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Artículo Central

los carismas existentes en la comunidad. De aquí se deduce la promoción de los ministerios laicales.

Marcadas las diferencias o matices de las tres corrientes de teología y espiritualidad laical, digamos que las tres posturas expuestas consideran superado el binomio clérigo-laico.

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La reflexión sobre los laicos ha llevado a la conclusión de que el verdadero problema es eclesiológico, en su doble vertiente: hacia dentro (recuperación de una eclesiología de totalidad) y hacia fuera (la nueva postura a adoptarse en la relación iglesia-mundo).

Englobando dichas líneas podemos afirmar que la teología laical, y con ello su espiritualidad, caminan en sus fundamentos por una instancia tridimensional: l Dimensión cristológica (“desde donde se es laico”), o recuperación de una definición positiva del laico como “ser cristiano en la iglesia misterio”. Y contribuyendo a hacer presente el único misterio de Cristo en todas sus dimensiones: Jesucristo, misterio de comunión trinitaria, que instaura el reinado de Dios (“ya, pero todavía no”) siendo sacerdote, profeta rey y sanador. l Dimensión eclesiológica de comunión (“en donde se es laico”), o superación del binomio (clero-laico) y del trinomio (clérigo-laico-religiosos), asumiendo el binomio originario comunidad-ministerios, dentro de una eclesiología de totalidad (como misterio-comunión-misión). l Dimensión antropológica de misión (“para dónde se es laico”), o recuperación de la secularidad como nota específica de todo el Pueblo de Dios, de toda la Iglesia (consecuencia del misterio de la Encarnación), pero vivida por los fieles laicos de forma peculiar (índole secular), en cuanto se encuentran “plenamente” insertados en la mundanidad.

Afirmado lo anterior, subrayamos que para evitar tanto el peligro de secularización como de clericalización, o incluso de espiritualización, debemos redescubrir la categoría de laicidad eclesial (secularidad), en cuando dimensión de toda la Iglesia, así como la importancia de la inserción concreta del laico en la Iglesia particular, ejerciendo su ministerialidad y su compromiso asociado, para hacer presente el misterio del Jesucristo total.

Concluimos recogiendo una frase de S. Pié y Ninot, quien define así las claves para una teología y espiritualidad del laicado: “una condición sacramental de servicio, una condición carismática de libertad, un testimonio evangelizador en el mundo, y una presencia eclesial de corresponsabilidad”.