LA ÚLTIMA GABARRA DEL PUERTO CARBONERO

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LA ISLA Y LOS BARCOS «

La última gabarra del puerto carbonero En el muelle de Ribera sirve de atrape al Mdroala "Corsario Negro" Vencidas por el petróleo y el progreso, las restantes fueron desguazadas Lo más antiguo y lo más moderno •'dér puerto santacnicero se buscan y, por paradoja, se aunan y forman un todo indisoluble. En su permanente atraque del muelle de Ribera, la última gabarra carbonera, irreconocible bajo icapa de aeul pintura, presta su banda de babor al atraque suave del delicado hidroala. La estampa ligera del "Corsario Negro", una vez terminada en las aguas domesticadas de la dársena su marcha airosa, va dócil en busca de la vieja gabarra que—cargada de años y ligera ya del anacrónico carbón—le ofrece atraque seguro y tranquilo. Silenciosamente—tal y como sus vidas transcurrieron en los años eufóricos del Santa Cruz ¡puerto carbonero—han ido desapareciendo del recinto portuario las negras, panzudas gabarras, jque otrora suministraron el buen Cardiff a los mercantes que, tras langas singladuras, recalaban a rellenar sus exhaustas carboneras. Hemos despertado a la realidad de su lenta, paulatina € insensible desaparición ante esta que, libre ya del polvillo de antaño, presta su colaboración al "Corsario Negro'*. Otras, en años idos, fueron desnudándose de tablazón y mostrando, impúdicas, la negra osamenta de su cuadernal. En la playa de Los Melones—"con la quilla

Livérpool en sus popas de espejo, fueron sustituidos por otros de bandera nacional que en sus bodegas traían carbón asturiano, que no aquel buen gales que antes rodaba por las planchas. Fue entonces cuando comenzó | el lento desaparecer de las ya caj si innecesarias gabarras, aclarándose sus negras filas fondeadas al resguardo del muelle Sur y cerca de aquellas playas—simples recuerdos y nombres hoy—de San Antonio y La Peñita. El armisticio solicitado por Italia da tarea momentánea a algunas; de las viejas, dormidas gabarras. Un buen día, envuelto en bélico gris, hace sa entrada en puerto un "paquete"' inglés, concretamente el "New Brooklyn"—uno de aquellos a los que el buen amigo don Agusí'ín ¿Aguiar llamaba jocosamente "serruchados"—que en sus bodegas transportaban el carbón necesario para dar vida a los tres mercantes italianos aquí inmovilizados. Las silenciosas, hondas y negras calas repitieron, como no creyéndolo, el ruido del Cardiff que por las planchas caía para, a poco, carluego cuartel de Ingenieros— se proyecta en la dársena el peboneando "a la burra", salir de en 1857, construyó la firma Guirlanda Hermanos. nuevo e ir ¡a parar a las carboneras de los "Madda", "Teresa SchiaffiTras el "Trophom", y dando la su ¡paralelo en lo que a las gabarras respecta en aquel tanque de puntilla, inicia la entonces peque- no" y "Andalusia", huéspedes forla rubia Albión, de nombre "Tro- ña refinería de CEPSA sus activi- zosos durante años del recinto pihom", que-el 2 de febrero de 1930 dades, y el 2 de noviembre del portuario. En 1945 la paz vuelve al mundo arribó a Santa Cruz para—como mismo año, el también británico pontón petrolero—suministrar com "Oleanfder"—-procedente de Araba y, canto del cisne, carbón y carbobustible líquido a las embarcacio- —descarga las primeras 7.000 tone- neros. Es primero un viejo noruenes con necesidad de ello. El car- ladas de crudo que a Santa Cruz go, el "Halse", matrícula de Man dal, de ridicula, alta chimenea y bón se batía en franca derrota por llegaron. Dos meses más -tarde—el 11 de puente escuálido. Sus palos en los mares del globo, pero aún las enero de 1931—tiene lugar el pri- candelera sostenían mía pluma por negras gaibarras del puerto tiner- mer Stpftfitistro efectuado por cada portalón y, entre el estrépito íeño continuaban feífdeadas en lar- CEPSA, repostándose combusti- de sus maquinillas y escapes de gas hileras, pesándoles en sus en- ble el carguero noruegode"Hausten", trañas el negro tesoro del mejor al mismo tiempo que zarpa, rumbo a vapor, se trasbordó a gabarras el cargamento que fue pronto consugales. Bilbao, el petrolero nacional "Elea- mido Ellas nacieron cuando de los ma- no", con las primeras IGOQ toneEn su busca llega luego el únires desaparecía su poesía de finos, ladas que de Tenerife se consuesbeltos cascos, navegando bajo mieron en el mercado peninsular. co "mamaria" que ha visitado Terife desde entonces—el "Waimablancas pirámides de lonas tensas. A pesar de todo ello no disminuNacieron al compás de trepidacio- yó apr e dablemente el tonelaje de na"—y tras él, larga lista de Nymphe", nes de máquinas alternativas y carbón movido en tránsito por el '"tramps"—"Hell0nic crujir de ruedas dentadas en el puerto de Santa Cruz." Aún eran "Barnby", "Angolikos", etc.—sin servo que sustituía el silencioso muchas las unidades que lo em- otro mérito para recordar sus gobierno a mano de los ya venci- pleaban dado que, por entonces, nombres que el simple hecho de por unas horas tener abarloadas un dos veleros. no se consideraba rentable una par de gabarras que le suministraComenzaron a morir cuando un modificación en los equipos pro- ban el ya un tanto arcaico carbón. buen día—5 de mayo de 1930—el pulsores, puesto que la aguda criNacieron—repetimos—cuando el crucero "Almirante Cervera", sur- sis económica mundial se proyecta- vapor de negro penacho derrotó al to en el puerto con los "Blas de ba—con la consiguiente caída de blanco y silencioso velero. La últiLezo", "Méndez Núñez" y alemán fletes—en las marinas mercantes ma llega a la época de los mangu"Emden", se abarloa al "Trophom". del mundo entero. dos petroleros de traseras chimeLos remolcadores del puerto de neas, Las oleosas mangueras que hiciepero no sin antes lograr ver ron la transfusión marcaban el rit- Tenerife-—"Tenerife", "Britannia", alborear la nueva etapa de la pro"Cory", "Santa Cruz", "Eilsie", mo del tiempo que marcha, mienpulsión atómica. tras que el acompasado latir de "Salamanca", etc.—continuaban su Esta última gabarra nos trae las boiHiibas—fúnebre redoble—se- constante ir y venir conduciendo ñalaban el fin del canbón como el gabarras de carboneros y "muelli- evocaciones de aquella jerga pinto

Por Juan Antonio PADRÓN ALBORNOZ

Inmediato al castillo de San Pedro queño muelle carbonero que,

en el (marisco", que diría un viejo roncóte—«pronto quedaron convertidas en informes montones de vieja madera.

La muerte de las gabarras Posible es fijar en el tiempo ido hora en que s»u estrella comenzó a la fedha concreta en que, para las declinar. La bíblica leyenda que gabarras de Santa Cruz, llegó la señaló a Baltasar su destino, tuvo

III


ñalaban el fin del cainbén como elj gabarras de carboneros y

En 1876, la razón social Bruce and Hainilton construyó un buen mué lie, en la costa de Vaileseco, para el servicio de los amplios almace nes que en aquella zona se edifica ron. En la histórica foto, una gabarra descarga mien tras, mar afuera, carbonea un tras atlántico de la época. combustible en que, hasta enton- tos" al fondeadero, y de este a resca de "lirios", "franceses blances, ¡se basó el tráfico de escala cualquier barcarrón o fino "liner" cos", "blancas", "cristos", "burras por nuestro puerto. que del Sur o Norte recalase. mansas" "verdinos", etc., etc. En cada u¡no de estos nombres se englobaban a todas y cada una de las unidades de una naviera. Por ellos, y Llegaron luego los años de la se-; total paralización en el tráfico pa- no por el verdadero de la razón sogunda y trágica; contienda de un jj cifico. {Los negros carboneros, con cial, eran conocidos en el puerto. mundo loco, con su secuela de casi j las matrículas de Swansea, Hull o Hoy ipoco—o mejor dicho, nada— significa hablar de "muchas plu¡ mas", "bufandas", "gatos", "alemanes de la pólvora", "colorados", "pacíficos" o "campiones".' Todo ello {pertenece al pasado. Al mismo que se refleja en el maderamen de la vieja gabarra que recibe con calor marinero al ¡rápido hidroala.

La última etapa del carbón


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