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Editorial

PixaBay

ecológica Conversión ecológica

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“La acción más pequeña, es mejor que la intención más grande”.

Pablo Ferreirós

El libro del Génesis nos relata que cuando Dios va creando todas las cosas, se da cuenta de la belleza de su creación, y dice el autor sagrado: “y vio Dios que era bueno”. Aunque, si ahora se le pregunta al Señor qué piensa de su creación, no creo que diga que todo va bien. ¡Hemos arruinado la obra del Creador!

Vivimos en la casa común como una única familia humana y en la biodiversidad con las demás criaturas de Dios, y Dios ha pedido a la humanidad que cuide y respete su creación y estamos llamados a cuidar y respetar a todas las criaturas, a sentir amor y compasión por nuestros hermanos, especialmente los más débiles, a imitación del amor de Dios por nosotros, manifestado en su Hijo Jesús.

Sabemos que Dios es bueno y siempre nos perdona, sin embargo, la tierra no perdona: si nosotros seguimos maltratando la tierra, la respuesta continuará siendo cada vez más contundente, como estamos ya experimentando con las muchas tragedias naturales, que han sido la respuesta de la tierra a nuestro maltrato.

Hemos fallado en la misión que se nos ha confiado de custodiar la tierra, nuestra casa común, así como hemos fallado en el compromiso del cuidado de nuestros hermanos. Le hemos fallado a la tierra, a nuestro prójimo y al Creador, el Padre bueno que provee a cada uno y quiere que vivamos juntos en comunión y prosperidad.

Es importante que reconociendo nuestros fallos podamos restablecer una relación armoniosa con la tierra y con el resto de la humanidad. Eso requiere una nueva forma de mirar la tierra, donde comprendamos que no es un depósito de recursos para ser explotada de forma ilimitada, sino como un regalo sagrado para sostener a toda la humanidad.

Estamos llamados a reencontrar el sentido del respeto sagrado por la tierra, porque no es solo nuestra casa, sino también la casa de Dios.

El papa Francisco nos invita a una “conversión ecológica”, que surja de una contemplación amorosa y respetuosa de la belleza de la tierra y que conduzca a una acción concreta.

Con pequeñas acciones podemos manifestar nuestro compromiso a favor del cuidado de la casa común, por ejemplo: separando la basura, usando productos que puedan reutilizarse, apagando las luces de una habitación que no ocupamos, evitando dejar los aparatos enchufados o consumiendo frutas y verduras.

Pero, es sobre todo, reconociendo que el mundo y toda su gente son interdependientes, y es tarea de todos cooperar en la protección de nuestra casa común, que es un regalo que se nos ha prestado con el compromiso de dejar un lugar mejor a las futuras generación.