5 minute read

A fondo

“NUNCA HABÍAN ESTADO TANTAS HORAS EN CASA NI PASADO TANTO TIEMPO EN FAMILIA”

Todas las familias han tenido que adaptarse y aprender a convivir confinados, en casa, sin poder salir. Pero, ¿y en los pisos de acogida de jóvenes, de refugiados, de migrantes? ¿Cómo están viviendo esta circunstancia especial?

Advertisement

as Plataformas Sociales Salesianas en España cuentan con 83 recursos resi denciales de este tipo: centros de emancipación, de migrantes, de transición a la vida adulta, centros para solicitantes de protección internacional o refugiados en situación de vul nerabilidad. En ellos, viven cerca de 700 personas. En el tiempo de confinamiento su trabajo ha cambiado considerablemente y los equipos educativos han tenido que afrontar una situación no prevista y desconocida.

L

Compromiso de los jóvenes

Algo común que destacan los educadores es la sorpresa, para bien, de la reacción de la mayo

ría de los jóvenes que viven en estos centros y pisos, “después de la primera semana de con cienciación, han entendido la necesidad de quedarse en casa. Nunca habían estado tantas horas en casa ni pasado tanto tiempo en ‘familia’, están cumpliendo muy bien, con gran compro miso”, nos reconocen.

Aunque cada centro tiene sus peculiaridades, lo habitual ha sido trabajar en dos líneas. Por una parte, los equipos educativos que conviven con los jóvenes explican que han “cambiado los turnos de trabajo, estamos a turnos de 12 ho ras, 3 días por semana y el resto de los días descansamos”, concretan los educadores de los centros de Torrent y Valencia de la Fundación María Auxiliadora. Por otra, aquellos que rea lizan su intervención de forma virtual, yendo a la vivienda si hay alguna urgencia o si los des tinatarios necesitan material sanitario. Estos, normalmente se da en proyectos de emancipa ción o para migrantes que solicitan protección internacional.

En los pisos y centros donde los educadores conviven con los jóvenes se han establecido ho rarios muy marcados: “Hemos retrasado la hora de levantarse, pero luego hay horarios y cua drantes consensuados para las comidas, los tiempos de trabajo y estudio, los de ocio y el descanso”, afirman los educadores de la Fun dación Main en Canarias.

“La ampliación de horarios de intervención ha traído más tiempo para cuidar las conversacio nes, para estar juntos, hemos visto cómo algu

nos sacan lo mejor de ellos mismos y a nosotros nos ha obligado a salir de nuestras zonas de con fort, buscar nuevos recursos, nos han hecho cambiar”, reflexiona José Carlos Rodríguez, coordi nador del Proyecto Residencial de Casa Garelli de la Fundación Pinardi, algo que comparten los educadores de la Casa Don Bos co de Villamuriel del Cerrato y del hogar “Tragaluz” en León de la Fundación Juan Soñador.

“Está siendo una experiencia educativa muy interesante, al estar tanto tiempo juntos, valoran más la convivencia y trabajan más la tolerancia y la frustración. Antes, con cualquier problema, la mayoría buscaba refugio en la calle, ahora tienen que enfrentarlo e intentar solucionarlo”, comple tan los educadores de los centros de FISAT-Fundación Ángel Tomás. Implicación de los educadores “Sobre todo en la adaptación al nuevo contexto”, afirma Ernesto López del proyecto residencial de autonomía Casa Garelli de Pinardi, “al principio fue complicado por la sensación de falta de con trol sobre los jóvenes, pero el esfuerzo de la entidad en poner medios para el teletrabajo y la conexión entre los equipos ha sido crucial para apoyar, animar y coordinar las acciones”.

Situación similar están viviendo en los hogares de acogida de la Fundación Don Bosco en Anda lucía: “El compromiso y la creatividad de los equipos educativos ha sido fundamental. Más que nunca “Don Bosco” es el hogar de los chicos y chicas que no tienen otro hogar, y nuestros compañeros son esos brazos abiertos de Don Bosco para ellos. También destaca el compromiso de los educado res de otros programas de carácter socioeducativo en el diseño de nuevas actividades lúdicas o educativas, para hacer más liviano el confinamien to en los hogares”, explica Ignacio Vázquez, director general de la Fundación Don Bosco.

Lo que no ha sido óbi ce para que los equipos docentes sintieran ma yor estrés y una gran responsabilidad “no po demos olvidar las grandes dificultades que estos jóvenes tienen para afrontar la falta de li bertad o cambios imprevistos… las mayores dificultades las hemos encontrado con aquellos que llevan tratamientos médicos y seguimientos psiquiátricos”, detalla el equipo docente de El Des ván de la Fundación Juan Soñador en Valladolid.

Aun así, los jóvenes de los pisos y centros de acogida que los salesianos y salesianas gestionan en todo el país se han adaptado a esta situación atípica de una forma responsable y madura, cum pliendo los protocolos, con comportamientos ejemplares y colaborativos. “Los salesianos confiamos Uno de los jóvenes realizando tareas de casa en uno de los pisos de Garelli-Protección, dedicados a menores de edad. Ignacio Vázquez, de la Fundación Don Bosco: “El compromiso y la creatividad de los equipos educativos ha sido fundamental”.

en los jóvenes, y día a día, nos dan lecciones de la capacidad de adaptación y resiliencia que tienen. Los jóvenes siguen siendo oportunidad de aprendizaje y profundización en nuestra vocación como educado res”, cuentan desde estos centros.

¿Qué viene después?

“Esta situación de parón va a afectar mucho al ritmo para la emancipación de algunos destinatarios ya que encontrar empleo será mucho más difícil y también

Tiempo de juego en el patio del Centro Don Bosco de Villamuriel.

para aquellos que están pendientes de resolución de documentación, porque todo se ha retrasado”, afir ma Vicente Pérez, educador de un piso de emancipación de FISAT.

“A la mayoría les preocupa su situación adminis trativa, retraso en sus expedientes, pérdida de oportunidades laborales, muchos veían en el verano un tiempo de oportunidades que se ha desmoronado”, dice Noelia Hidalgo, coordinadora del proyecto resi dencial Pinardi Nicoli en Madrid.

Por este motivo, Rosana Palomares, coordinadora de los pisos de emancipación de la Fundación Ángel Tomás, recuerda que se requiere de un compromiso en el que no falten recursos con los que se atienda a los colectivos más vulnerables, un compromiso para trabajar por la inclusión y cohesión social de forma sólida y efectiva. Como señala Ignacio Vázquez, “he mos aprendido que nadie se “salva solo” y que la cooperación entre lo público y lo privado, y entre las entidades sociales, es absolutamente imprescindible. Creemos sinceramente, que no volveremos a la nor malidad anterior, pero seguro que volveremos a una “nueva normalidad”, en donde podamos seguir desa rrollando nuestra misión de dar oportunidades a los jóvenes más vulnerables”.

Marian Serrano Cantero