Vidas de Pitágoras

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DAV I D HERNÁNDEZ DE LA FUENTE

VIDAS DE PITÁGORAS según PORFIRIO JÁMBLICO DIÓGENES LAERCIO DIODORO DE SICILIA FO C I O D E C O N S TA N T I N O P L A

ATA L A N TA







MEMORIA MUNDI ATA L A N TA

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DAVID HERNÁNDEZ DE LA FUENTE VIDAS DE PITÁGORAS

A TA L A N TA 2011


En cubierta: Busto del llamado «filósofo de Porticello» (ss. V-IV a.C.). Museo Nazionale di Reggio Calabria. En guardas: Grabado del Theorica musicae de F. Gafurio (ca. 1480), con Pitágoras y Filolao. Dirección y diseño: Jacobo Siruela

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Mas Pou. Vilaür 17483. Girona. España Teléfono: 972 79 58 05 Fax: 972 79 58 34 atalantaweb.com ISBN: 978-84-938466-6-4 Depósito Legal: B-29.646-2011


ÍNDICE

Prefacio: Pitágoras y sus vidas en la encrucijada 13 Primera parte: Mediador con lo divino. Un estudio sobre Pitágoras I. El mito del hombre divino: en torno al «chamanismo» griego 19 1. Vocabulario y concepto del hombre divino 22 2. Entre Apolo y Dioniso 28 3. Algunos chamanes griegos 39 4. Del hombre divino al santo 43 II. El mito de Pitágoras: vidas y enseñanzas del hombre divino 46 1. Pitágoras: de la biografía a la hagiografía 50 2. Las enseñanzas del hombre divino 67 3. La vida pitagórica: ética e iniciación en la secta divina 75


III. El mito del pitagorismo: la caverna, el adivino y la comunidad 87 1. La caverna y el espacio sacro subterráneo 87 2. Algunos adivinos griegos 93 3. Mántica pitagórica: katábasis, incubación, filosofía 104 4. Política pitagórica: el adivino y la comunidad 117 5. El legado del modelo político pitagórico 130 IV. Breve panorama de la tradición pitagórica: pitagóricos y falsarios 134 1. Pitagóricos: la cuestión del número y la armonía 138 2. Falsarios: el problema de la tradición pitagórica 167 3. Algunos biógrafos pitagóricos: acerca de la interpretación neoplatónica 182 Segunda parte: Vidas de Pitágoras I. «Pitágoras y el pitagorismo.» Diodoro de Sicilia 199 II. «Vida de Pitágoras.» Diógenes Laercio 202 III. «Vida de Pitágoras.» Porfirio de Tiro 220 IV. «Sobre la vida pitagórica.» Jámblico de Calcis 240


V. «Vida de Pitágoras.» Focio de Constantinopla 346 VI. «Vida de Pitágoras.» Suda 352 Apéndice: Versos de oro 353 Notas 356 Bibliografía 415 Abreviaturas 437 Índice de ilustraciones 438



Vidas de Pitรกgoras


uxori optimae


P R E FAC I O : P I T Á G O R A S Y S U S V I DA S E N L A E N C RU C I J A DA

Después de haber recibido una atención ambivalente en la tradición de los estudios clásicos, que ha oscilado a lo largo de los siglos entre la veneración y el escepticismo, Pitágoras y su escuela se pusieron de actualidad académica en 1962 con la publicación de un ya clásico estudio de W. Burkert,1 que alcanzaría enorme difusión desde su versión ampliada en inglés diez años más tarde. En la década de 1960 comenzaron a valorarse algunos aspectos del mundo griego que las posturas más tradicionales en filosofía y filología clásica parecían empeñadas en descuidar. Se puso de manifiesto entonces, retomando algunas interpretaciones antiguas, el legado del pitagorismo para la religión y el misticismo en la Grecia arcaica y clásica, separándolo nítidamente de adiciones e influencias posteriores, en su mayoría procedentes del mundo del platonismo, como la atribución de teorías matemáticas y musicales a una figura sapiencial clave de la cultura griega arcaica. Esta recuperación de la figura de Pitágoras como símbolo religioso se hacía eco de ideas anteriores relativas a la historia de la filosofía y la religión griega que ya se encontraban presentes en trabajos de enorme importancia, como el de E. Frank sobre la relación entre platonismo y pitagorismo temprano,2 los de los llamados «ritualistas de Cambridge» y los estudios de K. Meuli, M. Eliade o E. R. Dodds3 sobre algunas figuras de la religión griega arcaica. Estas obras se interesaban por los aspectos tradi13


cionalmente considerados «legendarios» en la vida de Pitágoras, es decir, su vertiente mágica y semidivina, de sabio marcado por una inspiración sobrenatural o divina. Quedaba así en evidencia lo difícil que era deslindar entre el origen de la filosofía –Pitágoras es el supuesto inventor de esta palabra–4 y las antiguas tradiciones sapienciales de la religión griega, a menudo tachadas de supersticiones por los estudiosos más racionalistas del mundo antiguo, que tendían a ver en Grecia el origen de una lógica y un materialismo modernos. Pese a esta rehabilitación del Pitágoras legendario, su fama de padre de la matemática, la astronomía y la música persiste en diversas tradiciones más o menos apócrifas que han visto en esta figura histórica –y, recordémoslo, también literaria– un símbolo de la ciencia y el progreso, la reducción del universo a número y proporción. Puede decirse que las opiniones sobre la realidad histórica y filosófica de Pitágoras se dividen entre la primera corriente, representada principalmente por Burkert, y la idea tradicional de un Pitágoras científico, que ha reelaborado y defendido L. Zhmud.5 Así, este autor y algunos otros6 argumentan que no se puede relegar a Pitágoras, el padre simbólico del espíritu analítico moderno –con la máxima tradicional pitagórica de «todo es número»–, a una mera figura religiosa. Algunos autores que han intervenido recientemente en el debate proponen un punto intermedio entre el aura legendaria de Pitágoras y una visión más racionalista y «científica» del sabio, que rebaje los tonos religiosos del personaje; se mantiene en ellos, sin embargo, un cierto prejuicio contra los fenómenos religiosos que subyacen tras esas notas de leyenda.7 En estudios más recientes, como las visiones de conjunto de C. Kahn y C. Riedweg8 o las sugerentes propuestas de P. Kingsley,9 se han consolidado las visiones casi excluyentes entre sí de un Pitágoras histórico, actor político en la Magna Grecia, frente a un Pitágoras mágico y relacionado con lo sobrenatural. Pero, así como Platón, nuestra gran fuente indirecta de toda esta tradición, entrelazó lo político con todo aquel mundo místico, filosófico y mágico, una aproximación actual también debe permitir que ambos ámbitos se entremezclen. Es preciso ofrecer aquí una visión que combine tanto los temas legendarios y el 14


pensamiento mítico, tan caro al Pitágoras de las biografías antiguas que aquí se presentan, como la actividad social y política de su secta, todo ello desde una aproximación que evoque la fascinante influencia de esta figura clave en los orígenes de la tradición intelectual de Occidente. Ambas corrientes esgrimen con especial énfasis, a veces como opuestos irreconciliables, los dos grandes bloques atribuidos al filósofo: la noción de la inmortalidad del alma (y sus peripecias fuera del cuerpo) y la idea de que el universo se puede entender mediante números. No hay contradicción entre ambos, y es muy posible que convivieran en el pitagorismo primitivo, pero lo cierto es que en la figura de Pitágoras sólo tenemos constancia de la primera faceta, como se verá en las páginas siguientes, mientras que de la segunda apenas disponemos de leves indicios, pues las evidencias apuntan siempre a los pitagóricos posteriores, notablemente Filolao y Arquitas.10 Por ello nos centraremos en la esfera del pensamiento religioso y de los inicios de la metafísica griega, tratando de superar, por un lado, antiguos prejuicios y, por otro, la tradición de favorecer la idea de un Pitágoras científico. Se intentará poner de relieve, por último, la importancia de Pitágoras como hombre divino (theios aner) en los comienzos de la reflexión política del mundo griego. Combinando los dos puntos de vista ya consagrados y tradicionales, hay una vía más actual para abordar el papel de mediador con lo divino que representa Pitágoras en el mundo antiguo: la que, más allá de los estudios clásicos o de la historia de la filosofía, parte del pensamiento actual, la sociología de la religión y la historia cultural y de las religiones. Aparte de estas nociones iniciales, la lectura que aquí se propone pretende centrarse en una faceta del «divino Pitágoras» que, como se argumentará en las páginas que siguen, supone el núcleo de su realidad histórica y se presenta en dos vertientes. La primera se refiere a su labor de mediación con el mundo de lo divino, que ha sido interpretada en clave religiosa en la historia de la cultura griega y que hace del Pitágoras legendario un salvador de la raza humana enviado por los dioses: aquí Pitágoras es el intermediario entre la divinidad y toda la humanidad, que puede beneficiarse de una sabiduría más allá de su expe15


riencia. La segunda vertiente se refiere a la prerrogativa de este mediador para unir a la comunidad mediante los vínculos inquebrantables de la identidad religiosa y para intentar construir en la tierra un tipo de sociedad que refleje los modelos divinos; esa antigua política pitagórica de la Magna Grecia11 dejaría más adelante huellas indelebles en el pensamiento de Platón. Pitágoras se inserta directamente en la tradición de los legisladores míticos de la Antigüedad, marcados por la inspiración o directamente por la revelación de un dios. Cabe preguntarse ante todo qué se puede aportar hoy desde esta perspectiva a campos como la historia del pensamiento, la filología clásica o la historia de las ideas para el conocimiento de las ideas clave del pitagorismo: desde la vida más allá de la muerte a la relación proporcional entre el macrocosmos y el microcosmos, pasando por la posibilidad de reducir la materia y la conciencia a números. La física, la ética, la política y, sobre todo, la metafísica del antiguo pitagorismo difícilmente pueden ser reconstruidas en la actualidad a partir de los testimonios que han llegado hasta nosotros, aunque una nueva lectura de las biografías conservadas del filósofo, contrastada con los mencionados estudios sobre la historia de la religión griega y de la filosofía antigua, posibilita una valoración adecuada no sólo de las fuentes más antiguas sino también de las tardías. Y ello porque en el estudio del pitagorismo puede aplicarse una vieja regla del estudio de los manuscritos: recentiores non deteriores. Aquí se tratará la figura de Pitágoras desde su tradición biográfica tardía prestando especial atención a sus aspectos más legendarios, con el propósito de distinguir lo mítico de lo histórico y de ofrecer a la vez un estado de la cuestión acerca del pitagorismo y de sus implicaciones filosóficas y religiosas. El método de aproximación a un legado histórico-cultural tan enorme como el de Pitágoras, en sus diversas etapas y vertientes, ha de dar cuenta de dos variables ineludibles: por una parte, se debe situar el pitagorismo en el marco del complejo sistema de la religión griega y, en concreto, en el campo de la religión subterránea y de los misterios;12 por otra parte, hay que tener siempre presente el catalizador ideológico que para el pitagorismo supuso la tradición platónica, tanto la obra del pro16


pio Platón como la recepción de ésta en el neoplatonismo y en los varios renacimientos neopitagóricos. Todo ello desde una visión sugerente y libre de complejos que reúna las nociones religiosas básicas del pitagorismo y examine de qué forma se entendieron en su contexto e impregnaron literaria e ideológicamente las fuentes antiguas y tardías. La escasez de bibliografía en lengua española sobre este tema aconsejaba vivamente la publicación de un libro de estas características. Se pretende aquí, además de solventar dicha carencia mediante un estudio parcial y con tesis propias –por ejemplo, la relevancia del mediador Pitágoras en la historia de la teoría del alma,13 en la tradición oracular y en la política de la Grecia antigua–, elaborar una suerte de antología biográfica pitagórica lo más completa posible, que supere la dispersión de las ediciones existentes.14 La primera parte del libro se ocupa de estudiar a Pitágoras como mediador con lo divino, su figura carismática, la confección de su biografía legendaria, los aspectos mánticos y políticos de su labor de intermediación y, finalmente, la cuestión de la tradición pitagórica. El theios aner Pitágoras se perfila como místico y chamán –pero con implicaciones para la filosofía y la política– más que como precursor de las ciencias exactas, de las que se erige en inventor legendario, demostrándose asimismo que su faceta de mediación sociopolítica no es sino una extensión de su actividad en el campo de la antigua religión griega. En la segunda parte se presenta una recopilación de las vidas de Pitágoras, que constituyen las fuentes sobre su figura histórica, mítica y literaria, en una nueva traducción anotada. Las vidas más conocidas y completas, escritas por Porfirio de Tiro, Jámblico de Calcis y Diógenes Laercio (siglo III d.C.), son traducidas y comentadas a la luz de los puntos tratados en la primera parte. Como novedad se incluyen la breve vida de Pitágoras redactada por el historiador griego Diodoro de Sicilia (s. I a.C.), por su interés como resumen biográfico más antiguo,15 la del patriarca Focio de Constantinopla (s. IX) y el breve epítome de la enciclopedia bizantina Suda (s. X). Las seis vidas van seguidas, a modo de colofón, de los llamados Versos de oro, una colección de máximas pitagóricas de origen tardío. 17




Memor i a mundi En el mundo occidental, la primera figura que encarna el arquetipo del mediador sapiencial entre la comunidad humana y lo divino es, sin duda, Pitágoras de Samos. Las implicaciones de las doctrinas de este chamán en la historia de las ideas son enormes, pues sus invenciones abarcan todos los campos del saber: matemáticas, astronomía, filosofía, retórica, política, adivinación, medicina y religión. Nada escapa a este sabio griego, al que se atribuye un famoso teorema matemático, las escalas musicales y la idea de la inmortalidad del alma. La primera parte del libro se ocupa de estudiar a Pitágoras como figura carismática y legendaria, la colección de sus enseñanzas, sus aspectos mánticos y políticos y, finalmente, la tradición pitagórica entre la realidad y la falsificación. En la segunda parte se presenta por primera vez, en una nueva traducción anotada, una recopilación de todas las biografías del filósofo: las escritas por Porfirio de Tiro, Jámblico de Calcis y Diógenes Laercio, y, como novedad, la más antigua que se conserva, redactada por el historiador griego Diodoro de Sicilia (s. I a.C.), y la del patriarca Focio de Constantinopla (s. IX). Todo ello, junto a la colección de máximas pitagóricas de origen tardío, llamada Versos de oro, así como el epítome de la enciclopedia bizantina Suda (s. X), forma el presente corpus biográfico-doctrinal de Pitágoras, que era una labor pendiente en el panorama bibliográfico español. David Hernández de la Fuente (Madrid, 1974) es escritor y profesor universitario, especializado en religión griega, antigüedad tardía e historia del platonismo. Doctor en filología clásica y sociología, es autor de los ensayos Oráculos griegos (Alianza) y Bakkhos Anax (CSIC), así como de numerosos artículos en revistas académicas y ediciones de autores clásicos, y ha coordinado la obra colectiva New Perspectives on Late Antiquity (Cambridge Scholars Pub.). Como autor de narrativa ha publicado Las puertas del sueño (Premio de Arte Joven 2005 de la Comunidad de Madrid), Continental (2007) y A cubierto (Premio Diputación de Valencia 2010).

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