Luna que no cesa si. Poesía (2017). Sergio Inestrosa

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Luna que no cesa POESĂ?A Sergio Inestrosa

HEBEL


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Sergio Inestrosa LUNA QUE NO CESA POESÍA HEBEL

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Luna que no cesa POESÍA Sergio Inestrosa

HEBEL Ediciones Humus | Poesía 5


LUNA QUE NO CESA | POESÍA © Sergio Inestrosa, 2017. © HEBEL Ediciones Colección Humus | Poesía Santiago de Chile, 2017. www.issuu.com/hebel.ediciones Imagen de portada: ’Divine Solitude’ (pintura en metal) de Sharon Cummings. Qué es HEBEL. Es un sello editorial sin fines de lucro. Término hebreo que denota lo efímero, lo vano, lo pasajero, soplo leve que parte veloz. Así, este sello quiere ser un gesto de frágil permanencia de las palabras, en ediciones siempre preliminares, que se lanzan por el espacio y tiempo para hacer bien o simplemente para inquietar la vida, que siempre está en permanente devenir, en especial la de este "humus que mira el cielo".

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A mi madre, por su pasiรณn por la luna.

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La luna es siempre más hermosa en otro país. Proverbio chino

Luna, quiero cantarte, Oh ilustre anciana de las mitologías, Con todas las fuerzas del arte. Leopoldo Lugones

¡¡Si mis dedos pudieran Deshojar a la luna!! Federico García Lorca.

la luna gime agua y nieve le lavan la frente triste Nicolás Guillén

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PRELUDIO

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Sergio saca su katana LĂşcida y precisa Y hace cantar el aire Besa a la luna en la boca Y ella le dona Una nostalgia mĂĄs amable Que el invierno Sergio sabe cantar callado De la mano con la noche Y se deja atrapar por la vida Por la sencillez Que remonta el vuelo En cada instante Y en todo sitio.

Luis Cruz-Villalobos Santiago de Chile, verano 2017

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Primerra Parte

POEMAS DE LUNA

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La luna y el gato El oscuro sol de la noche gira muy lento mientras la luna deja las inquietas páginas del libro de Leopoldo Lugones y sale a dar un paseo por el cielo esta luna que ven, a veces, se pone su máscara de conejo otras la que simula ser el rostro de un hombre. Mientras camina la luna ve un gato que está lentamente trepando hacia lo alto de un tejado con su soledad felina a cuestas un rayo de luz color de avellana roza su afelpada piel la luna advierte que un leve escalofrío lo recorre. El gato lame con su lengua rugosa el borde más cercano de la luna que le sabe a miel de colmena. A la luna le gusta el atrevimiento del gato que la ha hecho reír y bañar la tierra con su cascada de luz. La luna se enamora del gato, de su orfandad de arrabal. Feliz, el gato toma de la mano a la luna y se pierden juntos en los laberintos del sueño del niño que hace años yo fui.

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Luna renuente ¡Despertate luna! ya es la hora de trepar la dura cuesta de la noche oscura. ¡No te tardés mucho luna! que los amantes desesperan el lecho se enfría y la impaciencia los devora. ¡Vestite luna! que con tus suaves velos de plata vas a ser la madrina de sus exquisitas locuras. ¡Vamos luna! juguetonas sirenas aguardan el momento preciso para hacer subir la marea.

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Soneto de luna Su encanto disipa las nubes, una a una, las va despojando del velo quitรกndoles su malsano recelo; noche con luna es de buena fortuna. Ya liberada de sombras la luna de a poco se ve tendida en el suelo y su brillantez cubre entero el cielo; mientras traza un camino en la laguna. Mes a mes, con su luz el cielo alfombra y a todos, con su nitidez asombra moneda de plata que en charco de agua multiplica redondez y hermosura; venerada como una diosa pura en tu honor este poema se fragua.

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Octava lunar Oronda sale a pasear la luna tĂ­midas las estrellas se disuelven no se atreven a mostrarse en su duna y deciden que mejor se devuelven a la leve oscuridad de su cuna sus ondas de luz empaquetan, vuelven dejando por completo el firmamento que la luna usa como su elemento.

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Redondilla lunar Linda la noche de luna en la que te dejas ver, tu sombra dĂŠjame ser eso me darĂĄ fortuna.

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Segunda Parte

HAIKUS LUNARES

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En la ventana huraĂąa luna asoma; chilla la noche.

Se desvanece en el alba la luna; duerme de dĂ­a.

Inquieto blanco el color de la luna; sobre los campos.

Crece la noche en las oscuras calles; ausente luna.

Baja la luna a las profundidades, el bosque oscuro.

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La blanca luna, le dio la espalda al sol mientras dormĂ­a.

De luna rayo acaricia tu cuerpo mientras te sueĂąo.

En esta noche, la luna se escabulle por la vereda.

Bajo la luna, juegan ranas y sapos gran chapoteo.

DĂŠcima luna las colinas despiertan; las horas pasan.

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Sobre la arena la hĂşmeda luz de luna a cuenta gotas.

Buscas un trĂŠbol bajo la suave luna, tientas tu suerte.

Rasgar ocultos los velos de la luna; palos de ciego.

Entrelazados somos un solo cuerpo; bajo la luna.

La invernal luna, su mortecina luz blanquea tumbas.

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En luna nueva vieja sabiduría; plantar un árbol.

Luna menguante un oscuro silencio; duermen las plantas.

Todo silencio, el abismo del tiempo luna de otoño.

Dentro de un pozo naciendo está la luna, fragor del mar.

Ola espumosa, el embrujo de luna se vuelve sal.

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Manto de seda, la silenciosa luna; grandes mareas.

Madama luna, sobre las aguas deja de plata rastro.

De noche enciende la celestina luna, grandes pasiones.

Luna de lunas; en mitad de la noche navegan barcos.

La sĂşper luna ilumina el camino de las hormigas.

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Blanca cebolla, rebanadas de luna su piel desnuda.

Nace la luna en el profundo abismo; grande y redonda.

Mano del viento las mareas del mar, la luna nueva.

Noche de luna su reflejo en el rĂ­o; la vieja barca.

Luna que reinas en la noche callada; la cara ocultas.

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AĂşllan lobos, en su sangre se ahoga la luna llena.

Noches sin luna, entre las blancas sĂĄbanas salta una pulga.

Tapiz de flores ya anochece en el parque, brilla la luna.

Hilo de luna la majestuosa noche, cielos abiertos.

DĂ­a de fiesta, ilumina la luna a cada piedra.

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Voluble esfera llena de luz huraĂąa; ajena luna.

La luz de luna aĂşn de madrugada, cantan los gallos.

Obstruyen nubes el paso de la luna; techos de teja.

Luna argentada, con paciencia iluminas la noche entera.

El frĂ­o invierno permanente crudeza; halo de luna.

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La despedida al pie de la montaĂąa; luna exultante.

Su suave luz, la misteriosa luna sobre tu rostro.

La luna brilla en lo alto de la noche; el mar la espera.

Cuando anochece no todo son palabras; aquĂ­ en la luna.

Bajo la luna las dichas y quebrantos, sueĂąan mujeres.

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Encantamientos los cultivados campos; claro de luna.

Luna de nieve en mitad de febrero; el frĂ­o invierno.

Hostil la luna da la espalda a la noche; cae la lluvia.

Cuerpo emplumado rebanada de luna; dulce verano.

Rumba que rumba, siempre alegre la luna redonda a veces.

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Aureo manto la capa de la luna; copos de nieve.

Luna de fuego la guitarra enmudece; ronda la muerte.

La luna frĂ­a en su soledad duerme; en primavera.

Gorda la luna, en la arena descansa sus amplias carnes.

Huellas de luz va dejando la luna por todas partes.

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El primer hombre el valle de la luna con su pie mancha.

El abanico cambiante de la luna; sus cuatro fases.

Tus ojos grandes y el resplandor de luna, son mi fortuna.

Bajo la luna, frutas, insectos, flores vuelan murciĂŠlagos.

Forma la luna su muĂąeco de nieve que el sol derrite.

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Cintura suelta bajo la luna llena; una mulata.

La verdad solo usted, la luna y yo; lo demรกs humo.

Que el sol la quiera la disoluta luna siempre pretende.

Al aire libre, presumiendo sus cuernos estรก la luna.

Olor a flores por el viejo camino; sombra de luna.

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Se alza la luna con la brisa del mar; verdes ventanas.

Tímida luna, con tu redondez clara al patio asomas.

Bruñido disco, al declinar la tarde al cielo subes.

Noches sin luna, los voraces silencios un río negro.

Gotas de luz, más allá de la luna el infinito.

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El viento borra las flores de los campos, las cuatro lunas.

Un charco de agua a la luna refleja, los pies desnudos.

La media luna sus astas entre nubes; noche limeĂąa.

Miro la luna, desde el balcĂłn lejano de tus recuerdos.

La blanca luz de ese sol que es la luna, trepa en los ĂĄrboles.

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Asoma tímida la luna en el espejo; Narciso escapa.

Siempre la luna encuentra su camino, aquí en la tierra.

Hermosa luna, en el cañaveral su fría luz.

En todo cuerpo las manchas de la luna; la telaraña.

En la ventana la luna curiosea, blanco pañuelo.

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Luna de cera, es noche ya y te espero en mi ventana.

La suavidad de la lunada noche las sombras barre.

En la molienda nos alumbra la luna, triste bolero.

Ayer de noche se nos muriĂł la luna. viejas lechuzas.

De luna estrĂ­a en mitad de la noche; milagro agrĂ­cola.

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Amada luna su altiva primavera; patio de flores.

Negros lunares el rostro de la luna; desierto seco.

Nítida luna ilusorio jardín; sueño vencido.

Tenue su luz, la solitaria luna vaga sin rumbo.

Aúllan perros luna que crece en lo alto; duermen las sombras.

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Silbar del viento el mar mece una barca; la clara luna.

La luz esculpe las formas de tu cuerpo; hermosa luna.

Danza de espadas fragor de la batalla, brilla la luna.

Sol negro, luna perfumada de sangre, sendas sedientas.

Electrizantes los cuernos de la luna, sobre la fuente.

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Muere un pez grande, bajo la claridad de una gran luna.

Las lentas horas, lejanĂ­as lunadas bajo la noche.

Sobre el tejado, a que salga la luna un gato espera.

Cruza la luna el ancho de la noche, va muy despacio.

Quieta la noche arropada de luna, grillos y ranas.

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La media luna cuando cae la tarde, un cielo azul.

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Tercera Parte

TANKAS LUNADOS

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Sabe la luna todo sobre derrotas; todos los dĂ­as al empezar el alba pierde cada batalla.

En la sartĂŠn los anillos de luna saltan de gusto, olorosos se doran hasta derramar lĂĄgrimas.

En alta mar los barcos pescadores toda la noche, la luna los ampara los sueĂąa una mujer.

La luz de luna se filtra entre las ramas; entre la nieve un tallo verde asoma primavera certera.

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Variada luna, en la noche brumosa tu rostro asoma elemental y ajeno en el espejo de agua.

Sola caminas, la senda impenetrable de la existencia bajo la luna llena que le da vida al mar.

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Sergio Inestrosa (San Salvador, 1957). Es profesor de español y asuntos latinoamericanos en Endicott College, Beverly Massachusetts. Entre sus publicaciones está Vivir la fiesta, Universidad Iberoamericana, 1994, la novela Los motivos de la Memoria, Universidad Latina de América, México, 1996, la editorial Obsidiana publicó su poemario Los bordes del placer, West Virginia, 2015,52y recientemente Hebel Ediciones, el libro Caminos hacia el silencio. Haikus, Santiago de Chile, 2017.


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