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Mi equipaje es lo que veo

M i equipaje es lo que ve o

Uno

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Y voy a poner Te quiero, voy a ponerme así, en Te quiero me pongo mejor, me cuadro el retrato, tal vez mejore en Te quiero, si aprendo a esperar desde mi infancia, quizás la divinidad me hable un día, quizás me hable en una canción del Gran Combo de Puerto Rico. Me pongo a ordenar lo visto. Me armo el equipaje con lo que veo. Es que mis ojos están llenos de huellas. Me pondré en el modo que me sientas. Me pongo en superficie profunda desde la segunda línea. Me escribo un viernes de 1989. Ya estamos en la tormenta, el nubarrón ya es el cielo, te hacés luz en mi pensamiento y salgo a caminar para buscarte los ríos, ya se alborota mi pecho latiendo. Casi soy un buzo para navegarte en el Te quiero de un renglón que se me tuerce cuando escribo en inglés, pero me pongo tu calle en el corazón. Es 1989 y los ríos se desbordan, me los pongo en los ojos para cuando puedas verme. Es 1989 y están

Sabes, desde mi infancia me he sentado así a esperar, siempre fui dócil, porque te esperaba.

Elena Poniatowska

William Rouge*

El recado abriendo las calles, el cielo de Medellín es un taladro. Me acomodo los ríos, aunque pavimenten las calles. Es 1989 y hay mucha tierra en las aceras. Me acomodo muchacha la esquina por donde vas, que no usás para el porvenir. Me pongo a mirar las vueltas del mundo cuando caminás hacia el colegio. El barrio sereno se vuelve violento. Me pongo los vuelos de tu falda de trece años y los cuadritos me acomodarán las palabras en el cuaderno de matemáticas, mucho cuadro para escribirme los recuerdos del porvenir, como si el viento y el sol fueran un recuadro donde se pinta el mar. También se me adentran los cuadros de tu ventana, como si mi asunto con la vida fuera un problema de encuadre. Voy a sentarme en el segundo renglón de mi infancia para ver un día antes de tus dieciséis años. Intentaré cuadrarme el corazón hacia donde te abotonas el sol. Te arrimaré muchacha bajo tu puerta la música que no fue para nosotros. Caminaré mucho barrio en tu calle

Poeta, docente universitario y profesor de creación literaria. Vive y trabaja en Medellín.

para pedirte la arrimada, recogeré las noticias de lo por venir y arrimaré mi boca al cuaderno donde te empaco, donde te llevo la creciente. Puedo empacarme la lluvia que me hizo el barrio donde te recorro. Yo puedo hacerte la creciente. Camino cien veces los doscientos pasos de la salsamentaria hasta la tienda donde venden buñuelos y empanadas, calladamente, con walkman rezo hasta tu puerta: … como si fuera la primavera yo muriendo…, … como si fuera la primavera yo muriendo…, como si fuera la… en cambio, qué espiritual sería que vos desabotonaras el sol y así yo muriendo.

Dos

No es que me canse, es que ya casi salís, así que regreso al atrio de la iglesia y ensalmo los ojos, me dejás sin vista, y vos me hiciste brujería y la misa no me sirve, serán tus ojitos o tal vez tu caminao o quizás esas cositas que en tu casa no me has da’o. Caminás rápido, en 1989 yo no puedo detenerme. Ser alguien cómo se hace, en el barrio, en la calle, en el Sur, ser alguien cómo se hace. No es que me canse, pero muchacha la vida dónde lo hace a uno, en qué cañada, en qué bus, en qué balcón, en qué música. No sé si sos vos o Medellín, no sé si sos vos o la poesía, pero debo alcanzarlas, no puedo detenerme, debo atajar las pelotas más envenenadas, soy el guardameta que corre detrás de la infancia, en mi cuaderno siempre estoy corriendo, si te veo no puedo detenerme. No sé si sos vos o Medellín, no sé si sos vos o la poesía, pero no me detiene nadie, atraparé el balón un día, una noche te alcanzo, te llego, atraparé un globo de mecha incandescente de los de diciembre, de alguna cosa del cielo me aferro, no puedo detenerme. Yo soy la creciente. Un día tu boca me hará ser alguien. Cómo se hace una casa corriendo tanto. Vos también caminás rápido antes de las siete, ya están en clase de Estadística y aún no llegás a la sumatoria del Te quiero, al café que tendré para vos en tres décadas. Ya me empaco en el oído cinco palabras nuevas que tengo para vos. Cuando voy por la calle me empaco algunas voces, recojo casi todas las que son buenas, las que me sirven para algún renglón. Son bonitas las palabras que me empaco en los ojos porque las vi por tu calle. Son muy nuevas las palabras que almaceno porque están en canciones, en películas y no en los libros del colegio.

Tres

Cuando voy por la calle cuento balcones parecidos al tuyo, si pudieras verme, tendría un inventario de palabras nuevas, nombres y números que pueden alumbrarme cuando tengas que irte del barrio y ya no sepa en qué noche de mi cuaderno estaba el corazón. Pero me regalaron en un trasteo un directorio telefónico, pesado y viejo, no importa porque en la tienda me dijeron que ahí uno encuentra gente, hasta busco el nombre Amanda, mi mamá aún no aparece. A lo mejor en otro año, en una vida sin tantas misas y enfermos, en una canción. Mi amigo Jaime toca guitarra, su abuelo le enseñó solo canciones de serenatas y yo le dije que estaba escribiendo un poema para vos sobre lo que se me ocurre cuando camino por tu calle. Esta semana pasamos tres veces mientras consultabas el Algebra de Baldor y me dijo que es amigo de tu abuelo, que es poeta con canciones y que vos cantás igual de bonito que él, que ganás todos los concursos de canto del colegio. Jaime me dice que se nota que no te gusto, que no te arrimarás a mi boca, que no nos cuadraremos ni siquiera en un retrato, que no me darás la arrimada, porque la poesía tuya tiene luz propia y que no me vas a ver, aunque pase todos los días por tu calle. Creo que tiene razón porque todos los días pasan muchas cosas, llegan patrullas de la policía, saludan a los del combo de la esquina, reciben algún paquete, se toman una gaseosa y se van, llegan camiones vacíos y al rato se van con dos o tres familias para un barrio alto, muy lejos, muy arriba en la montaña de lucecitas, cerca de la quebrada Santa Elena. Mucho equipaje por tu calle, mucho

trasteo y a veces me piden que ayude y a mí solo me gusta cargar los discos grandes, hay discos con muchachas en la carátula, de perfil, de frente, de espaldas, sentaditas, muy rubias en El Disco del año y siempre en bikini, muchachas que no son como vos, muchachas sin gracia, sin memoria, sin el cielo radiante que yo te he visto, sin los ríos que yo te empaco en mis ojos. A Jaime le digo que mis ojos suenan. Tienen sabor, tienen tumbao, mis ojos en swing, mis ojos en salsa. Jaime dice que lo que pasa es que estoy tragao, que me tragué de vos, que Medellín me traga, y también las lomas del Sur me están tragando, el barrio Guayabal San Rafael se tragó a todo el mundo. A Jaime le pregunto de dónde son los poetas. Él dice que los poetas son de la loma. Que los poetas casi siempre son de la loma para poder echarse a correr cuando se cae el cielo, que son los que atajan lucecitas, los que van por el cielo cuando sale rodando, los que aprenden de los ríos que bajan. Dice Jaime que, si yo supiera escribir, cantaría en el llano el son de la loma, ya verás, tú verás, en tres décadas ya verás. Voy a ponerme canciones en el sitio donde estaba el corazón. Voy a ponerme cuerda. Me pongo un carrito en el sitio del corazón. Voy a darle cuerda a un carrito que explota cuando escribo País en la noche de mi cuaderno. Y en tres décadas ya verás.

Cuatro

La gente se está yendo, muchas maletas en lo que veo por tu calle, me parece que hasta se llevan las flores de cada antejardín. La calle está peligrosa y la gente se está yendo. Nunca pasamos dos veces por la misma calle. Nadie sube dos veces la misma loma. Cuando camino por tu calle tengo miedo de que en el próximo trasteo tenga que cargar los discos de tu abuelo, los discos donde se renueva la memoria. Jaime me dice que esas cosas que copio en la noche de mi cuaderno, sirven para canciones, que si yo supiera escribir hasta vos no te irías, que nadie se iría, ni los papás y los abuelos de uno, es que Jaime dice que si yo supiera poesía vos podrías verme bien, que nadie se iría, ni siquiera uno, porque a los doce años solo se tiene morral o mochila, pero maletas no, maletas grandes no se tienen a esta edad. Jaime dice que si supiera poesía todo sería mío, que la gente se queda en las canciones, en el cine y en los poemas, que hasta mi papá puede volver, que los padres regresan si uno sabe escribir, si uno sabe leer y que todo lo que uno debe aprender está en alguna canción y que aprenda poesía para que sepa lo que es bueno. Tal vez con alguna canción, con una película o un poema, así como dice Jaime, puedas verme. Acelerá el paso casi como si estuvieras bailando salsa brava, porque las calles están bravas y es Medellín el charco que pisamos, acelerá porque un día tendremos Un verano en Nueva York en mi cuaderno de inglés que no conjuga futuro, poco Will, poco Going to, poco auxiliar a la hora de salvarnos cruzando la avenida, los bomberos aunque pasemos por su Estación, no vendrán, es que a veces al medio día hay fuego en la Calle 23, no se puede estar tranquilo, hay fuego en La Carrera 65, y no son sagrados los fuegos que se traga Medellín, y no se sabe cómo apagarlos, si con aguardiente o con agua bendita, solo sé que con pitos y sirenas del camión de bomberos nos educarán los oídos. No hay manguera que alcance las partes más altas de la ciudad, no hay Dios en la montaña donde todo arde. Aseguro que un día tendremos veintitrés fuegos, que haremos fuego bajo tu piel, nadie te apaga, nadie vendrá a extinguir el fuego que abotonaste mientras mordías una naranja en la ventana, ni siquiera Rubén Blades vendrá, porque todo el barrio sabe la verdad: jugamos al porvenir sin tener cuidado. Nos van a buscar el amor para hacerle la vuelta, desaparecerlo. Caminá más rápido porque vienen por vos los muchachos de la esquina y yo no tengo cuerpo para salvarte, caminá rápido para alcanzar el recreo, lleváme con vos porque una moto nos quiere torcer el corazón antes de entrar a clase de francés y hoy pronunciarás Notre Père como si hubiera padre cuando vienen por uno,

como si hubiera abuelo cuando vienen a arrancarnos de algún renglón.

Cinco

Me pongo a ordenar lo visto. Empaco sonidos para hacerme el equipaje. Me sintonizo el porvenir y siento una voz que me dice: “Si te quieres divertir escuchá 100.9”. La calle está peligrosa y la gente se está yendo, si te quieres divertir, hoy te puedo hacer la marejada feliz. Escuchá esta noche Latina Stereo porque te haré un poema de cien salsaludos desde todos los barrios que te alejan los días. Si te quieres divertir como cuando ibas a ese parque sin carrusel, al parque junto al Aeropuerto Olaya Herrera al que le ponían candado y tenías que esperar con tu madre a que viniera alguien con la llave, y así te digo que es la vida, solo que la llave a veces se pierde. Te escribo un viernes de 1989 mientras cargo las maletas de gente que va a morir en otro barrio. Me acomodo toda la gente que se está yendo por El Hueco, le amontono las maletas a los que salen para la USA, pero sigo tirando paso, subiendo materas, ollas y un equipo de sonido de los que se pagan por cuotas. Muchacha, sintonizá el porvenir y escuchá una voz que te dice que en treinta y dos renglones todavía pienso en ti, aunque tú amor siga lejano de mi cuaderno. Más al Sur de Medellín, más abajo aún yo digo que sí, que todavía tengo treinta y dos renglones sollozando como un niño. Mi infancia es como un árbol que espera que el sol le devuelva su belleza. Todas las noches subo a la terraza recojo nubes, subo a preguntarle a las luces de los aviones si te han visto pasar por alguna calle, por las calles más arriba por donde te hacés bruma y te alejás de la noche de mi cuaderno donde aún yo digo que sí, que con salsaludos el poema que escriba te encuentre la parte más alta, la parte de arriba donde no puedo ir, la parte más lejana de las tumbas del Cementerio de Campos de Paz donde atajo las pelotas más endiabladas. Mientras juego un picadito en el cementerio del barrio, vos estás bailando y la grabadora, los discos y los casetes ya son tu equipaje. Ya se empacaron tu casa y vos estás bailando. Las maletas están cerradas, pero el cuerpo no, tenés mucha salsa ardiendo en tus pies y los Reebok rojos no los volveré a ver. Empacaron tu casa mientras me estiraba evitando un gol. De equipaje tengo lo que veo, muchos autogoles, pero algún baúl en la mirada. Vos tenés El Llano en Llamas para una tarea de español y a mí me falta poco para Cien años de soledad. Las tareas que no haremos juntos van en el fondo de tus maletas. Cuando escriba el poema lo bueno lo pondré encima, en superficie profunda me pongo mejor. Cuando sepa poesía como dice Jaime, la salsa la pondré arriba, en la parte alta del poema, para entrenarme en subidas y así rodar bueno, rapidito, muerto de tanto bailar, rodando hasta llegar al río con algún salsaludo para el mar. Pero volvé muchacha, pasá por mí 100.9 veces porque voy a hacer Radio para transmitir que todavía pienso en vos…

… No hay manguera que alcance las partes más altas de la ciudad, no hay Dios en la montaña donde todo arde. Aseguro que un día tendremos veintitrés fuegos, que haremos fuego bajo tu piel, nadie te apaga…