El Bosque magico

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El bosque mágico Autora: Marina Martínez López

Esta historia trata sobre dos reinos enfrentados que tienen dos hijas poderosas. Estas dos niñas se conocen en un bosque encantado habitado por seres mágicos que no vivían en paz desde que los dos reinos estaban enfrentados. Ellas deciden ayudarlos, consiguiendo una medalla mágica que cumple los deseos de la gente y afrontando todos los peligros del bosque. Érase una vez en un bosque muy lejano, dos reinos enfrentados desde tiempos muy remotos. Ese año era muy especial para ambos reinos ya que tuvo lugar el nacimiento de dos bebés. En uno de los reinos nació una niña de cabellos rubios como el oro, muy alegre y sonriente, a la que llamaron Ana, mientras que en el otro reino nació otra niña con cabellos negros, a la que llamaron Aurora. Ambas familias estaban muy contentas, pero lo que no sabían es que esos niños eran muy especiales. Cuando esos niños crecieron fueron descubriendo que podían hacer cosas que sus compañeros y amigos no podían, como era controlar los distintos elementos de la naturaleza. Ana controlaba el fuego y podía mover cosas, formar ventiscas e incluso tornados, pero ella aún no controlaba lo que era capaz de hacer. Sin embargo Aurora aprendió fácilmente a usar sus poderes. Ella podía controlar el agua y la tierra. Cuando cumplieron 14 años Aurora descubrió la entrada a un bosque cercano al reino y sintió algo que no podía entender qué era. Se adentró en él y pasó la noche andando. Tanto anduvo que por la mañana temprano había llegado a un pueblo. Ella no sabía donde estaba, no conocía a la gente y le daba miedo pensar que no llegaría casa porque se había perdido. Aurora se puso a llorar y una mujer que pasaba le dijo: -Niña, niña, ¿por qué lloras? Aurora levantó la cabeza y dijo: -porque me he perdido y no sé dónde estoy. La mujer al verla así la levantó y le explicó donde estaba y le dijo que si ella le decía donde vivía, le podría ayudar. Cuando la niña le dijo de donde era, a la mujer se le transformó la cara, ¡era del reino vecino! Cuando vió que la niña notó su expresión ella le dijo


que solo tendría que cruzar el bosque por donde vino y llegaría a su casa. La mujer dejó a la niña cerca del bosque y se fue. Cuando Aurora llegó a su casa les contó a sus padres todo lo que le había pasado. Los padres al oír la historia se enfadaron bastante y le dijeron que no podía volver a ese pueblo ni a ese bosque. Los padres de Aurora se marcharon y ella pensó que porqué no iba a poder volver a ese bosque, y se acordó de la sensación que sintió al descubrir la entrada, era agradable como si estuviera conectada a él de algún modo. Un día en mitad de un cumpleaños, Ana formó un incendio. Asustada echó a correr y se adentró en el bosque y allí se encontró con Aurora. Cuando Aurora vió que Ana estaba llorando intentó consolarla. Allí se tiraron hablando toda la tarde, y se dieron cuenta de lo mucho que se parecían. Al final acabaron haciéndose amigas. La noche empezaba a surgir y cuando las niñas decidieron irse, se dieron cuenta de algo, algo mágico, y Aurora descubrió porqué se sentía conectada a ese lugar. El bosque estaba lleno de animales mágicos y hadas. Ellas se quedaron fascinadas, y aunque los animales y hadas al principio les tuvieran miedo acabaron siendo todos amigos. Los animales y hadas contaron a las niñas que desde que los dos reinos eran enemigos ellos lo pasaban muy mal, pero que había una leyenda que decía que dos niñas muy especiales traerían la calma a ese bosque y a los dos reinos. Las dos niñas se dieron cuenta de que ellas eran las de la historia. Quedaron para verse al día siguiente en el bosque y no decirle a nadie donde habían estado. A la mañana siguiente cuando Ana bajó a desayunar le preguntó a su padre que pasaba con el reino de al lado y si alguna vez iban a poder ser amigos. El padre se enfadó mucho con esta pregunta y le contestó que nunca podrían ser amigos y que ya habían tenido demasiadas disputas para poder arreglarlo. Cuando las dos niñas se volvieron a encontrar en el bosque llamaron a los animales y hadas del bosque. Cuando estos salieron les dijeron lo que pasaba, así que si sus padres no hacían nada ellas serían las que actuarían para arreglar las cosas para que los animales del bosque vivieran en paz. Pasaron toda la tarde pensando qué podrían hacer, hasta que un ciervo muy mayor llamado Horacio se acordó de una historia que cada noche le contaban a él cuando era joven. Muchas hadas y animales pensaban que era


cierta, pero otros no lo creían así. La historia contaba que en las profundidades del bosque había una medalla hecha de la corteza de un árbol muy poderoso y que si al ponértela pedías un deseo éste se cumplía, pero sólo se le podía pedir un deseo por cada grupo de gente que llegaba hasta ella. Las niñas al oír esa historia se alegraron mucho y decidieron ir a buscar esa medalla. El ciervo les dijo que para encontrar esa medalla tenían que ser muy valientes y llevar mucho cuidado con los peligros de esa parte del bosque. Las niñas les dijeron que no pasaría nada porque ellas tenían poderes y encontrarían la medalla pasara lo que pasara. Aurora quedó con Ana a las orillas del río para ayudarla a controlar sus poderes y así, afrontar mejor los peligros. Practicando con sus poderes pasaron una semana, y cuando vieron que ya podían controlarlos bien decidieron emprender el viaje hasta la medalla. El ciervo le dio la dirección por la que ir y les deseó, al igual que todos los animales y hadas, muy buena suerte en el viaje. A la mañana siguiente se encontraron con unos caminos donde ponía en un cartel: “Si queréis seguir por este sitio, os tendréis que enfrentar en cada camino a un peligro distinto”. Ellas contaron los caminos; eran cuatro. Como el cartel decía, en cada uno de los caminos se encontraron con diferentes peligros de los que salieron vivas gracias a sus poderes. Al adentrarse en el cuarto camino se dieron cuenta de que allí no había nada, llegaron a la cima de una montaña, donde en una mesa de piedra se encontraba una medalla de oro preciosa y reluciente. Aurora y Ana pensaron que ese camino había sido fácil de recorrer, pero cuando fueron a coger el medallón de la tierra surgió un monstruo de piedra. Ellas intentaron derrotarlo pero no lo consiguieron pues el monstruo sabía cada paso que daban y todo lo que iban a hacer. Al final, ya cansadas, decidieron que mientras una entretenía al monstruo, otra intentaría llegar hasta la medalla. Aurora le insistió a Ana que fuera ella la que entretuviera al monstruo. Ana, asustada, porque no sabía si podría o no, aceptó. Cuando Aurora llegó hasta la medalla y formuló su deseo de que los dos reinos estuvieran en paz, se dio cuenta de que Ana estaba en peligro, pues el monstruo la había cogido. No sabía que hacer, tenía que elegir entre la paz de los dos reinos o salvar a su amiga. Cuando pidió el deseo, el monstruo desapareció dejando en libertad a Ana. Aurora había deseado salvar a su amiga.


Cuando llegaron al bosque, los animales se alegraron mucho y les dijeron que sus padres habían estado buscándolas por todas partes y que se habían llevado al ciervo para que les dijera donde os había mandado. Las niñas fueron junto a los animales del bosque hasta el reino donde tenían encerrado a Horacio. Aurora y Ana entraron corriendo y le contaron a toda la gente lo que había sucedido. Los padres al oír la historia, se quedaron perplejos de la valentía de sus hijas por salvar aquel bosque mágico y de lo bien que se llevaban las dos, así que pensaron en darse una tregua de paz y de ver si juntando sus fuerzas serían más fuertes que por separado. Así consiguieron lo que se proponían, poner paz entre los dos reinos, además de ayudar a los seres del bosque y poder verse y estar juntas cada vez que quisieran.


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