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Vivir desde dentro

LA GRAN ACCIÓN QUE ES LA ORACIÓN

Si por algo doy gracias todos los días a Dios es por el gran regalo de la oración. Por eso, vivo agradecido por todas las personas que me han enseñado a orar y me han demostrado con su ejemplo la importancia que tiene la oración para mi vida cristiana y para mi propio crecimiento como persona. Por eso, admiro y aplaudo a todas las per sonas (madres y padres, abuelos y abuelas, maestras, ca tequistas, profesores, animadores de tiempo libre...) que cada día educan sin olvidar la importancia de enseñar a orar.

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He tenido la suerte de conocer propuestas preciosas de pedagogía de la oración en muchas casas salesianas, cada vez en más, en las que se ofrecen, de distintas maneras y con diferentes métodos, itinerarios de espiritualidad que permiten experimentar el cultivo de la vida interior y la escucha de la Palabra de Dios.

Son propuestas llenas de creatividad, pedagogía y frescura, adaptadas a cada edad y desarrolladas en el horario escolar o en la ca tequesis o en el centro juvenil.

En este mes de septiembre, en el que programamos tantas y tantas cosas, podríamos tomar el pulso a nuestra vida de oración y ver de qué manera podemos seguir aprendiendo a orar y contribuir a que otras personas aprendan a orar. Podemos lanzarnos a iniciar un itinerario de pedagogía de la oración desde nuestras posibilidades, encajado en nuestro horario y en nuestras propuestas educativas, en nuestra familia o en nuestro equipo de trabajo.

Es toy convencido de que, si lo ponemos en marcha, estamos contribuyendo de una manera importante al desarrollo y al crecimiento personal de los destinatarios. El valor educativo de la oración cristiana es impresionante. Basta con subrayar que, si se hace una buena programación y se sigue una buena metodología, a través de la oración estaremos iniciando a las personas en el valor del silencio, de la escucha, del tiempo consciente, del cuerpo y su salud, de la creatividad y el arte, de la lectura y la comprensión, de la humildad y la entrega, de la relación con Dios y del compromiso.

Todo esto se puede vivir en cada sesión, tal y como yo lo he podido vivir, contemplando a niños y niñas, adolescentes y jóvenes orando y aprendiendo a orar junto a sus educadores.

Abel Domínguez, sdb