Entrevista Jean-Martin Fortier

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EL GRANJERO ESTRELLA «Para un alpinista, lo de menos es estar en la cima. Lo importante y lo interesante es dar con la manera de ascender. Una granja a pequeña escala es una montaña increíble.» Eliot Coleman (en la serie documental «Les fermiers – Séjour au Maine») Traducción de Inés Clavero

AEROPUERTO PIERRE-ELLIOTT-TRUDEAU, MONTREAL Tras cumplimentar la documentación del coche de alquiler y rechazar los treinta y dos extras de pago, el empleado nos pide que aguardemos. Al cabo de cinco minutos –en el extranjero mi autocontrol se multiplica por diez–, me permito preguntar a qué esperamos. «El coche está reservado a las seis.» Observo el reloj, son las 17h57. A en punto, estamos como un clavo plantados ante su mostrador. Llaves. Número de aparcamiento. Saludos. Impala, eso pone en el maletero del voluminoso automóvil. Un Chevrolet que consume unos buenos quince litros a los cien, seguro que hace las delicias de Maude-Hélène y Jean Martin. «Les jardins de la Grelinette. Saint-Armand, Quebec. 90 kilómetros» marca el GPS. Bridge Radio. El puente Jacques-Cartier. Obras. Curva. Carretera. Árboles. Los Cantons de l’Est. El paisaje desfila. Generoso.

Conocimos a Jean-Martin y a Maude-Hélène hace siete años durante un viaje de carretera por Norteamérica. El plan era pasar un par de días con ellos, pero acabamos quedándonos más de un mes. Jean-Martin Fortier acababa de publicar su libro Le jardinier-maraîcher : manuel d’agriculture biologique sur petite surface (editorial Écosociété), en el que explica su modelo agrícola de dimensiones humanas, ecológico y sostenible. Da cuenta de su elección de cultivar el terreno tal y como haría con un huerto, sin maquinaria pesada. Desde entonces, las cosas no han parado de ir a más. Considerado el más revolucionario de los agricultores, recibe regularmente invitaciones para impartir conferencias en todo el mundo. A día de hoy, su libro se ha convertido en la referencia. Con más de cien mil ejemplares vendidos –traducido a siete idiomas, al coreano y al croata últimamente–, el manual ha lanzado a su autor al estrellato de los granjeros. Por si fuera poco, en 2014, un multimillonario, André Desmarais, le tira la caña para gestionar una granja revolucionaria. Doce millones de dólares y dos años de obras más tarde, nace la granja-laboratorio de La Ferme des Quatre-Temps, en Hemmingford, Quebec, a dos pasos de la frontera con Vermont. Pretende ser súper experimental, ecológica y sostenible. Un proyecto de sociedad. En este terreno de juego, Jean-Martin predica ahora cual gurú su experiencia.

LES JARDINS DE LA GRELINETTE, SAINT-ARMAND Encontramos a Maude-Hélène bajo la pérgola adosada a la casa. A su alrededor, los jardines resplandecen. Nos cuenta cómo empezó todo. Jean-Martin y ella se conocieron cuando estudiaban ambientales en la Universidad McGill de Montreal. En 2001, empiezan la partida y la primera tirada de dados los lleva a México en un viaje exploratorio en torno al comercio justo. De ahí, emprenden el regreso hacia

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el norte y se detienen en Santa Fe (Nuevo México). Comparten su tiempo entre un par de granjas y la construcción de «earthships»: unas delirantes viviendas autónomas solares con cimientos de neumáticos y botellas de vidrio. Enseguida, una de las granjas se queda sin gerente y ellos se ofrecen. «No es que tuviéramos mucha idea, pero nos interesaba. Y nos habíamos llevado la biblia con nosotros, The New Organic Grower (1989), de Eliot Coleman, un pionero de la agricultura ecológica en Estados Unidos. Trabajamos a tope durante un año y medio. Allí hicimos un montón de amigos, una gran comunidad de granjeros.» De regreso en Quebec, Maude-Hélène y Jean-Martin aprovechan la estancia en casa de sus padres en un bosque de abetos rojos para cortar maderos y construir en Frelighsburg un tipi «a la occidental», con una estufa de leña. Forest, su hijo, tiene cuatro meses cuando se instalan en el terreno de un agroturismo (en el que la mayoría de los productos que se sirven debe provenir de la granja que tiene asociada, N. de la R.). Empiezan las cestas y participan en los primeros mercados, que están arrancando en la región. El segundo año, Jean-Martin hace un plan de negocios y busca asiduamente un terreno por la zona. «Queríamos algo con vistas, con un río, con árboles, con un bosque ancestral, un sitio chulo. Y al final dimos con una conejera con cero vistas que acabó convirtiéndose en nuestra casa. Moldeamos el terreno a nuestro gusto. Plantamos miles de cosas. ¡Pasaron cinco años hasta que la casa dejó de parecer un montón de basura! Ahí sí que me trabajé la paciencia, más que con mis propios hijos.» Jean Martin: «¡Eh, colegas!». Jean-Martin pasa por abajo en patinete eléctrico, por lo visto ir en segunda mola. «¿Cómo estáis? ¡Llegáis justo a tiempo, para lo mejorcito! ¡Tengo que ir a montar las cosas para la fiesta! Dan un poquitín de lluvia, va a ser una pasada. He comprado unas lonas que voy a poner por el bosque». Frankie & Nikki: «¿Y cuándo vas a hacerlo?» Jean-Martin: «¡Ahora mismo!». El sábado por la tarde, la Grelinette invita a todos los granjeros que han trabajado y aprendido aquí antes de embarcarse en su propio negocio. Se esperan unos sesenta pares de botas. Es la primera edición y la idea es repetir cada año. La fecha es simbólica: último sábado de mayo, justo antes de empezar con los mercados, el principio de la cuesta arriba de la temporada. En el bosque donde se celebrará la fiesta hay un pabellón acristalado y un pequeño estanque. Los árboles son delgados y altos. Hay cinco cabañas de madera que pasan desapercibidas. Son para los empleados y los wwoofers (voluntarios que ayudan en la granja a cambio de alojamiento y comida, N. de la R.) de la Grelinette. Para esta temporada son cuatro. Sam viene del norte de Saint-Jean. Es guapo, su rostro parece pincelado por el sol y el barro. Como si un director de casting y un estilista estuviesen empleados en la región. Además de tener unas trayectorias bien nutridas y los objetivos claros, todos los trabajadores de paso tienen buena cara. Sam cumplirá dos años en la Grelinette este verano. Todos los fines de semana acude a un taller de construcción de viviendas ecológicas en Montreal. En septiembre, volverá a «ver a la familia en Hawái»; habrá trabajado sobre todo en la granja de Jodi Roebuck, quien cultiva en una superficie aún menor que la de la Grelinette. TESLA 06h 55. Nos reunimos con Jean-Martin en su casa. Su cabeza asoma por la cristalera. «El coche está abierto, ya voy.» Nos montamos en el Tesla Testarossa en dirección al mercado Jean Talon. «Uso un montón el coche (unos cincuenta mil kilómetros al año), no quiero

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contaminar. Al principio, tenía mis dudas, porque pensaba, “pero ¿qué va a decir la gente?”. Lo que no saben es que es el modelo más barato de Tesla. Pero bueno, tenía el dinero. Y, a fin de cuentas, me importa un pepino. No es para fardar. ¡Mirad! ¡Fijaos qué velocidad pilla!». Jean-Martin acelera. ¿Cómo funciona la Ferme des Quatre-Temps? ¿Implica muchas responsabilidades? Es complejo. Son las tres hectáreas, los invernaderos, las ventas, la administración... Yo doy puestos. Creo funciones, responsabilidades, me encargo del seguimiento. Un día, un chef me dijo: mi trabajo está hecho cuando tengo tiempo de ir a hablar con el lavaplatos, asegurarme de que la vajilla está caliente, asegurarme de que todo está perfecto. Ir a animar a la gente. Dar responsabilidades. También he aprendido a dejar que las cosas sigan su cauce. Permitir que la inteligencia de los demás se ponga en marcha. Ahí fue cuando la cosa empezó a funcionar de verdad. Habéis rodado dos temporadas de un programa de televisión. ¿Te gustó hacer algo así? («Les fermiers», una serie documental quebequesa que sigue a Jean-Martin y a su equipo, N. de la R.) Lo guay con «Les fermiers» es que va más allá, el nivel es alto, hasta un agricultor experimentado aprendería cosas. No sé si he nacido con estrella o qué, pero en un momento dado, tres productoras vinieron a darme carta blanca para un programa. Elegí hacerlo con la directora Maude Ethier-Boutet, en quien confiaba. Con ella nunca se repiten las tomas. No es en plan: «No, Jean-Martin, vuelve ahí, deja el pelo al viento...». Si tengo mierda en la cara, ¡tengo mierda en la cara! Esa es la toma. Si tengo brócoli entre los dientes, igual ahí ya... Es real. Es televisión real. No es una memez montada. En el programa Tout le monde en parle quebequés, Anne Dorval (actriz de Mommy, de Xavier Dolan) se vuelve loca cuando se pone a hablar de tus verduras. ¿Te has convertido en mainstream? Yo ya había escrito todo lo que me ha pasado. Siempre tengo el papel encima del escritorio. Escribí que mi libro se leería en el mundo entero, que cambiaría la agricultura y que me convertiría en una referencia mundial en mi ámbito. ¿También habías escrito tu papel en Tout le monde en parle? Ese camino tiene lo suyo. Fue un reto el conseguir que no se me subiera a la cabeza. Me proponen de todo. Luego, solo depende de mí gestionar las peticiones. No puedo dedicarme a una jornada agrícola y tener dos contratos con la tele, escribir libros al mismo tiempo e impartir ocho conferencias. Ser padre –tengo dos hijos– y ser un marido disponible. Los tres últimos años han tenido consecuencias. Hoy, quiero tomarme mi tiempo para dedicárselo al ocio. Quiero crear espacio. He dejado de lado muchos compromisos para poder hacerlo. Antes, toda mi vida estaba planificada, a día de hoy, quiero respirar y disfrutar. Este año, el Élysée quería que apadrinase una beca repartida entre varios proyectos. En otro momento, me habría gustado estar ahí, habría molado, pero es que, realmente, es una cuestión de ego. En el fondo, se aleja de mi misión. Me gustaría deciros que estoy más en algo de otro nivel. Tengo nuevos proyectos, pero voy a intentar realizarlos con alguien que se ocupará del grueso del trabajo. Yo me asocio, doy ideas... Bueno, ¿qué? ¿No tomáis café del bueno? «¡¿Cómo?! ¡¿Los pillas en Tim Hortons?! (la cadena de restaurantes local, N. de la R.)». El Tesla se desliza por la cola del drive-in. Jean-Martin asoma la cabeza del habitáculo para hacer el pedido. «Dos solos pequeños y un mediano con leche. El

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vaso solo hasta tres cuartos, que no quiero que desborde. ¡También tomaré un poco de felicidad, si tienes por ahí!»

¡Qué va! ¡No querría hacerle perder el tiempo! Me parece que habría que reformular la pregunta: ¿te gustaría hacer una actividad con alguien? Pues ¡me gustaría patinar con Tony Hawk! Que me enseñara un par trucos, o una sesión de surf con el Eddie Vedder, el cantante de Pearl Jam, para que me contara un poco su vida.

Habrá tipos a los que les gustaría echarte el lazo para hacer política, ¿no? Escuchaba a Hulot y es para que se te caiga el alma a los pies... La de tiempo que ha empleado, que ha acabado malgastando. Tuvo que mermarle un poco el entusiasmo... A mí la política no me llama mucho. El bien común, la benevolencia sí, pero es que eso puedo hacerlo de otras mil maneras. Están los cursos en línea. Cientos de alumnos en sesenta países, ¡eso es algo positivo! Cuando abrimos las inscripciones, el primer día recibimos cuatrocientas cincuenta solicitudes (Jean-Martin lanzó en 2017 The Market Gardener’s Masterclass, un programa de videotutoriales en los que detalla todas las etapas de producción para veintiuna hortalizas acompañados de fichas técnicas, N. de la R.).

Me acuerdo de ti hace siete años, cuando cargabas el camión hasta los topes y te deslomabas. Hoy, te reúnes con el equipo de la Ferme des Quatre-Temps a las 9h en el mercado... ¡Otra vida! Es una pasada, de verdad. Tengo que pellizcarme. ¿Sabes quién es Bonhomme Carnaval? No... Es un tipo, como un monigote (es la mascota oficial del carnaval de Quebec, N. de la R.). Pues yo soy algo así en el mercado. Estoy de cháchara, sirvo con las manos, me lo paso bomba. Estoy en mi salsa... Bueno, amigos, vamos llegando. La cola delante del puesto de la Ferme des Quatre-Temps no mengua. Jean-Martin se pone a preparar bolsas de mesclun. Sus gestos son limpios, precisos. Aún no ha empezado a llover.

Tú que no has parado de conocer gente en todos estos años, ¿hay alguna personalidad con la que sueñas cruzarte algún día? Y no vayas a responder el Dalái Lama, ¿eh?

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