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Jóvenes vidas vocacionadas UNA FELICIDAD ASENTADA EN LA VOCACIÓN RELIGIOSA

Una felicidad asentada en la vocación religiosa

Elsa Franco es salesiana desde hace más de 15 años. Ella, como muchas otras personas, encontró su vocación religiosa desde un profundo discernimiento. Ahora está feliz por la decisión tomada.

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En Huesca, una ciudad con un gran patrimonio histórico y cultural, nació sor Elsa Franco Sarasa, un 21 de junio de 1980. Hizo la carrera de filología inglesa, el grado en ciencias religiosas, y el máster de educación. Le gusta mucho el deporte, sobre todo el baloncesto y pasear por la montaña, la música, practicar zumba, salir con los amigos, y todo lo que tiene que ver con las nuevas tecnologías.

¿Más qué?

Sus primeras inquietudes vocacionales surgieron cuando iba a la universidad y participaba en el movimiento de Acción Católica, y como voluntaria en el club Sandoma, de su parroquia. “Algo se empezó a remover por dentro cuando yo tenía 19 años, al sentir algo así como que Dios me pedía algo más. Pero, ¿más qué? Me preguntaba yo: ¿más tiempo, más grupos, más ideas, más qué…? La duda era brutal. Un poco de todo; mejor todavía: ¡todo! Yo seguía sin entender exactamente a lo que se refería”, comenta Elsa.

Tras un tiempo de reflexión, decidió hablar con las religiosas que trabajaban en la parroquia, las Hijas de María Auxiliadora: “Tras algunas idas y venidas, me decidí. Las Salesianas eran a quienes conocía en mi parroquia, y su estilo y cercanía me gustaban”. Estas la acompañaron y proporcionaron algunos instrumentos para que pudiera hacer una experiencia de discernimiento que la ayudara a clarificarse en lo que estaba viviendo. Después del postulantado (en Barcelona) y el noviciado (en Italia), hizo su profesión religiosa como salesiana el 5 de agosto de 2006. Hoy se encuentra feliz y muy satisfecha con la opción tomada. Su vocación de mujer consagrada la ha enriquecido mucho: “Me ha hecho descubrir facetas de mi manera de ser que quizá no hubiera explotado, me ha regalado relación con muchas personas, conocer lugares, culturas, trabajar en equipo, aprender, crecer”.

Elsa tiene una mirada positiva sobre los jóvenes. Los ve llenos de energía y con ganas de descubrir el sentido de la vida; y también los percibe “un poco desorientados, como picoteando en diferentes propuestas, quizás porque carecen de posibilidades o de valor para tomar decisiones”.

Siente un cariño muy grande por Don Bosco y por María Mazzarello. Admira de estos dos grandes santos muchas de sus virtudes personales, sobre todo, la fe con la que ambos vivieron, y la enorme confianza que siempre depositaron en las personas con las que trabajaron.

Cuando un joven le cuenta que tiene interés por la vocación, ella lo anima con estas palabras: “Inténtalo, pruébalo, pregunta, vive alguna experiencia, ya que se trata de tu felicidad. Dicen que quien no arriesga, no gana. Habla con alguien, haz una experiencia, pregunta, mira... y ¡dale!”.

Jorge Juan Reyes, sdb