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FAMILIA EN OBRA

FAMILIA OBRAEN La mirada ¿femenina?

Cuando comencé a pensar esta columna sobre la mirada femenina del mundo hoy, me fue inevitable empezar por cuestionarme qué quiere decir eso. ¿En qué pensamos cuando hablamos de mirada femenina? ¿Qué elementos atraviesan este concepto? ¿Hay una mirada femenina? ¿Habrá algún hilo conductor entre las miradas de tantas mujeres?

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En el mundo de la Iglesia, que muchas veces es fuertemente masculino, lamentamos con pesar la falta del toque femenino en diversos espacios o la evidente carencia del aporte de la mujer en determinados lugares. Ahora, cuando indagamos en profundidad de qué estamos hablando realmente cuando pensamos en la “toque femenino” o el aporte de la mujer, nuestro pensamiento automáticamente rellena ese concepto con: el calor del hogar, la calidez maternal, el cuidado de los detalles estéticos, las expresiones de amor y de cuidado de una madre, etc.

Evidentemente, me niego a reducir mi aporte como mujer y el de tantas otras a esto. Desandar esta línea de pensamiento me requiere esfuerzo y varios movimientos. En primer lugar, los invito a preguntarnos si será que los varones son capaces de habitar los espacios con calidez, ambientar los lugares con criterio estético o tener expresiones profundas de amor y cuidado. Lógicamente, la respuesta es sí y qué importante es valorar y visualizar cuántos varones en nuestro entorno nos enseñan y aportan en estos aspectos.

En segundo lugar, reconocer que los talentos de las mujeres no pueden reducirse solo a lo vinculado con su capacidad de maternar. Si bien mi ser madre me ha enseñado muchísimo de cómo hacer frente a lo compleja y hermosa que es la vida, y me desafía a seguir aprendiendo a cada minuto, quiero pensar que mis habilidades y mis aportes al mundo hoy son mucho más amplios y ricos que solo los dones que la maternidad me regala.

Por último, cuestionarnos si efectivamente hay una mirada femenina o serán, como en este Boletín, miradas de personas diversas que tienen para decirnos cosas interesantes, hacernos pensar y cuestionarnos, y que además son mujeres. No sería justa con ellas ni con tantas otras mujeres que acompañan mi vida si no hiciera un esfuerzo por desandar esos preconceptos que tengo (y tenemos) instalados.

Entonces, ¿qué veo yo hoy en mi mundo? Veo mujeres que me han enseñado cómo ser amiga, hermana, compañera de trabajo y madre; pero también cómo ser jefa, cómo liderar equipos y cómo pararme en esta sociedad para hacer oír mi voz y luchar por cambios profundos en la búsqueda de una sociedad más justa. Veo que es hora de reconocer y asumir que las diferentes miradas de las mujeres pueden ser, también, miradas de liderazgo, lucha, creatividad, de incidencia política, social y económica, de desarrollo, cambio y crecimiento, y de tantos otros talentos infinitos que abundan en nuestro entorno.