EL DUENDE 164. "EL LIBRO NEGRO DEL MAR"

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LA DANZA DEL KRAKEN Soy el gran bohemio del mar, el poeta solitario, una bestia delirante, un dios del pleistoceno perdido en mareas tan sucias como modernas. Escribo sobre mis miedos escupiendo versos de tinta negra sobre las olas de mi cuaderno de mar. Metáforas tenebrosas atrapadas con mis ocho plumas directas a incrustarse en lo más profundo de tu corazón. Puedes probar a esconderlo en los más hondos fondos, en mi interior escondo el veneno que me permite bajar allá donde nadie más puede. No querrás que llegue nunca o lo estarás deseando ahora. No hay apenas encuentros aquí en los abismos salados. Meses llevo de mi media vida acumulando el esperma para inyectarlo en lo más oscuro de tus temerosas ambiciones. En tu búsqueda algún velero he derribado y algún marinero he devorado aun no siendo un bocado al gusto de mi monstruoso apetito carnívoro. Nada importa más allá del océano que son los sueños de un calamar gigante. Mi deseo erecto es tan largo como todo mi cuerpo, incluidos mis tentáculos. Está escrito. Como amantes violentos nos aferraremos, para inyectar con fuerte presión mis anhelos en las heridas de los tentáculos de tu carne. Tres horas durará nuestra danza, cambiaremos de color varias veces y acabaremos tan exhaustos que apenas seremos capaces de nadar a contracorriente. Aquí marcharé para expiar mis excesos de amor, alejarte de la estela de mi negra mala suerte, de mis enemigos que anuncian mi muerte inminente. Pues seré atrapado, y golpeado todo mi cuerpo con una maza para ser devorado en una fiesta de cientos de marineros. Quedaré en el recuerdo en los tatuajes de sus cuerpos. Pero todo habrá merecido la pena. ¿Verdad, amor? Por Rubén Arribas · Ilustración: Tinta visible, Hittouch ( Héctor San Andrés) 4 EL DUENDE



presenta

EL LIBRO negro del mar Relatos ilustrados a una tinta

Una mirada privilegiada a la literatura emergente, formato libro, tapa dura ******************************************************************************************************************* Editado, ideado y producido por: Grupo Duende (desde 1998) · Encuadernación rústica con cartoncillo · Primera edición en castellano 2017 · Impreso y encuadernado en Madrid *******************************************************************************************************************

Somos Dirección: Rubén Arribas y Esther Ordax. Dpto. Redacción: Javier Agustí (redactor jefe), Paloma F. Fidalgo, Rebeca Queimaliños. Dpto. Arte: CCXXI / Grupo Duende: Nuria Cuesta (coordinación), Alba Blázquez, Luna Estefanía. Dpto. Financiero: Mª Carmen del Castillo. Dpto. Publicidad: Roberto Hawkins (coordinación), Sandra Cabria. Coordinación edición digital: Rebeca Queimaliños. Han colaborado: Guillermo Aguirre, Azahara Alonso, Ylenia Álvarez, Manuel Barea, Victoria Bravo Suárez, Roberto de Paz, Jenn Díaz, Sergio Fanjul, Inma Flor, María Folguera, Benjamín G. Rosado, Violeta Gil Casado, Andrea G. Bermejo, Henar Ortega, Christian Osuna, Israel Paredes, Txani Rodriguez, Miguel Ruiz Manzano, Jimina Sabadú, Laura S. Lara, Juan Soto Ivars, María Sotomayor, Teresa Vaquerizo, Ignacio Vleming. Cubiertas y guardas: Iria Alcojor. Ilustraciones: Alba Blázquez, Julia Castaño, Verónica Durán, Nadia Hafid, Hittouch, Svabhu Kohl, Jorge López, NisiNino, Giulia Sagramola, Pedro Sega, Shinda, Eva Vázquez. Logotipo de El Duende: Estudio de Manuel Estrada. Distribución personalizada en más de 700 locales de Madrid, los hotspots de la ciudad: restaurantes, cafés, teatros, locales de noche, museos, galerías, peluquerías, tiendas de moda y diseño... El Duende revista © es una publicación de Ciudad Comunicación XXI, S.L.- Grupo Duende. Dirección: C/ Flora, 2. 28013 Madrid. T: 91 364 46 88. F: 91 364 57 59 Mail: Dirección: ordax@duendemad.com · arribas@duendemad.com · Redacción: redaccion@duendemad.com · Comercial: roberto@duendemad.com · Imprime: Jomagar. Depósito Legal: M-19565-1998 La protección de los derechos de autor se extiende tanto al contenido redaccional como al diseño, ilustraciones y fotografías de la publicación, por lo que queda prohibida su reproducción total o parcial, sin previa autorización escrita de la sociedad editora / www.duendemad.com / Disponible ESTUDIO DE MERCADO. Distribución gratuita. PREMIOS: PREMIO ANUARIA 2011: “Mejor Publicación Periódica” · PREMIO 2009: “Primer premio. Mejor publicación digital 2008”, www.duendemad.com, POR LA AEEPP · PREMIO ANUARIA 2006 EN DOS CATEGORÍAS: “Mejor Publicación Periódica” y “Miscelánea” · PREMIO 2006: “Primer premio mejor dirección del año 2005” POR LA AEEPP.

Otros títulos de la colección: El Libro Rojo de las Artes Escénicas 2010, 2011 y 2012, El Libro Dorado de la Ilustración, El Libro Blanco de la Creación, El Libro Azul de los Videojuegos, El Libro Naranja de la Gastrocultura, El Libro Ámbar de la Arquitectura, El Libro Azul del Arte Emergente, El Libro Blanco y Negro del Jazz y Colección D-Ciudades: New York. ******************************************************************************************************************* facebook.com/DuendeRevista @Elduenderevista

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ENDE

P R E S E NT A

LIBRO

del

MAR

#libronegroduende Te damos la bienvenida a bordo de esta antología de relatos inspirados en el mar. Para esta travesía editorial tan especial hemos querido enrolar a una tripulación acorde con las necesidades del trayecto y a la que agradecemos su arrojo y entusiasmo. Son doce jóvenes talentos de la escritura de una misma generación, que comparten camarote con doce talentos de la ilustración (a una tinta, oscura como la del Kraken). Te deseamos una plácida travesía en la que quizá haya alguna que otra inevitable tormenta, entre paradisíacas playas, náufragos urbanitas, islas sorprendentes o siestas a la sombra de un cocotero. ¡Cuidado al asomarte a la barandilla con el oleaje, que levamos anclas! Selección de autores coordinada por Paloma F. Fidalgo Ilustración: Svabhu Kohli, Seals in Seas 8 EL DUENDE


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maría folguera mar menor menguante Ilustración: Alba Blázquez

lara y Candela son hermanastras. Se conocieron cuando tenían siete años y sus padres llevaban tres meses de noviazgo. Querían probar un fin de semana de convivencia; las metieron en el coche y condujeron hasta la playa. Aquellos tres días frente al Mediterráneo no resultaron mal. Comieron pizza, cavaron en la arena, subieron a la cama elástica del paseo marítimo. Un atardecer, mientras sus padres tomaban una copa en la terracita del apartamento, ellas estaban en el sofá. Candela veía una serie de adolescentes que transcurría en un instituto californiano y Clara leía Mitologías del mundo para niños. Muy seria, apartó el libro y afirmó: “Tienes mucha suerte de no ser esquimal”. Dijo que en el mundo esquimal la vida era muy dura porque para beber tenían que chupar el hielo, y comían carne cruda de foca, y eso con suerte, porque de vez en cuando la pesca se acababa, y eso era que la diosa del mar… “¿Qué diosa del mar?” interrumpió Candela. “No tienes ni idea. En el mundo esquimal hay una diosa del mar. Se llama Sedna, y no tiene dedos: no puede peinarse, y la basura que tiran los hombres al mar le cae toda al pelo, se le queda el pelo asqueroso, y cuando ya no puede más de lo furiosa que está, encierra a todas las focas en una jaula, y se acabó la pesca”. Candela pensó que se perdería el final del capítulo de la serie de adolescentes californianos. “Entonces”, prosiguió Clara, “alguien tiene que bajar al fondo del mar, peinar a Sedna, hacerle dos trenzas con la raya en medio, y ella se pone contenta y suelta a las focas”. “Y si no tiene dedos, ¿cómo abre la jaula de las focas?”. Clara no se esperaba esta inocente pregunta y se enfadó: “Es una jaula mágica”. Candela argumentó que si tenía una jaula mágica también podía tener un peine mágico que la peinara.

“En el mundo esquimal hay una diosa del mar. Se llama Sedna, y no tiene dedos” Hoy, diez años después, Clara y Candela están de nuevo en el mismo sofá, bajo el mismo ventilador. Este año hay una plaga de medusas en el Mediterráneo y es imposible meterse en el agua. “Las medusas indican el grado de contaminación del agua”, dice el telediario, “y la pesca abusiva en el Mediterráneo, que elimina la presencia de depredadores, consumidores habituales de medusas”. Candela le pone un pie en la cara a su hermanastra: “Es un castigo de tu diosa del mar, díselo otra vez a tu novio hippy viejo”. “¡Déjame, cerda!”. Porque la primera noche en el pueblo Clara conversó un rato con el escultor de arena, que está allí cada año, mientras Candela se impacientaba. Él les EL DUENDE 11


dijo que era chamán: que se quitaba la piel y se comunicaba con los dioses. “Me quito la piel de verdad”. Clara le dijo que bajara al fondo del mar a peinar a una diosa, y él asintió con la cabeza, antes de dar una calada larga al porro. Clara y Candela bajan a tomar un helado al paseo marítimo. El escultor no está. “Este se ha tirado al agua”, dice Candela. Clara, esa noche, mira en internet: encuentra alusiones al ritual inuit en que el chamán se despojaba de la piel para bajar al fondo del mar. Pero ¿en qué consistía el ritual en la práctica? Clara, por supuesto, no puede creer en un despellejamiento real ni una inmersión en el Ártico, sobre todo si después se esperaba que el chamán volviese vivo. El escultor de arena ha desaparecido. “Se habrá ido a hacer el hippy a otro sitio”, dice Candela. Clara no se atreve a reconocer lo que piensa: que realmente este hombre se ha lanzado al mar, se ha abierto paso entre las cortinas de medusas, hacia el trono de Sedna.

“Las medusas indican el grado de contaminación del agua’, dice el telediario” Pero seis días después, allí está de nuevo, sentado junto a sus esculturas de arena. Al ver a las hermanastras, reprime una sonrisa, y mira al suelo. “Hola” dicen ellas. “No pude traer las criaturas de vuelta. No hay”. “¿Cómo?” Candela ahoga una risa, pero Clara se acerca más. “Encontré a Sedna, la peiné, así, con los dedos. Ella me dio las gracias, pero me dijo que no tenía criaturas a las que encerrar o soltar. ‘El mar está peinado’, me dijo Sedna, ‘le habéis hecho dos trenzas y una raya al medio. Solo quedan las medusas, que son espíritus’. Entonces, claro, volví”. Candela mira a uno y a otro: “Lo vuestro es muy fuerte”. Clara se da la vuelta y camina hacia el mar. Se quita el vestido y lo tira en la arena. Se adentra en las olas y cuando el agua le llega por la cintura se zambulle. Todo va bien hasta que un chasquido ardiente le golpea el pecho. Saca la cabeza y se mira: justo encima del borde del sujetador, el dedo largo de una medusa le ha dibujado una ampolla. Siente mucho odio.

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MANUEL BAREA ADOBO Ilustración página izquierda: Alba Blázquez

ues resu lta que to do termina cuando Miqui me propone que escriba su artículo y yo le digo que sí aunque ya no comprendo nuestra amistad, ni siquiera sé si su nombre real es Miqui —me pregunto quién tolera que lo llamen así—, e igual con su apellido, Valenciaga, Valenzuela… y eso que hemos sido amigos desde siempre, el instituto, la carrera, inseparables, uña y carne y esas gilipolleces, pero gilipolleces al fin y al cabo con sentido porque de hecho hay temporadas en las que somos putos siameses y esta es una de ellas: nos conceden la misma beca en la misma universidad, Halmstad, Suecia, y vivimos en el mismo lugar, Strandparken, un camping con días lentos y climatología diseñada por un esquizofrénico, donde tengo migraña y me paso las tardes marrones de julio en mi bungaló leyendo y bebiendo un café asqueroso en cada rincón vomitado por Ikea, como aquella en la que Miqui entra sin llamar: estoy sentado en la mesa de la cocina, me refiero a encima de la mesa, recordando además que un yanqui hundió una de estas mismas mesas follándose a una surcoreana, algo (encontrarme así) a lo que él (Miqui) trata de reaccionar de manera natural mientras me cuenta que necesita un favor, pero —y esto le resulta imprescindible remarcarlo— que no es para tanto puesto que voy a sacar pasta: la cuestión es que Miqui se dedica (entre otras muchas cosas) a escribir artículos para la revista Boating, cuyo redactor jefe, que le contacta cuando toca hacer críticas de embarcaciones

escandinavas, desconoce su reciente condición de individuo diagnosticado con talasofobia originada con toda probabilidad en el incidente del reportaje sobre la recreación en el Mar Báltico de unas escenas de la segunda de Piratas del Caribe, que involucra el avistamiento y (según Miqui) ataque de un calamar gigante en el preciso instante en que se libera al Kraken, de modo que ahora, en virtud de una vanidad que, aplicada a una particular noción de la superioridad intelectual, le impide renunciar a firmar artículos en internet (aunque sean sobre putos barcos), prefiere, con tal de seguir apareciendo en búsquedas de Google, ir 80-20 con un negro que escriba el artículo haciéndose pasar por él si de nuevo el encargo es sobre el terreno, en esta ocasión un flamante ferry construido para el ecoturismo en el Mar del Norte, equipado con dispositivos para atraer tiburones peregrinos: Miqui lo describe sin darle importancia pero sé que ansía su dosis, me dice que será una bonita experiencia y yo considero que es una buena excusa para perderlo de vista y le digo que sí y esta será nuestra penúltima conversación, ya que cinco días

“La cuestión es que Miqui se dedica (entre otras muchas cosas) a escribir artículos para la revista ‘Boating” EL DUENDE 15


“Pienso que lo único bueno que ha salido jamás del mar es el adobo y lo peor el puñetero Chef del Mar” más tarde estoy en un vuelo de apenas media hora en el que no dejo de pensar en Andreas Lubitz, sumergido a dos mil pies en un cóctel de tinto y ansiolíticos que me facilita los controles de seguridad que se trasladan al barco porque por alguna razón los que organizan esta demostración para los medios piensan que existe la posibilidad de que esto termine como un puto concierto de Ariana Grande, y efectivamente en el interior se desata una fiesta sobre el cristal de un palmo de grosor para ver lo que se acerca entre el bloop de las profundidades, figuras borrosas e informes, trunkos y gambos, y pienso que lo único bueno que ha salido jamás del mar es el adobo y lo peor el puñetero Chef del Mar, y un guía habla sobre el hákarl y yo me siento poco hecho pensando en tejido adiposo descomponiéndose en la orilla, la porquería apestosa que es el cadáver de una ballena varada y la que se lía cuando los gases en sus entrañas provocan que explote espontáneamente, los trozos repugnantes de carne muerta volando en todas direcciones, el salazón de los 16 EL DUENDE

Ilustración: Shinda

mercados portugueses, las olas gigantes de Nazaré, los delfines pardos, las medusas encalladas en las rocas de Lisboa, el Tapón de Matalascañas, el Barco del Arroz, que creo alcanzar cuando intento que el agua me llegue a la cintura para mear con marea baja, El Barco del Cachondeo, un cómic que me dibuja mi padre y que es una parodia del Titanic en la que el trasatlántico se va al carajo porque la tripulación prefiere privar

a navegar, el agua como Coca-Cola de la playa de Strandparken, a la que voy para ver placas de hielo marino y construir ovnis con arena y una chica que come spéculoos… Eso es lo que le doy a Miqui cuando vuelvo, mitad sueños mitad ganas de colgarme, y él me pregunta qué coño es esto: pues la última vez que hablamos. Abandono Suecia y borro su número cuando me subo al tren.



ROBERTO DE PAZ LA GRANDEZA Ilustración: Eva Vázquez

as montañas tienen colinas, collados y demás estribaciones. En cambio nada anticipa la grandeza del mar. De pronto aparece como una enorme lámina de papel de plata, tal vez de magnetita, y su poder para atraer a los hombres queda al descubierto. Los tres lo miramos en silencio y el silencio es nuestro diálogo. Aquí estamos otra vez tras una vida como paréntesis. Tres viejos en la carretera huyendo de tierra firme. Octavio sube una marcha y el motor cambia el carácter de su murmullo. Necesita algo de ayuda con los carteles de la autopista, pero sigue conduciendo con la determinación de hace 50 años. Recuerdo que su padre trabajaba como chófer de hotel, y que Octavio nunca entendió la naturaleza de aquel trabajo. La entrega voluntaria a algo capaz de consumirle. Tras doce horas su padre regresaba a casa convertido en una carcasa vacía, en la extensión biológica del coche. Entraba en el salón a oscuras, se sentaba frente al televisor y la luz espectral de la pantalla le iluminaba el rostro. Si había suerte se dormía. Si no la había buscaba a alguien a quien hacerle daño. El día que enterró a su padre Octavio recibió del hotelero uno de los vehículos de su flota. De golpe se encontró con dieciocho años, las llaves de un Chrysler 180 y la necesidad de huir del destino que latía en sus genes. Desde entonces le recuerdo joven y temerario. Invulnerable como Aquiles pies ligeros. El 18 EL DUENDE

más veloz de los hombres decidido a trazar su propia ruta. Un resalto zarandea el coche y Matías despierta desorientado en el asiento del copiloto. Mira a un lado y otro con los ojos muy abiertos y vacíos, extrañado por la niebla que de pronto obtura el mundo. Cuando reconoce a Octavio al volante los ojos se le llenan de entendimiento como una rambla. Recupera algo de confianza y vuelve a detallarnos los planes de Felipe II para convertir Madrid en puerto de mar. Le escucho hablar de galeones repletos de oro atracando en la capital y su voz riega mi memoria. Es el chico menudo y vivaz que conocí en bachiller, aunque desde hace seis meses necesita de ayuda para saber dónde se encuentra. Saca un paquete de Winston y enciende un pitillo para marcar un punto y aparte. El viejo Vonnegut observa desde su regazo el ascenso caprichoso del humo. Al poco de enviudar sus nietos le instalaron el perro en casa como el que atornilla en la ducha un asidero al que aferrarse. Desde entonces Matías se pregunta si el animal será consciente de su propia finitud. Unas veces le cree anclado en el ahora, libre del yugo del pasado y el futuro que atormenta a los hombres. Otras apostaría a que Vonnegut le mira como se miran las fotografías viejas, conocedor del tictac que resuena dentro de todo. Matías señala un punto en el horizonte y Octavio confirma que estamos cerca acelerando un poco más. Puedo sentir su ansiedad mientras avanzamos por una carretera estrecha y mordisqueada por la arena como un bocadillo. Miro por la ventilla y tengo

la sensación de que en realidad es el paisaje el que se mueve y arrastra el mar a nuestro encuentro. Me fijo en la sucesión de líneas discontinuas sobre el asfalto y es como experimentar ese juego en el que se quita un mantel de un tirón seco para dejar una copa intacta sobre la mesa. De pronto yo soy la copa y la mesa mi infancia. Recuerdo que para mis padres, como para todos en Madrid, era el mar quien hacía el verano. Recuerdo que nos metían en la parte de atrás de un viejo SEAT dormidos como benditos, y a las cinco o seis horas abríamos los ojos en Cullera, Gandía o Altea y era como despertar en Narnia. Recuerdo apartamentos de mobiliario exiguo, jornadas interminables en la playa y la logística cargada de amor de una madre. Recuerdo a mi padre cubriéndonos de after sun tras la ducha, cenas en la terraza, pulseras de cuero en el paseo. Entonces tenía a mis padres y a mi hermano y la convicción de que sería siempre así. He sido feliz en media docena de casas, pero moriré sintiendo que mi hogar son esas quincenas de agosto. Y no tengo manera de volver. Cuando llegamos a la playa el mismo disco brillante que adoraron los egipcios se hunde en un mar que parece mercurio. Todo surgió de los océanos y allí es donde volvemos. Octavio y Matías salen disparados hacia el agua arrastrando sus cuerpos menguados. Son mis amigos y me siento orgulloso. La vida nos separó y nos ha juntado en el ocaso, pero tal vez merezca la pena. A veces nada anticipa la grandeza de las cosas. ¿Y si viviéramos los días que nos quedan como el primer día de verano?


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jenn díaz

vida en común Ilustración: NisiNino

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si no, cómo te vas a meter en una iglesia a rezar si aún hay algo que puedas hacer, pero yo voy al mar, me apoyo en la baranda gruesa del paseo marítimo, la que todos los años la marea alta acaba por echar abajo, donde siempre nos habíamos apoyado y habíamos mirado al infinito, y nos habían hecho gracia los niños que corrían en la orilla y se tropezaban, esas cosas que hacen los enamorados, que se apoyan ahí y sueñan y suspiran, y el sol va cayendo cada vez más, y se pone por encima de la línea del horizonte y te parece que todo está hecho para ti, eso es lo que sentíamos nosotros cuando nos apoyábamos en la baranda frente al mar, y a lo mejor porque el mar siempre estaba de fondo en nuestra vida en común, por la ventana del salón, a la derecha cuando paseábamos, a la izquierda cuando tomábamos un helado, a lo mejor por eso vengo al mar ahora que ya no tiene solución, porque te has ido y sé que por tu bien, pero no el mío, aquí quizá tenga el consuelo, y veo aquel matrimonio que siempre veíamos, el de la señora en bañador y sombrero, incluso los días de más frío, cuando es imposible meterse al agua porque te duele todo el cuerpo, como un millón de agujas en la piel, y no lo soportabas, decías que te dolía la cabeza, a mí me hacía gracia, nunca he sido tan friolero, aunque tampoco es que me haya gustado demasiado bañarme en el mar, fíjate, tantas veces me decías que nos bañáramos y yo me resistía, y al final acabo siempre en la baranda aquella, mirando hacia el frente, lo hice desde el principio, cuando ya te habías ido y yo sabía que no volverías, que no sería como las otras veces anteriores, cuando hacías la maleta enfadada y acabábamos riéndonos de cualquier tontería, esta vez era diferente, yo lo sabía, porque no habías cogido solamente tu ropa, sino todo lo demás, tus tesoros, lo más pequeño, lo insignificante, incluso eso habías recogido y habías metido en una maleta que habías comprado, barata, para poder meter en ella todo lo que pudieras, pero te olvidaste de llevarte algunas cosas y por pudor no las tiro, y porque me da pena, y por eso vengo aquí al mar y lo miro, sumerjo los pies en las pozas hondas y

en las que no lo son también, toco con los dedos de los pies todos los peces y las algas y no siento nada, y me digo que si antes de que cuente hasta tres pasa un pez por delante de mí, volverás, pero incluso si pasa ya lo sé, ya lo sé, que no vas a volver, por eso vengo al mar y qué te crees, que no lo sé, que si un día pasaras por aquí y me vieras, seguirías caminando sin detenerte, y ya no miraríamos al infinito cogidos del brazo y aquella brisa que te retiraba el pelo de la cara, pero es lo mismo que si fuera a una iglesia, ya lo he dicho, vengo aquí y espero, no sé muy bien qué, pero al menos aquí hemos tenido recuerdos buenos y los rememoro, me dice mi madre que la gente qué va a pensar de mí, todo el día pasmado delante del mar, que si van a pensar que hablo solo, aunque eso no es cierto, sólo estoy pensando y callado, pero el mutismo inquieta a la gente, la gente a la que mi madre le debe el decoro de no estar triste, de no tener hijos tristes repartidos por la ciudad, mirando al mar como un bobo, mi madre les dice que la chica le ha dejado, me ha dejado, siempre la llamó la chica, porque era joven, y no puedo decir que le gustara pero era su forma de tratarla con cariño, al menos no decía la niña, como si fuera una criatura, y si veo a algún conocido por aquí, que viene al mar pero a divertirse, no a recordar, intento que no me reconozca, por ahorrarle a mi madre el disgusto, sobre todo la vergüenza, dice ella, es verdad, quizá debería volver a casa y no exponer esta tristeza y peor, la certeza de que es lo mejor para todos, y si pudiera quedarme en nuestra casa, el mar desde la ventana, lo haría, pero no puedo quedarme todo el día allí dentro, con algunas de las cosas que dejaste, yo creo que a propósito, para hacerme daño, no, qué digo, lo hago para ofenderte, para imperfeccionarte, qué bien estábamos al principio, cuando me pedías que te cogiera un poco, que te pasara el brazo por la espalda y te atrajera hacia mí, qué poco duró aquello, cuántas horas vacías frente al mar, qué tonto fui, si al menos supiera dónde vives, y con quién, si miras todavía el mar, qué hay ahora tras tu nueva ventana...

“Tantas veces me decías que nos bañáramos y yo me resistía, y al final acabo siempre en la baranda aquella, mirando hacia el frente”

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R I AS D E L O T S HI

KRAKEN

E ncuentros con l a B estia

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Más allá del fuerte temporal acaecido, una devastadora fuerza desconocida pudo arrastrar la nave hacia las profundidades

cuales ya habían sido hecho añicos. Miembros mutilados separados de sus dueños flotaban por doquier. Los escasos supervivientes juraron no volver, jamás, a hacerse a la mar desde entonces.

El Kraken -visto por el ojo de la imaginación

Muy pocos han podido dar cuenta, de primera mano, de un encuentro con un kraken, pues la mayoría de los que tuvieron la mala suerte de cruzarse con él no sobrevivieron para contarlo. no de ellos es el que narra en su diario cierto marinero, cuyos restos fueron hallados en una recóndita isla del Pacífico. En sus borrosas páginas se relata su encuentro con lo que posteriormente los científicos han podido deducir que pudo ser un Kraken.

aferrándose a la barandilla de la borda. De pronto, desde las oscuras aguas emergió un enorme tentáculo de un tamaño jamás visto. Tan descomunal era que su diámetro abarcaba el cauce de un río, y la superficie de su piel se mostraba cubierta de cientos de grandes ventosas, cada una de las cuales podía atrapar a un hombre corpulento.

Así, podemos leer:

El navío luchó con el trueno de sus cañones, cuyo destello rivalizó con el del sol. Pero el barco fue despedazado por la mitad, siendo arrastradas por él, hasta el fondo del mar, gran número de vidas, incluso las de algunos que lograron alcanzar los botes salvavidas, la mayoría de los

Un enorme estruendo resonó bajo la quilla del barco, como si un centenar de caballos galopasen desbocados hacia el cielo desde las profundidades del océano. La tripulación trató de reunirse en la cubierta de proa

Los textos aquí incluidos están incluidos en el libro “The Kraken. Black Spiced Rum” editado por la homónima marca ronera y en el que se narran, con su peculiar sentido del humor negro (como la tinta del calamar gigante) historias en torno a esta mitológica bestia marina. Puedes ver más información sobre la marca y algunas recomendaciones para probar sus cócteles en la página 68

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U na

extraña historia

¿Naufragio? Según atestigua un informe un carguero con una tripulación de cuatrocientos hombres y largas provisiones, no alcanzó su puerto de destino. El 13 de enero de 1862 dejó de ser avistado, por última vez, el Kristin Anna Marie. Se apunta que algunos lugareños de la costa de Málaga vociferaban y hacían ostensibles gestos con sus brazos indicando que una gigantesca bestia con múltiples tentáculos y

una monstruosa dentadura había hundido el barco. Algunos de dichos testigos pudieron dibujar un enorme animal. Y todo indica que puso ser el mastodóntico Kraken, que puede alcanzar una longitud de treinta metros. El informe asegura también que una gran cantidad de escombros y restos humanos fueron hallados flotando sobre

las aguas. Todo sugiere que, por tanto, no debió ser un naufragio al uso pues, más allá del fuerte temporal acaecido, una devastadora fuerza desconocida pudo arrastrar la nave hacia las profundidades, y que sus largos tentáculos y sus colmillos de acero fueron la causa de la desaparición del barco. No hallándose ninguna otra explicación digna de ser formulada.

cierto día de diciembre de 1876 la tripulación reportó el avistamiento del Kraken mientras este arrastraba a una ballena asesina frente a las costas de Madagascar

Vista del Kraken desde el Kristin Anna Marie 24 EL DUENDE


C élebres Batallas del Kraken Kraken Vs

Kraken Vs

Kraken Descrita como “La batalla más sangrienta jamás acontecida sobre las olas”, un kraken luchó contra un millar de pirañas durante una noche del invierno de 1903. El navío se hallaba en las costas de Brasil, en plena desembocadura del río Amazonas. La tripulación se despertó alarmada por el sonido de batientes mandíbulas afiladas como cuchillas. Tras encender algunas bengalas pudieron contemplar la tenebrosa silueta de un calamar gigante con hambrientas pirañas cubriendo cada centímetro de su brillante piel. Uno de los tentáculos del kraken fue devorado por completo por el enjambre de peces, lo que no evitó que este luchase por su vida golpeando con toda su fuerza su tentáculo contra la superficie del agua, despedazando a sus atacantes.

Vs

En cierto día de diciembre de 1876 la tripulación reportó el avistamiento de un kraken mientras este arrastraba a una ballena asesina frente a las costas de Madagascar. Los intentos del cetáceo por librarse del mortal octópodo solo aumentaron aún más la furia de este, que terminó por cercenar a la ballena en dos, devorándola inmisericorde en una orgía de sangre.

Kraken Vs

Lo que aquí narramos no ha podido ser verificado por nadie, pero se dice que en cierta ocasión un kraken luchó contra otro de su especie. El motivo de esta disputa pareció ser un suculento barco repleto de apetitosos marineros. Cuando un kraken se adentra en las aguas territoriales de otro, literalmente, un infierno se desata y el firmamento se cubre, entre alaridos espeluznantes, de una masa informe de tentáculos, vísceras y sangre.

Cuenta la leyenda que hubo un hombre cuya cordura fue grandemente cuestionada tras enfrentarse a solas contra la monumental bestia marina. Algunos citan que este desigual combate acaeció poco después de que Mr. CcCrae sufriese de mal de amores tras la ruptura con la señorita Esther Stephens, a la que conocía desde su juventud. Dicha ruptura causó un efecto devastador en aquel hombre. Tras hacerse a la mar durante largo tiempo, cuando finalmente se enfrentó con la criatura, se abalanzó sobre ella con tal arrojo, provocado por su abatimiento, que ninguno de sus compañeros de travesía pudo detenerlo. Se dice que la contienda duró tan solo 3,2 segundos. De aquí que la expresión: “Arrojarse a los brazos de un kraken”, se haya equiparado a “enamorarse hasta las trancas al instante”.

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JIMINA SABADÚ tENER SUERTE Ilustración: Julia Castaño

ada edificio de oficinas tiene tres, cinco, siete plantas. Diez. En cada planta hay varios departamentos separados por placas. Los techos altos surcados por cables quedan ocultos por cuadrados blancos. Casi sin excepción, las personas que trabajan en estos edificios pasan sus horas delante de un ordenador. En los ordenadores se utilizan programas como Excel, Power Point, Thunderbird. Las personas que los usan poseen una carpeta personal donde, entre otros documentos sin interés para la empresa hay fotos de su familia. En uno de los ordenadores, allá en la sexta planta, hay una carpeta que contiene entre otras cosas fotos de la isla de Paros. 26 EL DUENDE


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La isla de Paros no está especialmente dedicada al turismo, aunque con el tiempo se ha centrado más en este sector. En este instante las aguas que rodean la isla de Paros están tranquilas. Baten con suavidad en sus estrechas playas. En Santa María el día está tan claro que basta con alejarse de las sombrillas para ver Santorini con claridad. El agua es turquesa y la vida marina se mueve a pocos metros de los pocos turistas que hay en ese momento. En unas horas caerá la noche. Un mujer despierta. Tiene el costado enrojecido. Calcula que lleva horas dormida. Mira a su alrededor. No encuentra a su pareja. Ah, está en el agua. Tiene los brazos en jarras y mira hacia el mar. Vuelve con cuidado, porque el suelo es pedregoso y no lleva chanclas. Deciden que es el momento de marchar. Llevan mochilas enormes y aún queda para que pase el siguiente bus. Temen perder el ferry. Pero un joven se ofrece a llevarlos en su furgoneta hasta Parikia. No tienen mucha conversación, porque ellos hablan poco inglés y el joven, que bien podría tener ascendencia turca, tampoco. El paisaje que tienen ante sus ojos es diáfano y azul. En medio, la tierra amarilla. La mujer lleva un pañuelo en la cabeza para proteger su peinado del viento y, aunque se lo ha puesto tarde, lo luce con estilo. Sin embargo el pañuelo vuela de su cabeza. Gira sobre sí mismo y aletea para ir a parar a la tierra. El conductor no lo ha apreciado o no ha querido parar. El pañuelo se pierde de vista. La mujer no lo echará de menos en exceso. Pero es un pañuelo de seda de Hermès que ella heredó. Se arrastra unos metros y queda allí, olvidado. Nunca sabremos si es encontrado por uno de los isleños o si por el contrario se descompone con el tiempo, por el efecto de la lluvia y el sol.

“En Santa María el día está tan claro que basta con alejarse de las sombrillas para ver Santorini con claridad” El joven se despide de la pareja y prosigue su viaje. Esperan el ferry bajo un techado de paja. Miran Antíparos por última vez y respiran su aire, su tranquilidad y su luz. El ferry está oxidado y el personal que lo maneja es taimado y receloso. Todos suben. La travesía hasta el Pireo es de unas cuatro horas. La pareja tiene el billete más económico. El sol se pone y algunos turistas miran ese último momento de su viaje a través de sus teléfonos móviles. La pareja toma sendos asientos de plástico en la popa del barco, que ya navega por las tranquilas aguas del Egeo. Sienten sed y se acercan a la máquina, pero sólo les queda una moneda. Se sonríen con tristeza y se vuelven a sentar. Un joven les ofrece de su refresco. Ellos no lo saben, pero ha visto la escena y ha comprado una botella más grande para compartir con ellos sin hacerles sentir vergüenza. Hablan el mismo idioma y entablan una conversación. El chico acaba de encontrar trabajo y se incorpora en dos días. La pareja nunca ha trabajado. Ella pinta acuarelas. Él parece interesado en la cerámica. Hablan y se mueven con un estilo propio de quienes pertenecen a la última generación del árbol de los privilegiados. Pero ellos sólo hablan de la suerte. Hablan de tenerlo todo y de perderlo todo. De nacer con suerte. Poco a poco la gente se recuesta en las sillas o acude a sus camarotes. Algunos viajeros se acomodan en el mismo suelo y duermen. Es una escena apacible, rara de ver. Fuera, en la popa, 28 EL DUENDE

“El ferry está oxidado y el personal que lo maneja es taimado y receloso”

sólo quedan tres personas. La pareja y el joven. Miran hacia la oscura inmensidad. La mujer rompe el silencio y le dice al joven que siempre ha tenido suerte. Esta idea se repite. Parece obsesionarla. Parece como si la idea de tener suerte hubiera alejado cualquier intento de entendimiento de la realidad de su cabeza. Esa mujer, piensa el joven, es un cuerpo vapuleado por la corriente. Esperando un cambio del viento o del rumbo. No quiere hablar más del tema porque hay algo profundamente incómodo detrás de todo esto, así que se ofrece a coger otra bebida. La mujer le da la última moneda que lleva en el bolso. El hombre asiente y el joven, que no quiere ser grosero, se dirige a la máquina. Pero esta le devuelve la moneda. La mira y no es un euro. Es una moneda antigua. Él no tiene más suelto. Se dirige a ellos, pero ya no están. No están en la popa. Tiene el impulso de asomarse por la borda. No está seguro, pero cree ver dos puntos. No está seguro de nada. Guarda la moneda en su bolsillo. Los busca por el ferry. Le intenta explicar algo a la tripulación pero no le dan importancia. Si se hubieran tirado por la borda hubieran dejado las mochilas. El joven no duerme esa noche. A los dos días se incorpora a su nuevo trabajo. Uno de los ordenadores en uno de los departamentos de una de las plantas de uno de los edificios del centro es suyo. En su carpeta personal guarda una foto de la isla de Paros. En su escritorio está la moneda. Sabe que la suerte ahora le acompaña. Y esta sola idea hace que toda su vida se tambalee.


Ilustraciรณn: Pedro Sega EL DUENDE 29


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SERGIO C. FANJUL

Submarino Ilustración: NisiNino

iempre he tenido miedo al mar, al poder del mar, por eso siempre he dormido encogido contra la pared, bien envuelto en la manta, oyendo como las violentas olas del Cantábrico tratan de derribar esta pequeña casa de pescadores que se encarama al acantilado. Al otro lado del ojo de buey se extiende el campo azul infinito y furioso, a veces pienso que el mar va arrancar este peñasco, hasta llevárselo mar a dentro, hasta las lejanas costas de Irlanda, donde debe de vivir mi padre. Mi padre tenía los dedos tan gruesos que apenas podía rodearlos con mi mano, y la barba enmarañada, y el rostro curtido por el viento y el salitre. Casi no pasaba tiempo en casa, estaba siempre en su barco de pesca, y los pocos días que volvía nos contaba historias sobre el mar, el poder del mar. Yo le preguntaba a papá qué había en el enorme Gran Sol perdido en el Atlántico Norte, donde pasaba la vida, qué le separaba de nosotros, y él me decía, entre sus tremendas risotadas, que no sabía por qué llamaban así a aquel lugar, donde más que sol había brumas, oscuridad, frío y peligro. No hay buen tiempo en Gran Sol, me dijo, solo lo hay menos malo. Pero allí estaba el pescado, mucho pescado, y ahí tenían que ir a buscarlo los pescadores. Y papá era un pescador. A mi madre le decían la bruja, la hechicera, y me contaba otras cosas del mar, del gran abismo que había allí delante de nosotros, de los calamares gigantes que peleaban con los cachalotes a vida o muerte, y de

monstruos aún peores, como el Kraken y el Leviatán, como Caribdis y Escila, que tres veces al día tragaba grandes cantidades de agua generando remolinos de los que nadie podía escapar. La última vez que vi a papá se despedía brevemente de mí, rompiéndome en su abrazo, antes de subir al barco que capitaneaba. Los barcos a veces no volvían, y solo volvía la noticia del naufragio. Las familias se vestían de luto y lanzaban una barca al mar llena de velas, como para apaciguar a la bestia que, al mismo tiempo, les daba de comer y les mataba. Un Dios terrible con el que disputábamos cada pedazo de vida, cada día. Una mañana nos despertaron muy temprano para reunirnos a todos en la plaza del pueblo, cerca del puerto, el cielo estaba blanco de leche, sin matiz, y el suelo húmedo reflejaba ese muro que cubría nuestras cabezas. Todo estaba quieto. Esta vez había naufragado el barco de papá. EL DUENDE 31


“Los barcos a veces no volvían, y solo volvía la noticia del naufragio” Según contaron se había despertado una galerna en el Gran Sol que nadie había podido prever y el barco había sido engullido por las profundidades sin remedio, como si fuera un barquito de papel. Nadie había sobrevivido. Me imaginé a mi padre en el fondo del mar, enredado en las algas y en las anémonas, viviendo en el extraño país donde viven los marineros muertos, un país donde el agua es el aire y todo sucede lentamente y en silencio. Me imagine a papá levitando dentro de su barco oxidado, clavado en el lecho marino y traspasado por los peces, con la piel blanca e hinchada, con los ojos cerrados, su barba meciéndose con el suave vaivén de las corrientes marinas. Me imaginé a papá a la sombra de la gran manta raya que sobrevuela ese mundo subacuático. Poco después de la muerte de papá un hombre flaco y 32 EL DUENDE

huesudo, un amigo de mamá, empezó a frecuentar nuestra casa encaramada en el acantilado. Al principio venía solo algunos días a comer, luego ya empezó a venir a diario y por las noches, y hasta trajo sus cosas para quedarse a vivir con mamá y conmigo. A mí no me gustaba ese hombre. Después de la cena me mandaban a la cama y ellos permanecían aún varias horas en el salón, la luz se filtraba a través de la puerta entreabierta, así como algunos susurros y olores extraños. Una noche, ya tarde, en la que hacía una tormenta que a punto estaba de llevarse volando la casa, decidí comprobar qué hacían en ese salón el mamá y aquel hombre: bajé cuidadosamente las empinadas y crujientes escaleras, ocultando mis pisadas en los truenos. Cuando me asomé, escondido, a la rendija de la puerta, vi como el hombre y mamá manejaban enormes y polvorientos grimorios de

magia negra, y bebían exóticos brebajes y decían palabras arcanas con los ojos en blanco y el ceño fruncido. Había una palabra que coincidía con los rayos, otra con los truenos, desde aquella mesa llena de objetos mágicos, velas y pentáculos, podían manejar a su antojo la intensidad de la lluvia, la dirección y la fuerza del viento. Convocar y dominar la tormenta a su antojo. Esa noche salí de casa en mitad de la tormenta y corrí por las calles empedradas abajo, contra el viento y el agua, mientras la lluvia se mezclaba con mi pelo y mi llanto. Era como correr en mitad de un remolino. Y crucé la plaza, y llegué corriendo al espigón del puerto, al borde de las olas, y pensé que debería tirarme de cabeza al mar, al poder del mar rugiente, y viajar allá abajo y allá lejos, al Gran Sol, al silencioso y lento país de los marineros muertos, donde papá seguro que era el Rey.


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VIOLETA GIL Ilustraciรณn: NisiNino

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ina Simone entró en el bar, se sentó en la barra y sacó un cuaderno. Era la única chica del bar, y los tres hombres de la barra, un camarero y dos bebedores, la miraron mucho.

lo que había escrito, habría querido que se metieran mano también, pero no hubo caso. Ben se despertó al cabo de una hora y se fue corriendo. Nina Simone siguió con él dos meses más.

todas las ventanas abiertas. Desde la más pequeña, la del baño, se veía el fin de la playa y la iglesia de San Lorenzo, aunque probablemente el nombre ella no lo sabía. Después se tiró en la cama a escribir un rato más. Ben llegó en seguida. Meó, se duchó, y se

Sé que no es fácil, yo también quisiera haberlo leído, haber sido más rápida y haber entendido mejor la situación. Pero es verdad que durante los años siguientes Nina Simone fue la mujer con la que nos comparó, sin querer, a todas sus amantes.

Era junio y la temperatura había subido por fin, 19 grados esa tarde, y Nina Simone había paseado por la playa de Gijón y había metido los pies en el agua. Tenía las zapatillas llenas de arena, claro. Si entre sus cosas hubiéramos encontrado el cuaderno de Nina Simone ahora podría escribir exactamente lo que ella escribió, pero el cuaderno sigue perdido (aunque yo mantengo la esperanza). Nina Simone pidió un café, tomó notas, pidió agua con gas, pero no tenían, pidió un vaso de agua, y cuando fue a pagar se alegró de que no hubieran tenido, le quedaban muy pocos euros en el monedero y en su tarjeta no habría fondos hasta el mes siguiente. Era 21 de junio. Nina Simone tomó rápido el café, terminó un poema sobre el mar en Gijón, pidió la cuenta, dejó poca propina y sonrió a los tres hombres con simpatía pero también con suficiencia. Y se alegró de no vivir en ese país en el que los hombres se sentían con derecho a mirarle las piernas a las chicas que entraban solas en los bares. O a las chicas que caminaban solas por la calle. En Estados Unidos eso ya no pasaba, se dijo, no así, había todo un sistema de amabilidades y censuras que lo impedían, todo era más velado y quién sabe, quizá más retorcido también. Pensó en todas las quejas que tenía de su propio país e intentó tomar una decisión rápida y poco formada, ¿qué país le parecía más posible, mejor? Lo pensó bajito, para que nadie oyera, y para que Ben no pudiera adivinarlo, sabía que le regañaría por su falta de consistencia política. (¿pero cuál, cuál decidió?). Nina Simone subió a la habitación de hotel y se duchó con

“Nina Simone terminó un poema sobre el mar en Gijón, pidió la cuenta, dejó poca propina y sonrió a los tres hombres con simpatía” metieron juntos en la cama. Él se quedó dormido instantáneamente. Llevaba un mes de gira por España, tocando de noche, madrugando ridículamente cada día. Nina Simone le decía cada rato que no entendía nada. En el rock no debería estar permitido madrugar, es absurdo, le decía. Cuando Ben me contaba esto tiempo después se reía, y yo le decía, Nina Simone tenía toda la razón. ¿Cómo es posible que aún permitáis que os hagan madrugar? Y entonces se ponía triste otra vez muy rápido, cerraba un poco los párpados y seguía hablando, en voz más baja, de otra cosa, cualquier otro tema que no le recordara a Nina Simone. Yo me quedaba tumbada, mirando el techo y lo dejaba estar, sabía cómo él contaba la historia. Aquella noche en Gijón Nina había querido leerle

Lo siguiente que supimos de ella fue por una carta de sus padres. Nina era hija de padres chilenos, que emigraron a Estados Unidos durante la dictadura de Pinochet porque ambos eran activamente políticos, abogado, ella, profesor universitario, él. El cambio de país, el desasosiego por su lugar de origen, las muertes de sus amigos y compañeros, las desapariciones de sus amigos y compañeros, el amor por la música, y la deshinibición de los años hippies en el nuevo país les hicieron desear de forma irrevocable llamar a su hija Nina Simone. Y así lo hicieron. No Nina, ni Simona, sino Nina Simone. Y desde el momento que lo decidieron hablaron siempre de Nina Simone, y cuando nació la inscribieron en el registro como Nina Simone Vargas (el apellido de su madre). En la carta decían que Nina había enviado varias copias de su recién publicado libro, y les pedía a ellos que le hicieran llegar una copia a Ben, pero como no tenía una dirección fija suya, pedía que me lo hicieran llegar a mí. Ellos no sabían exactamente quién era yo, pero confiaban en que entendiera el asunto, al parecer, decían, Nina y tú tampoco os conocéis, pero ella te tiene cariño. El libro tenía la portada azul, y en la tercera página decía: “El tiempo más feliz de mi vida, decía Ben, lo pasé con Nina Simone”. Yo también le tengo cariño a Nina Simone. EL DUENDE 35


maría SOTOMAYOR SANDÍA Ilustración: Nadia Hafid

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e empeño en buscar desde el paseo marítimo el mejor sitio en la arena para poner la sombrilla. La cercanía al mar siempre me pareció innecesaria, porque no soy de agua, me resulta un lugar violento donde jamás puedes agarrarte a nada y nunca sabes qué es realmente lo que te roza. Pero es el primer día de las vacaciones, una mañana de verano, son más de las once, el sol ya luce brillante y la arena empieza a ser dorada a eso de los 30 grados. Por eso es importante buscar un hueco, ahora que todo es distinto. Voy cargada de sombrilla roja, bolsa con toalla y esterilla, una botella de agua de litro que la noche de antes metí en el congelador, y que empiezo a notar cómo se descongela porque empapa la bolsa de tela, dejándome un surco más oscuro en el vestido a la altura de la cadera: frunzo el ceño y pienso que en qué hora me he levantado tan de buen humor como para emprender con vitalidad el camino a la playa. La braga del bikini me aprieta las ingles, y en mi visión felina de la playa apenas quedan unas cuantas zonas libres. También llevo un libro, una revista del corazón y un paquete de cigarrillos negros, aunque hace tres años que dejé de fumar.

desordena su cabeza y la trae de nuevo a esta escena. El niño ha corrido más de lo que sus diminutos pies puedan soportar la arena ardiendo, y se ha quedado clavado subiendo el tono del gimoteo, moviendo los brazos muy rápido de arriba a abajo como si estuviera aleteando, como si ese gesto le fuera a salvar y llevar volando a los brazos de su madre. Desde donde estoy, la imagen es conmovedora, la madre ha soltado al fin la sandía para cambiarla por una toalla y envolver a su polluelo, mientras, el padre está bañándose con la otra hija, la coge en brazos y la lanza al cielo, entonces la niña cae al agua de todas las maneras y por dos segundos desaparece, para volver a la superficie con el pelo cubriendo su cara y los mocos mezclados con agua que se retira con sus dos manitas de los ojos para evitar la irritante sal. Lo repiten una y otra vez, la niña ríe con todas sus ganas, parece un sapito brillante, escurridizo, la luz del sol la hace brillar como un anfibio. El padre es un hombre grande, corpulento con algo de barriga, el pelo rubio y brillante cortado como los marines de los cincuenta, cada uno está dedicado a su función cuidadora. La madre ahora lleva al pollo en brazos hasta la orilla para que refresque sus pies y, el padre sigue lanzando a su sapito brillante a las alturas, en ningún momento han entendido lo que el otro estaba haciendo: así es la confianza, hasta que han estado tan cerca que han decidido bañarse todos juntos, en ese momento el padre se ha mojado las manos y le ha ido echando agua poco a poco a la madre en un gesto de complicidad para evitar los cortes de digestión y ella ha sonreído cuando un perro desde la tienda de campaña les ha ladrado y los niños han corrido a soltarle para bañarse todos juntos.

“Han colocado dos sombrillas y una de esas tiendas de campaña de marca de montaña canadiense y medio metro de altura, que una no sabe si es para un bebé o para un perro”

La zona que está más cerca del mar, está conquistada por una familia en la que la madre insiste al niño pequeño que coma sandía. Han colocado dos sombrillas y una de esas tiendas de campaña de marca de montaña canadiense y medio metro de altura, que una no sabe si es para un bebé o para un perro. El niño corre alrededor huyendo de su abnegada madre, que con los hombros encendidos y empapada en calor, sujeta la sandía en alto como tratándose de un trofeo o de una ofrenda al dios Sol. El niño corre con la destreza de los primeros años de vida, cuando nada pesa, va pegando pequeños saltitos que forman boquetes en la arena al paso de sus virginales talones y que la hace salpicar al resto de personas que toman el sol a su alrededor. Una mujer mayor, de unos sesenta años y con la piel de quien empieza el verano en primavera, lanza una mirada de desaprobación a todo el rodeo de la sandía para que el niño se hidrate, ella piensa que antes los niños hacían más caso a las madres y que ella nunca tuvo que correr detrás de uno de sus siete hijos. La madre del niño cansada, con el peso y la lentitud que dan los años, se sienta en la silla de plástico más cercana, y por un momento gira la cabeza hacia otro lado que no es su hijo, mientras se recoge el pelo en un moño alto y se va muy lejos, posiblemente a otra playa, en otros años, donde la sandía era una fruta y no un salvoconducto a la hidratación de la infancia, hasta que el llanto del niño

Al otro lado de la mujer mayor que ahora toma el sol tranquila una pareja de adolescentes se toca como compartiendo un trozo de sandía sin manos a escondidas de los padres del chico. Me hago una coleta, sigo sentada en el bordillo del paseo marítimo y mientras pienso en fumarme un cigarrillo y bebo pequeños sorbos de agua, un niño rubio de la mano de un hombre de barba pelirroja me saca del embobamiento tirándome del vestido y diciéndome: -Agua, mamá, agua. EL DUENDE 37


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GUILLERMO aguirre el mar nunca antes Ilustración: Giulia Sagramola

e cuenta que antaño un pirata que batía las costas naufragó y fue a dar de bruces a una playa. Despertose aquel al poco, y vio que nada quedaba de su barco ni de su tripulación. El pirata vagó pues por aquella costa sin ver más que hierbas ralas y acantilados y tierras baldías como nunca había visto hasta que, cansado de no encontrar población que le diera asilo, adentrose en el desierto. De su travesía por el desierto poco se sabe, si acaso duró días o semanas. Lo que sí se sabe es que tras mucho andar llegó hasta una ciudad que allí había, olvidada de los siglos, de altas murallas y casas de adobe y barro, y en la que sus habitantes decían que habitaba un rey que era piadoso y bueno, honrado y dado al perdón y la clemencia, aunque nunca habíanle visto. Fue allí donde dio el pirata con sus huesos, andrajoso como un mendigo, y como tenía hambre y sed, adentrose en la primera taberna que hubo de encontrar. Comió y bebió y saciose al gusto, mas a la hora de pagar diose cuenta de que no le quedaba moneda alguna de sus pirateos, pues había perdido el saquito donde amarraba los dine-

ros. Agobiado pero no falto de recursos, comenzó a narrarle su triste historia al tabernero. Hablole así de los mares en los que había realizado sus fechorías, y de los misterios que en aquellos habitaban, y como viera que el tabernero se emocionaba con su narración y viera, que nada sabían en aquellas tierras de mar alguno y que jamás lo habían visto u olido, el pirata dio por pagada la cena con historias y el tabernero estuvo de acuerdo en ello. No tardó pues el pirata en comenzar a hacer de aquel su negocio y andábase por las calles narrando sus venturas y desventuras, y los ciudadanos de aquel lugar deleitábanse de tal modo, que no tenían reparo alguno en pagar monedas por el lujo. EL DUENDE 39


“Enterose el Rey de que un forastero andaba por sus calles contando maravillas sobre algo llamado mar, y que estaba lleno de misterios” En tanto, enterose el Rey de que un forastero andaba por sus calles contando maravillas sobre algo llamado mar, y que estaba lleno de misterios. Y por ello mandó apresar al pirata y llevole ante él y así le dijo: -Si crees que puedes arrebatarle el oro a mis ciudadanos con tus historias inventadas, habrás de mostrarme de aquí a mañana ese mar tuyo, o al alba habrás de morir por embaucador. Por aquellas palabras pasó la noche muy inquieto el pirata, ya que no se le ocurría modo alguno de traer el mar hasta las mismísimas babuchas del monarca. Luego surgió el alba y el pirata fue llevado ante el Rey y el Rey díjole: -Bien. Aquí estamos nosotros. ¿Y dónde está el mar ese tuyo del que tanto hablas? El pirata pidió entonces permiso para coger uno de los cascos de los soldados y dándole la vuelta fue hasta una fuente que regaba el palacio y vertió allí dentro un buen chorro de agua fresca. Presentole aquello al Rey, justo bajo sus babuchas, y díjole: -Aquí está pues su mar, Alteza. Como ve lleno de agua. El Rey miró aquello y bramó: -¿Crees acaso que soy un necio? Esto no es mucho más que una jarra de agua, y el mar del que yo he escuchado es grande y lleno de misterios, está plagado de bestias y tesoros y por él van los hombres a lomos de flotantes artilugios. Y el pirata respondiole: -Puede ser que eso hayáis oído alteza. Mas yo también he escucha40 EL DUENDE

do de vuestra piedad y de vuestra clemencia y honradez, y ahora que me hayo aquí, bajo pena de muerte, esas palabras escuchadas se parecen tanto a la realidad como el mar del que vuecencia escuchó hablar, a este otro que yo le traigo. Y el Rey quedose en silencio, y al final con una gran risotada hubo de aceptar la lógica del pirata. Y lo perdonó, diciéndole: -Tendrás mi perdón, pero para ello habrás de hablar de cuánto has visto y pasado en mi castillo, del mismo modo del que hablas de ese mar tuyo que nadie antes vio u olió. Y aceptó el pirata. Y habló pues maravillas del Rey ignoto y del palacio y de sus secretos, y fue por ello que aún hoy se recuerda a aquel como el mejor monarca de la antigua ciudad perdida en el desierto, aunque ya nadie recuerde al pirata y, el mar del que tanto hablara entonces, haya caído también en el olvido.


Ilustraciรณn (izda. y arriba): Alba Blรกzquez EL DUENDE 41


juan soto ivars #ElNavegante Ilustraciรณn: Verรณnica Durรกn

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a sabéis cómo son, en qué manos están. Escriben tu nombre y presumen poniéndote el adjetivo más grandioso. Escriben héroe y se apropian del héroe. Te impulsan y te protegen, el combustible entra a borbotones en los motores, miles de personas han ido a despedirte a Cabo Cañaveral y casi puedes escuchar cómo corean tu nombre desde tu cápsula hermética. El jaleo se mezcla con la voz del centro de mando y su rosario de órdenes. -Ese influencer lo ha conseguido. Todo se detiene. Hace dos semanas que el influencer se empeñó en hacerlo. Había que recibirlo con palmadas en la espalda, invitarlo a tomar algo y ahora lo había logrado. Su resonancia le abre todas las puertas. Maneja el hype como una pócima. Tres preguntas al primer astronauta de la nueva era. #ElNavegante, escribió el influencer, creando una insignia para gorras y camisetas. -Retomaremos los preparativos cuando acabe. Procura que sea rápido, el reactor está en 40 y no debería enfriarse mucho más. -¿Cómo vamos con el clima? -Veamos. El satélite… -Entra en 10… 9… 8… Misión Beethoven 4, highlights: coronación de la órbita terrestre con la nave, triple vuelta a la tierra, impulso de eje gravitatorio y aquí llega el verdadero disparo: abandono de la órbita ecuatorial previsto para las 16 horas (tiempo de la misión), salto lunar. Alunizaje en el Mar de la Tranquilidad previsto para las +10 x 43h. El influencer está molesto. Notó que querías zanjar la conversación. Tu respuesta

fue ciertamente elitista. “Aquí estamos a cosas más importantes que las relaciones públicas, la gente no entiende el valor de esta misión”. Grave Error. “#ElNavegante se cree mejor que nosotros”. En una casa lejana: -Quita esta mierda. -¿No quieres ver el despegue? -Ese tío es un elitista. Me la suda su puta misión. 7… 6… 5… 4… Aquí es donde el pulso se acelera. Las constantes vitales se escuchan altas y claras en el centro de mando, como si la nave fuera un inmenso estetoscopio. Sólo la popularidad del astronauta baja más deprisa. 3… 2… 1… Ignición. Llamaradas. La velocidad. Parto orbital. La tierra arrancada de todo, la atmósfera como una placenta que se desgarra al espacio infernal, la vibración del metal entumeciendo las manos y los pies del hombre. La respiración deja de ser automática durante unos segundos. Pero intentas son-

reír. La sonrisa disgusta. -Mirad qué cara de suficiencia, qué se habrá creído. Describes una curva en el cielo antes de que los motores primarios agoten todo su combustible, ya casi basura espacial. Ahora vas como la seda. El domingo aterriza en el Cabo y tú te alejas. Diez años de misión es mucho más que una cifra. Han adelantado tu primer discurso. Ignoras que lo han hecho a la desesperada. La resonancia online de la misión sigue despeñándose. Das tu discurso, preparado in extremis por el equipo de guionistas. Después suspiras. “¿Pero qué mierdas dice #ElNavegante? ¿Nos toma por estúpidos? ¡Que naufrague!” Las escotillas de la cápsula son pequeñas, hay algo oscuro e inconmensurable detrás, una sustancia sin peso ni volumen, la nave corrompe su inmensidad tanto como un sol o un planeta, los dioses griegos debieron viajar, piensas, en una nave como la tuya. En la tierra: -Estamos intentando alargarlo, pero va a ser imposible. En un par de horas no podremos hacer nada más. -Pero… -No tengo por qué repetirlo, no hay más que decir. -Ese hombre está ahí afuera, en la luna, es un filón. -Y nosotros estamos aquí abajo, entre el barro. Lo odian. -Podemos hacerlo. Tenemos nuevas ideas, he reunido a todo el equipo creativo. El director de contenidos mira

al cielo azul por la ventana. La atmósfera infectada de luminosidad impide ver la luna. -No quieren mirar. -¿No te das cuenta de que es tarde? Lo hemos disparado. -Las cosas no tienen por qué salir como uno esperaba. Esto es algo que ya habíamos aprendido. -¿Y lo vamos a dejar ahí, flotando? -Pensad algo nuevo, yo perdono los errores que se enmiendan. Han pasado seis horas del lanzamiento. Sólo se habla de la misión como un anacronismo. El director está descorazonado. Aprendimos a domar el vacío cósmico pero no se puede gestionar el vacío del desprecio humano. La cara del #ElNavegante aparece todavía en su pantalla. El entrecejo fruncido, atrapado en la estrechez con que se diseñó la cápsula para atravesar la inmensidad, la minúscula barca de Caronte. El equipo de creativos celebra una pequeña ceremonia de despedida. Pero no hay tiempo. Todos quieren conservar sus puestos. Toman el pulso del mundo, registran las constantes vitales de la opinión pública, los impulsos nerviosos de este monstruo que rige el destino de todos, los tiempos han cambiado. Para cuando se hayan embarcado en un nuevo proyecto, el #ElNavegante penetrará en la base, se quitará la escafandra. En el Mar de la Tranquilidad reina un silencio total. Las luces, en su triste parpadeo, no se han dado cuenta de que el hombre ha alcanzado el astro. A quién le importa. EL DUENDE 43


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AZAHARA ALONSO MANERAS DE HACEr PIE Ilustración: Alba Blázquez

“Una idea semejante a la que se tiene del mar cuando se nada: la idea de un abismo bajo el propio abismo”. Rosa Chacel lena, como todos los niños, se sentía fascinada por la capacidad de volar de los aviones –no tanto de los pájaros–. Todos los sábados por la mañana la familia iba al aeródromo en el que el padre volaba en ultraligero. La familiaridad del aire y la técnica no llegó a malograr la seducción del milagro, incomprensible como todos los que lo parecen.

Esto lo recuerda Elena mientras flota, sonriéndose y pensando que la madurez, lejos de truncar las tempranas fascinaciones —los miedos—, solamente las transforma. Elena ha viajado a una isla. Ha volado, es preciso matizar. En las escasas e indispensables ocasiones en las que toma un avión le viene siempre a la memoria una frase que su padre solía repetir cuando pisaba tierra aquellos sábados (y que ella aún hoy cree que era suya): “Cuando miramos fijamente al abismo, el abismo nos devuelve la mirada”. Así laten las palabras a medida que el avión pierde altura, y EL DUENDE 45


ella piensa en lo bien que encajan precisamente cuando se vuela sobre el mar en pacífica conquista —clase bussiness— desde el aire. El mar sustituye al cielo en la vida adulta de Elena. Porque si bien el cielo es vasto e inasible, no esconde nada dentro de sí (le recuerda a ciertos tópicos sobre la gente franca). El cielo es. En cambio, el mar parece un abismo dentro de otro y de otro y de otro y bajo su superficie una nunca sabe qué puede encontrar (le recuerda esto a tópicos más acertados). La clave, en ambos, es saber flotar. Por eso lo hace. Por eso sonríe boca arriba, porque quien mira hacia el cielo no se hunde. Elena ha venido a la isla a investigar un duelo. Hace solamente unos días un coche se hundió en el agua con su conductor dentro. La tragedia que conmocionó al pueblo es directamente proporcional al miedo que ahora todos sienten por el mar. En pequeños grupos y voz baja comentan las hipótesis en los portales: el conductor estaba ebrio, el conductor se había dormido, los frenos tenían demasiados años, la noche era muy oscura para un calendario de verano.

“Los primeros buceadores han bajado a examinarlo y su incursión hace que el automóvil recuerde a un pecio sin el certificado de antigüedad”

El coche aún sigue sobre la arena dura y fría del fondo. Los primeros buceadores han bajado a examinarlo y su incursión hace que el automóvil recuerde a un pecio sin el certificado de antigüedad que convierte el drama en zona visitable. Siempre tiempo al tiempo (la relatividad se apellida en sexagesimales). Los pies de Elena pedalean en el agua con seguridad extranjera. Se repite que flotar siempre es la clave y que en toda isla — también en su palabra— están recogidos el mar y el horizonte. Pero nunca el fondo. Se ajusta las gafas y flota ahora boca abajo, como en los sueños. Planea y observa el trajín de los buzos, el coche inspeccionado por peces de colores tan vivos. Piensa ahora Elena en la gravedad, en la densidad de los cuerpos. Piensa en las presiones que marcan su vuelo lleno de agua y se pregunta cómo las sirenas, cómo su vientre en el suelo. Siete años de física (teoría y práctica) nunca le han explicado el mito ni cómo hacer pie cuando se debe. Los buzos emergen con esfuerzo y dan luz verde para comenzar la operación. Elena sale del agua por una de las escaleras. Un pez roza su pie (dolor o cosquillas). Una grúa se acerca y lanza cuerdas y gritos sobre el agua. Elena lame distraída el salitre que ha solidificado en su brazo. Cada grano es sinestesia: hay muchos mares, pero todos están en este. El coche asciende y gira. El agua cae con estruendo sobre las olas. Las gaviotas se acercan. Los paseantes gesticulan y Elena sonríe al pensar que de esta superficie solamente podría irse por el cielo. Le gusta el sabor de la sal, quizá porque es memoria sólida, mar estable. Como la isla. 46 EL DUENDE


Ilustraciรณn: Jorge Lรณpez EL DUENDE 47


TXANI RODRÍGUEZ

LA EXCLUSIVA Ilustración: NisiNino

res años después de que hubieran retumbado los cañones, ondeado las banderas y zarpado las cinco naves que integraron la expedición, Juan Sebastián Elcano regresaba a bordo de la Victoria a Sanlúcar de Barrameda. En el puerto, un joven castellano aguardaba inquieto junto a la multitud allí congregada. No dejó de atusarse la barba en un gesto nervioso hasta que el barco atracó al fin. Necesitaba una noticia que llevar a la Corte, ávida de entretenimiento, y no valdría cualquier comadreo. La expedición, capitaneada por Magallanes, había zarpado en 1519 nutrida por más de doscientos hombres dispuestos a 48 EL DUENDE

encontrar un paso al sur de América que les permitiera llegar a las Islas Molucas y a sus especias, pero la travesía resultó mucho más azarosa de lo planeado. Se enfrentaron a violentas tormentas en Sierra Leona, padecieron los rigores del invierno austral, lucharon contra los indios y sofocaron motines. A llegar a Filipinas, perdieron a Magallanes. Los tripulantes bebieron agua podrida y, en ocasiones, se sintieron tan hambrientos, que, debilitados por el escor-

buto, se disputaron las ratas atrapadas en las bodegas. Adelgazaron, notaron cómo sus dientes apenas lograban sujetarse a las encías reblandecidas, las úlceras carcomían sus bocas; algunos enloquecieron; varios desertaron; y muchos cayeron de un modo irremediable, como cae el sol sobre el océano en cada ocaso. Las miradas aturdidas de los dieciocho hombres, que aquel 6 de septiembre de 1522 se encontraban de nuevo en el puerto de Sanlúcar de Barrameda, oteaban el espejismo del horizonte, cuyo reverso conocían en su verdadera dimensión: lo habían visto con sus propios ojos. Mientras, el joven castellano sentía que el ensimismado silencio de los marineros le usurpaba un tiempo valiosísimo. No había ido hasta


“En ocasiones, se sintieron tan hambrientos, que, debilitados por el escorbuto, se disputaron las ratas atrapadas en las bodegas” allí a escuchar a un puñado de hombres harapientos suspirar como doncellas. Pero cuando ya había resuelto buscar alguna cantina donde retomar fuerzas antes de emprender el viaje de vuelta, Elcano dio un paso al frente y miró a la multitud de modo solemne: — La tierra es redonda — proclamó, con voz temblorosa, consciente del enorme alcance de su afirmación. — Redonda—repitió. Habían dado la vuelta al mundo. La hazaña demostraba, por fin, algo que Cristóbal Colón ya había apuntado, pero que nunca logró confirmar. Al oír las palabras de Elcano, el castellano se abrió paso a codazos y empellones entre los curiosos que se habían apostado delante de él. En su afán por acercarse al navegante, empujó a un niño que pedía limosna entre el gentío y que quedó tirado en el suelo, sin que nadie lo socorriera. Situado ya muy cerca de la tripulación, se

apresuró a pedirles dibujos, ilustraciones, algún material que hiciera atractivo el relato. Elcano se refirió entonces al diario de a bordo que había escrito un tal Pigaffeta. — ¿Nada más? — inquirió el castellano. El capitán de Getaria se encogió de hombros. Seguramente juzgó innecesario destacar la piedad demostrada por el Altísimo al permitir que siquiera dieciocho de las doscientas treinta y cuatro almas que partieron regresaran a puerto para exponer lo acontecido; al dejar que, al menos, una de las cinco naves hubiera podido volver a asomarse a tierras gaditanas. Sin embargo, aquel joven impetuoso – ajeno a la magnanimidad divina – giró con altivez la cabeza y, segundos después, volvió sobre el asunto: — ¿Ha habido, al menos, peleas? ¿Falsías, tal vez? ¿Amoríos con jóvenes nativas? Elcano empezó a sentirse indispuesto, pero el castellano no tuvo en consideración el cansancio, tan visible, del capitán y continuó con sus preguntas:

— Díganos, ¿dejan ustedes vástagos allende los mares? — El joven solo obtuvo silencio, pero no se resignó—: ¿Qué ha pasado en realidad con Magallanes? Su muerte podía favorecer ciertos intereses… ¿Cuál es la carga de sus bodegas? Elcano, que aún conservaba el horror asido a su piel cuarteada, el sabor a muerte en el aliento, el miedo enredado la garganta y el dolor por tanta pérdida acumulado en el pecho, apretó los puños, pero estaba demasiado cansado para iniciar una liza. — ¡Ya veo que no quiere usted soltar prenda! — gritó el castellano mientras Elcano, confuso, regresaba al interior del barco — En cualquier caso, — continuó ofuscado—sin una mísera estampa y sin datos realmente jugosos, esta noticia no vale un real. Tras pronunciar aquellas palabras, se alejó raudo del puerto, enfundado en su capa y envuelto en una nueva, esférica, necedad: — Que la tierra es redonda… ¿Y qué? EL DUENDE 49


L A TRIPUL ACIÓN Doce autores jóvenes de nuestras letras han escrito para El Duende sendos relatos inspirados, de cerca o en lontananza, en el mar, y que nos aventuramos a aglutinar en una “Generación líquida”, parafraseando a Zygmunt Bauman, cuya literatura fluye de manera más libre que la de sus mayores. A estos les acompañan, a su vez, las ilustraciones, en riguroso blanco y negro, de doce ilustradores, consagrados y emergentes.

cree que aun es pronto “para ver con suficiente perspectiva quiénes componen según qué parcela generacional y cuáles serían sus características. Imagino que muchos se referirán a la precariedad. Percibo afinidades y confluencias temáticas, pero eso no siempre forma generación. De lo que estoy casi segura es de que no se encuentra en una situación de desventaja: creo que la mayoría de nosotros no hemos tenido grandes problemas para publicar, a diferencia de lo que comentan otras generaciones”.

AZAHARA ALONSO (Oviedo, 1988)

zahara Alonso, filósofa, crítica literaria y profesora de escritura, construyó su libro, Bajas presiones a base de aforismos y, del tirón, participó en una antología de estas máximas en Bajo el signo de Atenea, además de en la de relatos Servicio de habitaciones. “Para mí, reducir y pulir los textos tratando de decir más con menos es una delicia (el resultado puede ser mejor o peor, claro); 50 EL DUENDE

en cambio, y por norma general, disfruto menos la escritura narrativa”, confiesa. Siendo una experta en aforismos le preguntamos si opina que estos han revivido gracias a Twitter: “No lo creo… No me parece que más gente lea ahora a clásicos como Pascal o Cioran, y tengo mis dudas acerca de si usuarios de Twitter van más que antes a las librerías o bibliotecas en busca de estos textos. El aforismo ha evolucionado en su propia historia desde un tono de máxima (taxativa, moralizante) hacia un tratamiento más lírico y un contenido ambivalente. Lo que creo que hay en Twitter es una búsqueda ingenua, más bien, de aquellas grandes verdades que hoy resultan obsoletas. Sobre una posible serie de características que aúne a esta generación de escritores

“la primera vez que hice buceo con mi padre, de niña: ese otro mundo –vastísimo por inesperado– me sobrecogió al principio” azahara alonso El mar, como tema: toda su vida (no laboral) “ha girado en torno al mar”, comenta, añadiendo que por eso Madrid “le resulta a veces tan asfixiante. Recuerdo con mucha claridad la primera vez que hice buceo con mi padre, de niña: ese otro mundo –vastísimo por inesperado– me sobrecogió al principio. Desde la superficie vimos una estrella de mar y él me dijo que si la quería, yo misma tendría que bajar a por ella (íbamos sin bombonas). Lo hice y me parecía un tesoro, pero no logré conservarla mucho tiempo”. Por Paloma F. Fidalgo


MANUEL BAREA (Sevilla, 1989)

éroes y villanos, a veces encarnados en los mismos tipejos, y ventanas a la cruda realidad. Son denominadores comunes a las dos novelas de Manuel Barea: Vertedero, Premio Valencia de Novela Negra, y Desterro. El oficio de traductor es el que le mantiene la cuenta corriente a flote. Has tendido a la novela negra, ¿te impactan los casos reales? “Son más impactantes precisamente por eso, porque aparecen en las noticias y reportajes en la tele y me es mucho más fácil empatizar con ello, además de que en la mayoría de los casos permanecen varios interrogantes y eso suele plantearme ciertas inquietudes que pueden acabar formando parte de la ficción narrativa. No es solo que los relatos negros inspiren, sino que suelen resultarme buenos vehículos para contar aquello que

quiero y también profundizar en los límites tradicionales de ese tipo de ficción”. ¿Vivimos una edad dorada del thriller? “Lleva así bastante tiempo, en mi opinión, aunque por desgracia las características de una época dorada se corresponderían más con ese tipo de thriller de digestión fácil para leer en la playa, a poder ser casi siempre con un nombre extranjero en la cubierta. No digo que eso no esté bien para un rato, pero hay otras expresiones dentro de lo que podría considerarse novela negra que lo que viven es todo lo contrario, una época oscura”. ¿Has vivido algún episodio marino, con ingredientes de este género? “Lo malo casi siempre ha tenido que ver con bichos marinos, trayectos en barco, gaviotas y rocas, y lo bueno es muy simple, me basta con echar el día en la playa con la gente con la que estoy a gusto, darme un par de chapuzones y poco más, y a veces ni siquiera eso, tan solo un paseo o echar unas horas en algún chiringuito. Soy un tío de gustos sencillos, y como también soy de interior, el mar, o realmente la playa, es uno de esos caprichos que luego disfruto más en dosis pequeñas”. Por PFF

“No es solo que los relatos negros inspiren, sino que suelen resultarme buenos vehículos para contar aquello que quiero” MANUEL BAREA

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GUILLERMO AGUIRRE (Bilbao, 1984)

on algo de autor maldito, Guillermo Aguirre no solo es uno de los escritores jóvenes más interesantes y transgresores de la literatura española actual, también es coordinador de cursos de la escuela Hotel Kafka, lo que le da una amplia mirada de las letras de sus contemporáneos. Sus novelas –entre otras, Leonardo, y Electrónica para Clara, XV Premio Lengua de Trapo – tienen ecos visibles de su propia vida. Tu última novela, El cielo que nos tienes prometido, se desarrolla en el entorno rural: “ahora hay una corriente, entre muchas otras, muy marcada hacia la autoficción y otra sobre lo que algunos han llamado el neorruralismo, y donde la crítica ha metido a [Jesús] Carrasco con Intemperie o a Lara Moreno con Por si se va la luz. Yo no sé si El cielo entraría en ese saco (tampoco sé si las novelas de arriba entran), porque los sacos los hace la crítica y a menudo están llenos de agujeros para todo el mundo menos para la crítica”. Confiesa que él, “en lo que realmente pensaba, era en intentar hacer mi propio Cormac McCarthy, así a la española, con tortilla de patatas y tono muy bíblico, pero no creo que sea una cosa rara, en cualquier caso. España siempre ha sido poderosa en su paisaje y poderosa en sus campos y, por más que lo urbano haya cobrado significación desde los setenta, será difícil que de vez en vez la literatura no se vuelva a mirar hacia los azadones y los pagos: no hay España sin Castillas, vamos”. Hay mucho de ti en tus textos, ¿te resulta catártico escribir? “Por lo general y menos en El cielo (que se aleja más), en mis dos anteriores artefactos, Electrónica para Clara y Leonardo, sí que había mucho de mí, así sin dobleces ni escondites, y también mucho de mis amigos y conocidos”. Quizá sea, comenta, bromeando, que quizá es por pereza y considera “que utilizar ‘al otro’ como objeto de estudio es mucho más complejo y tedioso que usarse a uno mismo, así que tiendo a maltratarme y despellejarme en los textos y utilizar mi propia vida como punto de partida. Catártico no sé, pero resulta muy simpático reconocer lo muy podrido que uno puede llegar a estar, o lo mucho que le satisfa-

“Utilizar ‘al otro’ como objeto de estudio es mucho más complejo y tedioso que usarse a uno mismo, así que tiendo a maltratarme y despellejarme en los textos y utilizar mi propia vida como punto de partida”.

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guillermo aguirre cen a uno según que cosas difíciles de contar o aceptar: vamos, conocerse puede resultar muy divertido si se tiene estómago”. Coordinas los talleres literarios de Hotel Kafka. ¿Cualquiera puede aprender a escribir y a enseñar? “Yo siempre digo que nosotros lo que hacemos es acelerar un proceso que el alumno puede desarrollar por sí mismo, pero que le llevaría bastante más tiempo”, a lo que añade que “un escritor está permanentemente aprendiendo, ya sea en una escuela, en su sofá, o en el bar de la esquina. Enseñar ya es más difícil, y yo como profesor no sé si consigo enseñar algo o nada, pero me consta que los alumnos aprenden pese a mi nulidad, en cualquier caso y milagrosamente. Yo también aprendo de ellos y supongo que al resto de profesores les pasará igual”. Por PFF


María Sotomayor (Madrid, 1982)

ecuerda con pavor y asombro la primera vez que le picó una medusa, “algo tan bello y leve”. E insiste en que la playa no es un lugar para leer poesía, “entendiendo por playa ese el lugar que la gente elige para bañarse y tomar el sol largas horas, ates-

tado durante los meses de verano”. Su último poemario se titula Nieve antigua (La bella Varsovia, 2017) y ha merecido el IX Premio de Poesía Joven Pablo García Baena. Nos explica que con este título reflexiona acerca de los que somos teniendo en cuenta que “hay miedos de otros tiempos que intentamos olvidar por inercia sin ver, que vivir con ellos es otra forma de belleza y verdad”. Este interés por la memoria también ha encontrado hueco en Harpo Libros, el proyecto editorial que dirige junto a Marcus Versus y que desde la primavera cuenta con Ha, una nueva colección que trata de recuperar títulos de grandes autores “menospreciados” por su identidad sexual, raza o género. En febrero publicaron Canciones de amor, de Sara Teasdale, y Un palacio en la arena, de Edna St.Vincent Millay, que fueron las primeras mujeres en ganar el Premio Pulitzer de poesía y hasta ahora no habían sido traducidas al español. “En Otoño saldrán parte de los diarios de Anaïs Nin y ya estamos trabajando en el catálogo para 2018”, concluye. Por Ignacio Vleming

“La playa no es un lugar para leer poesía”

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Jenn Díaz (Barcelona, 1988)

a crítica ha subrayado el enorme estatismo de Madre e hija (Destino, 2016), la última novela de Jenn Díaz publicada en castellano. Ella nos explica que “la familia es uno de los conflictos más importantes de la vida de cualquier

persona. O bien por tenerla, o bien por carecer de ella. O bien por tratarse de una familia feliz, o bien de una infeliz. O bien una familia sobreprotectora, o bien una familia despreocupada. Las primeras experiencias surgen en torno al ámbito familiar —o a su ausencia—, de modo que tiene mucho sentido que la familia tenga un peso grave en los modelos sociales”. Pero añade que “hoy en día el peso de la familia es una opción más, no es una obligación social como EL DUENDE 53


“La familia es uno de los conflictos más importantes de la vida de cualquier persona. O bien por tenerla, o bien por carecer de ella” Jenn Díaz

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antaño”. ¿Y qué pasa en verano? Todos sabemos que las vacaciones son un peligro. “La convivencia seguida es complicada y estamos desacostumbrados, sobre todo en un mundo como el actual, en el que la conciliación laboral y familiar es tan difícil y nos aleja a unos de otros. Dicen que un tanto por ciento muy elevado de divorcios se producen después de las vacaciones”. Respecto a la generación de escritores de la que forma parte, Jenn Díaz subraya que “fuera de los libros hay buena relación, pero nuestras historias apenas dialogan unas con otras, salvo excepciones”. Por IV

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n Los primeros días de Pompeya (Caballo de Troya, 2016) María Folguera recrea los años más difíciles de la crisis, como también hacen Marta Sanz en Clavícula (Anagrama, 2017), Marta Caparrós en Filtraciones (Caballo de Troya, 2015) o Carmen G. de la Cueva en Mamá, quiero ser feminista (Lumen, 2016) que, como nos argumenta la autora, “abordan de forma explícita cómo nos determinan aquí y ahora las circunstancias materiales: el nudo entre clase social, cuerpo y perspectivas vitales de un personaje”. Cuando le preguntamos acerca de los rasgos que unen a su generación de escritores dice


Sergio C. Fanjul (Oviedo, 1980)

“A nuestra generación se nos trata en general con condescendencia, con compasión incluso, porque no hay casi nada que ofrecernos”

n su último libro de poesía, Pertinaz Freelance (Visor, 2016), habla de las redes sociales, las nuevas tecnologías y la sociedad de consumo. “Una de las cosas que ha posibilitado que hoy exista cierto auge de la poesía es que es un formato breve y portátil que, en teoría, se puede leer en cualquier parte y compartir en diferentes soportes. La sociedad digital y la sobrecarga de estímulos rápidos benefician de alguna manera este género”, nos explica. ¿Pero de verdad hay un auge de la poesía? ¿Y cómo es la poesía que se hace ahora? “Es bastante autónoma en el sentido en el que no existen corrientes claras dominantes o enfrentadas como se vio en generaciones anteriores (si exceptuamos el conflicto entre la conside-

rada poesía más culta y la poesía popular y juvenil que sale de twitter, cantautores o raperos y que es explotada por ciertas editoriales con gran éxito de ventas, lo que viene ser la gran polémica actual). Por lo demás, la poesía de hoy es silvestre y variopinta en todos los ámbitos, aunque hay quien opina que en el futuro encontraremos, mirando atrás, las líneas de fuerza”. Dice que el mar le genera, más que paz, inquietud y ansiedad. “Me dan miedo sus misterios y sus monstruos marinos, y me agobia la idea de que el mar siempre ha estado y siempre estará latiendo y mordiendo las costas, incluso cuando nosotros ya no estemos aquí para asustarnos”. Así que será difícil encontrarse a Fanjul entre las olas. Por IV

María Folguera

que crecieron en un mundo sin internet, que todavía veneraba la letra impresa, en el que un escritor podía llegar a ocupar un lugar eminente. Pero que esto ha experimentado una sacudida, y ya no se sabe en qué derivará. “A nuestra generación se nos trata, en general, con condescendencia, con compasión incluso, porque no hay casi nada que ofrecernos”. Folguera, que también escribe teatro, nos explica que “un escenario es un lugar de tensión dramática y estético, crítico (o debería serlo)”. Menos mal que en verano nos espera su opuesto, la playa, “una tregua estética y social. En la playa nos permitimos la sensualidad, el abandono: flotar en líquido, llevar ropa húmeda, hundir los dedos en la arena, secarnos al sol. En la playa no nos importa compartir nuestra más cruda imperfección. Es más, estamos agradecidos”. Por IV

“El mar siempre ha estado y siempre estará latiendo y mordiendo las costas, incluso cuando nosotros ya no estemos aquí para asustarnos” Sergio C. Fanjul EL DUENDE 55


Jimina Sabadú (Madrid, 1980)

n Los supervivientes (Algaida, 2015), título galardonado con el XX Premio Ateneo Joven de Sevilla, Jimina Sabadú describe la crueldad de colegios e institutos. A esa edad las vacaciones se percibían como una tregua. “Yo sigo tratando de vivir cada verano como si fuera el último. Pero salvo que trabajes en una oficina infecta como la que acabo de abandonar, el verano ya no es un escape. Por suerte”. Tras contarnos esto nos recuerda el día que casi se ahoga en el mar: “Como no me quedaban fuerzas, dejé un brazo levantado mientras el agotamiento me ganaba y se me metía agua en la boca. Y alguien me vio y saltó al agua. Pero por las mismas podría no estar aquí”.

La literatura le importa lo suficiente como para mantener las distancias con autores, editores, libreros, más allá de la estricta amistad o la necesidad. Jimina Sabadú Además de escribir libros tiene ya una larga carrera como guionista y redactora, experiencias que no son totalmente independientes aunque traten temas distintos. “Lo que hago en teatro (por ejemplo, el poco que he hecho), no podría meterlo en un corto, o en una novela”, puntualiza. Dice que la litera-

tura le importa lo suficiente como para mantener las distancias con autores, editores, libreros, más allá de la estricta amistad o la necesidad. “De todos modos veo que los que tienen prestigio envidian a los que tienen ventas y los que tienen ventas envidian a los que tienen prestigio. Lo de siempre”. Por IV

Juan Soto Ivars (Águilas, Murcia, 1985)

econoce que el mar “le da miedo”. Su relato en esta edición es sobre “el espacio exterior haciendo una analogía con el mar, tal como se veía en tiempos más antiguos, cuando era un recinto de misterio y de terror. Para mí lo sigue siendo”, nos comenta. 56 EL DUENDE


Roberto de Paz (Madrid, 1982)

os valientes (Salto de Página, 2015), la última novela publicada hasta la fecha de Roberto de Paz, oscila entre el realismo y la ciencia ficción, un género en muchas ocasiones infravalorado,

Uno de los peligros de las redes sociales: “que el odio y la intransigencia corran libremente, acallando las voces discordantes, premiando la sensiblería y la pancarta”

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Juan Soto Ivars

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Su último libro, Arden las redes, es ensayístico. En él analiza los linchamientos a los que asistimos en redes sociales, cual circo romano. Pero Soto Ivars, que en el terreno de la no ficción había publicado Un abuelo rojo y un abuelo facha y también es columnista de El Confidencial, ya había despuntado como autor -y prolífico- de novelas como Ajedrez para un detective novato, que le valió el Premio Ateneo de Sevilla, además de con relatos a porrón, y fue fundador del movimiento literario Nuevo Drama. Opina que las polémicas en las redes sociales han generado “una nueva clase censura”, que nace “de la libertad de expresión masiva. Usamos nuestra libertad para decir: ¡cállate!” ¿Son una nueva Inquisición?: “Son capaces de lo peor y de lo mejor. Yo advierto en mi libro sobre uno de sus muchos peligros: que el odio y la intransigencia corran libremente, acallando las voces discordantes, premiando la sensiblería y la pancarta”. ¿Cómo sois los nuevos columnistas de la prensa española? Hay de todo, pero tengo la impresión de que gracias a internet estamos viviendo un momento dorado del periodismo de opinión. Esto tiene un riesgo: los hechos se relativizan”. Te acabas de incorporar al Consejo Asesor de FUNDEU. ¿Qué tal nos llevamos con el idioma? “Nunca hemos sabido aprovechar colectivamente la mayor arma de la que disponemos, que es el lenguaje. Actualmente, me preocupa especialmente la politización del lenguaje, la corrección política”. Por Paloma F. Fidalgo

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como nos explica. “Durante un tiempo la ciencia ficción fue algo bastante ingenuo y sin pretensiones, y tal vez por eso cierta parte del público y la crítica la siguen considerando un mero entretenimiento. Pero la ciencia ficción es mucho más que escapismo, y buena parte de la misma recurre a lo extraño y lo lejano para responder a las grandes preguntas de siempre. Y para sorpresa de muchos lo hace dejando un importante poso literario”. En su anterior novela, El hombre que grito la tierra es plana (451 Editores, 2012), Roberto de Paz viajaba de Madrid a Nueva York. “Siempre hay algo de impostura en

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situar una novela tan lejos de casa, pero la verdad es que en determinados aspectos puedo sentirme más cerca de lo americano que de lo que se supone definitorio de lo español”. Aunque no está tan lejos como los EE.UU, la relación de Madrid con la costa también es una vieja historia de amor a distancia. “Como apunto en el relato crecí con la sensación de que era el mar quien determinaba el verano. Necesito verlo al menos una vez al año. El mar es el paréntesis que da sentido al año. Y es también la infancia, que es lo que le da sentido a todo”, concluye. Por Ignacio Vleming EL DUENDE 57


“La ciencia ficción es mucho más que escapismo, y buena parte de la misma recurre a lo extraño y lo lejano para responder a las grandes preguntas de siempre” Roberto de Paz

Txani Rodríguez (Llodio, 1977)

i quieres, puedes quedarte aquí (Tres hermanas, 2016), la última novela de Txani Rodríguez, nos presenta a una persona que huye de la ciudad a la montaña. “Los urbanitas desconocemos la vida en el campo y por eso la tenemos sublimada. Los neorrurales me parecen unas personas que, en su mayoría, se van a llevar muchas decepciones. La naturaleza no es un animal manso, ni mucho menos. Por otro lado, si nos planteamos vivir del campo, hacer del medio rural nuestro medio de vida, es posible que tengamos que enfrentar más de una contradicción entre la utopía y la realidad”, nos explica. El ecologismo aparece en muchos de sus libros, pero cree que el compromiso que tenemos con el medio ambiente es sólo superficial y afirma que “lanzamos muchas 58 EL DUENDE


“No hay un debate serio sobre una reorganización más sostenible del sistema” Txani Rodríguez

proclamas en las redes sociales, hacemos muchos aspavientos, pero no hay un debate serio sobre una reorganización más sostenible del sistema”. Aunque considera que en algunos aspectos, como el reciclaje, hemos mejorado, una reforma en profundidad tendría unas consecuencias que no sabe si estaríamos dispuestos a asimilar. Recuerda las pequeñas excursiones fami-

liares a la playa con muchísima melancolía, porque “eran días felices, de fiambreras llenas de pollo albardado, de olor a cremas solares… Los nubarrones iban a llegar después”. Este verano leerá Últimas tardes con Teresa, de Marsé, La cartuja de Parma, de Stendhal, y algo más que elija, porque “leer a capricho es un lujo para una periodista cultural”. Por IV

Violeta Gil (Segovia, 1983)

asta ahora ha sumado más letras en poemas y textos teatrales que en narrativa, pero Violeta Gil, miembro del colectivo La Tristura, está ampliando sus horizontes en el prestigiosísimo máster para escritores en español de La Universidad de Iowa, pionera en 1936 en fundar el primer curso de escritura del mundo. Háblanos de este máster. Iowa City es ciudad Unesco de la literatura, el Iowa Writers’ Workshop funciona desde 1936, hay un programa de traducción, otro de no ficción y el Máster de Escritura Creativa en Español. El contexto es muy inspirador, se concentra gente súper brillante de todas partes del mundo. Luis Muñoz lleva el taller de poesía, con él he aprendido mucho, también con Horacio Castellanos o Charles D’Ambrosio. Formas parte de la compañía teatral La Tristura, ¿en qué se diferencia escribir teatro y escribir novela? En un sentido no se diferencia en nada, el impulso nace de los mismos lugares, uno tiene algo que decir, piensa en ello, lee, mira películas, escucha música, genera un mundo para esas ideas y trata de encontrar la forma que pueda contenerlas. Pero el teatro cuenta con cuerpos, permite la acción, y la política entra de una forma más clara. En otro sentido el cambio más grande viene de llevar diez años trabajando con Celso Giménez e Itsaso Arana [sus compañeros de La Tristura], pensando y escribiendo juntos. En Iowa estoy sola en la habitación. ¿Cómo te llevas con el mar? Soy de Hoyuelos, un pueblo de Castilla. De una forma casi inocente, el mar ejerce un atractivo romántico. No importa si hace frío, no hay toallas,

¿Su generación? “Existe una falta de comunicación total entre novela, teatro, poesía, música, cine” Violeta Gil o hay prisa. Si llego al mar, tengo que meterme. Puedo llamar testigos que lo corroboren. ¿Qué crees que os une a la generación de escritores nacidos en los años 80? Existe una falta de comunicación total entre novela, teatro, poesía, música, cine. Tendemos a atomizar, el techo se queda muy bajo, se generan juegos de poder. Es evidente que tenemos que abrir espacios, permitir que fluyan las ideas y hablarnos de forma directa. Y para seguir con lo generacional, pienso en Romina Paula, Diego Zúñiga, Carolina Sanín o Giuseppe Caputo (que se graduó en mi mismo programa). Por PFF EL DUENDE 59


El pasaje

ilustrado Estos son los artistas que han llenado de imágenes las páginas de esta edición y a los que agradecemos enormemente su colaboración.

Alba Blázquez (Madrid, 1989) Ella,

humildemente, dice que “hace cosas”, lo que se traduce en imaginativas Ilustraciones (territorio en el que más motivada se siente), fotografías y diseño. Colabora con revistas, fanzines, marcas de ropa, bandas de música…. Hemos tenido el placer de acogerla en El Duende unos meses… ¡Vemos su futuro con mucho color! alba-blazquez.tumblr.com // Instagram: @albablazquezyo

Eva Vázquez (Madrid, 1970) De la arquitectura y la animación nadó hasta el papel. Con sus ilustraciones de mirada limpia viajamos por mar-tierra-aire, o entre sueños. Podemos verlas en portadas de libros, revistas y diarios de todo el mundo o en las páginas de opinión de El País. evavazquezdibujos.com Giulia Sagramola (Fabriano, Ita-

Julia Castaño /Mr Rabbit (Mérida,

1983) Es una ilustradora nacida en España que decidió cambiar el sol madrileño por la lluvia londinense. Comparte madriguera con sus cuatro gatas y un Mono, que son sus cómplices a la hora de idear sus locas creaciones. www.followmrrabbit.com // Instagram / Twitter: @i_am_mr_rabbit

Nadia Hafid (1990, Terrassa) Nadia Hafid Márquez es ilustradora. Licenciada por la facultad de Bellas Artes de Barcelona en la especialización de dibujo y graduada en Artes aplicadas por la Escuela Llotja de Barcelona. Actualmente compagina la ilustración para distintas marcas y publicaciones, con el campo de la narración gráfica. nadiahma.tumblr. com // Instagram: @nadihaf Nuria Cuesta/NisiNino (Barcelona,

lia, 1985) Ilustradora, dibujante de cómics y diseñadora gráfica residente en Barcelona. Colabora en revistas internacionales, aunque las ilustraciones para libros son parte fundamental de su trabajo. Ha “pescado” media docena de premios, el último, de la American Illustration & American Photography. www.giuliasagramola.it

1977) Nació en Barcelona, pero creció en Santander y Madrid. Ella dibuja (y es) el lado amable y dulce de la vida. Incluso si dibuja un monstruo, lo hace mostrando el lado sensible de este. Creativa, ingeniosa y versátil, trabaja tanto que no le da tiempo a actualizar sus trabajos en su web, pero puedes verlos habitualmente en la revista El Duende. nisi-nino.blogspot.com.es // Instagram: @nuricues

Hittouch /Héctor San Andrés (Ma-

Pedro Sega Tan pronto ves una de sus

drid, 1987) En sus clases de biología descubrió que lo que le gustaban eran las ilustraciones de sus libros. Y de forma natural se lanzó a dibujarlas. Por nuestro catalejo le vemos haciendo trabajos de branding ilustrado, avanzando, pasito a pasito, en el mundo editorial. Está a punto de lanzar su nueva web www.hittouch.es

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creativas obras en una fachada (comisariada) de la ciudad, que en revistas o en la piel de un asistente a una fiesta, como la que organizan Kraken y El Duende para presentar la edición que tienes en tus manos). Armado con pluma, lápiz u ordenador, se inspira en la ficción y la realidad, en todo lo que le rodea, desde la calle a las noticias de los periódicos. pedrosega.es

Shinda / Beatriz Coello (Madrid, 1990) Autodidacta desde que tiene capacidad para coger un lápiz, logró pasar los exámenes de acceso a la Escuela de Arte nº 10 (con sudor Red Bull y lágrimas). Reside en Barcelona, donde trabaja como tatuadora. Su obra es visceral, oscura y densa, y pretende suscitar inquietud en el espectador y servir como terapia a la propia autora. Colecciona huesos y cráneos de animales. Facebook.com/shinda.kohi // Instagram: @shinda_tatoo Svabhu Kohl Vive en un pintoresco pueblo costero, en el sur del estado de Goa (India), junto al Índico. En esta edición vemos su trabajo pasado a tonos oscuros, pero sus delicadas ilustraciones, llenas de detalles, y pobladas de animales marinos o frondosos bosques, son tan coloridas como el paisaje que le rodea. behance.net/svabhukohli // Instagram: @svabhukohli Verónica Durán / Diente de Coral (Vigo, 1983) Ilustradora autodidacta afincada al suroeste de Galicia, donde también el mar es un bosque. Su ilustración para esta edición, Corazonar, es “un homenaje a esa mancha bellísima e inquietante de los algares”. Instagram: @diente_de_coral // dientedecoral@gmail.com

Jorge López (Sevilla, 1990) Dibuja desde pequeño y empezó a pintar graffiti en la adolescencia. Estudió Bellas Artes en Sevilla y Bilbao, donde se inició con el tatuaje, que es a lo que se dedica, junto a la realización de murales. La ilustración que ha creado para nosotros está inspirada en la canción Mar Amargo, de Camarón. Instagram: @jlr_tatuaje // jlrtatuaje@gmail.com


EL

LIBRO

del

MAR

#libronegroduende Ilustraciรณn: detalle de cubierta de la ediciรณn, por Iria Alcojor


ARTE BAJO EL AGUA Es posible llegar donde otros no han llegado, luchar por unos ideales, mostrárselo a otros y crear auténtica belleza bajo el agua. La prueba es el escultor, activista y fotógrafo Jason de CairesTaylor y otros que han seguido su estela. Hablar de arte bajo el agua es hablar de su obra, un increíble trabajo escultural repartido por todo el mundo, y de sus principios. Por Ylenia Álvarez Fotos: Jason DeCaires Taylor / CACT Lanzarote

ada día se destruyen nuevos hábitats, se pierden especies enteras y el cambio climático altera las condiciones de vida. Jason de CairesTaylor está convencido de que pueden hacerse pequeños cambios que pueden generar un gran impacto y el primer paso para lograrlo es crear conciencia ambiental. ¿Cómo lo hace? Sensibilizando sobre la salud general del medio ambiente a través de su obra escultórica. Sus trabajos son arrecifes artificiales creados a partir de cemento de grado marino, no tóxico, pH neutro, libre de contaminantes nocivos, que se convierten en una parte integral del ecosistema local. Este cemento es muy duradero, tiene una textura áspera que anima a las larvas de coral a adherirse y prosperar, mientras que los rincones de oscuridad formados por los pliegues de sus trabajos proporcionan viviendas para peces y crustáceos. Así, poco a poco, sus obras escultóricas han conseguido repartirse por todo el mundo. En 2006 creó el primer parque de escultura submarina del mundo en la costa oeste de las Bahamas, ahora considerado como una de las 25 maravillas del mundo por National Geographic. Desde entonces De CairesTaylor ha creado varios museos y parques escultóricos submarinos con colecciones de más de 850 obras públicas de tamaño natural. Entre estos se encuentra el Museo Atlántico (2016), una colección de más de 300 esculturas sumergidas y formas arquitectónicas en Lanzarote, la primera de este tipo en aguas europeas que, según datos de 2016, ya ha logrado un considerable incremento en los índices de diversidad y abundancia de especies, siendo frecuentado por tiburones ángel, bancos de barracudas y sardinas, pulpos, esponjas marinas y la ocasional raya mariposa. 62 EL DUENDE


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300 esculturas y formas arquitectónicas bajo las aguas de Lanzarote conforman el primer museo de arte sumergido de Europa El museo, que ocupa un área de 50 m2 de lecho marino arenoso (originariamente desprovisto de vida), está formado por diez instalaciones que aspiran a reflejar la contemporaneidad y nos trasladan algunos interrogantes sobre el uso de los recursos naturales. Para el autor tiene especial importancia la colocación de esculturas, para maximizar el impacto ambiental positivo, y por todo ello ha ganado numerosos premios de escultura y fotografía. Entre ellos, el Global Thinker 2014 por la Política Exterior, descrito como el Jacques Cousteau del mundo del Arte. La escultora Cristina Iglesias con Estancias sumergidas creó otro bello ejemplo de arte submarino. La artista española

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aceptó el reto de la Fundación Mexicana para la Educación Ambiental de crear una obra que recordase el compromiso con los ecosistemas y recursos marinos y terrestres de la región de la Baja California. Según palabras de la propia autora, “las Estancias Sumergidas nacen como un monumento en la isla Espíritu Santo a un programa de preservación y, a la vez, son un refugio para la vida. Un lugar-pantalla entre el manglar y el mar abierto. Un lugar creado para que la vida lo habite y transforme. Sus paredes/celosías conforman espacios interiores en los que se puede ‘estar’. Pero, también desde la superficie, la visión lejana conmueve y provoca un deseo de acercarse”. El arte bajo el agua también toma caminos más surrealistas, emocionales y

pasionales, aunque quizás más desprovistos de ese componente activista. Denis Lotarev, por ejemplo, pinta cuadros bajo ella que se desdibujan complicando su lectura. La fotógrafa Jessica Fox busca sensaciones nuevas a través de fotos de amigas relajadas hablando o maquillándose. En Italia, sin embargo, el Cristo de Guido Galletti, sumergido frente a la abadía de San Fruttuoso a veinticinco metros de profundidad, llama más la atención que tantos y tantos Cristos terrestres y, aunque no es agua salada, en el lago Qiandao, en China, hay toda una antigua ciudad sumergida, “visitable” haciendo submarinismo. Activismo o no, con intención de crear conciencia por la conservación marina o no, el agua suma al arte un misterio, unas características únicas que conmueven.


Una visita al mar en plena superficie Foto: ©Archivo Museo Nacional de Arqueología Subacuática l proyecto del El Museo Nacional de Arqueología Subacuática, ARQUA, en Cartagena nació en los años 60 cuando se produjeron en el litoral de la Provincia de Murcia una serie de hallazgos subacuáticos por parte, tanto de buzos aficionados como de la Armada. Eso motivó a que en 1970 se creara un Patronato específico dedicado a este tipo de excavaciones y en 1980, ante la necesidad de una sede, se decidiera crear este museo. Su actual sede, inaugurada en 2008, es además un edificio proyectado por el premio Nacional de Arquitectura Guillermo Vázquez Consuegra, y su especial concepción mereció ser exhibida en el MoMA de Nueva York. ARQUA cuenta con una amplia colección para que nos adentremos en más de 2.500 años de historia de la navegación, procedente de yacimientos subacuáticos de la cultura fenicia o romana,

hasta el s. XIX con el pecio Nuestra Señora de las Mercedes. También muestra información sobre los primeros navegantes, sobre el comercio del Mare-Nostrum y se adentra en la construcción naval y la navegación gracias a las réplicas de cuatro barcos relacionados con las diferentes áreas temáticas que se exhiben. En los últimos años, el museo ha crecido también gracias a donaciones y depósitos estatales y de las Comunidades Autónomas, y gracias a la colaboración que el centro realiza con otros organismos. Desde el año 2014 cuenta además con la sección ‘La navegación oceánica’ que incluye el interesantísimo cargamento de la fragata Nuestra Señora de las Mercedes. Hundida en 1804 por la armada inglesa en tiempo de paz, dicho cargamento fue recuperado por el Estado español en los tribunales de Estados Unidos a una empresa cazatesoros en 2012. EL DUENDE 65


AYALA SERFATY Inspiración marina Aunque parezcan recién llegadas del espacio exterior, las piezas de esta artista multidisciplinar israelí están inspiradas en nuestra naturaleza marina y terrestre. Obras de arte que son a la vez luminarias y piezas de mobiliario. Todo un ejercicio de funcionalidad, diseño y expresión artística. Por Tere Vaquerizo · Foto: luminarias de Ayala Serfaty De qué manera ha influido el mar en tu trabajo? Siempre me ha fascinado. Primero, porque la vida en nuestro planeta fue creada en el agua, y segundo, porque ya desde los años 90, cuando hice mi transición de las Bellas Artes al arte más relacionado con el diseño, el mar, sus imágenes, su mitología y simbolismo generaron los cimientos de mis obras. Los fenómenos marinos me inspiraron muchísimo en mis comienzos. Durante un tiempo estudiaste en Londres, pero finalmente volviste a Tel Aviv, ¿de qué forma te inspira esta ciudad? Tel Aviv es, ante todo, mi hogar. Uno no puede elegir el lugar donde nace, como tampoco puede elegir a su familia, pero tengo la suerte de amar mi ciudad. Me siento en casa aquí, y sentirme como en casa es fundamental para mi trabajo. Además, es un lugar especial. Es una ciudad muy nueva, construida por los inmigrantes desde cero, su historia se remonta a sólo 100 años, no tiene tradición, pero tiene la mejor arquitectura moderna. Es informal 66 EL DUENDE

y enérgica de una manera que encaja a la perfección con mi temperamento. Es muy acogedora, tiene buen clima, y el mar está a diez minutos a pie de mi casa. Aunque tus piezas son verdaderas obras de arte, también son funcionales, ¿cuál es tu intención cuando las creas? Lo que intento es precisamente conseguir la conjunción de ambas cosas. Todas mis sillas son confortables, las luminarias proporcionan una luz cálida y suave… No son solo obras para mirar, también se pueden disfrutar. Me encanta el reto de la funcionalidad, tanto como el desafío que supone hacer una obra de arte, pero sobre todo me gusta poder unir ambos mundos.

“Cada pieza se crea permitiendo que los materiales y las manos sean libres y vayan dejando su huella” ¿Se podría decir que en tus obras hay una parte planeada y otra parte improvisada? Los aspectos relacionados con la función y el diseño general suelen estar bien planificados, pero cada pieza está hecha a mano en un trabajo que dura muchas semanas, y por eso cada una de ellas se crea permitiendo que los materiales y las manos sean libres y vayan dejando su huella en el resultado final. ¿Cuánta gente trabaja contigo? Cuatro artesanos trabajan conmigo en mi estudio a diario.

Una vez que tienes una idea, ¿cómo decides con qué materiales realizarla? En mi caso lo primero que elijo es precisamente el material, las ideas surgen a partir de éste. Mis materiales favoritos son el vidrio y el fieltro, por la gran cantidad de cualidades que tienen. Soma, una de tus series más populares, continúa evolucionando… ¿cómo ha sido esta evolución desde el inicio hasta ahora del diseño de esta luminaria? Su evolución es constante, y no va en ninguna dirección específica. Hacemos solo unas pocas piezas cada año, trabajando varias semanas en cada una de ellas. Cada vez que empezamos una nueva pieza tenemos una experiencia distinta, y el proceso es ligeramente diferente. ¿De cuál de tus piezas te sientes más orgullosa? La verdad es que una de las piezas que más me gustan es la que realicé para el Oceanografic, en Valencia. Lo visité de nuevo el año pasado y me sentí muy feliz de ver lo bien que se relaciona con el espacio interior. ¿Has expuesto alguna vez en España? He realizado varios proyectos en España pero nunca he expuesto mi obra, me encantaría hacerlo. ¿En qué piezas nuevas trabajas? Desde hace unos años las galerías suelen preferir exponer nuevos trabajos en las ferias internacionales. Las nuevas piezas que estamos haciendo ahora se mostrarán el próximo otoño en London PAD y en el Salón de Arte y Diseño de Nueva York. También estoy haciendo trabajo en vidrio fundido a gran escala. Si todo va bien lo presentaré en 2018. www.ayalaserfaty.com


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the kraken

rum Recibe su nombre de la mítica y legendaria bestia marina. Destilado en el Caribe, está elaborado a partir de la dulce melaza natural que se obtiene gracias a la caña de azúcar cultivada en la zona. Se utilizan levaduras naturales para la fermentación. Kraken Rum es añejado en barridas de roble entre 12 y 24 meses antes de ser infusionado con un abanico de botánicos secretos entre los que se incluyen la canela o el clavo y, por supuesto, el jengibre que tanto le caracteriza.

W iki - kraken us enormes ojos, conectados a un nervio óptico muy sensible le permiten ver en las más abismales profundidades. Suele vivir a mil metros de profundidad, y solo en ciertas ocasiones sube a la superficie para saciar su hambre.

unque esto nunca ha sido documentado, algún fanfarrón afirma haber cazado al Kraken tan solo con arpones y pura determinación. Pero este tipo de armas no suelen hacer mella en esta bestia.

e cree que es una especie que evolucionó desde una ballena prehistórica que poseía aletas y una suave pero resistente piel.

us poderosos tentáculos aplastan el acero y sus ventosas succionadoras, afiladas como navajas, dan pocas oportunidades a sus presas.

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ispone de un agudo sistema de detección de movimiento. Un olfato que detecta la sangre y unas mandíbulas demoníacas. omo buen cefalópodo posee un sistema defensivo de expulsión de oscura tinta, aunque también la usa para crear al desconcierto y terror en sus futuros alimentos.


C oncurso

de microrrel atos marinos

El mar ha inspirado a grandes autores de todas las épocas para escribir historias, como las que contiene esta misma edición. De la mano de Kraken Rum te propusimos en las redes sociales de El Duende que liberases tu creatividad y escribieses un microrrelato inspirado en el mar. El ganador ha recibido una edición especial fabricada en cerámica de la botella de Kraken Rum acompañada de un vaso de inspiración ‘Tiki’, como el de la foto.

E l relato ganador: “Con su pala de plástico comenzó a excavar cerca de la orilla. Tiempo después, una pequeña muralla casi tapaba la puesta de sol. Le extrañaba que, como siempre, no comenzase a brotar agua filtrada. En la siguiente palada la herramienta se dobló contra un objeto duro. Siguiendo un manual improvisado de arqueología, con sus dedos comenzó a rebañar su silueta y un relieve oscuro y brillante fue apareciendo bajo sus uñas y sus yemas”. (Verónica Terrón)

“Estando en Madrid, ella no añoraba la playa, sino el mar. Decidió crear el suyo propio con las lágrimas que había derramado”. (Nuria Ferol) “Sonó la alarma del despertador y casi de inmediato se incorporó en la cama. El camarote estaba en penumbra, solo rasgada por la hilera de pequeñas luces anaranjadas que guiaban hacia la salida de emergencia. Corrió las cortinas de terciopelo y vio el ahogado reflejo de su silueta ante la negra inmensidad submarina”. (Manuel Lucas)

Disfruta de un consumo responsable 40 º

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mixología

mar El terror de los océanos, oscuro y salvaje te sugiere para este verano algunos de los mejores e intensos cócteles de Kraken Rum

Spicy pinneaple (Directo/removido)

50ml Kraken Black Spiced Rum 30ml Puré de Piña · 25ml Zumo de Limón 15ml Buffalo Trace Bourbon · Bitters de Pimienta y Whisky Añejado · Top Ginger Ale Decoración: 2 Hojas Piña y Pimienta Molida 70 EL DUENDE


KRAKEN STORMY 50ml Kraken Black Spiced Rum Ginger Beer Lima Exprimida

Tiki -tri

Octopus 50ml Kraken Black Spiced Rum 1 Lima · 15ml Orgeat · 15ml Puré de Mango 10ml Mermelada de Jengibre Dash Bitter de Cacao

Kraken destroyer

40ml Kraken Black Spiced Rum 50ml Kraken Black Spiced Rum macerado 20ml Capucana Cachaça · 40ml Puré de Plátano en Café Quemado y Jengibre Zumo de ½ Lima 20ml Zumo de Limón · 50ml Zumo de Naranja Decoración: Jengibre fresco 20ml Sirope de Canela · Decoración: Romero y arándanos y Hierbabuena

Disfruta de un consumo responsable 40 º

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Iria Alcojor Portadista de la edición Iria Alcojor siempre tuvo devoción por el mundo del tatuaje pero primero desarrolló su faceta como ilustradora. Hasta que un día en 2013 tuvo la oportunidad de contar con el material necesario e hizo su primer tatuaje. Una idea le rondaba la cabeza desde los quince años: le parecía un orgullo que alguien llevara un dibujo suyo en su cuerpo. Por Henar Ortega · En la foto: Iria Alcojor junto a una de sus obras 72 EL DUENDE


“El mar siempre me produce un cierto sentimiento de nostalgia” ¿Hace falta ser un lobo de mar para tatuarse? El tatuaje está cada vez más extendido y hay gran variedad de estilos, así que cualquiera puede encontrar el tatuaje acorde a su persona. ¿Ha venido mucha gente a pedirte un tatuaje que le ayudase a cerrar una etapa y abrir otra? Si claro, cada uno tiene sus motivos, pero supongo que ese es un motivo comodín para cualquier cambio especial, incluso para un nuevo corte de pelo. En cuanto al diseño, ¿qué es lo más demandado? Suele ser un nombre, un corazón, alguna geometría... pequeños tatuajes. A mí me encantaría que fueran cosas un poco más atrevidas. ¿Cuáles son los motivos marineros que más se siguen solicitando? El ancla. La historia del tatuaje en Occidente está muy ligada al mar, ¿es el mar una fuente de inspiración para ti? Si, entre otras muchas cosas. Siempre me produce un cierto sentimiento de nostalgia y me encanta imaginarme en una isla desierta bebiendo de un coco, descansado y desconectando por fin la cabeza. ¿Practicas algún deporte acuático? Como mucho salgo a correr o me pongo un tutorial de YouTube y hago yoga [risas]. ¿Cuál es el tatuaje más grande que has hecho? El más grande fue un Ave Fénix en todas las costillas, para una chica que es una titana y lo aguantó genial. ¿Y el más pequeño? Pequeño no se decir, un corazoncito, una estrellita... No recomiendo los tatuajes demasiado pequeños, envejecerán peor. s una tatuadora convencida en el rol de los tatuadores como artistas, que tienen su propia obra personal, y que pueden realizar una obra única y verdaderamente especial. Sus referentes vienen de la cultura punk, glam, queer, pero también de la naturaleza, cine, vivencias... ¿Qué es para ti un tatuaje? Para mí es la oportunidad de tener el trabajo de un artista. Es la forma de ver las cicatrices internas que deja el paso del tiempo (buenas y malas) y convertirte tú mismo en una pieza de arte. ¿Tatúas en blanco y negro por convicción? Tatúo en blanco y negro porque mi trabajo de ilustración fue perdiendo color cada vez más. Creo que el negro me resulta muy elegante y no chirría con ningún otro color, siempre es muy estético y está lleno de simbología y alma.

¿Cuál es el mejor momento del año para hacerse un tatuaje? Cualquiera, solo tienes que pensar en tus vacaciones. Las primeras dos semanas tienes que proteger el tatuaje del mar o la piscina y del sol si vas a torrarte vuelta y vuelta. Mucha gente cree que no puede tatuarse en verano, pero no es así, puede darte el sol, lo malo es que esté expuesto a este de forma intensa. ¿Cómo está el panorama para las mujeres en el mundo profesional del tatuaje? Como en todos los aspectos de la vida, la mujer es apreciada por unos, infravalorada por otros, y observada como minoría atípica por algunos. Yo no he tenido que soportar ningún maltrato claro, pero alguna compañera de profesión ha sido rechazada por un cliente por el único hecho de ser mujer. EL DUENDE 73


Tripulación tatoo El mundo del tatuaje es amplio y global. Basta con echar un vistazo a instagram y a las millones de publicaciones que centran los tatuajes. Hemos preguntando a algunos jóvenes pero grandes artistas algunas claves de su profesión. Por Henar Ortega · Fotos: arriba, Prada_tattoo; debajo izquierda, @haine924; derecha, @FVEGO

es un tatuador ubicado en el estudio “Human Fly” en Madrid. Sus diseños se basan en elementos arquitectónicos y ornamentos de distintos lugares del mundo. Una parte muy importante de su trabajo sucede fuera del estudio y lejos de agujas y tintas. Para él escuchar al cliente es vital. “Traduzco el simbolismo que la persona quiere representar a través de geometría abstracta y jugando con la parte del cuerpo escogida. No me gustan las cosas explícitas”. Es consciente de que su trabajo perdura toda la vida en la piel del cliente, y de la responsabilidad que ello conlleva. Motivos marítimos explícitos no ha tatuado, pero sí se ha basado a veces en los elementos y en las fórmulas físicas y químicas del agua. Va muy tatuado, y asegura aprender también siendo tatuado por otros.

vive en Barcelona. Desarrolla su trabajo allí y de forma itinerante por otros puntos de la geografía. Cuenta con formación artística pero asegura que eso no tiene nada que ver con la que es su profesión. “Mis influencias son muy variadas: tatuaje carcelario, underground, y, en general, la historia del arte, civilizaciones clásicas, iconografía tibetana, coreana, japonesa…También me interesa mucho todo el mundo de los tatuajes que son códigos, como los rusos, o algunos de las colonias francesas en África. Dice encontrarse en pleno proceso de aprendizaje y estar interesado en la parte de la artesanía que implica el tattoo, el proceso en sí, el observar cómo se comportan las distintas pieles, y todo lo que conlleva el oficio, más que la resolución gráfica del deseo del cliente en sí.

es un tatuador que vive y trabaja en Alcorcón, en el estudio “Drama tattoo”. El número de su nombre se lo debe a 924 concept, un colectivo de fotografía, ilustración, vídeo y música con el que está elaborando todos sus proyectos. “Siempre he pensado que el tema más universal que existe es el amor, por eso siempre me inspiro en eso, aunque creo que nunca lo he mirado desde un punto de vista positivo”. En sus tatuajes usa imagen y texto porque aunque prefiere expresarse a través de dibujos o formas, confiesa que a veces le gusta ofrecer un mensaje más directo. “Lo mejor de ser tatuador es hacer algo que siempre me ha gustado como es ilustrar e ir esparciendo vallas publicitarias de mi trabajo por el mundo”, asegura. En diseños marineros tiene claras sus preferencias: “El ron y el echar de menos a una mujer”, aunque los que más le piden son timones y aves. 74 EL DUENDE


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Cómic

...o a lo mejo que no se quie enterar.

¡en este país siempre tienen algo que celebrar! parece como si los ee.uu aún no se hubieran enterado de que el resto del mundo está patas arriba...

mar interior Hacemos escala en algunos personajes de cómic con más millas navegadas. Por Christian Osuna · Viñeta de la edición 50 aniversario de La balada del mar salado, de Hugo Pratt (Norma Ed.)

I.

No podría decir si mis primeras lecturas fueron cómics o novelas. Tampoco ayuda mucho que el primer recuerdo sean las Joyas Literarias Juveniles, las adaptaciones literarias que publicó Bruguera en los setenta. Eran tebeos de grapa que prometían “300 ilustraciones a todo color” como si la cantidad de viñetas fuera un argumento de venta. Y evitando las palabras historieta o tebeo porque no estaba claro, a ojos de maestros y padres, que fueran apropiados para nuestra formación. Pero el mar estaba allí, claro. En El Pirata, de Walter Scott, el Moby Dick de Melville, las 20.000 leguas… de Verne y el Sandokán de Emilio Salgari. Y en otros títulos no tan evidentes, pero inscritos en el género de aventuras pasadas por agua como Un capitán de quince Años, Escuela de robinsones (todo un subgénero el de los náufragos) o Aventuras del capitán Hatteras. Luego llegó Corto Maltés, icono de los tebeos desde que empezamos a darles consideración. Su autor, el veneciano Hugo Pratt, parió un personaje taciturno, sagaz, tenaz y, muy a su pesar,

II.

76 EL DUENDE

emocionante y honesto. Las aventuras de Corto le llevan lejos del mar en muchas ocasiones, infiel testigo y poético trasunto del libertario Pratt, también viajero, intenso, poliédrico y buscavidas. Pero lo primero que se nos viene al olfato cuando pensamos en el buen amigo Maltés es salitre. Huele a la brisa del mar. La primera imagen es la de su rostro en primer término, la mirada oculta bajo la visera de su gorra y la dura sombra que proyecta un sol caribeño abrasador. A su espalda las olas golpean la playa dramáticamente o acarician la arena con la calma tras la tempestad. Tempestades que Corto Maltés habrá sabido capear, y navegar hasta llegar a puerto y desembarcar habiendo aprendido o perdido, algo o alguien, más allá de la línea del horizonte. A Tintín le pasa como a Corto, son un género en sí mismos. Uno decía “me gustan los tebeos de piratas, los del espacio o los de la selva”. Pero también podía decir que le gustaba Asterix o le gustaba Tintín. Por cierto, Asterix y Obelix también navegaron lo suyo y con los piratas que infestaban las aguas del Imperio Romano no se llevaba muy bien, si le preguntas a los piratas. O muy bien, si le preguntas a Obelix. Por su parte, el joven belga tenía poco de periodista y mucho de aventurero y su relación con el mar quedaría formalizada cuando conoció

III.

al Capitán Haddock en El Cangrejo de las Pinzas de Oro. Juntos serán náufragos en Stock de Coque y buscadores de tesoros en El Tesoro de Rackham el Rojo. Haddock es el paradigma del marino en secano, fuera de lugar, contrapunto torpe e histriónico, que acaba sus días varado en el castillo de sus antepasados, lejos de las mareas y tempestades en las que se desenvuelve con pericia, si está lo suficientemente bebido. Todo empieza y todo acaba en Moebius. Incluso en el universo fantástico y psicotrópico del alter ego seudónimo de Monsieur Giraud, el dibujante del western protagonizado por el Teniente Blueberry. Las aventuras de Arzach, las del Mayor Fatal o las del propio autor (ver Moebius Inside) transcurren en universos y parajes desérticos, donde el mar ni se concibe. El Mayor es un extraño protagonista: cazador, colono, conquistador y creador de sus propios mundos, en El Garage Hermético de Jerry Cornelius intentará resolver el desastre metafísico-cuántico-mecánico que el Ingeniero Barnier provocó en el taller, -o deberíamos decir astilleros- del Sr. Cornelius. No hay olas ni brisas yodadas. Y todo ocurre en un sintético y prístino universo hasta que El Arquero del Destino desencadena con una flecha el tormentoso, barroco y dramático océano que nos aguardaba comprimido en una esclusa… en nuestro interior.

IV.



Océano sostenible de la utopía a la realidad Cuando decimos que vivimos en la Tierra, parece que olvidamos que el 70% de su extensión la ocupan los océanos. ¿Deberíamos llamarlo planeta Agua? Vale, no nos metamos en estos berenjenales…El problema no viene de su definición, sino del hecho de que un gran porcentaje de la población humana no es consciente de que su “salud” afecta a la nuestra, a la de nuestro clima, a la de los alimentos que consumimos y a nuestra seguridad. Por Inma Flor · Foto: Nathaniel Hayag, Plastic [not] fantastic, Punggol Beach, Singapur

egún un informe de la ONU, “los océanos absorben aproximadamente el 30% del dióxido de carbono que generamos. De ahí también el vital protagonismo que tienen los océanos en la reducción del impacto del calentamiento global”. El testigo lo ha recogido en España REDS (Red Española para el Desarrollo Sostenible) bajo las jornadas “El océano, clave para la sostenibilidad”, celebradas en Madrid en junio pasado, que incluyeron un desarrollo teórico y otro práctico, de puesta en marcha de soluciones. Si a día de hoy, tal y como comentó Carol Portabella, presidenta de la Fundación Príncipe Alberto II, “hemos conseguido que un espacio con tanta riqueza como son los océanos se hayan convertido tristemente en un lugar de desecho de basuras”, algo debemos hacer para contrarrestarlo. Para la exministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, es necesario “Encauzar el talento de los expertos en materia de sostenibilidad hacia la política”. Uno de estos, presente en las jornadas, fue Rémi Parmentier, director de Varda Group, que apuesta decididamente por “eliminar las ayudas públicas que contribuyen a la sobrepesca y a la pesca ilegal”. Apuntó el dato de que anualmente se destinan unos 18.000 millones en subvencio78 EL DUENDE

nes que considera “dañinas” y que podrían ser utilizados para cubrir otras necesidades, ya que “las grandes flotas industriales reciben 187 veces más ayudas públicas que los pescadores a pequeña escala y por eso estos siempre están en desventaja”. Precisamente este concepto se ha llevado a la práctica, como señaló Iñigo Losada, director de Investigación de IH Cantabria, a través de un proyecto realizado para la FAO, para facilitar el acceso de los pescadores artesanales en pequeña escala a los recursos marinos y a los mercados en lugares como Qatar, Egipto o Costa Rica. En nuestro país, como apuntó Laura Rodríguez Zugasti, directora de Marina Stewardship Council (MSC) de España y Portugal, “las cofradías de pescadores de Vizcaya y Guipúzcoa, al haber llevado a cabo la certificación de sus capturas de anchoas, bonitos y sardinas, son la parte visible del éxito de las prácticas de pesca sostenible y de su comunicación al usuario, cada vez más sensibilizado, a través de un sello o certificado que las identifica en los lugares de venta”. Esta sensibilización dio sus frutos, por ejemplo, con el atún rojo, del que sufrimos escasez hace diez años: “gracias a la presión la sociedad civil los políticos tomaron medidas adecuadas para atajar el problema, como


EL DUENDE 79


comentó José Luis García Varas, responsable del programa marino de WWF. Uno de los aspectos más visibles habitualmente en los medios de comunicación es el de la invasión de basura en el océano y las costas. Y no basta con concienciar para que el desastre no aumente, sino que hay que resolverlo, como proponen proyectos como el denominado “Plastic Busters” (cazadores de plásticos) puesto en marcha desde Italia por la Red de Desarrollo Sostenible del Mediterráneo. Su portavoz, Cristina Panti, habló de la necesidad de “elaborar un plan de acción para la reco-

“Hay especies en las que el plástico supone un 80% de la comida que digieren” (Cristina Panti, SDSN del Mediterráneo)

gida de basura marina por parte de los 33 países bañados por el Mediterráneo. Hay especies en las que el plástico supone un 80% de la comida que digieren”. Un plan que los miembros de su organización ya han puesto en práctica a pequeña escala. Y la sueca Maria Svane, investigadora y miembro del SDSN Northern Europe, además de ahondar en la necesidad de este plan de recogida de plásticos comentó que es necesario reducir la contaminación que producen los barcos y disminuir las emisiones que contaminan las aguas. reds-sdsn.es

el limpiador de océanos

Suena utópico, pero limpiar los océanos de plásticos podría ser una realidad gracias a The Ocean Cleanup, una idea desarrollada por Boyan Slat, un holandés de tan solo 22 años. Por Tere Vaquerizo n nuestro planeta, ahora mismo, hay cinco grandes islas de basura marina producida sobre todo por la acumulación de plásticos. Uno de los más grandes está en el Pacífico. Pero el mayor problema no está en los plásticos de gran tamaño, sino en las pequeñas partículas que van generando y que son todavía más difíciles de detectar y eliminar. Por suerte para nuestros océanos Boyan Slat abandonó sus estudios de ingeniería aeroespacial en 2013 para centrarse en desarrollar The Ocean Cleanup, un sistema pasivo que cuenta como gran aliado con las propias corrientes oceánicas, y que puede separar esas partículas sin dañar el plancton. El año pasado, Boyan y su equipo, compuesto ya por más de 60 profesionales, instalaron el primer prototipo en el Mar del Norte. Se trata de una gran estructura flotante que actúa como barrera, cuyos brazos forman unos embudos que 80 EL DUENDE

empujan los residuos hacia la plataforma. Una vez allí el agua se filtra y la basura queda almacenada en contenedores para ser posteriormente recogida y reciclada. Recientemente han anunciado que gracias a la observación de cómo ha evolucionado este prototipo han realizado mejoras, como un sistema móvil o de deriva con pantallas flotantes en forma de U que canalizan el plástico a un punto central. A pesar de que por su juventud algunos no le han tomado muy en serio, Boyan ha recibido ya numerosos premios y financiación suficiente (más de 30 millones de dólares) para llevar a cabo su proyecto. Con este dinero ha anunciado que instalará el primero de sus “limpiadores” en el Pacífico Norte en 2018 (dos años antes de lo previsto). Y si todo va bien, asegura que podría eliminar aproximadamente un 50% de la basura de esta zona en solo cinco años. Bravo. www.theoceancleanup.com


RUM, SODOMY & THE LASH * PLAYLIST DUENDEMAD.COM El mar siempre ha alimentado la melancolía de músicos y escritores, pero también es una fuente en la que chapotean melodías joviales y veraniegas. Os presentamos la única playlist que flota en agua salada. Por Miguel Ruiz Manzano · Foto: PJ Harvey © Hope Six Joan Manuel Serrat, Mediterráneo. Considerada como la mejor canción pop-rock española de todos los tiempos por la Rolling Stone, Mediterráneo ha sido la única manera de unir a catalanes, valencianos, baleares, murcianos, ceutíes, melillenses y andaluces en un mismo sentimiento. Camera Obscura, Lunar Sea. El mar muchas veces es un etéreo escenario de ensoñaciones, especialmente cuando sus aguas son extraterrestres y acaban convirtiéndose en esta nana de los escoceses Camera Obscura que bien merece una siesta en la tumbona. The Beach Boys, Sail on Sailor. Resulta irónico que

Dennis Wilson, una de las voces principales de este quinteto californiano, decidiera hacer pellas el día de la grabación para probar una nueva tabla de surf que se había comprado, por lo que finalmente colocaron al guitarrista Blondie Chaplin frente al micrófono, logrando así un resultado final con mucha alma. Mientras el estribillo canta “sigue navegando, marinero”, nosotros decimos: “sigue surfeando, Dennis Wilson”. Julio Iglesias, La Mer. Aquí donde la veis, esta versión de La Mer interpretada por el gran fucker de las baladas sirvió de banda sonora para El Espía que Sabía Demasiado, una película con un reparto de grandes señores del cine como Gary Oldman, Colin Firth, Tom Hardy y Benedict Cumberbatch. Aunque no seas fan de Julio, el contoneo de este tema te atrapa, ¡y lo sabes! Otis Redding, (Sittin’ On) The Dock of The Bay. Tan a gusto estaba Otis Redding en la bahía mirando cómo las olas bañaban la orilla que no pudo evitar terminar esta canción con una de las melodías silbadas más emblemáticos de la

historia de la música. Alan Menken y Howard Ashman, Bajo el Mar (BSO La sirenita). “Sé que trabajan sin parar y bajo el sol para variar, mientras nosotros siempre flotamos bajo el mar”. Te lo dice un cangrejo que canta calipso, no es para tomárselo a broma. Led Zeppelin, The Ocean. La guitarra incendiaria de Led Zeppelin azota sus llamas mientras Robert Plant compara a sus fans con el océano. ¿Se sentirá el cantante como Poseidón sobre el escenario mientras el público mueve sus olas? The Police, Message in a Bottle. El protagonista de esta canción seguramente se sienta como el único oficinista que se queda currando en agosto. Por todos los que se sientan identificados, deseamos que el mensaje de la botella llegue a buen puerto y se traduzca en unas buenas vacaciones en septiembre. Jack Jones, The Love Boat. Al escuchar esta melodía es inevitable recordar aquellas sonrisas plásticas y bronceados exagerados que lucían los protagonistas de Vacaciones en el Mar. ¿Quién se mojará para

hacer un remake de la serie? Hidrogenesse, ¿Quién maneja mi barca? Nos reímos mucho con el dúo Ojete Calor, pero Hidrogenesse ya supo hacer parodia electro-pop con uno de los mayores naufragios de España en Eurovisión. PJ Harvey, Down by the Water. Queridos músicos amantes del buen videoclip: cuidado con esas tomas tan maravillosas que grabáis buceando en el agua. Con Down by the Water, PJ Harvey sufrió una experiencia cercana a la muerte cuando intentó salir a la superficie, ya que la pesada peluca que le pusieron para el rodaje estuvo a punto de ahogarla en las profundidades. Su último single, The Camp, junto a Ramy Essam, es una llamada de atención de apoyo a los refugiados que tratan de cruzar el Mediterráneo para llegar a Europa. *Título del segundo disco de la banda anglo-irlandesa The Pogues, en cuya portada hacían un homenaje gamberro a ‘La balsa de la Medusa’, de Géricault. Su cancionero está repleto de referencias al mar, los navegantes y la emigración. EL DUENDE 81


Now_Then La moda del Reciclaje Del amor incondicional de Andrea Salinas por el mar nació esta marca de ropa de baño sostenible. Diseños elegantes realizados con materiales eco-premium, como tejidos creados a partir de plásticos y redes reciclados procedentes del mar. Hablamos con Andrea para sumergirnos en el universo Now_Then. Por Tere Vaquerizo · Foto: pieza de la colección Biomarine Qué te impulsó a lanzar tu marca? Now_Then surge en un momento en el que quería emprender un proyecto personal centrado en moda y ecología. Quise darle un enfoque personal, partiendo de mi gran pasión que es el buceo y la conservación marina, y crear así una marca inspirada y comprometida con el océano. ¿Tenías ya experiencia en el mundo de la moda? Estudié Business Management en la Universidad de Navarra y Diseño de Moda en IED Madrid, y después trabajé como diseñadora y compradora de moda antes de lanzar mi propia marca. ¿Cómo encontraste estos tejidos sostenibles? Al principio concentré mis esfuerzos en la investigación de nuevos materiales, buscando la máxima calidad y los tejidos más punteros en sostenibili82 EL DUENDE

dad. Utilizamos tejido reciclado a partir de plásticos y redes retirados del mar, y neopreno japonés que reemplaza el petróleo con el mineral calcáreo, que es una fuente mucho más abundante y posibilita un proceso mucho más respetuoso con el medio. La ropa de baño es muy estacional, ¿cómo has enfocado tu negocio teniendo esto en cuenta? Somos una empresa pequeña, con apenas un año de vida, nos dedicamos a diseñar y fabricar en invierno y a comunicar y vender en verano. Lo difícil es tener muchas colecciones al año, eso es algo que sólo pueden hacer los grandes y es una vorágine en la que no me veo mucho. Sí que estamos ampliando producto. Este año, por ejemplo, hemos introducido una línea de toallas fabricadas artesanalmente en Turquía. ¿Qué es lo que te ha resultado más difícil a la hora de emprender? Emprender no es fácil, pero creo que si tienes un propósito se convierte en el motor de tu día a día. Diría que lo más complicado ha sido encontrar los talleres especializados donde poder hacer los acabados de alta calidad que queríamos, de estos quedan muy pocos en España. Entonces, ¿toda vuestra fabricación es nacional? Fabricamos un 90% de nuestra colección en pequeños talleres de España, y la parte de neopreno en Asia, ya que es un sector específico de allí donde encontramos tanto el material eco que queremos como la producción. ¿En qué te inspiras para diseñar tus colecciones? Siempre parto de un

concepto a la hora de diseñar, hago “colecciones-historias”. La primera ha sido “Biomarine”, y está inspirada en el mundo submarino, en los colores y las texturas del fondo del mar, con una influencia de los deportes acuáticos como el surf o el buceo. “Isle of women” es nuestra nueva colección, inspirada en lo femenino y su conexión con las fuerzas de la madre naturaleza. Siguiendo la línea sporty-luxe que nos caracteriza, es una colección elegante con detalles aprendidos de la lencería. Has ganado un premio del British Council al Mejor Proyecto de Moda Sostenible, ¿qué ha supuesto para ti? Primero fue una gran alegría que con apenas unos meses de andadura me dieran el premio a mejor proyecto de moda sostenible, y además, ha sido genial tener el apoyo del British Council que se ha volcado con nosotros tanto a nivel comunicación como promoviendo eventos e iniciativas. ¿Vendéis solo online? Por el momento sí. Recibimos pedidos no sólo de España, sino de toda Europa, y también de algunos países extranjeros, incluso de sitios tan lejanos como Bali o Hawái. Creo que concentrar nuestros esfuerzos en el medio online nos abre las puertas de cualquier lugar del mundo, pero el mercado español es también muy importante para nosotros. ¿Qué proyectos tienes para el futuro? Seguir trabajando mucho para consolidar Now_Then como la alternativa de eco-lujo en moda baño y resort. www.nowthenlabel.com


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‘AMA’ LAS NINJAS DEL MAR El mar las quería desnudas. Los pechos al descubierto, una bandana en la cabeza y el taparrabos llamado fundoshi. Amarrado a este llevaban un cuchillo, y una cuerda de esparto ataba sus cuerpos al barco como un cordón umbilical. Así trabajaban las ama, buceadoras a pulmón del Pacífico, rastreadoras de perlas, ostras y marisco. Lo que en japonés quiere decir “mujeres del mar”. Por Andrea G. Bermejo · Imágenes: foto fija de la película Ama-San hora su aspecto es otro. Neoprenos negros, aletas, plomos en la cintura, “como si fuesen guerreras, ninjas del mar”, dice Cláudia Varejão. De la lectura de un libro de poemas nació su documental Ama-San (2016), un delicado y bello retrato de estas cazadoras marinas tan antiguas como el Manyōshū –colección de poesía japonesa del siglo VIII–, aunque la leyenda les

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atribuya 3.000 años de historia. “Las ama, siendo mujeres, traen consigo un universo muy complejo – recuerda la directora–: son frágiles y fuertes, bucean en el agua pero se protegen con fuego, viven entre el mar y la tierra, son cazadoras y madres de familia, son mujeres y hombres todo en un mismo cuerpo”. En peligro de extinción, cada vez son menos las ama que viven del mar. Según la BBC, de las 18.000


que llegó a haber, quedan 2.000 buceadoras en Japón, casi todas concentradas entre Mie, Iwate e Ishikawa. “Es un trabajo muy violento. Todos los años muere alguna ama en el fondo del mar, quedan atrapadas entre las algas”, explica Cláudia. Y, sin embargo, no hay ama anciana que se plantee dedicar su vida a otra cosa. Trabajando hasta los 70 y 80 años y con mayor capacidad pulmonar que sus compañeras jóvenes, es habitual que sigan buceando hasta que sus cuerpos resistan. Las ama llegan a sumergirse hasta 30 metros de profundidad, durante uno o dos minutos, y al salir a la superficie emiten el llamado isobue, el silbido del océano con el que normalizan su respiración. Después, buscan el calor: en una cabaña (amagoya) se reúnen juntas alrededor de una hoguera y se quitan el frío mientras, en el mismo fuego, cocinan los tesoros de su recolección. Ama-San no es sólo la historia de sus inmersiones, es también una descripción pausada de sus vidas fuera del agua: sus rezos para alejar a los tiburones, las actividades extraescolares de los niños, las amagoyas y los karaokes que, según Cláudia, “les ayudan a trabajar la capacidad respiratoria”. “Las ama oyen mucha música, sobre todo enka, que es una música romántica y antigua con letras dramáticas sobre mujeres que sufren pero que sobrevi-

“Es un trabajo muy violento. Todos los años muere alguna ‘ama’ en el fondo del mar, atrapada entre las algas” ven al dolor”, añade la directora que pudo contar esta historia gracias a una beca de la Fundación Oriente de Portugal. Haciendo gala de su fama de introvertidos y reservados, los japoneses no se lo pusieron del todo fácil a Cláudia Varejão. “Encontré varios pueblos junto al mar donde las ama buceaban diariamente, pero eran mujeres muy cerradas, no entendían mi interés en ellas. Eran comunidades pescadoras con un lado muy tribal, ancestral”, recuerda. Algo similar tuvo que sentir el antropólogo Fosco Maraini cuando las vio por primera vez al llegar a la isla Hekura Hegura-jima: mujeres bronceadas y semidesnudas engullidas por el mar. Este italiano refugiado en Kioto durante la II Guerra Mundial que acabó internado en un campo de concentración de Nagoya por su rechazo al fascismo fue, junto a Yoshiyuki Iwase, uno de los fotógrafos que con más poética inmortalizó a las ama.

La suerte cambió para la directora de AmaSan en una aldea muy pequeña llamada Wagu. “Era domingo y las calles estaban vacías. Encontré a un pescador que llamó a un amigo que hablaba inglés y que tenía una amiga que era ama. En pocos minutos apareció una mujer bellísima”. Era Mayumi, una de las protagonistas de la película, cuya generosidad permitió a Cláudia embarcarse a la mañana siguiente junto a otras siete mujeres. “Al final del viaje les dije que quería hacer una película sobre ellas y me preguntaron que por qué. Les sorprendía que en Portugal las mujeres no buceásemos”. “Lo más sorprendente de las ama es el hecho de que sean mujeres –reflexiona la cineasta sobre esta excepción a una sociedad patriarcal en la que la mujer sirve al hombre–. Son independientes y hacen un trabajo considerado masculino porque implica fuerza física y riesgo”. Pero, ¿por qué ellas y no ellos? Hay quien lo atribuye a la grasa corporal, mayor que la de los hombres y que las protege del frío. Y, también, a los orígenes del oficio: esperando a los hombres que salían a navegar, sus mujeres aguardaban en las playas a que regresasen y mataban el tiempo picando del mar. Pero las ama ya no esperan. Estas mujeres, según Cláudia, “valientes, que se dedican con vigor y fragilidad al trabajo en el mar y a sus familias”, son mujeres fuertes. Como ninjas del mar. claudiavarejao.com/ama-san EL DUENDE 85


La mar de películas El mar como paisaje, personaje, presencia… El cine siempre lo ha tenido en cuenta, a pesar de la máxima de un productor de Hollywood que declaró que una película en el mar era sinónimo de fracaso. A través de una docena de emparejamientos recomendamos 25 películas (con trampa en una) que tienen el mar, de un modo u otro, como protagonista. Por Israel Paredes • Fotografía: Piratas del Caribe: La venganza de Salazar. Actualmente en cartelera. ©Disney Enterprises, Inc. All Rights Reserved. 86 EL DUENDE


Con Kraken

Furia de titanes (Louis Leterrier. 2010) / Piratas del Caribe, El Cofre del Hombre Muerto (Gore Verbinski, 2006) El Kraken, pulpo gigante de la mitología escandinava, apareció en los inicios del cine en Under the Seas (1907), de Méliés. Después, diversas películas, refiriéndose al Kraken como tal o usando un pulpo gigante, han recurrido a él. Elegimos la primera de las películas por la escena en la que Liam Neeson dice aquello de ‘Liberad al Kraken’. Y el Kraken, es liberado. Y la segunda, por lo espectacular de su aparición engullendo a un barco tras tragarse antes a Jack Sparrow.

Otros monstruos marinos

Tiburón (Steven Spielberg, 1975) / Orca, la ballena asesina (Michael Anderson, 1977) Después de la película de Spielberg, para toda una generación ir a la playa no fue lo mismo. Mucho recelo incluso cuando nadie había visto un tiburón. La película recondujo al cine norteamericano en muchos sentidos y mostró que en el mar anidan animales con ganas de pelea. Luego vinieron sus secuelas y variaciones, como la segunda propuesta, en la que Michael Andersen decidió narrar todo desde el punto de vista de la Orca, que también tenía cosas que decir.

Solos frente al mar

La vida de Pi (Ang Lee, 2012) / Náufrago (Robert Zemeckis, 2000) Desde Robinson Crusoe la figura del náufrago ha sido recurrente a pesar de los más que evidentes beneficios de quedar aislado de todos y de todo. Ang Lee llevó el digital a cuotas elevadas de imaginación en un sentido de gran cine poco usual en el presente. En la segunda, Tom Hanks nos enseñó que un balón puede ser un amigo más de fiar que los de carne y hueso.

‘Thrillers’ marítimos

Náufragos (Alfred Hitchcock, 1944) / El mar no perdona (R. Sale, 1957) Si has de naufragar, mejor solo que mal acompañado, porque como muestran estas dos películas, para sobrevivir, todo parece posible, y surge una realidad: el ser humano, en situaciones extremas, es un ser discutible.

Piratas inusuales

La mujer pirata (Jacques Tourneur, 1951) / Viento en las velas (Alexander Mackendrick, 1965) Películas de piratas hay muchas, pero no está de más rescatar a una de las pocas mujeres que interpretaron un papel esencialmente masculino, como tampoco lo es recuperar la segunda, en la que un grupo de piratas despiadados son doblegados y humillados por unos niños.

Después del estreno de ‘Tiburón’ de Steven Spielberg, para toda una generación ir a la playa no fue lo mismo. Catástrofes marinas

Salida del amanecer (Roy Ward Baker, 1950) / La aventura del Poseidón (Ronald Neame, 1972) El mar, como escenario para la catástrofe. La primera fue profética en lo que mostró y casi ni se estrena por ello. La segunda, todo un hito en los setenta, que convirtió el mar en un infierno en una época en la que se destruía en pantalla todo lo habido y por haber.

Comedias marítimas

Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959) / Operación Pacífico (Blake Edwards, 1959) Billy Wilder situó al mar como testigo de la máxima ‘Nadie es perfecto’. Blake Edwards mostró un submarino rosa y cómo unos sujetadores podían servir para arreglar unas máquinas.

Lo que esconde el mar

20.000 leguas de viaje submarino (Richard Fleischer, 1954) / Abyss (James Cameron, 1989) Que bajo el mar hay todo un mundo desconocido es algo que no se le escapa a nadie. Julio Verme lo desplegó en su novela que fue adaptada con gran tino por Richard Fleischer. James Cameron pensó que quizá para buscar vida extraterrestre, mejor mirar a las profun-

didades marítimas. En cualquier caso, no queda claro si es prudente asomarse al fondo del mar.

Animación marina

Buscando a Nemo (Andrew Stanton, Lee Unkrich, 2003)/ Ponyo en el acantilado (Hayao Miyazaki, 2008) Íbamos a recomendar La sirenita, pero teniendo a la Pixar y a la Ghibli…La primera es una de las grandes cintas de animación contemporáneas, perfecta en todo, como lo es también la segunda, del gran Miyazaki, quizá su película más infantil y una de las mejores.

Guerra en el mar

No eran imprescindibles (John Ford, 1945) / Master and Commander (Peter Weir, 2003) Con la II Guerra Mundial el cine bélico encontró un filón en el mar, pero elegimos la primera porque tardó mucho tiempo en ser reconocida como una de las grandes películas de John Ford, y la segunda porque no está de más recordar siempre a Peter Weir, quien en este título recuperó el cine clásico de aventuras.

Surferos

El gran miércoles (John Milius, 1975) / Le llaman Bodhi (K. Bigelow, 1991) John Milius narró una historia de amistad y habló de la generación del Vietnam a través de tres amigos con secuencias de surf que siguen teniendo una factura visual increíble. Y Kathryn Bigelow, con la segunda, demostró que una directora podía rodar la acción de igual manera que un hombre en un clásico ya del cine policíaco de los noventa, con secuencias en el mar inolvidables.

Final frente al mar

Muerte en Venecia (Luchino Visconti, 1971) / La dolce vita (F. Fellini, 1960) No es el mar el paisaje principal de ninguna de las dos, pero sus finales son muy recordados, y el mar tiene gran presencia. Bogarde pasea su decadencia por Venecia de forma ampulosa y acaba muriendo frente al mar, mirando aquello que desea. En la segunda, Fellini regaló a Mastroianni uno de los grandes finales de la historia del cine frente al mar. (Hacemos trampa e incluimos también el final de Los 400 golpes de Truffaut, con Antoine Doinel huyendo hasta el mar). EL DUENDE 87


Kepa Acero La nueva ola G o og le E ar th er a su GPS. Buceaba a través de fotografía satelital en busca de olas vírgenes. Estudiaba rompientes, marejadas, dirección del viento, profundidades del agua, apuntaba las coordenadas y se iba. Kepa Acero (Algorta, 1980) era surfista profesional. Hasta que un día, inspirado por los exploradores estadounidenses de la década de los setenta, decidió abandonar la competición y surfear ‘fuera de pista’. Por Rebeca Queimaliños Fotos: @kepaacero ntre la frustración de viajar sin libertad de movimiento y la libertad, escogió la segunda opción. Pero el pasado 2 de enero casi pierde la vida en ‘casa’. Surfeaba en la bahía de Mundaka y se cayó de la tabla a 40 kilómetros por hora. Golpeó la cabeza contra el suelo y su médula espinal se salvó por escasos tres milímetros. “Es irónico que, después años cabalgando playas vírgenes y desconocidas, sufra un accidente en el País Vasco. Pero, precisamente, ese pudo ser el motivo: me relajé demasiado porque conocía la playa con los ojos cerrados”. 88 EL DUENDE

la imagen, donde le gustaría estar. “Fijaba la mirada en esa fotografía para recordar lo que soy. Pese al accidente, quiero volver a estar dentro de ese tubo”. Ese mar es su oxígeno. Sesenta días después del accidente regresó al agua. Primero en un lateral. Después sobre la espuma. Días después sobre olas inofensivas. Y en agosto viajará a Indonesia.

Recuperó la consciencia durante unos segundos y creyó que era imposible sobrevivir Kepa Acero se cayó de cabeza y el impacto fue salvaje. Recuperó la consciencia durante unos segundos y creyó que era imposible sobrevivir. Las piernas y sus brazos no respondían, perdió la visión y pensó que ese fundido a negro era infinito. Sin embargo, despertó en el Hospital Universitario de Cruces (Barakaldo) con tres vértebras rotas y una cervical desplazada. El médico le dijo que había sido un milagro que tuviese sensibilidad y él colocó una fotografía enorme de Mundaka en su habitación para que la pared le recordase donde estaba y,

No tiene nada que ver con la inconsciencia, si no con respirar. “Creo que no sé ser sin el mar”. Kepa no es muy de reivindicar ni de colocarse centrado en la foto. En un momento de su vida decidió abandonar el circuito profesional y, su idea era tan outsider que los patrocinadores dejaron de serlo. Después regresaron. Precisamente por eso, porque su proyecto era tan real que querían estar ahí. Pero esa es otra historia. Lo importante es que Kepa, pese a viajar sin rumbo, nunca ha perdido el norte. “Los meses de hospital sentí una sensación de agradecimiento que me gustaría no olvidar nunca. Nunca he restado importancia a la gente que me rodea pese a pasar mucho tiempo fuera de casa, pero este episodio sólo ha hecho reforzar mi gratitud a la gente que tengo cerca y a las cosas que me rodean”. Entre esas cosas está Mundaka. Es su bahía favorita. Porque las olas, aunque peligrosa, son tubulares. Es un arma de doble filo: belleza contra riesgo. “Para que una ola te envuelva tiene que haber marea baja y eso multiplica el peligro”. ¿Volverías a coger esa ola? No esa, pero sí todas las que vengan.


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la luz de la vida Con el nexo común de la vida marina bioluminscente conectamos un relato autobiográfico sobre una noche inolvidable y una entrevista con uno de nuestros cocineros más innovadores, Ángel León, que el año pasado presentó en Harvard a este plancton como ingrediente revolucionario en sus platos.

premio de una noche de verano Era el verano del 2013. Había tenido unos meses previos, cómo decirlo, bastante intensitos en lo profesional y en lo personal. Pero las vacaciones estaban ahí y Galicia me esperaba. Había quedado con dos buenas amigas a las que no veo con tanta frecuencia como me gustaría y todo salió, como era de esperar, de perlas. Por Henar Ortega · Foto: plancton luminiscente en Penmon Point (Reino Unido) © Kev Lewis es que las Rías Baixas son un paraíso estival, sobre todo cuando hace bueno: 90 EL DUENDE

playa, hincharse a berberechos y otras delicias a la fresca, conciertos en El Náutico de O Grove, baños gélidos para despejar las amodorrantes resacas… Y un planazo a la vista: coger un barquito como el de Los Lunes al sol y disfrutar de un par de días en ese oasis que son las Islas Cíes. Agua turquesa, arena blanca, nosotras, el camping, y jornadas perezosas por delante, ¡qué más se puede pedir! Pues que nos tocara la lotería. Y no es un decir... ¡nos tocó! Estábamos por la tardenoche al fresco ya ataviadas con forros polares (sí amigos, en Galicia el 15 de agosto hace bueno, pero sin pasarse) tomando tan ricamente un Cola Cao (así fue, voy a ser fiel a los hechos…) y allí mismo nos dio por comprobar un cupón de la ONCE que habíamos comprado de una forma muy casual horas antes. “Siete, cinco, ocho, seis, cuatro…”, enumeraba a mis amigas leyendo la pantalla de resultados de sorteos

desde el móvil. Y ellas, ojipláticas, empezaron a reír sin parar, espetando un “¡estás de coña, no puede ser!”. Pues sí, lo fue. Teníamos un número premiado. No con el gordo pero, oye, nadie le hace ascos a doscientos y pico euros, sobre todo en vacaciones. y, qué narices, no nos íbamos a quedar nosotras sin la ilusión de poder decir “nos ha tocado la lotería”. De verdad, era una señal. Pero no sería la única. Tan felices tras conocer nuestro nuevo presupuesto extra, corrimos al restaurante que hay en el embarcadero nada más llegar a la isla. ¡Había que gastarse esa panoja! y aquel era, seguro, el sitio adecuado donde cenar como marquesas (vestidas con leggins como de dormir y forros polares, pero ese es otro tema…). Así que nos metimos entre pecho y espalda una cena maravillosa al borde del mar, con las olas más fuertes salpicando nuestra mesa y delicias por doquier. Una luna radiante iluminaba la


escena. Y de postre, licor café. Y de repostre, copas. Y bailes. El lugar se fue llenando de gente, almas solitarias que buscaban algo de movimiento en la tranquila isla. ¡Incluso aparecieron en barco unos que venían de despedida de soltero, que atracaron y se unieron! Estábamos en el centro neurálgico de la tierra. Esa noche, ese sitio. Nada podía ser más mágico ni más divertido. Era imposible. O eso creíamos hasta que en un arrebato de diversión veraniega sin límites y asalvajamiento de urbanitas en la naturaleza, nos pareció una gran idea lanzarnos corriendo a esas gélidas aguas a bañarnos en pelotas. Pero, ¿qué pasa aquí? ¿esto qué es? ¿está vuestro barco iluminado? La respuesta era no. Boquiabiertos, hipnotizados, perfectamente conscientes de que lo que estábamos viendo y tocando, empezamos a chapotear, a gritar, a cantar, a bailar y jugar con esa agua en nuestras manos, observando la preciosidad de textura y color fosforescente que adquiría. Parecía agua densa y fosforito. Parecía Blandiblú. Y también parecía que el mundo se detenía esa noche. Que esa luna llena quiso que estuviéramos allí las tres, que nos tocara la lotería, que nos riéramos de esa manera después de meses.

Tras presentar el año pasado en Harvard vuestro proyecto para emplear en cocina zooplancton bioluminiscente, ¿qué viene tras la luz? En el proyecto de la bioluminiscencia marina seguimos trabajando y ahondando. Actualmente, junto con el departamento de I+D, estamos intentando extraer la púrpura de unas cañaíllas para incorporarla a nuestras elaboraciones, recuperando así una tradición fenicia en la que se usaba esta púrpura para teñir tejidos. ¿Qué más se va a encontrar el comensal esta temporada? El menú Mar de Fondo, compuesto por veintiún bocados salados y tres dulces, en los que reconocerá muchos sabores que le evoquen el mar. Este año es nuestro décimo aniversario y hemos intentado pasar por una batidora todo lo ocurrido hasta ahora y tamizarlo para conseguir una cocina mucho más equilibrada.

ÁNGEL LEÓN Reinventar la cocina marinera Al cocinero Ángel León, se le conoce también como el Chef del Mar, y es que, viviendo en un pueblo tan marinero como es El Puerto de Santa María (Cádiz), ha podido sentir su influencia desde bien pequeño, lo que ha marcado la dirección de su carrera y el significado de su cocina. Charlamos con él sobre su universo marino. Por Victoria S. Bravo · Foto: Aponiente Cuál es el primer recuerdo relacionado con el mar que te asalta? Lo asocio a mi infancia ya que desde muy pequeño me gustaba salir a navegar y pescar con mi padre, un gran aficionado a la pesca náutica. Digamos que es mi vía de escape, mi punto de encuentro conmigo mismo, mi mejor hábitat y mi fuente de inspiración. Por lo tanto, sobra decir que tiene un papel importantísimo en tu cocina, ¿no? Desde Aponiente reinventamos la cocina marinera que siempre se ha conocido. Podríamos decir que vivimos con la continua obsesión por extraer del mar todo lo que éste nos puede ofrecer, por descubrir nuevos ingredientes y cocinar especies que otros no hayan cocinado aún. ¿Y cómo es la relación que tienes con los marineros que abastecen tu cocina de producto? Muy directo y diario. Dada la exigencia que nos aplicamos a nosotros para dar lo mejor a nuestros clientes es coherente hacer lo mismo con nuestros proveedores.

¿Cuáles serían tus consejos para aquella persona que se aventura a vivir por primera vez la experiencia Aponiente? Que se deje llevar, que venga dispuesta a dejarse sorprender y que se deje “envenenar” por nuestra esencia. Estrellas de mar y gastronómicas. La segunda de la guía Michelin llegó en el año 2014 coincidiendo con el traslado del restaurante desde Puerto Escondido hasta el Molino de Mareas, un local mucho más espacioso y con una luz mágica. ¿Esperas la tercera estrella? Trabajamos duro dando lo mejor de nosotros para conseguir mantener las dos que tenemos. Mentiría si te dijera que no soñamos con conseguir la tercera pero la clave está en presentar lo mejor a nuestros clientes, eso es lo más importante. ¿Es El Puerto de Santa María el lugar donde echar el ancla o tienes pensado explorar nuevos mares? Lo cierto es que me gusta navegar y salir a descubrir otros mares e influencias con los que poder ampliar conocimientos y miras, pero ya viví el momento en el que tuve que decidir dónde quedarme y me quedé con El Puerto. De los mares que has conocido, ¿cuáles te han impresionado más? Los Fiordos noruegos y los de Mauritania. Y si tuvieses que transformarte en un animal marino éste sería... Una partícula de plancton, porque anda libre dejándose llevar por las corrientes marinas. aponiente.com EL DUENDE 91


A la deriva

con Ai Weiwei

Dos reporteras del ‘Deutsche Welle’ siguen los pasos de Ai Weiwei por Lesbos, Idomeni, Gaza y otros puntos calientes de la crisis de refugiados. El resultado es un documental, A la deriva, que sirve de relato transmedia a la mayor catástrofe de nuestro tiempo. Por Benjamín G. Rosado · Fotos: arriba, Eva Mehl (izq.) y Bettina Kolb © Ute Pfeiffer; a la derecha, Ai Weiwei a bordo de una lancha © Bettina Kolb n joven refugiado llega exhausto a las playas de Lesbos y allí, sobre la misma orilla, alguien le pregunta cómo se siente. No imagina que su interlocutor es Ai Weiwei, el artista más poderoso e influyente del planeta, también el más controvertido y cuestionado. El activista chino preparaba entonces un proyecto sobre los refugiados que culminaría en un documental (Human Flow, que se estrena este verano) y una instalación artística que cubrió las columnas de la Konzerthaus de Berlín con 14.000 chalecos salvavidas. En su viaje por el mundo le acompañaron Eva Mehl y Bettina Kolb, dos periodistas del Deutsche Welle. Durante más de un año, las reporteras grabaron con sus cámaras a Ai Weiwei observando el mundo a través de la suya. El resultado es otro documental, A la deriva, que sirve de relato transmedia al fenómeno de los refugiados. Eva Mehl vivió un par de años en Beijing, donde pudo entrevistar a Ai Weiwei en varias ocasiones. “Cuando la ciudad se estaba preparando para los Juegos Olímpicos, Weiwei fue una de las pocas voces críticas contra el gobierno”, cuenta la periodista. “Tuve la oportunidad de conocer desde dentro el proceso artístico de su estudio y documentar el montaje de su famosa exposición de Múnich, pero siempre mantuve una distancia prudencial”. Nada que ver con el nuevo documental, en el que las reporteras alemanas se convierten en la sombra del artista. “Más que arriesgado, me lo tomé como un proyecto impredecible. Es imposible planificar un día con Ai Weiwei. Así que optamos por un método de trabaja que combinara organización, flexibilidad y paciencia. Él se mostró siempre muy abierto y dispuesto a colaborar”. 92 EL DUENDE

“Ai Weiwei quiere llamar la atención sobre lo que considera una de las mayores catástrofes de nuestro tiempo”


Con sus imágenes y entrevistas a los refugiados, pero sobre todo con su presencia ante las cámaras, Ai Weiwei quiere llamar la atención sobre lo que considera una de las mayores catástrofes de nuestro tiempo. “Su vida ha estado marcada por el desarraigo del exilio”, explica Bettina Kolb. “Su padre, el famoso poeta Ai Qing, fue enviado a un campo de trabajo cerca del desierto del Gobi por el régimen de Mao el mismo año en que nació. En 1981 se trasladó a Nueva York, donde vivió otros doce años como exiliado. Y ahora vive un nuevo exilio como residente en Berlín”. En 2011 el Gobierno chino le retiró el pasaporte y le acusó de evadir impuestos. Como consecuencia, Ai Weiwei permaneció 81 días encerrado en una celda bajo la atenta mirada de dos soldados. “Desde entonces teme por la seguridad de su familia y por la suya propia”.

A la deriva recoge el momento en que Ai Weiwei regresa a Beijing después de varios meses para reencontrarse con su madre. “Fue un día de verano extremadamente caluroso”, recuerda Mehl. “Su madre, emocionada por ver a su hijo después de tanto tiempo, se mostró muy amable”. Les ofreció agua, fruta y albóndigas chinas. “Me pregunté si la cámara estaría arrebatándoles un pedazo de su intimidad, pero nos hicieron sentir tan cómodos y partícipes que no dejamos de grabar…”. En un rapto de espontaneidad, la madre llega incluso a sermonear a su hijo frente a la cámara. “¿Cómo has podido cambiar tanto?”, le espeta. “Antes eras un chico guapo, dulce y bien vestido. Ahora llevas cualquier cosa sacada de la basura”. Como preámbulo a la despedida, la madre le hace prometer que seguirá visitando China, al menos mientras ella viva. “Claro, mamá”, responde el artista. “Quién podría impedírmelo”.

Más allá del valor testimonial del trabajo de Ai Weiwei, que recoge todo tipo de objetos para exhibirlos después en una galería de Nueva York, la retina del espectador se resiente en varios momentos del documental. Sobre todo, cuando el artista chino manda instalar un piano blanco en mitad de un campo de refugiados. Ante la presión de las cámaras, la niña que debe tocarlo se queda bloqueada y sin saber qué hacer mientras Ai Weiwei trata de persuadirla. “Me ha costado tanto traerlo…”. No menos polémica es la recreación que el propio artista hace del cadáver de Aylan Kurdi, el niño sirio que apareció en una playa de Turquía para convertirse en símbolo del drama de los refugiados. “Nuestro documental no pretende juzgar a nadie”, asevera Mehl. “Queremos que sean los espectadores quienes saquen sus propias conclusiones”. Puedes ver el documental A la deriva en dw.com/es EL DUENDE 93


love

boat

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“Love, exciting and new…” Es escuchar este soniquete y tararear inconscientemente la cancioncilla que nos acompañó durante tantos veranos de nuestra infancia. Con el tema musical de Vacaciones en el mar, aquella comedia televisiva de los 80 ambientada en un trasatlántico que realizaba cruceros de lujo por diferentes lugares del mundo, atracamos nuestro ‘barco del amor’ en una de las míticas costas de la serie, la de Puerto Vallarta. Por Laura S. Lara · A la izda. arrriba, Playa escondida; debajo, Isla Marietas; a la derecha, Sayulita Nos acompañan a bordo del Princesa del Pacífico? “… come aboard, we’re expecting you…” Nuestra ruta de la nostalgia recrea el primer itinerario de la emblemática Riviera mexicana para descubrir la cara más auténtica de México, la que tiene salida al Pacífico. Con los pies en tierra firme, ponemos camino a Sayulita, uno de los denominados Pueblos Mágicos cercanos a Puerto Vallarta y Riviera Nayarit, que constituyen todo un reclamo para los que buscan descubrir los vestigios del ‘México profundo’. Sayulita es el destino del surf con mayúsculas en la Riviera, y también uno de los lugares con más magia del Pacífico, con sus calles empedradas, sus tradicionales construcciones, su ambiente hippie chic y el colorido arte huichol que inunda cada rincón. Aquí probaremos los tacos de Natty’s, compraremos souvenirs de diseño en la tienda Revolución del Sueño y catrinas pintadas a mano en Esto es México, y probaremos los zumos, polos y helados naturales de Wakika. La comida no está incluida fuera del barco, una buena excusa para probar platillos típicos como el camarón zarandeado o la almeja reina preparada en su concha. Después, tiempo libre para coger olas en la Playa de los Muertos. La cena será en Los Xitomates, un restaurante con encanto situado en el corazón de

Punta de Mita. El chef, Luis Firch, será nuestro anfitrión en esta hacienda de techos de palapa, paredes blancas y rodeada de cactus imposibles, durante una noche en la que probaremos los bocados más tradicionales de esta tierra. Si traen el traje de baño, quizás les dé tiempo a darse un chapuzón en su infinity pool con vistas a la selva nayarita.

La “Playa del Amor” acaba de reabrir al turismo tras la recuperación de las colonias de coral que forman parte de su ecosistema

do con el medioambiente que una de sus villas se levantó alrededor de una piedra de origen volcánico, convertida en bañera para no alterar el entorno natural. Después de pasar la noche en tan abrumador enclave, toca madrugar para disfrutar de otra de las joyas del Pacífico, las Islas Marietas. Bañador, protector solar y valor para nadar en mar abierto son los únicos requisitos que harán falta para desembarcar en Playa Escondida, también conocida como Playa del Amor, que acaba de reabrir al turismo tras la recuperación de las colonias de coral que forman parte de su ecosistema. Para proteger este tesoro natural, tan sólo 116 personas pueden visitar la playa cada día, durante treinta minutos y en grupos de no más de quince personas. Para acceder a este increíble cenote hay que nadar unos metros con casco y chaleco salvavidas y entrar por una pequeña cueva. Preparen la GoPro. Será como llegar por primera vez La playa de DiCaprio. Con un poco de suerte, en el viaje de ida o de vuelta avistaremos a los delfines y ballenas que viven en libertad en las aguas del Pacífico. De vuelta a Puerto Vallarta, aprovecharemos para visitar los puntos clave de la ciudad: el Muelle de los Muertos, la Isla del Río Cuale, el Malecón, la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe, el mirador de Matamoros, y tendremos tiempo libre para recorrer sus galerías de arte y explorar por nuestra cuenta el Mercado Municipal, cuyas laberínticas callejuelas se unen a un mercadillo exterior que invita a un agradable paseo.

Alerta de mosquitos, no olviden los repelentes. Pasaremos la noche en la selva, concretamente en Imanta Resorts, un Relais&Chateaux situado al norte de Bahía Banderas y rodeado de montañas y de fauna, que ocupa cerca de 100 hectáreas de selva tropical y costa y al que se accede como al mismísimo Parque Jurásico. Con unas vistas impresionantes del océano mexicano, las diez casas y dos casonas de piedra que conforman este hotel surgen de entre la selva y están ubicadas junto a la Sierra Vallejo, reserva de la biosfera y hogar de una gran variedad de especies que no se encuentran en ningún otro lugar del planeta. Un alojamiento tan comprometi-

La última noche en tierra será la más especial, pues cenaremos y nos alojaremos en la casa que Richard Burton le regaló a Elizabeth Taylor tras rodar La noche de la iguana, hoy un hotel boutique que aloja el restaurante La Iguana, cocina mexicana contemporánea con la firma del chef Eduardo Lucero Michaga. Casa Kimberly, la que fuera residencia de las dos estrellas de cine, ocupa dos casitas coloniales (una de Taylor y otra de Burton) conectadas por el Puente del Amor, diseñado como una réplica del Puente de los Suspiros de Venecia. Tras una velada de amor a la mexicana, volvemos a nuestras vacaciones en el mar. ¿Listos para embarcar? EL DUENDE 95


toma nota Libros con agua y sal

3D. Imprimir el mundo La exposición es una aproximación a la tecnología de impresión tridimensional y su impacto en disciplinas tan variadas como la medicina, la moda, la gastronomía o la arquitectura. Una mirada muy amplia a un fenómeno digital considerado la próxima revolución industrial. En la muestra pueden verse piezas como la primera colección de moda en 3D, prótesis impresas en 3D o la mayor obra de colaborativa arte en 3D. Del 15 de junio al 22 de octubre en la planta 4 del Espacio Fundación Telefónica (Fuencarral, 3 Madrid). Más información: espacio.fundaciontelefonica.com (Foto: Michiel Van Der Kley. Project EGG, 2014)

Si lo quieres para tu casa, está en Fnac Ha sido toda una sorpresa: además de ser un referente en venta de películas, libros, discos o productos de electrónica, Fnac ha lanzado una nueva división de venta de productos de estilo de vida y diseño para el hogar. Desde todo tipo de herramientas para la cocina, a pequeños electrodomésticos o cuidado personal. Esta expansión está planteada a partir de una cualificada prescripción de los 96 EL DUENDE

vendedores y una experiencia de compra con demostraciones de uso y actividades experienciales que se programarán dentro de la agenda habitual de Fnac Fórum y “estarán dedicadas a la cultura del sentirse bien”.

Además de los relatos de esta edición he aquí un chapuzón en títulos que se nos llenarán de arena en la playa. Para empezar, dos clásicos en uno: Cartas a Hawthorne (La Uña Rota), una selección de misivas que Melville escribió al autor de La letra escarlata. Éste lo animó a rematar Moby Dick, y a cambio, Melville le propuso un argumento literario que aún está por escribir, la historia de un marinero que dijo a su mujer que iba a embarcarse, pero se mudó a la casa de al lado, por el placer de mirarla. Otro recomendable título es Agua salada (Errata Naturae), una revisión traída a la actualidad del Primer amor de Turguénev, para los que quieran recordar lo ridículo que era ligar de adolescente. Aunque para raro, que te inviten a un crucero, seas testigo de un asesinato y todo acabe convirtiéndose en ciencia ficción: La mujer del camarote 10 (Salamandra). Y para antes de subir a la ola,: el exitazo Años salvajes (Libros del Asteroide), sobre el sentido de la aventura, la amistad, la familia, el periodismo y una obsesión: el surf. William Finnegan ganó el Pulitzer con este libro autobiográfico. / PFF


Oculto ante nuestros ojos El mundo onírico y enigmático del taiwanés Page Tsou muestra escenas de fantasía con influencias del manga, el arte urbano o la pintura tradicional oriental. Paisajes sumergidos o globos aerostáticos steampunk inspirados en ilustraciones retrofuturistas de finales del siglo XIX se mezclan con retratos en un estilo contemporáneo, como los de la serie “The And”, que nace de un proyecto llevado a cabo en Londres en el que dibujó tres mil caras en treinta días. Es conocido (y galardonado internacionalmente) por sus trabajos de ilustración para libros infantiles pero su ámbito de trabajo es variado, incluidos sus encargos para marcas como Gucci o Montblanc. Page Tsou. Hide-And-Seek [El juego del escondite]. Museo ABC de dibujo e ilustración. Hasta el 15 de octubre.

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