De Muerte a Vida. Poesía (2018). Fernando López

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De Muerte a Vida POESร A

Fernando Lรณpez

H E B E L


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Fernando Lรณpez DE MUERTE A VIDA POESร A HEBEL

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De Muerte a Vida POESÍA Fernando López

HEBEL ediciones Alicias | Poesía 5


DE LA MUERTE A LA VIDA | POESÍA © Fernando López, 2018 © HEBEL Ediciones Colección Alicias | Poesía Santiago de Chile, 2018. www.issuu.com/hebel.ediciones Foto de portada y contraportada: © Víctor Tolosa Qué es HEBEL. Es un sello editorial sin fines de lucro. Término hebreo que denota lo efímero, lo vano, lo pasajero, soplo leve que parte veloz. Así, este sello quiere ser un gesto de frágil permanencia de las palabras, en ediciones siempre preliminares, que se lanzan por el espacio y tiempo para hacer bien o simplemente para inquietar la vida, que siempre está en permanente devenir, en especial la de este "humus que mira el cielo".

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PRELUDIO A Fernando López

Me encontré con un poeta Más resucitado que simplemente vivo Un niño en cuerpo de hombre Un hombre frágil con alma de espada Apareció como un mensajero claro Se posó a nuestro lado y dijo palabras amables Que lograron estremecer los cimientos Así lo conocí un día ya remoto Cuando la muerte se posaba justo a mi lado Y el mal no tenía casi nombre Pero el cielo quiso posar a este poeta Mescla de silencio y pregunta Junto a nosotros en medio de la noche Para darnos un abrazo callado y dulce Proveniente del corazón de los cielos.

Luis Cruz-Villalobos Santiago de Chile, primavera de 2018

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INTRODUCCIÓN

De Muerte a Vida es el reflejo del dolor y el desaliento de tantas vidas que están perdidas y sin rumbo. Ante la falta de solución a los problemas, el hombre se entristece, a veces, hasta el punto de no desear la vida, la fe decae y los sueños parecen ser una utopía. De Muerte a Vida resalta la solución a todas las dificultades y que el dolor más profundo puede sanarse, el camino puede encontrarse aunque no se divise una salida. Dios puede restaurar al corazón más dañado, pues cuando forma parte de nuestras vidas, somos bendecidos. Al recorrer cada poesía, se notará que se describen los pensamientos y emociones negativas, y la crudeza de una vida desdichada que al encontrarse con Jesús halla la libertad y felicidad de un presente soñado, de un futuro seguro, y un pasado que deja su dolor para ser visto como aguas que pasaron. Este libro intenta ayudar a tantas personas que no encuentran el camino y viven esclavizadas por el peso de un pasado y un presente que no pueden soportar, presentándoles a Cristo como salvador, compañero y amigo, y demostrando que se puede vivir de una manera diferente enfrentando las dificultades desde otra perspectiva, y sabiendo que en compañía de Jesús no existen imposibles. Fernando López Córdoba, Argentina

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DE MUERTE A VIDA POESÍA

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I CARTAS DE LA VIDA

Enigmática caja de sorpresas. La vida me ha puesto miles caminos con obstáculos y rosas; paredes de brasa y de hielo, curvas de sinónimos y antónimos, senderos de montañas y fosas. Vida: ¿por qué encierras tanto misterio? Oscuridad total, y en ella mi espíritu perdido y a tientas, agudizando sentidos a falta de vista; siguiendo el sendero de brújula perdida, y en ella mi rumbo vagando en la nada. Luego un rayo de luz, resplandor que enceguece, devuelve la paz perdida a mis espaldas, y lleno de fuerzas, vigor y energía, encuentro en mis manos la fe ayer perdida. Vida, ¿por qué encierras tanto misterio? ¡Eso te hace tan maravillosa! Repartes las cartas a cada ánima que luego se enfrenta a la suerte tenida. Agua y fuego, cobardía y valentía. ¡Tantos matices y sus opuestos! Dime caja de sorpresas; en el futuro, ¿qué carta me jugarías?

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II

ESPERANZA

Cuán angustiosa mi espera de encontrar el brillo que falta, que un pedazo de mi alma desierta con el mal de la sed siempre clama. Con el tiempo perdido he buscado en vano lo desconocido. ¿Dónde están los colores que espero con su gama de intenso encendido? Debe haber un sueño de carne, un poema real y vivo; la esperanza me encuentra expectante, con anhelo que en mí haga nido. Sé que hay canciones que nacen de autores que inventan estrofas, y su música describe el paisaje que yo busco entre el cielo y las olas. ¿Dónde los sueños comienzan a gestarse? ¿Dónde se forman sus alas victoriosas? ¿Por qué algunos sueños se hacen carne y muchos otros sufren la derrota? Mientras tanto mi ventana estará abierta, esperando un haz de luz lleno de vida; y que entrando en mi casa me sorprenda y me despierte con un beso en la mejilla.

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III LABERINTO

¡Se levantaron muros gigantescos tan rígidos en su estructura! En un sincronizado tiempo con sus repetidos movimientos… ¡Tan frías y marcadas sus agujas! Ningún minuto improvisado se da lugar, ni deja imprevistos. Aquí no hay sol, ni viento que susurra en la prisión que está sobre el pasado Y que pone su tienda en el olvido. Sólo quedó en el aire diluido un triste eco que a mí llega cansado. ¿Por qué sólo hay relojes detenidos, Y se halla en el pasado mi presente? Tramposo y confuso este camino... ¿Cómo salir de este laberinto que en sus fríos muros me detiene?

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IV A CIEGAS

Estando a ciegas difícil es la calma. Desorbitado entre confusas paredes sin saber el porvenir que hay adelante; sin discernir entre lo oscuro y lo brillante. Desesperado mi llanto se derrama atrapado entre la trampa de las redes; voy susurrando en el dolor desesperante. Ya la sonrisa se ha perdido en el abismo, y la esperanza se ha marchado fugitiva. En esta oscuridad lloran mis ojos, mi vida se esfumó como un despojo... Cansado ya de todo y de mí mismo intenté huir del mal a toda prisa a algún rincón del bien que no conozco. ¿Quién sabe de dolor y de quebranto? ¿Quién es conocedor de soledades? ¿Quién me hablará de fe, si no la tengo? ¿Quién me hablará de amor si no lo veo? Si veo alrededor muerte y espanto, y al sentarme ciego no tengo respaldares. ¡Que alguien me diga si estoy equivocado!

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V

Y QUIERE VOLAR...

Allí en el horizonte se escucha un grito lejano, es un alma entristecida, es un dolor de desgarro. Es una voz tan callada, porque no existen oídos para escuchar los latidos de un corazón en desgano. Esa es mi voz callada, es mi horizonte perdido que ha levantado un muro en el sitio del olvido. Esa es mi voz apresada por la vida sin oídos que viaja apagada y nerviosa en un aire enrarecido. Y quiere volar mi voz… quiere volar como un sueño infinito. Quiere escapar mi voz de esta prisión de la ilusión rota, del caos de lo perdido; y marcharse para siempre del corazón sin latidos... del alma sin esperanza... y del mundo sin oídos. Allí en el horizonte, está llorando cautiva del silencio, una voz envuelta por un abismo de impotencia, de llanto, de libertad fugitiva que se escapa bajo un manto de esclavitud encendida. Esa es mi voz callada por la voz del silencio que se hace frecuente en el ámbito de desgracia; pero mi voz aún canta bajo la sombra del misterio de un corazón sin latidos y del dolor más cruento. Y quiere volar mi voz... quiere volar... buscar el principio de un largo cuento. Quiere apoderarse mi voz de las riendas de la vida, y cantar solo un momento, aunque le cueste otra herida. Y marcharse para siempre del corazón sin latidos... del alma sin esperanza... y del mundo sin oídos.

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VI IMPACIENCIA

¡Tantos sueños quieren llegar a la meta! ¡Cuántas canciones quieren gestarse! Intento y no puedo traducirlos a lo táctil. La esperanza se diluye y la fe se ha vuelto frágil. La alegría parece una leyenda de esas proezas casi inalcanzables. La risa utópica, la dicha en fuga. ¿Arriba de qué cumbre duerme lo esperado? Queriéndole alcanzar sin verle, y no encontrarle; fatiga en las pupilas, cansado de desearle. No hallando en el espacio que mi universo surca, estrellas anheladas, ni sueños hechos carne. El reloj es un verdugo que con puñal de agujas, avanza con el tiempo clavado en mi impaciencia; y cargo en mis espaldas minutos que no fueron, unos que no esperaba, otros que no nacieron. Mientras avanza el tiempo, el viento me susurra que libre fui muy poco y es larga la sentencia.

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VII VIDA DORMIDA

¿No despiertas vida dormida? ¿Por qué no sales de tu letargo? ¿En qué lugar tu luz anida? ¿Por qué no puedo seguir tus pasos? Ya me cuesta diferenciar entre lo vil y lo grato. ¿Por qué progresa el que hace mal y tiene premio el fatuo? Se derrama mi dolor sobre hojas secas de otoños crueles que se marchan, color de grises en las aceras sobre las calles de mis quebrantos. ¿Qué queda en pie ante tempestades que acechan mi alma abatida? ¿A dónde duermen esas verdades que aquellos días me prometían? Sólo percibo la fragancia del silencio y me siguen destrozando soledades; al destino le pregunto si hay secretos para escapar de este lugar que lleva al hades.

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VIII DISFRACES

El mar no es el mismo, encierra misterio, hoy no es tan inmenso y se ha desteñido. La rosa embarrada muestra filosas espinas que pueden herir, sin querer, sin saber que cambia la esencia, se prueba disfraces a ver cuál le queda en busca de un fin. Me asusta el mar, se está poniendo turbio; está cambiando el disfraz ante los ojos del mundo. Me asusta la rosa embarrada que quiere ganarse el trofeo de la lágrima pintada en la mejilla del féretro. El cielo no es el mismo de antes. Con nubes tan negras y tormenta de penas derrama las lágrimas sobre mi paisaje que triste y confuso se pinta de sangre, y con el equipaje de la vida dura, otras vestiduras hoy quiere probarse. No quiero matar el mar, ni nublar el cielo, pero yo no decido, deciden mis sueños; que al no poder volar cambiaron el traje, y se convirtieron en el mar desteñido y en el cielo negro.

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IX POR LA SENDA DEL DOLOR

En penumbras y agotado me veo lejano al mundo. En el medio de la nada, a nada le susurro que mi sol se apagó con ese bálsamo turbio de sombras carceleras en mis ojos moribundos. Hace eco mi pesadilla en mi espacio tan vacío. Juega conmigo el misterio de no saber dónde estoy; en los muros del silencio, allí mismo hago nido, porque mi ser transita por la senda del dolor. Al verme tan desierto como el ruido sin oídos, me siento tan maniatado por mi impotente voz, que no sabe cantar en el caos de lo perdido, porque mi alma transita por la senda del dolor. Entonces mi ser resignado yace sin fuerzas a la orilla de la nada, donde habita mi existir; en mi mundo de impotencias, sin proezas, ya marchito mi espíritu solo sabe sucumbir. Mi esperanza es socavada por el dolor tan temido, que extiende mi pesadilla hasta el punto de perecer ante el viento apabullante que con fría obstinación me lleva a la vera turbia hasta hacerme padecer. Yace mi fe quebrantada sin oponer resistencia, y mi alma muere a ciegas con apabullante temor; es atrapada y vencida, reducida y sentenciada en las redes tan temidas de la senda del dolor.

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X SEVERO DOLOR

Severo dolor que carcome destrozando un alma en pena, no mates más mis días, que puede morir mi ilusión. Enervados ojos ruegan que cese el diluvio en mis venas, diluido en cada espacio descansan tramos de terror. ¿Dónde están acaso, la vista, olfato, oído, tacto, gusto? Padecieron bajo un manto de fuego sin piedad y destructivo. ¿Qué ha pasado entonces con el más querido mundo que se ha derrumbado cuando perdí los sentidos? Severo dolor no martirices, deja de hablar de desgracias, severo dolor calla, y cesa al fin el diluvio que haces nacer inclemente de tus manos, que convierten a mi ser maltratado en tu verdugo. Severo dolor, deja de hacer nacer de mis flores cenizas, de hacer morir mi juventud... y mi vejez prematura se instale... ya deja de hacer marchitar mi vida, y a mis penas, más penas darles.... severo dolor, me estás matando de a poco.

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XI UN POETA CASI MUERTO

Escribe una tragedia más poeta casi muerto. Una vez más tus lágrimas en la hoja retratadas. Salen de ti como puñales, las palabras tristes, que se clavarán en la mirada de alguien que leerá en el texto a un poeta acabado y casi muerto. En el papel de su vida se ven las palabras más tristes que pudo haber escrito. “La tragedia se ha robado la luz de mis ojos. Las sombras me hicieron preso de este manuscrito. Se enciende mi pesadilla en un laberinto de maldad con eco y cruel castigo. El sol no entra en el recinto donde sólo hay dolor cruento y temido. Ya se ha ido la luz de mis ojos, sólo soy un títere manejado por un destino perverso. ¡Si alguien pudiera rescatar de este papel al poeta casi muerto!” Poeta, vuelves a escribir nuevas tragedias hasta que tu vida se vaya por completo. Si se escucha un gemido desde el texto, es el llanto de un poeta casi muerto.

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XII OCASO

Ocaso que mata mis pocas esperanzas, ocaso que me adentra a una noche eterna; seré preso en las entrañas de una muerte plena, mis labios besarán el llanto de las brasas. Ocaso que resigna escasas ilusiones. El día ya termina, se deja ver la noche que llega amenazante cubierta con sus armas; su filo tan punzante escribe en mí su nombre. La poca claridad se marcha para siempre; ocaso que se aleja oscureciendo todo; sintiendo en mi mirada que el brillo se detiene dejando en su lugar cenizas en mis ojos. No puedo ver la luz, la noche me envolvió en su manto de penas interminables; el sueño que volaba en su plan fracasó rompiéndose en pedazos irrecuperables. Mis ojos melancólicos miran atrás; llorando se diluyen en el pasado. Mis ojos escapan de la realidad y mueren contemplando el último ocaso.

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XIII

LA BATALLA

Hoy la noche sombría, perversa y macabra intenta cubrirse de sangre inocente; se pinta de guerra buscando la hazaña, sonríe siniestra, enferma... demente. La noche avanza con sus sucias armas, quiere apoderarse de las pertenencias que el día posee, la sonrisa cálida que quiere llevarse entre las tinieblas. Ya deja sobre el aire su beso de muerte, que arrasa de a poco ganando el espacio; marchando hacia el día con ansia de verle nervioso y perdido temblando de espanto. Cada quien espera a su antagonista. Cada quien se lanza a jugar su suerte. Uno lleno de ira mortal, destructiva, el otro mantiene la calma de siempre. La noche avanza cubriendo de grises, dispersa su sombra, pinta sus colores; su lúgubre esencia con los mil matices de grito y espanto, de sombra... de noche.

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XIV

EL DÍA Y LA NOCHE

Si la noche es larga, el día que tal vez no llegue, pedirá respuestas a la hipocresía de la noche misma, quien es cruel y siempre llena de artimañas por nublar al día, arrasa violenta, salta y se desliza con puñal de sangre, y con la risa cruel puesta en sus mejillas, dibuja en el día un llanto profundo al sentir su mundo tan falto de dicha. El día llora, porque lento se apaga como una brasa que ayer ardía; y hoy dolores sangra, su claridad cesa, su luz se extingue, su risa llora. El día tan triste mira en sus adentros la huella marcada de melancolías de tiempos mejores, mientras esquiva embates violentos, puñales arteros que son promotores de sendas heridas, que lo dejan sin vida, muerto y sin aliento. La noche se ríe, al ver aquel día tendido y vencido sobre las arenas de sendas desgracias, que absorben al día, y lo llevan dentro de aquellas entrañas, donde festejando semejante hazaña, se llena de júbilo la noche macabra. Se marchó hasta el último suspiro, siento mi alma traspasada… siento mi vida desangrarse sin nada de pulso, de fe, ni esperanza. ¿Dónde han quedado atrapadas aquellas aves que volaban? Perdido en la prisión del jamás

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nadie me viene a buscar, nadie escuchó mi lamento... nadie me oyó sollozar. La noche ha reinado y en su trono alegre, canta, vibra y siente, disfruta las mieles de alguien maltratado que ha muerto en sus manos; y se regocija del dolor ajeno; canta con laureles del golpe certero. La maldad se extiende bajo las pestañas del mismo infierno que goza la dicha; la noche disfruta la muerte del día. Con el último aliento me dejaré morir... nadie se acordó de mí. Me declaro vencido solo y destruido. Mis ojos se mueren, las luces se apagan, la puerta se cerró.

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XV

SANGRANDO

Sangrando en un frío rincón... el hielo de la muerte corre por mi espalda, un trago amargo de hiel es mi cama, y un sinfín de llanto mi colchón. Sólo de quebranto es mi palabra, ya no hay primaveras en mi voz, en este rincón no hay esperanza; ayer cantaba, hoy gime el gorrión. Sangrando en un frío rincón, ya no me queda ni siquiera mi pasado; me rehúso a recordar tiempos mejores, que son puñales devastadores, porque el presente me encuentra encerrado en inevitable prisión. Sangrando en un frío rincón, separado para siempre de mis sueños; mi sábana es el dolor, me recuesto sobre clavos que me matan, haciéndome sangrar hoy son mis dueños, entre medio de tormentos que no acaban escucho susurrar al corazón, que me dice con latidos bien pequeños… Que aún la muerte no ha llegado, y si hay vida lo imposible no ha ganado; que proezas me ceñirán, que la esperanza vendrá y los grilletes serán hechos mil pedazos. Sólo cadenas rotas se verán, y llegará la verdad la libertad anunciando.

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XVI

CORAZÓN

¿Por qué lates dentro mío corazón, si hasta la última rosa ha muerto? ¿Por qué te empecinas en buscar una razón si ya no queda pulso, ni hay aliento? Victima fui del dolor que ha venido, y vi también mi mundo derrumbado; con puñal de muerte me han herido dejándome tan triste y acabado. ¿Por qué me hablas mentiras corazón, diciéndome que existen esperanzas; y argumentas que aún hay solución porque sale el sol cada mañana? La esperanza se marchó al destruirse todos mis sueños como frágil cristal; la solución no ha sido mi compinche, y el sol no quiso alejar mi oscuridad. ¿Por qué lates dentro mío corazón; Por qué razón yo sigo respirando? Quisiera encontrar explicación. ¿Por qué la lanza aún no me ha matado? Tanto tiempo el dolor jugó conmigo dejándome sangrar, mas no morir; y fui esclavo a merced del enemigo, herido en territorio del sufrir. ¿Por qué escuchar razones corazón? Quisiera despertar de este tormento. Tú hablas de que hay un lugar mejor, te creeré si traes a mí otro tiempo.

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Un tiempo que haga trisas tempestades, y apague la sed de mi alma agotada. ¿Por qué seguir soñando corazón? Yo creeré en hechos, no en palabras.

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XVII TEMPESTAD

La bravura de los vientos me ha dejado en el centro de un abismo interminable; y la furia tempestiva no ha cesado. La tormenta no parece alejarse. ¡Es tan fuerte el sonido de las aguas! ¡Es tan cruel y desalmada la corriente que me azota y me deja naufragando y penando casi al borde de la muerte! Más allí, tendido, agonizante me sorprendo. ¿De qué fuente renacen esperanzas? ¿Por qué no parece de muerte el final? ¿Por qué aquellos vientos dejan de azotar, y parecen marcharse cuando el corazón habla? ¿Acaso negro luto no has sufrido, ni muchas veces te he visto llorar? Hoy inventas corazón, más ilusiones, y de tus cavidades brotan flores. ¿Dime cómo el otoño no te marchitó? ¿Cómo soportaste crueles estaciones? ¿Cómo renace de ti lo mejor si ya no veo rosas en este paisaje? De pie sigues alimentándome para que mi alma triste no perezca, y ante los vientos mi temor no crezca. Para protegerme sigues formándote por dentro latidos, por fuera de piedra.

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XVIII CREPÚSCULO

Llega el crepúsculo anunciando cambios en el remanso de mi vida, que con cierta atadura, se detiene y a ciegas busca territorios más amplios, y no seguir en el recinto de frialdad taciturna. Este crepúsculo me mantiene expectante aún dentro de las sombras que no quiero que me habiten; este crepúsculo que oscila entre letargo e instante y mis ojos impacientes que sólo quieren librarse. Entre colores y tonos, así gira mi esperanza. ¿Cuántos crepúsculos más hay en el universo? ¿Y Cuántas esperanzas más estarán esbozadas a lo largo y lo ancho de todo el firmamento? ¿Y cuántos días más tardará en llegar esa flor que nace y brilla con sosiego? Porque todo llega como las olas a la arena, llegará un haz de luz para el destino tan ciego.

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XIX

AMANECER

La noche se está retirando. Se marcha dejando el color pálido; esa extraña esencia del libre vencido que lamenta y llora lo perdido. A mi alrededor ruinas y cenizas; mis ojos observan todo consumido. Sólo hay destrucción donde ayer había sobre árboles verdes aves en sus nidos. El cielo se está despejando y las tristes nubes en fuga se marchan para darle paso a la suave luz de la luna. ¡Un reflejo de luz sobre el mar de mis sueños que quieren volar! ¿Amanece acaso en mi paisaje? ¿Se va la tiniebla que todo cubría? Observó mi alma claridad de alba, y vio un haz de luz anunciando el día. ¡Un reflejo de luz sobre el mar de mis sueños que quieren volar! Las últimas pinceladas de tinieblas, el último torbellino de sombras; Amanece y el sol se me posa, la sonrisa me nombra, y la pena me deja.

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XX

UNA LUZ

Veo de mi ventana sensaciones nuevas, una luz que brilla y a mí se me anuncia. Tanta claridad un poco me asusta, y me hace dudar entre realidad y espejismo. La dicha presente me resulta ajena. ¡Y yo que miraba desde otra vereda el paisaje bello como un surrealismo! La luz me llama y me rodea en sueños, se me posa plena frente de mi vista; una voz serena me hizo su dueño, cautivo y rendido casi por completo. De mi corazón corrió la cortina, la que contenía robustos aceros que me protegían de los malos vientos. La luz me rodea y con paz me habla; enceguecido me cuenta observar; más mis ojos cambian las viejas cenizas por ojos que guardan una nueva calma. Golpea mi rostro una suave brisa como un soplido casi celestial, y vi una figura que tierna me hablaba.

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XXI ENCUENTRO

Resplandeciente rostro como el sol, sus blancos vestidos como mil albas, cabellos brillantes como el oro; su imagen no se describe con palabras, era su presencia como cien tesoros. Su voz dulce y penetrante como espada de dos filos; su sola presencia me invitó a postrarme, sin que lo pidiera comencé a adorarle; con su firme voz sonriendo me dijo: Yo soy Rey de reyes, Señor de señores. Camino de vida, el principio y fin. El agua que brota para vida eterna, y nunca perece el que viene a mí. Estoy a la puerta de tu corazón; si oyes y abres yo entraré; sólo debes escuchar mi voz, y hoy mismo contigo cenaré. En ese momento me inundó una paz, un río de alivio me envolvió; de pronto un fuego sobrenatural sobre mi pecho, me hizo llorar un triste pasado lleno de dolor. Con aquel encuentro se selló un eterno pacto firmado con sangre.

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XXII RENUEVOS

Al borde de la muerte me sentía, así, sin esperanza era mi rumbo; no encontraba luz en el opaco día, no hallaba ningún sueño en el mundo. A merced del crudo invierno y de vientos que acechaban; las aves no me habitaban ni se hallaban frutos tiernos, el otoño los secaba. El sol no salía a mi encuentro. Habiendo sed de desierto mi alma clamaba por agua; sin encontrar alimento mis vástagos no brotaban. Cuando sin pensarlo y sin creerlo un sol abrasador me envolvió. Comenzó a brotar lo seco, mis raíces no besaban el desierto, y así trasplantado hacia la vida en nueva tierra mi raíz se afirmó. Porque si el árbol fuere cortado aún queda de él esperanza, retoñará aún y su renuevo no faltará. Si se envejeciere en la tierra su raíz y su tronco fuere muerto en el polvo, al percibir el agua reverdecerá Y hará copa como planta nueva* ___________ *Job 14:7-9

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XXIII EL LIBRO DE LA VIDA

Quedó un triste recuerdo de hojas secas escrito en algún libro olvidado; postrado en una vieja biblioteca donde se ven las huellas del pasado. Allí se esconden noches taciturnas y sombras carceleras e inclementes; relojes que no mueven sus agujas, su tiempo se detuvo para siempre. En esta biblioteca hay pesadillas escritas con derrota y con silencio; entre líneas macabras se divisan los relatos de un poeta casi muerto. Quedó en el olvido aquella biblioteca, la que contenía palabras de muerte; detrás de esa puerta con candado y cadena, se sepultó todo el llanto para siempre. Otros libros, otra historia, otros colores, de páginas flamantes para ser escritas con Aquel que hizo posible que mi nombre sea hallado en el libro de la vida.

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XXIV EL AVE

¿Cómo pueden sanarse las alas quebradas si al caer al suelo, sueños se morían, y un pájaro herido yace en agonía por aquel verdugo que cortó sus alas? En el lecho frío duele hasta el aliento, las horas que pasan... el tiempo se apaga... Y el ave está preso de este triste cuento que relata sombras y dichas dormidas.

¿Cómo puede acaso salir de su encierro y volar tan alto sin temerle a nada? En las hojas tristes tiene su morada, sus alas se enredan en su cautiverio; porque en su terruño el aire es pesado y el dolor lo tiene tan acobardado que nunca consigue despegar del suelo; se agacha mirando sus propias pisadas.

¿Cómo pueden sanarse las alas quebradas? La paciencia espera, el tiempo las sana. Para el ave hay Dios aunque no lo crea, existe su mano aunque no la vea, que dará alimento con mucha abundancia. Escucha el dolor del ave dañada, la llena de mimos, la ama y restaura, y así en libertad volarán sus alas.

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XXV NUEVO PAISAJE

Un bálsamo de paz inunda mis días, ríos de ilusión se posan en mi piel; me besa en el rostro la suave caricia de esta primavera que no tuve ayer. Un nuevo paisaje cautiva mi vista, se escribió mi nombre en esta realidad; mi mano es de sueño y mi pie se afirma en un edificio sobre la verdad. En este paisaje prevalecen aves que fueron heridas pero no murieron, volaban perdidas con alas de angustia que fueron cambiadas por alas de ensueño.

Debajo del mar quedaron ocultos los viejos paisajes de sombra y desierto que he transitado vestido de luto donde divagaba llorando mi encierro.

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XXVI DESCANSO

Me tendiste la mano cuando muerto estaba, escuchaste mi voz de quebranto y ceniza cuanto mi corazón no emitía latidos; acercaste tu brazo cuando estaba en peligro, afligido y vencido padecía entre ruinas, era un títere inerte entre hilos de muerte, me moría en silencio cuando Tú me faltabas. Eres descanso a mi alma afligida, el oasis que calma la sed más profunda; fuiste cura en mi sangre cuando casi moría, fuiste el único mapa de mi vida perdida, fuiste faro que guía entre la espesa bruma, cuando estaba sin rumbo, sin consuelo en el mundo me salvó del naufragio tu mirada en la mía.

Hoy descanso en tu nido como un ave segura, me refugio en tu sombra, en tu cálido abrigo; aunque cruel la tormenta no podrá hacerme frente, porque Tú eres todo, ante ataques, mi fuerte; mi paz en la guerra, mi más alto castillo, tu voz hizo huella, fue tu amor la respuesta que me fue rescatando de los lazos de muerte.

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XXVII PASADO, PRESENTE Y FUTURO

Mis manos palpaban pasado inclemente, mis pies caminaban entre clavos de muerte. Mi dolor se esparcía en cada rincón, ni podía gritar mi impotente voz; de lúgubre esencia era mi suerte, a mi vida sin rumbo le faltaba control. Sanando heridas me encuentra el presente, escapando del llanto que no tuvo piedad, rescatado de penas, empapado de alivio; ayer vagaba sin brújula, hoy hallé el sentido, siendo ya diferente esta actual realidad hoy respiro aliviado levantando la frente. Mis ojos otean futuras victorias, caminos de calma y de eternidad; atravesando valles, obstáculos, recodos, aunque trastabillando, al fin poco a poco formar nuevos tiempos de felicidad, de fuerzas y fe, proezas y glorias.

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XXVIII MI MEJOR POESÍA

Tu cálida brisa me envuelve tomando control de todo mi ser; descansando en tu regazo mi pena más honda se esfuma. Protegido por tu brazo si he de tropezar no caigo; como luna en la noche me sigue de cerca tu amparo. Tu amor se metió tan profundo que nunca podrá escapar de mí; fue tu huella sobre mi paisaje, fue tu mirada sobre mi rumbo la que selló mi porvenir. Me vestiste de tu linaje, me pusiste en el alma tu traje, y si hoy vivo es solo por Ti. ¡Cómo no gritar tu nombre en el viento! ¡Cómo no confesar tu hermosura! Si caía y me diste consuelo, me hiciste despegar del suelo cuando el mar estallaba en bravura y las penas me alimentaban, cuando sólo encontraba el desvelo fue tu antídoto eterno mi cura. A Ti te canto, y adoraré por siempre. Por Ti escribiré mis mejores páginas. No existe un poema que encierre tu encanto, ni prosas perfectas acordes a tu gloria; pero puedo darte mi mejor regalo, una hoja en blanco, la mejor poesía, para que tu palabra sea mi inspiración, y tu sangre derramada la tinta.

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XXIX AMORES COMO EL TUYO NO SE ENCUENTRAN

¡Amores como el tuyo no se encuentran! Amor que ante todo prevalece, amor que mi existencia no merece; de morir me salvó tu sacrificio, fui rescatado, Por tus llagas redimido; hoy sólo quiero que tu nombre se enaltezca, que todos vean que tu amor es para siempre. ¡Amores como el tuyo no se encuentran! Y tu justicia que se escriba muy profundo de corazones errantes y sin dueño; mundo sin fuego, cenizas sin sueños; elementos sin almas ni preceptos que vagan entre la espesa bruma padeciendo en los mares de locura; que escuchen de tu amor y se conviertan. ¡Amores como el tuyo no se encuentran! Tú haces todo perfecto, incuestionable, eternos y dorados tus caminos; porque en tu rumbo los tesoros no perecen, porque el río de tu gloria avanza y crece, porque en la paz de tu memoria no hay olvido, ni tu promesa se esfuma con el viento; ni tu palabra se desgasta con el tiempo. ¡Que todos vean que tu amor es para siempre! Me hiciste huésped de un amor no merecido, me recibiste en tu cálido refugio; aunque soy libre tu amor me encadena, mas no me iré de esta dulce condena; en tu juzgado me dictaste el veredicto, quiero la cárcel de tu amor que me sentencia; que todos vean que tu amor es para siempre. ¡Amores como el tuyo no se encuentran!

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XXX JUSTO A TIEMPO

Cuando mi oído no escuchaba, ni mi alma comprendía; cuando mi vida padecía entre penumbra in entendible; cuando mis manos te buscaban sin saber quién eras, Tú me veías llorar, y me decías pronto... pronto... Cuando acostado sobre ruinas me dejaba morir, y chocaba mis puños en dolor desesperante; cuando a mi vida la azotaba una tormenta interminable, Tú me veías padeciendo y decías pronto... pronto... Y allí cuando creía derramar el último suspiro, pusiste en mi corazón nuevas esperanzas; yo sin creerlo, sin escuchar las rechazaba, y Tú insistías por salvarme del martirio. Cuando mis pies se enredaban en el mal y a mi vida le faltaba consuelo; cuando mentiras me vendían la verdad, se hizo presente tu raíz sobre mi suelo. No llegaste tarde, ni te apresuraste, justo a tiempo pagaste el rescate; cuando la prisión era inexpugnable rompiste cadenas casi invulnerables. A mí viniste alejando la tormenta, componiendo a tu paso los pedazos rotos; cargaste sobre tu cruz mi pasado doloroso y pusiste a mis pies sueños y promesas.

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