconquista del territorio por parte de los Reinos Cristianos, se impone la necesidad de repoblar las zonas ocupadas. Para ello se siguen distintos modelos organizativos a lo largo de toda la Península. En un principio todas las tierras conquistadas pertenecen al Rey, eran las tierras denominadas de realengo. El Rey, ante la imposibilidad de poderlas defender y repoblarlas, las cedía a unos señores particulares, apareciendo así los señoríos, o a las distintas órdenes militares, apareciendo así las encomiendas. Una vez asegurado el territorio nos podemos encontrar con que ciertas tierras eran cedidas a la Iglesia, apareciendo así los abadengos.

Ejemplo de señorío lo tenemos en Galisteo, que analizaremos detenidamente en el próximo capítulo. Cerca de Carcaboso ya hemos dicho que se encontraba la Atalaya, que en un principio fue sede de Encomienda Santiaguista, pero que posteriormente fue cedida a las monjas del Santo Espíritu de la Ciudad de Salamanca, convirtiéndose así en un abadengo. (5)

(1) Relato popular proporcionado por diversos vecinos del pueblo, entre ellos José María Sánchez Navarro.

(2) “Historia de Extremadura”. Universitas Editorial. Badajoz 1985. Tomo 2. Página 307.

(3) Domingo Sánchez Loro. “Historias Placentinas Inéditas” Ed. El Brocense. Cáceres 1982. Volumen B. Página 82.

(4) Notas extraídas del libro: “Poblamiento, transformación y organización social del Espacio Extremeño. (Siglo XIII al XV)”. Ángel Bernal Sánchez. Editora Regional Extremeña. Colección Estudios 4. 1998.

(5) Algunos de estos datos lo he obtenido del artículo de Bienvenido García Martín “Mancomunidad de Villa y Tierra de la Extremadura Leonesa: el ejemplo de Galisteo (Cáceres)”, publicado en la revista Alcántara, nº 11, 3ª época, Cáceres, 1987.

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27 IINNDDIICCE E ENTORNO HISTÓRICO Y GEOGRÁFICO 1 GEOLOGÍA 6 ETIMOLOGÍA 9 ANTECEDENTES HISTÓRICOS 12 ORIGEN DEL PUEBLO: HISTORIA Y TRADICIÓN 19 BIBLIOGRAFÍA 23
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