Canciones a las Estrellas. Poesía (2018) Samuel Lagunas

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CANCIONES A LAS ESTRELLAS POESÍA

Samuel Lagunas

HEBEL


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Samuel Lagunas CANCIONES A LAS ESTRELLAS POESÍA HEBEL

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CANCIONES A LAS ESTRELLAS POESÍA

Samuel Lagunas

HEBEL Ediciones Humus | Poesía 5


CANCIONES A LAS ESTRELLAS | POESÍA © Samuel Lagunas, 2017. © HEBEL Ediciones Colección Humus | Poesía Santiago de Chile, 2018. www.issuu.com/hebel.ediciones Qué es HEBEL. Es un sello editorial sin fines de lucro. Término hebreo que denota lo efímero, lo vano, lo pasajero, soplo leve que parte veloz. Así, este sello quiere ser un gesto de frágil permanencia de las palabras, en ediciones siempre preliminares, que se lanzan por el espacio y tiempo para hacer bien o simplemente para inquietar la vida, que siempre está en permanente devenir, en especial la de este "humus que mira el cielo".

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Prรณlogo

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El espejo vacío

* Tarkovsky en una de las reflexiones más brillantes en torno al cine (o la ficción en términos generales) dice que: “Nosotros no queremos otros mundos, queremos un espejo”. En ese mismo tenor Ettore Scola lleva más allá la imagen y dice que el cine es como un espejo pintado. Resulta aterrador pensar que ahí, perdida en algún fotograma se encuentra cifrada nuestra existencia, o nuestra alma en fragmentos. Perturba que alguien haya pintado un espejo sólo para tentarnos a mirar y buscar nuestra imagen en vano. ¿Pero qué vemos en ese espejo? ¿Una imagen desarticulada, un molde de realidad, un reflejo distorsionado o un reflejo lejano de quiénes somos, como cuando miramos las estrellas? ¿No es en realidad lo que miramos un espejo vacío? Creo que desde hace más de 100 años adoramos mirar dentro de ese espejo vacío. Confiamos en ese reflejo mudo. Hemos logrado hacer que en ese reflejo otros destellen en lugar de nosotros, actores pintados que bailan como juguetes rotos nuestra propia tragedia y nos ayudan de cierta forma a soñar.

** El cine también es una forma de conservar a los muertos. Como los frascos con formol que contienen los cadáveres de los animales, así el celuloide se va llenando de estrellas muertas que repiten sus gestos para decirnos distintas cosas, conforme las eras avanzan. Así cada uno de nosotros va llenando un álbum con rostros que ahora significan algo, similar al muro del adolescente que tapizado con sus músicos favoritos intenta construir su propia identidad discursiva. 9


Las estrellas de Hollywood son de cierta forma la promesa de que el absurdo es posible, que quizá no estamos tan solos, aunque desgraciadamente sí estamos muy lejos.

*** Canciones a las estrellas, poemario de Samuel Lagunas, desarticula el firmamento para mostrarnos antes que nada una constelación familiar. ¿Por qué no es acaso más familiar para nosotros la vida de Hugh Jackman y Scarlett Johanson, que la de nuestros propios hermanos y padres? Esa es la constelación de los sueños imposibles. Pero Samuel Lagunas propone una constelación de mártires, un destello de intimidad, un vistazo a otras vidas que rehúyen de los reflectores, pero que también han cimbrado el mundo con su existencia. Samuel Lagunas es un poeta cristiano y para mí representa lo que debería ser el futuro del pensamiento cristiano en términos teológicos. Su poesía es para mí una poesía de liberación y de renovación.

**** La pantalla del cine es un iconostasio, pero en un sentido retorcido. Es una pantalla que oculta el rito de la Hollywood profunda y decadente y sólo nos muestra la pretensión de lo sagrado. Nosotros vemos los sueños, el glamour, pero detrás se esconde una estela de suicidas, un montículo de cocaína más blanca que cualquier estrella enana, abuso, locura, la melancolía de una vida normal. El exceso, el desorden, el hedonismo limítrofe, el aplauso apagado de los espectadores.

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***** Me gusta pensar el cine como una experiencia mística. Como una serie de apariciones simbólicas que nos revelan el entramado metafísico de la existencia. Pienso en la infancia de Maximiliano Kolbe, el mártir polaco que fuera asesinado por el régimen nazi. En un incidente familiar, cuenta que realizó una travesura que su madre le reprochó enérgicamente. «Mamá, cuando me regañaste, pedí mucho a la Virgen que me dijera lo que sería de mí. Lo mismo en la iglesia, le volví a rogar. Entonces se me apareció la Virgen, teniendo en las manos dos coronas: una blanca y otra roja. La blanca significaba que perseveraría en la pureza y la roja que sería mártir. Contesté que las aceptaba». No puedo sino pensar en las pastillas que Morfeo le entrega a Neo para entrar en la Matrix. Los héroes de la pantalla sufren para que nosotros podamos aprender, en el sentido que la tragedia griega proponía, a partir del sufrimiento y el horror, pero los mártires, las estrellas fatales que han sufrido por el hombre, lo han hecho de cierta forma para salvarnos. Nosotros sólo podemos ver el paso de los astros. Es imposible conservar su brillo en un sarcófago, pero podemos cantar siempre de su brillo y de su existencia que nos llega a partir de los tiempos. Podemos hablar de nuestra propia existencia y de las cosas que aún perduran, que, a pesar de todo, posibilitan la vida; tal vez una de ésas sea la poesía, tal vez sólo tenemos la fatalidad de hablar de lo que fue, de lo que no podemos tener, de todo lo que después será polvo, oscuridad: la materia más primigenia del espejo vacío.

****** En The cave of forgotten dreams Werner Herzog explora y reflexiona sobre el origen del arte a partir de las pinturas rupestres más antiguas que el ser humano ha encontrado. El mismo cineasta narra en voz en off: «Lo 11


que estamos presenciando es el origen del alma humana moderna y el comienzo de la representación figurativa». La imagen es la de un bisonte con ocho piernas. Las ocho piernas no hablan de deformación de la imagen de lo que es la naturaleza o un error de representación o de percepción. En realidad, lo que nos muestran son el movimiento de los bisontes mientras corren. Ahí está el inicio del cine, dice Herzog, en esa primera pantalla de fuego y roca. Canciones para las estrellas es una oración furiosa a los tiempos en los que cantar, mirar un cuerpo, significa algo más, tiempos remotos en los que se podía contemplar los astros y era posible detener el corazón sobre las cosas. Samuel Lagunas es un poeta que ha buscado una forma trascendental de nombrar las cosas, en su obra veo una intensa búsqueda por hallar las palabras de nuevo, la palabra no muda, ni desnuda, sino la palabra con su gesto mágico, con su significado secreto. Y pienso en lo que Agamben dice en su ensayo «Magia y felicidad»: «El nombre secreto era el nombre con el cual la criatura era llamada en el Edén y, pronunciándolo, los nombres manifiestos, toda la babel de los nombres, cae hecha pedazos. Por esto, según la doctrina, la magia llama a la felicidad. El nombre secreto es, en realidad, el gesto con el cual la criatura es restituida a lo inexpresado». Antes de eso existe la poesía y creo que sólo la poesía es capaz de destruir el espejo mudo y convertirlo en un pozo profundo, con aguas quietas y serenas que reflejan por siempre las estrellas.

Davo Valdés de la Campa Poeta y crítico de cine

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Comienzo

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Pumba: ¿Nunca te has preguntado qué son esos puntos brillantes de allá arriba? Timón: Pumba, no me lo pregunto, lo sé. Pumba: Ah, ¿y qué son? Timón: Son luciérnagas que se quedaron pegadas en esa cosa negriazul de arriba. Pumba: Ah, siempre pensé que eran bolas de gas quemándose a millones de kilómetros de aquí. Timón: Pumba, contigo todo es gas. Pumba: ¿Simba tú qué crees? Simba: Pues… no sé. Pumba: Anda, Simba, dinos. Timón: Vamos, por favor. Simba: Bueno. Alguien me dijo una vez que desde arriba los grandes reyes del pasado están cuidándonos. Pumba: ¿En serio? Timón: ¡O sea que un montón de cadáveres reales nos están mirando! ¿Quién te contó esa tontería? ¿Qué bestia lo inventó? El Rey León

Los luchadores pensaron que Krishna era un luchador, las mujeres que era un tesoro de belleza, los dioses lo reconocieron como su señor y otro pensó que era la muerte misma. Cuento hindú

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Número 1 En la antigüedad no era así. Hoy el universo es una proyección en pantallas de alta calidad. No es una ventana sino un lienzo al óleo en la galería central del museo. Un holograma en vez de un horizonte. En la antigüedad no era así y el corazón podía ofrendarse a los astros iracundos que estaban allí cada día un poco más a la derecha en el verano, un poco más a la izquierda en el invierno, trazando señales con sus inevitables pasos. Hoy el smog y las lámparas nocturnas ofuscan las estrellas igual que un hato de imágenes memorizadas impide el goce de mirar un cuerpo desnudo por el que convendría dar casi tanto como la vida. Antes no. Se erigían templos invencibles para el estudio y la contemplación del infinito. Hoy el instinto atroz de la fugacidad impide que el corazón eche sus amarras, se aposente, construya una casa de dos pisos, con un patio grande, lleno de pasto, donde anclarnos bocarriba, mano en mano, los ojos puestos allá: fuera del tiempo.

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Número 2 Hay que inventar nuevas formas para el amor y para la idolatría: liturgias cimbradas sobre fuegos subterráneos donde el cielo vuelva a caber con sus cuentos repletos de temor, llanto y osadía: cuentos de esperanza y de locura. Hay que encontrar de nuevo las palabras que insinuaban la nieve, el trueno, el aguacero, los rostros ocultos bajo el disfraz de los volcanes, bajo los meteoros improbables. Hay que ritualizar cada uno de los verbos del amor porque estás tú que miras al cielo cada vez que se te antoja una historia imposible, cada vez que la tierra te da razones para arraigarte en otro haz de luces, en otro silencio extraterrestre donde estamos solos y no, donde juegan otra vez las incertidumbres, la felicidad y el riesgo de ser inmortales.

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Número 3 Las distancias no miden lo mismo de noche y de día. Y no miden lo mismo las distancias llenas y las distancias vacías. Sólo me resta añadirle al poeta que la televisión interrumpe esas distancias. Es otra pasajera del, cada vez más, entenebrecido barco. Lo mismo provoca el internet y las películas de acción. No estamos en Hollywood pero casi. ¿Quiénes son aquellas sombras digitales que pueblan nuestros sueños? Es el star system, suelen decir. Para mí son sólo juguetes rotos y, al mismo tiempo, lo son todo.

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Hollywood o el iconostasio que guardo en mi libreta

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Life, our life anyway, is beteween. John Ashberry

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Emma Watson prepara su nuevo discurso para United Nations mientras yo enjuago su espalda en la regadera Emma Watson tiene en mente un discurso que conmoverá a millones y yo no intento distraerla pero le ha quedado un poco de pintura donde se supone están las vertebras lumbares. Apenas hace un par de horas nos cubrimos de colores el cuerpo. Ella quería quedar como las humanoides azules de la película de Cameron pero yo la dejé igual que un cuadro de la capilla de Rothko. Su técnica fue más cuidadosa y consiguió reproducir en mi vientre la tortuosa silueta del facehugger. Está decidido: cuando vuelva de Nueva York nos encerraremos a ver sci-fi dos días enteros. Ella es así mientras estamos en la regadera, silenciosa como los ascetas nietzscheanos que ven caer al trapecista de su encierro. Pero Emma sabe que cuando descubra la inutilidad de sus esfuerzos feministas estaré con ella y con nosotros el viejo poema de Eielson: este es tu cuerpo o nada y una llave de agua infinita (que hay que pagar, claro, pero el presupuesto existe) donde remojarnos mientras ella planea su siguiente discurso y yo me cercioro de que en su cuerpo no queden residuos

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de la noche inmensa, cada vez mรกs inmensa, que compartimos.

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Miley Cyrus intenta convencerme de que hagamos un video erótico y lo pongamos en línea Anoche, cuando salimos del templo, Miley intentó convencerme de que, al llegar a casa, hiciéramos un video erótico para colgarlo en la web. La sugerencia fue para mí igual que una mordida en la oreja. Hace apenas dos meses la convencí de volver a la religión de sus padres. Le conté cómo su lengua, según un teólogo mexicano, es más cristológica que la capilla de San Pedro. Le recordé que Dios la amaba así, aunque subiese fotos al instagram con el dedo bajo el short y la lengua en las axilas. La convencí, finalmente, con el argumento de que yo la amaría más si su boca también la empleaba para los himnos y las oraciones en grupo. Anoche, cuando llegamos a casa, Miley intentó convencerme de beber un par de cervezas antes de quitarnos la ropa y empezar a filmar. Luego, con mi soledad (Miley se fue por los lubricantes), y mi endemoniado sexo desnudo, ávido de encarnarse nuevamente en su oquedad mediatizada, di gracias a Dios por Miley, porque ya lee la Biblia, ha memorizado Juan 3:16 y a veces, me explica, su corazón arde 23


y apaga la luz pero es ella la que enciende el cuarto. Es Dios, me especifica, adentro del pecho el que empieza la hoguera donde se calcinan los exultantes placeres. “¿Mi corazón es una lámpara de carne putrefacta?”, me pregunta cuando hablamos de las metáforas de la gracia y del perdón. Supongo que sí, que todo cuerpo es eso: un templo donde Dios caza los fantasmas.

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Tom Cruise quiere que firme un documento donde acepto ser un extraterrestre La tenacidad de Tom Cruise es una constante en todos sus proyectos lo mismo que la masturbación que le provoca verse volar por un edificio de 80 metros a sus 15 años, a sus 20 años, a sus 28, a sus 45, a sus 63, a sus 815. Porque Tom Cruise afirma, como muchos de nosotros, que las almas son imperecederas pero él sostiene con rigor y valentía que el drama post-mortem es una película de acción intergaláctica. Me dice que con esta información me está ahorrando millones de dólares. “It‟s a gift, a secret. I can tell you more if you sign here”. Pregunto si hay una asimilación fisiológica del dogma que estoy por asumir: ¿me saldrán tentáculos del pecho? “What the hell! No!” Tom Cruise sonríe. La habitación explota. Ambos salimos disparados a una velocidad imposible. Sangramos de la nariz. Conservamos el peinado. Tom Cruise sonríe. Es un buen tipo. No hay forma de escapar.

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Número 4 En vez de hacer el amor con su mujer los científicos japoneses se dedican a buscar el ruido de las estrellas. Han producido un disco donde, afirman, se reitera periódicamente la frecuencia obtenida. La belleza es nimia y trivial si se le aprehende. Un páramo lacustre estampado en un marco isabelino requiere un ejercicio hermenéutico -imaginación alertapara obtener su hermosura lo mismo que tus ojos, terriblemente cerrados, cuando acampan en el sueño.

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Anne Hathaway admite no haber entendido el guion de Interestelar A veces, Anne, pienso también que no sabemos qué decimos cuando lo decimos. Palabras en muchos idiomas. Versos solos. No somos Babel aunque imitemos su desconcierto. Después sólo queda la nostalgia.

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Hugh Jackman confiesa ser atormentado por el espíritu del apóstol Pablo Hay un hombre en el rincón de cada cuarto. Un vértice donde crecen el terror y las figuras del odio. Hay un hombre oculto en los planos de la casa que silba, bulle y regurgita todo lo que pienso. Hay un hombre inmortal junto a mi cuerpo y no hay dulzura en lo que digo, más bien una mutilación ríspida, diablo interno, y un sueño desastroso. Es un hombre muerto el que lo espera y está solo.

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Cuando encuentre a Scarlett Johansson en el café del barrio No prefiero el amor si no estás tú y el horizonte de una calle que desemboque en nuestra casa. Nuestras manos cosidas al sol muerto del ocaso se vuelven invencibles cuando comparten la humedad y el instinto. Podemos ser un cataclismo hermético, gozar sin cansarnos la destrucción nocturna, el río corriente, los estómagos desesperados en el festín de la caverna, las flores que no cuentan en el ramo dejado al centro del buró, muy cerca de la cama donde hay un ruido de curvas y ardores rutilantes, donde estás tú y las horas de espera en la puerta de tu casa y el sabor del tornado en que quedamos antípodas de nosotros en nosotros.

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Jim Parsons discute sobre la conveniencia de que los homosexuales celebren la Eucaristía Una cosa es casarse y otra comerse a Cristo aunque Jim no tenga problema en aceptar las dos. Reconoce, no obstante, que perpetuar la terca costumbre de creer en un Dios que hay que comer a diario para cumplir su voluntad no debe estar en la agenda. Ya de por sí la homosexualidad es redundante, ironiza, y añadir el bucle de la necroantropoteofagia es complicar aún más las definiciones. Hay que centrarse en el amor, concluye, y en las estrellas porque un cuerpo tan querido e idéntico al de nosotros también puede estar lejos, y, a pesar de ello, vaciarnos con su mirada cuando estamos solos. El amor es mucho más que genitales. Es el cielo –metáfora tan vana–. No es necesario comerse a nadie, para levantar un muro aquí, otro allá, y construir un lecho donde perviva una boca, un pie, los dedos,

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el hueso pĂŠlvico y, por quĂŠ no, la saliva.

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Mรกrtires de Westminster o la fatalidad de las estrellas

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El héroe de hoy se convierte en el tirano de mañana a menos que se crucifique a sí mismo hoy. Joseph Campbell

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Número 5 Hubo un día en que las estrellas fueron hombres y mujeres en la tierra. Eran reyes y siervas de su trama, poetas, cantantes, bailarines, peatones alados quizá y centelleantes. Copulaban, reían, eran videntes y soñaban no sé qué sueños tenebrosos. Había hieródulas de marmóreas piernas -vaya el adjetivo-, rufianes también, ¿y acaso ángeles? Hubo un tiempo en que las estrellas tuvieron cientos de deidades en la tierra. Eran hombres y mujeres sometidos a los trémolos y discos del subsuelo: imágenes labradas han quedado en los círculos del aire, entre el fuego. Qué hado tan perverso el de los astros que aseguró a todos un destino común: que nunca mueren.

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Número 6 Cuando Dios le aseguró a Abraham, ese errante y lunático despatriado, que su descendencia sería como las estrellas del cielo no se refería exactamente a su número elevado sino al fulgor que dejan cuando estallan, al dolor que emiten cuando mueren.

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Martin Luther King Jr. Tres putas la noche antes de morir no es una mala dosis para la felicidad. Sobre todo si has dedicado cada día de los últimos 15 años a una buena causa. Una chica que no halla un lugar en el autobús porque tiene la marca de Caín en la frente difícilmente encuentra una excusa para ser feliz. ¿Qué no se supone que la negritud consiste en sobrevivir? Ahora nadie encuentra un asiento en el transporte público. No tiene ya que ver con el color de la piel, ni con el sexo entre las piernas, ni con la discapacidad. Se trata solamente de que el autobús va atiborrado. Porque la supervivencia en exceso es un problema mayor. Porque una dosis de odio y de homicidio es conveniente cada cierto tiempo, para viajar sentados (o dejar que otros lo hagan) lo que resta del camino. Tres putas para amainar las tensiones del viaje está bien si después tienes un sueño donde todos compartimos el vecindario y no hay necesidad de usar el autobús.

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Óscar Romero No quedó mucho cuando cayó su cuerpo sobre la sangre falsa del Redentor. Las palabras son frugales y en un día como ése pesan igual que dos casquillos y una hostia. Todo cae y cae. Cae Jesús y su madero. Su sangre cae igual que el ángel desterrado. Cae el hombre obstinado –el gigante–. Cae el terco y el que aguarda el regreso de sus reyes. También los héroes acaban en la tierra. Su séquito y el ejército enemigo son víspera del polvo mortuorio. No hay reposo para los muertos beatificados. Su nombre pervive en los muros de las parroquias y el santiguarse de las viudas. Probemos hoy invocar a un resucitado. ¿Qué tumba romperá sus cadenas? ¿Qué llanto se apagará en la cohorte? También los héroes acaban en la tierra, no despiertan. Son ecos, sombra, letra, ira, llanto, nada. 38


Dietrich Bonhoeffer In me there is darkness, But with you there is light Dietrich Bonhoeffer No es prudente hacer el amor en una zona de guerra. No es prudente ser liquidado mientras ejecutas el coito con la mujer que amas. La felicidad acontece después del frenesí del sexo o de la guerra. Morir es la paz. Mirar un rostro entre la lluvia muda que deja la tormenta es la paz. Un hombre cambia cuando su cuerpo es el hombre. Cuando la sombra, el corazón, el sudor sanguinolento del deseo es su carne. Un hombre cambia cuando la guerra es su cuerpo y los terrores antiguos otra vez lo inhabilitan: los fantasmas de todas las edades posan en él y Dios no existe. Y el amor es un trozo de página enterrado en el pecho: en la tela de la camisa, sí, porque en el cuerpo no, allí nada más que dos niños que nunca se besaron. Elisabeth de Hesse-Darmstadt

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Por eso la mujer es un río donde los peces maman la víspera del cielo: la sonrisa, el candor de unas manos abiertas contra el puño doloroso de la ira. De nada sirven las astillas de la granada que alumbran el pozo, la fatigada oscuridad rasgada ya por el trino de una voz inexplicable, por el tajo de un paraíso intuido desde el pecho: la sangre láctea hace que florezcan las luciérnagas entre el pasto seco. Hay un paisaje en cualquier cuerpo donde el amor pace y rompe las vísceras, anida el hueso: el amor también es otra forma del cáncer y avergonzados nos revelamos débiles, parcos, peces oteando en la superficie el secreto del río. Por eso la mujer es un fuego donde la carne del verbo halla su forma.

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Maximilano Kolbe La vida de los solos es desechable. La vida de los solos es una vida que no cuenta para los censos comunes ni para el azar de la muerte. Los solos pueden llegar a vivir para siempre si son lo suficientemente valientes para no ser entrometidos. El exceso de vanidad es demasiado frecuente en los hombres y en las mujeres solas. Piensan que pueden cambiar el mundo si sacrifican su soledad: igual que las estrellas distantes que caen como meteoros en el terreno baldío de un granjero anónimo. Kolbe sabía que el evangelio era más fácil para hombres como él que estaban solos. Él no vivió en una mansión imaginaria donde pacer con sus queridos. Entendió que la Trinidad es la comunidad imaginaria de un dios viejo, ocioso, solitario y que los otros, los acompañados, no soportan la soledad de los solos: su muerte es un favor, un merecido regalo. Los solos importan más cuando son de piedra y tienen un monumento en la plaza. La carne sola, no. Nunca. No.

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NĂşmero 7 Dicen que las estrellas vienen del futuro, que para ellas, en el cielo, nosotros somos imposibles.

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Esther John Ahora hay un par de sábanas rotas que imita la forma de un monte hendido por el rayo. Ahora hay, en la tiniebla del cuarto, un rostro mutilado y un cuaderno donde el amor es un lugar común y la alegría una costumbre improvisada: un fulgor aprehendido de un nombre extraño. Ahora hay un cuerpo irreparable, pequeño centinela vencido por las astillas que esconde el diablo en su piel lanuda. Ahora hay una nada tan fresca en la atmósfera de la cocina donde ha pasado el alma por su último desayuno.

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Wang Zhiming Mis manos han bautizado a muchos convertidos y no deben ser usadas para el pecado Wang Zhiming Nadie conoce a Wang Zhiming. Nadie sabe que era capaz de enseñar la omnipresencia de la Trinidad con media docena de huevos: tres para mamá que volvía a casa, tres para él que mañana será ejecutado frente a diez mil gritos de inhumanidad roja, de feliz aceptación de las nuevas formas: „aprende a leer, no a pensar‟. Nadie sabe del cuerpo de Wang Zhiming, le iban a introducir granadas por la boca, por el ano, por el hueco que habían provocado las balas. Wang Zhiming ya estaba muerto pero ningún trozo mayor a cinco centímetros debía conservarse entero: „si les damos el cadáver, le harán un templo‟. Nadie ha oído los himnos que entonó la mujer de Wang Zhiming cuando recuperó el dedo que rozó su labio la noche del matrimonio, el dedo que llameaba en sus nalgas, entre el cabello, cuando Wang Zhiming permitía que en el coito ella fuera arriba, el dedo que podía pasar del Evangelio de san Mateo 44


al pezón hinchado de su seno, el dedo que empuñaba la pluma y apuntaba las almas redimidas, el dedo que ella lamía cuando en la noche brotaban las botas militares y las ramas fulminantes de la metralla apuraban su condena, el dedo de miel, de acero, de arroz húmedo, de Dios: „el templo está en el corazón, no en la tierra‟.

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Janani Luwum Sólo las moscas sobreviven en esta casa. Amín no ha dejado nada más que un ejército de niños que se limpian el culo con la ropa de sus muertos. De adolescente, Amín fue un bayaye cualquiera, caminaba de tejado en tejado, evitaba el sol, tenía hambre. Después aprendió a matar con sus músculos innatos. Aquí la civilización sólo trajo metralletas y una fe indefensa ante la caterva demoníaca. Ni siquiera los cuerpos acribillados soportan el calor en esta casa: Janani se descompone con vértigo, supura lombrices pero aún acompaña las batallas desde la vieja loza de cemento que cubre el panteón de los antepasados. Sólo los muertos sobreviven en esta casa como moscas, como insectos que rumoran en la noche con su insoportable veneno la historia de la eternidad.

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Lucian Tapiedi La tregua es un camino inhóspito. No hay palabras suficientes para disolver el peligro: el terror del cuerpo propio desmembrado por un machete o por una bomba que acecha como el último disfraz de los ángeles caídos. La reconciliación es un camino imposible en las genealogías del odio, bajo la sintaxis genocida de la amenaza. ¿Glauco y Diómedes? Dos hombres predestinados por un Dios inconsistente. ¿Hivajipa y Lucian? Dos hombres que se encuentran y se aniquilan en la encrucijada de la huida. Sólo los fugitivos heredarán el cielo: ¿qué es el cielo?, ¿la cancha del ocio y la alabanza? Más bien, el barquillo invencible ante el huracán sempiterno de la voluntad divina.

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Manche Masemola Toda historia de amor acaba como un cuento de fantasmas: rumor que se prolonga de trino en trino, de gota de sangre en gota de sangre hasta formar un lago espeso donde anega la memoria. Toda historia de amor acaba en un apocalipsis zombi: un coito de cuerpos al margen del colapso, cuerpos rotos, cuerpos agujerados por las balas y por los gusanillos endémicos. Toda historia de amor empieza como un cuento de mártires donde el dolor arde pero la fe esquiva el cáncer del destino. Toda historia de amor juega con el tiempo, las edades, los monumentos y los jardines devastados. Toda historia de amor es una niña que vuelve a casa y en el pasillo huidizo –laberinto riguroso– encuentra a su amado y va con él.

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NecrografĂ­a personal o cĂłmo sobrellevar la fugacidad de las estrellas

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Sรณlo una cosa es clara: Que la carne se llena de gusanos Nicanor Parra

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Número 8 En el amor estás tú, amor, y las figuras de humo que tejen las nubes en tus ojos. Los ensueños, las ilusiones quebradas mas no imposibles de remendar. En el amor está tu boca, intrépida en su sed y en su deshielo, están mis manos corriendo por tus manos en un paisaje enemigo, mi tímida voz incesante ante tu nombre: “amor, amor” es el conjuro para volver a la calma viva de tu pecho. En el amor estás tú y la certeza de que nos hemos quedado sin país, casi sin planeta, pero no sin pies para huir de él, sin alas para volar lejos, no sin dedos para moldear un pequeño trozo de territorio desde el cual imaginar la esperanza. En el amor estás tú, qué alegría, y tu cuerpo lleno de lunas inquietas por los besos presentidos. En el amor caminamos juntos, como nunca antes, sobre un paraíso lleno de tumbas.

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Número 9 Cuidado con el polvo: es carne rota, constatación de que también, amor, los cuerpos están de paso a pesar de que juegan a “para siempre” y “tanto” y “por los siglos”. Cuidado con el polvo, no te confundas: es el espejo de las estrellas.

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Mi padre Nunca supe ser hombre. Preferí el pecho de mamá a las pistolitas de plástico. Preferí sus manos que aplacaban las muecas de dolor provocadas por los balonazos en la pierna a la patineta, la bici, los amigos de la calle. Nunca supe ser hombre. Tenía un terrible temor a la noche y a las casas de espantos. No aprendí a usar los desarmadores ni el martillo. No sé para qué sirven las diferentes tuercas ni me interesan las revistas de autos. Nunca supe ser hombre. No obligo a las chicas a hacer el amor ni les palpo los senos si ellas no quieren. No les digo que me masturben ni que miren porno conmigo. Yo no veo porno. Tampoco sé cómo dirigir un puño al rostro enemigo. Mis fibras musculares son delgadas. Nunca supe ser hombre. Cuando quiero gritar de coraje, de rencor, de displicencia: lloro. No me interesa tener un trabajo estable ni preservar mi apellido. Me es más grato lavar los trastes. asear la cocina. Nunca supe ser hombre: la ausencia de mi padre es una plaga inmortal. 53


Mi madre Madre muere. Murió entre mi nombre y el cáncer que tenía en el colon tajado. El cuerpo de mi madre era insuficiente: ya no podía defecar como lo hace un cuerpo completo. Lo hacía en una bolsa de nombre rimbombante a la izquierda del ombligo. A veces se inflaba su vestido y lucía como un cuerpo embarazado. Pero ella y yo sabemos que no cargaba más que mierda y gases: ¡la joie de vivre! Madre muere en cada poema inacabado que escribo para ella.

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Mis abuelos También mis abuelos se fueron. Cada uno en un tren distinto. A pesar de que se amaban no fueron capaces de sincronizar sus calendarios en la hora más difícil. Las despedidas son una traición: siempre. Sobre todo cuando son irrevocables. Seamos francos: es difícil que el cielo exista. Pero la vida es también una excusa para estar locos. No hay nada de erróneo en malgastar el tiempo en la esperanza. El amor es otra forma de esperar. La felicidad es absurda si se compara con las catástrofes mundiales. También las tristezas domésticas pierden dignidad en esa escala. Alienarse es correcto en ocasiones. Para llorar. Para hacer el amor. Dicen que la muerte es el triunfo de la soledad. Dicen que el silencio es el triunfo de la venganza. Dicen que el dolor es como el cuerpo: expresa la vergüenza de su caducidad. A pesar de que se amaban mis abuelos partieron en trenes separados. Ya no existen. Ya no están. Ya no se oyen sus palabras. Su tierra está revuelta en la misma urna. Quizá sea ésa la última garantía de su felicidad. Pero la vida es también una excusa para estar locos. No hay nada de erróneo en malgastar el tiempo en la esperanza. El amor es otra forma de esperar. 55


Número 10 No sé si la poesía puede con el amor o con la muerte. No sé si la poesía puede con la expansión del universo o con la entropía. No sé si la poesía puede con los dioses, con el sexo, o con los misterios del mar. No sé si la poesía puede con el corazón transido de memoria y de futuro. Sé que lo intenta, la poesía: arrebatarse del muro empinado y enfilarse en la pendiente hacia el vacío. Sé que la poesía es uno de los barcos más felices en la noche profunda del alma y eso está bien, digo, es suficiente al menos para tratar, amor, de hablar de ti y del amor y de cómo tus dedos pintan el universo con un rayo que no cesa de recordarme que existes, que estamos, que estaremos.

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NĂşmero 11 El tiempo de las estrellas no es el tiempo de la Tierra.

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Glosario de nombres estelares por orden de apariciรณn

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Emma Watson (1990-): Actriz franco-británica. Famosa por interpretar a Hermione en la saga de películas de Harry Potter así como por su activismo en pro de la mujer desde la ONU. Miley Cyrus (1992-): Cantante y actriz norteamericana. Se bautizó en una iglesia bautista en 2005. Es famosa por su personaje Hanna Montana y su polémico comportamiento en los escenarios musicales así como en redes sociales. Tom Cruise (1962-): Actor norteamericano e imagen principal de la iglesia de la Cienciología. Productor y actor de la saga de acción Misión Imposible. Anne

Hathaway (1982-): Actriz norteamericana. Célebre por su reciente actuación en la película de Christopher Nolan Interestelar.

Hugh

Jackman (1968-): Actor australiano. Mejor conocido por su actuación como Wolverine en la serie de películas de X-Men. Actualmente participa en el rodaje de la nueva versión de la vida del apóstol Pablo.

Scarlett Johansson (1984-): Actriz y modelo norteamericana. Famosa por su papel como “La viuda negra” en las películas de Los Vengadores. Jim Parsons (1973-): Actor norteamericano. Mejor conocido por su papel como Sheldon en la serie de comedia La teoría del big bang. También es activista en favor de los derechos de la comunidad LGBTTI. Martin Luther King Jr. (1929-1968): Pastor bautista. Nació en Atlanta, Georgia. Luchador por los derechos civiles de la población afroamericana. Fue asesinado a las afueras de un motel. 61


Óscar

Romero (1917-1980): Sacerdote católico salvadoreño. Ícono pastoral del movimiento de la Teología de la Liberación. Fue asesinado mientras celebraba la misa en un hospital.

Dietrich Bonhoeffer (1906-1945): Pastor luterano opositor al régimen nazi. Fue condenado a la horca. Desde la prisión escribió varias cartas a Maria con quien estaba comprometido. Elisabeth de Hesse Harmstadt (1864-1918): Duquesa de Rusia. Después del asesinato de su esposo se dedicó a auxiliar sectores marginados de la población. Fue ejecutada durante la revolución bolchevique. Maximilian Kolbe (1894-1941): Sacerdote católico polaco. Murió en un campo de concentración nazi. Esther John (1929-1960): Enfermera cristiana paquistaní. Rehusó casarse con un musulmán. Fue encontrada muerta en su habitación. Las causas del homicidio no han sido aclaradas. Wang Zhiming (1907-1973): Pastor cristiano chino. Asesinado durante el período de la Revolución Cultural. Janani Luwum (1922-1977): Arzobispo anglicano de la Iglesia de Uganda. Asesinado por el régimen de Amín. Lucian Tapiedi (1921-1942): Anglicano. Nació en Papua Nueva Guinea. Fue asesinado durante la invasión japonés por Hivijapa, un nativo de la región. Manche Masemola (1913-1928): Adolescente de la tribu Pedi. Cuando se convirtió al anglicanismo sus padres la rechazaron. Un día salió de su

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catequesis pero nunca llegó a casa. No se sabe quién la asesinó. Mi padre, madre, mis abuelos y tú, amor, no tienen nombre: son infinitos.

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