Artes y Letras (dic. 1957)

Page 1

(

ES

DEPT

Año del Centenario de Juan

artesy! MENSUARIO 2da.

EPOCA

SAN

JUAN,

PUERTO

DE RICO

Morel Campos

CULTURA DICIEMBRE

1957


artes y letras—página 2

PERSPECTIVA

NUESTROS COLABORADORES

pon Cwu¡ue A AAA Con motivo del nombramiento del Dr. Efraín Sánchez Hidalgo para Instrucicón, en el periódico Educación de esa secretaría apronté, no unos esogios de ocasión al recién llegado, sino unas advertencias de carácter educativo sobre la obligada emigración, el abandono de tierras, el crecimiento de arrabales, la recrudescencia del delito. Le recordaba fijarse en los esenciales propósitos de la escuela pública. Pedí la revaloración del sistema, la formulación de nuevos métodos y procedimientos, con este punto de partida: la realidad puertorriqueña. Solicité que limitemos las improvisaciones y que la educación superior cumpla estos dos propósitos fundamentales: la experimentación constante y el amplio servicio social al pueblo; que se procuren las asesorías cabales, que se hagan adaptaciones concientes, que se erradique la pedantería viciosa.

Eso dije y eso reafirmo aquí.

:

En su entrevista con Pedro Vázquez en El Imparcial del 30 de septiempre pasado, el Dr. Sánchez Hidalgo cree que una demanda social a que se debe responder cuanto antes es el adiestramiento de más y mejores maestros. Le preocupa asímismo el problema de retención escolar: que el niño siga en «el aula por lo menos hasta el sexto grado. También está interesado en que el emigrante puertorriqueño vaya mejor adiestrado. Y hace hincapié en una mayor coordinación de propósitos educativos. Sobre estos problemas he hablado en Puntos de Partida reiteradamente. Sobre el último—coordinación de propósitos—creo que he hablado como por fijación mental. Se me figura que un ancho procedimiento coordinador, integrador, no sólo traería más provecho social al pueblo de Puerto Rico, sino que ahorraría dinero.

Me

parece

que

muchas

veces

sobreponemos

el individualismo

a

la

indispensable coordinación de funciones. De ese modo se pierde mucho esfuerzo en el proceso de educación extensiva. A propósito de esta educación extensiva varias vetes he sugerido en Puntos de Partida el que se le dé cumplida eficacia a una amplia integración, quizá con una oficina central en el propio Departamento de Instrucción. Para mencionar una sola situación indeseable, hay unos cuantos periodiquitos, de agenctas y departamentos, que no pueden cumplir sus anunciados fines nada más que porque usan un lenguaje difícil, fuera del alcance de sus supuestos lectores. En este particular conviente recordar que hay un valioso estudio,

realizado

por

el Consejo

Superior

de

Enseñanza,

que

debería

servir

de

orientación.

En su trabajo Algunos problemas de educación pública, para El Munde del 2 de octubre pasado, el Dr. Rodríguez Bou pone énfasis en dos obligaciones del sistema: “imponer al educando de la realidad del momento en que vive y de cuáles son los problemas que le plantea su época, y la conexión de esos problemas con el mundo de más allá de Puerto Rico; y que se ponga en <jecución justa y humana del sistema. Es por demás imperativo que se haga una cabal valoración del sistema antes de hacer nuevas proposiciones. 4 En realidad, la práctica de remendar el sistema, sin una cumplida valoración, cada vez que hay un nuevo comisionado, ha creado una serie de males crónicos. Creo que los cpuntan hacia to que apremia te hacer un alto

fines educativos que ya ha enunciado el nuevo secretario la tan esperada valoración. No debe tardar. Es cierel adiestramiento en masa, pero siempre es convenienpara saber con qué podemos contar antes de seguir ade-

lante.

de

Si no se puede propender a la educación selectiva todavía, por razón la necesidad de educar las muchedumbres, por lo menos deberían lle(Pasa a la página 57)

ENRIQUE A. LAGUERRE, nuestro máximo novelista, escribe esta columna mersualmente para nosotros. J. PANIAGUA SERRACANTE, uno de los escritores nuestros más afin-

cados

en

nuestras

cosas

y nur

espíritu. JOSE EMILIO GONZALEZ, poeta, crítico y ensayista de primer orden

en nuestro LUIS

país.

QUERO

CHIESO,

cuentista

y ensayista puertorriqueño que hace tiempo reside en Nueva York. El cuento que publicamos suyo, fue premiado por el Ateneo de Puerto Rico

en

1954.

SEBASTIAN GONZALEZ GARCIA, Profesor de nuestra Universidad, dirige el Colegio de Humanidades allí. JUAN

DIEZ

DE

ANDINO,

poeta

y

periodista, que ama como el que más las cosas de nuestra historia patria.

OSCAR VALLE, periodista, que gusta de la crónica ligera y amena. SAMUEL LUGO, poeta? de quien no

pudimos,

por

no

liegarnos

a

tiempo, publicar un poema suyo. SANTIAGO IGLESIAS, Hijo; ingeniero y arquitecto de gran valía intelectua!.

POETAS

COLABORADORES

Por ser muy extensa la lista, no podemos reseñar los méritos de cada uno de los poetas que nos han enviado sus

poemas

y

que

insertamos

en

esta edición. Pero valga decir que todos ellos, tienen libros publicados O preparados para ir a prensa

y

de

donde

han

entresaca-

do los versos que publicamos. Fuera de los poemas de Lloréns Torres, Julia de Burgos,

Luis

Palés

Matos

y Evaristo

Ribera Chevremont, los demás son inéditos y enviados a nosotros para esta edición.


Mensaje de Navidad Ha transcurrido otro año más y nuestra publicación ha podido subsistir, contra todos los embates y dificultades con que se tropieza en Y dicho con Pusrto Rico, una revista dedicada a cosas de la cultura. pena, a cosas de la cultura nuestra. Pero a nuestro pueblo lo salva siempre un instinto de conservación espiritual. Nunca nada se ha perdido ni se perderá por ese camino. Lo apuntaron con ctrtera visión, Tapia, Hostos, entre tantos que amaron, cultivaron y enaltecieron nuestras letras y nuestras artes. Por eso, ARTES Y LETRAS se siente altamente complacida del endoso espiritual que ha recibido de tan buenos amigos y verdaderos amantes de nuestra literatura y de nuestras artes, aún en campos difíciles del quehacer humano, que no dan tregua ni tiempo en esta era mercantilista, para ver más allá de los números y de las apremiantes presiones de la vida moderna. Ojalá que este respaldo espiritual continúe y solo así podremos continuar nosotros nuestra tarea. Nuestro único objetivo es servir modesta, pero sinceramente, al progreso y trascendencia de muestros valores tanto en el campo de la literatura, como de la pintura, la música, la escultura, la arquitectura y el teatro. Con la ayuda de ' Dios y de nuestros colaboradores y la inapreciable de cuantos han contribuído de manera económica a estos fines hemos podido lograr un año más de vida y prepararnos para subsistir otro. Valgan pues, en estas Navidades, estas palabras nuestras de gratitud profunda para todos, como un mensaje salido .del corazón, con el deseo de que disfruten de unas fiestas de Pascuas navideñas con todo el aliento y alegría posibles, y que el próximo año, ofrezca en su canastillo de sorpresas mil y una. ocasión de felicidades y salud. En tanto, ARTES Y LETRAS seguirá siendo el órgano cultural que hast aquí ha intentado ser y con la buena acogida y cooperación de tohasta aquí ha intentado ser y con la buena acogida y cooperación de toy el Instituto de Literatura, prometemos hacer esfuerzos incontables para mejorarla y engrandecerla. Muchas

gracias, JUAN

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Delices Pascuas y Próspero 1958

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PROSISTAS Ñ PUERTORRIQUEÑOS DE LA HORA

ACTUAL

FUNCION

A

DEL SER PUER TORRIOUEÑO Por:

Hay

quien

mente

sobre

al

pensar

la cultura

reflexiva-

en

función

del ser puertorriqueño, considera tal ser como si se hubiera improvisado

por arte de magia o como si se originara

de

¡algún

desprendimien:;o

inefable del empíreo, sin ahondar en la naturaleza de ese ser, para el cual se reclama una cultura aje-

na a su espíritu.

¿Es que

creemos

J. PANIAGUA

tumbres,

SERRACANTE

sus formas

de existencias

y sus sentimientos, imprimiendo

un

estilo de vida diferenciado que res- ”

mo

cuando

riqueño aisladamente cual si fuera tema distinto del status político — como

si el Estado

no

fuera

un

pro-

ducto de la cultura— no quiere decir que ¿ste no eerce influencia en la forma de vida individual y colectiva del hombre puertorriqueño.

les,, su miento,

Precisamente

de múltiples vicisitudes y luchas a través de los tiempos? La personalidad cultural puertorriqueña en todo lo que tenga de sublime o mediocridad es una realidad psicológica e histórica viviente. Y su fundamento tiene que tener hondas raíces en sus tradiciones auténticas, buenas o malas. Lo que importa para una renovación superior de la misma es que se atine en conservar lo utilizable para una elevada evolución perfectiva de su ser y se tenga la capacidad de conocer cuales son las influencias perniciosas para su ulterior perfeccionamiento. Las culturas no son productos puramente artificiales sin raíces vitales profundas en el ser histórico de cada pueblo; antes al contrario, para que pueda condicionar el desarrollo armónico de ese ser colectivo debe responder a su espíritu y a su esencia. La cultura no es una técnica aplicable por igual a todo pueblo o a toda raza, es un hecho histórico que nace de las profundidades de la realidad íntima de cada pueblo modelando sus usos y Cos-

contemporáneo

ponde a la expresión de su alma. Por otra parte, el que se desee averiguar cómo ha de ser o cómo queremos que sea el hombre puerto-

que el ser puertorriqueño es un ente sin antecedentes históricos y que se produce así mágicamente, sin constatar sus raíces tradiciona-

génesis, formación, crecidesenlvolvimiento a través

dés

, sostener

el

status

político

de

que

estado

raleza

J. Huizinga

“la

cultura

de

una

el orden

de la natu-

material,

y espiritual mantiene

al co-

colectividad,

la dominación en

existe

moral

una situación

de nivel superior al que producen las relaciones naturales, siendo rasgos distintivos de ella el equili-

brio de los valores espirituales y materiales y un ideal esencialmente homogéneo,al que tienden las diferentes actividades colectivas”. En verdad ha sido maravilloso e: imponente desarrollo de los descu-

un pueblo es uno de los condicionantes estructurales que puede constituirse como el animador de su cultura general o convertirse en rémora de la misma por no-responde a la naturaleza histórica de su ser.

brimientoz su aplicación práctica en la vida de los pueblos; y tel hom-

No obstante, aún conservando las particularidades de cada núcleo social, pueblo o nación, puede concebirse un sentido de la cultura que perfile lineamientos metafísicos, de tal naturaleza, que tenga aplicación universal y que daría así una posibilidad como vehículo de unidad a la cultura por el ideal general re-

les bríos y desenfado en la domina-

bre continúa dominando las fuerzas de la naturaleza con su inteligencia cultivada en la comprensión de sus problemas y en-.las investigaciones científicas de la verdad. Pero tal intento ¿opérase con iguación de la propia naturaleza humana? Huizinga duda se haya llegado a un equilibrio en esa' esfera de

la cultura

y rechaza los llamados

triunfos de la psiquiatría, de las provisiones sociales y de la presun-

tuosa lucha contra el crimen, como

mo los ideales de cultura: bienestar, poder, seguridad, todos son ideales más propicios para la discordia y la división que para unir a

signos inequívocos de esa dominación tan anhelada, cuanto detenida por mil causas de orden moral. Y es que, precisamente en nombre de los derechos de la naturaleza humana, se ha puesto en duda nada menos que la autoridad obligatoria de

la gran

una

conocido

que

le

anime.

Porque

lo

que en la actualidad se cataloga co-

masa

humana.

Deben

su

ley

ética

fundamental

de va-

origen como dice Huizinga al insinto natural y no están ennoblecidas por tel espíritu. Siempre que de cultura se trata me ha parecido de suma excelencia

lor absoluto.

la definición que de ella hace el cé-

la vida humana a tenor de una finalidad superior. Por eso, es tam-

lebre historiador

y pensador holan-

Cultura es además cierta actitud, modo de afinarse y definirse frente a la realidad. Actitud que proviene

de una concepción

del mundo

y de


artes y letras—página bién

una

actitud

personalidad.

14

definitoria

Es un modo

de

la

de pen-

sar, de actuar y de sentir en relación con los problema sde la ciencia, del arte, de la filosofía y de la religiosidad. Es la definición ante la vida y la muerte.

Esa

actitud

definitoria

es lo que

pública y periodística, arrojando lodo contra todo lo que significa precisamente nuestras más positivas virtudes y nuestras auténticas posibilidades. Así se fué formando en

ria no es eterna, ni es indescruptible; y qle consideran al Universo y su contenido como parte de un mecanismo inflexible, es un error

no escasa

brimientos científicos; cuando asisa la Uesuskull Von timos según bancarrota científica de la 'tevolu-

parte

de nuestro

el criterio derrotista, confesando antemano

nuestra

impotencia,

da razón de ser a una civilización. Esta no es nada más que el fruto

conociendo nando

esto

maduro

luego,

de aquellos pueblos

de

una

forma

de

vida

lo-

erada y consolidada. La precede siempre las energías creadoras de los heroísmos religiosos y de la acción civil. Nuestra vida individual y colectiva en el presente no es más que esa lucha, como que estamos en la vorágine más terrible de nuestro destino. Esa agonía que es lucha, acción, anhelo de realizarse y que es fuente de cultura, demanda de

nuestro

ser

su

expresión

aún

en

medio de ese doloroso forcejeo por su expresión aún en medio de ese doloroso forcejeo por su pervivencia. No dudo que hay una gran parte de este pueblo que vive inconsciente de estos problemas. Por otro lado hay además otra que no ve nada más que la amenaza en unorden exclusivo de la escala de los valores en

que

se

manifiesta,

como

afecta biológicamente su existencia. Pero la crisis

que

propia abarca

pueblo,

nuestros con

valores,

la exaltación,

de des-

audesde

que

Go-

fe en las obras

son

del espíritu y otra

valor

cual es, el espíritu. de esa lucha lor,

Aún

y en medio

podemos

juicio,

superbiológico,

hacer

íntima

de

demasiado

sin

un

en medio de ese doembargo,

dolor,

humano

a mi

para

ser

estéril. No podemos dubitar siquiera ante los valores espirituales que son los únicos que dignifican y hacen civilizada la vida de los pueb.os. Tampoco debemos contempar con ojos

escépticos

los

atributos

distin-

tivos de lo esencial de nuestra personalidad porque nu podemos fundar una Patria, sin contenido, ni sustancia perviente. Las formas jurídicas o económicas bien están para dar ancho cauce a la vida colectiva; pero hay también valores superiores y decisivos que son los

eternos valores del espíritu

de una

raza o de un pueblo que ten última instancia es cristiano e hispánico. Hemos sufrido la sistemática propaganda de descrédito en todas las esferas de la enseñanza, enl a tribuna

materialista,

al

vida, el fa-

mecanismo,

y a lo inconsciente cósmico: y cuando Arthur Eddington y James Jeans nos explican el misterio de! Universo como la expresión de una Idea de un Potente, parece irrisorio y hasta cavernario esquivar siquiera la consideración seria de estos signos del tiempo presente.

La presunción preocupados,

física...

y

es

de cierta gama creer

sobre

valladares

que

todo para

la

la

de

meta-

religión,

el

progreso

científico. Imbuídos .además en lecturas unilaterales, acostumbrados abrevar en aguas turbias, negadores de toda elevada espiritualidad, están ciegos porque no han hecho el previo análisis, ni el con-

necesidad

can

en

estos

cada

día más

tiempos

de

que

acentuada cese

esa

tituya una tarea fecunda y prome-

su

biología: desplazan

cosa es concederle un valor absoluto. El mito consistiría entonves —como muy bien ha explicado e! gran pensador brasilero Alceo Amoroso Lima— “en trasladar los atributos de la inteligencia y de la potencia divinas, para la inteligencia y la creación humanas”. De ahí la

presión

por

los nuevos

y en

darwiniana,

horizontes de la energía y libertad, talismo

cbra creadora que patentice nuestro ser ante la conciencia cultural de América. La tristeza puertorriqueña, de la cual nos habló Pedreira en su obra “Insularismo”, es la ex-

cisivo

más de-

ción

descu-

nuevos

los

contradice

bineau en su pseudociencia declaró superiores a toda raza humana. No podemos continuar despreciando nuestros más aquilatados atributos y escépticamente burlarlos; porque pueblo que tal haga, está llamado a su propio aniquilamiento. Por otra parte bien podríamos correr el riesgo de caer en el mito de la cultura que consiste en atribuir un valor absoluto al trabajo del espíritu humano. Una cosa es tener

idolatría sacrílega de la cultura mediante su integración de nuevo a la, Verdad, ya que ha sido el vicio capital de la edad moderna originar una injustificable disociación entre ambas. La cultura que no lleve a la Verdad es narcisista por su propia naturaleza e infecunda como todo marcisismo para producir una forma de vida superior. Si se desea que nuestro amor a la cultura cons-

también un aspecto mucho

que

tedora de infinitas posibilidades, hay que reintegrar la Verdad como condicionante rectificador de la misma. Esto significa sa!ir el hombre dt su autoconcepto idolátrico para rendir culto a Dios vivo principio y fin último de su propia per-

sona y razón de todo su quehacer

como viator que es en el curso de su existencia. Si las concesiones, baluarte de la impiedad, en que se afincaban algunos escritores finiseculares para negar lo sobrenatural, y lo divino, es decir: la eternidad de la materia, la infinitud del 'espacio, la omnipotencia de la técnica, como condo por Einstein, le han sustituido

secuencia del relativismo preconizahoy, en el mundo científico, las irreduvtibles certezas de que el espacio no es infinito, que la mate-

trapunto

de

ponderación en

suma,

ideas

de

para

una

serena

ni

verifi-

razones,

una

honda

crítica

de

todo lo que cae en sus manos, con criterio verdaderamente libre, a pepesar

de

que

hacen

tantas

galas

de

éste, Se limitan a una circunscrita esfera cómodamente dada, a una economía mental fácil, y se parapetan detrás de ciertas trivialidades superficiales, de las carcajadas de algún burlón sistemático, o del estilo venenoso de uno de esos escritores impuesto por la reclame

tendenciosa.

De

ahí

esa

actitud

despectiva, pesimista, o más bien escéptica, y su amoralidad triunfante en todos sus aspectos. Posición, por supuesto, muy decadente. No vislumbran que la inteligencia sola, por mucho que se cultive, no llegaría más que a los aledaños de mediocridad, cuando de una elevada espiritualidad se trata. Mutilan la naturaleza del hombre, al concebirle o al estudiarte negando su realidad íntima. Continúan muy metidos en las ya desacreditadas teorías del pasado siglo, y pretenden estar muy avanzados en conocimientos de la cultura moderna. Prestos a estudiar lo que significan los Brahamanes, el Buda, o Confucio, tal vez se interesan en la lectura del Korán, sin embargo acusan una crasa ignorancia, si no hostilidad, pero una hostilidad nacida no de convicciones propias, sino hi-


artes y letras—página ordinaria

jas de prejuicios y de lecturas parciales mal digeridas, en relación con una de las realidades más destacadas del mundo como es el cris-

fianismo

no

despertar

siquiera

cierta

ante

ese hecho

intelectual

son

suficientes

para

curiosidad

sabemos

a dónde

van

que fué Santa

Ca-

la perfección

convicción mente

del conocimiento,

que

desde

interés

a parar

fantásticas, conciencias encerradas, almas perturbadas por la nebulosa del mal saber. Es la insolencia de una inteligencia narcisista llena de soberbia, porque ha alvidado su origen y lo que debe a factores ajenos a ella misma. La vida intelectual, cuando no va acompañada de esa humildad del verdadero sabio, engendra una vanidad insoportable, inflada, llena de suspicacias; y en su fondo, 'encumbre la envidia con todas sus pequeñeces y mezquindades indignas de un alma superior; pues no han sabido dar con la clave de la verdadera cultura de espíritu que exige una vida de relación íntima con la autíntica fuente de

en

que

nace el

negar.

Somos

no

es

la

suprema

No basta ser sabios, no basta siquiera apreciar la belleza y sentir la emoción estética. Hay que aspirar a algo más, a la perfección integral del hombre, que solo se logra mediante el cultivo de la virtud. La santidad es el ideal más bello y sublime al que puede aspirarse. Los senderos que conducen a ese ideal de perfección no es-

conjugado con el Espíritu Divino 'por el amor, presupone verdad, be-

nadie,

no

espíritu

exclusiva

humano.

la grandeza

Es de

efable;

infrahumana.

y

su verdad

que

atesora,

una

ordenación

todo

esencialmente

bajo

y luz

porque

ofrecer

una

colección

de diez

libros de los más conocidos autores puertorriqueños contemporáneos por el precio de “cinco dólares ($5.00). Esta colección comprende libros de los siguientes autores:

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S. Belaval

Tomás

Blanco

Laura Gallego Enrique A. Laguerre Antonio

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en las

librerías a un precio no menor de un dólar (1.00) el ejemplar. Aproveche esta oportunidad. Ordene su colección hoy mismo. Nosotros pagamos el fran-

queo.

todo

blimes espiendidez. Esa actitud pronta a dispararse ante el blanco de su glorificación apoteósica, será de transcendentales perspectivas porque está libre de toda limitación

y la visión de su universalidad abarcando

es hálito

lo inspira y todo lo ilumina con su-

impor-

única

humano

La Biblioteca de Autores Puertorriqueños se complace en

lleza y bondad en su grado más in-

ta su grado de saber o capacidad. La ascética que nos ofrece la forma más perfecta del cristianismo, que es el catolicismo, nos predispone ya a rebasar la esfera de la mediocridad espiritual, galvanizando poderosamente todas las potencialidades

del

espíritu.

ma-

la sabiduría.

para

del

P. R.

tiene

Tal idea es la fuerza generadora de la genuina cultura, porque lanza odo pensamiento, todo sentimiento ¡y todo acto humano, es decir, al hombre integral, hacia horizontes ilimitados de perfección porque la que

Juan,

incrédu-

cualquier otra concepción anhelada.

religiosidad

San

espontáneaalma

mifestación

vedados

Puertorriqueños

una

los por egoísmo. Vencido el egoísmo, encontramos naturalmente la fe, porque hemos dejado de ser ciegos y vemos”. Exactamente igual que el Aquinatense: “los hombres... conciben diferentemente las cosas según sus disposiciones. Aquel cuya conciencia está falseada, la comprende, confusa y erróneoamente”. Es el fundamento “tico del conocimiento de la verdad, como función de conciencia. La perfección del hombre, como la perfección de los pueblos, no sólo es Obra del saber y de la técnica, sino más positivamente del saber de santidad. Sólo el cristianismo nos ha revelado un ideal de cultura que supera por su misma verdad, por su belleza y por su bondad, a

los pseudo-cultivados del in'electo con menosprecio y olvido de! cultitivo del hombre integral. Es el resultado de un intelecto muchas veces atiborrado de conocimientos enciclopédicos, de doctrinas falsas o

tán

| Biblioteca de Autores

que para ella, la fe es sencillamente

históri-

co que ha moldeado la civilización de la cual son meros desertores. Una intelectualidad que ventila los problemas de cultura en esa forma es una pseudo-intelectualidad miope y ayuna de una visión total del mundo de la cultura. Y

ya

mujer

talina de Siena. “Para Santa Catalina —en opinión del preclaro escritor danés Jorgersen— existe tan poca diferencia entre la fe y el conocimiento

jerárqui-

ca, sin perder el sentido de las cosas, ni promiscuar lo subjetivo con lo objetivo; es la médula del cristianismo 'en activo, tan señaladamente apuntado por aquella extra-

Sólo así dará frutos

de una nueva y superior existencia creadora llena de sentido, que además de ser lo más singular por su

profunda sublime

humanidad, por

su

será

deificación.

lo más

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NUESTROS CRITICOS DE HOY

ALBATROS

EN EL ALMA Por JOSE EMILIO GONZALEZ

En

de

bella

edición

poesía

para

de

la “Colección

bibliófilos”

ha

paña se siente “chopo desnudo”, que se burla del viento, pues viene de

sa-

lido el segundo cuaderno poemático de Diana Ramírez de Arellano Rechani, Albatros sobre el alma (Ediciones J. Romo Arregui, Madrid, 1955). Debo a gentil atención de su autora el haber recibido es

una

de

versús

ta

gema

uno de los leitmotios del libro. La 'evocación se hace aún más

trata

nos

de

que

hayan

sencilla. uno

de

florecido

A

mi

los

puertorriqueñas

en

Afirmación

se

Ramírez

1947 su primicia

había

los últimos

editado

Yo soy Ariel

(Mé-

veces,

seco

en

partes,

leñoso

toda-

vía de lo no poético.. En los ocho años transcurridos, Diana ha marchado larga, honda y resueltamente hscia la madurez. Con este Albatros sobre el alma ob-

tiene

un

lugar

de consagración

en

la poesía puertorriqueña. Pues en raras ocasione se ha oído una voz más pura, alma más creadora de genuino acento lírico. Yo diría que Diana tes de la parentela esviritual de Ju'ia de Burgos, pidiendo el perdón consabido a todas las distancias. Ex de la fuerte prosapia de Clara Lair y Mariglorta Palma, aunque no le faltan las ternuras arremansadoras que han caracterizado el poetizar de Carmen Alicia Cadilla, Carmelina Vizcarrondo, Nimia Vicéns, Violeta López Suria y CarMen Puigdollers. Sea oportuno esclarecer que estoy hablando de ac-

titudes,

no

de

influencias.

Albastros sobre el alma agrupa 19 composiciones cortas con dos temas verticales: la infancia.en Puerto Rico y el amor (o sea la vida). Asumen la vestimenta del recuerdo, pero la poetisa no se resigna a ese disfraz. Lc repudia:

cielón Es

en

no

la ra-

de

eternidad,

que

será

mente a la ciudad de su niñez. Precede al reencuentro un conjunto eneantatorio: “He repetido tu nombre siete veces siete en mi soledad”. A su fórmula mágica, los ágiles recuerdos “se desprenden del viejo calendario que atesoro”. Y ahi es-

en

xico, Casa Unida de Publicaciones), donde la poetisa novel acusaba cierta flexible seguridad en la explotación de los yacimientos expresionales del lenguaje, familiaridad de diálogo con las esencias estéticas y un sabio presentir de rutas por las que debía hilar su inevitable desarrollo. Sin embargo, Yo soy Ariel 'era más bier una vispera: un fruto en su primer verdor, agrio a

'un

local. En “A Ponce, en Puerto Rico”, Diana retorna imaginativa-

libros

años. Josefina Romo Arregui enriquece al esbe'to volumen con un certero y conciso estudio preliminar. Diana

“donde

la memoria”.

za de nuestro pueblo “hecha de milagrosos azahares” donde ella encuentra sus raíces inderrotables.

ma-

juicio

mejores

tierra

arranca

Convertirse en recuerdo muda voz, densa carga que pesa como un muerto albatros sobre el alma”. lo que quiere es la vivencia inédita del pasado:

tá ya su “Ponce”

“Cuando construyo sombras sabre ese dulce siempre de aquella fe tan mía liberto de tu muerte mi amor te resucita”. El

conflicto

no

se

resuelve,

puesto

Gue el recuerdo sigue siendo su punto de apoyo para lidiar con su pre-

sente, y en esa pugna, a su vez, convierte en poesía: vida.

La imagen

se

del albatros muerto

y

el titulo del cuaderno provienen, desde luego, de la famosa Rime of ihe Ancient Mariner de Co!leridge. Semejante al “ancient mariner”, la autora ha matado al recuerdo, pero tiene que sufrir la expiación de 3“evarlo siempre consigo. ¿Es para

ella,

además,

una

viaje

terreno

hacia

al?

También

penitencia el

alborea

país

una

este

origin-

relación

con el problema de la culpa, que se mueve en el fondo de “Antiguos lirios”. (Véase más adelante). Versos escritos desde el destierro, en el espacio y en el tiempo, intentan recobrar la concreción de la patria celada por bastidores de lejanía:

“Madruga el sol. Allá en la isla mía se escandaliza el verde y el azul, y canta el mar, la tierra, el cielo”. La poetisa regresa “cabalgando recuerdos” hacia “ese sol aque calienta la roca que rezuma la ezpuma del Caribe”. Allá, en su soledad de Es-

nunca

olvidado:

“Aquella dulce risa adolescente esparcida en tus calles olorosas a mirtos y a aventuras. E He dormido en les nichos de mi torre babélica soñando con tu playa luminosa de trinos y Ella

quenepos.” vue

ve a pisar

los lugares

acos-

tumbrados “para escuchar mis pasos atormentadamente vivos”. (¡Qué valor de sensación hay en esto!) Promete una nueva cita a este amante:

“Te encontraré

una noche;

después de tantas noches,y dime, Ponce mío,

¿me

reconocerás?”

Adelantando

nostalgia,

por este corredor

sale

al paso

de

la imagen

de la muerte de la infancia, simultánea con la de un “hermano querido”. La elegía que le dedica -es uno de los poemas más conmovedo- * res. Es lástima que no pueda copiarla íntegra aquí. En cortas es-

trofas

de

versos

heptasilábicos,

la

hermana llora austeramente aquella infiel partida: -“Entregadme veloz su fragante cabeza, sus fugitivos ojos, su sumergida 'sombra”. El conocimiento mo suceso vital,

de la muerte, cojalona el término


artes y letras—página 10

de

pcivo

silencioso

que yace sobre el mundo recuerdo de mi infancia”. Y, en seguida, su protesta, furiosa, su voluntad incontrastable de salvamento: “Dolor, diente feroz, Arcángel mío, ayuda extrañamente a regresarle!” Composición extraordinaria por su Gensidad lírica, por su sinceridad vibrante, cuidadosamente conteni-

da en una forma a dos

infancias”

juncal, la “Elegía es un

poema

anto-

lógico. Al lado de ella, “Cundiamor” es una brevísima estampa musical, graciosa, interesante, sí, pero nada que pueda comparársele. Se paYece a esas piececillas con que los virtuosos suelen obsequiarnos des-

pués

del verdadero

Sirva

esta

concierto.

topica

boricua

tino.

Digamos

que

de

las

vías

por

aquel

para

rememo-

en la isla es una

donde

la

autora

sa-

le al claro en que habrá de discutirse su drama decisivo. Ya aquí —y es bueno recalcarlo desde el principio— acepta ella unos supuestos metafísicos que hacen de la existencia algo deleznable, contingente,

engañoso,

y que

comprenden

la vida humana como un tirar siempre sobre la eternidad: orden de las esencias incorruptibles. La concepción del mundo que aquí se devela es, por lo tanto, la derivada de la antigua ontología de Parménides,

Platón y Pitágoras y...

El

“Y yo fugaz o eterna...”

contrapartida

hasta cier-

to punto Aristóteles. La ambición constante de la artista es librarse de la muerte terrena y conquistar lo eterno: “Me lanzaré a la tierra tras de mi carne viva y un beso deliran*e

me irá oreando cielos, sacudiré la muerte de mis dedos insomnes y me asiré ya eterna a la voz de los siglos”. (“La voz de la siringa”) “Eternidad”, “eterna”, “eternizanzarse” acuden tesoneramente a los labios. Ejemplos: “Por no poder_te hacer eterna” (Pág. 20); “Para afirmar tu eternz escala en mi re-

(Pág. 57).

se despide

de

mi.

trémula,

Oh, bestezuela Oh, que

esjeranza de amor ha angustia acerada mi (derribado!” ciervo herido de muerte es una del

quien

a

hijo

se

El hombre es un ente temporal que se desea perenne. En esta contradicción íntima está el latir de toda esta poesía. Puede el hombre

ambos son víctimas impide nacer: Aún la del ímpetu autodestructor. ocasión misma del amor puede per-

hacerse perpetuo en lo poético

amadc: “Crucé embriagada y no me viste”.

voz

de

la

siringa”):

tiempo

en

la

o en

o

memoria

el amor

(“En

(“La

superar

al

(“Escala”),

un

rincón

en

el

arte

(“Meditaciones”).

Pero, desde luego, esto no se asienta con tantas seguridades. Diana Ramírez de Are'lano no es,

no puede

ser, indiferente

a la ago-

nia por la que el hombre tiene que cruzar para subir a aquel destino. Por lo contrario, vive esa agonía en sus módulos más crueles. Un hijo

no nacerá

para

ser entregado

derse, por incuria o dejadez del ser de

a la

mundanal!

“Por no verte agitar las lágrimas

El hombre está sujeto a estos acasos existenciales. Desde la renuncia total a sus tentativas hasta la sublimación en el sacrificio, oscila el

registro

de

sus

posibilidades.

En

cualquiera de esos riscos puede sucumbir. Pero ¿hay algo más inseguro que la vida eterna? El poeta sólo tiene representaciones imaginativas de ella. Y el el ente paradójico que afirma la realidad de sus ficciones mientras repulsa como ficciones engañosas a las realidades cotidianas. En esa brega con

ssu

al viento tú no has nacido.

luz

(Pág. 51)

del

mundo patio florecido” y “Tú me buscabas, mi pie veloz huía”), o en

vicisitud

cultivarnos el gusto para lo que viene ahora, que es lo más importante, pues se trata nada menos que de la lucha del pceta con su propio desrar de la infancia

cuerdo” (Pág. 24); “Intacta, limpia, eterna y sorprendida” (Pág. 38); “Hacia la eternidad profunda escapo” (Pág..51); “Mis ojos acostumbrados ya a buscar en la noche las verdades eternas...” (Pág. 54);

fantasmas,

erige

con

efímeras

La renuncia al hijo es exigida por esa ascesis que potencia la voluntad hacia lo eterno. ¿El amor mismo llegará? Mientras no llegue, “mi vivir es gemido en la noche” (Pág. 25) y se prueban todos los desesperos

palabras, obras que, por ser llamadas de arte, alientan una quimera de inmortalidad. La composición “Antiguos Lirios” no parece enquistar armónicamente dentro del libro, puesto que no es un episodio en la épica batalla que hemos apuntado. Puede ser engarzada por el flanco de la inquietud con el tiempo: la otra cara del prob'ema de la eternidad. El

de

tiempo

Por

no

ante

verte

el

sangrar

amor

o equivocar

su senda

tú no has nacido”.

la

espera.

La

razón

se

ofrece

tentadora como una posible desembocadura. “Mas la lógica cierta del dos más dos me daba siempre el cero de lo que nunca ha sido”. (Pág. 36). No tropezaré con el Tú por los caminos del entendimiento. (Véase también “Verdad mía”). Y hasta el hombre mismo es enemigo de sus altos propósitos. En el poema “Ciervos”, tal vez el mejor de toda la colección Diana Ramírez de Arellano transmuta una escena de caza en símbolo de la agresividad suicida del hombre. Es un viejo asunto medieval. Los ciervos de la esperanza cruzan el alma, pero la angustia los persigue: “Huyen en torpe fuga para volver mañana, uno no volverá jamás que aquí en mis brazos mudos, (agoniza. Su insistente mirar

es aquello donde

la existen-

cia aparece. Está en su misma médula. Entre sus aventuras hay la moral-religiosa del pecado. El poema dibuja dos momentos: la an-

siedad

del

conocimiento

del

neca-

do, que en el adoescente es “afirmación de mi dudoso ser” y, luego, la posesión del pecado en plena consciencia,

que

en

este

caso

es “es-

te frondoso odio” (quizás, la soberbia). ¿Cómo librarse de él para regresar a la inocencia? El odio puede haber sido una irracional aversión al mundo, una incapacidad radical para comprenderlo y estimarlo, condición indispensable para aquel desorbitado amor a la eternidad. Este amor tal vez sería una máscara para opacar el orgullo avasallante del hombre. Del hombre que cree en la posibilidad de ser como Dios. El pecado sería la última valla, cerrando el paso a aque! elevado fin. Si no se recupera la virginidad de la infancia, no podemos entrar por las puertas de la

A,

de la puericiz. Hay un instante contemplativo donde ella pondera, con grave ternura, su perspectiva actual ante el hecho: “ ..Esto sólo me queda de mi pastor dormido. “Desolado montón


artes y letras—página eternidad. De ser éste el sentido del poema, podría argúirse que enlaza perfectamente con el cuerpo del libro. El problema del pecado anda de mano

con

el

de

la

culpa.

Esta

se

siente como una maldición que pesa sobre el alma (el muerto albatros). La cuestión crucial sería como vencer la irreversibilidad de la culpa. «En otras palabras: ¿a quién haremos culpable de nuestra culpa, para que pague por nosotros la penitencia? Al renegar de la experiencia vicaria del recuerdo, es-

tamos hiriendo una forma de la vida misma (“harmless albatros”) por pura delectación aberrante o alucinados por un miraje de eternidad. El problema de la redención queda sin contestar. La eternidad

no

nos

redime,

sino

que

te-

nemos que salvarnos para la eternidad. El binomio temático de Albatros sCbre el alma se funda en la dramática unidad de un espíritu en vigilia, que pretende formular sus definiciones. A fin de cuentas, lo que importa son los recursos con cue Diana hace frente a sus dilemas. . No hay en ella un ensayo de interpretar la realidad sino una búsqueda insistente de orientaciones. La infancia, el amor y la muerte son las soledades por donde ella penetra —audaz y temerosamente— en demanda del Santo Grial que habrá de ennoblecerla para siempre. Y, si en tales empresas, Diana Ramírez de Arellano va dejando a su vera hazañas como ésta nos daremos por maravillosamente remunerados. “Tis to create, and in creating live A being more intensive that we endow With form our fancy, gaining as we give The

life we

image,

TI do now”. (Byron, Childe

even

III,

6).

2 Har* algunas observaciones sobre el lenguaje poético de Diana. En Albatros sobre el alma, conforme a la vigorosa subjetividad de la autora, prevalece el adjetivo antepuesto scbre el sucesor. En muy pocas oportunidades lo utiliza con intención realista. v. er., “oloroso huerto”, “agudas flechas”. Por lo contrario, responde a la tendencia de interiorizar los objetos y sucesos, dotándolos de un tremante psiquismo: “palpitante agosto”, “heladas

de la ahondación en su sentido deviene en un símbolo. ya intelectual, de la vida en su más pura plenitud. La adjetivación —¿acaso es nece-

sario insistir en

el'o?—

fines inconscientes “Antiguos Lirios”,

sirve

a los

de la autora. En al principio, el

modificador “largo”

se halla

des-

pués de “aullido”, y en esa posición comunica la idea de algo que no termina, abierto al infinito, y que,

por lo tanto, no se ha completado. Remacha así mismo el carácter de

lezcente”. “recóndito lugar, lánguido y solitario”. Sirven para teñir

la espera

al sustantivo en la atmósfera peculiar del temple vivido. Son muy raros los casos de más de un adjetivo anterior (“sencillo, humilde, ignorante corazón”) o siguiendo al nombre (“ciervos... absortos, imperiosos, incansables”). La frase adjetival no abunda (“suelo húmedo de olvido”). La paleta de Diana Ramirez de Arellano es relativamente pobre. El blanco y el negro son sus extremos más frecuentes: “blanca voz”, “venas blancas”, “negro hueco”, “ne-

jetivo “largo” se sitúa antes de “aullido”. Tiene, por así decirlo, su “longitud” cortada ¡por la palabra “aullido”, que denota algo definido y definitivo, con lo cual se trasmite Ja imagen de lo acabado. Pero, al mismo tiempo, el poeta no quiere dar la impresión de un final

gros

cabellos”.

una

Al

humano,

gando,

sino

algo

que

se

va

apa-

amorteciendo. Por éso, aña-

de el verso:

“que

se ensancha

en

la

noche”. Parece una luz de bengala que, agotado su ímpetu, abre su

corola maravillosa de chispas en el instante

muerte. El uso

de los verbos

cional.

Estimo

medio

masiado el verbo “eternizar”. Pero en dos o tres ocasiones aprovecha la rica veta que hay en los verbos. Por ejemplo: “la roca que rezuma la espuma del Caribe”. Aquí la roca —¿imagen' de la eternidac?— es algo que crea, casi accidentalmente, la espuma —¿lo temporal?—.

elementos

sólo

del pecado.

tancia de gris. Hay uno o dos toques de verde, azul y rojo. La propensión a manifestar por

de

Hay

de la hora

final, ya conocido el pecado, el ad-

ins-

concretos

las

realidades del ánimo es característica de esta poesía. La idea religiosa del - pecado es representada en la siguiente forma: “«“...el

pecar

era un aullido largo que escuchábamos dentro, era un tangible vaho que asfixiaba los lirios de las fuentes, era el galope cruel de .enloquecidos potros...” Nótese la enfática materialidad de : la adjetivación. “Aullido largo”,

sentimiento

as

Harold,

angustias”, “frondoso odio”. Como bien se sabe, el modificador pospuesto suele tener más. valor para la descripción objetiva. Y aquí se cumple esta norma: “carne viva”, “ramas verdes”, “lógica cierta.”. Sin embargo, no escapa aún el adjetivo posterior al insistente martilleo anímico: “diente feroz”, “bestezuela trémula”, “querencia oscura”. En mucho menor número aparecen los modificadores antes y después del nombre: “dulce risa ado-

11

de

duración.

“Tangi-

le vaho”, espesura del tacto. Asfixia de los lirios, sensación fisiológica. “Galope cruel” de “enloquecidos potros”, duras experiencias.

Además

repárese

en el movimiento

de lo físico a lo espiritual. Pocas líneas adelante, el pecado es “aguijón sublime”, “ardiente maravilla...” Si es verdad que el cundiamor es un “estuche dulce” (sabor),

pronto llo

se transformará

en

“faroli-

alado”. Basten estos ejemplos. La tendencia a la sobrerrealización puede palparse en el caso de la frase “palpitante de agosto”. Esta es primariamente realista porque subraya la calidad cordial del aposeo del verano (“y cuando llega el palpitante agosto”), pero por virtud

Otro

agónico

que

que

ejemplo:

“Por

tar las lágrimas al de gran efectividad bo que sugiere una lágrimas con ramas verbo ahí ilustra

inconscinte.

Otro:

precede

a

la

no es excep-

Diana

no

usa

de-

verte

agi-

viento...” ES poética el versimilitud de las o pañuelos. El una asociación

“Aquella

dulce

risa adolescente / espartcida en tus calles...” Esa risa esparcida im-

presiona

como

una

dilatación

casi

líquida de juventud en sol inundando las calles de Ponce. En lo que respecta a los cánones de la métrica tradicional, Diana Ramirez de Arellano se mantiene felizmente libre frente a ellos. Alguien podría incluso impugnar la condición de “versos” de algunas

de sus líneas.

Diríamos que es una

versificadora “impar”; se mueve con preferencia en campo acotado por nueve. siete y cinco sílabas.

Por

aquí

o allá

el alejandrino. me decir “Tú” mo Salinas.

ldéntica

se

extiende

hasta

En cambio. no y quedarse ahí,

despreocupación

teco-

sostie-


artes

y letras—página

12

ne frente a la rima. Si se presenta, nadie tiene la culpa, sino son las secretas leyes del arte. Cuando emerge la rima, suele ser asonantada y muy irregularmente distribuída. Versificación independiente es la muy contemporánea consigna de Diana. Lo que constituye su verso, a la postre, es el ritmo. Su lenguaje poético se organiza en unidades vivas que poseen un como movimiento respirator o interno, una ondu-

lación y modulación poema

es

un

peculiares.

musical

la

armoniosa

entrelaza-

comunidad

de

la!

composición. Me referiré brevemente a lo que llamo ritmo intervocálico. Puede verse en el título Albatros sobre el alma, donde el esquema “a-a” de la: primera palabra se repite en la última. Lo mismo ocurre en “caballos cansados”: el orden “a-a-o” se repite exactamente en el adjetivo. Una variación se percibe en el verso “en el capullo hueco de su soledad”, donde el patrón es “e-u-0, u-e-0o, u-e”. La variante

anima

el ritmo

y.

por

lc así, lo acelera hacia su transitiva: empate hacia Otro ejemplo: “Veloces

ciervos

de

decir-

solución otro.

esperanza

cruzan absortos,

imperiosos,

incansables

la ladera profunda de mi alma”. Ritmo intervocá!ico del primer verso: “e-o-e, e-0”: la “e” persiste en la

segunda

mitad

y

'a

“o”

se

contemplarlo—,

pero

que

—visión instantánea— se aleja, perdiéndose por las fragosas cañadas del

alma.

o

Cosa similar puede señalarse con las consonantes. En los tres versos citados puede comprobarse esa clase de ritmo. No lo haré aquí para no fatigar más la atención abusada del lector. Pero si le interesa, le invito a hacer el ensayo.

3

El

miento de ritmos. Desde este punto de vista, todo Albatros sobre el aima es un solo poema. Cadúa frase es un ser cadencial,

en

podido

opaca

hacia la “u” (Gesarrollo). Pero las aes en la segunda mitad son como una salida. que anticipa a otro rit-

No queda indemne esta poesía de las flaquezas propias de lo amasado con arcilla humana. Uno de sus defectos es su prosaísmo. En “Tú” no has nacido, amor”, encuentro definitivamente no poéticos los versos que empiezan “Por no poderte hacer eterna” hasta “en mi cerebro”. Lo mismo sucede con “Tu nueva definición siempre era vaga

para

/ y no te comprendía”

de

“Antiguos lirios”. El final débil, ese azote de los poetas, se hace sentir aquí. Esto ocurre con “un “cántico de amor” que termina la pieza “En un rincón del mudo patio florecido”. “No tengo tiempo para explicaros mi egoísmo” que remata “Dejadme libre”, no es poesía. Tampoco lo son los ú'timos seis versos de “Todo se cansa del amor”. .La puntuación es vacilante; de modo que el lector se ve obligado a hacer las pausas que juzga convenientes de acuerdo con su interpretación del sentido. ¿Por

qué

el poeta

no habría

de

indicar

también su sentido? Por fortuna, Diana Ramírez Arellano deja muy atrás estos

co!los.

El

ímpetu

de

su

estro

de es-

va

la “i” se repite elicaso de la “e” en el primer verso. La “i” sigue en “incansables”. Pero la “a” de “cruzan”, encadena con la “a” de “ab-

remontándose hacia un cenit lírico, donde Albatros sobre el alma reina por la auténtica validez de una creatividad excepcional. En A'batros Diana talló un pilar transparente de nuestra poesía. Y si no

sorios”

bastara

mo.

Segundo

y

verso:

repercute

“o-i,

en

i-o”.

Con

“incansa-

bles”. Tercer verso: “a-e, o0-u, i-a”. Los ritmos vocálicos de los dos primeros versos siguen resonando en este,

para

resolverse

en

nuevas

combinaciones en los que siguen: “Agiles, desvelados...”. Las o0es, úes. es e íes de los dos primeros versos dan la sensación de cercanía, de algo material, pesado, que se aproxima, pero al mismo tiempo de profundidad y de misterio, por eso siguen escuchándose en “profunda” del tercer verso. Las aes del tercer verso dan la sensación de algo que ha llegado a su claridad, de algo que conocemos ya, —hemos

el

estremecedor

goce

que

dona la lectura del conjunto, sería suficiente admirar pasajes culminantes, como los que cito a continuación: “Como un eterno amante se desnloma vencido sobre la blanda isla mi recuerdo...” (“Lejanías”)

“Y en la ancha frente de la noche surge ávida estrella voladora...” (“A Ponce”) “La laraa lengua de la muerte deshará los torvos labios que preountan...” (“Meditaciones”) Los poemas “Elegía a dos infan-

cias”, “Ciervos” y “Antiguos lirios” se empinan sobre todos los otros avizorando antologías. Como bien justifica Josefina Remo Arregui en su breve prólogo, sobre Diana: “Alejada hace ya tiempo de la isla, su voz tiene una resonancia más cerca, en algunos casos, de lo castellano de los dos grandes poetas no castellanos, Antonio Machado y Unamuno”. Quien así escribe ha conversado con la gran poesía tradicional! de nuestra lengua —Garcilaso. Lope, San Juan de la Cruz, Fray Luis y ha catado los licores más finos de la poesía hispánica actual. En esto, Diana Ramírez de Arellano está a tono con esa acuciosa conciencia de cultivo que ha educado a los vates puertorriqueños en la secreta magia de

una

lírica de calidad universal. Pe-

ro como también destaca la pro'oguista, sigue siendo Diana muy de Puerto Rico por ese jamás querer soltarse de sus amarras isleñas. ese apvegamiento a la tierra que no da paz

al

borincano

peregrinante

por

mundos forasteros. Rasgo que me. parece distintivo de nuestro psiquis nacional. Este rescate espiritual de lo nuestro a través de la experiencia del alejamiento físico se logra en las más altas creaciones. Bastará recordar a Santiago Vidarte, Manuel Alonso, Alejandro Tapia, José Gautier Benítez. Eusgenío María de Hostos y José de Dirgo. Albatros sobre el alma pone al descubierto otro filón precioso de ese neorromanticismo predominante entre nosotros desde la década del 30. La referencia a Coleridge singulariza a Diana entre los muy escasos poetas puertorriqueñog influídos por la lírica inglesa: los otros dos creo que son Francisco J. Amy y José Antonio Dávila. Que

Diana ridge

haya

conflicto

clave

tiene, para

significación:

tanar

encontrado

el símbolo

de

Colepropio

mí, una

la vuelta

romántico

en su

y el

a un

doble hon-

para!elismo

de dos situaciones espirituales tan separadas en el tiempo y en el espacio. El paralelismo no es, no puede ser, estricto. El mito coleridgeano es una alegoría en la que

se concatenan símbolos morales, religiosos y est“ticos con significaciones expresivas no sólo de las realidades batalladoras dentro del alma del poe*a, sino de un drama propio d= la cultura occidenta! y. en último análisis, del drama cósmico cuya resolución desentrañaría la suerte del hombre. Del mi-


artes y letras—página 13 a acoge

al

albatros

y

Su

utilización es analógica. De ahí parte a explorar los accidentes de su guerra íntima. Por otro lado, su estilo enjuto y cortante, tiene algo de bisel ceñido y austero de Bécquer. Versos burilados en la placa

de acerode un

alma

tensa.

Posee

en ocasiones la frenada energía de un aguafuerte de Durero. Con estos fuegos interiores cristalizó Albatros sobre el alma. En el pujante renacer de nuestra lírica, 'esplende su belleza inmarcesible. Alegría perenne de Puerto Rico, el que manos

tan

privilegiadas

supieran

incrustar esta joya en la corona su

de

4000

1000000000000

4

sólo

0000000000000

0 0 0 0000000000

e MUEBLERIA

RIGOR

Diana

le confiere un nuevo contenido.

de R. L. Soldevila € ODIA

to,

poesía.

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CAMPECHE Y OLLER Por LUIS

QUERO.

media tarde de verano. El calor asechaba desde los rincones, listo a caer sobre la primera brisilla que entrase. De la calle llegó el grito ronco de una morena de Cangrejos: ¡Tortas fi—¡Casabe! ¡Casabe! nas de jau-jau.

CHIESA

“Porque si el árbol fuere cortado, cun queda de él esperanza; retoñará aún, y sus renuevos no faltarán...

Mas

el

hombre

morirá,

cortado; y perecerá dónde estará él?”

y

Loreto

tocó

a

14 7-10)

la

Francisco,

que

a

adormilarse en el alto taburete, se despabiló y, sacando su fino pañuelo

de

seda

de

la bocamanga,

se

enjugó el rostro. —¿Cómo

va quedando?

tó, acercándose —Vamos ta mucho.

muy

aprisa

siado

—pregun-

al retrato.

bien; pera aun nos falEl calor seca la pintura

y hay

que

usar

dema-

aceite...

—Sí, reto—;

sí —interrumpió con

este

calor

María no

se

Lopue-

de trabajar. ¡A ver si descansan un rato! Les he traido algo para tomar. Para usted, mi señor don Francisco, una tacita de caf$ caliente; bien sé que por mucho calor

que

haga...

Le

puse

muy

po-

quita miel, como a usted le gusta. — ¡Cuánta amabilidad! Muchas gracias, mi niña. —Y para ti —ccntinuó la joven, dirigiéndose a su hermano-—, tu copa de agualoja, hecha con agua

fresquecita

del

río

ban

Piedras,

y

pobre.

natural

asiento

las virtudes

y

defectos de su casta aristocrática. Y José Campeche, artista: Sobre los treinta años; alto, trigueño; pe-

lo lacio y ojos pardos.

puerta

empezaba

Rico

En

su san-

gre cundían las prístinas esencias españolas y los zumos calientes de

suavemente. Su hermano abrió y ella entró al estudio, llevando en sus manos una bandeja. —i¡Qué calor, Dios mío! ¿Cómo pueden ustedes trabajar aquí encerrados? —Las ventanas están abiertas— dijo su hermano mientras se deshacía de la paleta y limpiaba el pincel. Don

joven.

hombre puertorriqueño, en sus dos tipos principales de la época. Don Francisco Oller, cabeza de una familia rica en calidades y dineros: Distinguida la presencia; patricio el ademán; cultivada y honda la palabra. En él encontra-

¿y

Estará en su obra. Y sia ella se dió entero; si al llegar a la encrucijada decisiva buscó en la brújula de su alma el punto cardinal del Deber y hacia él tendió el curso de su vida, entonces, su obra será permanente y él seguirá vivo en ella.

María

y

Mercader y artista. En ellos estaba representado a cabalidad el

será

el hombre, (Job

Ya estaban solos los dos hombres. Anciano

que

compré esta mañana. Había en su voz tal timbre de ternura v en su gesto tal solicitud, que su hermano la atrajo hacia sí y la retuvo contra su pecho unos instantes. Luego, le preguntó con ansiedad: —¿Cómo sigue el ruiseñor?

la criollidad.

Era el hombre

puer-

—No está bien; no canta y se las torriqueño ya consumado: En él espasa acurrucadito en la jaula, todo taban presente —además del tespaesponjadito y triste... A veces, ñol y el negro— el paisaje, el clima, tiembla como si tuviera frío. el ambiente colonial, insular puerSiguieron hablando sobre el ave- . torriqueño. Y estos atributos, en cilla. Su enfermedad tenía a la magna conjugación, culminaban en familia contristada. Lucía, la herun exquisito temperamento de armana mayor, estaba al borde del tista y una pasmosa habilidad para llanto; la madre anciana dejaba expresarse: Pintor, músico, arquifrecuentemente su mundillo de tetecto, tallador, pirotécnico. jer, y allí se estaban las tres muAhora se paseaba de un lado al jeres, alrededor de la jaula, desaotro del gabinete. Se dirigió a las lentadas y adoloridas porque el ruiventanas y entornó las celosías. señor no mostraba interés alguno La luz bajó de tono y se hizo doraen sus muchas atenciones y zalada y apacible. merías. —Don Francisco, si usted me lo como un —Se está quietecito, permite, quisiera hablarle... —Era viejito encapotado. ¡Y tanto que cantó ayer!... Parece que presentía su enfermedad. Esas creaturitas del Señor saben; presienten las cosas. Acuérdate cuando murió papá... Las palabras se hundieron en una pausa de tristeza. Entre sorbos de fragante

tinta,

don

Francisco

ob-

servaba a los hermanos. Eran, aquellas, almas sencillas, tan sobradas de amor, que olvidaban su propia agonía para dolerse de una avecilla enferma. —Cuando salgas, tráele unas semillas de cundeamor, que tánto le gustan... Pero, ¡Señor! —se interrumpió sofocada—, ¿qué dirá. usted. don Francisco, de esta familia de

lobos,

que

tanto

se

preocupa

por

un pajarito!... —Diré, María Loreto, que esta no es una casa: Es un hogar; un verdadero hogar cristiano. Salió la doncella, emocionada. Por las ventanas entraba a chorros la luz candente y dura de la

como

una

resolución

tomada

súbi-

tamente.

El anciano suspiró. con alivio. ¡Por fin!... Desde que émpezaron el retrato había notado en el artista una creciente preocupación. Cuando pintaba.lo hacía con una - concentración absoluta er su obra. Pero en las pausas de descanso la mirada se le volcaba hacia lo inte-

rior y permanecía si escuchase

el

en silencio, cual

intimo

debate.

Aho-

ra, iba a brotar la confidencia. —Con mucho gusto... Usted rá. —¿Usted

recuerda

.a

don

diLuis

Paret? El pin¡Cómono! —«¿Paret?... tor español que estuvo aquí desterrado hará un par de años. —Por el último buque de la Coruña he recibido carta de él. ¿Fué, ¿Y cómo le va? —¿Ah sí? por fin, restituido a la Corte? Porque, si bién recuerdo, volvía a España bajo orden de alejamiento...


artes y letras—página 16 —Si, señor; todo eso quedó arreglado. Casi en seguida se le permitió volver a Madrid y fu“ reintegrado a su puesto de Pintor de Cámara del Infante don Luis. Recientemente ha sido recibido miembro de mérito de la Academia de San Fernando y el Rey lo ha destinado a pintar vistas de puertos de la costa de Cantabria. Don Francisco hizo un gesto de edmiración: — ¡Magnífico! Es hombre de mucho valer. Y de mucho ingenio... ciado para ganarse de nuevo el faRecordaba cómo se había agenvor del Rey. Se había pintado a sí mismo, vestido de jíbaro: pava de empleíta con cinta azul, costa de listado, ancho calzón “carandolí”

hasta

media

pierna;

descalzo,

con

un racimo de plátanos al hombro y el machete al cinto. De tal modo conmovió —o divirtió— el lienzo al monarca, que inmediatamente concedió amnisctía al ingenioso artista.

—Sí; don Luis vale —afirmó Campeche—.

mucho Para mí

fué

el

amigo

maestro que mi conmigo

te, no

y

maestro;

único

que, en realidad, tuve. Porpadre, aunque compartió sus

enseñarme

promesa,

estaría

en

son obstáculos

insuperables.

Estoy

seguro que sus amigos, que son muchos y buenos, pueden adelantarle los fondos necesarios hasta tanto usted se establece en la Corte. De mi parte, me pongo a su disposición...

—Me

confunde

Francisco...

co;

Y

su gentileza, mucho

sin embargo,

tierra, cariño

estoy

don

lo agredez-

atado

a mi

a mi familia,, por lazos muy difíciles de romper.

de Se

para usted, para sus seres queridos:

di-

a salir por

recordándole

que aun no tenía permiso para reeresar a Madrid. Se rió con su risa ancha y sonora y me aseguró que

pronto.

Campeche dejó de pasearse. Se quedó parado frente a don Francisco por unos momentos y luego habló, cual si estuviees dándose a sí mismo la noticia: —En su última carta me informa que su Majestad tendrá a bien nombrarme Pintor de Cámara, si me traslado a la Corte. La noticia fue fulminante. Don Francisco Oller quedó de pie, trémulo de admiración y orgullo.

¡Ah,

a gozar la gloria que se merece... Si logro conseguirle ayuda en la Corte, ¿promete irse a España?”

la

serio...

familia se lo he dicho.

mo esas matitas de río, que viajan en el lomo del agua continuamente. Yo soy de los que echan raíces... —Comprendo; pero considero lo Que este nombramiento significa

esta puerta y se va a ir a Madrid,

Soslayé

Seguida, volvió la luz. —Desde entonces me ha escrito varias veces. A menudo, me envía enseres de la profesión: pinceles, pinturas, lienzos... Sus cartas son como él, rebosantes de ingenio, arte y alegría de vivir. A veces, mencionaba vagamente sus diligencias 'en mi favor; pero nunca lo tomé en

a mi propia

Usted es el primero en saberlo. Durante todo este tiempo he estado debatiendo conm go mismo. — ¡Debatiendo!... —exclamó el señor Oller, asombrado. —Sí señor, No sé qué hacer. Es un viaje largo... No puedo dejar a mi familia, de quien soy único sostén, abandonada... Me faltan reCursos... —Mire usted, Campeche. Esos no

nace así.

de San Juan, me va

be gruesa debió cruzar frente al sol y su tránsito dejó la habitación en la penumbra por unos instantes.

ta y le tendió la mano; el apretón fué largo y s ncero: — ¡José Campeche, puertorriqueño, Pintor de Cámara de su Majestad don Carlos 111 de España!...

No sólo me reveló mu-

día usted

per-

Avanzó, emocionado, hacia el artis-

es el gran maestro!” A impulsos del recuerdo del ilustre amigc, la conversación del artista fluía ahora, viva y emocionada: —Me aconsejaba siempre que saliera de aquí; que me fuera a España, donde, según él, podría alcanzar grandes triunfos 'en el arte. Aun cuando ya se iba, al pasar “Algún

a algún

no

yase usted a la naturaleza: Estúdiela detenidamente; cópiela. Ese

jo:

interesar

ar-

chos secretos de la técnica, sino que en su charla de hombre culto y viajero vine a aprender tantas cosas... Sobre todo, me enseñó a admirar y estudiar la naturaleza: “Jos? —me deciía—, no copie usted de nadie. Eso es obra muerta. Vá-

por la Puerta

de

sonaje en mi favor. Insistió en la promesa y yo cedí, seguro de que luego se olvidaría del asunto. Pausa. Por las alburas, una nu-

de

sabía... Créame, don Francisco, que mi amistad con don Luis Paret ha tenido una gran influencia

en mi vida.

trataría

en la intimidad de las veladas de su modesto hogar, era un milagro de nuestra historia. Sucedía a pesar del tempo y la geografía, por la voluntad. — ¡Desde cuándo tiene Ud. conocimiento de esto? : —Desde hace un mes. Pero ni aun

lo que

conocimientos

pudo

sucedió— y que allí mostraría algunos cuadros míos que llevaba y

la Corte

—como

mi

amigo,

qué

honor!...

¡Lo

felicito!... No pudo decir más. La emoción le robaba la palabra. Presenciaba un milagro. Su imaginación de hombre culto le despertó una fugaz

Algunas personas son co-

Vió tendidos an-

fama, riqueza, holganza... —Sobre ello he meditado largamente. Afortunadamente o desafortunadamente —no sé— no hay en mi ambición de fama o de riqueza. Hace tiempo que descubrí que la fe-

te él tres siglos vacíos de historia colonial puertorriqueña. Sintió la agonía de aquel panorama árido,

y no está sujeta a circunstancias materiales; quiero decir, luego que

yermo, machorro. De pronto, surgía

estén atendidas las elementales ne-

en él la figura sólida de José Campeche, como un árbol de copa generosa, floreciente y vivo. Y a este artista desconocido, de una re-

cesidades del diario vivir. Mi familia también comprende esas cosas, y queriéndonos, olvidamos muchas de las asperezas de la vida.

mota

Gracias

vis ón del pasado.

isleta

el Rey de

perdida

confería

Cámara!

en

¡Maravilloso!

no era milagro:

los

mares,

el título de Pintor Pero

eso

Eso era justicia.

El milagro era José Campeche. En el marasmo cultural de aquel siglo diez y ocho puertorriqueño, el crio-

llo

José

Campeche,

pintando

los

hombres de su época, embelleciendo las fachadas de las casas con sus frescos; llenando los templos con sus magníficas pinturas, la mú-

sica conmovedora del órgano; enseñando música y canto llano a las sobrinos;

disertando

juiciosamente

licidad dimana de fuentes interiores

a Dios, no

nos

ha

faltado

el sustento... —Pero, ¿y su patria?... —¡Mi patria!... Nuestra

tria necesita

más

que hijos

pa-

famo-

sos en el extranjero— hombres que aquí, en este peñón, la fortalezcan con sus ideas, con sus músculos, con sus dolores. ¡Hay que es-

tar aquí, don

Francisco,

y hay

actuar con honradez; por tria

la hacemos,

hora

y/ hor

a día, con nuestros actos! No importa donde fuere hecha mi obra, la patria quedará honrada —o de-


artes y letras—página 17. fraudada— en ella solamente en la medida de su grandeza. Insistió don Francisco en realzar las brillantes perspectivas que aquel nombramiento ofrecía. Sus opiniones de hombre culto, de amigo emocionado,

estaban

templadas

por

el

sentido práctico del comerciante. En un rincón de su mente comparaba la insignificante cantidad que pagaría a! artista por su retrato, con las fuertes sumas que en la Corte recaudaban por esta clase de obras Para él, el camino a seguir era obvio: Campeche debía aceptar el nombramiento y trasladarse a la Corte, a todo costo. —Agradezco su consejo; respeto sn Opinión, don Francisco. Pero, no

sé... me

Hay

llega

algo que me muy

clara

detiene.

la voz que

No

siera-

pre me guía. No parece... ¡Ah, yo debo ser un tonto!... ¿Tonto?... No; este hombre no era un tonto. A medida que se desarrollaba la discusión se había ido dando cuenta de que José Campeche era un hombre de misteriosas reacciones emocianales, (a quien movían fuerzas más sutiles, pero más poderosas, que el amor a la fama v las riquezas. Se hallaba ante un joven de pasntoso crecimiento espiritual, obediente sólo a una voz. A ella lo encomendó: —José Campeche, amigo mío, cumpla usted con su deber, según le sea dado verlo. —Muchas gracias, don Francisco. Esta noche debe quedar escrita mi contestación. Mañana llega el paquebote correo. Meditaré sobre lo cue usted me ha dicho. Le ruego no mencione a nadie este asunto, por ahora. Acompañó al señor Oller hasta la acera y lo vió bajar lentamente por la angustiada Calle de la Cruz. . Un vientecillo rastrero correteaba por el medio de la calle, levantando una nube de polvo. Por la esquina, doblaba la letanía de un viejo yerbatero: — ¡Raíz de palma doncella, saúcn,

jiguerete, carrasquillo. yantén,

sen-

Subió lentamente por la loma que se alzaba hacia el norte de la isleta. Aquella tarde, como nunca, su alma recargada de emociones solicitaba la calma y amparo de aquellas alturas. Sentado sobre una roca contempló, absorto, el panorama dilatado cue de allé se dominaba. Hacia el poniente, el sol prendía sobre el

propio lomo

de la mar

la

campiña

isleña,

%

Comían temprano. Luego. las hermanas se iban a la cocina a fregar los trastos; doña María regresaba a su mundillo, a tejer filigra-

de pie, dijo

con

voz

es mi mundo!

¡Y

emocionada:

—¡Señor,

enorme

éste

por pobre que sea mi obra, si aquí fué hecha, será aún mi mejor obra! En el cielo se apagaban las ascuas

hacian

del

atardecer.

grises

Las

nubes

y abultadas,

se

y a su

paso, el sol se hundía lentamente en el mar. La calma ancha de la atardecida puertorriqueña se asentó sobre zu alma. ¡Qué transparente claridad había ahora en su pPERSAmMIentO?. >. os

go, en un plano que subía en tonalidades según se acercaba, el verde

Vió el panorama

haciéndose

poblarse

con

el

hombre puertorriqueño. De las playas del Luquillo a los llanos candentes de Ponce: de las arenas' cho que cruzaba la bahía. . muertas de la Aguada a la vega riA sus pies, estaba la ciudad. San sueña del Fajardo; en los desolados Juan Bautista de Puerto Rico. Seis caserios, en las haciendas fecundas, latía la personalidad puertocalles rectas corriendo de norte a sur, cortadas por otras siete, tenrriqueña. -Había un hcmbre, difedidas de levanlte a poniente. Morente ai peninsular, que había ya saicoz de arkboleda verdinegra, pie- . trocado la guitarra en tiple, cuatro casi amarillo en la vega del Bayamón. La puntilla orientaba hacia Cataño la vela latina de un falu-

dra

enjalbegada,

gris

de

las

o bordonúa,

azo-

teas, y, aquí y allá, un salpicado de tejas rojas. Contra el sol, la mole recia de San Felipe del Morro. metiéndose en la mar como el hocico de un monstruo. Del otro lado, las scberbias fortificaciones del Castillo de San Cristóbal. Y enlazándolos, abrazando la ciudad en casi todo su perímetro, la cinta gruesa de

la murallada. Aquel era su mundo. Allí nació su padre: y el padre de su padre: y sus abuelos. Allí nació él: allí se hizo de cuerpo y alma. Su vida se

y los acompañaba

del

giiiro indio y el tambor africano en la brava música criolla; que había punteado el casteilano de voces nuevas: que llevaba en su modo ae ser la fisonomía de la tierra en aue nació. Y ahora, el hombre puer-

torriqueño

se elevaba

sa material

sobre la bre-

y empezaba

a expresar-

se en símbolos de belleza:

Se hacía

artista. 1 ¡Y qué enorme responsabilidad la del artista! No había manifestación de la vida isleña en la cual su cbra no estuviese presente. Para

parecia mucho a aquella Calle de la Cruz, empinada y polvorienta;

la historia, catalogaba su pincel las

aquel

bernanes

veía

Convento

de Dominicos

entre la arboleda,

aquellos murallones.

=

y, poniéndose

cos de la Cordillera Central. Y, lue-

de

se afe-

creación. El descubrimiento lo sacudió en lo más íntimo. No pudo contenerse,

rojas y explotaba en una conflagración de desteilos, cuya luminosidad llenaba la tarde. A sus espaldas, el océano era un brochazo enérgico de azules concentrados. Frente a él, disfumándose en la lejanía, los pi-

en la mano

%

que, natural y sabiamente,

rrabaa ia latitud más propicia a la

fogata que ardía en brasas de nubes

fundido

vOS: —Buenas tardes, vecino. Quería pedirle un favor: A ver si me hace otro rotulito...

una

se dió cuenta poderosas que

el apegamiento a la familia y al.lugar donde se nace motivaban su adversión a separarse de ellas. -Era el instinto inerrable del artista,

dad.

sitiva, palo de mooora!... Don Tomás, el zapatero del lado, se acercó rengueando. con una bota

y la boca llena de cla-

artística. Entonces de que fuerzas más

nas de encaje, en're suspiros y muscular de rezos; y'José salía a dar un paseo por las afueras de la ciu-

recato;

a su alma

había

su

pesaba

la

Como

una en

emoción

trances

de el alma

con

tan

de

larga el los ojos de sí. Lo

casi religiosa.

de éxtasis se fun-

la Divinidad.

luía él en el paisaje. erosa comunión del

medio,

y

retraído y sombra

Recogió en una mirada panorama. Cerró, luego, y los siguió viendo dentro

invadió

se

tras-

austeridad

y en su carácter

concentrado

que

esencial

se di-

Era la milahombre y el

a

la

creación

fisonomías

y personalidades

y obispos;

para

de

go-

la poste-

ridad, inscribía los gestos y costumbres de sus habitantes. Trazaba los planos sobre los cuales se alzaban monumentos, edificios, poblaciones. A mantener en aquella ciudad militar, suprema y viva la fe, se prestaban sus lienzos religiosos, la emoción de su música, el tallado incomparable de sus altares. Su paleta fecunda ponía una nota de color en aquellas sombrías fortificaciones, en las banderas, escudos. y armas reales que para ellas había (Pasa a la página 33)


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Felipe

N.

Arana

A E

o

paa

A

Francisco: Arriví

E. Ramírez Brau Y. Dávila Semprit C. Orama Padilla Oscar González Suárez Alfredo Margenat Amelia Ceide E L. Coballes Gandía Israel Roldán Blas Obdulio Bauzá Juan Bautista Pagán Juan Antonio Corretje r Juan Avilés Raúl Grau Archilla


LOS MOTIVOS DEL RIO RIO JACAGUAS

RIO

Veo este río que correly que es el mismo

siempre, .

a pesar de los siglos que por cima le pasan; que no termina nunca de llenar el océano, que

no

termina

nunca

de

vaciar

la

montaña.

Río Grande de Loíza...! Alárgate y deja que mi alma se pierda en tus para

buscar

Enróscate

en

para

perenne

de

su

curva

de

agua,

que entre las dos riberas, por entreabiertos labios, al valle da riente dentadura de plata. Los peces que en lo hondo de sus ondas ondulan, y los que entre los huecos de sus piedras se agachan, no ven cuán es mutable y cómo corre y cómo constantemente es otra la linfa en que resbalan. Y si este río, que corre, para mí es siempre el mismo, y así para los peces que entre sus ondas vagan, ¿nc es propio que yo ahora medite y me pregunte como es que a mí me miran los ojos de sus aguas? ¿Para el agua seremos uno mismo, a sus ojos, el indio que desde este paraje la miraba y el invasor hispano y yo que la contemplo y el yanqui o el que fuere que le verá mañana? Tal

vez,

como

este

río,

es

mi

cuerpo,

mi

carne,

materia que se fuga corriendo hacia la nada, o hacia lo eterno, siempre en mutación continua constantemente otra, como en el río el agua. Materia que la miro, y juzgo inalterable, por lo muy velozmente que ante mis ojos cambia; por análogas normas, que a la vista, los puntos, que velozmente corren, se convierten en rayas. Todos,

todos

los

seres

del

universo,

somos,

desde el astro a la hormiga, como este río Jacaguas que no termina nunca de llenar el océano, que no termina nunca de vaciar la montaña. Tan solo movimiento y vibraciones del vivir y el morirnos, en la eterna jornada. Y la vida y la muerte son dos lobos en lucha, que a la vez cada uno al otro se lo traga. Que la muerte es la vida. Y la vida es la muerte. Todos, pu*s, somos todo. Todo, pues, somos nada.

la

fuente

y en un impetu

Este río que corre y que siempre es el mismo, el cristal

GRANDE DE LOIZA

en

mis

sentirte

labios

mío

por

confúndete y déjame

¡Río desde

TORRES

robó

y deja

un

en el vuelo una

rosa

Grande que

contigo

de

niño

al sendero.

que

breve

te beba,

momento,

de mi agua

desde

mis

Mi

al mundo

bajaron

ave fantasía,

en

de Loíza...!

alzóme

se

de

ensueños.

manantial,

el pétalo

las

rudas

mi

río,

materno;

cuestas

a buscar nuevos surcos, mis pálidos anhelos; y mi niñez fue toda un poema en el río, y un río en el poema de mis primeros sueños. Llegó la adolescencia. Me sorprendió la vida prendida en lo más ancho de tu viajar eterno; y fui tuya mil veces, y en un bello romance me despertaste el alma y me besaste el cuerpo. ¿A dónde te llevaste las aguas que bañaron

mis

formas,

en

espiga

de

sol recién

abierto?

¡Quién sabe en que remoto país mediterráneo algún fauno en la playa me estará poseyendo! ¡Quién sabe en que aguacero de mi tierra lejana me estaré derramando para abrir surcos nuevos;

y si acaso, cansada de morder corazones, me estaré congelando en cristales de hielo!

.

¡Río Grande de Loíza...! Azul. Moreno. Rojo. Espejo azul, caído pedazo azul de cielo; desnuda carne blanca que se te vuelve negra cada vez que la noche se te mete en el lecho; roja franja de sangre, cuando bajo la lluvia

a torrentes su barro

te vomitan

los cerros.

Río hombre, pero hombre con pureza porque das tu azul alma cuando das que

LLORENS

te

y esconderte del mundo, y en tí mismo esconderte, y oír voces de asombro en la boca del viento. Apéate un instante del lomo de la tierra, y busca de mis ansias el intimo secreto;

tuy señor río mío. LUIS

que

loco te devolvió

en mi espíritu riachuelos,

ha

besado

en

Río hombre. mi

alma

al besar

de tu

Unico en

río azul

beso.

hombre mi

cuerpo.

¡Río Grande de Loíza...! Río grande. Llanto grande. El más grande de todos nuestros llantos isleños, si no fuera más grande el que de mi se sale por los ojos del alma para mi esclavo pueblo.

JULIA

DE

BURGOS


artes y letras—página 23

SELVA

GABRIELA MISTRAL

Y LODO

Como revuelto río que el viento y al mar el agua arrastra obstáculos y así también la vida rompió el curso y manchó con su fango mis alas y

la corriente lodo, a su modo mi frente.

Honda y alta en su Valle de Elqui, para mirar aves del cielohombres humildes, flores simples, y

conocer

Es inútil la lucha en este turbio ambiente en que el rufián cautiva y bello es Cuasimodo,

Luchar

y la vergiienza

llagada

huye

y lo envilece

amor

gente.

especie

y destruir con

de simio

pretende

su bastardo

se nutre

blasones

aliento

en

a dentelladas

roja

de

despreciadas. RAMÍREZ

relámpagos

el rocío:

cuatro

orló

desludez

limpios

jocundos E.

los

Cristo

Maternal

y linaje

de fieras

el ángel:

en

de

fuego...

costados

su

trino...

En continente y en efluvios áspera majestad dolida, lueñe piedra de aire, enquistada

Regresan estos hombres a su origen salvaje y en el poeta clavan sus garras afiladas porque envidian de éste su lírico bagaje. Esta

con

humano

que estremecieron

todo

maldita

esta

de

calculada

ambición

la

su

suave

BRAU

sombría...

cítara la suya, tonos

rusticanos

:

_

ríos soledosos,

céfiro,

recio

árbol...

Crecida en Isla fabulosa, se dió a contemplar tempestades, y su mineral pasión, se hizo arcoiris al cantar del ave.

Post Data a Julia de Burgos Julia que

sin

y dejó

de Burgos, pensarlo

rumbos

estrofa se fue

hechos

FELIX

sobre

en fuga

en

alba

las aguas

de un blanco anhelo con una angustia bañada en brotes y la esperanza rota en desvelos. Tú, que te aupaste sobre tu ahinco y con la gloria de tus diez dedos y con los bríos de tu conciencia y con la chispa de tu intelecto, siempre trataste de dar alcance a una bandera para tu pueblo.

Me

entiendo

al lado

opuesto

de la vida...

Súbito, Me entiendo al lado opuesto de la vida, Dondo no soy nada, nada es, Ni seremos después espacio y tiempo. Donde habré distanciado, Borrándome en la sombra, La ondulación azul del vasto mar, El verde tremolar de la palmera,El flotante sangrar del flamboyán; La aspiración vicleta de los montes, Donde habré desligado, Yerto el corazón y demolido, Los ojos de absorber otras pupilas, La voz de confrontarse a los decires, Las manos de estrechar latencia amiga, El pecho de abrazar los tiernos hijos, El cuerpo de invad'r la carne amada. Donde habré cuiminado, Como brisa perdiéndose en el viento, El transcurrir del ser en otras almas, La

espiral

del

pasado

en

el

presente

Y esta eonciencia que resiste Helarse solitaria en el vacío.

ruin del estiércol,

Julia de Burgos, alarga el brazo de tu recuerdo a ver si aicanzas el puro lienzo de la bandera que tu soñaste para tu pueblo. FELIPE

Al Lado Opuesto de la Vida

La conversión del sol en luz de estrellas.

Julia de Burgos, materia inerte por el martirio de un día ciego; alma dispersa de afanes claros y elevaciones ne pensamiento, ahora que domas alas ligeras que se adelgazan hacia lo eterno y te encampanas

sobre el abdomen

OPPENHEIMER

al misterio

de amaneceres hondos y nuevos. Por la más ancha Quinta Avenida, Julia de Burgos, alzaste vuelo tú, que trazaste caminos anchos sobre las brechas llanas del verso. Tú, que eras índice y serás índice, porque los lampos de tu cerebro, como clarores de Via-láctea, de luz de siglos estaban hechos. Tú, que eras polen de auroras vírgenes y de inquietudes altas de sueño,

que caminaste

FRANCO

loca

Súbito he comprendido Que en vida soy misterio radicado, Retención de paisaje y sueño humano, Ansiosa voluntad contra el naufragio.

N. ARANA

En muerte, Un silencio

perpetuo

de

la entraña. ARAN

4

Nu ita

ss

Us


artes y letras—página 24

CREPUSCULO

Exhortación al Poeta Poeta: ésta es la tierra y está en el surco la raíz

del sueño.

La ciudad muda; la montaña en calma; en el aire pecado de silencio. La vida nos exige la voz plena de bríos que despierte el momento. No más rozar de sedas sobre alfombra de oriente ni llorar de violines por los amores muertos. El río arrastra ecos de palabras extrañas y las selvas murmuran esperanzas de fuego; los árboles se llenan de nuevas armonías cuando bajan al río para empinarse ai cielo; carcomas milenarias esculpen en tu torre la palabra de ltiempo. Rompe cristales de la torre sobre el cantar del viento. El caer

y

marcha

El sol se retiro, tras los veñascos, donde Cronos modeló sus sinsabores... y pálidos clarean unos astros, esmaltando el jardín de resplandores. Quejumbroso, palpita entre las flores el llanto de la fuente solitaria. Y gnomos cantan su canción de amores ocultos entre cálices de nácar.

Sube

el perfume,

formándose

El viento

u

mi

y suaves

espirales

alrededor

va entonando

con

suma

gracia.

madrigales.

Al envolverme entre su leve gasa... El sol'se retiró tras los umbrales Donde la vida, como el tiempo — pasa... OscAR GONZÁLEZ SUÁREZ

del martillo

dice las ansias

que forjó el herrero;

hay en la copla verde de las hojas esencias de los sueños del labriego; hay poesía en la aldea amodorrada el golpe del calor veraniego; el dolor y alegría con que muerde la vida, son un poema inédito. Baja a beber inspiración y fuerzas en la sangre y sudor que riega el pueblo... El pueblo en el cordaje de tu lira será nota de acero. J.

DÁVILA

MADRIGAL Cuando llegue el otoño, y en tu alma, surja el recuerdo de nuestro amor santo; ve al jardín que nos dió reposo y calma y en cada flor observarás mi llanto... La tlor que serpentee como flar>a

cuando la cubra el céfiro en su manto dorada por el sol, sobre una rama, será del pecho mi solemne canto.

SEMPRIT

OSscAR

GONZÁLEZ

SUÁREZ

RETOÑO ¡Un

hijo

tuyo!

ASCENCION PERENNE

¡Un hijo mío! tierno como un arrullo; y que como una gota de rocia que refleja el paisaje, refleje mi coraje y un poquitín de tu mirar sombrío.

A

tu miras

a ratos,

con tu gracia morena; y tenga un poco de mis arrebatos y mucho de tu calma noble y buena. Que herede tu sonrisa para ganar con ella el mundo que

sepa

tal como

querer

hondo

y sin

entero; prisa

yo te quierc.

ORAMA

Huco

tratando de horadar alguna nube. Siento mis manos llenas de música cuando veo tu rostro reflejado en el estanque de mis amores truncos. Era la hora del crepúsculo cuando el sueño eterno cerró tus ojos. ¿Por qué? ¿Por qué? Nadie responde y mi voz se pierde en un vacío que no tiene nombre. Trato de llorar y no encuentro lágrimas para escribirte estos versos. He caminado mucho y te busco como quien busca una estrella lejana. Te

Que sea un bandolero del cariño y te transforme en niña y a mi en niño, que como un cascabel rosado, ría, y desde el campanario transparente del día repique las campanas de tu hechicería. C.

HIiJo

Las piedras son palabras mudas. Pinos que se elevan al cielo

Que tenga mucho de tu sentimiento; mucho de tu ternura, y herede un poco de mi pensamiento y un granito tal vez, de mi amargura.

Que mire como

mI

PADILLA

presiento,

sin

embargo,

en la espiral de los pensamientos elevados. Porque eso eras y eres tú, proyección mía ausente: Una esviral del infinito en ascensión perenne hacia el infinito. ALFREDO

MARGENAT


ESTAMPAS CRIOLLAS

MONOGRAMA Isla, ovillo alegórico que en inefable noche, bajo una brisa de substanciaciones, con sus manos divinas el Señor arrancara de rocadero en roca de constelaciones. Y parado en el número de ilímite distancia, Dios mismo lanzó al viento el esplendente ovillo, como acontecimiento de bienaventuranza. Ovillo que rasgando el cielo raso etéreo como flecha de oro disparada al azar, descendió acrisolado por celeste designio y rodando rodando fué a caer en el mar.

el

trigo,

y

la

azada,

y

el

CEIDE

aljibe

de una luna riente de fantasmas por detrás de la iglesia de estos pueblos que viven sin color como su origen. Dadme el trasto, y el signo, y la modorra de los que buscan el oro sin las minas y andan come los perros por las faldas y se lamen ellos mismos sus codicias. Dadme el azogue que brillaron los mares y el negruzco pan de las montañas y el maíz dulce y tierno en las ja*tacas y el pezón de la ubre en tanta virgen. Dadme el cielo rebuscado y solo y la alta tempestad de los maitines y la corola inazulada y hosca que llevan en sus rostros los bolsillos.

4

Verde manto

brotar

de

unos

cuantos

Soneto de Luna y Mar

caracoles

que nada tienen por fuera ni por dentro. Dadme el camino aquél de las distancias que se beben su dios entre las hierbas y se suman las inclitas especies para dormirse luego en los espejos.

La luna lleva colgando al aire sus duros senos... Por el camino del cielo cien luceros va lactando Corren los novios al mar. Suaves arpegios de besos suenan como eternos rezos en su sublime cantar. Un murmullo de agua en suspiros de agonía cosquillea en el arenal; Mientras

una en

JUAN

BAUTISTA

desplegado

bajo el sol de la mañana, finje la extensa sabana salpicada de ganado; turba el cielo despejado el vuelo de un gavilán . y, entre arbustos de arrayán, resaltan en la quebrada cual rojiza llamarada las frondas del flamboyán. L. COBALLES GANDÍA

Dadme de la cintura el velocipedo y la alcurnia de tantas señoronas y el llanto inacabable de los potros y la presta ilusión de p:scadores. Dadme la perla aquella del jilguero pará eantar a las tumbas los faroles y tumbar los ultivos tamarindos de cuantas torres haya en los contornos. Dadme el hilo suave de los bronces y de las altaneras planicies suspendidas *

_el

.....

matas de hicaco y de tuna mientras juncos y majaguas ciñen las verdosas aguas de la dormida laguna. Las mariposas campestres en orgía de colores se confunden con las flores de los cármenes silvestres, ecos de rilmos agrestes vienen del boscaje espeso del fruto que los domina, su copa el plátano inclina e imprime en la tierra un beso,

y todo lo inconmovible bajo el peso

1

brota en las abruptas peñas el chorro de un manan'ial que tejiendo un madrigal, cruza el cafetal umbríio, de un salto y cae el río cual madeja de cristal.

salpica la estéril duna

DADME Dadme

al enredarse en las breñas;

Vuela hacia el monte cercano rauda la tórtola esquiva y una garza pensativa vigila el turbio pantano; allá junto al océano

Y el ovillo es la Isla que por siglos el mar ha venido luciendo en su claro manlón, igual que monograma de refulgentes hilos, bordado por el cosmos a los pies del Señor. AMELIA

Sacude el viento las greñas de la cercana colina; se desfieca la neblina

PAGÁN

que

la

luna

blanca

canta

sutil melodía la ancha espalda del mar ISRAEL ROLDÁN BLAS


EN EL SANTUARIO

EL PALACIO EN SOMBRAS

(CARTUJA

Si adquiriste la joya milagrosa este palacio en sombras ya no tiene Todo lo sabes secretos para ti. y lo penetras. Al resplandor vago

La

un sentido nuevo

Tu morada es ésta. que tú comprendes. Mira cómo se aprontan en la noche tantas cosas fraternas, cuyas ansias, tactean en sus límties inmóviles sus

rígidos

iniciado!,

tiniebla.

Descálzate confiajo y deja el polvo del mundo, bajo el pórtico primero. mejor,

estarás

Así

sabio

árbol

del

de

olivo

Los negros milenarios de eternidad. con su torva vendimia de tormenta soplarán, soplarán sin apagarla. Ella renueva su esplendor en cada noche y cada aurora resplandece más sabia y viva, porque trae la oculta ciencia de las tinieblas. La circuye la grande mole cósmica poblada signos

enigmas

rodantes

cuenca

del

infinito:

denuncian

que

proféticos

sus

por

la

honda

surgín

voces

extrañas de hemisferio, estallan gérmenes de luz en el granero de la nada, y se oye el puerp:ral y sibilino extertor de las sombras parturientas, entreabren

que

sobre Tu

el pañal vida

sus

matrices

inmenso

es nueva

creadoras

de la noche.

lámpara

colgada

del árbol sabio de la sombra;

Este palacio

Yo vi un hombre muy solo parado en la llanura con los ojos clavados en la cima del monte. Emprendió una mañana su marcha hacia la altura y escaló otra mañana su l:jano horizonte. Sólo llevó consigo la alforja de su anhelo, la decisión de un loco y el corazón de un hombre. Decía que entre las nubes que colgaban del cielo le habían dejado un sitio donde escribir su nombre. Yo miraba de czrca la marcha peligrosa. Ni siquiera una vez la frente sudorosa del hombre se volvió sobre el tranquilo llano. Hoy lo he visto en la altura, tan noble como era cuando empezó el ascenso. ¡Y aún su mano sincera tiene el calor que guarda la mano de un hermano! JUAN AVILES 400000000000

EN

000000000000090090000000000

EL

PROXIMO

NUMERO

En el número de enero próximo, ofreceremos nu stro acostumbrado homenaje a la memoria de don Eugenio María de Hostos. Publicaremos unas páginas inmortales suyas y una apreciación

de su vida y su obra, escrita por Luis A. Ferré.

MATOS

Pintor

el

mismo

número,

crónica ilustrada con pinturas del artista, escrita por José S. Al gría; “Apuntes sobre Zeno Gandía”, por Samuel R. Quiñones y el poema inédito de Graciany Miranda Archilla, “Balada y Voz de Tierra”. Como siempre, la columna PERSPECTIVA de nuestro máximo novelista Enrique A. Laquerre y otras secciones de interés cultural.

PALES

Ruiz:

en

no

tiene

Cristóbal

aparecerán

“Don

secretos para ti. Todo lo sabes y lo penetras, silencioso y fuerte, bajo la reposada luz interna de la joya que llevas escondida.

LUIS

BAUZA

ti mismo.

de

en sombras'ya

rosa

HORIZONTES,

También te ves rodeado

la

en ella

se consume el aliento de otras vidas que prolongan su ingénito motivo sobre la forma actual, y perpetúan la fuerza de su enigma alucinante en el ser que será. Las existencias pasadas y futuras, lo que el ego ha. de ser, siempre estuvo en tu substancia, esperando el momento en que tu carne fuera un gran vaso de cristal sonoro... Y ahora

a

Obdulio

qué manantial de luz le dió su aceite

de

dio

a sombra

camino.

en la mansa quietud de los rosales, un deseo de vivir, una amrosa añoranza de sueños inmortales.

Ignoras

sombra.

la

del

del

La oración de la vida reposaba en el ala estival de! campanario y era llena de gracia Valldemosa.

ruido

ese

sin

torpe, que turba la quietud austera, en cuya clara ópera tú mismo escucharás tu corazón. Ahora, tu vida es nueva lámpara colgada

brisa

sombra

ardiente

Era tanta la paz. que Dios dejaba sobre el blanco mural del Santuario su mano reposar sobre la roca.

profunda

la

y la

enigma

del

substancia

transitorios,

trajes

¡oh

darte,

La

iba cayendo

la roca

3

de

para

despojarse

y

encuentra,

al

salirte

por

tarde

sobre

de la Sensibilidad”

20000000000000000000

las cosas cobran

ESPAÑA)

La paz llena de luz de Valldemosa inundaba mi sed de perigrino.

escondida,

llevas

que

joya

la

VALLDEMOSA,

DOSDdIOVDOVIOLIDVNIL

de

DE

-<4000000000000000000000000000000000000000


LAS DANZAS DE CAMPOS Por EVARISTO RIBERA CHEVREMONT Viene una música añeja que conmueve como el l'anto: es la danza que se queja, es el hondo, el dulce canto; es el verbo, lengua pura de la isla de verdura: Borinquen, la florecida; fluye de la limpia entraña de la desnuda montaña y es onda de nuestra vida...

NOTA: Ahora que estamos en el último mes del Año del Centenario del Natalicio de Juan Morel Campos, nos place mucho publicar estas estrofas de nuestro querido poeta Chevremont, describiendo sentimental y tradicionalmente las inmortales danzas del compositor

de

arcaicos

ae

un

dibujo,

ni

palabra

expresan lo que ella expresa, ni labran lo que ella labra en la carne, que es su presa Ela —la música— toma el corazón y lo aroma con aromas patriarcales del solar de los abuelos, bajo los cálidos cielos donde ondean los cocales. Es el el el el de de la

la voz de nuestra gente, lánguido son nativo, modo triste y ardiente, evocador motivo; espiritu devoto la región, con el voto las sencillas estructuras; criolla pesadumbre

que está chorreando desde

sagradas

lumbre

alturas:

Armoniza con la espuma de los añilosos mares; con las zonas que sahuma el vaho de los azahares; con los montes adormidos; con los argentados ruidos del arroyo en las arenas; con la alba nube que brilla como delgada barquilla desbordada en azucenas. ¿Quién

abrió

la rosa

blanca?...

¿Quién halló la oculta veta, ae la que el rigueño arranca

donde de un

y

poder

¡Danzas, Ni

nuestro.

fuertes

que

arcas

no

de

riqueza

la eterna belleza pueblo late y culmina...!

¡Campos! Señor de la danza; docto del antiguo canto; lancero de fina lanza, con la que nos hiere tanto; encendedor de los sueños, dolorosos Gu risueños; hombre de melancolía; músico de mago estilo: a su conjuro, es un hilo de estrellas la melodía...

quien,

por

buena

fortuna,

entregó su anillo,

¡El anillo de diamantes que buscan los hierofantes en el Interior Castillo! Cada danza es un diamante de fuegos sugeridores, una joya acariciante para excelsos amadores. Guárdanse con los tesoros

una

suspiro carne

de

seda.

¡Tierra mía, tú no sabes lo mucho que yo-te quiero: nunca

m

niegues

las llaves

que llevas en tu llavero! ¡Dame en

el

a tu

Campos

alongado

divino

trino

de

tus

frescas

en

tus

pcmposos

madrugadas vergeles,

canta, tropical ribera gime, blanda tortolita:

una

ternura

suprema

vivimos, si los violines la dan, en la serenata, junto al encaje de plata

de algún

balcón

de jazmines.

Antaño, en lujosas fiestas entre arañas y cortinas, tocaban nuestras orquestas esas danzas argentinas y en los regios oleajes de lentejuelas trajes y abanicos voladores —sedas, nácares, marfiles—, ceremoniosos, gentiles, danzaban nuestros mayores.

de

>? Arte

faceta...

sobre

de

y a

bruja

resbaladizo

en tus ricas cañamieles, y en tus sonoras cascadas!

¡Soles que se ponen; empalidecidos; ecos

de

como luz que se ensortija en el tronco de una palma. No hay cadencias semejante a la suya, tan amante, ni giro que igualar pueda al suya, tan muelie giro,

¿Quién que sea borinqueño, si oye la danza, no siente en él el chorro sedeño de una conocida fuente? : Un claro, enorme poema,

Uno que nació en la luna;

piedras

oros,

t:rmina...

los

ayeres

mundos

profundos;

aíres como ramos secos en gavetas polvorosas, olientes a tiempo; cosas intensamente amarillas; rememorantes pinturas; acongojadas figuras; tormentosas

maravillas!

¡Inmortal Campos! Se fija envolviéndonos el alma,

¡Arrulla,

viento

sois

verd:

palmera;

antillano,

esencia

de

musita;

la danza,

instrumento de añoranza ae la isla que se mece en hamacas de tejido

y la que a vusstro sonido se emborracha

y se

enrojece.

¡No habéis de morir, canciones, danzas, ritmos familiares; amorosas vibraciones; emoción de.nuestros lares:

en el rincón donde

hogareño,

el perfumado

prenden

maternales

leño

manos,

siempre vuestra gracia viva con la entereza efectiva de una comunión de hermanos!


PLAZA

PROVISIÓN COMPANY EL COLMADO

MAS MODERNO

Y EL

MAS ANTIGUO EN LA VIDA COMERCIAL DE PUERTO

RICO

SAN JUAN

HATO REY CAPARRA

HEIGHTS

CORTESIA

DE

LCDO. JOSE GONZALEZ HERNANDEZ SAN

JUAN,

PUERTO

RICO


PAGINAS INOLVIDABLES

LDO'S

AGUINA

(De Te equivocas, querido lector, si piensas que voy a decir el origen de la palabra que sirve de título a esta 'escena, el de la costumbre que

ella significa

en

nuestro

idioma,

Así ardado

y

las

ignoras;

y esto

lo hago

minuir

la

sangre

del

el

como

logro

ves:

hacer

así

en este artícu-

aunque

me

parte;

y

la

primera,

una

vez

cueste

la

mi

una

segunda,

que

así

voluntad,

zurra

que

de

de

media

buscaba,

mío,

años

bien

hora,

esto

la

hube

encontré

es:

y montado

jos grandes

lo lo que tú deseas saber, en cambio de lo que hallarás de más ten otros, y que maldito lo que te importa, si no es que te fastidias. Tengo además otras dos razones para portarme

algunos

y no

treinta

o

por

personas

que yo conocía. Eran las ocho de la noche, la luna muy clara y las masas de nebl na parecían a lo le-

por

pulmón;

una

hace

Reyes,

cuarenta cabalos reunidos marchando en la misma dirección que

la ley de compensación. Me arguirás que no existe tal ley al quitarte yo una cosa que no puedes quitarme tú, cierto es; pero así como un médico hiere 'en el brazo para dis-

yo te doy de menos

yo

de

lo que

otras mil zarandajas, que tendrías derecho a ped.r que te dijese, y que yo no quiero que por mí sepas, si es que

dije

víspera

“EL JIBARO” de. Manuel A. Alonso)

tu

este

lienzos

que

cubrían

la

falda de las moniañas. Por todo lo dicho habrá comprendido el lector que estaba en el campo, lo que hasta ahora no había tenido el honor. de comunicarle, y que empiezo por el

modo

de

pedir

aguinaldo

en

és-

te, como pudiera hacerlo por el de la capital y "pueblos principales de la

isla.

La trulla a que me referí estaba formada por jóvenes de ambos sexos, con la adición indispensable de

papás,

mamás

y tías;

había

entre

las ch cas algunas

muy

modo he escrito una introducción que puede adaptarse a todos los articulos posibles: ventaja de mucha

ro éstas llevaban

ya sus caballeros

monta, pero que no me servirá más,

buen

puesto

parlamentario, entro de lleno en la cuestión. Los aguinaldos son de aquellas costumbres que muy poco o nada

tiene delante seis o siete parejas atortoladas, y otras tantas dispuestas a la broma. En un momento me dijeron a las casas que pensaban ir, y a medias palabras y con

tienen

signos

que,

que

como

diría

tildar,

un

y mucho

orador

que

me-

rece elogio, motivo por el cual, aunque me es grato hablar de ellos, faltarán en este artículo ciertos toques que pudieran darle alguna viveza: ¡es

un

recurso

tan

fadarse cuando critor el medio

dero!

Falta

poderoso

el

en-

no encuentra el esde salir del atolla-

la facilidad y además

dote para describir; pues nada de apuro, venga la parte flaca, y demos firme sobre ella, poniendo una

cara

de

pluma

vinagre

y convirtiendo

en zurriago.

En

la

los aguinal-

dos no es posible hacer esto por más que uno se empeñe: y ¿quién conservará el carácter de Dómine an-

te

un

país

entero

que

se

regala,

danza y pasea sin acordarse más que de los Santos Reyes; pretexto seguro para pasar dos días en de-

liciosa

hartura

y

variada

holgan-

za? Fuera pues el carácter serio; cojo mi caballo, lo aparejo, monto en él, y a buscar una trulla de gente conocida.

cada

una;

común,

agreguíme

y empecé

humor

que

bonitas, a

la

a hablar nunca

sagazmente

falta

pe-

masa

con

el

al que

disimulados,

me

enteraron de mil curiosos pormenores que no convenía comprendiese la parte reposada de la trulla; caminamos un poco sin que nada nuevo sucediese, hasta que llegamos a

una casa de madera, construida sobre gruesos estantes, como son todas las de las personas acomodadas, donde se entabló la conversac-ón siguiente: —Muchacha, ¿todavía estás asi? ¿Cómo es que no están a punto de montar? —Tía Pepa, yo no puedo ir con usted como quedamos, porque no hay más que una bestia y es para mis hermanas, que ya van a bajar; la otra se encojó esta tarde y yo tengo que quedarme por 'ese motivo.

—Pero, muchacha, ¿y las otras dos? —Se han ido en ellas mis hermanos.

—Vaya, vaya, eso sí que es un buen chasco; cree que lo siento...

si la yegua

que

!levo

no

estuviera

preñada, te ofrecería «l anca. La joven que hablaba desde una ventana, era una morena que renuncio

a pintar

por

lo graciosa;

co-

nocíala yo, y mucho más a sú respetable tía. que no mencicnó a humo de pajas el estado interesante de su yegua; así es que dirigiéndome a ésta últ ma dije: —— Señora Da. Pepa, mi caba!lo hace ancas y es muy firme, si Rosita ha de quedarse, no será por lo que ha dicho, pues si gusta puede venir conmigo. Aquí hubo algunos cumplidos entre la tía y 'a sobrina, que deseaban mucho acep'ar, y yo, que de todo corazón ans3iaba tener a la segunda a las ancas de mi caballo. —No, nc, mil gracias, decía la una. —No podemos consentir que lleve usted esa molestia. añadía la

otra. —Señora, si Ros'ta es una tia, Ojalá que caigan sobre mo gotas de agua en-un día menta. Por último, hicieron como determinaban, y, previos cumplidos de la mamá, que

la

ventana

a saludarnos

molesmí code torque se algunos salió a

y darme

las gracias por un favor que yo recibía, nos despedimos, llevando yo (Pasa a la página 32)


RN A

CAMPECHE Por

SEBASTIAN

GONZALEZ

NUESTRO PINTOR

MAXIMO DEL

PASADO

GARCIA

Sin directa ascendencia artística, ni competidores dignos de recuerdo, o discípulos que lo continúen, José Campeche

aparece

en

el yermo

tístico de Puerto Rico y llena la segunda mitad

con del

ar-

obra siglo

XVIIII y principios del XIX. Nació Campeche en San Juan el 23 de diciembre de 1751 y fué hijo de Tomás de Rivafrecha y de Made San Juan guna, en las Se

da

zaje

ller

padre

Su

Jordán.

ría

por

seguro

artístico

paterno.

que

natural

era

y su madre Canarias.

de La su

La-

aprendi-

tuvo

lugar

en

el

ta-

Bajo

la dirección

de

Tomás d: Rivafrecha “de oficio dorador, adornista y pintor”, se irían hermanos

los

tres

Miguel,

Ig-

artesanía

su

en

haciendo

Campeche:

nacio y José. La

conversión

tistas che

que puede

se

de artesanos

opera

en

explicarse

los

en

ar-

Campe-

provisional-

mente por la estancia en Puerto Rico de Luis Paret Alcázar (1741-99), uno de los más finos pintores de la España del Siglo XVIII. De

poca

más

edad

que

Campeche,

a los 29 años Paret había completado la tradicional educación de un pintor de su época, pasando por la Academia real. Además, tuvo la fortuna de conocer muy de cerca al caballero Antonio Rafael Mengs, el genio de su tiempo y árbitro artistico de la Ilustración. El considerable influjo que hubo de ejercer Paret <n sus tres años en Puerto Rico (1776-79) no basta para admitir definitivamente el tradicional insularismo del pintor puertoriqueño, de quien se dice que por no abandonar Pu:rto Rico, rechazó el nombramiento de pintor de cá-

mara

(!)

oferta

de

Carlos un

CAMPECHE

III y la tentadora

caballero

inglés.

José Campeche falleció el 7 de noviembre de 1809 en la misma casa de la calle de la Cruz donde había nacido casi 58 años antes. De su vasta obra se conoce muy poco. Tapia la estimó en 400 ó 500 cuadros, pero el cálculo parece exagerado. El pintor firmó ocasionalmente, y al parecer sin regla fija, a veces su nombre abreviado, otrus con el nombre completo y fecha. El temario acusa marcada preferencia por la pintura religiosa y el retrato. Estos merecen mayor atención que la hasta ahora concedida

y a juzgar por los que conocemos, constituyen acaso el capítulo más importante en la obra del pintor. Tanto uno como otro género ofrecen las características del arte de su tiempo, y en ellos se muestra la misma

amanerada

frialdad

y la re-

iteración de composiciones por receta, que expresadas con más o menos talento se encuentran en las pinturas españolas e hispanoamericanas de la segunda mitad del siglo XVIII y principios del XIX.

En

1810,

pocas

semanas

después

de su muerte, un cercano familiar del artista resumió así su obra: “No

sólo era el mejor pintor y único fisonómico que había en esta ciudad e isla, sino que se aventajaba notablemente a otros muchos en estas facultades por haberlas ejercido con profundo conocimiento de sus principios elementales, con inteligencia de la historia sagrada y profana, con particular gusto y genio, con admirable propiedad y con asidua aplicación, no tanto en 'esta isla, sino en todas las Antillas y provincias de Caracas, y que de estos lugares lo tenían continuamente

empleado

en

encargaban.”

varias

obras

que

le


así, es menestsr mera

de actores

de pri-

línea, y todo lo demás,

de pri-

mera línea también. Por eso es que en esta revista se ha insistido en obras de menos espesor dramático, sobre todo, puertorriqueñas, para el teatro experimental, tanto de la Universidad,

por (SECCION

A

CARGO

DE

XX)

ARTE DRAMATICO Yo oí decir a don Marcelino Menéndez Pelayo, y ahora no sé aunque es probable, que lo escribiera aguna vez, que el verdadero modo de pensar de los españoles de los siglos dorados, ahítos de gloria, pero so-

a inevitables

censuras—una

de

llas

la

de

la

propia

gloria—

al pasar,

en

el espejo

de

un

escaparate,

no

busca

ver

AHORA Por

GREGORIO

de

repro-

imper-

MARAÑON

eso los aplaudieron *o or

cargo

de

Rafael

Cruz

Aunque

no

nos

convenza

la

idea

LOS

mucho. os

TEJEDORES:

de

Gerhart

Haupiman, fue la otra obra que presentó el Teatro Universitario. Fueron las noches del 21 al 24 de noviembre. La dirección también de Nilda González y escenografía de Rafael Cruz Emeric. Dicho en jus-

ticia, tanto en ésta como en la anterior, lo más logrado de las obras, fue esta labor de Emeric. Fue más que buena. Casi excelente. Aquí hubo menos suerte para la señorita González pues tratándose de una concepción dramática de primer orden en el mundo, necesi-

taba

de una

dirección

más

fuerte

que le presuponen algunos, de cuadro actual de una Europa en confusión. Lo que hay de cierto es que la obra divierte aunque no diga nada.

en recursos de toda índol2. No es sólo dirigir, sino saber sentir, conocer y vivir la obra, dijo en cierta ocasión Baty. El fondo histórico,

Y ya eso es bastante. La dirección estuvo más

social

bien.

¿Qué

más

puede

o menos

hacerse

con

te

salve,

lirio!

le

-

di

con

el codo,

viviéndola a modo de trueno o centella. La mañana bella

me encontró despierto y hasta hubizra muerto ¡por seguir la estrella!

voy

a ia

loma.

Me vuelvo a mi monte.

sidad los días 22 hasta el 26 de octubre. Dirigió Nida González. Esa

CORRETJER

Me lo dejé todo en la lejanía. Hasta a la poesía

Me

actores noveles y con una obra ae cierta envergadura barroca? Los actores hicieron lo que podían. Por

Emeéeric. La obra adolece d+ parlamentos muy largos, que a veces como que ahogan a los personajes. Hubiera sucedido lo mismo co nactores profesionales que con cualquiera otra. No es pues que los jóvenes actores que realizaron la misma, no supie1an hacerlo como se ha dichc por ahi. Pero eso es lo único a muestro juicio, fuera de otros defectillos subsanables, que hay en la comedia de “delirantes” de Belarval.

ANTONIO

Por el horizonte otra vez asoma.

LA MUERTE. Comedia en tres actos de Emilio S. Belaval, fue presentada en el Teatro de la Univer-

cenarios

JuAN

¡Dios

repito, proponiéndoselo el autor. Porque éste, en las épocas de libertad, puede hacer deliberadament: del tablado, tribuna de acusación y reforma; más aunque la libertad no exista, con limitarse a copiar—como el todo lo que tien: ya no es nada.

ME DESPIDO

Por seguir la estrella ahora me despido con mucha tristeza.

ducida su belleza, que sabe de memoria, sino que la fugitiva imagen le ucuse el defecto que ella no ha advertido. Y el «spejo, como el retrato, empieza a ser pesadilla para ella un día, porque acusa, a pesar de todos los optimistas cuidados, los primeros tónos desvaídos, no adv:rtidos antes, de la flor que se va a marchitar. Desde sus comienzos, el arte dramático ha sido *ambién espejo de las costumbres y fiscal de los que rectoran la vida pública. No siempre,

espejó—la rea'idad, proclama, sin quererlo, fecta la vida. Cuando el Teatro no es esto

y gru-

SOLOLGLOLIOLAIIAIAIAIIVIDNA

sólo se podría rastrear adquiriendo el oscuro sentido de las grandes obras dramática de la época. Es _vidente que, como casi siempre, Menéndez Pelayo tenía razón. El arte dramático sirve para muchas cosas gratas y nobles, pero quizá la más importante es la de mostrar los defectos de la vida y la responsabilidad de los que han creado esos defectos. El Teatro es el espejo auténtico de una sociedad, aun cuando el autor no se lo haya propuesto, siempre que sea un buen autor, y es bien sabido que el espejo —como la fotografía, que es un espejo de imagzn permanente—, tiene por misión, misión augusta, enseñar antes que sus gracias, sus defectos, a quien se mire en él. Cuando una persona, una mujer, se contempla,

el Ateneo

De todos modos, Nilda González hizo lo que pudo y la obra no d-cayó en interés ni en proyección artística. Que no se logre muchas veces una obra al representarse, no quiere decir que fuera de la misma todo lo demás esté mal.

EL

metidos

como

particulares.

y filosófico, si

LOS TEJEDORES, hondo, que paro

se quiere

es tan lograr

de

vasto, tan una obra

Pues soy el sinsonte que siempre yo he sido. Canto al estallido de un tiro en la palma. Lo llevo en el alma...

Ahora

me despido.

La flor del destino la llevo en la oreja y es flor que no deja torcer el camino. Yo soy peregrino por roca y maleza. De una sola pieza me hicieron de ausubo. La cuchilla subo con muchu tristeza.

¿Qué será en el mundo lo que va a pasar? ¿Qué me hace la mar si en el mar me hundo?

Siento en lo profundo, como

ardiente

ajeno

martirio.

La

pluma

y el poema ¡Dios

cirio,

quemaba

se acaba.

te salve,

lirio!


artes

y letras—página

32

(Viene de la página 29) por compañera para toda la noche a la más hermosa de la trulla. Si no pocos guerreros deben una parte de su gloria a la fogosidad de un caballo, que les condujo a su pesar al encuentro del enemigo, yo debo unas cuantas horas de placer a la mansedumbre del que montaba aquella noche. ¿Quién expresaría con toda la intensidad lo que siente un joven de diez y ocho años durante una conversación tenida por lo bajo, y en que a cada paso choca

con

él un

cuerpo

que

su ima-

ginación le pinta con más voluptuosos atractivos, que a cada palabra tiene que volver la cabeza, percibiendo entonces su rostro e! hálito de una respiración agitada por

el

movimiento

y

las

emociones

la venida del sol nos alegrase, porque terminaba una noche de placer. Aquellos rostros pálidos, aquellos ojos a medio cerrar y velados por anchas ojeras negras, aquellas pequeñas y entreabiertas bocas, que daban paso a una respiración semejante a la del sueño, y aquella

languidez dían

hermosas un

peso

los

trópicos

No tardamos en l'egar a la primera casa;

echamos

colocamos

pie a tierra, y nos

reunidos

al principio

de

la escalera: una música campestre acompañó a los que entonaban el aguinaldo nuevo, cuyos versos eran

de

uno

de

los

cantores,

y

que

se reducían al saludo de costumbre a los amos de la casa y a desearles toda clase de prosperidades, si nos daban dulces, manjar blanco, buñuelos y otras mil cosas. Concluído el canto, apareció la familia en lo

más

alto

de

la

escalera,

bajóla

el

dueño de la casa y nos invitó a subir para tomar algún refresco lo cual hicimos de muy buen grado. La mesa estaba colocada a un lado de la gran sala para dejar sitio bastante

para

la

danza,

y

servida

con

toda profusión: en ella no faltaban el manjar blanco, almojábanas, buñuelos de muchas clases, hojaldres, cazuelas, una variedad infinita de dulces secos y en almíbar, y varias clases de licores: parecía que solo para nosotros se habían hecho todos los preparativos y que aquél aparato no había de desplegarse cuatro o seis veces, por lo menos

durante

la noche,

Después de tomar con toda franqueza, cada uno lo que quiso, nos pusimos a danzar junto con los jóvenes de la casa; y no lo hubimos hecho media hora. cuando fue preciso que nos despidiéramos para que subiera a ocupar nuestro lugar otra trulla, que esperaba ya nuestra salida. Así pasamos toda la noche de una a ctra parte, y en todas, a poca difer ncia, se repitió la misma

escena;

cogiéndonos

el día sin que a

b

a

aña-

nuestras

yo

mi

las

que

sentía

espalda,

recorren

de algún

te,

que

como

el

le

los

raro

dejen

y

ariba

cam-

incidena

y

del mismo acabó

la

modo

de

cruzánse

que

uno

el

en

ellas

en

el mundo

siempre

de

nos y muy

esta

costumbre

buenos;

sus

que,

con

son

bue-

semejantes, nuestros campesinos no serían como son tan humana y generosamente hospitalarios. La trulla de a pie se compone de gente pobre, que no por eso se divierte menos; maraca en mano y tiple y carracho (gúiro, gilícharo) bajo del brazo, caminan, leguas enteras saltando barrancos, vadeando ríos y trepando cerros, hasta que el sol les halla muchas veces a gran distancia de sus casas; pero esto no les importa: continúan su camino durante todo el día y la noche de Reyes, sin regresar de su peregrinación hasta el que sigue a este último; esto es, a los tres de haber abandonado sus Penates. Dada la diferencia de educación, es sabida la que puede haber entre las escenas de estas trullas y las de a caballo: varían en los modales, las expresiones, etc. pero en la esencia lo mismo pasa en unas que en otras. Los versos, que cantan en aquéllas con música variada y que son a veces buenos, en estas últimas guardan el mismo aire siempre, y se trasmiten de padres a hijos sin alteración en las palabras.

sabido

tribillo: Naranjas

Limas Más Que

y otros

li-

mismo

y otros muchos

días;

al sa-

da la hora en que acostumbran irse

y de

sin ella y otras

Tal es el antiguo y muy

cervezas

empe-

cualquier pretexto, se reunen muchas personas; con todo, es forzoso consignar aquí que, en general, los efectos

dulces,

cores, bailando después o antes una o dos contradanzas 'en una sala en que habían sido recibidos aquél

hablado

resultas amores, celos, pullas, chistes, riñas amistades y cuanto se cruza

voces reunidas pro-

ducir el mismo efecto en una calle o dentro de una habitación, que en el campo? Unos cuantos amigos

lir se encuentran en la calle por donde van a la oficina algunos de ellos, el canto del sereno les recuer-

que he

eco de muchas

toman son

caballo desaparzjado, o el aparejo sin caballo, principian todas y con-

arriba,

de

sobre

pos, y fuera

hermosa flores

el cuerpo,

compañeras; suave

muchas

cluyen

sas

todo

encantos

me parecía más cercana y más diente la Rosa cuyo aroma pronto a dejar de respirar. Tal es una trulla a caballo;

más vivas, y aspirando al mismo tiempo el perfume que despide una

cabellera negra con oloro-

de

nuevos

Los aguinaldos en la Capital están muy lejos de tener el carácter original] que los del campo: hay también trullas que van a algunas casas; pero son, como es fácil concebir, un remedo muy incompleto de aquellas agradables caravanas. Un determinado número de personas sale por las calles pidiendo aguinaldo; mas ¿acaso puede el

y limas

y limones

vale la Virgen todas las flores.

es-

a la cama,

blar

con

y si algunos

libertad

yendo

pueden

del

ha-

brazo

con su cuya, otros hay que rabian porque tienen que remolcar esa necesidad de nuestras reuniones, la mamá. No me detendré en las felicitaciones de las bandas de las guarniciones a las autoridades, y del serono, alguacil, ahijados y otros que nombrarlos fuera nunca acabar, a todo el que puede darles, no dulces ni cerveza; sino, algunos realejos para

celebrar

los Santos

Reyes,

por-

que esto con distintos motivos y 'en diversos días del año pasa en muchos otros parajes, y no merece llamarse costumbre de Puerto Rico. Vamos pues a cuentas, querido lector; ya tienes un artículo bueno o malo sobre aguinaldos, uno más que leerás tú, y uno menos que yo tengo que escribir; si le esperabas mejor, hiciste mal y te llevas un buen chasco; si peor, me alegro mucho desde ahora, y si no lo uno ni lo otro, recíbelc tal cual es, sin exigir que me devane los sesos dando vueltas a un asunto acerca del que pienso lo que te dije al principio

y

repito

ahora;

los

aguinaldos

son de aquellas costumbres que muy poco Oo nada tienen que tildar, mucho que merece elogio. (1) (1)

EL

JIBARO

de

Manuel

y

A.

Alonso Pacheco, es.una obra clásica de nuestra incipiente literatura del Siglo 19. Apareció su primera edición por 1849 en Barcelona. En 1882 se hace otra edición que se

cuaja

definitivamente

por

el

1884

ccn apuntes de don Salvador Brau, intitulados AL QUE LEYERE.

Tanto

el autor

de El Jíbaro

co-


mo el propio Alonso, han sido estudiados muy poco en nuestra literaModesto Rivera, escribió una tesis sobre los mismos, para la Facultad de Estudios Hispánicos de la Universidad de Puerto Rico en 1947. El Dr. Francisco Manrique Cabrera, siendo Director del desaparecido Colegio Hostos, publicó una edición

rentino, sino en sus extremidades, ha visto desfilar ante sí cuatro generaciones sucesivas, precipitadas por incontrastable fuerza hacia el abismo de lo infinito, enlazándose y chocando a la vez unas cosas con otras, y desarraigando vicios en su curso, atacando preocupaciones, revolviendo costumbres, levantando ideales nuevos y flotando por sobre

nueva

todo

tura actual.

de

Solamente

la obra

de

el Profesor

Alonso,

que

y se

adentró

en

su

corazón y en sus costumbres y en su espíritu, no fue como bien apuntó Brau, un visitante más o un ex-

tranjero

más

en

tierras

quen. Oigamos la cosa: “Eso

ha

no NEL NOSTRA

a

de

Brau

hecho

Borin-

copiosos

al otro día llevaría

su renuncia

al puesto

a Esofreci-

POOOOOROLLIOVNARIARA LOLOGA O

ERRATA QUE LAMENTAMOS MUCHO

ni

precisos

la mano

nen fuerza dir”.

(Viene de la página 17) do, paseaba por los mares el banpintado. Y hasta el paquebote copaña

que

z

y voluntad

tiese la urgencia

“Cada

pierna

sujeta con una (abrazadera; el polio fué inclemente y no (me deja andar como a los otros niños. Madre, (¿cuando

los

ángeles Perdone

muera

del cielo me (dejarán jugar?” el

poeta

nuestros lectores.

¡OLIVAR

yo

3

amigo

y

estas

(Anteriormente

GUEST

Frente la

PARGUERA

HOUSE)

a la preciosa

Parguera,

al

Puerto

bahía

de

Sur-Oeste

de

Rico

Un encantador paraje para el espíritu, el descanso, la quietud,

el ensueño.

líneas

para

aplau-

derín oficial por él diseñado. Sí; su tierra le necesitaba. España poseía una pléyade de artistas consumados que embellecían su vida y atendían a las necesidades artísticas de su sociedad. Puerto Rico sólo tenía a Jos? Campeche. Ahora, todo estaba bien. Comprendía por qué era su deber no aceptar el nombramiento. Se lo debía a su arte; se lo debía a su pa-

en

leerse:

pudieran

La Parguera

Y OLLER

tría.

debe

no son tan

como

traza

En la pasada edición cometimos una errata que de veras lamentamos profundamente. Se trata del poema de nuestro querido colaborador José S. Alegría, “La Queja del Lisiado” en el que apareció la segunda estrofa mutilada en su último verso. Copiamos íntegra la esrofa, en la forma que

y

VILLA

y el corazón que la impulsa solo tie-

sentado,

CAMMNI DI el vate flo-

CAMPECHE

rreo que

pasiones

serlo, júzguenlos otros en buena ho-

comentar

Alonso:

DEL como

de

esos apuntes del viajero

ra:

MEZZO VITA,

vaivén

sentimientos distintos, la aspiración suprema del progreso y el ansia febril de razonadora investigación. “Pero lo que no ha hecho Don Manuel Alonso es cruzarse de bra205, indiferente al grandioso espectáculo que ante sus ojos se desplegaba. Touriste inteligente, ha abierto su cartera de viaje y consignado, en breves pinceladas, expresivo recuerdo de cuanto contempló. Si

contiene las palabras de don Salvador Brau. De ésta, hemos tomado estas páginas sobre los aguinaldos y las trullas en Puerto Rico, costumbre que según el propio Alonso, ya venía decayendo un poco para su época. Alonso, español que pasó por

nuestra- Tierra

ello, el

HOTEL

FOSFORESCENTE PISCINA

Todo

moderno,

cómodo,

tranquilo.

Y en ello no había sacrificio.

¿Riquezas?... Ei dinero no podía comprar lo que él tenía: el don maravilloso de la creación, el cariño

PESCA BAHIA

y

el

respeto

de

los

que

le

ro-

Atendido por Pura

personalmente los

esposos

y Carlos

Quiñon+*s

deaban. ¿Honores... ¡A él, pobre barro, le cabía el privilegio de dar tradición artística a su época! Y quizás algún día, cuando su pueblo llegase a su mayoría de edad y sin-

de buscarse

en su

pasado, lo descubriese a él, humilde obrero del arte que cooperó en

la magna tos

de

labor de echar los simien-

la raza.

Refrescaba. a

soplar

una

De brisa

la bahía empezó picante

y

alta.

Por Loíza, entraba la noche. La campana del Convento de Santo Tomás llamaba al rosario. José Campeche echó andar hacia el convento. De pronto, se detuvo y se

internó por el malezal. Por allí crecía

el

cundeamor.

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EL ALMA DE LAS FHESTAS DE NA VIDAD Por SAMUEL "LUGO

Asoman en el ambiente los preludiantes aires de la Navidad. Puñados de ráfagas entonan sus lluviosos coros. El corazón se abre al recuerdo de las tradicionales fiestas navideñas. En el hondón de nuestras memorias tal parece que la sombra del hogar y la montaña trazaran sus mágicos perfiles. ¿Quién no los recuera? San Juan estrecha sus avenidas de heterogéneas

procesiones.

campos

de

de

lo conocí cuando

era niño.

Ante

o azoteas. Yo jamás

el avance de! tiem-

pc el corazón se nos ll:na de interrogaciones. Y un pesado silencio nos azota el recuerdo. Y dejamos qu>

la

voz

levante

del

y grite:

“¿Dónde

pasado,

que

están

llevamos nuestras

dentro,

se

tradiciones?”

Gritan los escaparates sus luminoEn el fondo de las vitrinas los viehacen su aparición sobre simulados

que nos lleve el pensamiento a las distintas zonas de la niñez perdida, como si quisiéramos, al rscorrerlas, revivir lo hermoso de todos sus caminos.

nieve.

Avanzan

se cruzan

sobre

incesantes.

ellos

exóticos

tri-

algodón,

gados de presentes. que Santa Claus no

los

septentrionales

arbolillos

car-

¡Paradoja del trópico! Y aunencuentre las clásicas chimeneas,

“¡No

hermosa

las mutilemos! ¡Salvémolas!” Y con las fuerzas más bellas del espiritu dejamos

humanos

neos. Agiles canes del Artico tiran de los fugaces y diminutos carros. En todas las distancias, las blancas soledades de las nieves. Aqui o allá el resplandor de una ventana en cuyo fondo se consumen los leños encendidos. Más allá el paso de algún ciervo recortando con su ramosa cornamenta la nevada lejanía. Toda la frígida blancura del Norte volcada juntoa la apacible y verdosa placidez de la tierra mía. ¡Exotismo! Y es que la tradición de nuestra Navidad mana sangre de un costado en este puerto del norte is'eño. Sólo, a distancia, cruza un ligero asomo de su primitivo espíritu. El alma del idioma pasa "esionada en las múltiples felicitaciones que nos reciprocamos. F uyen copiosamente los “Merry Christmas” en las 'arjetas navideñas. Los hogares se llenan de focos importados. Yérguense, improvisados, bajo las silenciosas

nieves

su tradicional entrada por los balcones Y allá en la montaña ¿también llega?

La

Ríos

vida lleva prisa. sas policromías. jos Santa Claus

hace

Porque

viejos

60

el hondón

de

nuestras

vidas

se al-

tiempos?

No

lo sé, porque

jamás

lo he vuelto

a vivir. Pero si en mi ausencia de tantos años que lievo por estas remotas costas del norte de mi tierra, Dios ha querido que aún subsistan, ¡benditos sean!

COMERCIAL GEORGETI

desde

za, gigante, el alma de los días que satura el aroma de la tierra linda. ¿Quién que la lleva dentro no la abreva con sus sonrosados amaneceres temblando en el recuerdo? Si, bajo aquellas misas de aguina'dos que ayudaban a hermosear los cánticos de los ga'los. Cuando lejos la voz de la campana se daba a nuestros campos .para llamar al pueblo a las misas can*tadas. Y éramos, ya de regreso a los hogares, toda a tropa estudiantil y el pueblo, ansias de gozar la madrugada más allá de los montes, más allá de los puentes, más allá de los ríos. ¿Dónde están a estas horas las alegres mascaradas que recorrían nuestras calles? Las comparsas de las estudiantinas cantando de casa en. casa? ¿Las parrandas, los “asaltos”, los tradicionales platos que caracterizaban el espíritu de la Navidad de nuestros

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Carta de don (Qamón Emeterio Betances a Doña Lola Rodríquez de “Tió

BETANCES PARIS,

Sra.

Lola

Rodríguez

de

Tió

7.

XI.

87

Mayagiez

Querida Lola: espero que habrá recibido mi última carta: Gracias mil por sus felicitaciones. Lo que han hecho conmigo lo h* admitido —sépalo—por no hacer un desaire grave; que hace más de cinco años que lo estaba rehusando. Lo estimo como se debe; pero más me ha costado el aceptarlo—por estar fuera de mis principios—que para otras obtenerlo. Mil cariños a Patria. Recuerdos amistosos a Bonocio. No quiero decirle nada de lo que pasa en Puerto Rico. Todo el mundc sabe lo que pienso; en nada me han sorprendido los sucesos de hoi. Vuelva a leér mi carta, si la ha conservado, en que le hablaba 'de los “qutonomistas” sin autonomía, (hasta más no poder, hoi): si las resoluciones inútiles i sin fruto a las juntas magnas,: si los tantos artículos bien escritos: más inútiles aun. Vea porque pronto me han dado razón los acontecimientos. Yo espero que la generación venidera, resuelta en la indignación de lo que hoi pasa, será incapaz de soportar ese estado de salvajismo de los gobernantes. Desto que todo se haya calmado ya : Anita Otero ha tenido un triunfo en sus exámenes para el Conservatorio de Música. Le tocó un trozo de grandisima dificultad; que arre-

bató

aplausos.

Antonio

Thomas,

que

es el Director,

son

doscientas

competidoras. No habrá más que ccho, serán admitidas. Hai que recordar que ella es extranjera. Los elogios de puertorriqueña no le han hecho más honor que ella merece.

roso para NOTA:

Baldorioty

ella; Esta

para

la prensa

carta,

como

y ¡Viva Puerto la anterior

que

de Castro a doña Lola Rodríguez

Rico

la

prensa hon-

libre!

BETANCES publicamos de don

de Tió, fueron

nosotros de las coviaz fotostáticas que existen en Puertorriqueña; tomadas de la Biblioteca Laura serva en San Germán, don Félix Tió.

Es

sus

Ramón

copiadas

por

el Instituto de Cultura Tió Nazario, que con-


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programa

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desarrollo industrial de nuestro gobierno, y que se han mantenido en constante y progresiva operación desde que fueron fundadas en 1950 son la American Steroids, Inc. y la Pharmaceutical Products Company, Inc. Ambas radican en el Edificio Bernardini de la Avenida Eleanor Roosevelt, en Hato Rey y con subsidiarias .de .la. Avenida. Eleanor Roosetvelt, en Hato Rey y son subsidiarias de la Ogden Corporation de Nueva York, la cual también posee los intereses principales de la conocida empresa Syntex, S. A. d2 Ciudad de Méjico. En sus ocho años de vida las dos empresas boricuas han logrado cimentar bien sus raíces en nuestro suelo y actualmente emplean cerca de 100 personas, altamente especializadas en los complicados meneste-

res de la elaboración de hormonas esteroides y productos farmacéuticos. La nómina anual de las dos firmas, por concepto de salarios a sus empleados es cuantiosa y, a pesar de que toda la materia prima qué usan es importada de su firma hermana en México, los beneficios al país son grandes ya que todas sus Otras necesidades industriales son satisfechas con e! esfuerzo local.

El elevado

concepto

que

tiene

la

Junta de Directores del positivo valor de la mano de obra boricua, así como el amplio conocimiento gerencial del Administrador General,

La tradicional cena de pavo, en ocasión del Día de Acción de Gracias, dió motivo para que se reunieran una vez más, en alegre confraternidad social, los jefes y subalternos de las dos empresas que hoy ocupan nuestra atención.

el Lcdo. Adolfo Monserrate Anselmia han hecho que la familia Syntex, como originalmente se le conoció a todos los que trabajan bajo él techo de American Steroids y Pharmactutical

productos

Co.,

se

con-

vierta en lo que quizás sea, en la cvinión de muchos, el más claro exponente de las buenas relaciones obrero-patronal?s. Siempre at:znto a las ncesidades de sus “colaboradores”, como llama el Lcdo. Mon-

serrate a sus empleados, la gerencia aprovecha toda oportunidad para cimentar aún más las relaciones entre los jefes y los subalternos, conscientes de que así se ayudará a preservar la paz industrial nece-. saria. .

Para llevar a la realidad esta teoría, la Gerencia auspicia todos los años una cena de Acción de Gracias y obsequia a sus empleadaos con la samia palabra del sacerdote comarca. Fomenta así la unión espiritual y la confraternnidad y participa activamente en la vida social y cultural de sus empleados. Engranaje importante en el des-

arrollo industrial de nuestra comu(Pasa

Los

Jefes

de

producción

cibir

a la página

los

y

1h

distitos

departamentos

administrativos

de

pr

A

2

ón”,00

empleados.

sonríen "7

que Al

de

al

go

re-

com-

partirán

con

Ledo.

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?


guitos

di'agua.

El minuto tro.

El

pasó

canagúey

bolando cantó.

y nos yamaron Ei

mío

abochosnao.

como

al sen-

que

estaba

>

Entonse soltamo y encajaron de nuevo. Nos dió deu dulse otro viaje. Pero tiramo y fué buena. Nibelemo la cosa. Aquellos no peliaban como dos gayo. Paresían dos d:ablo. Eso era un 'tajo quitao y otro poníio. La cosa estaba pareja. Apostamos más chavo. El de nosotro, con un ojo quiñao, peliaba como un toro. Aquel también era bueno y má. Los do eran de amariyar. Pero en una que lo picamo en el buche le metimo la espuela bien metía. Hasta la pata. Y la

COSAS DE GALLO (CUENTO) Por

ANíBAL

Díaz

MONTERO

sintió

porque

sufisiente —-Fué hace muchos años; empezó el viejo mien-. tras chupaba el cigarro y formaba nubecillas al botar el humo. Yo era el gayero de los Rosale. Buena gente

aquellos hermanos.

gayo

jeresano.

—Tire

pa'lante,

Se peliaba volvieron

al material

del paí.

a interrumpirle.

Miré entonse a los Rosale.

Le jise seña que qué creían.

—El de nosotro es poyito pa probar. viejo. Quítalo de ahí, me dijieron.

Ese

es gayo

y si salen doy una gabela, brincó el vie-

jo aquel que era una lija. —¿De cuánto?, hablé yo de entrometío. —Sincuesnta a treinta, contestó. —Entonse pésalo, me dijo el mayor de los muchacho. Le llevamos media onsa. No las dió. Pero Tovía los Rosale seguían culipandiando. —Acaben de agusar ante que se arrepienta, nos decía don Mateo hecho un cheche.

raspe, dije, como si ayí yo compusiera algo.

Entonse empesó la gente a jugar por ensima. Canagúiey tenía tres pelea y nosotro no sabiamos Pero como ya estábamo casao, agusé, corté goliya,

El ná. ru-

sié y solté. —Doy dose a ocho. Sei a cuatro. Tres a dó, gritaban los ventajero. Nosotro cojimos unas pará. Pero el otro gayo le cayó al de acá como un bombero. Los nudiyo, un ojo, la vena, qué se yo qué má, pero el poyito seguía buscando onde agarrar pa tirar su pataíta. Había que dejarse 'e vaina, el de don Mateo era una estreya. Coltaba más que una yen. — ¡Levántenlo!, nos chacotiaban.

—¿De

dónde

tela?, gritaba yo, si la pelea está to-

vía en sus comienso.

Y en el barro seguía la cosa. No las estaban echando

toas.

Tábamo

casi

privao.

Entonse

vino

el golpe

"e suerte. Picamo y dimo. Aquel se encogió. La gente gritó otra vuelta. Se empató la jugá. Pero ahí los gayo

un

chispito. a echar.

Pero Lo

fué

encaja-

mo y lo tiramo que paresía un abanico blanco y colorao dando

los último soplío.

Dispué, en la casa 'e gayo, los muchachos vinieron a ver si no quedaba tuelto. Me metieron en el bolsiyo

un royito.

Yegamo a la vaya con un poyo rubio. Pico negro y espuela así. Taba con toa su¡pluma. No lo habíamo pelao ni ná. Don Mateo Bayadare, un viejo chiquito, gordo y yeno 'e cuarto, me paró un canagúey que paresiía una dama. —Pon ese ahí, Cabesón, que si salen de lo echo con sincuenta, me dijo. Se lo puse al pié y paresían guare. Del mismo grande, la misma espuela. Jincho de pata los dó.

—Pues

quieto

le volviéramos

000

los oyentes. conosían bien

000

—Pesamo

que

Me desían Cabesón...

—Va bueno, don Artemio, corearon —Tovía aquí en Puerto Rico no se los

se quedó

pa

se quedaron quieto y el jues gritó careo. Alivié con toa mi conosensia. Le raspé un chispito espuela y lo que naide hase, lo dejé beber dos tra-

No falta má.

Entonse

uno me

dijo:

Cabesón, tate pendiente cuando vuelva el barco español. El mayoldomo dijo que en el atro viaje nos jiba traer otro tovía mejor castao que éste.

American Sterords... (Vizne nidad,

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las dos

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empresas

únicamente

con

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no

se con-

su misión

fabril y todos los años llevan a cabo actividades para beneficio general de la comunidad, como lo evidencia

su

sólido

respaldo,

con

donativos

sustanciosos, para ayudar a levantar el Hospital de Oncología que patrocina la Liga Puertorriqueña Contra el Cáncer. .Su ayuda al fondo pro Festival de la Navidad, proyecto de la Hon. Doña Felisa Rincón de Gautitr, se ha convertido en actividad anual y su sostenimiento de varias becas en la Universidad de Puerto Rico, para fomentar los estudios en farmacia y química, son su aportación al mejoramiento de esas profesiones. Por otro lado la Junta de Directores, presidida por el conocido letrado, Ledo. José G. González, siente inquietud por el problema de la delincuencia juvenil en Puerto Rico y cree firm:mente en todas aquellas campañas que laboran por solucionarlo. Así, hace poco, la Junta hizo otro importante donativo al Concilio de Niños Escuchas de Puerto Rico con el fin de mejorar las facilidades de su Campamento Gua-

jataca,

y

actualmente

estudia

la

posibilidad de patrocinar un programa “educacional a través de la televisión, inspirado en la rica historia de nuestra isla, para beneficio de nuestros ciudadanos del mañana.


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DON SALVADOR BRAU servar Por

JuAN

DIEZ

DE

ÁNDINO

De mañana, bre llegó a la

cuando de costumCapital y paso ante

la

Don

estatua

de

Salvador

entre

figura

los

del país

nían

Brau

en

seos

su

trato

de

y

tan

mostrar

al

en

sus

de-

público

sus

co-

nocimientos,

que:

ahora

pletamente

fuera

de

de

yace

la

com-

memolia

su pueblo.

Como a eso de las nueve de la mañana, la venerable figura de Don Salvador salía a tomar el sol que acariciaba su balcón. Don Salvador permanecía allí largo rato.

Aún

recuerdo

verle

con

el

bigote

caído, la mirada cansada, el rostro taciturno y con las manos entrelazadas sobre la espalda, caminando de un extremo a otro del balcón. Para esa época había llegado de Nueva York su hija, Doña María Brau Zuzuarregui, hermana de los inolvidables e ilustres hombres de

letras,

Luis

y

Mario,

recién

viuda

de Don Enrique Ramírez de Arellano, con sus tres hijos entonces adolescentes: Enrique, escritor, poeta e historiador; Luis, quien, andando el tiempó, fue jefe máximo de la Policía de Puerto Rico; y Renato,

las ocasiones,

gran

interés el

histórico.

bombardeo

: drugada

al imponente

cañonazos. con

a

San

laba

la

sonido

lós cuales

escuadra

de

nos

los

rega-

americana

co-

mandaba por el Almirante Sampson. -Inmediatamente me levanté y al

percatarme

de

lo

que

ocurría,

que ya se esperaba, marché en seguida a mi oficina, sintiendo en mi camino, sobre mi cabeza, el silbido de las balas que cruzaban en todas direcciones. —Mi oficina estaba en el Arseactual profesor en la ciudad de los rascacielos. Poco tiempo después, Don Salvador mudóse a la Capital, a la calle

de San

Francisco,

muy

cerca

de la

plaza de igual nombre, en uno de cuyos ángulos yace ahora su estatua tallada en bronce. Estatua a la que nuestra juventud no venera, como debiera, porque no se le ha enseñado a conocer las dimensio-

nes

intelectuales

y espirituales

del

hombre que representa. Esta talla fue un gran acierto y constituye una grata encarnación del patricio. Su profunda actitud medi-

tativa no la hubiera

podido

captar

nadie mejor que su escultor Victorio Macho. Así mismo era Don Salvador cuando meditaba en silencio.

No

:

puedo

acompañaba

olvidarme

yo

Adsuar en sus Don Salvador. ro

viejo

nos

a mi

tío

fecuentes Siempre

recibía

con

cuand

Enrique visitas a tel auste-

suma

cor-

dialidad y, aparentando no sentir las agujetas de la artritis que le torturaba, entablaba conversación con mi tío. Yo me limitaba a ob-

nal, en La Marina, entonces Capital.

porque

OBSEQUIO

DF

AMIGO

« artes y letras por su Alta Labor Cultural

yo era

jefe de la Aduana de la Allí permanecí durante

varias horas y hasta que cesó por combvleto el bombardeo cuando se retiraba, mares afuera, la escuadra

del susodicho Almirante. Mientras estallaban las granadas en la bahía, mis hijos Luis y Mario y otros amigos vinieron a la oficina a convencerme de que la abandonara

porque

allí corría peligro mi vida.

—«¿Y usted la abandonó? —Inquirió mi tío. (Pasa a la página 57) Procure

la Revista

LETRAS” y Y TU”

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UN

nos

(mayo de 1898), desperté en la ma-

destacada

parco

y a oír su docta

todas

—Cuando

intelectuales.

Debo aprovechar la coyuntura para decir que Don Calixto Romero era otro de nuestros grandes valores, pasado al olvido, por razón de que, siendo doctor en medicina y hombre de letras (también dibujante y pintor), era tan modesto

En

contaba viejas anécdotas que el había vivido y que para nosotros te-

que ubica en la Plaza de San Francisco, me asaltan recuerdos de lejanos días. Me refiero al año 1909, cuando Don Salvador vivía en la Parada 22%, de la Avenida de Ponce de León, en la casa contigua a la botica de Don Francisco Romero, hermano del Dr. Calixto Romero,

también

al maestro

palabra.


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pueblos... De los que partían fue ra de Aguadilla par a trabajar y ccnvivir

en otros: lugares... *

*

*

El viejo tren vino a despedirse de Aguadilla. A .decirle adiós para siempre a la Cuesta Vieja. A] Cerro de

las Animas. A las montañas de Jaicoa. Al airado pico del Almirante. A la Cámbija. A la Victoria. Al Coloso.

En

querida Villa...

=

EL VIEJO TREN OSCAR

VALLE

El mes primavera] de abril llegaba a sus postrimerías ... En un hermoso día impregnad o de sol brillante y tibio, con cie lo cuajado de nubes blancas que coronaban los picos de la cordiller a de Jaicoa en esta Aguadilla que sirviera de cuna al erudito De Diego, fueron sorprendidos los ciudadanos de la histórica Villa por un sil bido intenso, un tanto triste y quejum broso salido de

una

locomotora

que

varios vagones del inolvidables tiempos

aquel que

tren

con

simbólico

su ir y venir

arrastraba

viejo tren pasados. ..

y

de De

constante

de norte

a

sur, etravesando el Salien te aguadillano, hacía estremecer de júbilo a los

EVO

3

SES

CORTESIA

Hospital

y desvelados,

de un

nuevo

comunidades.

*

*

emergencia,

*

*

¿no

viejo

*

¡Adiós, viejo trent... Al despedirte de Aguadilla con tus silbidos de locomotora y tu estridente traqueteo de caminar sobre raijles, «estrujaste muchos Corazones y revyerdeciste recuerdos

gratos

ente infinidad de aguadillanos que tan bien te conocieron Y que no habrán de olv

idarte...

*

¡Adiós,

viejo

*

*

tren!...

¡Adióst..,

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tren

volveríamos a necesitar del tren?... ¡Dios lo sabrá!

la Pprime-

El viejo tren dejó sentir su silbido que por tantos años hizo levantar los corazones de los que esperaban seres queridos de otros HIÓIDOLOOOIODA

Buscó

aciagos años de guerra, se va, diz que para no volver. En un caso de

..

*

vez.

que fue tan útil al gobierno y a Puerto Rico duran-* te los

El viejo trex,, por dos o tres días, hizo repercutir su simbólico silbido del gusano de hie rro de antiguo medio de transport ación terrestre que tan competente, cómodo y económico servicio rin diera a nuestras

INSTITUTO DE UROD OLOGIA

VIOS

e

*

*

=

última

Y ese viejo

día...

e

SOÓGÍÍLIIDIO

por

que avisaba alegremen te a los tras-

ra hora

=

un pretexto. A limpiar los railes, dicen que vino. Y, fuera para lo que fuera, pero, vino. |

humildes moradore s del Cerro de las Animas Benditas y servía de reloj con puntual hor ario que anunciaba el templabo tiempo del Meridiano en la Villa del Ojo, a la vez

nochadores

+

Y, ese viejo tren al que tanto quisimos, no podía despedirse sin visitarnos

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LA ARQUITECTURA

CALIFORNIANA Por SALVADOR Miembro

La arquitectura californiana emana de la arquitectura ancestral española que dejó sus huellas indelebles en California con ejemplos como las misiones de San Luis de Obispo, ¡San Juan de Capistrano, entre otras, de legítima arquitectura colonial española.

Luego cia

de varios años de influen-

española

tónico

en

el diseño

arquitec-

de edificios y residencias

en

california, podemos decir que desde el año 1922 empezó a crearse una arquitectura moderna californiana, y entre otros arquitectos, el que fué pionero en testa época fué el Arquitecto Richard J. Neutra, mundialmente conocido y hombre que ha realizado grandes obras arquitectónicas en California y fuera de ella. Podemos aquí añadir también que el Arquitecto Neutra dejó también huellas indelebles de su estilo en Puerto Rico, al colaborar con arquitectos

jóvenes

que

hoy

practi-

can la profesión de arquitectura en Puerto Rico. Reconociendo en el Arquitecto Neutra, una autoridad en aquitectura californiana, citamos de una de sus últimas obras lo que sigue: “La capacidad del arquitecto para preparar al hombre una vivienda en medios geográficos adversos, se ha demostrado en los casos de las viviendas

ñías

que

las

petrolíferas

grandes

han

compa-

edificado

en

el desierto para sus obreros. De la misma manera, y gracias a la técnima moderna, me ha sido posible realizar una casa en el desierto de California donde hubo necesidad de transportar todos los elementos, incluso el agua, el césped... y el inquilino. En ella se adoptaron las

pantallas

rompesoles

de

aluminio,

con dispositivo de cierre hermético, para proteger la, zona habitable de las tempestades de arena, y, en el interior, del exceso de radiaciones. Otras veces, las he utilizado para efectos de iluminación nocturna, consiguiendo efectos muy agrada-

bles.

De esta forma, un objeto con

uno sola función tiene como consecuencia una srie de ellas, es de-

cir, una reacción en cadena de nuevas

aplicaciones

con

nuevos

objeti-

vos. Por otra razón, creo importante considerar en arquitectura el me-

canismo de lo nuevo y su capacidad subsiguiente de estimulación.

Lo

interesante

en

el desierto

es

que, por no existir ningún hito cultural, está alejado de toda influencia humana. A pesar de ello, es posible construir de forma hubana, gracias a los recursos de que dispone el hombre para conseguir reacciones típicas de seres racionales. La simple geometría de la arquitectura subraya la hosquedad del medio ambiente e intensifica el atractivo de las montañas. Un elemento de gran importancia, tanto en el interior como en el exterior de la vivienda, es la iluminación eléctrica, ya que, cuando se ha puesto el sol, comienzan esas horas en cue el espíritu despierta

bella

de

Junta de Planificación de Puerto Rico

que

había

viajar

de

conocido.

Peiping

Buenos Aires a Kandahar y a San Francisco rectificado lo aquella época.

famosa

IGLESIAS JR.

por sus brisas frescas y sa-

litrosas del mar pacífico, temperatura anual promedio de 56.7 grados,

el don cultural de gran «ciudad, sus innumerables Roma

por

montañas, Bridge, y el co diario Bridge, es A la Bahía

barcos

a

barcos, estar

razón

Actualmente

de la

de

casi un

tantes

y

en

de

la arquitectura debe ser, a mi entender, su integración con el medio. El paisaje, fuera y dentro de nuestro cuerpo, rodeando y penetrándonos, no es aigo estático, sino un conjunto dinámico de procesos. Y, de esta forma, las arquitecturas de: futuro no ha de concebirse como algo estático, sino en perpetuo contacto funcional con nuestro

más hondo ser dinámico.

Que sean

nuestros hogares templos naturales donde podamos vivir en comunión,

cada vez más cercana, con el milagro que abarca todo nuamente evoluciona eternamente.”

Copiamos

un

y que contiy nos rodea

sus

de

lo

que

dice Frank Shor, Editor Asociado del National Geographic Magazine,/

uno

por

hora.

ciudad

urbana

millón

de habi-

áreas

cercanas

2,200,000 habitantes de todas partes del mundo. A esta ciudad se le llama también el “Bagdad de la Bahía.” Se dice que ni los fuegos ni los temblores han podido detener el progreso fantástico de esta ciudad en los últimos veinticinco

años.

Casi

la mayor

parte

de

los

residentes casi siempre van a San Francisco a comer en sus famosos

resturantes, al teatro, y cabarets o a comprar en las de departamentos.

grandes tiendas En comodidades

hoteleras San Francisco :lo tiene todo, ya que cuenta con un sinnúmero de hoteles de los más grandes en la costa oeste, entre otros, el “Mark

Hopkins”,

el hotel

el antiguo

“Palace.”

Otros

sitios

de

“St. Francis”, interís

en

y

esta

magnífica ciudad sora “Misión Dolores”, construida 1782, la isla de Alcatraz, hoy una penitenciaria, el monte conocido por “Tele-

graph

Hill”,

y muchos

otros

sitios

históricos que recuerdan el terremoto que arrasó con la-ciudad en el año 1906. También esta ciudad cuenta con una pléyade de arqui-

tectos reconocidos

párrafo

a en

sus dos puentes el Bay Golden Gate. El tráfique pasa: por el Bay de 92,000 autos diarios. de San Francisco llegan

consta

fundamental

su parecido

entronizada

a la contemplación, en que el hom-

la cualidad

de

Berna, de Isfahan a Kabul, al regresar a recientemente no he que había dicho en San Francisco es

bre goza de la visión de la casa. Del empleo en climas cálidos de superficies de agua en relación con la casa, resulta un espejo reflector de la luz y de las formas, a la vez que crea un ambiente de frescor. Además, subraya y acentúa las sensaciones diversas que proporcionan las distintas horas del día, de la estación o del tiempo. El color y la brillantez de su superficie cambia, se modifica -y, a la vez, modimica el ambiente que le rodea. En rea-

lidad,

Luego

a París.

por sus brillan-

tes proyectos de diseño funcional, entre otros el Arquitecto Raphael Soriano, profesor de arquitectura

en un reciente artículo que se titu-

en la Universidad

la “Boom on San Francisco Bay.” “Hace quince años visité la ciudad de San Francisco y en aquella

Arquitecto Vernon de Mars, ex-attache naval del exgobernador Rex-

época

en

la

consideré

la

ciudad

más

de Berkeley y el

ford G. Tugwell, profesor de diseño la referida

Universidad.


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EN ESTE NUMERO PERSPECTIVA, columna de Enrique A. Laguerre

MENSAJE DE NAVIDAD DEL SER PUERTORRIQUEÑO J. Paniagua Serracante

CULTURA

ALBATROS

BAUTISTA

JUNTA

DE

PAGAN

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Enrique A. Laguerre Vicente Geigel Polanco Luis Palés Matos Luis Hernández Aquino J. Torres Martinó Manuel Méndez Ballester

Juan

colaboración será solicitada. Dirija toda correspondencia Director, Calle Arecibo +14 - Hato Rey

Avilés

Ramón

Ruiz

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NUEVA

Angel M. Arroyo

CAMPECHE,

de Manuel

Pintor del Pasado González García EL

ALMA

DE

LAS

NAVIDAD

al

por

por

FIESTAS Samuel

DON

SALVADOR

Juan

Emilio Pagán

García

de la Calle

112)

EL LA

Diez

de

A

continuación, la carta que nos enviara el Instituto de Cultura Puertorriqueña, honrándonos con la entrega de una de las medallas acuñadas vor el mismo, para conmemorar el primer centenario del natalicio de Juan Morel Campos. Demás está agregar, cuan ayradecimos estamos al Instituto de Cultura Puerto-

por

el

reconocimiento

que

a los propósitos 7 de

hace

a

nuestra

del centenario noviembre

de

del 1957

Sr. Juan Bautista Pagán Revista Artes Y Letras San Juan, Puerto Rico Estimado señor Pagán:

BRAU

músicos,

y

recordatorio

actos que le ha dedicado el año de su Centenario.

La medalla

de

por

DE

POESIA

DE

HOY

POETAS INCLUIDOS Luis Lloréns

Torres

Julia de Burgos Luis Palés Matos Evaristo Ribera Chevremont Félix Franco Oppenheimer Felipe N. Arana Francisco Arrivi E.

Ramírez

Brau

J. Dávila

Semprit

C. Orama

Padilla

Oscar González Suárez

El Instituto de Cultura Puertorriqueña ha hecho acuñar una medalla conmemorativa del primer centenario del natalicio de Juan Morel Campos. Esta medalla es tributo que rendimos al más celebrado de nuestres

LOLA

VIEJO TREN por Oscar Valle ARQUITECTURA CALIFOR-' NIANA por Santiayo Iglesias, hijo

FLORILEGIO

Medalla Morel Campos a nuestro Director

DE

Lugo

Andino

PUERTORRIQUEÑA

rriqueña,

Sebastián

COSAS DE GALLOS—Cuento Aníbal Díaz Montero

YORK

AGENTE CORRESPONSAL de Hoyos, 1333 Quinta Avenida (cerca Nueva York

humilde aportación ilustre compositor.

A. Alonsc

Nuestro Máximo

CARTA DE BETANCES A RODRIGUEZ DE TÍO

—SUSCRIPCION—

CORRESPONSALES

EL

CAMPECHE Y OLLER por Luis Quero Chiesa

CONSEJEROS

Emilio S. Belaval Nilita Vientós Gastón Margot Arce de Vázquez Antonio Paniagua Picazo Fernando Sierra Berdecía Manuel García Cabrera

Toda

EN

por

por José Emilio González

Director

JUAN

mensual

el pueblo

se otorgará

como

permanente

de

Puerto

premio

de

los

Rico

en

a los triun-

Alfredo Margenat Amelia Ceide L. Coballes Gandía Israel Roldán Blas Obdulio Bauzá Juan Bautista Pagán Juan Antonio Corretjer Juan Avilés

Raúl Grau LIBROS

Y

Archilla

REVISTAS

fadores en los diferentes concursos de arte convocads por el Instituto para honrar la memoria del inmor-

tal compositor ponceño. También será distribuida entre las personas representativas de Puerto Rico y todas aquellas que directa o indirectamente han contribuído en alguna forma al éxito de las celebraciones conmemorativas. Le suplicamos acepte la medalla que le remitimos, como recuerdo de este “Año del Centenario de Juan Morel Campos”, ya próximo a finalizar. Le saluda cordialmente, RICARDO

E.

Director

Ejecutivo

ALEGRÍA

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pintor

PORTADA

portada

es obra

puertorriqueño

del

Samuel

Sánchez quien según se nos informa, toma actualmente cursos avanzados de pintura en Europa mediante una beca que le concediera la Universidad de Puerto Rico.


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Salvador Bra... —De ningún modo. Yo tenía obligaciones que cumplir y no podía dejarlas desvalidas. Tenía a

mi cargo los libros de la Aduana

y

en Caja unos dos mil pesos provinciales, de los cuales no podía desprenderme sin r.esgo de manchar mi reputación. Por eso permanecí alí

hasta

formar

entrega

responsabilidades

al

de

mis

mandatario

del gobernador militar que ocupó la plaza. era

pósitos. Es alEn una democracia, la educación universal es indispensable. go que no puede aplazarse. Sin que se niegue la eficacia de la gestión individual, conviene no olvidar que vida es coexistencia. Nadie puede vivir de por sí, de espaldas a sus circunstancias.

Que

— ¡Pero ro

(Viene de la página 2) var a cabo una serie de experimentos que adelanten métodos y procedimientos para el momento en que sea dable poner en vigencia un proceso de educación selectiva en grande escala. Urge que así sea. Tenemos fe en la escuela pública, niveladora social, creadora de los lideres presentes del país. No se debe escatimar esfuerzos para dotar a esa escuela de los mejores instrumentos para la realización de sus pro-

la

Don

Salvador,

pelleja

y

la

lo

prime-

familia!

—Para mi lo primero era el cumplimiento de mis deberes. Porque yo soy de- los que creen que a la familia, antes que pan, hay que darles vergienza. (¡Oh, palabras de oro de Don Salvador desconocidas en nuestro ambiente!) Algún tiempo después, murió Don Salvador, el día 6 de noviembre de 1912. Recuerdo que asistí a sus funerales. La tarde estaba lluviosa. Se efectuaron las exequias 'en el cementerio de la Capital. Antes de descender la rampa, despidieron el duelo, bajo paraguas, Don Antonio Alvarez Nava por ia familia y por la Colonia Española; el Doctor Santiago Veve por el Partido Republicano; Luis Lloréns Torres por los poetas y literatos; y creo que, aunque no estoy muy seguro, por el Ateneo habló Rafael Rivera Zayas, jcven entonces de firmes atisbos literarios, recién llegado a la Capital. Todos exaltaron la personalidad de Don Salvador a tono con sus merecimientos. Pero también recuerdo que el más conceptuoso al hacerlo fue Don Antonio Alvarez Nava, abogado y elocuente orador español que convivía con nosotros sintiéndose puertorriqueño, al pergeñar los contornos cívico-patrióticos de Don Salvador mediante su torrencial oratoria lírico-filosófica que le prestaba bellas metáforas, sirviéndole de trasfondo aquella borrosa tarde que sólo mostraba una claridad triste y otoñal cuan do, bajo la lluvia, el sol enviaba su luz envuelta en nostálgicos rayos anaranjados. No podré nunca olvidar la oración fúnebre de Don Antonio Alvarez Nava. Su palabra fue siempre cá-

lido bálsamo

que

fortalecía

y con-

solaba las almas cristianas: por su sonoro timbre de voz,.por sus imágenes profundas, por su fácil verba, por sus penetrantes conceptos y su elegancia en el decir.

sean

-la educación

estas

palabras

una

reafirmación

de

mi

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ESBOZOS... (Viene de la página 60) que fue cruel con ella y con su obra. Pero dejamos ahí la cosa, por las relaciones familiares que nos unen a la poetisa y no queremos que nadie se llame a engaño, persando

de mala porque

fe que existen

lo que

decimos,

tales relaciones.

biéramos dicho lo mismo

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folklóricas, anímicas y sustanciocompositores jóvenes más promesas del ser puertorriqueño, de la tedores, tiene preparado un libro completo sobre la obra y vida del | realidad presente y de la que fuera, abiertos los surcos al renacimiento inmortal compositor nuestro Macultural que nos empeña. nuel G. Tavárez, en el que se desGUASIMA, es un libro ameno, incubre para todos nosotros, la granteresante, de esos que se toman en deza de aquél hombre en todas las mano como si fueran hijos propios. manifestaciones de su vida y de su porque en sus pinceladas y ten sus arte; así como la relación profunintimidades, sorbemos parte de da entre su música y su tiempo y nuestro jugo tradicional y de nuessu patria. No hay duda que el litro acervo telúrico. bro constituirá uno de los de maY hay poesía, reconcentrada; desyores alcances en la hora presente, tilada en zumo de hojas verdes y en cuando intentamos quizá por prirocío silvestre que sabe a gloria mera vez, al influjo y empeños de mañanera y a atardecer umbrío. instituciones como el Ateneo de “Una noche. el zureo de las paPuerto Rico, el Instituto de Literalomas despertó un reguero de estura y el Instituto de Cultura Puertrellas que pacía somnoliento en el torriqueña, redescubrirnos, conocerespacio”. nos mejor y propender a la crea“El cielo luce brillante y la mación de una obra permanente y ñana se restrega la humedad en el profunda. tizón del sol que se levanta airoso De eses libro, nos ofrece el Instipor encima de los bucayos enrojetuto de Cultura Puertorriqueña esas cidos”. 16 páginas en las que a la ligera, Y luego, cuento y esperanza, espero conscientemente, se nos da un pacio y tiempo, para que una raza cuadro rápido de la inmortalidady expresión y simbolismo de la música del inolvidable Maestro de Juan Morel Campos. Nuestros parabienes a Amaury Veray y al Instituto de Cultura Puertorriqueña. GUASIMA, (Cuadros Jíbaros) de Ernesto Juan Fonfrias, Portada y viñetas de Carlos Marichal, Club de Prensa, 206 pens. Editado en Edit. Intercontinenta', . México. Después de su magnífico CONVERSAO EN EL BATEY, la historia de ese jibaro bragao, figura y simbolo claro de nuestra rulcría campesina, (ese ya famoso don Florito), nos ofrece ahora Fonfrías, unos cuadros jíbaros, plenos del colorido, del ambiente, de la armonía, del querrer, de la llaneza, del ansia, del espíritu en fin de nuestro mundo campestre tan lleno siempre de su-

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nuestra, la de esos campos de Nios, diga su última palabra de tierra adentro, de corazón esparcido de bondades ingénuas, no importa que este siglo lo zarandee con su llamada “civilizadora” y lo obligue el mundo a rodar por senderos que no imaginó nunca y que le aprietan el

cuerpo

y el espíritu.

Eso y más

lo

dice, lo canta, lo rezuma GUASIMA. Si bien escrito o no; si exacto o no, no entra ni nos interesa en esta crítica. Lo que sí es cierto, es que nos gusta mucho. ESBOZOS, de Tomás de Jesús Castro, Ediciones Rumbos, Barcelona. 170 págns. Tomás

ya

de

Jesús

acostumbrado

Castro

nos

tiene

a

que

otro

uno

libro cada año. Es incansable en su labor literaria y crítica, por el amor que siente por nuestras cosas y nuestro acervo cultural. Su labor jurídica no le escatima tiempo para leer y leer, para lo que siempre tiene tiempo (cosa rara en la profesión

que

tiene)

y

menos

para

escribir y escribir aquí y allá de todo cuanto se le antoja. Y no escribe mal, aunque a veces hiera y haga doler sin razón, llevado tal vez de una impresión errónea del instante

que

vive

o

guiado

como

mu-

chos escritores de una “razón” que no es otra cosa que la sinrazón del pensamiento de que hablaba San-

tayana.

Por

algo André

Gide

dijo

que en toda obra de arte estaba metido el diablo. A lo mejor, en Tomás de Jesús Castro, a veces está metido el diablo. Estas crónicas del segundo volumen de ESBOZOS, no están del to-

do mal. mano

com

Muchas osi

de ellas han

fueran

hijos

sido

propios,

de nuestro mundo intelectual. Pero para los que no las conozcan, sirven de buen marco para conocer gran parte de nuestro mundo artístico y literario de los últimos años. Tomamos excepción sin embargo de ciertos conceptos que él vierte. Por ejemplo, en la crónica que dedica a nuestra primer poetisa de todos los tiempos y de toda América, Julia de Burgos. Nos parece (Sigue en la página 59)


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