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La frugalidad seductora del flamenco de

La frugalidad seductora del flamenco de fundacion casa patas

Por Orlando Taquechel/ Artburst Miami

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Sara Pérez y Rubén Puertas. Al fondo, Jaime González y Alejandro Moreno. Generación Asere

Sara Pérez. Al fondo, Alejandro Moreno. Generación Asere

FUNDarte, la Fundación Conservatorio Flamenco Casa Patas (España) y el Miami Dade County Auditorium (MDCA) dieron continuación a la iniciativa que han mantenido durante siete años -solo interrumpida en el 2020- incorporando presentaciones en Miami del espectáculo seleccionado por la institución cultural madrileña para su siempre exitosa gira anual por Estados Unidos.

En esta ocasión, ofrecieron un espectáculo de la joven coreógrafa madrileña Sara Pérez concebido para dos intérpretes y titulado “De Paso”, que ha sido un éxito de público y crítica desde su estreno en 2017. En éste, ella baila acompañada por su conciudadano Rubén Puertas, un intérprete que dejó una grata impresión en Miami cuando en el 2016 nos visitó con “Los Silencios del Baile” de Francisco Hidalgo, que se presentó igualmente en MDCA.

Ésta fue la décimo sexta gira por Norteamérica de Fundación Casa Patas, creada en el año 2000 y que dirige Begoña Fernández Pellicer. La primera tuvo lugar en diciembre del 2006. Por su parte, FUNDArte inició sus actividades en 2003, bajo la dirección de Ever Chávez. El baile flamenco ha estado presente en su programación desde sus inicios, pero la colaboración con Casa Patas comenzó en 2013.

Con “De Paso” suman nueve los espectáculos presentados en Miami, siempre acompañados por talleres y clases magistrales. Sin contar el estreno digital y en vivo, en septiembre de este mismo año, de dos emotivos videos concebidos como homenaje al gran bailaor José Barrios (1975-2020), un artista muy admirado y querido por los amantes del baile flamenco en el sur de la Florida. Afirmar que nada nos había preparado para lo que vivimos durante la primera función que ofreció “De Paso” el sábado 6 de noviembre en el Miami-Dade County Auditorium (MDCA) sería un despropósito y una injusticia con todos los estupendos artistas del arte flamenco que han visitado Miami con anterioridad gracias a este proyecto.

Pero hay que reseñar que en esta oportunidad, “De Paso” superó todas las expectativas. Este es un espectáculo de flamenco contemporáneo de realización sobria y cercana a la perfección, que es elegante sin vestirse de lo que no es, sofisticado sin pasarse de listo y original sin traicionar la esencia de las fuentes que le han servido de inspiración.

“De Paso” comienza casi a oscuras y solo podemos distinguir la figura de una mujer, de espaldas y vestida de negro, mientras una voz murmura un rezo utilizando la letra de una famosa mariana: “Quiero sembrar un camino…”. Las marianas son un cante autóctono adaptado al flamenco por los gitanos errantes.

Se incorpora entonces el sonido de un metrónomo. Una figura masculina le hace compañía a la mujer y comienzan a desplazarse en un área cercana al proscenio e iluminada lateralmente. De repente, se detienen y la escena se amplía. Solo entonces descubrimos que están en el centro del escenario y que son acompañados por dos guitarristas y dos cantaoras. El público les entrega el primer “¡bravo!” y los premia con la primera ovación de la noche.

Sara Pérez y Rubén Puertas. Generación Asere

Todos los artistas en el cierre de la función. (de izq. a derecha) Ana Polanco, Cristina Soler, Rubén Puertas, Sara Pérez, Alejandro Moreno y Jaime González. Generación Asere

: Rubén Puertas. Al fondo, Jaime González y Alejandro Moreno. Generación Asere Rubén Puertas. Generación Asere

Inmediatamente después, una de las cantaoras da inicio a la canción “Piedra y Camino” del gran Atahualpa Yupanqui: “Del cerro vengo bajando / Camino y piedra / Traigo enredada en el alma, vida y / Una tristeza” En quechua, viday significa vida mía.

En los primeros 180 segundos -la puesta en escena dura 75 minutos y no tiene intermedio- Sara Pérez pone sobre la mesa las claves para entender y disfrutar de “De Paso” que, como dicen las notas al programa, es “un espectáculo que habla del camino que recorremos en nuestro viaje por el mundo, un punto de encuentro en el que se cruzan distintas vidas, temperamentos y emociones”.

Durante esos tres minutos preliminares, Pérez también se ha autodefinido como presencia escénica, se ha dado el lujo de vibrar junto a Rubén Puertas y nos ha presentado a dos voces magníficas (Cristina Soler y Ana Polanco) que de alguna manera son también narradoras de la historia, aunque “De Paso” es una obra sin argumento.

Completan el grupo los guitarristas Jaime González y Alejandro Moreno, que no tardarán en mostrarse como dos tocaores de inteligencia interpretativa deslumbrante. González es además el director musical del espectáculo y como tal, facilita el logro de un equilibrio acariciador entre el baile, el cante y la música instrumental.

Pero sobre todo, Pérez nos ha recordado que todos estamos “de paso” y que en nuestro recorrido estamos destinados a encontramos con luces y sombras. El estilo de Pérez como bailarina descansa en la precisión de la gestualidad, el serpenteo del braceo y la disposición a moverse con lentitud en medio de la realización de un movimiento para obligar al espectador a valorar la belleza de trazo. Todo lo anterior está presente igualmente en su manera de hacer como coreógrafa. En el baile de pareja, Pérez parece preferir la correspondencia y la ejecución al unísono, incluso en las situaciones que sugieren brotar de manera espontánea.

“De Paso” merecería elogios aunque solo fuera por traernos de regreso a Rubén Puertas. Pero a Pérez hay que estarle eternamente agradecido por haberle dado a su compañero de recorrido un solo inolvidable e insólito por su afectuoso virtuosismo, que se extiende durante casi 15 minutos y elude toda crítica.

Inmediatamente después, cuando todo el mundo espera que ella regrese a reclamar protagonismo con algo trepidante, Pérez se arriesga, apaga las luces a su alrededor y reaparece en calma, transformada en una presencia hipnótica que aunque no nos hace olvidar a Puertas, nos obliga a rendirnos ante la inefable majestuosidad de su aplomo como bailaora.

Por último, es necesario reconocer que todos los artistas participantes le entregan a “De Paso” una contribución de altísimo nivel sin sugerir agotamiento alguno en los recursos de que disponen como individualidades creativas. Nadie intenta deslumbrar a la audiencia con una triquiñuela y nadie ha tenido que recurrir al alarde vocal o la velocidad frenética en el zapateado para demostrar su valía.

Así las cosas, la cualidad más distintiva de “De Paso” resulta ser su templanza y es casi seguro que durante toda la temporada 2021-2022 no vamos a recibir en Miami otro espectáculo de frugalidad tan seductora.

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