Evolución IARSE Nº 38 - Edición Octubre 2015

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El Estado del Arte*de la RS&S** en las

Organizaciones Educativas

(*) Su origen se le atribuye a Aristóteles en su primer libro de Metafísica. Hace referencia al nivel más alto de desarrollo conseguido en un momento determinado sobre cualquier aparato, técnica o campo científico plural. (**) Responsabilidad Social y Sustentabilidad.






SUMARIO 01 ESPECIALES La Universidad: Tridimensional

Una

Institución

con

Responsabilidad

Social

Por Luis Manuel Martínez Domínguez, Profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y Miembro del Observatorio de Responsabilidad Social Educativa de Cooperación Internacional ONG

Responsabilidad Social Organizacional, Imperativo Ético para las Instituciones de Educación Superior

Por María Antonieta Rebeil, Directora del Centro de Investigación para la Comunicación Aplicada de la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac

¿Se ha transformado la Sociedad?

Por Baltazar Caravedo, Director del Centro de Liderazgo de la Universidad del Pacífico de Perú

Responsabilidad-Deber Social Por Humberto Grimaldo Durán, Coordinador del Observatorio de Responsabilidad Social para América Latina y el Caribe (ORSALC) – UNESCO

02 GESTIÓN “Buscamos potenciar una Formación Ciudadana y Profesional Responsable” Por Josefina Fernández, Responsable del Área (Responsabilidad Social Escolar) de Academia Argüello

de

Agenda

21


02 GESTIÓN Hacia Allá, Desde Aquí

Por José Pérez Gaudio, Director del Colegio Universitario de Periodismo (CUP)

Educar para el Desarrollo Sostenible

Por Patricia Cucco, Presidenta de Fundación Cervantes

La Ética y la Sustentabilidad en la Educación de los Jóvenes Universitarios

Por Damián Arturo Hernández, Coordinador de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad FASTA en Bariloche

03 ESCENARIOS Y TENDENCIAS RESPONSABILIDAD SOCIAL: De las Empresas a las Universidades

Por Francisco Gerardo Barroso Tanoira, Profesor e Investigador en la División de Negocios de la Universidad Anáhuac Mayab de México


04 DESTACADOS La Gerencia Responsable de las Organizaciones: Un Factor Estratégico para el Desarrollo Sostenible Por Nicolás Fernando Molina Sáenz, Profesor e Investigador de la Facultad de Administración de la Universidad Pontificia Bolivariana de Colombia

05 REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS Referencias bibliográficas sobre RSE & Sustentabilidad identificadas por el Programa de Capacitación Ejecutiva en Responsabilidad Social y Sustentabilidad Empresaria de la Universidad de San Andrés: “Guía de Inversión Social Privada en Educación”. Pinkasz, Daniel (Coordinación). Buenos Aires: Grupo de Fundaciones y Empresas (GDFE). Año 2012.

“Responsabilidad Social: 7 materias fundamentales”. Internacional Standard Organization (ISO). Folleto en edición española: Centro Vincular de Responsabilidad Social y Desarrollo Sustentable, Universidad Católica de Valparaíso. Año 2011.


06 DOCUMENTOS RECOMENDADOS 07 SITIOS DE INTERÉS

COMITÉ EDITORIAL Alejandro Roca Director Ejecutivo IARSE Luis Ulla Director de Investigación + Desarrollo IARSE Jimena Mercado Directora Editorial IARSE Laura Massari Directora de Relaciones Institucionales IARSE Alicia Rolando Colaboradora Externa – Experta en Reportes y Fundadora del IARSE Los artículos y opiniones vertidas en esta publicación son de absoluta y exclusiva responsabilidad de los autores. Las opiniones expresadas no reflejan necesariamente la visión y el espíritu del IARSE.



ESPECIALES LA UNIVERSIDAD: Una Institución con Responsabilidad Social Tridimensional Por Luis Manuel Martínez Domínguez, Profesor de la Universidad Rey Juan Carlos y Miembro del Observatorio de Responsabilidad Social Educativa de Cooperación Internacional ONG www.urjc.es luismanuel.martinez@urjc.es

La Universidad tiene una especial Responsabilidad Social que entraría dentro de lo que algunos denominamos, Responsabilidad Social Educativa (RSEdu), que es una forma de Responsabilidad Social Corporativa que despliega su impacto en tres dimensiones donde se vincula la Responsabilidad Social con la Educación (Martínez, 2014): 

Ser un modelo atractivo de institución socialmente responsable, que sin pretenderlo, se convierte a los ojos del resto de organizaciones en una referencia de organización que sabe vivir, con creatividad y eficacia, la propia RSC. Desde esta perspectiva, la Universidad como institución puede ser un ejemplo inspirador para el resto de organizaciones con respecto al modo de vivir la RSC de acuerdo con la propia visión, misión y valores. Mostrar un compromiso operativo para formar a los estudiantes en competencias y valores para la Responsabilidad Social. Estas competencias con valores quedan explicitadas en los diversos planes de estudio que deben ser cursados con una dedicación concreta y medible de tiempos, contenidos propios sobre RSC en todas las titulaciones con resultados observables y evaluables. Promover de forma prioritaria la dimensión educativa que la RSC tiene de suyo y que toda organización debería favorecer, pero más si cabe, la universidad que tiene en la “universalización de la educación y los avances científicos” uno de los fundamentos de su origen.


Desde esta triple manifestación de Responsabilidad Social, los promotores, los equipos de gobiernos, rectores y decanos, los docentes, los demás trabajadores de la universidad y los estudiantes pueden vivir su responsabilidad social de dos formas diversas:  Como Responsabilidad Social Ordinaria. Es la directamente vinculada con las funciones y tareas que cada cual tiene encomendadas como obligaciones y que lleva a desempeñarlas de la mejor manera posible. Este tipo de responsabilidad está asociada a lo que suele denominarse como “buenas prácticas” y tiene como consecuencia la formación integral de los estudiantes, una investigación puntera y la creación de un clima de servicio educativo e investigador abierta a la comunidad. Todos tenemos obligación de cumplir las funciones y tareas que nos son encomendadas. Pero para hacerlo con Responsabilidad Social no basta “cumplir” de cualquier modo “de forma que no se pueda decir nada”, sino que, el sujeto con responsabilidad social, lo hace con la mayor perfección, procurando alcanzar el mejor impacto social; poniendo iniciativa, creatividad y cuidando los detalles. 

Como Responsabilidad Social Extraordinaria. Extraordinaria no significa que sea esporádica. Puede ser todo lo cotidiana que se pueda pero como tareas y funciones asumidas de forma voluntaria, no exigibles por ley. El hecho de que sean voluntarias no quiere decir que se hagan con menos profesionalidad. Estas funciones, una vez asumidas libremente, conllevan la responsabilidad de realizarlas con la mayor calidad y equidad. RSEdu de la Universidad

Ejemplaridad

Ordinaria

Extraordinaria

Plan de RSC en todas las  Innovación en el propio dimensiones: plan de RSC.  Gobierno del centro.  La universidad debe  Derechos humanos. presentar soluciones  Prácticas laborales. creativas y eficaces,  Medio ambiente. porque investiga sobre  Prácticas justas de sus propios desafíos de operación. RSC.  Asuntos de  La universidad como consumidores. institución especializada  Participación activa y en investigación puede ir desarrollo de la por delante con comunidad. propuestas piloto para su propio plan de RSC.  Acciones formativas voluntarias y gratuitas abiertas a ciudadanos que cuentan con las


disposiciones personales para aprovechar la formación pero no cuentan con los recursos económicos para costearla.  Responsabilidad hacia el propio entorno aportando los propios avances en investigación y los conocimientos al servicio de la comunidad.

Capacitación en RSC

Impacto educativo investigador

Dentro de todos los estudios incorporar una materia común de Responsabilidad Social. Tender a la excelencia educativa e investigadora. Desarrollar una acción formativa e investigadora de máxima calidad, procurando la igualdad de oportunidades.

Complementos formativos voluntarios orientados a la acción social y ambiental universitaria y el aprendizaje servicio. Promover la equidad educativa acercando la calidad formativa y la investigación a las personas, instituciones o sectores sociales que tienen limitado el acceso por razones socioeconómicas. Promover investigación directa sobre cuestiones de Responsabilidad Social.

La Responsabilidad Social en la gestión cotidiana de una universidad, se hace factible cuando la institución dispone de un brazo ejecutivo que realiza proyectos concretos, tanto en la esfera organizativa como en el ámbito académico. Pero esto no sería suficiente, pues de ser sólo cuestión de un servicio específico, la RSC quedaría relegada a una función social complementaria, cuando debe estar presente en la base de la acción cotidiana de la universidad. Es decir, la RSC no es la guinda del pastel docente e investigador, sino la base de la tarta universitaria. Desde mi punto de vista, la RSC no es un modelo de organización, es decir, no se identifica con un determinado sistema de funcionamiento, sino que pluralidad de modelos y sistemas pueden ser manifestaciones efectivas de responsabilidad social. Si observamos las tendencias más eficaces de RSC de las universitarias de todo el mundo, puede verse que no existe una fórmula institucional como solución exportable al resto de organizaciones, ni siguiera


depende del acierto personal de los rectores y decanos; sino que cada universidad que avanza por la senda de la responsabilidad social lo hace por medio de todos los trabajadores y estudiantes concretos, que componen el cuerpo institucional en cada momento. Más que una estrategia organizativa, se trata de “una forma de ser universidad”, que sin duda se alimenta por las decisiones estratégicas y las acciones académicas y de investigación. Pero la motivación que las mantiene no sólo son motivaciones periféricas (calificaciones, remuneración, reconocimiento profesional, acreditación como docente e investigador, sexenios de investigación, etc.) o no solamente personales (competencia personal, desarrollo profesional, autorrealización, prestigio) sino también trascendentes: anhelos de servicio a los demás, de cuidar y cultivar la naturaleza, y abrirse al sentido de la realidad y a los valores. Desde esta perspectiva, la universidad no limita su RSC a mera “función social” “poniendo su granito de arena” en el desarrollo sostenible, sino que es vida social de las personas que integran la institución y se abren a los demás y al medio “haciéndose ellos mismos granitos de arena”.

“MÁS QUE UNA ESTRATEGIA ORGANIZATIVA, SE TRATA DE ‘UNA FORMA DE SER UNIVERSIDAD’, QUE SIN DUDA SE ALIMENTA POR LAS DECISIONES ESTRATÉGICAS Y LAS ACCIONES ACADÉMICAS Y DE INVESTIGACIÓN”. Considero que ésta es la clave de la universidad con respecto a la RSC; no practicarla como una mera “función social” que deben realizar como organización, sino ser un espacio, en todas sus manifestaciones, que dispone a todas sus partes interesadas para que vivan con responsabilidad social como opción personal, como estilo de vida libremente asumido. Para muchas universidades, el desafío es descubrir el valor de la RSC. Pero para aquellas que ya muestran sensibilidad hacia esto, el reto no pasa por incorporar la RSC como un añadido a lo que ya se hace de ordinario, sino que lo ordinario se viva con más y mejor responsabilidad social. Algunas manifestaciones podrían ser las siguientes: 

Buen clima humano en la universidad: o Cohesión entre trabajadores: gerentes, equipos de gobierno, docentes, investigadores, personal de administración y servicios y padres porque se promueve la comprensión y la ayuda mutua.


o Cohesión entre docentes e investigadores. Se promueve la cooperación más que el aislamiento. o Cohesión entre estudiantes. Se promueve la solidaridad más que la competitividad. Desarrollo de la universidad desde la inclusión: o Promotores y equipos de gobierno comprometidos en el desarrollo de la institución. o Docentes, investigadores y personal de administración y servicios solidarizados con los intereses de la institución. o Estudiantes identificados con su universidad y solidarios unos con otros. Incentivar la competencia social: o Cultivar la atención en la consecuencia social de la práctica educativa de la institución. o Formar en un estilo de vida hacia los demás, dentro y fuera de la universidad. o Ejercitar la competencia social mediante servicios concretos. Clima de servicio, justicia social y ayuda mutua. o Dentro-dentro. Entre las áreas y departamentos de la universidad o De arriba hacia abajo y de abajo a arriba. Respeto y deferencia a las funciones de gobierno y gestión. Gestores y dirigentes orientados al servicio justo. o De dentro hacia fuera. Una universidad abierta a su entorno para el desarrollo sostenible y la transformación creativa del contexto global.

Para cultivar esta forma de ser universidad socialmente responsable es imprescindible ir más allá del pragmatismo de los resultados y abrirse a los valores. Para concretar, resulta buena experiencia la creación de un vicerrectorado centrado en la Responsabilidad Social Educativa. En mi universidad, la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid), tiene el nombre de Vicerrectorado de Cooperación al Desarrollo y Relaciones Institucionales, y como vengo diciendo, es importante que no sea un vicerrectorado accesorio o una pieza aislada dedicada a la función social de la universidad, sino un hilo de unión que trabaja conjuntamente con el resto de vicerrectorados para fomentar la responsabilidad social en todas las parcelas con autoridad moral y potestad con prestigio, por la confianza que la institución deposita en este servicio, la calidad de sus realizaciones y la eficacia de las medidas adoptadas. Apostar por la RSC en la universidad no es un lujo, sino una necesidad que repercute en el desarrollo sostenible de la sociedad de una manera directa y muy significativa.


Luis Manuel Martínez Domínguez Profesor Titular Interino de la Universidad Rey Juan Carlos (Madrid). Doctor en Pedagogía. Coordina una línea de investigación en Responsabilidad Social Educativa dentro del Departamento de Ciencias de la Educación de esta universidad con publicaciones como: Martínez Domínguez, L. M. (2013). “Responsabilidad social y comunicación institucional en los centros educativos”. Derecom, (15), 7. Martínez Domínguez, L. M (2014). La Responsabilidad Social Corporativa en las instituciones educativas. Estudios Sobre Educación, 27. Entre otras asignaturas, imparte la asignatura de “Responsabilidad Social Educativa” del Máster Universitario en Competencias Docentes Avanzadas de la URJC. Es miembro del Observatorio de Responsabilidad Social Educativa de Cooperación Internacional ONG.


RESPONSABILIDAD SOCIAL ORGANIZACIONAL, IMPERATIVO ÉTICO PARA LAS INSTITUCIONES DE EDUCACIÓN SUPERIOR Por María Antonieta Rebeil, Directora del Centro de Investigación para la Comunicación Aplicada de la Facultad de Comunicación de la Universidad Anáhuac www.anahuac.mx arebeil@anahuac.mx

El tema de la Responsabilidad Social en las Organizaciones (RSO) es un reto cuyo eje central es la ética. Esta afirmación es válida para cualquier tipo de organización, sean éstas instituciones públicas, organismos, empresas privadas o sociedades del tercer sector. En este caso, merecen especial atención aquellas instituciones (privadas o públicas) cuyo quehacer prioritario es la responsabilidad de formar a los hombres y mujeres del hoy y que habrán de ser los líderes de las próximas generaciones. Desde luego, se trata de Instituciones de Educación Superior (IES). Algunas IES han argumentado que la RSO no es un tema que les compete ni del que se deben ocupar, precisamente debido a que el centro y núcleo de su labor en la vida social, la educación, es sustantivo o constitutivo de servicio del más al alto nivel a la sociedad. “La sabiduría convencional había dado por hecho que las instituciones gubernamentales así como las organizaciones no lucrativas eran socialmente responsables de manera espontánea y automática debido a los fundamentos y razones de su creación”, dice Krishnamurthy Sriramesh (2012: 6). No obstante, a lo largo de la historia de la humanidad, se ha visto que ello no corresponde a la realidad debido al sinnúmero de descuidos, escándalos, malos manejos y corrupción de los cuales se ha sido testigo.


Considerando que la RSO es un proceso que se desarrolla en la totalidad de la organización, que va más allá de la filantropía pura (donativos) y de la filantropía interesada (marketing social). La RSO es un proceso que involucra a todos los grupos de interés de la organización, tanto personas como grupos, así mismo, las acciones y los procesos que se generan en estos sistemas sociales con el fin de impactar positivamente en los aspectos laborales, económicos, sustentables y sociales de la misma y de la sociedad y el ambiente, a través de la toma de decisiones con base en la racionalidad ética (Vallaeys, 2008). De manera particular, las IES, por la naturaleza propia de la delicada labor que tienen en sus manos que consiste en la formación de conocimientos, competencias, aptitudes y valores de los hombres y las mujeres del hoy y del mañana; pueden y deben ser las primeras en esforzarse por ser socialmente responsables y sustentables. Además, que ello se lleve a cabo nítidamente y de manera evidente a la luz pública. Una vía ya puesta en blanco y negro y probada nacional e internacionalmente es la de los “consejos acreditadores”, que en la búsqueda de elevar la calidad de los procesos educativos han tenido importantes aportaciones y logros en la Responsabilidad Social de las IES y en sus programas educativos que se someten a sus estándares y a sus procesos de evaluación. No obstante, respecto a la Responsabilidad Social Universitaria (RSU), se puede decir que éstas (las universidades) aún se quedan cortas en algunos aspectos con el tema de la misma responsabilidad social. Los consejos acreditadores tienen como metas claras el avance de la calidad educativa y la producción del conocimiento. En todo caso solicitan de sus IES acreditadas el que tengan procesos de transparencia en las finanzas y desde luego, que lleven a cabo programas de extensión y vinculación con la sociedad, sin que ello necesariamente cuente con aquellos indicadores que soporten la complejidad y la amplitud que requiere el imperativo ético de la RSU.

“…LAS IES, POR LA NATURALEZA PROPIA DE LA DELICADA LABOR QUE TIENEN EN SUS MANOS QUE CONSISTE EN LA FORMACIÓN DE CONOCIMIENTOS, COMPETENCIAS, APTITUDES Y VALORES DE LOS HOMBRES Y LAS MUJERES DEL HOY Y DEL MAÑANA; PUEDEN Y DEBEN SER LAS PRIMERAS EN ESFORZARSE POR SER SOCIALMENTE RESPONSABLES Y SUSTENTABLES”. Las tareas clásicas que se revisan en toda Universidad tienen que ver con su cuerpo docente, el plan de estudios, los estudiantes (ingreso, proceso, egreso y obtención del grado) y los resultados e impactos en la


sociedad. Una IE puede ser socialmente responsable y sustentable en la medida en que enfoque sus esfuerzos hacia: dentro de sí, en su ambiente y condiciones laborales, la formación de sus estudiantes, su productividad y su contribución al desarrollo de la sociedad. Todo ello tiene que ver con sus procesos de gestión y transparencia, incluyendo las condiciones laborales de todos sus integrantes; la docencia y los procesos de enseñanza-aprendizaje encaminados a la adquisición de conocimientos al desarrollo de las capacidades para el pensamiento crítico e independiente; la producción del conocimiento de cara al rigor científico y a las necesidades del desarrollo nacional en que operan y, desde luego, su amplia difusión, incluyendo formas de acceso abierto; las acciones y el alcance de sus procesos de vinculación en cuanto al desarrollo de la tecnología e innovación, el impacto en el desarrollo económico, político y social, así como la protección de la naturaleza. Cada uno de los integrantes o grupos de interés en las IES, así como los procesos que éstas llevan adelante (docencia, investigación, difusión, vinculación) pueden y deben ser conducidos a la luz de la racionalidad ética misma que supone la transparencia, el rigor científico, la formación de alta calidad, la investigación y la mirada fija en la sociedad a la que se debe servir y redituar. Nos parece significativo concluir con la siguiente cita de Vallaeys: "Tú, Sociedad, me garantizas autonomía y recursos, y yo, Universidad, te doy: (1) más Democracia a través de la formación de estudiantes y ciudadanos responsables, (2) más Ciencia responsable, lúcida y abierta a la solución de los problemas sociales de la humanidad, y (3) mejor Desarrollo equitativo, innovador y sostenible, con profesionales competentes y comprometidos". (2008: p. 18) Referencias: Sriramesh, K. (2012). “Prólogo” en Rebeil, M.A. (Coord.) Responsabilidad Social Organizacional, México, Trillas. Vallaeys, F. (2008) ¿Qué es responsabilidad social universitaria?, recuperado el 29 de septiembre de https://www.url.edu.gt/PortalURL/Archivos/09/Archivos/Responsabilidad_Social_Universi taria.pdf


María Antonieta Rebeil Directora del Centro de Investigación para la Comunicación Aplicada (CICA) y Coordinadora Académica del Doctorado en Investigación de la Comunicación, Facultad de Comunicación, Universidad Anáhuac México Norte. Presidenta de la Red Internacional de Investigación y Consultoría en Comunicación (RIICC). Coordinadora de más de diez libros entre los que se encuentran: Ética, Medios y Democracia (2014); Responsabilidad Social Organizacional (2012).


¿SE HA TRANSFORMADO LA SOCIEDAD? Por Baltazar Caravedo, Director del Centro de Liderazgo de la Universidad del Pacífico www.up.edu.pe/liderazgo

Las sociedades se fragmentan cuando se produce una disociación profunda entre los mensajes que se anuncian y los que se actúan. En una sociedad fragmentada el otro no existe, la diversidad no es reconocida, el autoritarismo se plasma en el quehacer de la vida cotidiana, el proceso de representación se vicia, se agiganta la ausencia de los que no tienen voz, la violencia se convierte en una práctica habitual. En una sociedad así, los conflictos se transforman en confrontaciones, el diálogo languidece y la atmósfera subjetiva da paso a la intolerancia, al hartazgo y, también, a la huida; la esperanza se esfuma, el futuro se hace gris y el compromiso se disuelve. Una dinámica social basada en una rutina que contiene todos estos componentes debe ser transformada. Nutridas por una interacción constante con otros, las sociedades humanas habitan en las personas. Cuando los vínculos que ellas establecen se cargan de resentimiento, la sociedad toda se tiñe de aspereza y aleja a sus integrantes. Una sociedad así, es una sociedad dividida en la que nadie le reconoce autoridad a nadie o en la que una palabra divergente destruye lo que se avanza. Una sociedad dividida no es equivalente a una sociedad diversa. Mientras que la primera transmite una cultura cínica y camina hacia su desfallecimiento, la segunda alberga un sentimiento transformador y enfrenta una oportunidad de florecimiento. A la sociedad dividida le espera la ruina o el estancamiento; a la sociedad diversa se le abre un futuro. América Latina es una sociedad signada por la contradicción; estamos divididos y somos diversos. Nos movemos entre el marasmo y la ilusión benévola; entre la exclusión y la integración; entre la confrontación destructiva y el diálogo edificante. No todos pensamos igual, no todos queremos lo mismo, no todos tenemos el mismo origen, no todos


practicamos un mismo estilo de vida. Pero el problema no es que nuestra sociedad esté compuesta por esta contradicción o por esta diversidad sino que no la admitamos y que siempre mantengamos una dosis de cinismo e incredulidad que socavan sus posibilidades. ¿Cómo hacer para crear un clima social que integre? ¿Cómo hacer para que se reconozca la diversidad? En otras palabras, ¿cómo producir la transformación de nuestra sociedad? Este es un desafío que tenemos por delante. Es necesario quebrar la rutina perversa, acercar a los diferentes, a los antagónicos, a los que no se reconocen, a los que no se hablan, a los que no se miran o lo hacen con desprecio. Para lograrlo se necesita crear un nuevo contexto subjetivo y cultural. A partir de la aceptación de nuestra diversidad será posible la integración. Sin esta condición, lo que se impone, como ha ocurrido hasta ahora, es la fragmentación. La transformación social es la modificación del sentido de nuestra existencia, individual y colectiva. Desde un punto de vista humano, los vínculos se mantienen a través de las prácticas porque tienen una significación o cumplen con un sentido. La transformación es un cambio de significación. En la sociedad humana el sentido de una época está expresado por la información y la emoción dominantes que construyen una racionalidad. Dada la velocidad con la que actualmente se produce y difunde nueva información, es decir, debido a la inmensa y vertiginosa conectividad es factible pensar que los cambios de sentido no sólo ocurrirán con mayor rapidez, sino que podrán originarse desde los más minúsculos universos sociales. Los significados que impactan sobre nuestra práctica proceden de distintos sistemas y sub sistemas dentro de los cuales actuamos y de los cuales recibimos mensajes, aunque no lo advirtamos. Si bien hay un número muy variado de universos, podemos decir que algunos juegan un papel predominante. Éstos son la escuela (las universidades), nuestros lugares de trabajo (las empresas), nuestros espacios de relación no laboral de la vida cotidiana (familia) y los medios de comunicación. Estos espacios son los mundos referentes que inadvertidamente nos guían.

“…LOS CAMBIOS DE SENTIDO NO SÓLO OCURRIRÁN CON MAYOR RAPIDEZ, SINO QUE PODRÁN ORIGINARSE DESDE LOS MÁS MINÚSCULOS UNIVERSOS SOCIALES”. Si admitimos que la re-significación es un proceso afectivo en el que nuestras emociones están comprometidas; si estamos de acuerdo en que no hay interacción si no hay comunicación; si aceptamos que la comunicación más efectiva es la que actuamos, y si sostenemos que lo


más cerca que tenemos para transformar somos nosotros mismos, una cuestión fundamental tiene que ver con la posibilidad de la transformación personal, de nuestra propia existencia, en el entorno y en el contexto en el que vivimos. Vale la pena saber de qué modo están conectados todos estos elementos. Dado que nuestras sociedades son un continuo tejer vínculos y que todas esas relaciones persiguen un objetivo, se puede decir que, finalmente, la transformación consiste en dar nuevos sentidos a lo que hacemos, a nuestras relaciones. Cuando varía el sentido todo se modifica.

“…LA TRANSFORMACIÓN CONSISTE EN DAR NUEVOS SENTIDOS A LO QUE HACEMOS, A NUESTRAS RELACIONES”. Preguntarse sobre la transformación de la sociedad significa establecer si su sentido se ha modificado. La sociedad y sus organizaciones ¿sólo son espacios para satisfacer nuestros intereses particulares? Cuando no hay sentido, las organizaciones languidecen porque no tienen límites. Las personas transgreden lo que se acuerda, se desvinculan del interés de los demás, de lo público, del bien común. Hoy América Latina ¿es menos desigual? ¿Es más respetuosa de todos sus integrantes? ¿Colaboramos más entre nosotros? ¿Somos menos corruptos, menos violentos? De una sociedad frágilmente cohesionada emerge una cultura informal cuyas prácticas sociales no se modifican sólo por la dación de normas y leyes. Se requiere de una nueva afectividad que se exprese en el comportamiento de las organizaciones y de las personas, que se manifieste en el nuevo sentido que debe adquirir la humanidad. Baltazar Caravedo Molinari Doctor en Sociología. Magister en Ciencias Sociales y Economista. Actualmente dirige el Centro de Liderazgo de la Universidad del Pacífico. Ha publicado 25 libros sobre temas de historia económica, descentralización, responsabilidad social y liderazgo. Promotor y Pionero de la Responsabilidad Social en América Latina y el Perú.


RESPONSABILIDAD-DEBER SOCIAL Por Humberto Grimaldo Durán, Coordinador del Observatorio de Responsabilidad Social para América Latina y el Caribe (ORSALC) – UNESCO.

El Observatorio Regional de Responsabilidad Social para América Latina y el Caribe (ORSALC) fue inaugurado el 2 de febrero de 2012 en el Palacio de San Carlos, Sede de la Cancillería de Colombia y fue avalado por el Ministerio de Relaciones Exteriores y el Ministerio de Educación Nacional. EL ORSALC, con sólo tres años de funcionamiento cuenta ya con un Declaración, sedes subregionales, grupos de trabajo, estudios de variada índole, factores e indicadores regionales de análisis y una participación en más de 220 eventos anuales con una cooperación de 700 instituciones en dos idiomas oficiales (español y portugués). Hemos venido trabajando en la construcción de una Responsabilidad Social que, superando cualquier visión de mercado, denuncie las injusticias y permita desde la reflexión y las buenas prácticas encaminar las comunidades de personas a la inclusión, la equidad, la oportunidad y la educación para todos. Una de esas instituciones comprometidas con lo expuesto es la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, en Morelia, México. La Responsabilidad Social desde su concepción general, y universitaria, en particular, no es tarea baladí, ni sencilla. Convoca los mejores esfuerzos, las mejores capacidades intelectuales y volitivas del ser humano y de los grupos sociales, las naciones. Es un proceso personal y social que requiere capacidad de adaptación a la realidad para dialogar con ella, sin derrotismos y sin miedos, negando que solamente lo arduo y acuciante presenta la agenda, sino también la capacidad de hacer del hombre en esa misma realidad que asedia. Desde este estadio, discurriendo la ruta de desarrollo de Responsabilidad Social, se accede a la asociación, esa capacidad de construir redes para buscar respuestas convincentes a la compleja realidad de la persona, desde una consideración completa de la misma (la persona), que no la reduzca solamente a una de sus dimensiones. Así se realizan los demás movimientos de la dinámica circular: la


transformación, la capacidad de cambio para mejor, para devolver dignidad vital o para consolidarla; medio propicio en que la persona pueda ahondar en su propia identidad, extender la mano hacia la mano que se nos da (en petición o en gracia), y reconocer en el otro el rostro del otro-yo. Hemos sido engendrados para la sociedad, como afirmaba Seneca Ad coetum geniti sumus y el útero de esa vida social creciente es siempre el territorio. Hablamos de Responsabilidad Social en clave de territorio, es decir, Responsabilidad Territorial ya que la hoguera, el fogón social crece en el territorio y se alimenta de él. NO existe territorio sin debate, sin sana y propositiva discusión. Además hemos querido hablar de territorio y no de entorno y buscamos incluir las nociones de tiempo y espacio, tan queridas a la filosofía pero tan polisémicas y difusas en cuanto a interpretaciones. En este sentido, desde este Observatorio que tengo el reto de coordinar, hemos querido proponer un espacio abierto para definir y delimitar el tema de la “Responsabilidad”, llámese ésta personal y social, a partir del concepto de territorio, ya que entendemos que toda responsabilidad está anclada y se debe a una tierra, léase “territorio”, en la cual crece y se desarrolla su vida social, la vida común con otros seres humanos. El hecho de ser engendrados para la sociedad, como afirmaba Seneca, es decir para la vida en común, conlleva necesariamente que nos hagamos responsables de nuestros derechos pero también de nuestros deberes. Somos sujetos de derechos por ser humanos, pero precisamente por ser humanos estamos llamados y obligados a deberes hacia nosotros y hacia los otros seres humanos. “Onus Probandi”, decían los romanos y esa obligación de demostrar incumbe a las personas en cuanto a sus derechos pero también en cuanto a sus deberes. Proliferan discursos sobre los derechos y sobreabundan interpretaciones. Sin embargo, sobre el deber, tenemos un discurso poco menos que elaborado, quizás más incipiente.

“HABLAMOS DE RESPONSABILIDAD SOCIAL EN CLAVE DE TERRITORIO, ES DECIR, RESPONSABILIDAD TERRITORIAL YA QUE LA HOGUERA, EL FOGÓN SOCIAL CRECE EN EL TERRITORIO Y SE ALIMENTA DE ÉL”. Desde el siglo XVIII, de la mano de las revoluciones inglesa, americana y francesa hablamos de derechos del hombre y del ciudadano. Las Constituciones modernas están prioritariamente llenas de derechos y pocas de deberes. En todas partes se hablan de derecho, derecho de gentes, de individuo, internacional, nacional, derechos de minorías, incluso llegamos a hablar de derechos de animales, cuando


irónicamente otras personas no tienen incluso derecho a vivir. En cambio no hablamos con el mismo ahínco del deber de gentes o el deber internacional o los deberes nacionales o los deberes de las minorías. El discurso de los Deberes Humanos, parece más dúctil, incluso más efímero. Y mientras el reino de los derechos es más imperativo e impositivo, el de los deberes es superficial y poco cohersitivo; con el reino de los deberes olvidamos aquella máxima latina que sentenciaba ID FACERE LAUS EST, QUOD DECET, NON QUOD LICET, (lo loable está en hacer lo que se debe no lo que se puede), dicho en forma coloquial AGE QUOD AGIS, (lo que haces hazlo bien). Todo esto porque en la actualidad, muchos pretenden pensar y actuar como si no le debieran nada a nadie, sino a sí mismos. Piensan y actúan como titulares de derechos y con frecuencia les cuesta madurar en su responsabilidad respecto al desarrollo integral propio y ajeno y por lo tanto a sus propias responsabilidades. En este sentido, la exacerbación de los derechos abre aún más la brecha entre ricos y pobres, ignorantes e ilustrados y dicha brecha no solo es una brecha regional sino mundial. La exacerbación de los derechos conduce al olvido de los deberes, y los deberes, son responsabilidades.

Humberto Grimaldo Durán Coordinador del Observatorio de Responsabilidad Social para América Latina y el Caribe (ORSALC) – UNESCO.



GESTIÓN “BUSCAMOS POTENCIAR UNA FORMACIÓN CIUDADANA Y PROFESIONAL RESPONSABLE” Por Josefina Fernández, Responsable del Área de Agenda 21 (Responsabilidad Social Escolar) de Academia Argüello www.aa.edu.ar

¿Por qué hablar de Responsabilidad Social y Sustentabilidad en una Comunidad Educativa? ¿Cómo se puede abordar este concepto empresarial desde la dinámica de un centro educativo? Y en todo caso, ¿con qué objetivo? En base a estas inquietudes surge desde Academia Argüello la idea de encarar un programa de Responsabilidad Social Educativa, denominado “Agenda 21”. Convencidos que la necesidad de un cambio de paradigma es inminente, creemos que la escuela debe buscar y otorgar herramientas para responder a las diversas demandas de nuestra sociedad. Así, la implementación en Academia Argüello de este proyecto en particular significa considerar a la organización escolar como comunidad de aprendizaje de la que participan no sólo docentes y alumnos, sino todos los stakeholders o grupos de interés, tanto internos como externos (familias, personal no docente, comunidad mediata e inmediata, gobierno, etc.) con el objetivo de generar una mayor conciencia sobre la imperiosa necesidad de modificar hábitos y costumbres que no contribuyen al diseño de un futuro sustentable. En palabras de Carlos Días, se trata de “un cambio de actitud hacia la institución, es un proceso gradual que debe construirse desde la casa, desde la escuela y desde el entorno… para la


generación de una conciencia sólida en toda la comunidad”. (Carlos Díaz, 2008). Desde lo práctico, “Agenda 21” introduce en Academia Argüello un concepto de escuela más moderno y activo, el cual la sitúa como actor protagonista del desarrollo sustentable de su comunidad local. “Una escuela socialmente responsable será el motor de una comunidad ampliada, que comparta las razones, los fines y las motivaciones de la tarea común” (Yepes, 2003). La noción que contempla este proyecto de Responsabilidad Social es innovadora pero a la vez se suma a la apuesta que desde hace ya varios años se trabaja en la institución con el programa “Academia Piensa y Actúa Verde”. La inquietud y compromiso por el cuidado del medio ambiente sigue y seguirá siendo un eje de trabajo a conciencia en la escuela pero, a su vez, con esta nueva iniciativa, vamos más allá de lo netamente ambiental, sumando diversos proyectos en esa misma lógica de trabajo.

“DESDE LO PRÁCTICO, ‘AGENDA 21’ INTRODUCE EN ACADEMIA ARGÜELLO UN CONCEPTO DE ESCUELA MÁS MODERNO Y ACTIVO, EL CUAL LA SITÚA COMO ACTOR PROTAGONISTA DEL DESARROLLO SUSTENTABLE DE SU COMUNIDAD LOCAL”. Si bien el programa “Agenda 21” se viene implementado desde 2014, es notable ver el impacto que ya va generando en los alumnos y, por proyección, hacia el seno de las familias. Los alumnos manifiestan sentirse proactivos, protagonistas del cambio, agentes modificadores de la sociedad que integran. La noción más novedosa y desafiante de esta propuesta viene de la mano de un trabajo en comunidad concreto y directo por parte de los alumnos y docentes. Desde el trabajo en espacios curriculares específicos, se diseñan proyectos que involucran a los alumnos como “voluntarios” en acciones de impacto socio-comunitario. Dichos proyectos surgen en primera medida desde propuestas docentes, pero de a poco se van involucrando los demás grupos de interés -alumnos y familias- como partes activas de este proceso, respondiendo, sin dudas, a una lógica constructivista. Más allá de la enseñanza de contenidos y destrezas específicas, con “Agenda 21”, se busca el desarrollo integral del alumno, enfatizando en la necesidad de potenciar actitudes que lo comprometan con el progreso, desde la esfera vecinal a la global. De esta forma, buscamos


potenciar en el perfil de nuestros alumnos y egresados una formación ciudadana y profesional responsable, desde una actitud crítica y reflexiva. Esta búsqueda de apertura y de reconocimiento propone una mirada inclusiva de nuestra sociedad y por lo tanto, contribuir a promover ciudadanos socialmente responsables, capaces de convivir en sociedades marcadas por la diversidad; una convivencia basada en el respeto y la tolerancia. Asimismo, el programa contribuye a la formación de personas que respondan a los nuevos requerimientos sociales y a las formas de organización del trabajo, resultante de la revolución tecnológica, que permitan transformarla en instrumentos que mejoren la calidad de vida de las personas y de la sociedad (Puiggrós, 1990). Sin lugar a dudas, los puntos mencionados comprenden un desafío que encaramos todos los miembros activos de la sociedad. Y en Academia Argüello estamos trabajando para que nuestros alumnos sean protagonistas en este cambio de paradigma que nuestro planeta necesita. Referencias Bibliográficas: BRUNNER, José. (1998). Globalización cultural y posmodernidad. México: FCE BRUNNER, José. (2000). Globalización y el futuro de la educación: tendencias, desafíos y estrategias. Seminario [en línea] < http://www.schwartzman.org.br/simon/delphi/pdf/ brunner.pdf> [fecha de consulta: 15 de octubre 2014] DÍAZ, Carlos Alberto (2008). Educar, Hacer escuela. Tesis de grado Universidad Austral. [ en línea] < http://web.austral.edu.ar/descargas/escuela-educacion/tesis-Carlos-Albert o-Diaz.pdf> [fecha de consulta: 20 de octubre 2014] PUIGROSS, Adriana. (1990). América Latina. Crisis y prospectiva de la educación. Buen os Aires: Editorial Galerna. YEPES STORK, Ricardo. (2001) Entender el mundo de hoy: cartas a un joven estudiante. Madrid: RIALP

Josefina Fernández Lic. en Relaciones Internacionales (Universidad Siglo 21). Máster en Gestión Sostenible: Medio Ambiente, Responsabilidad Social Corporativa y Agenda 21 – Escuela Europea de Dirección y Empresas (EUDE - Madrid). Responsable del Área de Agenda 21 (Responsabilidad Social Escolar) de Academia Argüello.


HACIA ALLÁ, DESDE AQUÍ Por José Pérez Gaudio, Director del Colegio Universitario de Periodismo (CUP) www.cup.edu.ar

“La esperanza, como necesidad ontológica, necesita de la práctica para volverse historia concreta”. “Nadie llega allá partiendo de allá, sino de algún aquí”. “La imaginación no es ejercicio de gente desconectada de la realidad, que vive en el aire (…) por el contrario, al imaginar alguna cosa lo hacemos condicionados por la falta de lo concreto”.

Estas tres citas son del pedagogo brasileño Paulo Freire. Las elijo para expresar que como personas precisamos, quizá como nunca, de prácticas imaginativas que nos ayuden a promover la dignidad humana en los tiempos que corren y se avecinan. Amitai Etzioni, en su libro La tercera vía hacia una buena sociedad, plantea que “una buena sociedad es aquella en que las personas se tratan como fines en sí mismas y no como meros instrumentos; como totalidades personales y no como fragmentos; como miembros de una comunidad, unidos por lazos de afecto y compromiso mutuo, y no como empleados, comerciantes, consumidores o, incluso, conciudadanos”. Una buena sociedad equilibra el Estado, el mercado y la comunidad. ¿Las ideas que actualmente empujan la evolución del mundo tienen en mente una buena sociedad? ¿Velan por la progresiva inclusión del ser humano? ¿Consideran proteger la armonía del medio ambiente que cobija a cualquier sociedad? Son preguntas para las que no tengo respuestas definitivas, sólo provisorias. Y según los días, fluctuantes. Lo que sí tengo claro es la necesidad de esperanza. De creer que podemos ir hacia allá. Sin embargo, diría Freire, la pura espera, sin embate, sin práctica, se vuelve espera vana. Por lo tanto, hay que embatir.


El Colegio Universitario de Periodismo (CUP) tiene como misión Educar para el Bien Común. Aspiramos a que nuestras prácticas educativas se modernicen y adapten para que siga siendo posible, en lo concreto, caminar hacia una buena sociedad. “En el mundo actual, casi nadie está a salvo de las innovaciones que avanzan a ritmo desenfrenado ni de las fuerzas agresivas del mercado”, sostienen H. Gardner, M. Csikszentmihalyi y W. Damon, en su libro Buen trabajo, cuando ética y excelencia convergen. Gracias a los avances de la ciencia y la tecnología, las personas hoy se vinculan de una manera diferente con los medios de comunicación y han re-significado su manera de informarse y entretenerse. Ello repercute en la forma de los medios, en sus beneficios, en la cantidad de puestos de trabajo disponibles y en los roles profesionales que hay que desempeñar. Son épocas en que las fuerzas relevantes del campo sacuden la profesión. Dos grupos de interés, que antes tenían un papel mínimo, ahora tienen un papel sobresaliente. Por un lado, los propietarios de las empresas de comunicación. Por el otro, las audiencias, que ahora indican pujantemente cuáles son sus preferencias. “Ningún reino profesional (por ejemplo el periodismo) puede funcionar indefinidamente si se opone a las exigencias de esos grupos de interés”, sostienen Gardner, Csikszentmihalyi y Damon. Simultáneamente, las personas que hoy formamos están cambiando. Aprenden de una manera diferente. Están presentes de una manera diferente. Como predican dos creativos economistas suecos, Jonas Ridderstrale y Kjell Nordstrom, en su libro Funky Business: “Lo que es, es. La diversidad no es buena ni mala, simplemente es”. Tenemos que asumir y trabajar desde esta diversidad. Tenemos que amarla si aspiramos a seguir siendo útiles en nuestra función social. Es desde todos “estos aquí” que podremos caminar hacia “allá”. Por eso, desde nuestra perspectiva como Escuela, una gestión responsable orientada a la sustentabilidad amerita, primero, defender el propósito de re-crearnos, más que nunca en los tiempos de hoy, hacia una buena sociedad. También amerita no quejarnos sobre si algunos hábitos, usos y costumbres ya no son lo que fueron. Si la nostalgia nos inunda, nos detiene. Precisamos innovar, diseñar formas de saltar obstáculos. Para ello estamos revisando nuestras prácticas pedagógicas. Y estamos procurando movilizar el talento de nuestros profesores a través de espacios sistemáticos de discusión y formación. Explorando posibilidades, por ejemplo, hemos creado un grupo en Facebook que se llama “CUP APRENDE”. Lo pensamos para pensar con los profesores.


Aspiramos a dialogar y generar con ellos un flujo y colección de ideas. Con curiosidad de aprendices estamos probando a través de este canal.

“… UNA GESTIÓN RESPONSABLE ORIENTADA A LA SUSTENTABILIDAD AMERITA, PRIMERO, DEFENDER EL PROPÓSITO DE RE-CREARNOS, MÁS QUE NUNCA EN LOS TIEMPOS DE HOY, HACIA UNA BUENA SOCIEDAD”. También estamos re-pensando y promoviendo nuevas prácticas profesionalizantes las que, a través de vínculos con organizaciones de trayectoria y testimonio, nos aproximen como profesores y estudiantes a realidades complejas, difíciles, estructurales, como por ejemplo, las de la pobreza y la discapacidad. Así, estamos trabajando con TECHO, LA LUCIERNAGA, MANOS ABIERTAS y APADIM, entre otras; y estamos aprendiendo a co-crear con ellas prácticas audiovisuales, radiales, gráficas, digitales, de comunicación institucional, e incluso de gestión intra-institucional, que pretenden aproximarnos, re-significarnos, desarrollar empatía y construir puentes hacia círculos virtuosos. Los jóvenes estudiantes de hoy son los adultos profesionales de mañana. Muchos tendrán influencia directa en la opinión pública y podrán movilizar un pensamiento crítico. Su sensibilidad ética está intacta. Y a través de nuevas pedagogías, nuevos entornos de aprendizaje y prácticas más significativas, dará fruto. Esa es nuestra esperanza. Y también la de ellos. “La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo”. (Paulo Freire)

José Pérez Gaudio Director del Colegio Universitario de Periodismo (CUP). EMBA, IAE Business School.


EDUCAR PARA EL DESARROLLO SOSTENIBLE Por Patricia Cucco, Fundación Cervantes www.cervantes.edu.ar

Presidenta

de

Década de la Educación para el Desarrollo Sostenible (DEDS)

Ante la grave situación de pobreza, violencia, inequidad y agotamiento de los recursos naturales, la ONU proclamó el Decenio de la Educación para el Desarrollo Sostenible, 2005-2014 (DEDS). Su objetivo es integrar los principios, valores y prácticas del Desarrollo Sostenible en todos los aspectos de la educación y el aprendizaje, con el objetivo de fomentar cambios de comportamiento necesarios para preservar en el futuro la integridad del medio ambiente y la viabilidad de la economía, y para que las generaciones actuales y venideras gocen de justicia social. La educación por sí sola no será suficiente para lograr un futuro más sostenible, sin embargo, sin la educación y el aprendizaje para el desarrollo sostenible, no podremos lograr esta meta.

Culminada la década destinada a impulsar el Desarrollo Sostenible en la Educación y el Aprendizaje; se advierten algunas fisuras importantes en los objetivos que mediarían para su logro, determinando la fidelidad en el alcance del mismo, de acuerdo a tales principios. Es justo y honesto expresar que todo proyecto comprometido y responsable es alcanzable en la medida que se vinculen conscientemente las diferentes dimensiones que lo involucran, facilitando y otorgándole su propia forma y dirección.


Édgar G. Gaudiano 1 sostiene que tanto en la educación ambiental como en la educación para el desarrollo sustentable, en el campo pedagógico, coexisten diversos discursos y opiniones de especialistas de las ciencias sociales, humanas, naturales y exactas, al igual que una diversidad de sujetos con actividades y creencias distintas. Siguiendo su formulación, es impensable imaginar las instituciones generadoras de conocimientos aisladas del contexto donde éstas interactúan. En ellas es donde principalmente se hace propicia la simultaneidad de espacios comprometidos hacia el logro de una “educación equitativa y justa”: académicos, de investigación, ambientales, económicos, filosóficos–políticos y sociales, entre tantos otros. Asimismo, la “Educación Sustentable” es y será posible si a través de ella se permiten germinar espacios de conocimientos dinámicos y abiertos, propiciando la reflexión y el desarrollo del pensamiento crítico. De este modo la sustentabilidad será un hábito, integrado a las costumbres, la cultura y se transmitirá como tal, de manera natural, no como un tema excepcional y entre comillas. Esta mirada analítica ante la reciente proclamación hecha por la UNESCO, no pretende ser desesperanzadora ni fatídica, si bien no satisfizo totalmente las expectativas planteadas. Es reconocible que brindó el espacio suficiente para discutir y poner sobre el tapete algunos de los aspectos que motorizaron dicha declaratoria, al mismo tiempo que cuestionaron ciertos fundamentos y viabilidad, calificando el escenario general de los problemas y condición social en los que se encuentran gran parte de la población mundial. Esto puede entenderse desde la perspectiva que es muy poco viable avanzar en aspectos de prosperidad, garantizando el desarrollo humano y permitiendo su exploración desde sus diversas magnitudes, olvidándonos de la propia libertad y dignidad del mismo.

“(…) LA ‘EDUCACIÓN SUSTENTABLE’ ES Y SERÁ POSIBLE SI A TRAVÉS DE ELLA SE PERMITEN GERMINAR ESPACIOS DE CONOCIMIENTOS DINÁMICOS Y ABIERTOS, PROPICIANDO LA REFLEXIÓN Y EL DESARROLLO DEL PENSAMIENTO CRÍTICO”. El advenimiento de la globalización vinculado a este tema no ha colaborado fortuitamente, si bien ha sido favorecedor en determinados (2010) Con Esthela Gutiérrez Garza. De las teorías del desarrollo al desarrollo sustentable. Construcción de un enfoque multidisciplinario. México, Siglo XXI-UANL. ISBN: 978-607-03-0143-8. 1


aspectos económicos, y para ciertas regiones del mundo, esto no ha resultado ni distributivo ni mucho menos equitativo. En la era del conocimiento, la educación, la transmisión y su producción, sufrieron modificaciones paradigmáticas fundamentales; comprendamos que el movimiento e impacto de una agenda económica global y el de una agenda educativa se producen a destiempo creando por segundos brechas insoslayables. Graficándolo, se hace difícil imaginar un contexto altamente globalizado, dinamizado y mercantilizado, impactando de manera determinante en todas las áreas educativas posibles y viables, como la de las instituciones, los docentes, no docentes, alumnado y familias, todos debiéndose aggiornar a ritmo y consecuencia de esta vertiginosa corrida. ¿Existe una Educación Sustentable? Es el momento más apropiado para que la educación examine con especial atención el modo de contribuir a mejorar las perspectivas de equidad y paz en el mundo. La educación desempeña un papel clave en el desarrollo social y humano de los países. En este punto, es urgente recobrar la identidad, por lo tanto es necesario retomar la concepción de aldeas globales, en una insistencia de conservación de lo individual, lo regional, lo socio-cultural legado. Allí como asidero de pertenencia y revalorización del ser. Un hacer colaborativo, de ejecución transversal y esfuerzos incorporados. La educación puede ser naturalmente la cuna de una red responsable, garantizando su perdurabilidad en el tiempo, sólo conservando sus más íntimos rasgos identitarios, no todos somos iguales, ni deberíamos serlo, esa es la mayor riqueza que tiene el mundo. El desafío, como en todos los sectores, es establecer discretamente un orden social mayor, olvidando los individuales.

“LA EDUCACIÓN DESEMPEÑA UN PAPEL CLAVE EN EL DESARROLLO SOCIAL Y HUMANO DE LOS PAÍSES”. Si la educación transforma, acerca y se distribuye equitativamente, siempre será “deseada y preciada”, incorporándose a todos los ciudadanos por el sólo hecho de otorgarle a los mismos la capacidad de conservar el valor de la dignidad, la autonomía de pensamiento, y la libertad de decisión. Todas virtudes que sólo germinan con el conocimiento.


El concepto del desarrollo sostenible y de educación para el desarrollo sostenible varía de un lugar a otro del planeta y de una cultura a otra, dependiendo de las características propias de cada región y de cada comunidad, de sus procesos históricos y de las particularidades de su ambiente. De manera que este concepto deberá surgir desde los rasgos de cada lugar, que se fundará en la insatisfacción de necesidades básicas como la salud, la educación, el desempleo, la pobreza, entre otros, desde los saberes ancestrales y desde la propia heterogeneidad entre los países y entre los pueblos al interior de los países. El reto, como dice María Novo2,”es trabajar en un enfoque educativo que ayude a las personas a entender las interacciones globales del planeta, orientado a un compromiso de acción directa en su entorno”. Una Educación para un Desarrollo Sostenible que permita a todos integrarse feliz y eficazmente a las sociedades en que vivan y que permita tomar clara conciencia de los problemas que aquejan al mundo, como la pobreza, la desigualdad, la inequidad y la violencia. No habrá paz mientras haya excluidos, sometidos, discriminados y habrá excluidos mientras no logremos una EDUCACIÓN DE CALIDAD PARA TODOS.

Patricia Cucco Presidente de Fundación Cervantes, Miembro del Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria (IARSE) “Promoción y difusión del concepto y la práctica de la Responsabilidad Social Empresaria”, impulsando el desarrollo sustentable de Argentina. Licenciada en Administradora de Empresas. Autora de artículos relacionados a la RSE-RSU, buenas prácticas y desarrollo sustentable.

2

NOVO M. 1998. Educación ambiental. Bases éticas, conceptuales y metodológicas.


LA ÉTICA Y LA SUSTENTABILIDAD EN LA EDUCACIÓN DE LOS JÓVENES UNIVERSITARIOS Por Damián Arturo Hernández, Coordinador de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad FASTA en Bariloche www.ufasta.edu.ar

En distintos momentos, todos los profesores nos hacemos la pregunta sobre qué temas son los más importantes para compartir, analizar y reflexionar con nuestros alumnos en función a su formación profesional y a lo que a ellos y a otros les va a servir; buscando ayudar a construir una vida íntegra, donde no prime una dicotomía entre lo personal y lo laboral, como si hablásemos de dos personas en una. ¿Pueden la ética y la sustentabilidad integrarse? Creemos que sí y que son dos temas esenciales a la hora de pensar los planes de estudio de los alumnos universitarios. ¿Existe alguna decisión de la persona que pueda aislarse del campo de la ética? Pareciera ser, que hasta la más técnica de todas las decisiones, tiene siempre una implicancia ética: otras personas, el medio ambiente, la sociedad… siempre serán los receptores de lo que decidimos hacer o no hacer, obrando bien u obrando mal. Ahora bien, muchas veces hay acuerdo en lo anterior, pero surgen nuevas preguntas: ¿Qué es la ética y qué relación tiene con la Responsabilidad Social y la Sustentabilidad? ¿Podemos pensar en principios que sean comprendidos y aceptados por una gran mayoría que acuerdan en la construcción del bien común? Quizás encontremos una oportunidad al desempolvar un principio que se origina más allá de la era cristiana y que nos llega a nuestros días como la “Regla de Oro de la Ética”: Hacer y no hacer a los demás, lo que deseamos que ellos hagan y no hagan por nosotros.


“¿PUEDEN LA ÉTICA Y LA SUSTENTABILIDAD INTEGRARSE? CREEMOS QUE SÍ Y QUE SON DOS TEMAS ESENCIALES A LA HORA DE PENSAR LOS PLANES DE ESTUDIO DE LOS ALUMNOS UNIVERSITARIOS”. Seguramente lo habíamos escuchado y tal vez muchos se hayan detenido a tratar de entender y vivir esta regla de oro. ¿Podemos repensarla y tratar de aplicarla en nuestra red de relaciones? ¿Qué nos implicaría desarrollar nuestros programas de Responsabilidad Social y Sustentabilidad desde esta cosmovisión? ¿Cuál sería el impacto en todos aquellos con los cuales nos vinculamos? Ya Peter Drucker nos decía en su libro La Gerencia: “En una sociedad enferma no pueden existir empresas, universidades y hospitales sanos. La existencia de una sociedad sana concuerda con el interés propio de la administración, incluso si la causa de la enfermedad social nada tiene que ver con las actividades de la empresa”.3 Queriendo hacer un aporte que nos permita aproximarnos a la sabiduría que contiene la regla de oro, la Universidad FASTA tiene en todos sus planes de estudio la asignatura Ética y Deontología Profesional, en la cual se incluyen los temas de Responsabilidad Social y Sustentabilidad, entendiendo que éstos, son una expresión de una ética aplicada y una actual y necesaria herramienta para un desarrollo profesional empático y solidario.

Damián Arturo Hernández Licenciado en Administración. Prof. Superior en Ciencias Económicas. Estudios de posgrado en Responsabilidad Social Empresarial (UBA-Programa Iberoamericano de Formación de Formadores en RSE); Ética, Capital Social y Desarrollo en la Universidad (Departamento de Desarrollo Humano– OEA-); Doctrina Social de la Iglesia (UCA Universidad Lateranense). Coordinador de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad FASTA en Bariloche. Coordinador del Certamen Juvenil de Gestión “Esperanza de Desarrollo”. Profesor universitario en la Universidad FASTA, en el Instituto Universitario de GNA y en la Universidad Nacional de Río Negro.

3

P. Drucker, La Gerencia, Cap. 25, Ed. El Ateneo, 1975.



ESCENARIOS Y TENDENCIAS RESPONSABILIDAD SOCIAL: De las Empresas a las Universidades Por Francisco Gerardo Barroso Tanoira, Profesor investigador en la División de Negocios de la Universidad Anáhuac Mayab www.anahuacmayab.mx

Cada día se habla más sobre la Responsabilidad Social Empresarial (RSE), también conocida como Responsabilidad Social Corporativa (RSC). Sin embargo, al parecer, aún no se ha llegado a un acuerdo sobre su significado en el sentido amplio. Así como hay quienes la confunden con filantropía, la cual tiene en sí su valor pero no es responsabilidad social, también escuchamos el caso de quienes piensan que con cumplir la ley ya han hecho lo que les corresponde. ¿Y si las leyes son injustas? Es como aceptar que lo legal es lo justo. La RSE puede concebirse, según el Libro Verde de la Unión Europea, como la contribución activa y voluntaria en el mejoramiento económico, social y ambiental. Esto abarca un conjunto de prácticas, estrategias y sistemas de gestión para alinear el comportamiento económico, social y medioambiental de las empresas y organizaciones en general. Ser socialmente responsable es ir más allá de meramente cumplir las leyes, invirtiendo más en el capital humano, preservar el entorno y tener mejores tratos con los interlocutores. La responsabilidad social es la base del desarrollo sustentable. No hay otra manera de ser, que ser socialmente responsable. En mis investigaciones en empresas mexicanas he observado que ser socialmente responsable no lleva directamente a tener más ventas, por


lo que no debe verse como una estrategia de mercadotecnia o de publicidad. Y aunque los clientes compran por diversas razones (no precisamente porque el negocio sea socialmente responsable), el no ser socialmente responsable sí aleja a los clientes. Desde este punto de vista, ser socialmente responsable no necesariamente incrementa las ganancias, pero no serlo garantiza una salida rápida del mercado. Es un deber ser de las empresas y de cualquier organización, por lo que debe provenir de la misión de la empresa. En la educación superior, la responsabilidad social es uno de los pilares que hacen de la universidad una organización sustentable, más ética y transparente, lo que incluye ir más allá del cumplimiento de leyes laborales, manuales didácticos y programas de estudio. Los cuatro ámbitos del CEMEFI para las empresas son aplicables a las instituciones educativas, pero con las consecuentes adaptaciones: 1) Mejorar la calidad de vida del personal, con prestaciones justas, planes de desarrollo, ambiente adecuado y condiciones de trabajo adecuadas; 2) Preservar el entorno a través del fomento de una cultura de cuidado ambiental comenzando desde las autoridades escolares, pasando por los profesores, el personal y continuando en los alumnos y la comunidad; 3) Trato ético con todos los involucrados, lo que implica un manejo transparente de las finanzas, ascensos justos y distribución equitativa del poder, y 4) Contribuir con el mejoramiento de la localidad en que opere la institución más allá de la filantropía y de proyectos sociales asistenciales. La universidad debe cumplir los cuatro ámbitos al mismo tiempo, ya que de otra manera solo estará realizando acciones de compromiso social, pero no será socialmente responsable en el sentido amplio del concepto.

“EN LA EDUCACIÓN SUPERIOR, LA RESPONSABILIDAD SOCIAL ES UNO DE LOS PILARES QUE HACEN DE LA UNIVERSIDAD UNA ORGANIZACIÓN SUSTENTABLE, MÁS ÉTICA Y TRANSPARENTE…” Cabe mencionar que estos cuatro ámbitos se relacionan con los cuatro ejes de Vallaeys, De la Cruz y Sasia: (1) campus responsable, que abarca los cuatro ámbitos del CEMEFI de manera general; (2) formación profesional y ciudadana, que es la respuesta educativa específica al ámbito 3 del CEMEFI; (3) gestión social del conocimiento, que específicamente se refiere a poner la investigación y extensión para transferir el conocimiento y mejorar el desarrollo de la región, y (4) participación social, que se refiere a formar profesionales no en cantidad, sino con calidad para ser agentes de cambio social. Todo


esto contribuye a lograr la misión que deben tener las universidades: formar líderes de acción positiva que, a través de un profundo compromiso social basado en la dignidad de la persona y el auténtico desarrollo humano, transformen la sociedad. Las universidades, por consiguiente, no deben ser vistas como lugares de enseñanza sino como centros de desarrollo, es decir, como lugares en que el conocimiento y la oportunidad se encuentren. Sin embargo, la única forma para lograrlo de manera sustentable es a través de la responsabilidad social. La responsabilidad social es un deber de cada institución y, por supuesto, un actuar en valores, es decir, una filosofía. Si no está conectada al corazón de la universidad, no será responsabilidad social. En mis estudios he observado que las principales razones por las que los alumnos no se involucran en acciones de responsabilidad social es por la falta de ejemplo de las autoridades y del personal de la institución, la falta de acciones conjuntas con otras instituciones, la inexistencia de planes para cuidado ambiental, la falta de proyectos y actividades para el mejoramiento de la sociedad, así como una poco productiva relación con el Gobierno. Esto sucede de manera similar en las empresas.

“LA RESPONSABILIDAD SOCIAL ES UN DEBER DE CADA INSTITUCIÓN Y, POR SUPUESTO, UN ACTUAR EN VALORES, ES DECIR, UNA FILOSOFÍA. SI NO ESTÁ CONECTADA AL CORAZÓN DE LA UNIVERSIDAD, NO SERÁ RESPONSABILIDAD SOCIAL”. Como último punto, quisiera comentar que la tendencia actual de la responsabilidad social es que sea rentable. ¡Si!...como lo está leyendo. Se trata de ayudar a otros a ayudarse a sí mismos, como en el caso de diversas empresas que desarrollan proyectos para producción de café en regiones pobres en que ayudan al campesino a organizarse, lo capacitan y le compran sus cosechas, ayudándole a reinvertir su dinero en el aumento de la eficiencia a través del uso de nuevas tecnologías. O bien, empresas que ayudan a micro y pequeños empresarios a formar cadenas productivas que vendan productos o den servicio a otras. Esto es avalado por los diversos estudios de C.K. Prahalad, así como los de Mutis y Ricart, entre otros. Los desafíos son muchos. Desde la cultura tradicional en la que se busca la ganancia máxima, inclusive a costo de la dignidad humana, hasta aquellos casos en que simplemente se toma la responsabilidad social como una estrategia mercadológica. Sin embargo, los beneficios por ser socialmente responsable sobrepasan en mucho los problemas. Pero recuerde… no es una receta. Ser socialmente responsable no es una


estrategia de marketing… es una filosofía de vida. No ser socialmente responsable es el camino más corto al fracaso educativo y, por ende, al empresarial. ¿Qué opina al respecto?

Francisco Gerardo Barroso Tanoira Doctor en Ciencias Administrativas. Máster en Gestión Socioeconómica y Maestro en Filosofía por la Universidad del Mayab (Universidad Anáhuac Mayab). Maestro en Administración, Especialista en Docencia e Ingeniero Civil por la Universidad Autónoma de Yucatán, México. Profesor investigador en la División de Negocios de la Universidad Anáhuac Mayab. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores del CONACYT en México. Académico certificado por la ANFECA. Obtuvo diversos premios internacionales como el International Best of Regions (2015) y el Teaching Excellence Award (2012), Región América Latina, de la Accreditation Council for Business Schools and Programs (ACBSP) y el Moment of the Truth Award (1997), otorgado por ACE Hardware Corporation, y premios nacionales como el Reconocimiento Arturo Elizundia Charles al Mérito Académico (ANFECA, 2014) y el Premio Gestión Pública Campeche 2013. Publicó libros, artículos científicos y de divulgación en revistas internacionales y nacionales.



DESTACADOS LA GERENCIA RESPONSABLE DE LAS ORGANIZACIONES: Un factor Estratégico para el Desarrollo Sostenible Por Nicolás Fernando Molina Sáenz, Profesor e investigador de la Facultad de Administración de la Universidad Pontificia Bolivariana www.upb.edu.co nicolas.molina@upb.edu.co

En el mundo académico y social, se ha posicionado el debate en torno a la responsabilidad social que le compete a las organizaciones, lo que es plenamente explicable, ya que ellas no pueden desconocer su papel en las soluciones de las grandes problemáticas que se presentan en las dimensiones locales y globales. Para entender a cabalidad el punto de vista que se defiende en esta columna, es necesario aclarar que se empleará el concepto de “gerencia responsable” y no el de “responsabilidad social”, ya que este último invisibiliza el concepto que se desea enfatizar: el de gerencia. Igualmente se critica que los ciudadanos le suelan exigir a las organizaciones empresariales que demuestren una gerencia responsable con todos sus grupos de interés, pero esta exigencia no se la hacen con igual fuerza a las organizaciones sociales, educativas o sectoriales, abriendo de esta manera una peligrosa puerta para que éstas incurran en algunas irresponsabilidades. Es fundamental que todas las organizaciones, independientemente de su naturaleza, entiendan que la gerencia actual tiene dos escenarios legitimadores: el primero, el de lograr la sostenibilidad organizacional pero en sintonía con la sostenibilidad social, ambiental, económica y cultural. De no hacerlo así, sería un suicidio para las propias


organizaciones el lograr sus propios objetivos atentando contra cualquiera de las cuatro últimas; y el segundo, el de implementar la innovación en cada uno de sus procesos como medio para asegurar productos y servicios sostenibles y que además lleguen a un creciente número de clientes y usuarios. Al momento de reflexionar sobre la gerencia responsable que deben realizar las organizaciones no se debe perder de vista las siguientes consideraciones: Un gran número de ellas están generando grandes expectativas en sus grupos de interés, puesto que están declarando libremente que tienen como uno de sus objetivos misionales el contribuir al bienestar integral colectivo. En un acto de justicia, no se puede desconocer que gracias a la innovación que ellas han realizado, la humanidad cuenta con una serie de productos y servicios que han mejorado nuestra calidad de vida; pero para que el acto de justicia sea completo, también hay consignar que algunas de sus acciones han generado unos impactos negativos, lo que hace que ellas sean cuestionadas y evaluadas por toda la sociedad. ¿Cuál es el retorno para las organizaciones que evidencien una gerencia responsable?: Asegurar la legitimidad que las muestra como necesarias para el territorio en el que hacen presencia; impactar su reputación, en el sentido más integral del concepto, frente a los grupos de interés; ser merecedoras de la confianza por parte de las organizaciones que han implementado programas de gestión de proveedores y desde los cuales se busca relacionarse con las organizaciones que también evidencien un comportamiento responsable; ser coherentes, ya que si desde sus misiones están declarando objetivos de sostenibilidad, los deben cumplir plenamente; blindarse frente a múltiples riesgos como multas, sanciones sociales, pérdida de usuarios o clientes, y un alto número de rotaciones o ausentismo de sus empleados debido a pésimos ambientes sociales y físicos. Después de las anteriores consideraciones, es obligada la pregunta de cuáles deben ser los impactos últimos de las gerencias responsables de todas las organizaciones que hacen presencia en un territorio. Son dos los impactos: el primero, contribuir a la generación y fortalecimiento de las libertades y capacidades que hacen posible el desarrollo humano y sostenible; y el segundo, que en el ejercicio de sus gerencias cuiden a las personas, al planeta, a las cosas, a la ciudad y por supuesto, a las propias organizaciones. Cuando logran estos dos impactos, están garantizando su propia sostenibilidad, puesto que un aprendizaje valioso es que las organizaciones están amenazadas cuando en sus territorios se presentan problemas sociales y ambientales graves. En consecuencia, implementar gerencias responsables garantiza la viabilidad social,


ambiental y económica que a su vez garantiza la viabilidad organizacional. Las organizaciones pueden fortalecer sus gerencias responsables con acciones como las siguientes: desde un acto de humildad, comprender que la tarea de generar y cuidar el desarrollo sostenible desborda a una sola organización, que cada una de manera individual no lo podrá hacer. Por lo tanto, desde un trabajo en red, se deben convocar para que en un clima de confianza generen alianzas que les permita alinear esfuerzos para iniciar y consolidar territorios socialmente responsables en los que sea posible todas las formas de sostenibilidad; que diseñen e implementen estrategias sostenibles que estén enmarcadas en los cambios y exigencias sociales, económicas, ambientales y tecnológicas que caracterizan al mundo actual; que establezcan una comunicación permanente con sus grupos de interés para conocer sus expectativas y reclamos sobre su ejercicio gerencial; que participen en la construcción y realización de una visión compartida de territorio en el que el desarrollo sostenible sea un derecho y una vivencia cotidiana.

“…IMPLEMENTAR GERENCIAS RESPONSABLES GARANTIZA LA VIABILIDAD SOCIAL, AMBIENTAL Y ECONÓMICA QUE A SU VEZ GARANTIZA LA VIABILIDAD ORGANIZACIONAL”. Es oportuno aclarar que son muchas las organizaciones que en todos los sectores ya implementan una gerencia responsable y en consecuencia desencadenan impactos positivos en lo social, económico y ambiental, pero incomprensiblemente no realizan algunas de las acciones mínimas que deben hacer: elaborar las memorias de sostenibilidad o reportes de responsabilidad social según indicadores reconocidos como los del Global Reporting Initiative (GRI); adherirse formalmente a iniciativas mundiales como el Pacto Global liderado por las Naciones Unidas; alinear su gestión con referentes internacionales como la ISO 26000 o la Agenda de desarrollo post 2015 que hizo su aparición en el mes de septiembre de este año. Las organizaciones deben comprender que las anteriores acciones no son un lujo, sino acciones estratégicas que se convierten en una ventana a través de las cuales pueden ser reconocidas y valoradas por parte de la sociedad en general. Además, que si ellas no comunican el bien que hacen desde una gerencia responsable corren el riesgo que otros lo comuniquen por ella y no de la mejor manera. Si hoy no somos responsables, no habrá un mañana.


Nicolás Fernando Molina Sáenz Ph.D. del Programa de Paz, Conflictos y Democracia del Departamento de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada, España. Profesor e investigador de la Facultad de Administración adscrita a la Escuela de Economía, Administración y Negocios de la Universidad Pontificia Bolivariana de la ciudad de Medellín, Colombia. Es integrante del Comité Técnico del Centro de Pensamiento Social (Andi, Comfama, Sura, Isa y Proantioquia).



DOCUMENTOS RECOMENDADOS Principios para la Educación Responsable en Gestión. Publicación del Global Compact de Naciones Unidas. Año 2007.

Responsabilidad Social Empresarial como Plataforma del Liderazgo Transformacional en las Organizaciones Educativas Latinoamericanas. Torres Silva, L.J., Garcia Paz, J.C., Díaz Ferrer, J.T. CONHISREMI, Revista Universitaria de Investigación y Diálogo Académico, Volumen 8, Número 2, 2012.

La Responsabilidad Social Universitaria (RSU). Consejo Social de la Universidad de Huelva. Elaborado por Fernando Pérez Domínguez. Revisión Alfonso Vargas Sánchez y Rosa Vaca Acosta. España. Año 2009.

Responsabilidad Social Universitaria: Manual de Primeros Pasos. François Vallaeys. Cristina de la Cruz. Pedro M. Sasia.Banco Interamericano de Desarrollo, Febrero 2009.

SITIOS DE INTERÉS UNESCO Instituto para la Educación Superior en América Latina y el Caribe (IESALC) Observatorio de Responsabilidad Social para América Latina y el Caribe (ORSALC) Responsabilidad Social Universitaria. Consejos Sociales de Universidades Públicas Red AUSJAL


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