Dossier MARTE #2 / Comunidad

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MARTE / dossier #2

COMUNIDAD DE BELÉN CHARPENTIER CON ANTONELLA QUERZOLI

Matienzo Artes Escénicas


COMUNIDAD De Belén Charpentier con Antonella Querzoli Un proyecto utópico pero constructivista, que se propone generar modos de vida social artificial pero probables. El arte de la organización de una comunidad a través de la construcción de una casa.

COOPERATIVA COMUNIDAD Actúa: Antonella Querzoli Texto, dirección y puesta en escena: Belén Charpentier Escenografía: Sergio Fasani Iluminación: Rocío Caliri Video y colaboración en el proyecto: Nicolás Lodigiani Colaboración en el proyecto: Clémence Grimal EQUIPO DE MARTE PARA COMUNIDAD Producción: Rocío Frías Operación: Rocío Frías y Bárbara De Wit Registro en video: Bárbara De Wit

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DEL DELIRIO A LA ESPERANZA MARA TEIT Partiendo de una materialidad en particular, fueron invitados cuatro directores desde el espacio de Artes Escénicas del Matienzo (MARTE). En el caso de Comunidad, ese material fue la Madera. Su nobleza podría ser punto de partida hacia diversos mundos, pero he aquí que Belén Charpentier (que hasta su apellido la vincula emotivamente con el oficio del trabajo de ese material) decide utilizar al arte como movilizador- social, partiendo de la construcción de una casa como espacio para la organización de una comunidad. Desde el inicio del espectáculo, hay una lectura, un sistema de símbolos que dan sentido a la vulnerabilidad de aquello que manipulamos. El desasosiego es tal frente a las imágenes del fuego consumiendo grandes construcciones, de su poder y

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magnificencia, que cualquier acción positiva es una bocanada de aires fresco que revitaliza. Cuando una utopía se convierte en hecho artístico vamos sin escala del delirio a la esperanza. Cuando se proclama un sueño y se expone y se comparte con nosotros, estamos en la obligación sagrada de correr la bola. El arte se convierte en un instrumento de relectura social que, lejos de bajar línea, nos compromete a seguir el recorrido.

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Cómo voy a creer / dijo el fulano que el mundo se quedó sin utopías. El fulano Benedetti, ha dicho. En Comunidad, se comparte el arte, y como consecuencia, se recibe colaboración, adhesión. Es jugar al todo por la parte, es desafiar al mito de las moscas que comen mierda. Con una estética que juega a ser un minimalismo constructivista, donde nuestra relación con el entorno es palpable, donde cada elemento parece escapar de lo superfluo. En un lugar que se ha emancipado en espacio y tiempo, apocalíptico pero a la vez, esperanzador, ella, una mujer (Antonella Querzoli), y su necesidad genuina de transmitir este conocimiento pequeño de la construcción de un esquema de construcción, con firmeza y convicción viene a rescatarnos de la pasividad, a movilizar cimientos achanchados. Somos constructores activos de nuestra realidad, hagámonos cargo y hundámonos en la experiencia. El arte, usado como herramienta social, que no deja nunca de ser arte, belleza, infamia, y un

cuerpo pequeño, aniñado, inocente, que casi pareciera no percibir que en sus manos amasa una promesa más que generosa, jugando a favor de la oposición entre mirar y conocer, en la de mirar y actuar. Desafiando la idea de que si uno busca algo en el teatro es precisamente porque uno ha renunciado a ello en la vida real, libera a los espectadores de su ignorancia, y acto seguido de su pasividad

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SOBRE COMUNIDAD TOMÁS BARTOLETTI Mientras en el fondo se congela un círculo anaranjado, brillan cuatro tablones formando un cuadrado. Es un sol proyectado sacado de youtube. Las maderas están ahí, al ras del suelo, sentando las bases de la representación y el discurso. Un discurso que está en llamas, como los hogares a fuego vivo que se queman apocalípticamente en otros videos de youtube que precedieron el sol naciente. El sol es redondo, como siempre. Las- construcciones modernas, racionales, son cuadradas o rectangulares. Pero ¿cómo se llena el espacio que queda entre lo circular y lo rectangular? ¿Por qué una comunidad debería pensarse sobre la base de un terreno y más si esa tierra es rectangular? En 1693, Galileo dijo que la naturaleza estaba escrita en el lenguaje de las matemáticas. Después de eso, un batallón de modernos empezaron a pensar que la naturaleza podía ser capturada tal como se domes-

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ticaba una vaca. Es decir, de forma utilitaria. Conocer es poder. Mucho tiempo después, vino Deleuze y, gracias a toda la literatura sobre comunidades “exóticas”, lejanas del centro europeo, pudo decir algo sobre los nómades, a diferencia de los sedentarios. Y juntando estas oposiciones igual de modernas, proyectó sobre ellas la idea de extensión. Por un lado, lo liso, por el otro, lo estriado. Respectivamente, por un lado, lo libre-nómade-anarco, por el otro, el Estado. Dicho esto, en Comunidad de Charpentier se presentan estas tensiones sobre la forma de la construcción de algo, ya no solo un espacio de habitación. Y sobre la forma heredada humanamente en que pensamos la construcción. Si la pregunta era cómo se llena lo que queda del espacio circular y el rectangular, –por lo menos en esta obra– la respuesta es el discurso. Y ahí empezamos a hablar de la perfomance para dejar por un momento la instalación. Pero entonces, ¿qué discurso? Y no me refiero solo a su contenido, sino más bien a la manera de comunicarlo: su enunciación. Tras pedir permiso para ocupar un terreno ficticio y levantar una casa cuadrada, la protagonista-abstracta solicita la ayuda de espectadores-reales para la construcción de la casacomunidad. Hasta ahí bien. Discurso-acción, pronunciar-accionar, ficción-no ficción. Unos cuantos voluntarios se paran y contribuyen con el armado. Pero ¿por dónde empezar? ¿Quién pone la primera madera? ¿Quién barre el piso? Nuestra protago-

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nista abstracta deviene en dramaturga de la construcción de la comunidad. Saca planos, da órdenes. No mueve un solo dedo más que para señalar. Antes se angustiaba por el desarraigo y la propiedad privada, antes consultaba si podía tener su terreno, sus metros cuadrados. Ahora, lo circular (esa imagen tierna de poder ver el amanecer) se vuelve realmente cuadrado, ordenado y limpio, como el baño del Malba. Si había algo que faltaba para comprender la construcción de la comunidad y, por ende, su imposibilidad, es una voz imperativa. Porque reclamar por la propiedad privada no alcanza. Hay que ir hasta su enunciación arbitraria, caprichosa, imperialista. Nada más moderno que la propiedad privada. Por suerte, en Comunidad Charpentier muestra que tampoco alcanza con señalar al progenitor de la propiedad privada y su halo de capricho capital. El pirómano vive en nosotros. Pero, precisamente, no por incendiar la realidad (¡qué bien se vería Guasones por todos lados!), sino por corroer nuestras comunidades posibles desde adentro, pensando que existe UN ORDEN y que ese (tristemente) es el propio. Esta es la tragedia humana, tan antigua como las ruinas troyanas. Y encima, sobre Troya, todas las mañanas sale el sol. Eppur si muove

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MADERA NUEVA, MADERA AL SOL GABRIELA CLARA PIGNATARO Esta madera que arde se convertirá en ceniza, que penetrará en la tierra y cristalizará en mineral primal; que con el tiempo se volverá roca, emergerá de la tierra rodará hacia las -pendientes y encauzará las aguas formando ríos. Que hidratarán las raíces, que harán crecer los árboles, que darán frutos, sombra y aire. Que el

- donde metal cortará para darnos fuego, una casa y una cama descansar. - Interpretación libre del ciclo de creación y dominación de los cinco elementos. En la historia que nos es contada, a través de las reconstrucciones con los restos de materia, la humanidad siempre buscó diagramar en el espacio dimensiones donde protegerse. De las entropías

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climáticas, los animales salvajes y las agrupaciones extranjeras/ enemigas. Las cuevas, la copa de los árboles, excavaciones en la tierra tapados con cueros, las construcciones de barro, el uso de hojas de palmera y piedras. Así, la progresiva modificación del espacio y el uso de los elementos presentes para proporcionarse vestimenta, utensilios y un techo. De todos los elementos primarios, sea tal vez la madera el más “humano” de ellos. Provenir de un útero terrestre, crecer con marcas y rugosidades, variaciones en la textura: la identidad del árbol. Para luego ser cortado, medido, pulido, suavizado: convertido en múltiples listones funcionales dentro su potencia de resistencia que es la misma de su quiebre. Podemos construir porque podemos destruir. Hectáreas deforestadas, terrenos baldíos vacíos, basurales a cielo abierto: tierra de nadie. Mientras el déficit habitacional crece incendiariamente con los índices demográficos. Reduciéndose en forma paulatina el oxígeno que respiramos. La puesta en escena de nuestras ciudades, cartografía de lo inexorable: cielos que varían su color a menester de las producciones industriales que llenan nuestras góndolas de plástico y de automóviles nuestras calles, mientras se vacían los centímetros cúbicos de horizonte natural para los ojos.

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La propia ciencia ficción de la era posmoderna es pensar en rascar los cielos hasta perforarlos con torres agujadas, mientras los campos sin dueño pastan solos con la propiedad privada como ley para la soledad. Frente a este paisaje tan posible de nuestros días, futuro probable perfecto, Comunidad de Belén Charpentier parece decirnos: Somos generación enunciativa, que sabe denominar las cosas casi

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sin tocarlas. Los mapas para configurarnos parecen en código cuando el elemento es simple pura, materia prima. Ocupar la tierra, levantar una casa, mirar el atardecer. Como si no hubiera otra cosa en el mundo, la perpetuidad de un sol cayendo. Y que construir se vuelva sentido hogar para la comunidad otra vez. La tempestad de nuestra especie la violencia de nuestra especie en extinción en expansión la elección el dibujo de nuestros huesos la sangre nuestra santa savia imperfecta la voluntad de nuestra especie la decisión aprender a desarmar Madera nueva madera al sol Madera fresca árbol nuevo casa al sol no hay naufragio que no se convierta en madera que se pueda encender de lo mojado a lo seco Construir

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HASTA QUE TENGA SENTIDO ROCÍO FRÍAS Un cuadrado de tierra puede simbolizar diferentes oportunidades. Progreso, cosecha, trabajo o abandono. Puede ser el motor para crear una comunidad o puede ser quien la expulse. Estas cuestiones y otras me hizo debatir la obra de Belén Charpentier. La simpleza es un aspecto muy complejo: puede expresar poco o

- vez que uno puede hacerte encontrar diferentes significados cada se acerca a ella. Comunidad genera eso. Una pieza pequeña, con pocos elementos, que ha generado diferentes significados con cada persona que hablé de ella. Cuando presencié la historia por primera vez, solo observé superficialmente: una chica que, mirando el amanecer, nos hablaba de lo que sentía al construir su casa en un cuadrado de tierra apro-

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piado. Me detuve en las acciones y no en sus palabras. Sin embargo, a lo largo de mi experiencia en Comunidad, fui concentrándome en ciertos momentos. Cuando explica el amanecer, cuando comenta el modo en que manipulan la naturaleza, cuando se apropia de la tierra y cuando nos quiere vender un servicio desde su propio terreno. Ellos me hicieron pensar y detenerme a oír la poesía en las palabras de la protagonista. ¿Cómo vivimos en comunidad? ¿Sabemos lo que ocurre a nuestro alrededor? ¿Somos realmente dueños de nuestra tierra? ¿Manipulamos la tierra para favorecernos económicamente en el mediano plazo? ¿Deterioramos nuestro planeta para poder seguir favoreciendo a la élite económica, que nos hará enfrentarnos por recursos naturales que no tendrían que haber llegado a ser no renovables? Todas estas preguntas vinieron a mi mente cada vez que participé en Comunidad y, aún hoy, no pude contestarlas. Por eso creo que Comunidad deberá seguir representándose, hasta que tenga sentido para nosotros, “hasta que tenga sentido para la comunidad”

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DOS FotografĂ­as de Paula Surraco





“Comunidad” fue creada y estrenada en el marco del Ciclo “Materia Prima”. MARTE / Matienzo Artes Escénicas, Club Cultural Matienzo, 2014 MARTE / MATIENZO ARTES ESCÉNICAS ES Paula Baró, Belén Charpentier, Giuliana Kiersz, Rocío Frías, Martina García, Laura Derpic, Nicolás Lodigiani, Malena Vain, Lucía Deca, Nacho Sánchez, Sabrina Cassini, Guadalupe García Dupuy, Bárbara De Wit, Clémence Grimal, Hyngrid Bermann. Encargada de Sala: Giuliana Kiersz Jefe Técnico: Nacho Sánchez Comunicación: Belén Charpentier Fotografía: Martina García Coordinadora: Paula Baró DOSSIER MARTE #2 Fotos: Martina García Diseño: Isa Crosta, Agustín Jais

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Mara Teit Actriz, directora y entrenadora de actores. Estudió Letras y Artes combinadas (UBA). En 2012 fue colaboradora de Criticunder y, desde 2013, de Llegás a Buenos Aires. Tomás Bartoletti (1984) Lic. Letras, Investigador (UBA-UNQUI) y docente de Estética (IUNA). Traductor de Benjamin, von Uexküll y Bürguer, entre otros. Mediador radial de Nunca fuimos modernos (Radio Colmena). Gabriela C. Pignataro (1985) Escritora, actriz y fotógrafa. Estrenó su ópera prima biodramática en CC Matienzo. Publicó La última oleada se llevó todo menos esto (2013) y Eso que no se parte es una respuesta (2014). Actualmente trabaja en Proyecto 4/4 de investigación fotográfica. Escribe reseñas, poesía y ensayos en lasalvajelucidez.tumblr.com. Rocío V. Frías (1987) Licenciada y Prof. en Artes Combinadas (UBA). Desde 2012 es integrante de MARTE. En 2013 estrenó Sobre Caminos, ópera prima en CC Matienzo. Actualmente realiza una investigación sobre obras Site Specific a través de las Becas Grupales (FNA). Paula Surraco Estudia Diseño de Imagen y Sonido, dibujo, vestuario escénico y fotografía. Trabaja en video y fotografía, realizando ensayos y reportajes. Actualmente trabaja en el proyecto Fricciones, una video instalación que surge de la lucha entre los cuerpos.

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www.ccmatienzo.com.ar

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