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Artículo Central

Mao está de fiesta. 60 años sirviendo a los jóvenes con el carisma salesiano. Se trata del paso de Dios, haciendo crecer la fe; el paso de la Iglesia, viendo crecer el amor fraterno; y el paso de la Congregación salesiana, despertando nuevas alegrías y esperanzas en los niños y en los jóvenes, especialmente los más necesitados. No puedo ofrecerles una historia detallada de la vida salesiana en Mao durante estos sesenta años. Sólo invito a todos a dar gracias a Dios, porque Él ha bendecido el trabajo salesiano en Mao, y nos ha permitido sembrar la alegría y la fe en miles de niños y jóvenes que han sido tierra buena para la Palabra de Dios.

Agradecemos a Dios, agradecemos a la Iglesia católica en Mao, y agradecemos a muchos hombres y mujeres de bien, que nos han tendido sus manos y sus corazones para que nuestro trabajo pastoral se reactive continuamente para gloria de Dios y alegría de la Iglesia. Agradecemos a los salesianos que desde 1961 han trabajado con verdadera locura de amor a Dios, a Don Bosco y a la comunidad. Iglesias, capillas, patios y calles han sido regados por el agua viva del carisma salesiano.

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Entre las muchas familias que queremos agradecer, destaca la familia Bogaert. Esta gran familia llevó a Mao, desde la Vega, una religiosa y una pareja de esposos para

Presencia salesiana en Mao

Encuentro de Inspectores

De Izquierda a Derecha el Rector Mayor P. Don Ángel Fernández Artime junto a nuestro Inspector de las Antillas P. José Pastor Ramírez, SDB

Reunión Consejo Editorial del Boletín Salesiano, Casa Inspectorial

dar catequesis y sembrar la Palabra de Dios. La familia Bogaert no sólo se ocupó de la catequesis, sino que se decidieron a apoyar la evangelización a largo plazo. Para asegurar la continuidad de la obra, donaron una gran cantidad de terreno para construir una obra digna del Evangelio. Solicitaron la construcción de una gran escuela de artes y oficios, grandes patios para el colegio, el oratorio, y la parroquia. Una escuela de artes y oficios posee unas exigencias que en ese momento fue imposible materializar. Como sea, ese gran terreno marcó un significativo apoyo para los salesianos a lo largo de estos 60 años.

Después de la catequesis de la monjita y los laicos, apareció el P. Pedro Pescatore, salesiano italiano, sacerdote revestido de un carisma especial y lleno de amor a Dios y a Don Bosco. El P. Pedro viajaba para celebrar sacramentos y evangelizar. En 1961 llegó el P. Juan Fioroni a organizar una obra salesiana con un trabajo más estable. Las grandes limitaciones de esos primeros tiempos, eran compensadas por el enorme entusiasmo de esos hombres de Dios. Al llegar el P. Fioroni, no había casa, ni capilla para administrar los sacramentos. Durante un año la Misa se dijo en un pequeño local, hasta que en 1962 se acondicionó un depósito de maquinarias agrícolas, que sirvió de capilla y de salones de clase, y ese local fue dedicado al Sagrado Corazón de Jesús.

Tengamos en cuenta que ese trabajo de los primeros tiempos carecía de facilidades físicas para reunir al pueblo de Dios, pero esos ambientes gozaban de una riqueza de fe y de amor de Dios, que hoy día, no siempre se tiene. Esos hombres de fe, como P. Pedro Pescatore, P. Juan Fioroni, P. César Dal Santo, P. Cantelo, no sólo venían ellos como misioneros, sino que su tiempo de vacaciones en Europa, lo usaban para recoger dinero para su misión, y si recibían alguna herencia familiar, la usaban para apoyar la obra. El P. Juan José Gregorio, de feliz memoria, construyó el salón teatro de Mao y parte de la iglesia parroquial con el dinero de la herencia del P. César dal Santo. Esas preciosas cabañas del centro salesiano de Cacique salieron del cerebro del P. César y su comunidad salesiana. Yo me imagino que en la historia oculta de Cacique está escrito algo más que un par de dolores de cabeza del santo apóstol P. César. Ese centro se construyó en primer lugar para apoyar el movimiento de jóvenes scout, que consumía el cuerpo, el alma y las ilusiones del P. César. Aunque el cáncer que nos arrebató a este gran salesiano vino mucho más tarde, es posible que el esfuerzo del P. César para que Hatico funcionara y Cacique creciera, rompió por dentro, la fortaleza de su cuerpo. Eran tiempos de mucha precariedad, que no permitían soñar en grande. Al comienzo del servicio del P. César en Hatico, lo enviaron a celebrar una Misa en una comunidad muy pobre. En la colecta recogió 20 pesos. Gastó 10 pesos para él, y entregó diez. El director le preguntó que si no había recogido algo más. Y César le contestó en italiano: La colecta reunió 20 pesos, pero “anch´io ho bisogno di vivere”(también yo tengo que vivir).

En 1962 se celebró por primera vez en Hatico, la Semana Santa. En 1963, Mons. Hugo Polanco Brito, administró la Confirmación a 1200 fieles e hizo entrega oficial de la parroquia Sagrado Corazón de Jesús a los salesianos. De ese feliz comienzo se recuerdan salesianos beneméritos como Juan Fioroni, Teófilo Castillo, César dal Santo, Renato Capello, Jerónimo Taveras y P. Cantelo. El P. Taveras se fue pronto, y volvió a Mao después de 25 años, y a partir de ahí, quedó marcado por su servicio y su amor por la obra de Mao. Al morir, Taveras fue enterrado en Mao. El P. Cantelo comenzó la construcción de la gran capilla de María Auxiliadora en el barrio San Antonio de Mao, y esa iglesia la terminó el P. Luis Sertore.

El Mao salesiano es una obra que fue creciendo en silencio, con pasos lentos, pero seguros. En 1978 apareció un gran misionero, un sacerdote como un huracán de Dios: el español, P. Joaquín Soler. Joaquín significó un una revolución juvenil y un oratorio lleno de alegría. Su voz y su entusiasmo llegaron a todos los rincones de Mao. Unos 600 muchachos frecuentaban semanalmente los campos de juego. Construcción de canchas, aulas, campos de futbol, salones para reunión, vehículos para ir de paseo. Promovió la liturgia y dio gran relieve a la celebración de Semana Santa. El P. Joaquín abrió fronteras a los muchachos, llevándolos a conocer Santiago, la capital, el mar y las montañas. El tiempo de Joaquín quedó enriquecido por la llegada de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y de María, procedentes de Bogotá, Colombia. La catequesis, la visita a los enfermos, la pequeña escuela, todo se reactivó. Dios estaba llamando y los hombres y mujeres del momento decían que sí.

El P. Luis Sertore trabajó por 13 años en esta comunidad de Mao, y dejó una huella increíble de hombre de fe, sacerdote con espíritu salesiano, y hombre poseído de la pasión por el bien. Terminó la iglesia de María Auxiliadora, construyó varias capillas, como Piloto, La Caída, templo de Pueblo Nuevo, construyó la residencia para los salesianos y el salón y oficinas de la parroquia. El P. Luis Sertore dio fuerza pastoral a toda la obra salesiana, dio formación continua a los monaguillos, y fomentó la música en varios coros.

Al P. Gumersindo Díaz le tocó sustituir al P. Luis Sertore en Agosto del 2001. Trabajó sólo un año. Luego volvió a Mao del 2004 al 2008, y del 2014 al 2016. Creó un gran movimiento de Adoración Eucarística en toda la parroquia, propagó el lema “lo mejor para el Señor” y construyó la capilla de Gurabo. Esa construcción dio muchos problemas. La inició la comunidad, pero usaron material malo y hubo que derrumbar buena parte de la construcción. Luego la asumió la diócesis de Mao, pero se retiraron sin terminar. Cuando la parroquia se encargó de la construcción, hubo que derribar varias columnas, pues se modificaron los planos. Se pudo terminar porque murió una feligresa que vivía cerca de la capilla, y antes de morir le pidió a los hijos, que por favor, que terminaran la iglesia. El toque final se lo dio el P. David con un dinero que vino de Adveniat. Los nombres de muchos salesianos se recuerdan en Mao con cariño. De todos ellos, quien más quien menos aportó para reafirmar el camino de fe y configurar la historia de la salvación en Mao. No los podemos nombrar a todos, pero es bueno nombrar algunos. P. Luis Reyes, Sr. Sanchito, P. David, P. Canario, P. Gregorio García, P. Francisco Batista, P. Erinel Quezada, (quien logró establecer la Tanda extendida en el colegio), P. Genaro Mártínez y P. Baltasar Santana. Hay cuatro sacerdotes que aportaron para la fe de esta comunidad, y que luego, por circunstancias personales, se

Tengamos en cuenta que retiraron de la Congregación salesiana: P. ese trabajo de los primeros Leoncio Almonte, P. Francisco Lizardo, P. tiempos carecía de faciliMarino Valdez (que renovó el Centro de Cacique y construyó la piscina) y P. Widades físicas para reunir al lliam Rosario. Muchos se sienten felices pueblo de Dios, pero esos por haber pasado por la obra salesiana de Mao. En cada frente de trabajo, los ambientes gozaban de una destinatarios han encontrado amigos, y riqueza de fe y de amor de un patio para compartir, una escuela que Dios, que hoy día, no siemlos ha preparado para la vida, y un espacio espiritual para encontrarse con Dios. pre se tiene. A través del tiempo los salesianos han sembrado la semilla de la esperanza en la gran ciudad de los bellos atardeceres, por medio de la evangelización, la educación, y el compartir, formando así parte de una larga historia que ha marcado más de seis generaciones que se han alimentado del sistema preventivo de Don Bosco. Han encontrado una casa que acoge, un patio donde hacer amigos, y una iglesia donde hablar con Dios.

El deporte y el arte son peldaños que el carisma salesiano usa para llegar a Jesucristo. La oración, la escuela y el deporte es el lenguaje con que decimos a los niños y a los jóvenes que Dios los ama. El trabajo incansable de los salesianos es otra forma de decirles a los jóvenes que Dios es bueno, que los

ama y espera mucho de ellos. Durante varios años, la obra de Mao se mantuvo en un cierto silencio, obra sencilla, de trabajo salesiano tradicional, situada un poco lejos de otros centros salesianos del país. Si un salesiano era enviado a Mao, iba por obediencia, pero no había mucha fiebre de trabajar en Mao. Pero no olvidemos que la Iglesia, las congregaciones religiosas y las obras de servicio pastoral no son proyectos humanos. Es Dios quien guía a través de su Espíritu. Y Dios sabe cuándo ir despacio y cuándo correr. Dios no tiene prisa. No es fácil decir cuándo es que una obra se está

Comunidad Salesiana Sagrado Corazón de Jesús, Mao, junto al P. Inspector, José Pastor Ramírez.

reactivando, pero yo creo que a partir de 1990, Dios empezó a decirle a Hatico, Mao: ánimo, los frutos están maduros y hay que recoger la cosecha. Fueron los años de Luis Sertore, Luis Reyes, Jerónimo Taveras, Gregorio García, etc. Dios no siempre trabaja con santos. Dios siempre traba con hombres, los envuelve en su proyecto, y siempre sucumben al amor y la bondad de Dios. En Mao empezaron a crecer el trabajo y la alegría, y Dios le ofreció a la obra, no sólo un bello atardecer, sino también, un bello amanecer. Los salesianos de este país no conocíamos mucho a Mao. En el año 2001 yo trabajaba en Miami, y fui enviado a Mao. Una señora me dijo: Si usted va de Miami a Mao, es porque va de castigo. Y cuando en el 2004 fui cambiado desde San Juan, Puerto Rico, a Mao, una directora de aduana me dijo lo mismo: Si usted está cambiado de San Juan para Mao, es porque hizo algo malo y lo castigaron.

Un salesiano que ha vivido el cambio de la obra de Mao es el P. Francisco Batista, P. Pancho. En el año 2011 estaba de párroco en Jarabacoa y lo cambiaron para Mao. Unos días antes de dejar Jarabacoa, Pancho se expresó así: “voy a irme de Jarabacoa a Mao, a pie, pasando por Jumunuco, Juncalito y Jánico, para llegar 4 meses más tarde”. Después de trabajar 4 años probando la alegría del trabajo salesiano que se vive en Mao, Pancho fue elegido provincial de las Antillas. Si hoy día, Pancho tuviera que ir de Jarabacoa a Mao, prefiere ir en helicóptero, pues considera que todos los vehículos son lentos. Cada salesiano que trabaja en Mao, pasa de la sombra a la luz en su aprecio por esa bella obra. Y hoy día son muchos a los que les gustaría ir a trabajar en la obra salesiana de Mao. El aprecio por la obra de Mao ha crecido más del 100%.

Una de las luces del amanecer de Mao fue el apoyo del gobierno con las nuevas construcciones que han dado un vuelco a la estructura y a la visión del futuro de esa obra. Desde el año 2000 al año 2012, más o menos, se fue despertando en todos los frentes un verdadero río de hombres y mujeres buenos, disponibles, que apoyan la caridad pastoral de la obra. En este momento, el puesto de los laicos está al nivel de los salesianos. Mao es un pueblo de gente noble, sencilla, gente generosa, con un gran deseo de progreso, y Hatico les ha abierto las puertas para que amen a Dios y a Don Bosco y los den a conocer a los demás.

Hay una señora que llena toda una época en el servicio interno de la obra de Mao, que se llama María Lourdes Rodríguez (Wendy). Y hay una señora que llena toda una época en el servicio desde la calle, que se llama Ibelka Torres. Y hay un doctor, cirujano, que recordando los años de oro del P. César, se ha volcado sobre el Hatico salesiano, como un loco de Dios, apoyando varios proyectos, y que se llama Quilvio Colón. Y hay centenares como ellos, que no necesitan ser nombrados, porque viven el principio supremo del Evangelio: “que no sepa tu

mano derecha lo que hace tu

izquierda”.

En Mao, la tierra es buena, la semilla es buena, y la cosecha se ve obligada a ser buena. Toda esa gente buena y bien preparada, nos ayuda a rezar, a dar clases y a llenar los patios con gente alegre, construyendo lo que quería Don Bosco: “honrados ciudadanos y buenos cristianos”.

En el año 2001, a las 7:15 a.m., antes de entrar al colegio para los buenos días, entre 60 y 70 muchachos y muchachas entraban a la iglesia cada día, a hacer una visita y saludar al Señor. Dios escuchó la plegaria de todos esos niños y niñas, y bendijo a Mao, más allá de lo imaginable. La tanda extendida dio un vuelco a la vida escolar en Mao, pero la generosidad de la gente, y el alma sana de nuestros niños y jóvenes, abonó la tierra y la cosecha está siendo buena. La mayoría de nuestros maestros y maestras tienen alma sencilla, son personas alegres y sanas, y Dios los usa en la obra. Con la ayuda del padre Pancho, Emaús y Matrimonio feliz, entraron en Hatico, nos han dado un gran apoyo, y gracias a ellos, Hatico goza de una grandiosa vida de Dios.

Si usáramos los dedos de una mano para contar las mejores obras salesianas de las Antillas, uno de esos dedos le tocaría a Mao. Que todo sea para gloria de Dios y bendición de la obra salesiana.

Fuentes consultadas: “Cantata 60 años de presencia salesiana” por Sarah Jiménez, y “Propuesta de textos” por Sander Domínguez.