Pasajero del subsuelo (maqueta)

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AS O FOTOGRAFÍ UL UAN C.GARGI J

O ERO DELSUBSUEL PASAJ

PASAJ ERO

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J uanC. Gar gi ul o, f ot ogr af í as , Madr i d20122016

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del subsuelo Juan C. Gargiulo fotografĂ­as, Madrid 2012-2016

librosdemacachines.blogspot.com


PASAJERO

del subsuelo

Un trabajo fotográfico de Juan C. Gargiulo (Madrid 2012-2016)

Diseño y Maquetación: Juan C. Gargiulo e-mail: jgargiuloblanco@gmail.com

1º edición, invierno 2016

ISBN: Depósito Legal:

Licencia Creative Commons Juan C. Gargiulo: Reconocimiento-No Comercial- sin obra derivada. www.librosdemacachines.blogspot.com


Sólo materias de sombras, criaturas de la noche, nubes espectrales, seres dolorosamente informes, visiones o pesadillas llegadas no sé de dónde, ráfagas resucitadas que fueron mujeres y hombres, que tuvieron carne y sueños donde anidaban los soles y ahora son sólo penumbra, ríos de negros acordes, tristezas desenterradas, pesadillas o visiones, llamando siempre a la puerta de quienes no los conocen.

José Hierro cuaderno de Nueva York










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Mi alma tiene el peso de la luz. Tiene el peso de la música. Tiene el peso de la palabra nunca dicha, preparada quien sabe para ser dicha. Tiene el peso de un recuerdo. Tiene el peso de una nostalgia azul. Tiene el peso de una mirada. Pesa como pesa una ausencia. y la lágrima que no se lloró. tiene el peso inmaterial de la soledad en medio de los demás.

Clarice Lispector

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Vivir es ser otro.

Fernando Pessoa 21


S贸lo conozco de ti la sonrisa gioconda con labios separados el misterio mi terca obsesi贸n de desvelarlo y avanzar porfiado y sorprendido tanteando tu pasado .... Juan C. Onetti

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No sabré desatarme los zapatos y dejar que la ciudad me muerda los pies no me emborracharé bajo los puentes, no cometeré faltas de estilo. Acepto este destino de camisas planchadas, llego a tiempo a los cines, cedo mi asiento a las señoras. El largo desarreglo de los sentidos me va mal. Opto por el dentífrico y las toallas. Me vacuno. Mira qué pobre amante, incapaz de meterse en una fuente para traerte un pescadito rojo bajo la rabia de gendarmes y niñeras.

Julio Cortázar 25


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Golpe贸 una puerta, y, en la plaza de la aldea, el ni帽o hizo girar sus brazos, comprendido por las veletas y los gallos de los campanarios de todas partes, bajo el deslumbrante chubasco...

Arthur Rimbaud 29


驴C贸mo decir este deseo de alma? Un deseo divino me devora; pretendo hablar, pero se rompe y llora esto que llevo adentro y no se calma.

Alfonsina Storni

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El hombre tiene un solo cuerpo, como una celda incomunicada, el alma ya está harta de esa envoltura apretada, con los ojos y los oídos de tamaño tan escueto, con la piel -pura cicatrizque viste el esqueleto. A través de la retina vuela hacia el manantial del cielo, hacia el eje helado, hacia la carroza de pájaro, y oye desde las rejas de su prisión viviente, el parloteo de bosques y prados, la trompeta de los siete mares. Es un pecado tener el alma sin cuerpo, es lo mismo que un cuerpo sin camisa, como si no tuviera ni obra, ni proyecto, ningún designio, ni una sola línea. Puros enigmas sin ninguna clave. Pues, quién volvería hacia atrás después de haber bailado donde nadie bailaría jamás. Y sueño con un alma diferente, vestida de otra manera, que arde, recorriendo siempre el camino entre la timidez y la espera, como una llamada seca, sin reflejo, que corre al ras del suelo y como un recuerdo, nos deja el ramo de lilas en la mesa. Corre, niño; no te apiades de Eurídice desdichada, echa rodar por el mundo tu aro de cobre con una vara, mientras, apenas audible pero respondiendo a cada paso, la tierra suena en los oídos tan alegre y austera.

Arseni Tarkovsky 32

(El espejo, cuarto poema)


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Tengo la impresión de que, en todo caso, trato cada vez, por medio de un exilio exterior, de arribar a un exilio interior, a la propia casa, al hogar. Aún no he encontrado mi hogar. Es decir, un lugar en donde se siente el equilibrio entre nosotros mismos y entre nosotros y el mundo. (...) Hemos atravesado la frontera, y estamos aún allá. ¿Cuántas fronteras debe uno atravesar para llegar a su casa?

Theo Angelopoulos 37


El sonido incandescente de una guitarra eléctrica se derrama por la habitación. Con veintisiete dólares en el bolsillo, espera al camello para volver a sentirse el hijo bastardo de Jesucristo. Dentro de un rato, volará de un sitio a otro o se paseará por el lado más salvaje. Más tarde, solo, beberá y llorará y después tan solo será un lobo herido en la nieve, un soldado yanqui mutilado en Vietnam, el espíritu errante de Edgar Allan Poe, un hombre asustado entre las ruinas de Berlín, o tal vez, el tipo que disparó a John Fitzgerald Kennedy en Dallas. Ya está listo para atravesar el fuego.

Lou Reed

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Amo la luz, y el rĂ­o, y el silencio, y la estrella.

Atahualpa Yupanqui

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Todo lo que siempre he querido, desde que era una ni単a, era hacer algo maravilloso.

Patti Smith

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“Lo difícil se aprende enseguida y lo hermoso nos cuesta la vida.”

Bertolt Brecht 63


Todos llevan consigo, hasta el fin, viscosidades y cรกscaras de huevo de un mundo primordial.

Hermann Hesse

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“Pero hace tanta soledad que las palabras se suicidan.�

Alejandra Pizarnik


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Cuando despierto ya no soy el mismo ser, ejecuté sin querer perturbaciones en mi equilibrio nervioso y dejé de expulsar incontroladas babas... de nuevo me sonrío. “Ahora conózcase a sí misma y permanezca en ese estado “

Patricia Heras (Despistes III)

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¿Qué voy a hacer, ordenar los paisajes? ¿Ordenar los amores que luego son fotografías, que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre?

Federico García Lorca (Poeta en Nueva York)


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La tarde, ya en el límite de dar, de ser, agota sus reservas: gozos, colores, triunfos; me descubre los fondos de mares y de glorias, se estira, vibra, tiembla, no puede más. Lo sé, se va a romper si yo le grito esto que ya le estoy gritando irremisiblemente a golpes: «Tú, ya no más; yo, más.»

Pedro Salinas 81


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Oh, cachorro, ¿dónde está tu alma? ¿Está cerca de tu cuerpo? Yo estoy cerca de mi cuerpo. Y muero len­tamente. ¿Qué estoy diciendo? Estoy diciendo amor. Y cerca del amor estamos nosotros.

Clarice Lispector

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Pasajero feliz también en el subsuelo

Hace casi cuatro años acompañé a Juan Carlos a su primera sesión de radioterapia, y también le acompañé en la última. Para la primera sesión él me pidió que le acompañara, para la última se lo pedí yo. Y entre la primera sesión y esa última, hubo veintiocho sesiones más, todo un viaje para sanar su cuerpo, y sobre todo un viaje que su alma contempló al detalle y que ahora nos regala en forma de libro, un libro sobrio y natural, justo como él es. Yo sé que Juan Carlos no pierde el tiempo. De sobra sé que no lo pierde porque conozco bien su torrente creativo, pero además sé que no lo pierde porque Juan Carlos ama demasiado la vida como para despistarse con asuntos superficiales. Juan Carlos es alguien que ha conseguido reunir una gran experiencia, todos los caminos que ha recorrido y todos los zapatos que ha roto, han afinado mucho su mirada…y su puntería.

Lo primero que escribí nada más ver el libro terminado es que Juan Carlos es feliz en cualquier sitio. ¿Por qué digo esto? Porque es una persona que sabe estar en el mundo, él tiene ya las claves para encontrar sosiego en cualquier sitio. Él y su cámara, su cámara y él, bonito verlos danzar y comprenderse y complementarse; a donde no llega él, llega su cámara, y a donde no llega su cámara, llega él con su mirada paciente y consoladora. Sus fotos en el metro de Madrid son pintura moderna y viva, pintura buena, pintura realista, pintura verdadera. Si Goya viviera ahora sería fotógrafo. Si Velázquez estuviese vivo en este momento seguro que haría vídeos de todas las meninas de ciudad. Si tuviéramos al lado nuestro a Rembrandt lo veríamos convertido en un blogger publicando a diario sus rondas de día y sus rondas de noche. Pinta Juan Carlos en su libro con la pintura del blanco y negro, una pintura qua aún no han entendido los pintores. Pinta Juan Carlos con distancia y con respeto, siempre con respeto, pinta metro a metro, paso a paso, de poema en poema, de estación en estación, diciéndonos a todos que se puede ser feliz en cualquier sitio, que cualquier lugar puede y debe ser nuestra casa, y es que la clave de la felicidad no es hacer cosas que suponemos nos van a aportar felicidad, la clave de la felicidad consiste en ser felices sean cómo sean las circunstancias que nos toque vivir. Y en eso Juan Carlos es un maestro. Y un amigo. Al que admiro.

Raúl Rodríguez, 11 de febrero 2016





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