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Prólogo

Intermitencia. Diseño Mendocino surge de la voluntad de narrar a Mendoza a través del diseño. Representa, en principio, una estrategia de posicionamiento para el desarrollo regional que demandó 15 años de investigación. Mediante un relato que aúna microhistorias, signos intermitentes y situaciones cruciales, este libro invita a transitar el devenir de la disciplina desde la década del 30 hasta la actualidad.

Ante todo, es oportuno aclarar a qué refiere «lo mendocino» en esta obra. Abordar el origen no significa necesariamente hurgar entre operaciones folklóricas o arqueológicas, sino echar luz sobre producciones de calidad, auténticas o innovadoras que hayan sido gestadas en sus límites geográficos o ejecutadas por oriundos en otras latitudes.

Pese a que podría haber sido una opción, se evitó caer en un listado de profesionales junto a sus mejores piezas; la causa radica en que escindir el diseño de un tejido lógico contextual sería vaciarlo de su sentido primario: el para qué. El anclaje en un territorio permite comprender sus determinantes geográficas y materiales, sus habitantes, sus costumbres y sus ambiciones; y enlazarlo a su época, en tanto, ayuda a entender las circunstancias sociales, políticas y económicas, los hábitos de consumo, los procesos educativos, las influencias internacionales y los avances tecnológicos que rodearon o motivaron las creaciones. ¿Por qué Mendoza? Si bien la provincia albergó la primera Escuela de Diseño del país y tuvo aportes esenciales en la historia del diseño argentino, hasta hoy la disciplina local no contaba con una narrativa propia, una voz autónoma, que analizara sus transformaciones.

Aquí, esa voz no es una, sino la coordinación de muchas. Polifónico, el contenido resulta de la recolección y la catalogación de archivos pertenecientes a un centenar de diseñadores, a los que se suman decenas de entrevistas a académicos, historiadores y referentes del quehacer editorial. Para dar curso al relato, se formuló un esquema que entrelaza la escritura en presente histórico como vértebra central, apartados visuales con los autores o los casos

significativos de cada período y una línea de tiempo complementaria con información sintética, cuya datación posibilita interpretaciones y lecturas novedosas.

El criterio con el que se seleccionaron los cinco capítulos del cuerpo responde tanto a hechos académicos como a procesos políticos y culturales. De modo que la evolución (e involución) del diseño durante ocho décadas se deja entrever en medio de situaciones disímiles: el arribo de los «modernos», el desarrollismo, la turbulencia social de los años 70, el retorno a la democracia, el augede la gestión en la década del 90, la reconversión vitivinícola, hasta llegar a los últimos días, en los que el espíritu emprendedor propulsó la diversificación de los servicios.

El primer capítulo describe la antesala de la institucionalización académica del diseño en 1958. En una fase signada por la ebullición de ideas y el replanteo de viejos postulados, Mendoza recibe a personajes que ven en la provincia un sitio propicio para desenvolverse profesional e intelectualmente. De forma directa o indirecta, son muchos los que emprenden una búsqueda conceptual, estética y productiva que se materializa en casos emblemáticos como la Feria de América (1954), un paradigma olvidado de la arquitectura y el diseño latinoamericanos.

Centrado en la consolidación de la enseñanza entre 1959 y 1975, el segundo capítulo exhibe cómo la aplicación de los conceptos bauhausianos y ulmianos, la propuesta de un perfil industrialista y la organización de exposiciones son las directrices que guían a la Universidad Nacional de Cuyo (uncuyo). En la gráfica, lentamente la diagramación de los afiches y las publicidades pasa de manos de los trabajadores de oficio a los primeros egresados del país; mientras, en el ámbito industrial, se adquieren licencias de modelos de mobiliario extranjero que copan las oficinas de los edificios públicos. Conducidos por la integralidad del diseño, algunos arquitectos delinean desde la estructura de las viviendas hasta su equipamiento y ambientación. El tercer capítulo engloba desde 1976 hasta 1989. El contraste de una época intensa se manifiesta en las imágenes: durante la dictadura cívico-militar, la comunicación es oscura y nacionalista; luego, la primavera alfonsinista, la juventud y las artes escénicas la llenan de color y efervescencia. El Mundial de Fútbol 78 impulsa la modernización urbana y surgen las marcas-región. Con la primera asociación profesional del oeste argentino, también aparecen locales exclusivos de muebles y objetos. En pleno boom del posmodernismo, que invade las tesis de los alumnos, egresados viajan al exterior para vincularse con sus principales exponentes.

La década del 90, eje del cuarto capítulo, recala con la informática, el uso incipiente de internet y la atención puesta en los servicios. El neoliberalismo impacta en la industria mendocina, de la que apenas se filtran excepciones en carácter de proezas. Como correlato, las privatizaciones y la consultoría dan pie a la identidad corporativa, al tiempo que la gestión cultural toma un protagonismo absoluto con eventos masivos y de fuerte repercusión local. En un mundo que pareciera ser más chico, el profesional nómade aprovecha la convertibilidad de la moneda para salir del país a la caza de oportunidades. Del estallido de 2001 hasta la crisis del presente, el quinto y último capítulo señala un panorama heterogéneo. Nuevos actores sociales imponen el ritmo de una etapa

versátil y atomizada. La hiperconectividad abre mercados insospechados: ahora es posible resolver packagings o motion graphics para clientes situados a miles de kilómetros. La renovación de la imagen del vino es un motor de cambio; las bodegas se tornan sitios turísticos y sus instalaciones apelan a la fusión de materiales autóctonos con la alta tecnología. Adaptados a los actuales modos de habitar y recrearse, emprendimientos destinados a la alta montaña y al espacio urbano develan un diálogo inédito entre diseño y entorno.

Como punto de inflexión, el libro ofrece una alternativa a la historia oficial del diseño con epicentro en Buenos Aires, pues no hay antecedentes de un documento que ilustre así a los personajes y los proyectos que tuvieran lugar en una provincia «periférica». Es, por consiguiente, una invitación a que afloren relatos regionales e, incluso, contrarrelatos o revisiones, para desterrar a figuras y episodios claves.

La producción de esta obra constituyó un proceso dinámico de interacción entre muchas personas, donde la amistad tuvo un lugar central. Las contribuciones humanas, económicas y energéticas son incalculables, por lo que agradecimientos focales cometerían el error de olvidar a quienes fueron fundamentales a la hora de llevarla a cabo.

En suma, Intermitencia. Diseño Mendocino revela las múltiples maneras en las que el diseño entabla un diálogo con su paisaje-historia, liga las prácticas pioneras y contemporáneas y, sustancialmente, enriquece la cultura material. Un itinerario de años y años de trabajo concluye en una publicación transversal que rescata y legitima un nuevo-viejo nodo dentro del mapa del diseño, a la vez que insta a seguir construyendo la memoria colectiva de Argentina y de Latinoamérica.