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Hemos hablado con… A. Aura

Pedro Timoner Llorens

Las limitaciones que nos impone la pandemia nos obligan a privarnos de la conversación presencial y amigable, de viva voz, y a sustituirla por signos gráficos, las letras, en menoscabo de la espontaneidad. Pero, en fin; recursos tenemos para conseguir lo pretendido: correo electrónico, teléfono y también el WhatsApp. Con esos medios e imaginando la mirada clara, la sonrisa abierta o el gesto expresivo que subraye lo dicho, hemos logrado hilvanar esta entrevista que bien pudiera haberse desarrollado paseando por lugares novelados, a los pies del Monte Ponoig ─el León dormido mironiano─ con Pedro Timoner Llorens. ¿Nuciero? ─ Sí. Aquí nací el 31 de enero de 1956 y aquí sigo, arraigado en este paraje de la Marina Baja. ¿Cómo transcurrió tu infancia y juventud? ─ Soy el tercero de seis hermanos.

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Los estudios de primaria los hice en el Colegio Público San Rafael de La Nucía.

El bachillerato lo estudié en una academia privada que había en La Nucía; no había Instituto ni en la localidad ni en los pueblos del entorno, por lo que nos examinábamos como alumnos “libres”. A principios de 1968, con 12 años recién cumplidos, aún estaba en la escuela primaria y no había iniciado los estudios de bachiller, cuando el maestro de primaria, que al mismo tiempo era uno de los dos únicos profesores y fundadores de la academia, me propuso que realizara el bachiller en la misma, pero con la particularidad de intentar en el primer año realizar el 1º y el 2º al mismo tiempo.

Los exámenes de estos dos primeros cursos fueron en Altea, con profesorado que se desplazaba al efecto desde el Instituto de Alcoy, y los exámenes se realizaban todos en dos días. Recuerdo que eran unas 10 asignaturas por curso, con lo que yo tenía que realizar los 20 exámenes entre los dos días (eran unas cuatro horas por la mañana y dos o tres por la tarde, en total 6/7 horas diarias) y había bastantes coincidencias horarias, con lo que era prácticamente imposible. Se lo planteó el profesor de la academia a los del Instituto, por ver si yo podía hacer los exámenes en media hora e incorporarme para la segunda media hora al otro examen, y de esa forma, con algunos de los exámenes orales en lugar de escritos, pude realizar los 20 exámenes entre los dos días. Del tercer curso también nos examinamos en Altea, con profesorado del Instituto de Alcoy; recuerdo que tenía fiebre (39 grados), pero como el día de los exámenes era ese y no había otro pues eso… ¿Cuándo ingresaste en la Caja? ─ Ingresé en la Caja del Sureste cuando tenía su oficina en la Plaza Mayor, el 1 de enero de 1972, de Botones, con 15 años; podría decir que con pantalón corto. Y mira: me prejubilé en el ERE de diciembre de 2012 con cuarenta y un años de servicio. Como empezaste aquí y sigues aquí, ¿podemos hablar de tu periplo profesional? ─ Estuve en la oficina de La Nucía hasta 1987: como empleado hasta 1982 y como director los cinco años siguientes. En 1987 me nombraron director de la Oficina en Altea y allí permanecí once años, hasta 1998. Durante los años 1997 y 1998 realicé un Curso para la Promoción a Directores de Zona ─creo que es la única vez que en la Caja se organizó un curso de este tipo─ y, si mal no recuerdo, cuando finalizó, cinco de los que lo realizamos fuimos nombrados Directores de Zona. El curso era intenso y de bastantes horas de formación interna en la Entidad y, además, en el caso de los de la provincia de Alicante, teníamos que realizar un Máster en Economía Bancaria en la Universidad de Alicante. Recuerdo que fueron ocho meses con asistencia diaria de lunes a viernes, de tres a cuatro horas todos los días. Al curso asistieron una veintena de universitarios recién licenciados en Economía o Derecho, y los de la CAM, ya cuarentones (parecíamos sus padres) En el acto de clausura del máster, el Rector de la Universidad, Andrés Pedreño Muñoz, nos dijo que aunque lo habíamos cursado con aprovechamiento, al no ser licenciados no podía expedirnos el título, que se suplía por el correspondiente certificado de asistencia y aprovechamiento. Y así fue.

En 1998 me nombraron Director de Zona de Benidorm, al año siguiente de Villajoyosa y en 2001 de San Juan. Seguidamente, del 2003 al 2009 Gestor de Comercio Exterior y, ya en los últimos años, en Riesgos y en Gestión de Activos. Hasta el 2012 que, como te he dicho, me prejubilé. Vida familiar. ─ Me casé con María Asunción Lledó Orts y tenemos dos hijos: Pere, de 39 años, hoy profesor de Instituto en Cataluña y Vicent, de 36 años, que es monitor deportivo en Polop de la Marina. De este tenemos una nieta, Laia, que tiene ahora 21 meses; menos mal que las videollamadas han funcionado bien esta temporada de pandemia. Así la veíamos en tiempos de confinamiento duro. Eso de no poder cogerla en brazos… Esperemos que pase pronto esta pesadilla.

Aunque desde hace veinte años estamos en Polop, siempre he vivido en La Nucía. Como sabes, estamos tan cerca que yo digo que pernocto en Polop pero, a todos los efectos, sigo viviendo en La Nucía: familia y amigos allí los tengo. ¡Ah! y fiestas… Creo que las fiestas de La Nucía “enganchan”. Cuéntanos algo; ¿qué hacéis en las Peñas? ─ Yo pertenezco a la Penya La Bota, una peña de amigos que participamos en las fiestas desde 1966, o sea que ya llevamos 55 años.

De todos estos años, en tan solo dos no he podido estar en la Penya. En 1977 porque estaba en el servicio militar y, aunque tenía un permiso concedido para las fiestas, hubo un atentado y se suspendieron todos; y el pasado año 2020 por la dichosa Covid-19 que se llevó por delante nuestros hábitos de vida.

Las fiestas son muy abiertas, como tú has podido comprobar durante los años que has estado; puedes acercarte a los locales de las penyas y disfrutar y compartir una cerveza en animada charla con los peñistas, etc. ¿A qué te dedicas ahora? ¿Qué aficiones tienes? ─ Podríamos decir que practico el “dolce far niente”, camino bastante, un poco por obligación y un bastante por devoción, leer mucho, etc.

Bueno, y viajar, tanto con Jubicam como con el Imserso, por nuestra cuenta o como sea, aunque llevamos ya algo más de un año sin poder realizar ningún viaje. Teniendo en cuenta la suspensión de actividades en nuestra Asociación, ¿qué te parece el Boletín? ─ Me gusta recibirlo, ya que es una forma de mantener algún contacto con los compañeros con lo que hemos compartido tantas vivencias. Me parece una muy buena idea la de dedicar cada número a una localidad, con lo que vamos conociendo su historia y también la de la Caja.

Pues, hasta aquí llegamos, Pedro, con la esperanza de poder superar estas limitaciones pandémicas y celebrarlo en las próximas fiestas posibles.