Creación colectiva y creación colaborativa:

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Creación colectiva y creación colaborativa: hacia una propuesta para el diseño de proyectos participativos

Trabajo de Investigación de Iasa Monique Ribeiro, dirigido por Dr. Lluís Anyó Sayol TFM del Máster en Producción y Comunicación Cultural de la Blanquerna, Universitat Ramon Llull. Octubre de 2013. Calificación del tribunal: Excelente, 10.


AGRADECIMIENTOS

Al Dr. Lluís Anyó, Director del Trabajo de Fin de Máster, por su orientación, su paciencia, su apoyo y su amistad. A Marc Roig, por los estímulos académicos y por la preocupación con que pudiéramos concluir el curso con un plan. A Irene Lapuente, por las varias horas de conversación y debate sobre los “cos” de la creación, por sus sugerencias bibliográficas y por su apoyo. Al Dr. David Casacuberta, por una valiosa correspondencia online y por sus acertados consejos. A Juan Insua, Rubén Martínez y Tere Badia, que, juntamente con Irene Lapuente, cedieron importantes horas de sus agendas para recibir mis dudas y mi entrevista. Finalmente, a Verónica Vacas, por su paciencia en la revisión y corrección de este trabajo.


RESUMEN

Las reflexiones desarrolladas en este trabajo contribuyen para comprender las discusiones alrededor de la creación cultural y de su desarrollo en los último años. Además de esto, se ha objetivado contemplar los fundamentos teóricos y metodológicos que complementan estas discusiones, y investigar métodos y circunstancias que puedan ayudar proyectos creativos y colaborativos a desempeñar roles de transformación social. Comprender los conceptos originales y el actual entorno cultural no es solo deseable sino que necesario. Por consiguiente, dos elementos han sido observados: la relevancia de la participación en el entorno cultural; y las dinámicas y diseños de los proyectos participativos. Asociado a estos temas, este trabajo propone un debate acerca de la innovación cultural, la inteligecia colectiva y el excedente cognitivo, en una tentativa de colectar un índex completo de informaciones que, con optimismo, puedan inspirar y mejorar la discusión acerca de la creación cultural colectiva y colaborativa. Palabras clave: Creación cultural, cultura y posmodernidad, creación colectiva, creación colaborativa, innovación cultural, diseño de proyectos participativos


ABSTRACT

The considerations addressed in this work aim to understand the discussions regarding to the cultural creation, as well as it’s development in the last few years in the world of cultural production. Moreover, it is intended to contemplate theoretical and methodological fundaments that bring about such discussions and investigate methods and circumstances that would allow collaborative and creative projects to perform social changes. Understanding the original concepts and the actual environment is not only desirable but necessary. Therefore, two elements are observed: the relevance of the participation in the cultural world; and the dynamics and designs of participatory (cultural) projects. Associated with this issues, this study proposes a debate about cultural innovation, collective intelligence and cognitive surplus, in an attempt to collect a complete index of information which would, hopefully, inspire and improve the discussion about collaborative and collective creation.

Keywords: Cultural creation, culture and postmodernity, collective creation, collaborative creation, icultural innovation, design of creative projects


SUMARIO

INTRODUCCIÓN.................................................................................................6 1. POSMODERNIDAD Y LA CULTURA EN LA VIDA LÍQUIDA .....................................9


INTRODUCCIÓN El trabajo de investigación presentado en este documento nace de la necesidad de contribuir a la reflexión crítica acerca de los procesos de creación cultural contemporáneos, y sobre las transformaciones generadas en ellos por la diseminación del concepto de participación. El origen de estas reflexiones se deriva de la identificación de una fuerte tendencia —por parte tanto de instituciones culturales como de iniciativas de colectivos independientes— a posibilitar e incentivar la participación del individuo en los procesos de creación de arte y cultura. Este es un debate reciente, ubicado un poco más allá de las políticas culturales, y que se ha dado de manera orgánica en el universo de la creación. El objetivo final de esta investigación es elaborar un sistema de directrices y caminos para el diseño de proyectos participativos de creación cultural que evidencie en primer plano el papel de la cultura y del universo de la creación en la vida de los individuos. Aunque sus raíces conceptuales no sean nuevas —en 1871, el antropólogo Edward Burnett Tylor ya había definido la palabra cultura como hábitos, conocimientos y costumbres adquiridos por el hombre en cuanto miembro de la sociedad, lo que implica un proceso compartido—, la idea de la participación ha dejado de ser un satélite en los debates sobre la producción cultural para adquirir un estatus de protagonista. Esta percepción provoca dos cuestiones esenciales. La primera, a partir de una perspectiva contemporánea y social, busca entender por qué, si tenemos en cuenta que la vida en comunidad siempre ha sido compartida, en los últimos quince o veinte años la participación ha adquirido tanta importancia. ¿Qué fenómenos lo justifican y cuál es su papel efectivo en la vida de una comunidad? Y, habiendo entendido los orígenes y entornos de esta transformación, nos sumergimos en la vertiente práctica de los estudios culturales para entender cómo es posible participar y por cuáles caminos los procesos de participación en la creación pueden desarrollarse de la manera más pertinente y adecuada para las necesidades de esta comunidad. El objetivo principal de este trabajo es llegar a definir estrategias y mecanismos adecuados para la gestión y el análisis de proyectos participativos de creación. Desde el punto de vista social, este potente cambio se deriva de la combinación de dos factores económicos, sociales y culturales: el momento vivido por la sociedad actual —definido por Jean-François Lyotard y Frederic Jameson como posmodernidad, y por Zygmunt Bauman como vida líquida— y la espantosa evolución de las tecnologías de la información y del ciberespacio, cuya primera consecuencia es la convergencia digital, seguida de la catarsis que esta provoca en los sistemas de relaciones humanas.


Entender la posmodernidad como un cambio de paradigmas iniciado cerca de cuarenta años atrás y el análisis de sus efectos en la vida de los individuos resultan necesarios para la comprensión de un interés repentino por la integración del colectivo en los procesos de creación cultural. Partimos de los conceptos de condición posmoderna, de Jean-François Lyotard, y de capitalismo tardío, de Frederic Jameson, para entender sus efectos en la sociedad actual; y los relacionamos con los estudios de Zygmunt Bauman acerca de la vida líquida, en busca de elementos que nos ayuden a identificar la relación del hombre posmoderno con la cultura y el arte. Sin embargo, también hay un largo camino por recorrer al definir estos dos conceptos desde su esencia y respecto a cómo son entendidos por los individuos, para llegar a una relación conclusiva entre las necesidades de uno y la fuerte tendencia actual a incentivar la participación en el entorno cultural en que uno está ubicado. Y al final, ¿cómo se define esta participación? ¿Por qué vías se da? Y, sobre todo ¿a partir de qué conceptos esta tendencia no solo ha sido reconocida por los individuos, sino que también ha sido absorbida por los mecanismos culturales como potencial herramienta para los nuevos procesos de creación? ¿Cómo, casi ochenta años después de que Walter Benjamin defendiera la importancia de la transformación del individuo receptor de arte en individuo productor,1

o del público en autor, finalmente hemos puesto en marcha proyectos y

pensamientos que la contemplan, y aun más allá, la ubican fuera de la idea de democratización cultural—? En el transcurso de este trabajo, estas cuestiones deben consolidar fundamentos acerca de los orígenes de las necesidades latentes de la sociedad actual para que finalmente puedan ser relacionadas con los resultados directos de estas necesidades. En los últimos años, y a partir de las reflexiones de Pierre Lévy2 , se ha hablado mucho sobre el poder del pensamiento conjunto y de las conclusiones de grupo, bajo el paraguas de la inteligencia colectiva y de la idea de que “nadie sabe todo, todos saben algo, y todo el conocimiento reside en la humanidad”. La frase, acuñada en 1994 por el filósofo francés, abre las puertas a la valoración del conocimiento propio y personal del individuo común y sugiere que el resultado de la combinación de estos conocimientos puede ser más completa y enriquecedora que el conocimiento de un individuo solo. Hace falta, por lo tanto, que estos conocimientos se busquen alimenten y traigan a la superficie; pero no solo esto, también hace falta descubrir en qué punto de este movimiento estamos ahora mismo, cómo se puede incentivar esta búsqueda y de qué manera se puede conseguir este proceso en plenitud. La respuesta más inmediata sería, quizás, las posibilidades de conexión y el desarrollo de las tecnologías de la información a partir de dispositivos digitales

1

Véase BENJAMIN, Walter. El autor como productor. Madrid: Taurus, 1975.

2

Pierre Lévy define el nuevo ambiente de la sociedad como el colectivo inteligente.


y de la convergencia digital; pero, ¿qué significa exactamente la convergencia digital en este entorno? ¿Ella, sola, es responsable del cambio paradigmático de la idea de colectivo? El momento de las reflexiones alrededor de la convergencia digital es también el momento de transición entre la vertiente teórica y la vertiente práctica de los estudios culturales que plantea este trabajo, porque es cuando una idea encuentra su input físico y resulta en una acción. En este sentido, el planteamiento propone un análisis del entorno cultural en que la participación y el conocimiento del individuo vienen adquiriendo importancia. En los últimos años, se ha popularizado el uso de conceptos “co” en los proyectos y estrategias de creación: cocreación, creación colectiva o creación colaborativa. Sin embargo, es importante tomar en cuenta que hay una gran confusión en cuanto a la definición de tales términos, ya que estos conceptos son fácilmente confundidos entre ellos —quizá por su carácter de novedad, o porque todos se basan en el principio de la colaboración—. Lo cierto es que, aunque compartan un mismo principio y tengan dinámicas de trabajo semejantes, existen detalles y circunstancias que los diferencian, y estos matices todavía no han sido esclarecidos. Colaborar para la definición de estas distinciones aparece en este trabajo como un objetivo secundario, que se justifica, principalmente, con la preocupación por el correcto entendimiento de cada una de estas dinámicas, para que sus aplicaciones resulten practicables y fértiles. En un sentido estricto, se entiende que el conocimiento de un individuo merece ser valorado con delicado respeto por su capital cultural y social, y es posible que exista una tendencia de la industria cultural a usar estos términos como estrategias de marketing o de captación de públicos, o incluso el abuso de una propuesta que puede sonar muy atractiva a la sociedad pero que es de difícil ejecución y, por lo tanto, resulta en poco más que falsa publicidad. La contextualización del individuo en el mundo posmoderno es crucial en este momento, cuando se confrontan las necesidades de uno mismo de reconocimiento y recuperación de valores y vínculos interpersonales, y la búsqueda de referencias propias, con la consecuencia posmoderna de transformación de todo en mercancía o en efímero e insuficiente. Es necesario entender, entre tanto, que el objetivo no es presentar un sistema único e ideal de funcionamiento de proyectos de participación, ni mucho menos diagnosticar o criticar las características de proyectos existentes; sino, más bien, identificar las principales necesidades de estos proyectos, sus mejores capacidades y sus mayores dificultades, para así comprender la tendencia a la participación y, con algo de optimismo, contribuir a su mejora y desarrollo.


1. POSMODERNIDAD Y LA CULTURA EN LA VIDA LÍQUIDA Desde la popularización del término posmodernidad, a partir de la publicación de La condición posmoderna, de Jean-François Lyotard (1979), intentamos entender y establecer relaciones entre los cambios traídos por esta nueva condición humana y la vida cultural de una sociedad. Según Lyotard, la posmodernidad no es un tiempo concreto de la historia o del pensamiento, sino una condición humana determinada, y se define como la incredulidad ante los metarrelatos3 de la humanidad —es decir, la insuficiencia actual de los metarrelatos de conducir a la liberación de la humanidad (función que cumplían o que esperábamos que cumplieran)— en la era moderna. En su libro, el autor identifica cuatro metarrelatos: el cristiano, el iluminista, el marxista y el capitalista. Para Lyotard, tales conceptos han perdido su valor absoluto y ahora carecen de sentido. El hombre posmoderno, además de no creer en los metarrelatos, no dirige su vida de acuerdo con uno solo. La vida se ha vuelto tan compleja que necesita de una serie de relatos propios que justifiquen cada una de sus partes. A cada uno de estos relatos llamamos microrrelatos. El hombre posmoderno se convierte en una serie de pequeños fragmentos, independientes entre sí pero integrantes de un mismo mosaico, enteramente sometido a las capacidades interpretativas de quienes lo lean. El resultado de esta lectura interpretativa siempre deriva de una serie de otras competencias (cognitivas, estéticas, experienciales), individuales y particulares de cada interprete. La interpretación es una condición necesaria para conocer la realidad y relacionarnos con ella. En su artículo Posmodernismo y sociedad de consumo, Frederic Jameson, pensador de la posmodernidad, resalta sobre el concepto de posmodernismo:

Debo decir una palabra sobre el uso apropiado de este concepto: no es solo otra palabra para la descripción de un estilo particular. Es también, al menos tal como yo lo utilizo, un concepto periodizador cuya función es la de correlacionar la emergencia de nuevos rasgos formales en la cultura con la emergencia de un nuevo tipo de vida social y un nuevo orden económico, lo que a menudo se llama eufemísticamente modernización, sociedad postindustrial o de consumo, la sociedad de los medios de comunicación o el espectáculo, o el capitalismo multinacional. 4

3

LYOTARD, Jean-François. La condición Postmoderna. Madrid. Cátedra, 2006. Lyotard define los metarrelatos como "aquellas filosofías que pretenden abarcar la totalidad de la historia". 4

JAMESON, Frederic. Posmodernismo y sociedad de consumo. En La posmodernidad. Barcelona, Editorial Kairós, 1998, p.167.


En sus estudios, Jameson establece una fuerte relación entre el posmodernismo y el capitalismo avanzado o tardío —en vigor actualmente—, a diferencia del modernismo, que apareció en un momento en que el capitalismo ni siquiera había sido implantado por completo. Según el autor, el modo de producción capitalista domina la realidad, la imaginación y la vida de los individuos, que al final se encuentran desorientados en medio de un entorno (capitalista) que les envuelve pero que no les representa. Organizarse de manera ordenada en este contexto, según Jameson, es imposible. Para explicar el significado del posmodernismo en el capitalismo tardío, Jameson enuncia seis postulados característicos del momento: 1) la desconstrucción de la expresión, referente a la superficialidad de las declaraciones posmodernas, a la interiorización de la expresión, al interés por lo decorativo y a la fragmentación del sujeto, que le impide reflexionar sobre su pérdida de identidad; 2) “la posmodernidad y el pasado”, con el que reflexiona sobre la desaparición del sujeto individual y su consecuente práctica del pastiche5 , sobre la imitación de estilos pasados y sobre el diálogo con lenguajes que ya están muertos - lo que implica, posteriormente, la carencia de los artistas posmodernos de un estilo único y particular; 3) la ruptura de la cadena de significante, quizá el postulado más relevante de la lista, que Jameson entiende como la incapacidad de organizar el pasado y el futuro en una experiencia coherente, lo que resulta en obras, discursos y relatos desconectados, alejados de la realidad, esquizofrénicos; 4) lo sublime histérico, traducido en la denuncia de la pérdida de profundidad del mundo contemporáneo, reflejado en el arte y en las tentativas de representación; 5) el posmodernismo y la ciudad, relación definida por la multiplicidad de modos de percepción del espacio y de dinámicas de relación; y, por último, 6) la abolición de la distancia crítica, que no es sino la imposibilidad de pensar la posmodernidad desde un punto de vista externo —es decir, que no esté inmerso en ella. Aunque una serie de teóricos y pensadores se resistan a concordar en que la posmodernidad ya ha llegado y ya hemos presenciado la muerte de la era moderna, y otros — como el jóven filósofo Ernesto Castro, autor de Contra la posmodernidad6— incluso defiendan que hace tiempo que la posmodernidad ya llegó a su fin y que la apuesta normativa del posmodernismo hoy nos resulta inútil e intelectualmente pobre, concordamos en que los cambios paradigmáticos sufridos por los individuos en los últimos cuarenta años han tenido consecuencias mucho más profundas que una simple alteración de rutina. Si la posmodernidad implica individuos permeados por minirrelatos y discursos fragmentados, esta fragmentación se

5

Originalmente forjado por Thomas Mann en Doktor Faustus, y después tomado por Adorno, el pastiche es, según Jameson, una de las maneras en que el posmodernismo expresa la verdad interior del orden social surgido del capitalismo tardío. Tanto el pastiche como la parodia recurren a la imitación de otros estilos, con la diferencia de que la parodia se apodera de sus idiosincrasias para producir una burla del original. Ídem, pp. 168-169. 6

CASTRO, Ernesto. Contra la posmodernidad. Barcelona: Alpha Decay, 2011.


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