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Misiones Salesianas UCRANIA, NO PERDEMOS LA ESPERANZA

Ucrania, no perdemos la esperanza

La guerra en Ucrania continúa. La ayuda humanitaria y acogida de los refugiados en países vecinos, también. Los Salesianos, gracias a las aportaciones económicas recogidas en la campaña “SOS Ucrania”, siguen con el trabajo incansable para ayudarlos.

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EN LA IMAGEN SUPERIOR: Actividades al aire libre con los menores refugiados ucranianos.

EN LA SIGUIENTE PÁGINA: Un grupo de refugiados ucranianos atendidos por jóvenes voluntarios y por el salesiano Michal Wocial.

AUTOR: Misiones Salesianas La situación en Ucrania es horrible. Tuvimos que dejar todo atrás”, explica Kira, una joven refugiada en Eslovaquia. Como ella, más de 13 millones de personas han tenido que abandonar sus hogares y sus vidas en estos seis meses de guerra. Kira fue acogida por los misioneros salesianos en Bratislava. “Me acogieron, me dieron de comer y me trajeron ropa. Me impresionó ver la verdadera bondad”, añade la joven. Hoy colabora con los misioneros como voluntaria. Les ayudo como intérprete para que otros ucranianos puedan comunicarse.

Compromiso salesiano

Durante estos ocho meses de guerra en Ucrania, las necesidades humanitarias no han dejado de crecer: cerca de 16 millones de personas necesitan ayuda de emergencia para sobrevivir, más de 5,7 millones de niños y niñas no tienen actualmente escuela... Los misioneros salesianos de Ucrania y de países como Polonia, Eslovaquia, República Checa o Moldavia han estado siempre al lado de la población, sobre todo de las personas desplazadas y refugiadas especialmente menores. “Se ha acogido y dado refugio, se han repartido alimentos y productos de primera necesidad entre los refugiados y entre las personas que permanecen en Ucrania, hemos distribuido ropa de abrigo…”, explican desde el centro donde se está coordinando la emergencia en Polonia. “Los misioneros salesianos en Ucrania se están encargando de distribuir material de primera necesidad, llegando incluso en las zonas más peligrosas cercanas al frente”, añade Luis Manuel Moral, director de Misiones Salesianas.

Uno de esos misioneros es Ladnyuk que ayudó a salir del peligro a más de 500 personas. “Esos primeros meses fueron terribles. Llegaba a un lugar y cargaba mi furgoneta con toda aquella persona que quisiera subirse. Ni siquiera las contaba”, recuerda. “Mi experiencia más conmovedora fue la de tener que llevar a niños y niñas sin sus padres ni familiares. Me los daban porque confiaban en mí y sus padres querían que los llevase a un lugar seguro”, explica el salesiano. Ya la mayoría han podido reencontrarse con sus familias.

Después de todos estos meses en los que la respuesta a la emergencia era lo urgente, a medio plazo nuestro tra-

bajo va a ir dirigido a tres ámbitos: el derecho a la educación en situación de emergencia; la atención a las personas refugiadas; y a tratar de paliar los efectos de la llegada del invierno. Todo ello en un contexto de gran incertidumbre. En Ucrania, más de 2.200 centros educativos tienen graves daños o han sido destruidos completamente. Además, otros 3.500 centros no son aptos para el nuevo curso ya que son utilizados para acoger a personas desplazadas, según cifras de la OCHA (Oficina de la ONU para Asuntos Humanitarios).

Los niños y niñas son una de nuestras prioridades. “Las víctimas y especialmente las menores de la guerra necesitan una atención aún mayor de nuestra parte. Tenemos que ayudarles a enfrentar el trauma de tener familias divididas, de ser testigos de la violencia y la destrucción, de haber abandonado sus hogares”, explica el misionero salesiano George Menamparampil, coordinador de la respuesta salesiana a la emergencia en Ucrania. Por ello, durante el verano, más de 500 menores han participado en campamentos y actividades de ocio. “Tratamos de hacer vivir al menos algunos momentos serenos y de alegría a menores que se han quedado en Ucrania y que son víctimas de la guerra”, dice el misionero Maksym Ryabukha desde Kiev. Una ayuda de todos vosotros

Desde Misiones Salesianas ya hemos hecho llegar 400.000 euros para paliar las consecuencias más severas de esta guerra a la población más afectada. Pero la solidaridad salesiana con Ucrania ha llegado desde todos los rincones del planeta para la distribución de ayuda humanitaria en el país, para atender las necesidades de las personas refugiadas en Polonia o en Eslovaquia, para ayudar a que los menores y jóvenes pudieran seguir su educación… “El comienzo para muchos de los niños, niñas y jóvenes refugiados no fue sencillo y preguntaban por sus casas, sus amigos, su colegio… pero con el tiempo han conseguido adaptarse y sentirse seguros con nosotros”, explican los misioneros de la casa salesiana de Swobnica, en Polonia.

La guerra es un fracaso común. En ocasiones nos preguntamos dónde se encuentra Dios. Pero no debemos perder la esperanza. Así que debemos ayudar a estas personas que sufren hoy y mostrarles que a través de nosotros, Dios no los abandona. Explica Ladnyuk: “Son muchos los retos que tenemos por delante, pero muchas personas me dicen que ven a Dios en mí y eso me ayuda a seguir”.

Ana Muñoz

Más información en: www.misionessalesianas.org

Acoger al forastero

Juan Linares, sdb

Acoger, una palabra clave para la convivencia humana. Acoger a los demás es acoger a la vida. El “paraíso terrenal” se hace realidad por la calidad de la convivencia y depende de la capacidad de acogida que tenemos.

La acogida es un valor fundamental y un motivo de alegría, especialmente cuando acogemos al más necesitado. El que acoge rompe ataduras, elimina prejuicios, supera limitaciones, suprime fronteras y, sobre todo, expresa verdadero amor.

Generalmente, tenemos nuestra gente preferida, a la que fácilmente nos acercamos. También, tenemos personas que lo que queremos es verlas lo más lejos posible. Nos dejamos llevar por la discriminación, ya sea por raza, porque piensan diferente, por su nivel de vida o porque nos caen antipáticos.

El “dar posada al forastero” lo vemos como si fuera una cosa de antes, de aquellos tiempos cuando era un riesgo ser forastero y no tener donde albergarse. Hoy existen muchos inmigrantes que esperan nuestra solidaridad para poder vivir dignamente.

Esto no es fácil porque tenemos muchos prejuicios e, incluso, experiencias negativas. Dios nos ha creado con la misma dignidad de hijos, siendo todos hermanos.

Forastero no es sólo uno que viene de fuera, también es el alejado o el que anda por la vida desorientado. Hemos de crear la cultura de la acogida que sea capaz de formar una mentalidad cívica que provoque la actitud de recibir y ayudar a tantas personas que buscan refugio. La hospitalidad es una característica muy importante de la persona y la comunidad cristiana. De esta manera hacemos realidad el cumplimiento del amor y la práctica de la solidaridad.