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Bordando la tradición. Memorias e historias desde Tzintzuntzan

La declaración de “las Yácatas” como zona arqueológica del municipio de Tzintzuntzan, ha traído consigo el desarraigo de una gran cantidad de habitantes de la comunidad con dicho lugar, es decir, que tras la declaratoria de sitio arqueológico, éste ha pasado a ser visto como una propiedad perteneciente al estado, desvinculada de su propia territorialidad. No obstante, para las bordadoras Colibrí, las Yácatas forman parte no sólo del paisaje cultural de la localidad, sino que representa el vínculo histórico con su pasado prehispánico.

El nombramiento de Tzintzuntzan como “pueblo mágico” en 2012, bajo la administración del ahora ex presidente Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, no fue más que una estrategia de marketing turístico y campaña política que sirvió, y sigue sirviendo, a los intereses de círculos elitistas que únicamente se han encargado de darle un uso privado al patrimonio cultural de Tzintzuntzan, limitando además, la interacción de este mismo con los pobladores de la localidad, quienes terminan por generar cierta desvinculación con algunos aspectos su patrimonio. En consecuencia, dichos desapegos con el patrimonio cultural han propiciado entre los habitantes, esencialmente artesanas y artesanos, una visión mercantilista de su propio patrimonio, que si bien trae consigo beneficios económicos por un lado; por otro, propicia conflictos y rupturas en el tejido social debido a que productores y productoras de artesanías se ven inmersos en una lógica capitalista que genera una constante tensión motivada por la competencia.

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Casos contrarios son las comisiones y pequeños grupos civiles organizados que han buscado al- ternativas a las problemáticas descritas con anterioridad, tal como el grupo de bordadoras Colibrí. La declaración de “las Yácatas” como zona arqueológica del municipio de Tzintzuntzan, ha traído consigo el desarraigo de una gran cantidad de habitantes de la comunidad con dicho lugar, es decir, que tras la declaratoria de sitio arqueológico, éste ha pasado a ser visto como una propiedad perteneciente al estado, desvinculada de su propia territorialidad. No obstante, para las bordadoras Colibrí, las Yácatas forman parte no sólo del paisaje cultural de la localidad, sino que representa el vínculo histórico con su pasado prehispánico, y por ende, el origen de ellos mismos como habitantes de ese lugar, siendo así que a través de sus bordados, tanto este espacio como los motivos (petrograbados prehispánicos que forman parte de la mitología purépecha) que han sido encontrados dentro de la misma zona arqueológica, las fiestas y las tradiciones de la población, son representados como símbolos históricos que forman parte de su pasado, pero también de su presente, reafirmando y revindicando su pertenencia e identidad.

El bordado ha desempeñado un papel importante en la salva- guardia y conservación de algunos aspectos del patrimonio cultural de Tzintzuntzan, pues tal y como doña María Daría Peña Villagómez, integrante de las bordadoras Colibrí, comentó durante una entrevista en 2021:

Personalmente pienso que es una forma de este… de… darle a conocer a las nuevas generaciones desde dónde este… pues nuestras raíces, de dónde venimos, de las costumbres que tenían antes, de este… qué relación tenían de lo de antes hasta lo de ahora, cómo era la vida que llevaban antes, para que vayan ellos comparando también y vayan este… pues conociendo un poquito de la historia de… pues de todos nosotros, de cómo se vivía antes y cómo hemos ido este… conociendo pues todo, para mí, pues yo pienso que más que un trabajo, yo lo veo como una enseñanza.

De manera más específica, si bien la declaratoria del sitio arqueológico privó de cierta manera a los habitantes de

Tzintzuntzan de este espacio territorial, en la medida en que de alguna manera limitó la interacción de los habitantes con el sitio, podemos observar que en el plano simbólico, dicho espacio sigue formando parte del colectivo, siendo revalorado desde la tradición oral a través de los relatos y la memoria histórica que se tiene, materializándolo en la iconografía de los bordados que realizan distintos grupos de artesanas bordadoras, quienes buscan no sólo un beneficio económico redituable de su trabajo, sino que el bordado a su vez, se convierta en una especie de registro etnoiconográfico de sus propias prácticas y representaciones culturales, capaz de ser transmisible a las futuras generaciones, para que de esta manera las motiven e inspiren en la preservación de la tradición. •