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Claudio Alarcón y Sebastián Rojas

LAS IMÁGENES QUE CONSUMIMOS Y PROYECTAMOS

| Natalia Leal, Claudio Alarcón y Sebastián Rojas

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Las imágenes como detonante de acciones, verdades, y como construcción de nuestra propia realidad, fueron parte de las reflexiones que abordó la exposición Ventanas. Cómo estas muestran una verdad del propio ser que las creó. A partir de allí nos planteamos el desafío de generar un ejercicio teatral, para ayudar al espectador a entrar en los mismos cuestionamientos que revela el trabajo visual, experimento escénico que parte con una “mediación dramatizada”. Dicha propuesta abrió un diálogo entre la visualidad y el teatro, sin que un lenguaje predominara sobre el otro. Decidimos no hablar sobre la técnica o el contexto, sino más bien sobre la profundidad que el arte revela en nuestra vida cotidiana tras un largo periodo de confinamiento.

Con la finalidad de estimular el espacio íntimo, en el transcurso del ejercicio teatral solo se permitía el ingreso de tres personas por función, ya que parte fundamental del proyecto era incentivar a que el espectador fuera pasando por diferentes sensaciones y estados emocionales.

¿Qué tienen en común las artes visuales con las artes escénicas?

La construcción de un imaginario es el nacimiento de la puesta en escena. Los actores intentan entrar en la psicología de cada autor para traducir su obra en un estado emocional y generar un diálogo dramático entre dos personajes (Valentina y Klaudio), quienes habitan una casa (espacio escénico). La obra se sitúa en el año 2070, luego de varias pandemias desde la crisis sanitaria de COVID-19. Klaudio sufre un aparente trastorno psicológico generando un apego incondicional con las imágenes montadas el 2020, mientras ella intenta ayudarlo a sanar. Una lucha constante en la que afloran recuerdos oprimidos por el estado de catástrofe.

Al momento de entrar a la casa, los espectadores son acompañados por un guía, mientras se oye constantemente un sonido de reloj. En otra habitación, los actores comienzan el ejercicio mirándose de frente, con mascarillas de rostro completo y vestidos con buzos de papel y guantes plásticos. Recorren la casa y el público los sigue. Textos poéticos, mantras y música se van mezclando, mientras Klaudio o Valentina miran las fotografías que pueblan el espacio de la escalera, o teclean en la máquina de escribir de la habitación azul.