Inka Martí - El divino Narciso

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INKA MARTÍ El divino Narciso Espai Casinet (El Masnou) Del 23 de septiembre al 16 de octubre de 2022

El mito iniciático de Narciso y Eco recogido por Ovidio en Las Metamorfosis resuena a lo largo de los siglos en los versos de los poetas, atraídos por la ninfa Eco –símbolo del verbo, del sonido, la frecuencia, la vibración– y por Narciso –símbolo del reflejo, la luz y el color–. ¿Y en qué espejo se refleja el corazón de Juana Inés de la Cruz? Algunos sorjuanistas asombrados por el misterio que es en sí misma Juana Inés y su legado, se preguntan si acaso era una especie de alquimista. Juana Inés es la última reverberación de conocimientos antiguos de la Edad de Oro del barroco español y novohispano. En sus versos palpitan los ancestros, el hilo de oro del antiguo Egipto que desemboca en Alejandría, Bizancio, Constantinopla, Nalanda, Harran y Bagdad, cuyos ecos recalan a su vez en la Florencia renacentista, donde Marsilio Ficino traduce el Corpus Hermeticum, y desencadena el torrente luminoso del Renacimiento, que llega también a la Universidad de Salamanca. Fray Luis de León, Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Abraham Zacut, Calderón de la Barca y otras mentes preclaras de la Península Ibérica –en aquellos tiempos crisol de alquimias y culturas herméticas, con un rey que regala un espejo de obsidiana tolteca a John Dee, el mago astrólogo de la reina

Isabel I de Inglaterra– desembarcan en la remota Ciudad de México donde resuenan los ecos de las culturas prehispánicas, la ciudad áurea de Tula: un universo que sincretizan los jesuitas y a la que se añade la inquieta conciencia de la criolla Juana Inés de la Cruz, junto a su amigo jesuita Sigüenza y Góngora, que dirigió las primeras excavaciones de Teotihuacán. Fervientes lectores ambos de Athanasius Kircher, relacionan inmediatamente los ecos del Egipto faraónico con el universo de la cultura mesoamericana. Juana Inés es admiradora de la matemática y astróloga neoplatónica Hipatia de Alejandría. Como ella, acoge en su grial anímico todos los reflejos de la sabiduría ancestral alquímica y mágica del hermetismo. Además de poeta y teóloga, es amante de la teoría musical, coleccionista de instrumentos, utensilios científicos y todo tipo de objetos raros que, como escribe Octavio Paz, “se asemejan más a la Cueva de los magos que a una sala de museo”. En uno de los pocos retratos que se conservan de ella aparece enfundada en su hábito de monja jerónima, que parece esconder unas grandes alas en lugar de brazos, delante de una librería, con no pocos libros prohibidos, una retorta con un líquido verdoso (el sulfuro de los alquimistas) y una hoja de papel con geometrías y cálculos matemáticos astrológicos.


Narciso y Naturaleza: metamorfosis especular Esta exposición se articula alrededor del mito de Narciso y Eco, que en la visión de Juana Inés tiene una correspondencia absoluta con el texto hermético El divino Poimandres. Narciso vive feral en el bosque y rechaza los amores de Eco, en cambio, busca a la ninfa Naturaleza Humana que, a su vez, enamorada de Narciso, perdida en sí misma, lleva eones tratando de encontrarle. El destino les lleva, por la acción de Gracia, a que se reúnan al lado de una fuente mágica. Naturaleza Humana se haya escondida en la copa de un árbol. Al contemplar Narciso en el agua cristalina su propia imagen se funde con la imagen de Naturaleza, que le contempla encaramada en las ramas del árbol. A través del espejo del agua ambos se funden. Narciso cae rendido de Amor y, ante la desesperación de no poder alcanzarla, muere. Sor Juana propone así la poética de las correspondencias, lo semejante llama a lo semejante y a través de un acto poético de conocimiento de la Belleza, se produce la metamorfosis: la transformación. Juana Inés, además, propone en un giro sincrético, un Narciso que, identificado con Cristo, a través de la caída simbólica en la Fuente de agua del Conocimiento, resucita a través de la iniciación de la muerte y del Amor en una flor blanca que es a su vez una divina Hostia nívea que emerge del agua. Reflejo iluminador para el que haya desarrollado el sexto sentido de la visión, y uno de los preceptos más antiguos de las iniciaciones, morir antes de morir.

horno transformador. Eco a su vez, sufre su propia metamorfosis. En Ovidio, los huesos se transforman en piedras, y la voz en Aire. La frecuencia, el sonido y la vibración son origen del Universo. Eco sonoro para el que sepa escuchar con el oído interno al Spiritus Aureus. La Metamorfosis a través de la Belleza y el Amor como fuerzas cósmicas de transformación Para Platón y Plotino, el Alma es un espejo que, según el estado de conciencia de cada ser humano, refleja la belleza o la fealdad. La noción neoplatónica de las dos caras del Alma, “un lado inferior vuelto hacia el cuerpo y un lado superior vuelto hacia la inteligencia”, según Plotino, se corresponde con el espejo negro mesoamericano expuesto en la sala de l’Espai Casinet, que refleja la naturaleza no dual del universo: el Dos que en realidad es Uno. Esta es comprensión profunda simbólica de la unión de opuestos. Como dice un antiguo espejo chino: “Como el sol, como la luna, como el agua, como el oro. Sé claro y brillante, y refleja lo que hay en tu corazón”.

Naturaleza Humana se transforma también por Amor. Su transformación es la pureza y la inocencia del estado natural que tenía antes de perder el jardín del Edén.

Corrientes filosóficas y eruditos de la fenomenología de la conciencia del siglo XXI proponen una nueva perspectiva, que en realidad es un eco ancestral: la conciencia es la realidad última del universo. Lo que experimentamos como materia es conciencia cristalizada, o como creían las antiguas civilizaciones mesoamericanas: la realidad de la vigilia se origina en nuestros sueños. Todo es conciencia. El universo es, en su totalidad, como un sueño vivo.

Eco es, en el auto sacramental de Juana Inés, luciferina, muerta de envidia por el amor que profesa Narciso a Naturaleza Humana, y secundada por Soberbia y Amor Propio, se oculta en el hueco del mismo árbol donde Naturaleza estaba escondida entre las ramas. Eco representa en este mito de Juana Inés el otro lado del espejo. En el lenguaje simbólico de los alquimistas, el árbol hueco es el

Caímos sí, como Narciso, atraídos por el Amor y la Belleza de la Naturaleza, pero el divino Poimandres en los textos del Corpus Hermeticum, nos propone el camino de ascensión y salida del laberinto. Solo a través de la música de las esferas, que resuenan en las cuerdas de nuestro cuerpo, tras pulir el espejo interno, podemos regresar a nuestro estado natural de ligereza espiritual.


Como la noción barroca del Imago Mundi, este espacio de l’Espai Casinet se convierte hoy en un mundo imaginal que recoge los reflejos y vibraciones cósmicas de los símbolos e imágenes ancestrales que emergen del espejo nocturno del universo onírico de mis sueños, río de oro espiritual que circula en todos nosotros y que algunos escuchamos a lo largo de los siglos. El mismo manantial donde sor Juana y tantos otros herméticos neoplatónicos reflejan sus almas para aligerar sus cuerpos. La Fuente de Narciso y Eco. Las estrellas son como sílabas que se inscriben a cada instante en el cielo. Todo en el mundo son signos, acontecimientos coordinados, que dependen entre sí. Todo respira de forma conjunta; pues como dice Plotino, el alma que contempla Belleza se transforma en un alma bella. Inka Martí

JUANA INÉS DE LA CRUZ Polímata novohispana, fue una religiosa jerónima, que como escritora y poeta es uno de los exponentes más relevantes del Siglo de Oro español, que también incorporó el náhuatl clásico a su creación poética. Como escribe Octavio Paz: “el enigma de Juana Inés es muchos enigmas: los de la vida y los de la obra”. Desde hace más de tres siglos cada estudioso sorjuanista aporta nuevas interpretaciones acordes a su tiempo, y en el siglo XXI, además de ser considerada una destacada protofeminista, se le atribuyen relaciones amorosas, para unos platónicas, para otros con ambas virreinas españolas. Sor Juana se definía en un verso “diversa en mi”. Destaca en El divino Narciso otro rasgo que la proyecta en la actualidad. La relevancia que da a la cultura prehispánica en la Loa de El divino Narciso es según Cortés Koloffon: “Un ejemplo de la incidencia del pensamiento criollo en las obras

de los autores novohispanos. Sor Juana exalta la cultura mexica alejando la imagen de la América estereotipada como flechadora, desnuda y salvaje y no soslaya la práctica y rechazo de los sacrificios humanos”.

INKA MARTÍ Artista Imaginal y coeditora de la editorial Atalanta, dirige en Salamanca un proyecto que aúna la investigación de biodiversidad a la agricultura y ganadería ecológica en convivencia con grandes depredadores como el lobo y el águila imperial. En torno a Juana de Asbaje trabaja en dos espacios. Ambos forman parte del proyecto Juana Inés de la Cruz: la reverberación áurea. Primero sueño, donde aborda la relación de los sueños, la conciencia y la realidad a través del cuerpo sutil que fue expuesta en el Claustro de Sor Juana Inés en Ciudad de México. En El divino Narciso los conceptos de los reflejos (luz, color y espejo) y eco (sonido, vibración y frecuencia) obran la metamorfosis a través de Amor y Belleza. Y continua su investigación sobre Sueños, muerte y reencarnación a través de sus veintidós cuadernos de sueños. Una selección de sesenta y cinco de estos sueños se encuentran en su libro Cuaderno de noche.


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