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Qumrám ¿era "solo" un lugar de peregrinación?

Qumrán es un sitio arqueológico: fue en las cuevas de esta región que se descubrieron los conocidos rollos del mar Muerto, documentos escritos singulares que sirven como testimonio de un período importante de la Tierra Santa.

Estas valiosas escrituras no solo son de gran importancia para el judaísmo, sino que también son un testimonio inestimable de los primeros tiempos del cristianismo: los textos de estos 850 manuscritos fueron escritos entre el 250 a. C. y el 40 d. C. Se trata de miles de fragmentos y escrituras bien conservadas. Algunas fueron grabadas en pergamino y papiro, aunque la mayoría de ellas son de pieles de animales, menos una que se encontró en una lámina de cobre. Todo este tesoro mantiene ocupado a un batallón de científicos. La tecnología moderna ha ayudado muchas veces a recomponer algunos fragmentos, a distinguir letras descoloridas, a hacer visibles las correcciones del texto o incluso a sacar conclusiones sobre los escribas. Sin embargo, los documentos escritos son solo unos de sus aspectos a destacar: los restos estructurales siguen siendo un misterio.

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Los arqueólogos descubrieron cimientos de varias edificaciones de gran tamaño, entre ellos una torre y, al este de esta, un cementerio con más de 1,000 sepulturas de diferentes épocas, aunque llama la atención que la gran mayoría de los sepultados sean hombres. También se descubrieron restos de cerámica, lo que indica que los edificios contaban con instalaciones funcionales en las que se almacenaban suministros. Por supuesto, también se encontraron cisternas, pues sin el suministro de agua no sería posible, en un clima tan adverso, que la gente sobreviviera ni siquiera por un corto período de tiempo. Los arqueólogos suponen que en el siglo VIII o VII a. C. había una población dispersada sobre la región del mar Muerto. El uso anterior de los edificios descubiertos sigue en debate. Lo que sí es cierto es que pasaron por allí diferentes comunidades y que los daños causados por algunos terremotos han sido reparados por sus miembros. Durante el período asmoneo se construyeron baños rituales de dimensiones sorprendentes, los cuales fueron destruidos en el período romano. Por otra parte, algunos arqueólogos de renombre aseguran que antes de esto, los esenios, una antigua comunidad judía, cuya presencia en Qumrán fue registrada por Flavio Josefo, mantenían aquí algo así como una comunidad monástica. Muchos investigadores están en desacuerdo, alegando que, si hubiera habido vida comunitaria, podrían verse las viviendas.

Como respuesta se ha planteado la teoría de que las viviendas de este asentamiento podrían haberse hecho con materiales perecederos, incapaces de mantenerse a lo largo de los siglos. Esto es muy posible en una comunidad ascética como la esenia. Empero, aún quedan preguntas: ¿por qué entonces se invirtió tanto esfuerzo en construir edificios públicos? El Dr. Daniel Vainstub, arqueólogo de la Universidad Ben-Gurión de Beerseba y del Museo de Israel en Jerusalén, publicó un artículo científico que plantea una teoría que, hasta el momento, no se había considerado: Qumrán no era un asentamiento permanente, sino un lugar de peregrinación que los miembros de la comunidad visitaban una vez al año para renovar su pacto con Dios. Este tipo de reunión anual, y con este propósito, es mencionado en el pergamino de Damasco (uno de los rollos de Qumrán). Según Vainstub, el tamaño de los baños rituales y de las casas comunitarias solo tiene sentido si se albergaban en estas grandes multitudes. Por otra parte, interpreta de forma diferente a sus colegas el rol de una ventana de uno de los grandes almacenes o depósitos. Esta está colocada a una altura bastante baja, y los estantes adosados podrían indicar que se trataba de un pasaplatos para repartir comida. En su opinión, no se pueden hallar restos de viviendas que nunca existieron: los peregrinos visitaban esa zona para dormir al aire libre durante su corta estadía allí.