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Producción de vanguardia

Producción de vanguardia

Así como ocurre con la obra pública, el crecimiento demográfico y la expansión urbana de la primera mitad del siglo xx facilitan la aparición de grandes tiendas y galerías comerciales en la provincia de Mendoza. La mirada atenta hacia lo que pasa en Buenos Aires –que hace lo propio con las metrópolis europeas– se verifica en ciertas tendencias formales y arquetipos de ciudad.

Algunas de ellas, como la sastrería The Sportsman, recrean la estética inglesa, representada en la capital argentina por la tienda Harrods –la única sede fuera de su país de origen, Inglaterra–. Fundada en 1919 por José Gil y Paulino Peñalva en San Juan, la boutique de ropa masculina llega a Mendoza años más tarde. Pero no es hasta 1940, emplazada en un inmueble en la esquina de San Martín y Entre Ríos, cuando se convierte en un clásico de la época.

En su segunda generación, conducida por Andrés Peñalva y con la mano mágica de Yoyo Giudicce como responsable de la comunicación, la firma consolida su estilo e invierte de lleno en publicidad. Sus vidrieras son verdaderas atracciones, dominadas por juegos de perspectiva e interactividad, a veces con golpes de efecto dados por la presencia de modelos vivos como maniquíes. Tanto la estética del espacio como la gráfica para los productos se piensan en el entrepiso superior de la casa de vestimenta, donde funciona un taller-estudio de diseño propio. Se crean, además, extensas piezas audiovisuales para ser reproducidas en televisión.

Con el Pasaje San Martín (1926) como antecesor, las galerías Kolton y Tonsa (ambas de 1958) marcan una nueva forma de transitar las calles y sus intersticios. Son edificios que lo tienen todo: vestimenta, objetos de consumo, ocio, arte y hasta novedosos supermercados. El primero, probablemente inspirado en el Edificio del Pacífico porteño ideado para albergar la sucursal argentina de Au Bon Marché de París, es pionero en la construcción en altura en la capital mendocina, con oficinas y viviendas colectivas en sus pisos más altos. Con tres décadas de diferencia, los flamantes corredores pasan de aquella arquitectura ecléctica con acento francés a una de corte netamente moderno.

El complejo comercial Tonsa posee ingresos por tres calles –San Martín, Catamarca y San Juan–, con una torre habitacional en cada entrada. En el corazón de la manzana, una cúpula, que representa el sol y permite filtrar la luz a través de rayos, ilumina los dos niveles y el subsuelo central. Una escalera en voladizo irrumpe en su triple altura y recorre un conjunto de murales titulado Los tres elementos, ubicados por piso: el de abajo representa el agua; el del plano intermedio, la tierra; y el último, el aire. Sus autores, José Bermúdez, Luis Quesada y Mario Vicente, alejados ya de conceptos vertidos en el Taller Popular de Arte Realista (1952-1955), acuden a la abstracción y los recursos próximos a la síntesis formal del diseño. Para ejecutarlo utilizan la técnica de cemento martelinado, desarrollada por Vicente.

Posibilitados por una coyuntura económica favorable, iniciada en los años 30 pero acentuada con las posteriores políticas sustitutivas de importación y de subvención estatal, el panorama productivo torna hacia una tímida pero válida diversificación.

1-2. Vidrieras de The Sportsman (décadas del 40 y 50). Acciones performáticas y juegos ópticos con gran concurrencia de público. Av. San Martín y calle Entre Ríos, Ciudad de Mendoza. Producción: Departamento de Comunicación de la firma.

3. Reposera pendular (década del 50). Estructura metálica y armazón suspendido recubierto en lona. Modelo: Julia Saló. Diseño: Santiago Barbuy. 4. Silla W (c. 1951). Monobarra de hierro y madera. Producida en Mendoza y comercializada en Buenos Aires. De izq. a der.: Gerardo Clusellas, Alfredo Hlito y Tomás Maldonado en edificio de la calle Cerrito al 1371, Buenos Aires, donde se encuentran los estudios de Axis y de oam. Diseño: César Jannello.

De la mano de Iván Bacsinszky, la firma Only es una amplia plataforma de proyectos. Produce y comercializa mobiliario de oficina, además de equipar ambiciosas apuestas estatales y privadas, como la Casa de Gobierno y el Gran Hotel y el Centro Cívico de Potrerillos. De decidido perfil innovador, posee la licencia en Mendoza de muebles del danés-estadounidense Jens Risom –ícono del movimiento moderno, socio de Hans Knoll y uno de los precursores del diseño escandinavo en ee.uu.–, a la vez que modela piezas de madera a pedido de César Jannello.

La importancia de Only en el medio, así como su estructura interna y estrategia empresarial, tiene una determinante correlación con la porteña Comte, dirigida por Ignacio Pirovano. Las dos se alzan como faros de estilo de su época a través de la convocatoria a diseñadores de jerarquía, mientras que consideran la participación en las licitaciones públicas como clave para afianzar su posición comercial. El Centro de Diseño de Comte llega a contar entre sus filas con Tomás Maldonado y con los integrantes de la Organización de Arquitectura Moderna (oam) Horacio Baliero y Juan Manuel Borthagaray, quienes motorizan un giro en los servicios de ambientación de la mueblería mediante el cambio en las representaciones gráficas de los espacios: las clásicas acuarelas sobre cartón son sustituidas por perspectivas grilladas y recursos como el collage.

El reconocimiento de los directores de Only y Comte en el entorno se explica, también, por su rol social activo como gestores culturales. Bacsinszky dirige la imponente Feria de América (1953-1954) y Pirovano preside la Comisión Nacional de Cultura (1951-1953), espacio de reflexión acerca de los factores identitarios que constituyen el perfil del país, desde donde invita a referentes como Maldonado, Borthagaray, Jannello, Alfredo Hlito, Francisco Bullrich y Rafael Iglesias para formar la Subcomisión de Diseño Industrial.

Hablar de vanguardia sin remitirse a Jannello es imposible. Menos aún, omitir su silla primaria: la W. Su primer prototipo está realizado en Mar del Plata con materiales de obra de la Casa sobre el arroyo (1943-1945), de Amancio Williams y Delfina Gálvez. Este se origina de una barra de hierro doblada, que genera las cuatro patas y un respaldo con los que se sostienen los soportes de madera de formas geométricas puras. El único punto de unión, que liga sus extremos, está atado con alambre.

A partir de ese modelo primitivo, con reminiscencias estructurales de la bkf –el sillón que fija en 1938 el inicio del diseño nacional–, Jannello realiza en Mendoza abundantes modificaciones. Siempre a partir de una monobarra y soportes de madera, desarrolla ejemplares de tres apoyos y de cuatro, con variaciones del vínculo entre sus partes. La versión final emplea la tensión estructural para sujetar la base y el respaldo mediante el calce, lo que permite elasticidad en el uso y un rápido desmontaje sin recurrir a herramientas. Tiempo después, sufre reajustes ergonómicos por indicación de Gerardo Clusellas, primer miembro argentino de la Sociedad de Investigación Ergonómica británica.

En Buenos Aires tiene como representantes comerciales a la oam y a Maldonado, por lo que sus principales compradores son arquitectos en contacto con la renovación teórica. Integra viviendas emblemáticas, como la platense Casa Curutchet (1953)

de Le Corbusier –obra inicialmente dirigida por Williams– y otras tantas locales, como la vivienda de Enrico Tedeschi (1954). El estudio de diseño y de comunicación Axis la utiliza para equipar un pabellón promocional de máquinas de escribir en las Galerías Pacífico.

El número inaugural de la revista Nueva Visión la publicita como silla Jannello, acaso por ser uno de los primeros diseños de su autor. En tanto, la francesa L’Architecture d’Aujourd’hui la publica en 1947, razón que motiva su inclusión en el catálogo Style AA por parte del decorador Raoul Guys. Su concepción moderna y su carácter escultórico la llevan a participar en 1949 del «Salón Nuevas Realidades» en la Galería Van Riel de Buenos Aires, la segunda exposición abstracta-concreta del Grupo Arte Concreto-Invención. Es algo inédito, ya que se trata del primer producto en integrar una muestra del movimiento nutrido por las teorías del suizo Max Bill y la rigurosa observancia no figurativa.

También de Jannello, la silla y el sillón Piola (1951) constituyen una adaptación de los sillones de jardín, creados para uso interno y externo, reconocibles en las incontables variantes del modelo anónimo Acapulco. El sistema se formula con una estructura metálica y una superficie de apoyo flexible: acordonado, mimbre o fundas de cuero o tela. El hierro permite variables, como apoyabrazos o respaldos más anchos, lo que facilita la obtención de distintos asientos con una misma lógica constructiva.

La silla Desarmable (1950-1953) –nominada, luego, silla K– está pensada bajo una idea similar a la corriente «do it yourself» o «hágalo usted mismo», modalidad que universaliza después la empresa sueca ikea. Es un conjunto de elementos de madera de fácil transporte y manipulación, destinado al ensamblaje en destino por medio del encastre de sus partes y el acordonamiento del asiento. Se produce en Mendoza, en el taller de Hilario Zalba en Tucumán y también en París por Guys. A través del mismo sistema de unión simple con tornillos o barras roscadas, Jannello diseña una mesa, camas, cuchetas y, para sus hijos, sillas K pequeñas.

Es oportuno marcar que Risom desarrolla entre las décadas del 40 y 50, en Nueva York, la familia de asientos Risom, de visibles similitudes formales aunque con relevantes diferencias constructivas. En su caso, el armazón es rígido y el encordado está sustituido por correas de paracaídas. La visita a Mendoza del diseñador durante el proceso de creación de la silla K permite intuir la existencia de un diálogo o una influencia creativa.

La producción de mobiliario de Jannello es de baja y mediana escala. En el caso de la silla W, producto que logra mayor comercialización, pasa del armado artesanal a la fabricación en serie de sus componentes: los soportes de multilaminado en Only y la herrería en los talleres metalúrgicos de Enrique Pescarmona. El buen vínculo que Jannello logra con este último se constata cuando Pescarmona le construye la carrocería de un jeep en 1952 y, dos años más tarde, la Torre de América.

Por su parte, el joven cordobés Santiago Barbuy aprovecha y acompaña estos tiempos propicios para la creación y diseña varios modelos de sillas, banquetas, mesas, juegos didácticos, producidos en tiradas cortas en un pequeño taller personal. En sus asientos se aprecia la simplificación constructiva y el uso de materiales estándar para

5. Tarjeta promocional para vinos Santa Silvia (década del 50). Serigrafía a tres tintas sobre cartulina; 10,5 x 15 cm. Las figuras geométricas, la tipografía sans serif y la diagramación de elementos generan un lenguaje visual rupturista para la comunicación del rubro vitivinícola. Diseño: Colette Boccara.

arribar a una solución económica y, por ende, de alcance social. Ejemplo de ello es la banqueta escolar ideada para el Taller Infantil de Estética Merceditas de San Martín, que consiste en un esqueleto simple de caños metálicos, unido por una superficie de apoyo que baja por sus laterales y lo dota de resistencia estructural. Para el mismo proyecto educativo autogestionado realiza el Cori-Cori, un grupo de piezas lúdicas integrado por figuras geométricas puras, de estética bauhausiana y muy bajo costo, destinado a la composición de formas tridimensionales.

«René», como apodan a Barbuy, se ocupa de llevar la vanguardia a los más disímiles escenarios institucionales y comerciales: avisos en periódicos, folletería institucional, murales para centros de estudios y hasta veredas diagramadas con baldosas hidráulicas.

Décadas después y ya instalado en Lima, su preocupación por la adaptación del diseño a las diferentes edades lo incentivará a publicar el primer Manual antropométrico del hombre peruano (1985), parecido a El Modulor corbuseriano, pero con el habitante del país latinoamericano como medida. En tanto, su inquietud por la simpleza y la economía de medios se verificará en el sistema Vivienda viva, una casa modular de madera, apta para ser edificada según las necesidades de cada familia y con posibilidad de transformarse rápidamente.

Ahora bien, si hay una experiencia productiva exitosa en la región, esa es la que emprende la franco-argentina Colette Boccara. Hija del representante de la editorial Hachette en Buenos Aires, organismo vital para la difusión de la cultura francesa en Argentina, viene de recibir con 24 años el título de «arquitecto» en la Escuela de Arquitectura de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la uba y de ganar numerosos concursos estudiantiles.

6. Taller Colbo (c. 1955). Producción de tazas por método de colado. Atrás, macetero de cerámica torneada y estructura de hierro. Calle Clark 479, Ciudad de Mendoza. Diseño: Colette Boccara (der.).

La autoproducción artesanal de piezas utilitarias a partir de moldería comienza en 1953, durante su cursado como alumna en la Escuela de Cerámica de la uncuyo. Luego de investigar con Franco y César Jannello, su marido, algunas canteras locales de arcilla y de experimentar con base química la creación de un tipo de gres, Boccara pone en marcha un taller en el fondo de su casa de la calle Clark 479, en la Ciudad de Mendoza.

Allí desarrolla, entre otros elementos, platos triangulares con innovaciones formales que los diferencian de la clásica vajilla –réplica de la europea– que se acostumbra tener en las cocinas mendocinas. En su reverso, cada uno de estos lleva la inscripción «Colbo», la contracción de su nombre y su apellido, utilizada como firma desde su escuela primaria y flamante denominación de su emprendimiento.

En los primeros objetos, propone distintas terminaciones de colores de esmalte y aplica decoraciones a tono con las corrientes estéticas que buscan una síntesis formal abstracta. Muchos se conservan como parte de su colección personal, consecuencia del desinterés de los compradores y de su favoritismo por estos. Sin mediar demasiado tiempo, la combinación del gres rojo con esmalte blanco penetra de manera favorable en el mercado y se convierte en objeto de consumo masivo.

Colbo es un punto de inflexión en la provincia y modelo de cadena productiva acabada: un círculo virtuoso que comprende desde la localización y la recuperación de materias primas en Cacheuta –a los pies de la cordillera de los Andes–, pasando por el diseño, la adecuación del material y la fabricación, hasta la promoción y la comercialización de los productos.

El rol de Boccara en el medio, al separarse de Jannello en 1957, resulta incómodo. La condición de mujer arquitecta que recorre en jeep las montañas, con un liderazgo innato y que ejerce en soledad la crianza de sus hijos, no hace más que interpelar el conservadurismo social predominante. En este sentido, y así como lo hacen otras mujeres argentinas contemporáneas, su mera presencia ayuda a romper con la subestimación, o invisibilización, de la fuerza femenina en los diferentes campos.

Como se observa, la etapa comprendida entre los años 30 y 60 es crucial para la reformulación de ideas en el oeste argentino, materializada en vastos ámbitos de la cultura, la educación, la economía y la labor profesional. Con el avance y la fusión de disciplinas, el rechazo a desactualizados postulados elitistas, la adecuación a la sociedad de masas y los nuevos hábitos de consumo como directrices, la efervescencia de esta fase da un enérgico impulso a la producción de vanguardia.

7. Cerámica artística (década del 50). Plato de gres esmaltado con decoración realizada a pincel, 17 x 17 x 8 cm. Diseño: Colette Boccara. 8. Cerámica artística (década del 50). Plato de gres esmaltado con decoración realizada por sustracción, 18 x 22 cm. Diseño: Colette Boccara.