Fuera de Contexto nº6

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fuera de contexto #6

La revista del Jaroso


editorial: marca de agua Ángel López

¿Te has parado a pensar

alguna vez qué queda de la inteligencia, de la imaginación o de la ilusión e las personas que cada mañana atravesamos la cancela de este edificio? ¿Cuál es la evidencia palpable de que cada día venimos, convivimos y compartimos algo más que contenido y cansancio? Ocho de la mañana: los pasillos se inundan de alumnos y profesores que enfrentamos el reto de comunicarnos. La marea sube anegando incluso los cuartos más elevados, la presión es tan alta que pareciera que van a estallar los cristales de las aulas. Pero, ¿qué queda horas más tarde de esas explicaciones? ¿Qué hay detrás de la blancura cerámica de nuestras pizarras digitales? Más tarde la marea baja; y a las dos y media los mismos pasillos se vacían si cabe con agitación mayor. El edificio queda varado en el naufragio del día: las paredes que hace unos meses esperaban impolutas, muestran ahora sus heridas de guerra en forma de pisadas y rozaduras; escaleras y pasillos nos devuelven sucia la mirada, y en el patio se amontonan bolsas de plástico, bolas de papel y, en los días de lluvia, aparecen flotando palos y piedras que fueran motivo de fugaces entretenimientos durante el recreo. Extrañamente, la inteligencia muda de los pasajeros del barco no dejó rastro alguno, pero sí quedaron evidencias tangibles de las malas maneras de la tripulación. Fuera de Contexto demuestra cada curso que en el centro pasan cosas –también tangiblesaparte del deterioro de las instalaciones y la monotonía. Como si de una playa pintada por Dalí se tratara, guarda debajo de las olas el recuerdo vivo de los que han pasado por nuestra revista y escriben ahora no sé qué otras páginas, y nuestro pequeño bote se llena cada viernes con las historias, reales o inventadas, que ahora tienes entre tus manos.

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Es posible que el destino, caprichoso, termine juntando la revista (o el papel grapado, reducido sólo a su naturaleza material) y los restos de bocadillo en el patio. Puede que todo terminen siendo residuos –piedras o poemas- que recuerden que hubo gente con hambre o alumnos que escribieron algo: sombras del apetito o de la imaginación. De un modo u otro lees ahora un trozo de historia del Jaroso que habla, una ráfaga de tiempo del Jaroso que piensa. Depende de ti que muera, o que su voz resuene más allá de sus páginas.

Ilustración: Tomás Martos

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#índice Editorial: marca de agua [2] [5] Entrevista a CADENCIA Time [7] [10] Nuestro último amanecer Four days in London [11] [14] Crónicas de un viaje italiano peteneras boy & profesor akete [18] [19] Poemas Entrevista a Pepe Navarro [22] [26] Un virus llamado Humanidad Atrapado en la red [28] [29] Cineasta blanco, corazón negro La niña que vivía en la selva [31] [33] Una reflexión sobre el sistema educativo andaluz V & W. Conversaciones en Cuatro Vientos [37] [42] El adiós que nunca pude decir

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Redactores, ilustradores y colaboradores de FdC #6 Víctor García, Fran Cañadas, Karen Morales, Javier Poveda, Giseth Morales, Carmen Díaz, Daisy Willis, Esther y María Segura, Pedro Mulero, Marisa Santiago, Ángela Navarro, Luis Cárdenas, Conrado Gandía, J.M. Calahorra, Tomás Martos, Sara, Ángel López, Eloy Villar, María Valero, Marisol Martínez.

Todas las ilustraciones e imágenes de este número son contenido original de los colaboradores de la revista. 5


Entrevista a CADENCIA Giseth Morales

La mayoría, tal vez, no lo sabe, pero en un nuestro instituto tenemos un grupo, un grupo joven… ¡Un grupo de Rock! Tres de sus componentes son Naima Sanchis( Voz), Dani Castro (Guitarra) y Víctor Alfaro (Bajo) El resto de los componentes son: Pedro Artero (Guitarra), Rocky Guevara (Batería Oficial) y Tomas García (Batería Sustituto) Para saber un poco más sobre ellos, nos planteamos hacerles una pequeña entrevista y bien, aquí la tenéis. ¡Espero que os guste! :)

“Las críticas malas son las constructivas, las que nos hacen mejorar, aunque un elogio siempre te anima. ” 6


¿Por qué el nombre Cadencia? Esta es la primera pregunta que nos suelen hacer la verdad... (risas) Pues aunque parezca una tontería, lo soñó mi madre tras días de buscar nombres. ¿Quiénes fueron los fundadores del grupo? ¿De dónde o qué os motivó para crear el grupo? Pues los fundadores fuimos Daniel, Víctor y yo. Lo que nos motivó fueron nuestras propias madres, que hartas de vernos tocar en casa querían compartir con el mundo lo que sus hijos hacían. ¿En qué año se fundó el grupo? Pues... no tiene una fecha exacta, porque todo empezó con quedadas para “echar el rato”. Pero para ponerle un número digamos que a principios de 2012. ¿Cómo definiríais vuestro estilo? Rock internacional ¿Cuáles son las influencias a nivel nacional? ¿Y a nivel internacional? A nivel nacional tenemos bastante poco. Nuestra influencia es fundamentalmente internacional con grupos como Guns and Roses, Metallica, Bon Jovi, Scorpions, Dover, etc. ¿Ha tenido el grupo cambios de formación?¿Ha sido siempre esta formación? No, hemos cambiado de guitarra una vez, también tuvimos un teclista que se marchó y ahora tenemos un batera que sustituye al otro por motivos de distancias. ¿Tenéis canciones propias? Sí, una. Se llama ‘’ Siete Pecados Capitales’’ y trata, pues de lo que dice el título (risas) de los pecados capitales.

¿Quién compone las canciones? En realidad cada uno compone su parte conforme va surgiendo en el momento... es todo un poco “bolete” ¿Cuántos conciertos o bolos habéis tenido hasta ahora? Dime un número, de todos los que os acordéis. Unos 15, más o menos. ¿Tocáis solo Rock o también tocáis pop y ese estilo de música? No nos quedamos solo en el rock... a veces metemos canciones más “comerciales” pero siempre transformadas a nuestro estilo. ¿Vuestros padres y amigos siempre os han poyado siempre? ¡No han tenido otro remedio! (risa) pero sí, siempre han estado de una forma u otra con nosotros. Supongo que como grupo habréis recibido muchas críticas. ¿Cuál ha sido la mejor que os ha hecho? ¿De quién fue? ¿Y la peor? Las mejores suelen ser las peores, las críticas malas son las constructivas, las que nos hacen mejorar, aunque un elogio siempre te anima. ¿Os acordáis del primer bolo que tuvisteis? ¿Dónde fue? Sí, ¡Cómo olvidarlo! Fue en un bar de Vera, en el Paddy’s, en 2012 más o menos… Y ya para terminar: Si fuerais un grupo nacional o internacional reconocido. ¿Qué grupo os gustaría ser? Puff... es difícil, pero si tuviésemos que elegir uno… ¡Metallica mismo!

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time Juan Carlos Laguna

Two minutes. Usually the time to read a sonnet. Usually the time to watch a Monty Python gag. Usually the time to set the alarm clock and get into bed. Usually the time to change clothes. Never the time to kill a person.

Ten minutes. Usually the time to walk around the block. Usually the time to talk with your parents. Usually the time to write an e-mail. Never the time to hide a dead body in your wardrobe. One hour. Usually the time to do the shopping. Usually the time to talk about trends in music and fashion. Usually the time to learn a Spanish lesson. Never the time to dig a hole in your back garden in the middle of the night. Three days. Usually the time to write a school project. Usually the time to break up and make up. Never the time to move to another country without a word of warning. Six weeks. Usually the time to plan your Summer holidays. Usually the time to realise you’ve married the wrong man. Never the time to find a rotten corpse in the house that you are selling.

Three years. Usually the time to get some sleep after your first child. Usually the time to accept a dear classmate’s petition on Facebook. Usually the time to finish your first novel. Never the time to stalk your next victim.

Four months. Usually the time to climb Mount Everest. Usually the time to rehearse for a theatre play. The time to watch all the episodes of The Simpsons. Never the time to kidnap a thirteen year-old girl and put her family into pain and suffering.

One week. Usually the time to read a classic novel. The time to teach your dog to sit and lie. The time to wait for another Saturday night party. Never the time to play with a girl's mind.

Eight hours. Usually the time to cook Christmas dinner. The time to fly from London to New York. The time to get a good night's sleep. The time to paint all the rooms in your house. Never the time to molest and abuse a girl.

Two minutes. Usually the time to write a punk song. The time to climb up a flight of stairs. The time to respond to a remote command. The time to rescue a teenager and shoot the criminal dead.


Two minutes. Eight hours

One week Four months Three years Six weeks Three days One hour Ten minutes

Ilustraci贸n: Daisy Willis 9


Nuestro último amanecer Víctor García Una sombra rondaba entre los edificios con la delicadeza de una gacela, acechando al depredador para que este no acabase alimentándose de ella. Con una sonrisa en el rostro y una mirada azul tan profunda como el cielo, la sombra salió corriendo, alejándose de quien la pueda cazar. Se alejó y se alejó, hasta llegar a un edificio algo maltrecho. En el letrero se leía a duras penas lo de “supermercado”, a pesar de toda la suciedad acumulada por el paso del tiempo y que nadie se preocupase de su manutención. La sombra se quitó la capucha, dejando ver su rostro, el rostro de un joven que había pasado mil penurias, de cabellos castaños y desordenados, que no pensaba preocuparse de peinárselos. -Necesito algo para afeitarme -Se dijo a sí mismo. Lo dijo en voz alta solo por el simple hecho de que oír su voz le resultaba reconfortante. Suspiró mientras se mesaba la escasa barba. Se encontraba exhausto, no sabía si quería seguir con toda esta pantomima. Pero se esforzó, había alguien que dependía de él. Antes los veinticinco era una edad en la que se estaba en la flor de la vida, ahora… Ahora era incierto lo que deparaba el futuro, fuera para quien fuera. “La muerte te espera en cada esquina”, le dijeron los que poco después la encontraron. Mil penurias, mil perdidas, y que poco a poco iban aumentando de una manera u otra. “Las penurias te hacen más fuerte”, le dijo su padre, antes de que todo esto empezara. Hacía tiempo ya que no rememoraba aquella época en la que todo era normal, resultaba deprimente. Aún así, de vez en cuando, algún recuerdo de aquella época se colaba y jugaba con su mente, recordándole el agua corriente, la gente perdida, el no estar eternamente en peligro… Pensar en ello, recordarlo, hacía que le diesen verdaderas ganas de llorar, como cuando era un niño. Volvió a suspirar, empujó las puertas, pero al ser automáticas no cedieron. Metió los dedos por la escasa separación entre ambas y se propuso separarlas del todo. No pudo evitar pensar en lo fácil que era en el pasado, te acercabas y se te abrían solas. No consiguió separarlas mucho, pero si lo suficiente como para que entrase sin problemas. Al entrar se vio en un supermercado con muchas estanterías tiradas, saqueado casi al completo, impregnado de una absoluta oscuridad. Seguramente no encontraría nada más allá de una lata de conservas caducada o algo similar. Maldiciendo por lo bajo sacó de su bolsillo una pequeña linterna auto recargable y la encendió. La oscuridad se disipó, pero no encontró a la vista mucho que le pudiera servir.


Cogió un par de botellas de agua que no estaban abiertas, no se fiaba del otro par que si lo estaban. Rebuscó por las estanterías caídas, repasó un poco todo, pero no encontró nada. Miró la caja registradora, el dinero no le serviría, pero… Miró la mesa y el archivador, ahí podría encontrar lo que realmente buscaba. Se puso a rebuscar de nuevo, pero esta vez entre los cajones de la mesa y el archivador. ¡Bingo! Miró el objeto que tanta falta le hacía, miró su medicina. La medicina que todos necesitaban. Metió todo lo que había encontrado en su mochila, salió del supermercado y miró el eterno cielo, el ocaso… La muerte del día. Se colocó la capucha y volvió a convertirse en una gacela acechando a su depredador, huyendo de el sin que llegara a saber de su presencia. Sigiloso, rápido… Iba tan rápido, no podía perder ni un segundo, no le gustaba la noche en el nuevo mundo. Llegó a su destino, un gran edificio de unos siete pisos, antes era un bloque de oficinas, ahora, un refugio. Miró la puerta, cerrada y reforzada a base de tablas de madera, las apartó y abrió la puerta, pasando al interior, no sin antes recolocar las tablas y cerrar tras de él. Unas acciones que le resultaban ya automáticas. Miró las infinitas escaleras, después de todo, el ascensor no funcionaba, como todo lo electrónico. Encendió la linterna y fue subiendo poco a poco, bajo la escasa iluminación que le daba la linterna con la batería a medio descargar, no le merecía la pena recargarla, se decía a sí mismo. Llegó al quinto piso, la linterna emitió un último centelleo débil y se apagó, para siempre. Algunas velas iluminaban el pasillo, lo siguiente era una zona de oficinas, de lo más típica, pero con las mesas movidas y una especie de campamento a base de maderos para quemar y sacos de dormir ahí en medio. Los ojos del joven se posaron en los de una joven que estaba contra la pared. -¿Encendiste tú las velas? –Preguntó, notablemente preocupado por ella. La chica le dedicó una sonrisa, una sonrisa en su cara pálida, con la frente llena de perlas de sudor, causadas por una clara fiebre. El alma se le cayó a los pies con esa visión, pero aguantó el tipo, no podía llorar, tenía que disfrutar de esos momentos. -Vale, no pasa nada, tenías que iluminar el sitio… Por cierto, encontré agua y… Lo que hablamos. –Dijo, con una cara de circunstancias, mientras se quitaba la capucha y dejaba en el suelo la mochila. –Nada más… Ella alargó la mano, dejando que la sabana con la que se tapaba cayera un poco, dejando ver en su brazo una venda algo manchada por la sangre. Él puso mala cara al ver eso, pero simplemente se agachó y aceptó agradecido la caricia de esa persona a la que quería tanto. -Oye… Si lo has encontrado… ¿Cuantas hay? –Preguntó, algo preocupada, mientras perdía las fuerzas en el brazo y lo dejaba caer. -Solo una… No necesitamos más, ¿no? –Dijo, con una mueca de rota seguridad en el rostro. Simplemente no soportarla verla así. Ella asintió, con una mirada entristecida, no le gustaba lo que sucedía… La noche fue transcurriendo, él fue al baño, ella bebió un poco de agua, y contempló la lata con agua y un paño que él había dejado ahí hacía unos momentos. Cuando él volvió, con una camisa cambiada y una amplia sonrisa, tenía una decisión muy clara, disfrutar del momento. -Me he afeitado, la cuchilla no podrá servirme más, pero bueno, ya me las apañaré… Sé que te gusto más sin tantos pelos de por medio, así que creí que era buena idea. –Dijo, mirándola con cierta remolonería. Ella rió, y alargó la mano como antes, esperando que él se agachase, cosa que hizo de inmediato. Ella le acarició la mejilla, disfrutando de la suavidad de su piel. -Me gusta… Mucho. –Concluyó, con una sonrisa amplia. Él alargó la mano y cogió la lata y el paño, lo escurrió y lavó la frente de la chica, retirando el sudor, refrescándola un poco. -Hay tantas cosas que queríamos hacer, ¿eh? Y la hemos cumplido todas… -Dijo él, cambiando a su manera de tema.

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-Es cierto, como la vez… que estuvimos en la Estatua de la Libertad. Me… encantó. –Susurró, mientras su mirada vagaba por el infinito, a través de las paredes vidriadas de la oficina. Suspiró. –Hay algo que aún no hemos hecho… No hemos visto el amanecer juntos. –La mirada de él se paró sobre ella, sorprendida. -Es verdad… Decíamos que teníamos tanto tiempo… Si no hubiéramos hecho esa idiotez de pasear agarrados de la mano por el parque. Si esa mala bestia no hubiera salido de la nada y te hubiera mordido… -Dijo él, maldiciéndose así mismo por ser el culpable de lo que le había pasado a ella. Sin embargo, ella le acarició la cara, con una sonrisa, negando. -No tienes la culpa de nada, recuérdalo. Además, aún podemos ver el amanecer juntos, recuerda. –Le alentó ella. Sin mediar palabras, él se sentó al lado de ella, y se quedó ahí, esperando. Horas más tarde, ambos contemplaron con muda expectación como el sol salía de la nada, como el cielo se iluminaba, como el día nacía. Ella derramó unas lágrimas, de manera silenciosa, mientras su respiración se hacía cada vez más débil. Él la contemplo, con los ojos humedecidos por las lágrimas. Se puso delante de ella, expectante, mientras veía que su respiración se hacía tan débil que… Desapareció. Solo entonces dejó que su tristeza saliera, sollozando, mirándola. Cogió su mochila y sacó el objeto tan preciado que había encontrado, la medicina los males de ella. Una pistola. La contempló en silencio, mientras acercaba su frente a la suya, mientras unas lágrimas se derramaban por su rostro. Mientras los sollozos llenaban la habitación. Y entonces, puso el arma en su nuca, mirando el rostro de ella desde cerca, incumpliendo su trato. -Te amo. –Dijo. Y un sonido atronador inundó toda la oficina, y dos cuerpos cayeron, muertos, para siempre, de manera inalterable… Porque en un mundo donde los muertos no permanecen muertos, porque en un mundo donde la única medicina infalible es una pistola… Porque quizás en un mundo así no se pueda ser feliz. Porque estas son… Historias

Texto ganador del concurso literario del IES Jaroso 2012/2013

de un Mundo Desordenado.

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Four days in London María Valero and Marisol Martínez Last week we went to London in order to participate to the World Travel Market and also to visit this beautiful city that is London. With an early departure (3 a.m.) from Cuevas, we took the bus that transferred us to Alicante airport and we flew with Ryanair to London. There, another bus (with a spanish driver !) made us arrived to our hotel : the Generator This very modern hotel in the center of London was in renovation, but it was very cosy and good enough for the few days that we would have to spend in it. After having left our luggage in an hotel’s premise, we started to walk with a guide of our school (each day a different student had to be the guide across the city) and discover a few monuments and places :

At night we returned to have dinner in the hotel and we went early to bed as we were exhausted because we have woken up early in the morning and also because of the tripl and the afternoon of walking in the town.


The second day was specially reserved to go to the World Travel Market. After a copious breakfast and with the help of a new guide we left our hotel and took the underground to reach the place where this demonstration had taken place.

The World Travel Market is an event administered by events organiser Reed Exhibitions, which also organises other travel industry events including Arabian Travel Market and International Luxury Travel Market. Then we came back to our hotel and prepared the explanation we had to make the following day as everyone had a place in London to explain. The three girls of the first year in tourism’s class : Marisol, Maria-Jose and me were very anxious as it would be the first time we had to speak outside in public.

It’s an enormous exhibition made of a multitude number of stands about different countries gathered by continents. We visited each place one after the other making questions, taking documentations or little gifts as bracelet, chocolates, etc… We made a lot of photos, It was also fun !!!

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Suddenly it began to rain so strong that we decided to end the visit on the following day. A part of the group went back to the hotel and the other part (where I was) decided to protect us of the bad weather in taking refuge in the most expensive and great shop in the world : Harrods , where we bought a few souvenirs …. After this shopping time, Maria-José, Marisol and me enjoyed our last night having dinner in a Greek restaurant and then we went to take a drink in a pub near our hotel where we had good time listening to music and speaking with Irish boys ! Finally, Saturday morning after having made the check-out in the hotel, we went to see the House of Parlament, Big-Ben, Buckingham Palace but unfortunately it was still raining and it was difficult listening to our colleagues when they were making their speech about these monuments. In the afternoon, a bus came to bring us back to the airport and we arrived in Murcia at 8 p.m. where another bus was waiting for us to drive us to Cuevas. It was a little short travel but very intensive of emotions and with a friendly atmosphere : I’m looking forward to the next excursion with our class ! 15


Crónicas de un viaje italiano Víctor García

Teniendo en cuenta

que en este año me toca a mí hacer estas crónicas, tan típicas de nuestro querido Fuera de Contexto, he decidido salirme un poco del esquema: Me desperté, comí pasta y me acosté. Os puedo comentar lo bello de los lugares, sinceramente los hermosos prados verdes, las colinas llenas de vida, eran algo para ver. Un espectáculo que ver mientras escuchabas música, ajeno a las demás dolencias de los largos viajes en bus. Que esa es otra cosa, muchas veces parecía que veíamos más autobús que Italia. Pero, ¿quién no está deseoso de descansar un poco en el autobús después de horas y horas de andar por Roma o Florencia? Pero bueno, no vengo a hablar del placentero autobús con su genial chófer, Domingo, no, queridos lectores. Bueno, vamos por paradas. La primera, el barco. Mirad que me han dicho que lo iba a pasar mal en el barco, pero la realidad fue mucho mejor. Fue un trayecto para recordar, al menos para mí. No me pasé por la discoteca, no ligué ni nada de eso, fueron las charlas en los pasillos, las procesiones improvisadas y los momentos rudos con los que ese viaje se quedó en mi memoria.

Y hablando de los momentos rudos, ese es nuestro nuevo apodo, los Rudos. Que Lucía cogió con gusto, porque todo el viaje estuvo el mote presente, en su grito de “¿Dónde están mis rudos?”.

Aunque bueno, como bien dijo una compañera, somos rudos pero de buen corazón, así que os prestamos nuestro papel para el… eso. Que sí fueron veinticuatro horas jodidamente malas para unos, pero otros estuvimos descojonándonos, hablando con propiedad.


Después tenemos Florencia, ah… Florencia… Florencia y el dolor de pies. Florencia y los museos. Florencia y las salidas que en realidad no son salida. Florencia y sus manifestaciones contra la mafia. Y ahí viene otra anécdota. Mis queridos compañeros y yo vimos esa manifestación y la bandera que llevaban, muy similar a la del orgullo homosexual/bisexual/transexual. La reacción de algunos fue gritar a coro eso de: “¡MARICONES!” Sí, aquí estamos nosotros, los rudos, que se note. Y sí, por si os lo preguntabais, comimos pizza, pasta y todas esas cosas, qué interesante, ¿no? Pateada al autobús, que Lucía decidió convertirla en una carrera. Cosa más ridícula desde fuera y graciosa desde dentro, una treintena y pico de españoles corriendo por las calles de Florencia en busca de nuestro autobús, alentados por Lucía (cómo corre llevando tacones, la leche), cómo no. Borrón y cuenta nueva, nos vamos al hotel.

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Bienvenidos a Venecia,

o… Bueno, al puerto donde nos llevarán a Venecia. ¿Veis esos bonitos barcos en los que no hay oxido y están en buen estado? Pues nosotros nos vamos en ese balandro, ¡pasajeros a bordo! Y Venecia también muy bonita, excepto por las gaviotas asesinas y sus proyectiles igualmente peligrosos. Menos mal que solo uno de nosotros sufrió el ataque. Vamos al restaurante, comemos y nos dispersamos en las góndolas. ¡Traidores! Nos dejan a mí y a otro compañero con los profesores, ¿Dónde está el compañerismo ahora? Oye, pues aún así no estuvo mal. Nos buscamos a un gondolero que nos diera un paseo barato y que ya de paso fuera guapo, palabras de Lucia. Un buen paseo, el gondolero muy majo, nos presentó hasta a su padre. Bueno, nos reunimos con unos compañeros, nos vamos a comprar regalos, que para eso está el tiempo libre. Pues bien, me separo un momento y entro a una de esas cientos de tiendas de máscaras que hay en Venecia, me pongo frente al mostrador,

, mirando a la dependienta a los ojos, en ese típico momento en que los dos protagonistas de la película se enamoran y le digo: “¿Usted habla español?” ¡Sí señoras y señores! ¿Qué os esperabais que dijera? Ah, por cierto, que sí hablaba español, su abuelo era de aquí de Almería. ¡Los almerienses nos multiplicamos por todo el mundo! Y bueno, eso fue el viaje a Venecia, después nos metimos de nuevo en el barcucho, estaba lloviendo y nos mojamos, tenía goteras el jodido… Mañana será un mejor día, espero… Ah, espera, no, que el día no se acaba. Después de la discoteca, yo en mi camita recibo visitas, de compañeros “contentos” (ejem), que no es algo que se vaya a contar lo que pasó, pero bueno, que la noche acabó muy de mañana para todos… Ah, Siena. No tengo nada que destacar de Siena, ¿para qué engañarnos?

Por la noche nos toca hotelazo, ¡joder Mike, eso sí es un hotel! Pero como se suele decir, un gran hotel conlleva una gran responsabilidad. 18


Ains, que me meo de la risa. ¿Responsables nosotros? No contaré lo que hicimos, no viene al caso, que los basurólogos del instituto lo adivinen. Bueno, muchos sabréis que por poco nos echan, en fin.

Roma fue un lugar curioso, muy bonito, para que engañarnos. Hicimos un poco de espectáculo, uno de los compañeros (él sabe quién es) empezó a tocar el timbal. Fue curioso, ahí estábamos los españoles, sí señor. Pero para espectáculo español el que montamos en la Plaza España. Ahí dimos a ver que si éramos españoles, con nuestro espectáculo de canto y timbal. Ah, nos perdimos un par de compañeros y yo, pero bueno, ¿Quién no se pierde en Roma? Menos mal que la Plaza España nos pillaba cerca. Esa noche sí que estuvimos tranquilos en el hotelazo, nos habían puesto los testículos/ovarios de amígdalas, la verdad. Siguiente día Vaticano, aburrida cola, mucho que ver, poco tiempo… Lo cierto es que el sitio estaba genial, no llega a llovernos y habría sido casi perfecto. Y bueno, de ahí al barco, que fue un viaje más tranquilo, la verdad.

¿Y qué más queréis que os cuente? No, no robamos, no, no nos echaron del hotel, no, nadie se intentó inmolar. ¡NO, no pasó nada raro más allá de lo que os he contado! Desmintamos las exageraciones que se dicen y que os inventáis. Y bueno, hasta aquí esta crónica. Un placer informaros.

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peteneras boy & profesor akete Tomรกs Martos


poemas

Fran Cañadas

Mirada al horizonte oscuro

Mirar. Contemplar. ¡Solo mirar y ver! ¿por qué me quitaste, dios mío, el don de ver? ¿por qué me llenaste de oscuridad? Los árboles, las flores, las estrellas. Solo me quedan recuerdos lejanos Que vi en mi niñez. Dios mío, ¿por qué me quitaste el sol? ¿por qué me apagaste el cielo y me dejaste vagar a oscuras, Sin luceros, sin la luna y sin fuegos que puedan guiar? Solo quiero ver el mundo. Saber dónde ir y ser un rayo de luz.

Ilustración: Ángela Navarro


RESIGNACIONES Estoy resignado a esta desesperación, Pues sin ella no tendría a que resignarme. Si no me resigno a algo, Al buscar la explicación A una cosa imposible de alcanzar Moriría de pena sin saber nada. Pues al saber que no puedo Encontrar respuestas, me entristecería Hasta el punto de no querer aprender ninguna cosa nueva, Y al darme cuenta de ello pensaría en que Iría a mi muerte sin conocer todo aquello A lo que resignarme para no estar desesperado.

Ilustración: María Segura 23


HAIKU - PAZ La acción del más bueno y el más sabio Es saber perdonar para encontrar la paz interna.

Ilustración:Mª José Santiago

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Entrevista a Pepe Navarro Luis Cárdenas

Últimamente estoy raro, tengo que reconocerlo, y lo peor es que no sé muy bien cómo explicarlo… tal vez sea el frío, quizás el hastío de dar clase a la pared algunos días, o qué demonios, simplemente me estoy haciendo viejo. La cuestión es que ahora que me he puesto a escribir la entrevista que le hice a Pepe Navarro hace unas semanas, me ha entrado una extraña mezcla de tristeza y melancolía que ni os cuento. En los últimos años voy viendo como gente a mi alrededor, gente que era parte de la existencia y del paisaje del Jaroso van desapareciendo, y tú sigues ahí… Luisa, Paco Viúdez, Juan Cervantes… un sinfín de compañeros que concursan a otro centro o interinos que los mandan lejos de aquí y no vuelves a saber nada más de ellos por mucho que intentes mantener el contacto. Qué queréis que os diga, cada vez me cuesta más trabajo decir adiós a toda esa gente con la que comparto horas y horas en el instituto, en la cafetería, en la sala de profesores, personas con las que me disfruto de unas risas, con las que me paro a hablar o incluso con las que me quejo. Y de pronto, bang, una entrevista a una de esas personas que pensabas que siempre iban a estar aquí, porque simplemente cuando llegué ya estaba aquí desde siempre: Pepe, el eterno director del Jaroso. Como os he dicho antes, es una sensación rara escribir estas líneas el mismo día en que se jubila. Ley de vida, pensaréis muchos. Sí, tal vez. Tal como están las cosas, jubilarse es lo mejor que ha podido hacer. No os quito la razón… sin embargo, no se me quita esta extraña sensación que produce el adiós y como no tengo ganas de que os aburráis con mis paranoias antes de tiempo, ni yo de cortarme las venas con una cuchilla oxidada, os dejo con la entrevista que le hice a Pepe Navarro días antes de su jubilación.


Ahora que la jubilación está a la vuelta de la esquina, ¿se ve con alegría o se siente algo de melancolía?

Una pregunta que nos hacemos todos ¿qué vas a hacer a partir del día cero de tu jubilación?

Luis, qué pregunta más difícil c…., hombre, aparentemente yo considero que en las circunstancias actuales, hasta puede ser una alegría, pero después de tantos años trabajando en esto… dejarlo… te cuesta, sobre todo cuando has puesto todo lo que has podido y más, y sobre todo a los que nos llena esta profesión… no puedo dejar de sentir melancolía.

La verdad es que no lo sé… pero te juro que me he propuesto lo siguiente: no tener ningún tipo de obligaciones y decidir en cada momento hacer lo que me guste, me haga feliz, me relaje, no me de problemas y me conserve la vida mucho tiempo si es posible. Te lo digo de verdad ¡ninguna obligación!

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¿Cuántos años has estado de director y cómo te dio por meterte en ese fregado? Han sido tantos… deben estar alrededor de 25 y las circunstancias que me metieron en el tinglado fue una situación coyuntural del Centro, en el que no había un equipo directivo estructurado, algunos los jubilaron o los echaron y entré con una amiga que era directora en aquellos momentos, de secretario creo recordar…después ella se marchó por traslado, me quedé solo y como no había más alternativa empecé con un equipo nuevo. Hubo un periodo breve en que lo dejé porque me sentí agobiado y un poco cansado. Hubo un par de años que no tuve cargo, pero otra vez me volvieron a insistir y lo cogí ya hasta el año pasado.

¿Qué es lo más difícil de ser director en un centro tan gigantesco como el Jaroso? Lo más difícil, lo más complicado… las relaciones humanas. Los humanos somos muy peculiares, y dentro de los distintos sectores del centro, si ya con los alumnos, tú ya sabes, los padres también… para mí la más complicada, los compañeros.

¿Se echa de menos la dirección ahora que eres soldado raso? ¡En absoluto! ¡Qué paz! ¡Qué tranquilidad! ¡Qué relax! (No veas qué cara de felicidad me pone en este momento). Sobre todo cuando paso por la puerta del instituto, que por suerte o por desgracia paso todas las noches por dicha puerta, y cada vez me dice menos…ya no me preocupa si hay una luz encendida… me digo, estarán trabajando. Un relax inconmensurable.

¿Qué será lo que más añores cuando no tengas que venir obligatoriamente al instituto? Seguro que la clase.

A lo largo de todos los años que has ejercido de docente habrás conocido a centenares de profesores que han pasado por el instituto ¿recuerdas especialmente a alguno con cariño? No sé si sería justo nombrar a alguien. Todos han sido mis compañeros, a todos los he considerado como compañeros y amigos, aunque algunas circunstancias han creado momentos de unas relaciones peculiares… pero estoy muy satisfecho de todos los que han trabajado conmigo y estoy muy agradecido a todos los que han trabajado en el centro.

“Estoy muy satisfecho de todos los que han trabajado conmigo y estoy muy agradecido a todos los que han trabajado en el centro.” 26


Habiendo sido director y sobre todo, profesor de Historia, seguro que tendrás miles de anécdotas que contar ¿Podrías contar alguna a los lectores de la revista? Es que es muy dura… Mejor, mejor, jejejeje ¿La digo? ¡Claro! Ja,ja,ja,ja. De esto hace muchísimos años, esta no se me olvida, seguro que habrá otras…. Pero igual que ahora hay el acceso a la universidad, antes también existía y había un alumno (cuando digo alumno puede ser también alumna) no tenía un buen rendimiento académicamente y en septiembre aprobó el Curso de Orientación Universitaria, el COU. Bueno, pues motivo de alegría para todos y seguro que para la familia también fue motivo de alegría… y se presenta el padre con un talonario en la mano diciéndome: pon tú la cantidad que mi niño/a tiene que aprobar Así como lo cuentas Así de claro. El talonario encima de la mesa Parafraseando al protagonista de Casablanca (si alguien no ha visto la película, por favor, que luego no me diga que le gusta el cine): de todas las carreras del mundo ¿por qué elegiste Historia? Porque la Historia es mi pasión, siempre me gustó. Estoy seguro que lo he hecho bien, aunque también podría haberlo hecho mejor, pero como me gusta dije, voy a aprender esto y voy a intentar enseñárselo a la gente, porque creo que la Historia es la vida misma, es el reflejo de ella.

¿Qué es lo que más ha cambiado desde que entraste a dar por primera vez una clase en el Jaroso? El alumnado. Las condiciones de trabajo han mejorado. Tiene cierta lógica, la evolución no debe llevar marcha atrás. Si tuvieras que quedarte con una sola cosa de tus años en la enseñanza ¿con qué te quedarías? Con mis alumnos Ya que estamos acabando, me gustaría que me recomendaras una película, un libro y un disco.

“Un libro…, La Odisea. Una película… Novecento de Bertolucci, y un disco… cualquier obra de Beethoven." Lo último. Un consejo o unas palabras para terminar Se la voy a dedicar a mis compañeros. Que tengan la suerte que he tenido yo de estar muchos años trabajando satisfactoriamente, con una buena relación entre todos nosotros y que podáis disfrutar de este trabajo que es la enseñanza, un trabajo que es muy complicado, lo sé, muy difícil, pero tenéis que tener la capacidad de sacar todos los días algo positivo, que os haga llegar a casa por lo menos contentos.

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Un virus llamado Humanidad Víctor García

AVISO: Aquí me incluyo yo, como a todo ser humano

Basándome en un debate de opiniones en clase de filosofía en el que hablábamos sobre con cual de nuestros cinco sentidos nos quedaríamos, me puse a pensar sobre los humanos. Como reza el grupo Mägo de Oz en su disco Atlantia, los humanos no somos ya mamíferos, ahora solo somos un virus. Nacemos, crecemos, nos multiplicamos, matamos, destruimos, y después, al fin, morimos. Retomando el tema de los sentidos, los humanos por lo general disponemos de cinco: Vista, oído, tacto, gusto y olfato. Pero… Realmente esta especia a la que pertenecemos… No sabe ni lo que puede obtener por ellos. Nuestra vida suele ser el sentido más importante para nosotros, pero abrimos los ojos para descubrir que los colores se pierden entre un gris de cenizas y destrucción. Y aunque pudiéramos ver tras esa polución, apartamos la vista cuando nos conviene.

Escuchamos cientos de cosas, el oído también es muy apreciado, pero todo se filtra por una nube de ruido antinatural, usamos la música para hacer desaparecer ese ruido, para ignorar lo que pasa.

Ilustración: Mª Amparo Santiago


¿De qué nos sirve tocar sirve tocar si todo ahora es duro y frío? Hasta la calidez humana también se diluye tras la tecnología. Los olores desaparecen en nuestra pestilencia, la pestilencia creada por la humanidad y de lo que ya no podemos huir. Los sabores se vuelven falsos, adulterados, insípidos, desaparece el sabor real por completo y ya ni lo reconocemos. ¿Y sabéis que? Esto, todo lo que los sentidos han perdido, es por culpa de un virus llamado humanidad. Contaminamos, destruimos, matamos. Vivimos robándote en la Tierra, pero no le devolvemos nada, ¡nada más que nuestros derechos! Engañamos, mentimos, le damos la importancia a lo material y solo rezamos por recibir bienes materiales, bienes de los que a la larga te aburrirás y tirarás, continuando la plaga en la que nos hemos convertido. Creamos cosas bellas, esculturas, cuadros, música… Algo que tener cuando queremos huir del mundo real, de lo que realmente encontrarás con tus sentidos en la calle… Aunque siempre habrá personas que serán la excepción que confirme la regla… Con facilidad se les ignora. ¿Alguien se acuerda de cuando dije de que no somos libres? Me reafirmo. La cadena más grande, la más pesada que ata a la humanidad, la que le obliga a ser… Esto que es… Es la propia humanidad. Reflexionad sobre esto: Si las moscas desaparecieran de la luz de la Tierra, la vida podría acabarse. Si los humanos desapareciéramos…

No pasaría nada. No apartamos nada. Absolutamente nada.

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Atrapado en la red Javier Poveda Abrí los ojos a duras penas mientras la luz me cegaba, ¿lo primero que vi y escuché? Un aterrador grito de dolor y una hoguera. Miré a mi derecha. Allí estaba, tirado, aquel que acababa de gritar atravesado por un cuchillo y atado a un árbol como si fuera un criminal. Antes se nos trataba como viajeros, valientes guerreros que buscaban una gran aventura, ahora solo somos mercenarios para ellos, escoria que merece ser cazada y eliminada. Soy Weiss y aquí comienza mi historia. Me hice con aquel cuchillo antes de que los asesinos terminasen de decidir qué hacer conmigo y lo use para cortar las cuerdas. Corrí tan rápido como mis piernas me dejaron entre los árboles hasta conseguir perder de vista aquella horrible escena, pero debía tener cuidado porque aquellas personas no eran el único ni peor de los peligros del bosque. Ya nada era como antes, este juego se había convertido en una lucha por nuestra propia existencia. Dejadme que te ponga en situación joven viajero. Hace menos de una semana comencé a jugar a este juego llamado Exium, un juego de la nueva generación de juegos de inmersión virtual; cansancio, dolor y fuerza todo estaba inhibido pero; cuando ayer estaba apunto de alcanzar el nivel 10 cuando un virus invadió el sistema. El cielo se tornó negro y de él una tenebrosa e imponente figura apareció; Corvo, el mismo que infectó el sistema. Este nos dio un gran discurso que me importó una mierda así que os resumiré: ''A todos jugadores, a partir de hoy yo seré el sistema, todo lo que teníais ahora es mío y habéis sido reiniciados. Los inhibidores del dolor han sido desactivados y todas las salidas del juego están bloqueadas excepto una, derrotarme y recuperar el sistema. No tenéis vidas extras, si morís quedaréis atrapados hasta que alguien termine. Por cierto, ya no hay zonas seguras y todo lo que controlo, va a por vosotros.'' Concluyó con una risa tenebrosa. Hoy perdí a mi compañero y casi acabo yo igual por su culpa, así que he decidido que haré esto solo. Casi sin ropa deambulaba buscando comida hasta llegar a un pueblo, con el dinero que tenía solo pude conseguir un trozo de pan, unos pantalones de la basura y una espada oxidada. Salí del pueblo oculto en un carro pues la Armada estaba buscando jugadores para eliminarlos, ya nada era seguro como Corvo dijo.


Las siguientes semanas las pasé en el bosque entrenando, subiendo de nivel y consiguiendo materiales para vender a un mercader ambulante que me proveía de equipo y suministros. Cada día que pasaba mis ganas de salir del juego aumentaban al igual que mis habilidades. Ya muchos del millón de jugadores que éramos al principio habían caído, yo no pensaba acabar igual. Al terminar el segundo mes me di cuenta de que no era suficiente, necesitaba buscar un equipo mejor, no una armadura básica o algo así, necesitaba algo capaz de dar a un hombre el poder de un ejercito si pensaba superar a la Guardia del Crepúsculo.

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Eran los mejores guerreros de la Armada, los que guardaban el Castillo de Media Noche, donde al parecer estaba oculto el hacker. Busqué a los mejores maestros armeros de todo este mundo y les dije la difícil petición que les iba ha hacer. Todos ellos estaban de acuerdo en ayudarme ya que si los jugadores desaparecíamos ellos serían borrados, no me cobrarían nada pero que yo tendría que buscar lo que les hacía falta. Durante esta misión hay una parte que merece ser contada; conseguir las zarpas de Zatros, una bestia semi-humana que guardaba las llaves a la prisión de Runterra, donde se encerraba a los jugadores antes de ejecutarlos. Para entonces yo ya casi era nivel 89, mis habilidades estaban ya casi alcanzando su límite. Mi primer encuentro con la Armada estaba cerca pero estaba solo, no era buena idea realizar un ataque frontal. Tenía un arsenal a mi disposición como saliésemos de aquí depende de como lo usase. Abrí el inventario y cogí mi arco y una daga, esto era trabajo para el sigilo. Sorteé los guardias de la entrada y los pasillos, pero el carcelero no sería tan fácil de evitar. ¡Me encontraron! La alarma sonó y toda la guardia bajo al patio en mi busca. Más de 100 hombres contra un solo filo.

No me parecía bien, se presentaba un combate divertido pero solo era un calentamiento. Aprovechando el cielo tormentoso y que no había techo sobre nuestras cabezas conjuré a mi mascota ,Volt, la bestia del relámpago. Solo con su aparición toda la zona se electrocutó y los enemigos cayeron derrotados. Bajé corriendo hacia abajo para terminar antes de que llegasen los refuerzos. Zatros estaba esperándome y me sorprendió. Me tumbó en poco y puso sus garras alrededor de mi cuello. Tratando de mantener la calma, decidí usar mi último recurso. Rompí un pequeño cristal en mi bolsillo y me transporté a pocos metros. Sus garras quedaron atrapadas en el suelo, aún con la adrenalina del momento, corté su mano y le clavé una flecha en el pecho. El aullido de muerte de la bestia fue interrumpido por los refuerzos. Cogí las llaves y abrí las celdas para conseguir un poco de apoyo, mientras me abrí paso y marche a lomos de mi bestia. Todos los materiales estaban a mi disposición ya solo me quedaba volver a por lo prometido. Un inmenso mundo de aventuras sigue abierto ante mí. ¡Recuperaré el sistema!

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Cineasta blanco, corazón negro Eloy Villar

El pasado jueves 16 de mayo tuvo lugar en nuestro instituto una charla – coloquio organizada por el profesor Eloy Villar dentro del proyecto Encuentros Con El Autor del Ministerio de Educación y Cultura. En ella, el escritor y crítico de cine Jesús Lens departió con el alumnado del Ciclo de Grado Superior de Turismo, y todo aquel que quiso escuchar, sobre su última publicación, un excelente ensayo titulado Cineasta Blanco, Corazón Negro. El autor nos habló de la contribución tan importante que algunas películas tuvieron sobre el turismo de un continente del que sólo nos llegan malas noticias, aunque su belleza supera con creces cualquier fama. Nos habló del caso concreto de Memorias de África. El año que se rodó esa película visitaron la zona unas doscientas cincuenta mil personas. El año posterior al estreno fueron setecientas mil. Y eso son muchos ingresos para los comerciantes locales. También nos habló Jesús Lens de su anterior libro, Café-Bar Cinema, en el que analiza, visita y saborea los establecimientos hosteleros más conocidos del mundo del celuloide, incluido el Rick's Café de aquella Casablanca imaginaria donde se libraba una guerra mundial con la palabra.


Este Cineasta Blanco, Corazón Negro toma su título de una interesante película, Cazador Blanco, Corazón Negro, que narra uno de los rodajes más complicados que han tenido lugar en ese continente: El de La Reina De África. Y eso es precisamente lo que intenta el libro, hacernos ver que África no sólo es el continente de donde proviene el homo sapiens, sino que es el único lugar en el que la Naturaleza reina y domina sobre el hombre, le guste o no. Para mí ha sido un placer descubrir que las impresiones que me llevé de algunas de las películas que se mencionan en el libro coinciden con las de un experto. Las mafias de la desesperación de 14 Kilómetros, el sacrificio inhumano de Diamantes De Sangre, con el añadido de esos niños soldado que aprenden a disparar antes que a amar. El tráfico de esclavos de Amistad o la serie Raíces. La insistencia de los hombres blancos por demostrar que son superiores a los nativos africanos de Greystoke o Tarzán De los Monos. Los campos de experimentación de armas biológicas que se muestran en Estallido, o la desquiciante prepotencia de los dictadores como El Último Rey De Escocia y la limpieza étnica genocida que enmarca Hotel Rwanda.

Todo un continente por admirar. 34


La niña que vivía en la selva Carmen Díaz

Había una vez una niña desprotegida, sin padres, sin nadie. Esa niña fue creciendo en una selva. Sola, sola con ella misma. Aprendió hablar a su manera, aprendió a comer sola, y a elegir los alimentos. De lo que más se alimentaba era de unos cocos que caían de unas palmeras gigantes. Debajo de estos árboles tenía su casa, una choza que se fue haciendo ella poco a poco, con palos y hojas que iba persiguiendo. En frente tenía el mar, un mar acristalado y pacífico. Así fue creciendo, haciéndose amigas de todos los animales que le daban el encuentro al atardecer. Se juntaban y se revoloteaban juntos, corrían y corrían hasta darle veinte vueltas a la isla. Cuando terminaban, caían en la arena y se dormían hasta que caía la noche.

Ilustración: Pedro Mulero


A la edad de los dieciocho años extrañó algo cuyo nombre desconocía, pero lo sentía muy adentro suya y le dolía, le hacía estar cabizbaja, sin ganas de jugar con sus amigos, y ni siquiera apenas comía ni dormía. Se sentía extraña adonde se encontraba, como si no le perteneciera ese lugar, se inquietaba con frecuencia y sentía unos nervios que la paralizaban a menudo. Por más que se preguntaba qué le ocurría no conseguía encontrarle respuesta. Y lloraba, todas las noches lloraba junto al mar, a veces se quedaba dormida con lágrimas cubriéndole la cara. Nunca había inquietado la soledad, pero por primera vez a esta edad se dio cuenta y se sintió sola, echó de menos sin antes nunca haberlo sentido, echó de menos a alguien, alguien con quien conversar, a quien poder abrazar como los monos hacían.

Besarse como los camaleones, y dormir acompañada como los pájaros hacían. ¿Por qué ella no tenía lo que todos tenían? ¿Quién era ella? ¿De dónde había salido? Nunca antes se había cuestionado tantas cosas juntas. Y lloraba, abrazada a las hojas que la vieron crecer. Y miraba la luna con anhelo de no estar junto a ella, balanceándose en la punta que todos las noches la veía. Un día aburrida con el calor del sol, empezó a escudriñar a dos monos que se miraban y se abrazaban tiernamente, se acercó un poco más y vio como hacían el amor, sin saber ella cómo se llamaba aquello. Le pareció raro pero a la vez la cautivó. Pero ¿Qué podía hacer en esas circunstancias, sola en aquella isla?

“Besarse como los camaleones, y dormir acompañada como los pájaros hacían.”

Que aunque le tenía mucho cariño a toda aquella tierra, se sentía agotada de la rutina diaria. Empezó a pensar que más allá del horizonte algo tenía que haber, tal vez otra tierra como aquella donde vivía ella. Y que estuvieran pobladas, tendría que haber más personas como ella, como los animales, que en una sola manada había cinco miembros, y las aves volaban juntas, y piaban contándose aventuras. Decidió irse de la selva, pero no sabía cómo. Algo se le tendría que ocurrir, pasaría el mar hasta llegar al final, sólo por conocer algo diferente y sentir lo que tenía en su interior inquieto, poderlo calmar con algo, algo que no sabía lo que era, pero que buscaba. Aunque echaría de menos a sus amigos, los animales, pero ellos tenían su vida, y ella tenía que encontrar un lugar y tal vez alguien con el que compartir los momentos vividos. No podía más con aquella situación. Y se iría, pronto se iría...

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Una reflexión sobre el sistema educativo andaluz J. G. Calahorra

Cada día aparecen nuevas noticias sobre la calidad del profesorado, sobre lo oportuno de una nueva forma de selección, sobre cómo actúa la inspección y qué hay que hacer para mejorar los resultados. Está de moda la búsqueda de responsabilidades y la depuración de éstas. Pero España sigue siendo diferente, y así nos va. Cuando era pequeño me explicaban que un arquitecto cobraba más que un obrero de la construcción porque tenía más responsabilidad y si la obra se caía podría terminar en la cárcel. Aquella explicación era fácil de entender, y hasta lógica, pero parecemos demasiado empeñados en borrar de nuestra sociedad cualquier atisbo de sensatez. Esta semana hemos podido ver cómo se "desimputaba" a una señora que se lo ha estado llevando crudo junto a su marido y hemos tenido que escuchar a todo un Ministro de Interior decir que la noticia es buena porque "se trata de una infanta de España".

¿Y nos extrañamos de que las cosas no funcionen? En Madrid se da la paradoja de que los gestores del sistema público de salud llevan décadas desprestigiándolo y pretendiendo privatizarlo, es decir, los responsables de que ese sistema funcione, y bien, hacen todo lo posible para que deje de funcionar. ¿Y no van a la cárcel o son cesados por ser pésimos gestores? Si nos centramos en el sector de la Educación, en Andalucía concretamente, podemos ver cómo los sucesivos consejeros han sido políticos profesionales, es decir, personas que carecen de formación y experiencia específicas en campo alguno que no sea la política. Pero el organigrama no queda ahí; los delegados provinciales también son puestos "de confianza", es decir, personas afines a los partidos políticos que han dedicado sus vidas a ser los idóneos para desempeñar puestos "de confianza", por lo que se han especializado en habilidades que poco o nada tienen que ver con la gestión que les ha tocado en suerte. ¿Qué empresa de decenas de miles de trabajadores tiene en su organigrama de gestión a personas que desconocen a qué se dedica la empresa?


La realidad es que la Educación en Andalucía es un fiasco porque no hay nadie responsable de ella. Desde la Consejería se delega en las delegaciones (y ahí que se las avíen). Desde las delegaciones se trata de delegar en las direcciones de los centros y para ello se usa al cuerpo de inspectores que debe garantizar que las directrices dadas en las delegaciones sean cumplidas a rajatabla. Desde las direcciones de los centros se traspasan las directrices al profesorado y, por último, éste las traspasa al alumnado con el que trabaja. En lugar de concentrar las responsabilidades se ha optado por disgregarlas en niveles pero olvidando que estas responsabilidades deben ir acompañadas de los medios y la autonomía necesarias para poder alcanzarlas.

Hagamos un ejercicio de sinceridad. ¿Cuántos de los profesores andaluces, cuando tienen que hacer el informe trimestral de resultados, no concluye que los malos resultados son debidos a que el alumnado no trabaja, no quiere estar en clase, no muestra actitud adecuada para el aprendizaje y, como dato extra, las familias tampoco colaboran? Muy pocos. Seguro. Esto no quiere decir que el profesorado sea malo o que pretenda escaquearse de sus obligaciones, solo refleja que el profesorado, tras décadas de sinsentido en la organización del sistema, se ha adaptado a él y ha aprendido a hacer lo que le han enseñado. Traspasamos la responsabilidad al siguiente escalón: al alumnado.

Ilustración: Esther Segura 38


Hagamos un ejercicio de sinceridad. ¿Cuántos de los profesores andaluces, cuando tienen que hacer el informe trimestral de resultados, no concluye que los malos resultados son debidos a que el alumnado no trabaja, no quiere estar en clase, no muestra actitud adecuada para el aprendizaje y, como dato extra, las familias tampoco colaboran? Muy pocos. Seguro. Esto no quiere decir que el profesorado sea malo o que pretenda escaquearse de sus obligaciones, solo refleja que el profesorado, tras décadas de sinsentido en la organización del sistema, se ha adaptado a él y ha aprendido a hacer lo que le han enseñado. Traspasamos la responsabilidad al siguiente escalón: al alumnado.

Cuando fui adolescente soñé, como hace la mayoría de mi alumnado ahora, que el mundo se podía cambiar si todos nos uníamos y hacíamos esto o aquello. Más tarde empecé a percatarme de que la premisa "si todos nos uníamos" parecía una utopía y que sin ella aquel castillo en el aire se derrumbaba. Tuve años de escepticismo puro y duro y de creer que el sistema es tan listo y se adapta tan bien, que cualquier intento de cambiarlo acaba siendo devorado por él. Ahora parece que me voy haciendo viejo porque encuentro cada vez más sentido a las palabras que he escuchado en mis mayores durante mi vida.

Ésta, la vida, ya está inventada. Pero "la vida" es como "la sociedad", son ideas, entes que usamos para tratar de definir colectividades. En este mismo texto he usado de forma premeditada los términos alumnado y profesorado, tan de moda, como forma de explicitar lo que creo importante. No existen el alumnado y el profesorado, existen los alumnos (y las alumnas para los políticamente correctos), los profesores, los directores, los inspectores... Cada uno de esos términos que crean los distintos "think tanks" está diseñado para seguir diluyendo responsabilidades, para transformar en ideas abstractas a las personas concretas a las que se quiere alienar.

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A mi edad creo que he comprendido que la Educación en Andalucía sólo tiene una forma de cambiar y convertirse en algo digno. Que todos los que la formamos, todas las personas que trabajamos a diario en ella, hagamos lo que creemos que tenemos que hacer, que nos olvidemos de obedecer órdenes y seamos valientes para actuar según nuestras conciencias. Seguro que habrá caraduras que pretendan no hacer su parte, porque en todos los grupos existen, pero son minoría y aprenderán, tarde o temprano, que es mejor aplicarse y dar lo mejor de sí mismo.

Debemos sacudirnos el miedo y trabajar en lo que creemos y como creemos, ser capaces de transmitir a nuestros alumnos y sus familias que somos sus aliados, que estamos en el mismo bando porque nos preocupan nuestros niños y adolescentes, que no son alumnado sino personas que sienten y padecen. Esta misma semana me acordé de Rosa Parks, aquella señora que un día decidió que ella no era "negra" sino que era una persona que no cumpliría con una ley absurda que la trataba como un colectivo. ¿Fue antisistema? Por supuesto que sí, fue una rebelde y una extremista que no cumplió con la legalidad vigente, que fue a la cárcel por ello y que es recordada y respetada por hacer lo que hizo. Una persona, una mujer valiente y honesta, provocó un movimiento social que significó cambios legislativos muy importantes. No es necesario esperar a que todos estemos unidos o nos pongamos de acuerdo porque eso no ocurrirá. Bastará con que empecemos a hacer lo que creemos justo para que otros se sumen a nuestra acción. Estos días estamos viendo qué ocurre con la PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), después de años de lucha, desde 2009, cuando los han querido silenciar es cuando más gente se ha unido a su causa.

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V & W. Conversaciones en Cuatro Vientos Ángel López

El pasado diecisiete de abril me reuní en el bar Cuatro Vientos con dos piezas claves para la historia de Fuera de Contexto; Víctor Agulló, en el bando de los profesores –sin él la publicación seguramente no hubiera sido la misma, o directamente no hubiera sido-; y Wilson Macas, en el frente de los alumnos. Wilson ha publicado en todas las ediciones y ha dado algunos de los momentos más divertidos a quienes estamos dentro de la redacción –hemos visto su evolución desde la época legendaria de las “fusiones gatunas”, hasta su romántica vocación por el imposible de los últimos tiempos-. Ahora que los dos han iniciado una nueva etapa lejos de Cuevas del Almanzora –y la revista sigue cumpliendo su elegiaca condena-, creo que la mejor manera de dar las gracias por los momentos vividos es compartir con vosotros un retazo de nuestra conversación.


Lo primero que me preocupa mientras espero a Wilson –además de que Wilson no aparezca-, es que no tenemos ni grabadora ni smartphone ni nada que se le parezca. Así que cojo un puñado de folios e intento registrar lo que puedo, como un copista amanuense o un periodista de la época analógica. Verba volant, scripta manent (las palabras vuelan, pero los escritos permanecen) reza Víctor a propósito de la coyuntura. Wilson –que finalmente ha comparecido- no pierde la oportunidad de replicar que “una palabra escrita en la arena se la lleva el viento, pero escrita en la roca, dura eternamente”. Y su personalidad se muestra ya totalmente. Hablamos de las cosas del instituto, ambos están a punto de dejar el IES Jaroso y Wilson recuerda cómo fue su entrada en el primer curso:

Wilson: Mis momentos más alegres eran cuando nos tocaba Refuerzo de Lengua. Un día vino a la guardia Luisa, me dejaron escribir mis cosas y Luisa me invitó a ir a las reuniones de la revista. A mí no me gustaba trabajar en equipo, pero insistió en que participara en la revista. Me sorprendió que alguien confiara tanto en mí.

Uno de los temas estrella es la curiosidad malsana, de hecho se ha llegado a acuñar el término basurólogo para quien rastrea en la información procurando algún chisme que pueda ser socialmente usado en su contra; a partir de ahí cuenta Víctor una anécdota que presenció cuando trabajaba en la localidad valenciana de Burjassot:

Víctor: Un hombre estaba asomado en la cornisa de un edificio ante lo que parecía un intento de suicidio, la gente que pasaba por la calle se fue agolpando en el portal. Una señora que llevaba un rato esperando a ver lo que pasaba, en la calle, dice de repente: “¡que se tire ya, que tenemos cosas que hacer!”.

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Wilson quiere ser criminólogo y escritor: cree que el primer oficio le daría la habilidad para comprender la psicología del criminal, así como la capacidad para encubrir sus hipotéticos crímenes; mientras que como escritor podría dedicarse a contar como ficción lo que en realidad habría sucedido. Víctor aprovecha su comentario sobre hacer literatura sobre un crimen real para recomendarle la lectura de A sangre fría, de Truman Capote, ya que “aborda el proceso psicológico del crimen”.

Wilson: ¿Qué tipo de sueños tienes cuando ves una película de terror? V: Nunca he tenido sueños terroríficos. A mí me gustan las películas en las que no ocurre nada. Películas como La

reina de África, El tercer hombre... Pero una vez soñé que atropellé a un hombre de cuyo nombre no me quiero acordar, y oculté el cadáver hasta que me encontré con su madre, a la que le dije que no lo había visto. Más tarde lo llevé a un barranco y lo tiré. Creo que es la parte más oscura de mi alma. También soñé, en otra ocasión, con un accidente aéreo. Almunia acababa de perder las elecciones contra Aznar. Pues yo iba de copiloto de Almunia explicándole las razones por las que había perdido las elecciones, atemorizado porque despeñara el avión por despecho.

W: Una noche en la que me acosté después de ver una película de terror, soñé que me despertaba en un caserón enorme con las ventanas abiertas, a través de ellas sólo pasaban los rayos de la luna. Yo andaba por la casa y cada habitación era la entrada a una nueva pesadilla. Finalmente en la cocina sonaban unos martillazos, en el fuego había una olla con sangre, así como había sangre esparcida por las paredes. Cuando huí de allí aparecí en el instituto, con todo oscuro y unas voces que susurraban ¡¡¡Wilsonnn!!! Una enorme cosa negra se comía a todos los alumnos, y decidí recluirme en el departamento de Lengua.

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Aunque Wilson ha vivido en Estados Unidos, concretamente en Washington D.C, no quiere hablar sobre esa época. En España sólo ha vivido en Cuevas del Almanzora.

V: ¿Dejas algún amor aquí en Cuevas? W: Creo que no...El amor es un sentimiento inconmensurable, no se lo puedes dar a una persona que te pone 20.000 te quieros en Facebook, porque se los puede estar poniendo a otro. El amor es eterno, yo pienso que estaría enamorado incluso después de la muerte. V: Pensaba que dirías que debemos estar enamorados siempre, y que por eso no deberíamos casarnos.

La misma persona que puede expresarse en términos tan románticos sobre el amor, puede decir sobre los seres humanos que “nos creemos superiores, divinos… pero no le llegamos ni a la suela del zapato a un gusano”. Hablamos también un rato sobre los profesores callo, una figura en decadencia que todos hemos sufrido, Víctor recuerda uno que él tuvo que impartía clases de Lingüística Indoeuropea que era muy severo, corregía muy duro y sólo hacía un examen final.

V: En el examen final llegué a su aula, había varios alumnos que tenían su última oportunidad, el profesor les espetó: “para quien sea su última oportunidad que se lo piense, porque es muy difícil”. Y los alumnos salieron de clase sin rechistar. 44


Pero lo que centra nuestra conversación son los buenos momentos pasados. Víctor, que es una persona discreta, reconoce que “la revista es un vórtice espacio-temporal donde consigo sentirme parte del instituto”. Esos buenos momentos son también recuerdos de compañeros –como en el caso de Wilson, cuando recordaba a Luisa- o de antiguos alumnos. V: Yo tuve un curso aquí en el Jaroso que me gustó mucho. Uno de los alumnos de ese grupo, Francisco de Borja, llegó a comprar en una librería de viejo en Madrid un ejemplar viejo de Cicerón, Cuestiones académicas, y me lo regaló. Es un detalle que me hizo mucha ilusión. Para concluir les pregunto qué no podría faltar en su maleta: W: La colección de revistas del Jaroso.

V: Echaría dos cosas: una edición fiel del Quijote de 1615, con las erratas, y una armónica. Me encantan los discos de Muddy Waters, y cuando me siento melancólico me encanta tocarla.

Actualmente Wilson vive en Ecuador, cerca de Guayaquil, nos cuenta que regala pulseras a sus amigos. Víctor trabaja en un instituto de la provincia de Pontevedra, en sitio lluvioso que debe poner a prueba el estoicismo de un manchego. De la isla griega de Creta trajo para sus amigos el disco de Festos. Regalos para amigos que, como nosotros, hemos tenido la suerte de encontrarlos en el camino. 45


El adiós que nunca pude decir Wilson Macas Desentierro los recuerdos del ayer, veo lo que viví, lo que sentí y lo que sufrí. Veo los amigos que encontré, los enemigos que creé, pero me doy cuenta de que no me arrepiento de nada. Para cuando leáis esta poesía, lejos ya estaré, recordando todos lo que aquí encontré, incluso en la lejanía del tiempo sigo llorando la perdida de esa persona que me descubrió, que vio en mi locura y oscuridad, cordura y bondad. Extraño a esos amigos que desde la infancia formé, visualizo esos bellos recuerdos que grabados quedaron en el ayer, y me alegro de que no se disiparan al no volveros a ver. Recuerdo a ese enemigo que amigo se volvió, recuerdo las gilipolleces que de niños nos separaron, pero recuerdo con más fuerza el momento que nos unió. Recuerdo a esos gilipollas que me hacían reír, recuerdo esas bellas clases en las que tanto me divertí. A esas locas amigas, que por amor no dejaban de sufrir. El mundo es cruel, eso lo se yo muy bien, pese a que me digan, que para conocer la vida aun me queda de creces. Puedes que un poco loco si que esté, pues pese a todo lo malo que veo, tengo ganas de vivir para volveros a ver.

Dedicado a: Mº José Cañadas, Minerva Egea, Erika Alarcón, Fran Cañadas, Karen Morales, Giseth Morales, Vanesa, Vania Méndez, Vaiva Suisyte, Carolina Ordóñez, Jessica Viviana, Enrique, Raúl Navarro, Marta Ramos, Mercedes Pérez Mulero, Ana María Crespo, Leire, Lidia Díaz, Lee Ann Underhill, Daisy Miller, Gabriela Meilutyte, Javier Poveda, Víctor, Joseline Coronel, Bárbara Tapia, Mario Martiarena, Resu, Víctor profe, Ángela, a todos y cada uno de los que pertenecen a la revista, Javier Pérez, Zanas Lisaucas


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