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Don Bosco: un enviado de Dios a los jóvenes más pobres

siquiera los 2 años de edad cuando falleció su padre producto de una neumonía.

Juanito y los demás hermanos crecen entre las dificultades económicas producto de la situación política y social que sucedía en Europa en el siglo XIX. A la edad de 9 años Juanito tuvo un sueño, donde este marcaría su proyecto de vida, es decir, su vocación. Un sueño donde tuvo el primer encuentro con el Señor Jesús y con su madre María. Este sueño profético marcaría toda su vida: él sería pastor y guía de los niños y jóvenes más necesitados. Para esto se prepararía desde pequeño, estudiando y aprendiendo varios oficios como sastre, camarero, empleado de un establo para ganarse el pan y más adelante estudiar en el seminario de Chieri entre 1835 y 1841.

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En 1841 es ordenado sacerdote, sin embargo sigue formándose en el Convitto Eclesiástico bajo la tutela del sacerdote José Cafasso, su guía espiritual, visitando cárceles y viendo las penurias de los jóvenes encarcelados Con estas visitas a las prisiones de Turín, Don Bosco fue perfilándose como un sacerdote que dedicaría su vida a la salvación de la juventud, la porción más delicada y valiosa de la sociedad humana.1. El encuentro con Bartolomé Garelli el 8 de diciembre de 1841 da inicio a lo que es conocido como el “oratorio” con la oración del Avemaría. Es durante esta etapa que empieza a tener el oratorio ambulante, es decir, sin casa, en cualquier espacio de la ciudad de Turín hasta que el 12 de abril de 1846, (Solemnidad de Pascua) logra asentarse en la Casa Pinardi, mejor conocido Valdocco en Turín.

Más adelante, Don Bosco fundó con un grupo de jóvenes comprometidos la Sociedad Salesiana en el año 1854, para asegurar en un futuro la estabilidad de sus obras y de su espíritu. Y no solamente la Sociedad de san Francisco de Sales, sino que también fundó el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, la Asociación de los Salesianos Cooperadores y otros grupos. La visión de Don Bosco era crear un grupo religiosos y laicos que pudieran trabajar por la salvación de la juventud.

Su genial creación, el oratorio, será para los jóvenes casa que recibe con cariño, patio para encontrarse con amigos, escuela que prepara para la vida e iglesia para conocer a Jesús. Con los talleres y las aulas de Valdocco, el barrio de Turín, que vio nacer su obra, el oratorio se expande primero a Francia y España, para luego cruzar el océano y llegar a América, con la primera expedición misionera salesiana comandada por Juan Cagliero en 1875 hacia Argentina.

Juan muere a la edad de 72 años en la madrugada del 31 de enero de 1888 en Turín, Italia. A su muerte, más de mil salesianos vivían en 57 casas distribuidas en ocho países. El 1 de abril de 1934, (domingo de Pascua) el papa Pío XI lo declaró santo. Y en 1988, San Juan Pablo II le dió el título de “Padre, Maestro y Amigo de la juventud”.

Habiendo contestado la pregunta de ¿quién es Don Bosco? Podemos caer en la otra pregunta: ¿cómo pudo Don Bosco acompañar a los jóvenes de la época?

Don Bosco y el “proyecto salesiano” fue totalmente un proyecto de Dios, bajo la intervención materna de María, inspirándose en la bondad y el celo de san Francisco de Sales (de aquí proviene el nombre Salesianos) en un programa de vida con la máxima: “Da mihi animas, cetera tolle” (Dame almas, llévate lo demás) tomado del Gn. 14, 21.

Don Bosco, perfilado hacia el trabajo pastoral con los jóvenes más pobres tuvo una predilección por los jóvenes y se puede recordar con la frase “Me basta que sean jóvenes, para que les ame con toda mi alma”.2 Para esto, bajo una experiencia espiritual y educativa creó lo que es el “Sistema Preventivo” en donde los pilares de este sistema son: la religión, la razón, y el más importante: la amorevolezza o amor.

El artículo 11 de las Constituciones Salesianas indica que la fuente del espíritu de Don Bosco, fue “el Cristo del Evangelio”, es decir, para el sacerdote piamontés al leer el Evangelio, fue muy sensible a ciertos rasgos de la figura del Señor: su gratitud al Padre por el don de la vocación divina a todos los hombres; su predilección por los pequeños y los pobres; su solicitud en predicar, sanar, y salvar, movido por la urgencia del Reino que llega, su actitud de Buen Pastor, que conquista con la mansedumbre y la entrega de sí mismo; su deseo de congregar a los discípulos en la unidad de la comunión fraterna. Con estos rasgos, Don Bosco encontró su modelo y su fuente en el corazón mismo de Cristo, apóstol del Padre 3

Don Bosco no tuvo un camino fácil al igual que Jesús. Tuvo un camino marcado por rosas y espinas donde luchó ante las adversidades de la vida y de la época sufriendo hasta la incomprensión de muchas personas que no creían en el proyecto del sacerdote turinés. Sin embargo, Don Bosco nunca se cansó y nunca perdió el ánimo porque lo único que realmente le interesó fueron las almas, en especial la de los jóvenes más pobres.

Don Bosco buscó al Señor en todo momento impulsado por la caridad pastoral que fue el centro de su espíritu salesiano hasta incluso en los momentos de enfermedad. La última gran pregunta que podemos hacernos es la siguiente: ¿Quién es Don Bosco hoy?

Don Bosco hoy es un modelo de santidad para las jóvenes y los jóvenes por saber mostrar a Dios desde el optimismo y la alegría. Es un modelo de santidad para sacerdotes, religiosos y religiosas por saber mostrar a Dios desde el trabajo y la templanza. Es un modelo de santidad para las instituciones educativas y pastorales por saber mostrar a Dios desde el Sistema Preventivo. Es un revolucionario de Dios y enamorado de la advocación de María Auxiliadora que supo acompañar a sus jóvenes, alejándolos de los vicios de la sociedad y atrayéndolos a los valores humanos y cristianos.

Según el artículo 21 de las Constituciones Salesianas, el Señor nos ha dado a Don Bosco como padre y maestro. Profundamente humano y rico en las virtudes de su pueblo, estaba abierto a las realidades terrenas; profundamente hombre de Dios y lleno de los dones del Espíritu Santo, vivía “como si viera al Invisible 4.”

Por esto, Don Bosco fue un enviado de Dios a los jóvenes más pobres. Quiero concluir con una de las frases más famosas que Don Bosco prometió a sus jóvenes y que nos da esperanza de que la muerte no es el final de la vida, sino a lo que aspiró el santo piamontés, el encuentro eterno con Jesús y el Padre:

“Jóvenes, los espero a todos en el Paraíso”

(Don Bosco)