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Nuestra Señora de La Caridad FMA

Manzanillo–Cuba

Somos la comunidad “Nuestra Señora de la Caridad” que desde el año 1991 nos encontramos en la ciudad de Manzanillo, situada al oriente de la Isla de Cuba. Las integrantes de la comunidad somos: Sor Mercedes Jurado, de España; Sor Vilma Tallone, de Italia; y Sor Alcenidia Bussi, de la República Dominicana. Nuestra misión la realizamos en la parroquia “Nuestra Señora de la Purísima Concepción", dirigida por los Padres Franciscanos Capuchinos.

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Residimos en la zona más pobre y necesitada del país, e insertas en esta realidad, tratamos de vivir el carisma educativo de Don Bosco y Madre Mazzarello, adaptándolo a las situaciones que experimenta la población dadas las condiciones de la realidad cubana. Aspiramos a realizar nuestra misión educativa y evangelizadora saliendo al encuentro de los más necesitados y atendiendo a las zonas más pobres de nuestra ciudad; en concreto a comunidades (Moscú,

San Antonio, Montealto y Miraflores), donde nosotras evangelizamos a través de la catequesis. Es la oportunidad que tienen los niños, adolescentes, jóvenes y adultos de acercarse a la Iglesia y conocer a Dios. Dentro de la parroquia acompañamos a un grupo de adolescentes y jóvenes con los que, una vez a la semana, nos reunimos para la formación religiosa y el acompañamiento de itinerarios formativos que les ayuden al encuentro con Cristo y a su formación personal.

En Manzanillo hay una capilla que se llama “San Juan Bosco”, y desde el inicio de nuestra presencia en la zona disponemos de un oratorio festivo que funciona cada sábado para los niños del lugar; favoreciendo un ambiente lúdico y de formación. También existe un dispensario de medicina natural - lo llamamos medicina verde - que ofrece a la ciudad un servicio social y sanitario como alternativa a la falta de medicamentos que experimentamos a nivel nacional. Un servicio muy especial que realiza este dispensario es la limpieza de oídos con métodos naturales, y que ha resultado ser muy eficaz, dando un resultado muy satisfactorio a la población.

Este año hemos adquirido una casa junto a nuestra residencia para ampliar los espacios de nuestra acción pastoral. En ella realizamos diversos talleres que permiten desarrollar su creatividad y utilidad para el futuro. Entre las actividades que se ofrecen a los niños, adolescentes y jóvenes están: pintura, dibujo, manualidades y bisutería. Para madres y adultos también se ofrecen los talleres de corte y costura, manualidades y elaboración de flores.

Dos veces al año realizamos una feria y exposición de los trabajos realizados y los visitantes tienen la oportunidad de comprar los artículos allí expuestos. Con el dinero recaudado hemos creado un fondo de ahorros que se reinvierte en beneficio de las mismas actividades de promoción y evangelización. Así mismo, tenemos un grupo llamado “Asociación de María Auxiliadora” (ADMA).

Encomendamos nuestra ardua misión a la oración de los lectores y amigos del “Boletín Salesiano”, esperando ser sostenidas en nuestra Vocación-Misión y pidiendo su intercesión ante el Señor a fin de que Él nos bendiga con la respuesta vocacional de nuestros niños y jóvenes.

Niños: ¿Padre, cómo le gusta que le llamen, P. Hugo o P. Pollo?

P. Pollo: Bueno, depende. Me gusta mucho que mis amigos me llamen Pollo o P. Pollo, pero hay mucha gente que también me dicen con mucho cariño Hugo, como mi familia, mis hermanos salesianos. Pero cualquiera de las dos está bien.

Niños: ¿Cómo conoció a los salesianos?

P. Pollo: Estaba en una escuela salesiana desde los 7 años y desde que entré me gustó mucho porque tenía unos patios grandes para jugar. Entonces ahí vi una foto grande de Don Bosco y pregunté quién era y luego una señora que trabaja en la biblioteca me dijo: toma, y me acercó un libro para leer de Don Bosco. Y lo primero que yo leí a los 7 años fue uno dibujitos de Don Bosco y en ese libro contaba sueños de Don Bosco y leí uno de sus sueños, me gustó; y bueno ahí fue que por primera vez yo conocí algo de Don Bosco. A esa escuela fui porque mi mamá y mi papá me llevaron porque era una buena escuela y ya estando ahí dentro yo conocí a Don Bosco.

Niños: P. Hugo díganos, ¿quién es usted?

P. Pollo: Bueno, pues ya te dije que me llamo Hugo y que mis amigos me dicen Pollo, y ese nombre me gusta mucho porque me lo pusieron unos chicos, así como ustedes, hace muchos años. Soy de Guadalajara, México, de donde es el Mariachi y el tequila. Desde los 20 años profesé como salesiano de Don Bosco y eso me tiene muy contento, saberme hijo de Don Bosco y ser salesiano. Luego, ya a los 27 años, me hicieron Padre, sacerdote. Soy una persona que le gusta mucho la vida, la fotografía, la música y convivir con jóvenes.

Niños: ¿Qué es lo que más recuerda de cuando inició su formación?

P. Pollo: Bueno, te va a dar risa, pero recuerdo que yo era muy malo para jugar fútbol y mis compañeros en el grupo de formación todos los días jugaban fútbol. Sufría mucho porque no quería ir a la cancha a jugar porque no sabía, pero mis compañeros nunca se burlaban de mí y eso sí era bueno. Otra cosa muy bonita es que iba conociendo más de Don Bosco y de Jesús.

Niños: Díganos la verdad, ¿de niño usted se portaba bien en la escuela?

P. Pollo: La verdad, pues sí porque no era un niño muy inquieto. Jugaba mucho yo solo, a los carritos, también dibujaba mucho y también les hacía muchos favores a los maestros. Así que no era travieso. Ya en la adolescencia pues sí fui un poco más movido.

Niños: ¿Cuál es su experiencia más triste y la más feliz con niños de la calle?

P. Pollo: Pues felices hay muchas y muy bonitas porque con muchos ni- ños viví la experiencia de conocerlos en la calle y me hacía amigos de ellos fácilmente, imitando un pollito, por eso es que me dicen “Pollo”, ellos mismos me pusieron ese apodo. Con ellos pasé muchas cosas y experiencias bonitas. Les contaba muchos cuentos de terror y a ellos les gustaba. Lo que más me gusta es que hoy muchos de ellos son personas de bien, con familias muy bonitas. Acompañé a muchos de ellos a recibir los sacramentos. De las cosas tristes recuerdo que algunos, luego de estar conmigo, se regresaban a las calles, a las drogas; y lo más triste que recuerdo es la de uno que se quitó la vida.

Niños: Si usted tuviera 10 años, ¿qué le diría a su yo de 10 años?

P. Pollo: Que siguiera intentando jugar al fútbol.

Niños: ¿Qué es lo que más le ha llamado la atención de la vista extraordinaria aquí en Las Antillas?

P. Pollo: Bueno me gustan muchas cosas, por ejemplo: la gente aquí en el caribe de todo aplaude, ríe, baila…las maneras de hablar de aquí de República Dominicana, de Puerto Rico y de Cuba. Me ha gustado confirmar que aquí, en Las Antillas, Don Bosco está haciendo mucho bien por medio de los salesianos. También me gustó mucho las comidas de por acá. Niños: ¿Qué es la Visita Extraordinaria?

P. Pollo: Pues es una vista que hace un salesiano, que trabaja con el Superior Mayor de los salesianos, cada 6 años. Tiene como finalidad saludar y hablar con cada salesiano, a nombre del Rector Mayor. También vengo a ver cómo está la Inspectoría y diálogo con los educadores, jóvenes y toda la comunidad, y también vengo a darle ánimo a todos. Al final hago un informe de todo.

Niños: ¿Cómo ve la situación vocacional en toda su región?

P. Pollo: Bueno, son muchos países en esta región, son 18 países. Dios sigue llamando. Jóvenes que quieren ser salesianos ya no hay muchos como antes, pero antes entraban muchos y se salían muchos, ahora entran pocos y se quedan. También es bueno que en esta región hay muchos otros salesia- nos, que se casan, esos son los “Salesianos Cooperadores”. Y hay otros grupos, como la Asociación de devotos de María Auxiliadora. Jesús sigue llamando a mucha gente.

Niños: ¿Cuál sería la mejor manera de hablar con Dios?

P. Pollo: Pues como un amigo. Me gusta hablar con Jesús como un amigo, a veces hasta chistes le hago. También me sabía algunos cantos y le cantaba canciones a Dios.

Niños: ¿En cuál de las casas le gustaría quedarse?

P. Pollo: (Risas) Bueno, en todas. De verdad me gustaron todas y me podría quedar en cualquiera, aquí en República Dominicana, Cuba o Puerto Rico.

Busca la entrevista completa en nuestros canales de YouTube (Salesianos Antillas o Radio Juventus)

Todo en la persona requiere de entrenamiento porque somos seres que seguimos procesos. De hecho, la atención, al igual que la mayoría de nuestros procesos psicológicos básicos, es como una especie de músculo que se beneficia del entrenamiento. En efecto, los procesos atencionales facilitan, mejoran e inhabilitan otros procesos para que la tarea se realice de manera eficaz, sin distracciones. Se está de acuerdo en que los niveles atencionales son básicamente tres: atención selección, atención vigilancia y atención control. Estos tres aspectos permiten a la persona ejecutar y mantener una tarea evitando un sinnúmero de distractores internas y externas.

La atención selectiva tiene que ver con la necesidad de seleccionar entre una gran variedad de estímulos simultáneos, manteniéndolos a raya para evitar la distracción y centrarse en el objetivo que se persigue. Por otra parte, la atención sostenida tiene que ver con conservar el nivel de atención y no es de naturaleza selectiva; implica sostener la vigilancia por un determinado período de tiempo; de otra manera vence la distracción. Y finalmente, el control atencional o atención ejecutiva, el cual permite focalizar, dividir y guardar la atención; es decir, también consiente la posibilidad de cambiar, de manera flexible, el foco de atención de una tarea a otra. Incluye, asimismo, la atención dividida, es decir, focalizada en dos o más tareas al mismo tiempo. Esto solo es posible cuando una, o ambas de las tareas, están automatizadas, por ejemplo: atender una llamada telefónica y coser una camisa.

Se ha de reconocer que, de todas las funciones cognitivas, la atención es la más vulnerable. Son diversos los factores que inciden en ella: el cansancio, la motivación, la hora, el interés, si se tiene hambre o no, si se está en salud o enfermo, entre otros elementos distractores.

Afirma Francesc Torralba, en su libro “La interioridad habitada”, que la atención hoy ha recobrado una importancia de primer orden en las instituciones educativas, porque la ausencia de ella altera los procesos de aprendizaje. Esta es una realidad que afecta a educandos, docentes, padres y directivos. También, de la atención depende la escucha de sí mismo y de los otros. La primera, la atención de sí mismo, no es narcisismo ni mucho menos endiosamiento, es un ejercicio útil para comprender la propia exterioridad e interioridad. Se puede ser atento con los demás y desatento consigo mismo, y viceversa.

Tanto la atención del “afuera” como la del “adentro” son fundamentales para el cuidado de sí, y el cuidado de sí es la condición para el buen cuidado del otro. La dificultad de la atención es transversal a todas las generaciones, no solo de los niños, adolescentes y jóvenes. atolondramiento es un incremento de impulsividad, una forma de hiperactividad que conduce a las personas a la convicción de que todo tienen que hacerlo de inmediato, por tal motivo, cometen muchos errores. La educación de la interioridad es un antídoto para superar el atolondramiento.

Existen investigaciones que sustentan que la atención “interna” tiene una duración de unos veinte minutos; para ir más allá de ese límite se requiere un entrenamiento especializado. Entonces, significa que el primer rol de la escuela consiste en desarrollar el ser estudiante antes que el saber, es decir, desarrollar la capacidad atencional del alumno. Visto desde el punto de vista de la espiritualidad, si se decide realizar diariamente una media hora o más de meditación, se requiere de un entrenamiento especializado de la atención “interna”. El cultivo de la vida interior depende de este entrenamiento.

Dice el filósofo y teólogo español Jaume Balmes que “la atención es la aplicación de la mente a un objeto. El primer método para pensar bien es atender bien. Sin la atención estamos distraídos, nuestro espíritu se halla, por decirlo así, en otra parte, en otro mundo y, por lo mismo, no ve aquello que se le muestra”. La atención es un acto de la voluntad que exige la acción del intelecto y la participación de los cinco sentidos. Estar atento a algo o a alguien significa darle prioridad, relevancia y convertir el resto en paisaje de fondo, como si fuera algo circunstancial. La atención discrimina lo importante de lo secundario; prioriza y separa. La atención es siempre un acto selectivo.

Por otra parte, las personas ensimismadas tienen problemas de socialización y de convivencia. Están encerradas en ellas mismas, no tienen tiempo para los demás. La interiorización no debe confundirse con el ensimismamiento. Los ensimismados están tan absortos por las regiones más secretas y oscuras de su ser, que quedan atrapados como moscas en una telaraña. En cambio, la interiorización es un ejercicio de lucidez.

Afirma Francesc Torralba, en su libro “La interioridad habitada”, que la atención hoy ha recobrado una importancia de primer orden en las instituciones educativas, porque la ausencia de ella altera los procesos de aprendizaje.

La atención y la conciencia son dos actos diferentes. En la atención se elimina lo que no interesa, mientras que, en la conciencia, se acoge la realidad. En otras palabras, la atención procede por exclusión, en tanto que la conciencia actúa por inclusión. Por ejemplo, cuando se está angustiado, se presta atención exclusivamente a los problemas y se descarta el resto, mientras que, cuando se practica la conciencia plena, se ensancha el campo de atención más allá de los tormentos del yo. El depresivo actúa por exclusión, centrando la atención en una serie de pensamientos irracionales, por ejemplo: en un problema o en un hecho específico y excluye los pensamientos positivos, sus capacidades y sus bondades.

Jaume Balmes, al referirse a la desatención, distingue dos tipos de individuos: los atolondrados y los ensimismados. Los atolondrados están “afuera”, persiguiendo la última novedad, corren de un lugar a otro para satisfacer sus deseos y jamás disponen de tiempo para nada porque andan siempre corriendo; hablan tan rápido que casi no se les entiende. Tienen la sensación de estar en el lugar inadecuado. La inquietud o desazón les hace incapaces de atender a las personas de su círculo afectivo. El

La atención puede mejorarse creando las condiciones ambientales adecuadas, por ejemplo: eliminando distractores, evitando niveles de activación extremos, logrando un control emocional, potenciando la actividad mental y tomando posesión de la mente. El entrenamiento de la atención incluye también ejercitar habilidades, sobre todo del autocontrol, para salir de ese laberinto de caos y sufrimiento generado por los estímulos del ambiente. Hay que evitar pelearse con tales estímulos o distractores. La falta de atención genera un “sobreesfuerzo cognitivo”.

Por otro lado, la atención no es incompatible ni con diversión ni con las actividades sociales, pues, es claro que el esparcimiento del ánimo no consiste en no pensar, sino en no ocuparse de cosas complicadas y en entregarse a otras más ligeras.

La atención genera muchos beneficios, por ejemplo, cuando se está atento a la propia labor, a las actividades profesionales o religiosas, se trabaja mejor, se rinde más y se aporta mayores beneficios a la institución. Esto vale también para un docente, un ejecutivo, una enfermera y para cualquier otro profesional. Pero, también en el campo espiritual y religioso la atención ofrece sus beneficios; permite examinar la vida desde la Palabra escuchada y extraer altos beneficios. Los demás perciben la presencia del Espíritu en cada acción nuestra.

Un espíritu atento multiplica sus fuerzas de una manera sorprendente: aprovecha el tiempo, atesorando siempre un caudal de ideas; las percibe con más claridad y exactitud, y las recuerda con más facilidad. Además de aprovechar más el tiempo, se logra una mayor exactitud en la comprensión de los hechos y se tiene una memoria más despierta. A mayor atención, menos tiempo se requiere para captar la esencia de cada acción, de cada emisión y de cada página.

Como ya es costumbre ofrecemos a los lectores, uno de los artículos ideados y escritos por el Padre Gildasio Mendes, Consejero General para la Comunicación Social, sobre el tema "Don Bosco y la realidad digital y virtual". Después de haber examinado diversos aspectos de la comunicación, en todas sus formas, este mes el Padre Mendes aborda un tema nuevo e interesante: Don Bosco comunicado en la RED.

La comunicación digital es esencialmente interactiva y se realiza en la red.

Comunico porque existe el otro, el grupo, la comunidad digital en red. El estilo de comunicación es horizontal, sin las categorías jerárquicas del estilo de comunicación tradicional. Una imagen del estilo de comunicación horizontal es el juego de ping-pong; necesito que alguien juegue conmigo. Estamos en el mismo nivel de relación interactiva en el juego. Imaginemos a un adolescente que se comunica digitalmente con sus padres y profesores. Este adolescente tiene todos los medios y dispositivos digitales para comunicarse: el lenguaje y los símbolos para expresar sus sentimientos y su visión de las cosas. En la interactividad, la comunicación facilita la espontaneidad, incluso la improvisación. Imagina a un hijo enviando vídeos musicales a su padre y pidiéndole que le envíe vídeos de canciones que le gustan. Imaginemos la interacción al enviar fotos de familiares y sus comentarios, fotos de la naturaleza y sus comentarios.

Sin embargo, esto no significa que no haya jerarquía en la comunicación digital. Sí, la hay, y los jóvenes saben lo que eso significa, sobre todo cuando se trata de información que reciben formalmente de la escuela, como las instrucciones de seguridad. La comunicación interactiva abre grandes posibilidades de expresión creativa, como crear vídeos personales y compartirlos con los amigos en línea. Es por eso que decimos que la interactividad facilita la comunicación en red; internet y las redes sociales son un gran universo. Todo, en cierto sentido, está conectado - el vídeo que cuelgo en YouTube, el texto que comparto en una red social, el comentario que hago en un blog -, lo que permite que todo se haga de forma instantánea y convergente.

La comunicación en red forma parte de la naturaleza humana. Las personas siempre buscan a los demás, necesitan al grupo; para realizar un proyecto y darlo a conocer, necesita una red de relaciones. Pensemos, por ejemplo, en un autor que escribe un libro y quiere publicarlo. Para ello, es necesario que otras personas participen en el diseño de la cubierta, la edición e impresión del libro, la distribución, la publicidad, la venta, etc. Comunicar es habitar en el universo de la red de relaciones humanas y culturales.

Don Bosco - como educador-comunicador - creó una inmensa red de comunicación. Una red humana de relaciones, de confianza, de difusión de las cosas buenas que hacía por los jóvenes más pobres. De una idea, Don Bosco empezaba a escribir una carta; de una carta, nacía un libro; de un libro, pensaba en toda una serie; de una serie, nacía una editorial; de una editorial, pensaba en el Boletín Salesiano; de un Boletín, nació una red de contactos con muchas personas. Su mente era brillante, rápida e intensa. Escribía pensando en generar una red de lectores. Educaba, implicando a varias personas; empezaba con un pequeño grupo y luego fundaba la Congregación Salesiana. Era un comunicador que parecía querer seguir, con toda su pasión, la dinámica evangélica de la semilla que cae en buena tierra.

Don Bosco aprendió una canción y quiso un coro. Del coro quiso una orquesta, y luego de la orquesta, quiso subir a la montaña para tocar, cantar, animar a los jóvenes. El oratorio, con el teatro, la música, la liturgia y los juegos, era una red continua de acción y participación.

¡Don Bosco era escritor! ¡Don Bosco era periodista! Don Bosco fue un gran comunicador de la Iglesia. Don Bosco mismo fue un gran autor. Escribió textos muy variados: sobre hagiografía, historia sagrada y de la Iglesia, educación, religión y formación en general. Hay 1174 escritos suyos impresos. También fue periodista, y en 1877 fundó el Boletín Salesiano, en el cual trabajó hasta el día de su muerte.

En los 37 volúmenes de la colección de “Obras Publicadas”, editada por “LAS” entre 1977 y 1987, hay 219 títulos entre biografías, textos de historia, manuales de oración, textos jurídicos y reglamentos, hagiografías, catecismos y relatos edificantes. De todos estos escritos, la mayoría siguen siendo desconocidos para la familia espiritual de la que procede. Don Bosco fue un escritor y editor con una gran visión ya en su tiempo.

Con gran habilidad para escribir, con gran pasión apostólica y una estrategia para llegar a la gente, diseñó una red de personas muy creativas e interesantes. Una red formada por un movimiento de personas, salesianos, laicos y amigos, para hacer y dar visibilidad al bien. Creó una red para comunicar, partiendo siempre de un motivo interior, un sueño, una pasión, un propósito. Su sistema de comunicación era un verdadero caleidoscopio, un verdadero mosaico con varios colores y diseños. Todo se hacía para implicar a sus jóvenes, para fomentar el protagonismo, para crecer todo para la gloria de Dios y su continuo propósito de hacer las cosas porque María Auxiliadora así lo quería.

Para ser un buen comunicador es muy importante crear una relación personal y eficaz con los demás; algo que muchas veces lo entendemos como la capacidad de establecer un vínculo. Además, el buen comunicador debe tener una presencia que cautive, que convenza, que sea fiel y coherente con su auditorio y que tenga algo creíble que comunicar. Por lo tanto, la habilidad técnica no es suficiente en muchas ocasiones, se necesita algo más: creatividad, pasión, relaciones humanas, y capacidad de generar una red de comunicación en la que el contenido principal sea el testimonio, la experiencia.

Así, Don Bosco, a su manera, fue un comunicador con visión de red. Don Bosco creó una red de personas para comunicar el bien. Este es el criterio fundamental para todos los que habitamos el mundo digital: promover el bien que se hace. Promover el bien que nace del corazón y de la acción de tantas personas.