Un viaje hacia el interior

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Un viaje

hacia el interior


Equilibrar

nuestro cuerpo y mente Por: Carmen Hernández · @cohernandezc

La cuarentena nos pone a prueba para ver los tres lados de una moneda: cara, sello y borde. Es precisamente ese tercer lado el que a veces no vemos, pero que por ser vulnerables y frágiles como hoy, reconocemos que somos, que estamos y a su vez nos invita a mirar hacia el interior no solo de nuestra mente, sino también de nuestro cuerpo con el objetivo de equilibrarnos o sobrellevar esta situación que nos cambió la vida a todos. En este sentido, existen algunas técnicas que pueden ayudarnos en estos momentos para equilibrarnos como la meditación, la escritura, la visualización, el dibujo y la repetición de frases potenciadoras. En este caso, nos permitimos acompañarles con una meditación guiada y para lograr una mayor efectividad en el ejercicio les planteamos algunas recomendaciones: por favor elimine la mayor cantidad de distractores, buscando un espacio donde pueda estar sola o solo, si tiene alguna barita de incienso puede encenderla para ambientar su espacio y conectarse con su ser, siéntese o acuéstese para estar cómoda o cómodo de manera que pueda centrar su atención en este momento, también puede poner música que lo invite a la tranquilidad como mantras o alguna pista instrumental. Una vez se sienta cómodo, cierre los ojos, ponga la lengua en su paladar y centre la mayor atención posible en su respiración, sea consciente de ella y respire profundamente. Luego de conseguir una conciencia plena sobre su respiración, mientras inhala, cuente mentalmente cinco segundos de manera

creciente o decreciente (1, 2, 3, 4, 5), durante el conteo mantenga la respiración y al finalizar exhale lentamente. Es recomendable llevar a cabo bloques de cinco repeticiones para mayor efectividad. Ahora por favor centre su atención en los latidos del corazón, concéntrese en escucharlos y cuando sea consciente de ellos, agradezca por cada parte de su cuerpo, ejemplo: agradezco a mis ojos que me permiten ver, gracias a mi cerebro que me ayuda a pensar inteligentemente, gracias a mi nariz que me ayuda a llevar aire a mi cuerpo, gracias a mi boca que me permite alimentarme, gracias a mi corazón que bombea sangre en todo mi cuerpo; siempre manteniendo la atención en los latidos del corazón. Continúe agradeciendo por todas las partes de su cuerpo y cuando lo considere necesario regrese la atención a su respiración, sobre todo, si siente que sus pensamientos le hacen perder la concentración. Por favor lentamente abras sus ojos y quédese un momento observando todo lo que lo rodea. Finalmente, lo invito a quitarle la pasividad a su cuerpo, empiece a mover los dedos de sus pies, mueva sus piernas, las caderas, el estómago, los hombros, los brazos, las manos y continúe con la cabeza de un lado al otro suavemente. Para cerrar el ejercicio, si considera que alguna parte de su cuerpo requiere alguna atención adicional, plasme por escrito todo lo que siente relacionado con esa parte de su cuerpo.


Quiero felicitarlo por todo lo que logró en esta meditación, por darse el permiso de dedicarse tiempo para equilibrar su mente y su cuerpo.

perdón, gracias, me amo”, puesto que amarse a uno mismo es el primer paso para aceptar todo lo que nos ocurre y desde allí poder avanzar.

Por otro lado, queremos proponerle otras técnicas para alejar, por un momento, su atención de la cuarentena. En primer lugar, está la visualización. Imagine ese lugar al que le gusta ir o aquel en el que le gustaría estar en estos momentos, sienta cómo sus pies entran en ese lugar, cómo la brisa toca su cara, cómo los sonidos del lugar comienzan a hacer parte de usted. Lleve cada parte de su cuerpo a ese lugar en donde preferiría estar, lentamente sienta cómo pasa por todas las partes de su cuerpo y disfrute de todo lo que su cuerpo le transmite.

Para concluir, el cuerpo humano es el medio a través del cual canalizamos y expresamos las emociones y cuando tenemos emociones reprimidas, la energía se queda allí; por ello, si su cuerpo manifiesta algún dolor, sienta la confianza de comunicarse con nosotros para apoyarlo, nuestra intención es ofrecerle las herramientas necesarias para que pueda equilibrar su cuerpo y su mente.

Gracias por leernos; te abrazamos y honramos tu alma.

En segundo lugar, está la escritura terapéutica. La puede aplicar escribiendo todas las emociones, sentimientos y deseos que le produzca esta situación. Para llevarla a cabo, busque un cuaderno o unas hojas en blanco, un lápiz de grafito y un sacapuntas; disponga todos los días de un tiempo para ello. Desconéctese de todo por unos minutos, coloque la música que le guste, deje que fluyan todos sus sentires y deles vida a través de la escritura, respire y permita que todas las sensaciones sean liberadas. Está dedicándose un tiempo para usted, no tenga miedo, está a salvo. Al terminar de escribir lea, varias veces si es necesario, todo lo que escribió. Al completar la lectura puede quemar lo que escribió, de esta manera se sentirá más cómodo o cómoda porque nadie sabrá sobre aquello que dejó por escrito. En tercer lugar, el dibujo también puede ser un gran distractor. Busque una hoja en blanco y dibújese en ella, agregándole todo lo que desee, procurando ser lo más específico posible (cabello, ojos, pestañas, zapatos, manos, dedos, etc). Si hay una parte de su cuerpo que le agrade, describa específicamente ¿Cómo? (Cómo le agrada); realice la misma descripción pero esta vez sobre la parte de su cuerpo que no le agrada. Asuma la libertad de describir todo lo que sienta, no tiene que compartir su dibujo con nadie. En cuarto lugar, la repetición de frases gatillo o lo que yo llamo frases potenciadoras como la técnica de Ho’oponopono es de gran apoyo en este momento. Le puede ayudar a desbloquear la energía que se encuentra estancada en alguna parte de tu cuerpo. Para lograrlo, repita durante el día o la noche, cuantas veces considere necesario, la siguiente frase “lo siento,

El lugar del cuerpo... Por: Yuri Velásquez López

El cuerpo en mi casa se levanta, se limpia, se viste, está al natural. El cuerpo en mi casa cocina, come, revisa el celular (Instagram, Pinteres, Whatsapp), organiza, limpia, anda, anda, trata de trabajar, lava ropa, la extiende, anda, anda, hace un sudoku, hojea un libro, revisa el celular por n-ésima vez. El cuerpo en mi casa anda.... La mente en mi cuerpo divaga.


Mu Kakua Por: María Isabel Hurtado Mejía

“La pregunta por el cuerpo siempre nos acompaña, lo que a veces nos hace falta es tiempo para responder e incluso hay quienes, aún con tiempo, no querrán responderla nunca”

Por: Gustavo Valencia G.

AguaMaría

Un nuevo día, tan igual a los demás, levantarme tarde después de una gran noche de insomnio; recibir los buenos días de la voz más melodiosa que la vida ha podido crear, la de mi hermosa sobrina; coger mi teléfono para llamar a la persona que más falta me hace desde que empezó esta horrible monotonía y levantarme de la cama con la única intensión de que esto termine ya. Mismas paredes, mismas personas, mismo día y un solo pensamiento: ¿cuándo será? Mi casa, tan llena de vida y mi cuerpo tan falto de carisma. Un deseo incontrolable de devorarme el mundo y un sin sabor tan amargo de no haberlo hecho cuando tuve la oportunidad. Espero que el fin llegue ya, porque de lo contrario siento que voy a estallar.

Cabeza, hombros, rodillas y pies, así me adiestraron en la escuela y me “enseñaron” a señalar y nombrar algunas partes del cuerpo, luego en la adultez me percaté que nunca me enseñaron a pararme correctamente, a caminar bien o respirar conscientemente. Hay ciertas cosas que parecen privilegio o una azarosa posibilidad… y mientras tanto devienen los dolores. La desigualdad se incrusta en los cuerpos, es decir en las posibilidades que tenemos para lidiar con los afectos, la economía, la idea de dios y todo lo demás…condensado en una masa de músculo, hueso y carne que inevitablemente envejece. Aunque me he percatado de detalles como la dieta, el descanso, la creatividad y el ejercicio para entablar una mejor relación con mi cuerpo, reconozco que muchos de mis modos de operar van en contra de esos hallazgos; lo dice mi espalda, mi estómago, mi cabeza… y a veces me esfuerzo y trato de reconectarme, de aprender a estirar, a respirar, meditar y valorar ser cuerpo pero vuelvo a olvidarlo, censuro este vehículo y siento que malgasto este fragmento de tiempo… y no me siento moralmente mal, me siento existencialmente triste por no lograr persuadir esa mala educación que han ejercido en mí desde siempre y que desde siempre legítimo y reproduzco… ¿acaso la vida es aquello que pasa, mientras logramos encontrar el equilibrio? ¿Ese punto medio entre la muerte inducida y el acceso al bienestar?


Yo soy Juan Por: Mateo Hurtado Arango

I ¿Quién soy yo? Se preguntó mirándose al espejo. No encontraba la respuesta y llenaba su cabeza de dudas. Decidió que, al otro día, le preguntaría a toda su familia quién era él. II - ¡Mamá! ¿quién soy yo? - Eres el niño más fuerte del mundo. Sin poder creerlo fue a mirarse al espejo y vio que sus brazos eran cortos y flacos, así que decidió preguntarle a su abuela. III - ¡Mita! ¿quién soy yo? - Eres el niño más lindo del mundo. Asombrado corrió a mirarse al espejo, pero se dio cuenta que a su sonrisa le faltaban algunos dientes y las pecas tapaban su cara. - De seguro mi papá si sabrá quién soy. IV - ¡Papá! ¿quién soy yo? - Ere el niño más grande del mundo. Se imaginó al lado de la torre más alta, pero solo podía sostenerse de los bolsillos de su papá. V Desilusionado porque nadie podía responder a su pregunta, decidió preguntarle a su hermana; pensaba que seguro ella sabría quién era él. VI - ¡Hermana! ¿quién soy yo? - Eres el hermano más lindo de todos.

Corrió a mirarse al espejo para verificar la respuesta de su hermana, pero pensó que si acaso era posible que su hermana tuviera más hermanos a parte de él. VII Preocupado por no saber quién era él, salió de su habitación a toda prisa y se sentó junto al gran árbol que había en su jardín. VIII La sombra del árbol ocultaba un pequeño charco, pero con tanta pureza que era posible mirarse en él. Asombrado por la pureza del agua, decidió acercarse un poco más al charco que ocultaba el gran árbol. XIX Una vez se encontraba su rostro justo sobre el charco se dio cuenta de que la respuesta a su pregunta, había estado siempre frente a sus ojos: era los ojos de su mamá, era las pecas de su abuela, era la sonrisa de su padre y era las cejas de su hermana. X A pesar de haber encontrado la calma a sus dudas recordó que sus ojos eran más grandes que los de su madre, que cuando el sol se reflejaba en su rostro las pecas eran mucho más notorias que las de su abuela, que sus dientes eran mucho más blancos que los de su padre y que sus cejas vivían más despeinadas que las de su hermana. XI Así, en calma volvió a recostarse bajo la sombra del gran árbol, cerró los ojos y suspirando dijo: ¡Yo soy Juan!


Bucle Por: Jhon Alexander Caicedo Pinilla

Cuando te despiertes al escuchar la alarma vas a sentir esa sensación de impotencia al saber que la cuarentena no demanda madrugar y tu sueño fue interrumpido a las 6 de la mañana, vas a apagar la alarma, girarás la almohada por el lado que está frío y vas a pretender que en cuestión de segundos tendrás de nuevo la fortuna de caer en el profundo sueño del que llegaste al nuevo día, pasarán unos segundos, te vas a acomodar, pensarás en solo querer dormir y en un parpadeo te darás cuenta que pasó una hora sin conciliar de nuevo el sueño. Y después de renunciar, te vas a levantar, irás al baño, todo va a parecer estar en un supuesto silencio y cuando menos te lo esperes escucharás las voces que provienen de un televisor, voces que te van a avisar tristemente que en definitiva no vas a dormir más por hoy. Vas a ir al baño a lavarte los dientes y verás al espejo a esa cosa que concibes como persona, muy cambiante y muy distinta a lo que te encontrabas en las mañanas hace unos años, verás tus dientes, tus ojeras, que según la luz de la mañana te contarán la cantidad de trasnochos que llevas a cuestas esperando a ser borrados con el sueño. Todos se han despierto, vas y das los buenos días, te sentarás en la sala con tu celular, vas a revisar qué pasó en las redes sociales mientras dormías y como todos los días, la conclusión es que no ha pasado nada más allá de lo que viste en la noche al acostarte. Luego viene el auto servicio, el hambre que se levantó contigo va a pedir su lugar y vas a ir a la cocina, tendrás que esperar a que todos salgan porque lo que creías haber visto por unos 5 minutos en tu celular realmente va a ser mucho más tiempo del que crees, luego de eso, verás un mar de gente en la cocina y parecerá que harás una fila interminable para por fin desayunar y cuando llegue tu momento, irás a ver la nevera, la alacena y verás las ollas para poder reunir todos los elemento necesarios para saciar el hambre, tomarás una taza, servirás chocolate y al final llegarás al comedor con la misma taza y tu desayuno, los verás a todos y será extraño para ti que no haya ausencias, eso será un elemento desde el cual recordarás que en la infancia fue parecido y eso te remitirá a muchas otras situaciones de esos días.

En tu mente iniciará una función que permanecerá en cartelera unos instantes, la película es un poco vieja y las imágenes te narraran con nostalgia que tu madre siempre tomaba una taza de chocolate al despertar, aquel aroma era el primer canto en aquellos domingos de tu infancia, no tardabas en levantarte de la cama para ver cómo repartía el desayuno, echar algunas risas por cuenta de algún chascarrillo, la caída de una taza, tomar el pan equivocado, o reírse todos de quien perdía en el sorteo para ir en camino del mandado, estar en el mundo no era tan monótono; no solo los domingos eran para todos el lugar de encuentro, pues estabas en la casa casi todo el tiempo exceptuando la escuela, y hoy pasarán tantas cosas, harás tantas cosas que el tiempo pasará y de pronto va a amanecer porque es la alarma la que está marcando la hora, día a día, todo tan igual, tan lento, de forma tan común. Llegado el momento del desayuno, pan tajado y teniendo mucha suerte dos rodajas de de queso y un flácido jamón que alguien más no vio abandonado en un rincón de la nevera, aparentemente todo estará tranquilo, todos desayunarán y la vida parece que va a ser igual a las fotos que hay guardadas desde hace años, fotos que pasabas horas viendo cuando había alguna visita en casa, fotos que harán grato el pasar de los días por lo que fuiste con tu familia y que el hecho de que lo recuerdes hará plácida la coincidencia de la vida ese despertar de hoy. Después de un rato va a hacer un calor insoportable, si corres con suerte, tendrás el suelo como aliado en esa lucha por vencer la sensación de evaporarse, la ducha será tu último recurso pero estarás guardando ese As bajo la manga a la espera de las horas prematuras de la tarde, abrirás la nevera unas cuantas veces más y tendrás el mismo resultado todas la veces que lo hagas, como si pensaras que por cada ocasión en la que la abres ésta pariera artículos nuevos, o como si algún líquido diferente al agua fuese a brotar de las cebollas que viven ahí. Siendo el calor vencedor de la temprana contienda vas a jugar la última de las cartas, luego de salir derrotado varias veces por la nevera, será turno de la ducha, tendrás en contra la inoportuna insistencia de alguien diciendo que no demores, entrarás 5 minutos, después saldrás como nuevo, fresco,y con los ánimos al 100% para ir a sentarte en el mueble, ver tu celular y escuchar como conversa la gente que te rodea, quizá opines o rías por algún comentario, quizá emitas una opinión en algún tema interesante, toda la


tarde estarás ahí estático hasta que la tu rutina la interrumpa esa escena misma del desayuno que se repetirá en la hora del almuerzo. Todos van a entrar y salir de la cocina como si se tratara de un desfile y pasará tanto tiempo en esa dinámica que sin darte cuenta esa escena te tomará por sorpresa en la hora de la cena, para ese entonces todo habrá cambiado, vas a ver caras cansadas y el mayor enemigo del calor va a entrar por las puertas y ventanas de la casa, con tanta presencia que será necesario cerrar todo, las voces de los televisores van a aumentar y luego de haber cenado caerás de nuevo al mueble viendo como testigo la forma en la que se van refugiando todos en sus camas hasta que la sala se convierta en un lugar solitario a la espera de ver como te marchas. Vas a revisar tu celular, lo mismo que viste hace unas horas es lo último que va a quedar por visto el día de hoy, irás a tu cama, girarás la almohada por el lado más frío y vas a pretender que en cuestión de segundos tengas de nuevo la fortuna de caer en el profundo sueño del que llegaste al nuevo día hasta escuchar la alarma y sentir esa sensación de impotencia al saber que la cuarentena sigue y que tu sueño fue interrumpido a las 6 de la mañana.

Viaje

¿Y si en vez de pensar solo en los lugares que quisieramos recorrer cuando todo esto termine y nos encaminamos en una andadita por nuestro interior, por nuestro cuerpo? Recorrer los sentires, incomodidades, frustaciones, importancias, satisfacciones, orgullos y pesares de cada una de las partes de nuestro cuerpo; empezar en la cabeza y terminar en los pies... empacar lo importante y soltar lo demás, para así salir al viaje con el equipaje justo.

Esta publicación fue creada a partir de un ejercicio de reflexión y escritura realizado por las personas integrantes del comité pedagógico de la Escuela de Comunicación Comunitaria 2020, en el mes de abril del mismo año, época de confinamiento a causa del Covid-19. Se permite compartir la publicación completa o los textos individualmente, siempre y cuando se den los créditos correspondientes, no se usen con fines de lucro y el nuevo uso se comparta bajo estas mismas condiciones. Medellín - Colombia

Por: Yuri Velásquez López


Foto portada

Cuerpo en ruedas Por: Juan Ordóñez (Archivo personal) Mi cuerpo como territorio es mi cuerpo en el territorio, en ese río, valle o montaña que nos alegra la vista y nos permite la vida. Montaña, caminos, viajes y sonrisas que brillan en cada transitar y compartir con aquellos que con grande mano nos saluda y nos estremecen el sentipensar al recordar nuestra unión con el territorio, con la naturaleza, que se expresa con pluralidad; diversidad a la que respondemos con el olvido, la lejanía, la enajenación. En el camino así como en nuestros cuerpo dejamos que parte de esa naturaleza se olvide, y discurre por ellas sucesos que se nos vuelven irrelevantes para la realidad presente. El cuerpo y el territorio o más aún, la naturaleza quedan a la vera del camino, por los años sí, pero también por acciones que se encaminan al olvido. La naturaleza y en ello nuestro cuerpo, nuestro más preciado territorio necesitan de sentires diferentes a los que una sociedad como esta encasilla o abandera en discursos que no solo lastiman mi cuerpo sino que, lacera cada orilla y montaña que a ella se interpone.


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