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BOLETÍN INFORMATIVO Año XXIII, Número 199, Mayo - Junio 2013

VICARIATO REGIONAL DE SANTA ROSA DE LIMA - PERÚ

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“Hice todo lo posible por las Misiones. No pude hacer más”

SUMARIO

Fr. José Pío Aza, O.P.

Ricardo Álvarez Lobo, Misionero Dominico (4) Querido Doctor y Maestro (8) Padre Ricardo Álvarez: Pasión por los hijos de la Selva (14) Padre Ricardo Álvarez (21) Dr. Ricardo Álvarez, Antropólogo (22) Si se puede (28) Consejo del Vicariato Regional (44)


Director: Fr. Samuel Torres Rosas, O.P.

E mail: bolmisdom@hotmail.com

Dirección: Santuario de Santa Rosa de Lima Jr. Chancay 223, apartado 1296 Teléfono (01) 425 12 79

Diseño de edición: Centro Cultural José Pío Aza

Edición electrónica: www.selvasperu.org

Recepción de artículos: Hasta el 16 de agosto del 2013. Enviarlo por correo electrónico

Foto de portada: Fr. Ricardo Álvarez Lobo en su escritorio - Convento Santa Rosa


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Editorial

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Como ya informábamos en nuestra anterior edición nos sorprendió a todos la inesperada partida a la casa del Padre de Fr. Ricardo Álvarez Lobo, OP. También prometimos que esta edición sería para destacar la figura de este gran misionero que dedicó toda su vida a la misión en la Amazonía peruana.

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El padre Álvarez nació en Nembra (AsturiasEspaña) el 11 de enero de 1925, llegó al Perú el 3 de agosto de 1952 y, durante cuarenta años, trabajó en la Misión del Rosario de Sepahua, en el Bajo Urubamba, Departamento de Ucayali, con las etnias Piro, Amahuaca, Matsiguenga, Ashaninka, Yaminahua y Shara. Como ya decíamos Ricardo fue un notable misionero dominico, además de ello fue también Doctor en Antropología, Licenciado en Filosofía y Educación, Maestro en Sagrada Teología, Miembro de la Sociedad Internacional de Americanistas, Miembro de la Sociedad Geográfica del Perú, Asociado al Instituto de Etnología Amerindiana de París (CNRS). En todas estas facetas siempre tuvo un gran desempeño, por ello una serie de personas que lo conocieron de cerca comparten con nosotros la trascendencia y perspectiva de la vida de este hombre que marcó sin duda la historia de nuestro vicariato. No podía faltar en nuestro boletín, como es ya costumbre, todo la información sobre las diversas actividades que más han destacado en estos meses en el ámbito de nuestro quehacer misionero. Un abrazo Fr. Samuel Torres Rosas, O.P. Director del Boletín

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RICARDO ÁLVAREZ LOBO, Misionero Dominico 11 enero 1925 - 16 mayo 2013

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Fr. Rufino Lobo Alonso, O.P. Misionero Dominico

No es fácil resumir 88 años de vida. Nació en el Kempu de Nembra (Asturias), el 11 de enero de 1925. Fueron su padres Antonio Álvarez González (minero y pequeño agricultor-ganadero, nacido en la Campa del Otero de familia procedente de Jomezana-Pola de Lena y hermano de Monseñor Enrique Álvarez) y Manuela Lobo Alonso ("ama de casa" o alma, educadora y servidora de la casa y su nueve hijos, de familia originaria de Nembra). Le pusieron el nombre de Ricardo, como el abuelo paterno y era el segundo de los nueve hermanos que llegaron a adultos (otros dos fallecieron de niños): Rosario ("Chayo", dominica de la Anunciata), Valentín (Tin), Antonio(Tonio), Enrique ("Ike", dominico), Gloria ("Yoya", maestra de la escuela de Nembra), José ("Pepín", dominico de Nembra), Margarita (Marga) y Milagros ("Mila", la catequista de Nembra). Los primeros estudios los realizó en la escuela del Kempuhasta 1939, al terminar la guerra, que fue a Corias a estudiar para dominico. Mientras en el recreo jugaba con otros niños de la escuela, descubrieron en el piso de la iglesia, que había sido quemada, los cadáveres de Isidro (padre del P. Silverio Fernández), Segundo (hermano, padre y abuelo de otros religiosos dominicos),un grupo de claretianos (Severiano, Cristóbal, Arturo, Alberto, José Antonio, Rufino) y Don Genaro, el cura del pueblo, asesinados durante la guerra en la misma iglesia. Estuvo cinco años en Corias sin volver al pueblo y al terminar en 1944 fue a Salamanca donde toma el hábito y realiza el noviciado. La filosofía la estudio después del primer año en Bergaray los otros dos años en Las Caldas de Besaya.

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En 1948 volvió a Salamanca a hacer la profesión solemne y estudiar la teología. El 23 de marzo de 1951 se ordenó de sacerdote y celebró su primera misa en Nembra. Concluye sus estudios en1952, y el 15 de julio de este mismo año se embarca rumbo al Perú, llegando a Lima el 3 de agosto. Estaban en esos días en Perú sus paisanos de Nembra el P. Silverio Fernández y su primo Ricardo Suárez Álvarez.

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El 20 de octubre de 1952 ya estaba Ricardo en la misión del Sepahua, fundada en 1948 entre los ríos Sepahua y Urubamba por el misionero asturiano Francisco Álvarez. El 2 de junio de ese año 1948 había fallecido Monseñor Enrique Álvarez, tío de Ricardo, en la desembocadura del Cirialo en el Urubamba, lugar hoy conocido como "obisponi" en su memoria, precisamente cuando viajaba a inaugurar esta nueva misión. Entre octubre de 1952 y mayo de 1970 reside entre la misión de Sepahua, la Colonia Penal del Sepa y Maldonadillo. La Asamblea de misioneros en Puerto Maldonado toma la decisión de que el P. Ricardo sea destinado a realizar estudios de antropología, mientras que el P. Alfredo Encinas se capacite en estudios de pastoral y catequesis, con la finalidad de renovar el proyecto misionero, según las directrices del Concilio Vaticano II y las Conclusiones de Medellín. El 1 de noviembre de ese año llegué yo, camino de Timpía a Sepahua (en mi destino al Perú tuvo él mucho que ver), cuando Ricardo estaba ya en París buscando donde estudiar y obtener en cuatro años el título de antropólogo. En Sepahua me encontré un puesto de misión con dos sacerdotes y un hermano dominico, cuatro misioneras dominicas del Rosario y tres misioneras seglares. Había ya seis aulas de estudios primarios; dos internados con los niños y niñas de todas las comunidades de la zona que llenaban las aulas; el botiquín de la M. Asunción y Fr. Eugenio, que hacía de enfermero, partero y después hasta dentista; vaquería, gallinero, chacra, aserradero y tienda que aseguraban la economía y alimentación; y el salón comunal, donde además de reuniones se celebraba la misa de los domingos (en ese momento la capilla se encontraba en construcción y consistía solo en unas enormes tijeras que llegaban casi al suelo). Hoy Sepahua es la capital de Distrito con alcalde y autoridades; centro educativo con inicial, primaria y secundaria; Instituto Tecnológico; hospital, aeropuerto, mercado y de más instituciones de un centro poblado con título oficial de villa. Me contaba Ricardo en alguna ocasión que en Sepahua había tenido que hacer de todo: agricultor o chacarero, vaquero y ganadero, tendero y comerciante, maderero y empresario, profesor y director del colegio e internado, juez y policía,

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capellán de la Colonia penal del Sepa y hasta primer alcalde del Distrito. Pero por encima de todos se sentía misionero dominico. Como misionero vivió en Sepahua con algunas familias de piro-yines y piro-maschos, campas y matchigenkas, amahuacas y yaminahuas que habían ido saliendo de las haciendas y se establecían en Sepahua buscando escuela para sus hijos y salud y protección para la familia al lado del misionero. Buscó y visitó en arriesgadas expediciones por los ríos y quebradas del Inuya, Sepahua y Mishagua a familias amahuacas y yaminahuas y las fue incorporando a la misión, hasta convertirá Sepahua en una aparente torre de Babel o "Babilonia" del bajo Urubamba, basada en la convivencia pacífica de distintos pueblos indígenas y modelo de evangelización por la práctica diaria de la interculturalidad. Como misionero dominico se interesó desde el principio no solo en conocer su lengua, costumbres, mitos, leyendas, cultura y religión, sino también en darlos a conocer y como antropólogo entender estas culturas, explicarlas y defenderlas como garantía deliberación de toda esclavitud de los pueblos indígenas y único camino de desarrollo y progreso para toda la sociedad del río Urubamba. Por los misioneros era conocido como "El Piro", lo cual para algunos mostraba la manera de reconocer, o criticar a veces, que sólo había vivido con los piros y pensaba, razonaba y hablaba como uno de ellos. Para él suponía haber encontrado su propia identidad y el camino de la verdadera evangelización. Siendo uno de sus primeros escritos "Hijos de Dioses", su último libro lleva por título "El otro es mi espejo", memorias en las que confiesa haber reconocido en los pueblos indígenas "el otro" (y quizás también EL OTRO), en el que, como en un espejo, se refleja y construye su realidad de dominico, misionero y antropólogo. En definitiva, la realidad de la persona humana como imagen, semejanza e hijo de Dios, Padre todopoderoso, Creador… Por esta trayectoria de misionero dominico y antropólogo la Orden dominicana, a propuesta del Capítulo Provincial, le reconoció y dio el título honorífico de Maestro en Sagrada Teología, aunque nunca fue profesor de esta materia en ninguna facultad eclesiástica o Estudio General de la orden (si lo fue de filosofía y antropología en la Universidad de San Martín de Porres en Lima). Pero su trayectoria intelectual de 60 años como misionero queda ampliamente reflejada en los 188 títulos publicados, suficiente base para esta designación:

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18 Libros y documentos monográficos, desde el catecismo piro-castellano hasta sus Memorias, tituladas "El otro es mi espejo". 33 artículos y relatos en la Revista Misiones Dominicanas del Perú (19531968). 16 estudios en la Revista Antisuyo, por él fundada y dirigida. 111 artículos (relatos, comentarios e informaciones) en el Boletín Misioneros Dominicos (1990-2012). 10 Artículos y Ponencias, publicados en diversas Revistas y participaciones en Congresos Internacionales.

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A ello, se añaden los tres volúmenes de SLOPA, boletín de las CCNN de Sepahua. Entre todas estas publicaciones, él resalta en sus memorias los XI tomos de "Sepahua", sobre el origen e historia de la Misión, así como "Viviendo la Esperanza". Y finalmente "El otro es mi espejo", memorias que resumen su vida. Como si el ser MISIONERO DOMINICO DE SEPAHUA fuese para él el título más importante. Descanse en paz el "Piro", Misionero Dominico del Sepahua en la esperanza de que lleguen sus discípulos y seguidores.

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QUERIDO DOCTOR Y MAESTRO

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Fr. Joaquín Barriales, O.P.

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En mis 45 años de permanencia en el Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado y en el Vicariato Regional de Santa Rosa de los Misioneros Dominicos del Perú, he tenido la gran suerte de conocer y tratar especialmente con dos misioneros emblemáticos en la vida e historia de nuestras misiones. El primero de ellos fue el P. José Álvarez, el Apaktone, con quien conviví varios años en la misión de San Jacinto de Puerto Maldonado y que me abrió el horizonte en el joven arranque de mi quehacer misionero. El segundo ha sido el P. Ricardo Álvarez Lobo, al que me ha unido una estrecha amistad y con quien compartí por más de veinte años las tareas en los puestos de misión de Timpía, Kirigueti y Sepahua y al que le debo el haber podido vislumbrar el alma de la cultura indígena. En los últimos doce años, desde mi desierto, he mantenido siempre una larga y enriquecedora comunicación con él. Mis correos y mensajes escritos siempre los he comenzado con la frase: "Querido Doctor y Maestro". Escribo estas letras desde muy lejos con el sentimiento de que la muerte del P. Ricardo Álvarez Lobo, el 16 de mayo de 2013, constituye para los Vicariatos Apostólico y Regional una pérdida muy importante, como lo fue la del P. José Álvarez, pero no irremediable, ya que el devenir de la historia nos enseña que ninguno de nosotros somos imprescindibles. Quizá sea esa una frase tópica. En realidad hoy me puedo preguntar: ¿Quién tomará la antorcha que deja encendida el "padre Piro"? Sus escritos y sus orientaciones para la labor misionera, su anhelo de cambio de paradigma en la forma de misionar, su carisma y amor por las sociedades nativas ¿serán hoja de ruta para los hermanos dominicos y misioneros que se internen a partir de ahora en las selvas de nuestro Vicariato? El P. Ricardo tuvo el don de haber vivido intensamente la vida misionera en la selva y el de dejar una monumental obra escrita a través de la cual se puede seguir no solamente su trayectoria vital sino también las pautas hacia el futuro de la misión. Ha marcado una senda imborrable que perdurará por muchas generaciones y que será el referente imprescindible cuando se desee estudiar, conocer y valorar la labor de los misioneros dominicos en la selva, o cuando se intente participar de la vocación misionera y de servicio en la selva. Rompió el mito del "misionero etnocida" e incorporó en la antropología su verdadero sentido de

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ciencia social que estudia al ser humano de una forma integral. Su prestigio se ha extendido a lo largo y ancho del Perú, Hispanoamérica y Europa, y se habla del P. Ricardo en Universidades, Centros Superiores de Estudios y en Instituciones y Congresos que se interesan por la Amazonía.

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No hace mucho me encontraba en Nembra-Asturias preparando con él, en su casa, el primer capítulo de su último libro "El otro es mi espejo", título que define la calidad de su entrega a la labor misionera. En principio lo había titulado "Memorias" porque pensaba resumir en ellas el acervo de conocimientos y experiencias que había adquirido a través de sus 60 años de misionero. En realidad ha sido su testamento y su despedida, y así lo manifiesta en la dedicatoria: "Dedico mis Memorias a los indígenas nativos del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado, de los ríos Urubamba, Madre de Dios, Purús y sus afluentes: Piro-Yine, amahuaca, yaminahua, matsiguenga, ashaninga, moronahua, shara-yora, kakinte, nanti, amarakaeri, piro-mashco, sharanahua, cashinahua, culina y otros. Les doy las gracias porque en mis 60 años de convivencia con ustedes me han hecho comprender que la evangelización no es una tarea que empieza y se termina, sino un proceso que empieza y que no termina, desarrollado en una interculturalidad sostenida, que va echando raíces en sus comunidades y que ustedes la llevarán adelante. Durante mi vida, como hasta ahora, les manifesté mi confianza y apoyo. Que Dios les guarde". En el subtítulo del libro hay otro intencionado deseo de definir su vida: Un Dominico, Misionero y Antropólogo. Y eso es lo que ha sido en nuestro Vicariato el P. Ricardo: Un Dominico, con una dedicación plena a la contemplación y el estudio; Misionero, entregando su vida al servicio de las etnias del Alto Ucayali, Urubamba y Sepahua durante sesenta años; y Antropólogo, calando en el alma de la cultura indígena como ningún misionero lo había hecho desde los Padres José Álvarez y Francisco Álvarez.

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Me han pedido que haga una breve semblanza de su vida misionera y creo que en estas pocas líneas que llevo escritas he dejado el esquema de lo que ha significado su paso por las misiones de nuestro Vicariato. Este Boletín Informativo de "Misioneros Dominicos" lo ha tenido como excepcional, incondicional y enriquecedor colaborador desde su primer número. Como él mismo cuenta en sus memorias, desde la más tierna infancia en NembraAsturias, recogió ya de sus padres la propuesta de "ser enviado a otros países para ayudar a la gente". Era el germen de una vocación misionera que se grabó en su alma durante los 88 años de su vida y a la que ha sido fiel hasta el final. Inició su andadura misionera en Sepahua y allí permaneció, exceptuando su salida a la Universidad de París VII, La Sorbonne, para hacer su doctorado en Antropología, y el tiempo que fue asignado a Lima para facilitar la publicación de su obra. Pero toda su vida y su alma ha permanecido siempre en Sepahua. En el Vicariato ha tenido dos grandes maestros para llevar a cabo su labor misional: En Lima, recién llegado al Perú, se produjo su encuentro con el P. José Álvarez, el Apaktone, quien le dio las pautas iniciales para acertar en su quehacer misionero; y en Sepahua vivió con el P. Francisco Álvarez, fundador de la misión, de cuya experiencia aprendió a vivir con los nativos y profundizar en su cultura. Con él inició sus expediciones y primeros contactos con los amahuaca y los yaminahua; con él se inició en su vida misionera con los Piro-Yine, Matsigenka y Ashianinka. Su capacidad de observador y la profunda reflexión de cuanto experimentaba le ayudó a penetrar en el alma de la cultura indígena. Ya el P. Apaktone le había indicado "que el indio tenía su manera de pensar y sus costumbres y que debía aceptarlos como eran sin tirar nunca la toalla". Y en eso ha sido fiel hasta la muerte. Puedo decir, de nuestra convivencia en la selva, que el P. Ricardo ha sido siempre un luchador neto, incansable y decidido. Cuando nos agobiaban los problemas y las dificultades en la defensa de la comunidad nativa, él se mantenía sereno, tranquilo y esperanzado. Sabía enfrentarse con decisión y adelantar las posibles soluciones. Era eminentemente imaginativo para crear formas de integración cultural que favoreciera a los indígenas utilizando los valores de superación que apreciaba en ellos. Ya he contado que un día, en la humilde oficina que habíamos montado para albergar nuestra organización CESS (Centro de Estudios Sociales

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Sepahua), me mostró con orgullo una pila de documentos, carpetas y folios que pasarían del metro de altura, y que contenían denuncias contra él por parte de hacendados, patronos, autoridades civiles, comerciantes y madereros, considerados por la sociedad regional como pioneros en la amazonía, y que le consideraban a él como enemigo número uno del progreso por apoyar a los nativos. Yo tengo el orgullo de haber participado en sus luchas y apoyarle incondicionalmente. Gracias a su iniciativa nació el Boletín de las Comunidades Nativas SLOPA, que se difundía por el río como pan bendito, y la Revista ANTISUYO que intentaba heredar las virtudes de la tan valorada "Misiones Dominicanas". No tengo reparo en afirmar que llegó a ser uno de los más connotados estudiosos de las sociedades amazónicas peruanas y era consultado permanentemente como asesor de múltiples instituciones y federaciones indígenas, gracias a su incansable actividad. Quiero destacar también su participación, solicitada por el Gobierno del Perú, en la Comisión para estudiar los tristes sucesos de Bagua. Me contaba él mismo lo ocurrido: "El día tres de septiembre de 2009 en la Presidencia del Consejo de Ministros se anunció la constitución de la primera Mesa para estudiar los tristes sucesos de Bagua. Ante 8 Ministros, 20 Nativos, Congresistas y Presidentes de las Regiones de la Selva, el Ministro de Agricultura anunció a nombre del Estado la constitución de dicha Mesa, integrada por tres representantes de los Nativos, tres representantes del Estado y un representante de los Presidentes Regionales. Entre los tres representantes del Estado dio el nombre de Ricardo Álvarez Lobo, dominico. No me lo imaginaba, ni lo esperaba. Han llovido felicitaciones e intrigas. Nadie sabe porqué me nombraron a mí, pero leyendo el Acta de Constitución creo que he sido nombrado por los Nativos y con el apoyo de los Ministros. Ya te iré contando cómo va el asunto…" En mi correspondencia con el P. Ricardo guardo la interesantísima información que me fue dando sobre el desarrollo de su participación en el tema de Bagua hasta la conclusión del mismo. Mantuvo estrecha colaboración con las Universidades y participó en muchos Congresos Internacionales de Antropología como ponente: París, Roma, Bogotá, Nueva Orleans, Oxford, Amsterdam, Austria, República Dominicana y Perú. Su voz, desde su experiencia en la selva, siempre fue valorada. Dominó el idioma Piro-Yine y el Amahuaca y realizó innumerables expediciones por los ríos Sepahua, Mishahua, Sepa, Inuya y Mapuya. Su vida en el Urubamba ha sido intensa, con gozos y tristezas. Fue testigo de correrías, razzías y guerras,

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ataques a campamentos madereros y petroleros con muertos y heridos, fracasos de empresas petroleras y madereras promovidos por los nativos y fracasos de grandes patronos y "civilizadores" del Alto Ucayali que murieron sin cumplir sus ideales. Tuvo que contemplar en Sepahua invasiones a las tierras de los nativos por parte de mestizos, comerciantes y madereros amparados por las autoridades locales, distritales, provinciales y departamentales. Por defender a los nativos tuvo que soportar denuncias y calumnias siendo tachado de comunista y subversivo e incluso recibir una orden de expulsión del país que fue revocada gracias a los informes de los nativos y las gestiones de Mons. Luis Bambarén y Mons. Javier Ariz.

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Su biografía bien se merece un libro en el que contar, aparte de sus vivencias, todas las aventuras en las que se vio envuelto por defender a los Nativos. Y no solamente las luchas tribales entre Amahuacas y Yaminahuas, las matanzas y las persecuciones; sino también los problemas emanados de la presencia de los madereros, comerciantes y petroleros. Ahí constató definitivamente el significado de la palabra "marginación" en la que vivían las sociedades nativas de la amazonía. Entendió desde el primer momento en que llegó al humilde pobladito de Sepahua, en el año 1952, la razón por la que se había establecido la misión y por la que merecía la pena luchar, y a ello se dedicó en cuerpo y alma. Habría que contar cómo era el Sepahua que él encontró a su llegada y el Sepahua que existe hoy cuando él se va definitivamente. Recuerdo bien nuestros problemas con los misioneros de otras órdenes religiosas y su pastoral amazónica que emanaba de Iquitos y que nunca nos convenció. Nuestros encuentros misioneros en los que inventamos y creamos el CAAAP, en Chaclacayo, y que pronto perdió su finalidad de ser un centro "de los misioneros y para los misioneros". Y nuestras discusiones internas entre parroquias y puestos de misión en el Vicariato, siendo nosotros resistentes a una pastoral igualitaria para las sociedades nativas defendida incluso por algunos de los misioneros dominicos, superiores. Algunos jóvenes de última hornada no aceptaron la acogida que el P. Ricardo les ofrecía con su experiencia, creyéndose más capacitados. No perseveraron y se fueron. Tuvo el honor de organizar por primera vez el Centro Cultural José Pío Aza y el Archivo de las misiones en escritos y fotografías. El análisis de sus muchos escritos necesitan un estudio profundo, ya que marcan un hito en la antropología amazónica dentro del quehacer misionero, y forman escuela. Y no solamente lo ya publicado, sino también sus archivos que no deben perderse. Un día en Sepahua, mientras preparábamos un curso de capacitación para toda la Comunidad Nativa, me confesó que estaba preocupado por sus archivos. Desde el día que entró en Sepahua guardaba meticulosamente todos los documentos que cayeran en sus manos, útiles para la historia, y estaba pensando si meterlos todos en una caja blindada y enterrarlos en la quebrada Gavilán, para que nadie pudiera destruirlos. Yo le aconsejé que lo mejor sería ir publicándolos

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poco a poco para que una vez en la imprenta ya no pudieran desparecer. Siempre fue un hombre metódico y quería dejar claro su pensamiento y su modo de misionar. Ya en una de sus primeras publicaciones que trabajamos conjuntamente manifestó: "Debo confesar que he sido evangelizado por las sociedades nativas; a su lado descubrí el valor espiritual de lo primitivo, de lo material; aprendí que en las relaciones de la sociedad "civilizada" con la indígena, no es la ética, ni la moral, ni el derecho, ni la cultura lo que definen la "civilización", sino algo que no es humano, que está en la animalidad, tal como la fuerza, la raza , que se imponen con prepotencia; que frente a la crisis de identidad que padecen las sociedades nativas, su esperanza en la reivindicación es creativa, produciendo nuevas formas de vida y de integración por las que pueden hacer frente a la sociedad que las margina. Es en el cristianismo, antes que en la política, en la legislación o en la planificación, donde las sociedades nativas encuentran realizada la esperanza de liberación que Tsla, el héroe mítico, les promete". Si leemos detenidamente este párrafo, encontraremos en él la substancia del pensamiento que nunca quiso cambiar, y por el que fue criticado, discutido y admirado. Creo que se seguirá hablando por mucho tiempo del P. Ricardo Álvarez Lobo, mi querido Doctor y Maestro.

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Padre Ricardo Álvarez: Pasión por los hijos de la Selva Mons. Juan José Larrañeta Olleta, O.P.

Al hacer una breve reseña de mi visión personal del P. Ricardo Álvarez, en el devenir de su trabajo en la Misión de Sepahua, quiero poner en el mismo nivel corazón e inteligencia, pasión y objetividad, análisis racional y alegría desbordante. Sé que, en mis años en el Perú, de los cuales 32 han sido de responsabilidad episcopal, la visión personal puede ser precipitada. Me he subido "al carro" de la Misión de Sepahua cuando los admirables misioneros que la forjaron habían puesto la cuota más difícil, más emblemática, más generosa. Quizás me han tocado horas de cosecha, de resultados, de satisfacciones. Por eso, tal vez mi juicio sea un poco injusto, no tan acorde con la realidad. Pero no tengo otra perspectiva, y la ofrezco con total honradez. Sepahua tiene una historia breve, increíblemente hermosa, documentada, vivida por sus protagonistas. Sepahua tiene sabor a fidelidad, a verdad indestructible. Sepahua tiene los mejores testigos de su historia: nativos y misioneros indesmayables que marcharon juntos hacia la auténtica libertad evangélica; y lo curioso de este encuentro es que lograron el objetivo. El evangelio de Sepahua, en el sentido más auténtico de verdad indiscutible, no cabe duda que ha sido evangelio de liberación. Los nativos arroparon a los misioneros dominicos que llegaron al río Urubamba. Aquellos habitantes observaron que los hombres extraños, llamados misioneros, poseían una riqueza inusual: honradez, cariño, fidelidad… valores éstos totalmente desconocidos en los otros aventureros y explotadores. La cercanía al misionero fue lenta, pero de enorme profundidad. Para entender y comprender todo ese maravilloso contenido es preciso remontarnos a la historia, no sólo de nuestra labor misionera en el Perú sino de la historia de la Misión Sepahua que comenzó en el año 1947. El Padre Francisco Álvarez fue un coloso. El P. Ricardo Álvarez, discípulo predilecto, recogió la antorcha misionera y transformó en libertad, unas gentes, un poblado, un río, unas almas que fueron rescatadas hacia la dignidad que ellos poseían. Honor a nuestros misioneros que supieron dar respuesta a unas gentes, y en lugares sumamente extraños y aislados. Nosotros, misioneros dominicos, fuimos llamados, invitados, enviados, para atender una región selvática del Perú totalmente deprimida por el aislamiento, la marginación y la opresión esclavizante de sus habitantes: los hijos de la selva. Fueron comienzos muy duros y

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beligerantes. Jamás los misioneros y misioneras (dominicas del Rosario) transgredieron. Aquellos heroicos misioneros fueron fieles a su misión, fieles al mensaje de Cristo, fieles a la integridad de un evangelio en el que no existía duda sobre el contenido de su doctrina.

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La misión de Sepahua comenzó su andadura misionera el año 1947. El gran promotor fue el P. Francisco Álvarez. Él, en su visión providencial, vio con claridad meridiana que aquel lugar, encuentro del río Sepahua con el gran río Urubamba, podía ser sede y base de un Puesto Misional que podría abarcar las inquietudes cristianas, humanas, sociales, e integradoras del rescate de la dignidad perdida por verdaderos depredadores de lo que hoy son llamados "derechos humanos". La ocasión misionera era única. En medio de sufrimientos, limitaciones, lágrimas y, en ocasiones, alegrías, aquellos abnegados misioneros pusieron lo más valioso de sus vidas en aras de unos hombres, unas mujeres, unas familias (pocas) que requerían, con urgencia, atención, acompañamiento y cariño. Los misioneros no defraudaron. La presencia misionera en Sepahua fue inicio de un centro de acogida, acercamiento, integración familiar, aglutinamiento de unas familias separadas por la ambición de caucheros, hacendados y grupos de poder existentes en ese gran río Bajo Urubamba. La influencia de Sepahua en la formación intelectual de todo el río no tiene ninguna duda. Sepahua, a través de su Centro Educativo, mediante sus dos residencias de estudiantes (Internado de varones a cargo de los misioneros dominicos e Internado de mujeres, bajo la responsabilidad de las Misioneras Dominicas del Rosario) han contribuido de forma notable a la promoción de unos jóvenes que supieron aprovechar los medios que la Misión ofrecía, pudieron abrirse paso en nuestra realidad nacional y hoy gozan de un prestigioso reconocimiento en el ámbito profesional. Quizás la palabra moderna que hoy en día se usa explique un poco el desarrollo de la misión de Sepahua en estos cincuenta años. Me refiero a la "globalización", es decir, a la acción de llegar a conocer una realidad para comprender los elementos que la integran en orden a una eficaz integración. Llegamos así a la globalización de la evangelización en Sepahua. Las pistas que me orientan hacia este concepto son muchas. Me detengo en el texto de Isaías que lo asume Jesús en Lucas 4,18: El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para evangelizar a los pobres; me envió a predicar a los cautivos la libertad, a los ciegos la recuperación de la vista; para poner en libertad a los oprimidos, para anunciar un año de gracia del Señor. Este texto posee enorme fuerza. La misión de Jesús consistió en sanar, educar y enseñar la Noticia Nueva que se llamaría Evangelio. Los receptores serían los marginados, los pobres, los desheredados. De esa forma se obtenía un producto precioso: la libertad. Creo, con temor a equivocarme, que ésta ha sido la síntesis

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evangelizadora de Sepahua. Los ingentes esfuerzos en el campo de la educación y de la salud conducían inexorablemente a la liberación más genuina, y dejó como huella el carácter indeleble de la fe. Con ella, los habitantes de Sepahua, unos y otros, reencontraron la identidad perdida o la instauraron con propiedad. La pasión de aquellos misioneros que forjaron la misión, y la nobleza de los lugareños, atónitos ante el milagro de una amistad perdurable, hace posible la celebración de todos estos años que tienen rasgos de auténtico Jubileo espiritual. Tres son los ejes sobre los que han girado todo el quehacer evangelizador del P. Ricardo Álvarez: la dignidad perdida, la educación y la salud. 1. Dignidad perdida. El reto del Padre Ricardo era grande. Era preciso y urgente contactar con los grupos humanos existentes en aquellos ríos; grupos zaheridos, perseguidos, maltratados, esclavizados, a quienes se les negaba cualquier beneficio de credibilidad. Ellos eran "criminales", enemigos del progreso, apátridas que obstaculizaban cualquier acercamiento a la unidad nacional. Como consecuencia de ello, la aniquilación de estos grupos suponía "un beneficio" a la añorada integración. Frente a este primer reto, se encontraba el más importante: devolver a los nativos los derechos perdidos, especialmente el derecho a su identidad, a ser respetados en el entorno de sus ríos y con absoluta paz para sus familias. Por ello luchó infatigablemente Ricardo, para devolver al nativo sus derechos como personas, como grupos y como familias étnicas. La defensa del P. Ricardo en favor de los derechos humanos de los nativos y la defensa de su dignidad, tuvo la virtualidad de unir para siempre dos culturas, dos identidades, dos evangelios, dos derechos, dos realidades. El resultado fue el nacimiento de una liberación en el sentido más genuino, más humano y más cristiano: la liberación de una humanidad asequible para los habitantes de las dos orillas; porque las culturas se reducían a una auténtica, el evangelio era común, los derechos confluían en el hombre, único e irrepetible, y las realidades gozaban de una fuente común que alimentaban multitud de gentes nativas en ríos amigos. La denodada lucha emprendida por el P. Ricardo a favor de la dignidad de los hijos de la selva tiene fiel reflejo en todos sus escritos. La defensa del "Nativo", que el P. Ricardo ha realizado durante toda su trayectoria misionera, la podemos comparar

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con los esfuerzos que Bartolomé de las Casas y Antonio Montesinos hicieron a favor de los "Indios". Aquel grito de Fray Antonio Montesinos en 1511 en defensa de los indios: Estos, ¿no son hombres? ¿No tienen ánimas racionales? ¿No sois obligados a amallos como a vosotros mismos? ¿Esto no entendéis? ¿Esto no sentís? ¿Cómo estáis en tanta profundidad de sueño tan letárgico dormidos?, conmovió la nueva tierra descubierta y resonó en Europa, con enorme eco en las sociedades emergentes de aquellos años. Y el P. Ricardo, desde su sencillez y apasionada defensa, ha vuelto a escribir páginas que quedarán grabadas en la historia de las misiones. Desde su amplia trayectoria, sus escritos, los foros nacionales e internacionales, reconocido como uno de los más connotados estudiosos de las sociedades amazónicas, asesor de múltiples instituciones y Federaciones Indígenas ha alzado su voz para decirnos que los hijos de la selva tienen unos derechos, una dignidad, unos valores que no podemos enterrar. Ellos, los hijos de la selva, tienen una voz que no debemos desoír. 2. Educación. Una de las grandísimas preocupaciones de los misioneros se centró en el campo educativo. Debían ofrecer a las familias de los grupos étnicos la posibilidad de una educación acorde con la realidad nacional existente. Desde el comienzo de nuestras misiones (año 1902) la educación fue tema prioritario. Prueba de ello fueron las primeras escuelas y colegios que abrieron los misioneros: Ccosñipata y Chirumbia (1902), San Luis del Manu (1908), San Jacinto en Maldonado (1910), Colegio de mujeres Santa Rosa en Maldonado (1915), Santa rosa en el Tahuamanu (1916), Koribeni (1918), Pantiacolla (1921), Lago Valencia (1930), La Inmaculada en Quillabamba (1933), El Pilar (1947), Sepahua (1948). El año 1953, Monseñor Javier Ariz tuvo una entrevista de singular importancia con el Sr. Ministro de Educación, fruto de la cual se crea un proyecto educacional para la región del Bajo Urubamba. La Resolución decía así: 1) Establézcase, a partir del 1 de noviembre del presente año, el Grupo Móvil de Educación Fundamental de la Selva que tendrá como Sede la Misión "El Rosario" de Sepahua y atenderá la educación integral de los habitantes del Departamento de Madre de Dios, del Purús y del Alto y Bajo Urubamba. 2) La Educación Rural quedará encargada de asegurar el fiel cumplimiento de la presente Resolución. El día 5 de setiembre, a instancias del P. Francisco Alvarez, fueron enviadas a Sepahua las primeras profesoras misioneras seglares: Olga Zúñiga y Elvira

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O L U C Í T R A Rojas. Salieron de Lima acompañadas del P. Miguel Matamala, Fray Jaime Mateos y Fray Antonio Ochoa. Les esperaban en Sepahua Monseñor Ariz, P. Ricardo Álvarez y Fray Valeriano Merino. Fue el comienzo del desarrollo educacional en el río Bajo Urubamba. La Misión Sepahua tenía una escuela. Posteriormente se creó el Colegio Secundario, dependiente, en un principio, del Colegio Santa Rosa de Puerto Maldonado. Poco a poco fueron estableciéndose en toda la región escuelas y Colegios: Sepa, Kirigueti, Timpía, Maldonadillo. Hoy todos ellos cuentan con escuela y Colegio secundario. Pero Sepahua anhelaba más. Por fin, después de largos años pudo crearse el Instituto Superior Tecnológico. Para atender las necesidades del alumnado del río Bajo Urubamba se erigieron, en Sepahua, dos Residencias para jóvenes, una para varones y otra para mujeres. Si a ello añadimos los dos internados presentes en Sepahua para alumnos de Secundaria, podemos afirmar que el proyecto educativo avanzaba de forma inexorable por toda la Región del Bajo Urubamba. El tesón del P. Ricardo en el terreno educativo fue a más. Así pudo enviar estudiantes a Lima a fin de conseguir carreras profesionales en diversas especialidades como Derecho, Medicina, Mecánica, etc. Hoy, Sepahua, aparece como baluarte de una educación al servicio de los hijos de la selva. 3. Salud El campo educativo ha sido vital para el accionar del misionerismo seglar en nuestra misión. Junto a ello, la salud fue siempre la otra gran prioridad. Desde los primeros años de fundación de nuestro Vicariato hubo en todos los Puestos Misionales botiquines para atención en los primeros auxilios. Incluso llegó esporádicamente personal de salud a atender emergencias.

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La atención sanitaria comenzó a cobrar importancia a partir de la fundación de la Asociación de Misioneros Seglares. Nombres que quedarán para siempre en nuestra memoria: Dr. Francisco Onaindía en el río Bajo Urubamba (1954); Dr. Arturo González del Río (1954) quien estuvo, como médico, 18 años en el Madre de Dios; Dr. Cabo Ramón (1957) en el río Bajo Urubamba; Dr. Jesús Valentín (1958) en Quincemil; Dr. Eduardo del Pino y señora Dra. Rosa del Pino (1959), quienes estuvieron cinco años en el río Purús. Fueron profesionales en salud que nos dejaron pautas para un posible trabajo integral y organizado en todo el Vicariato. El Hospital de Sepahua Uno de los grandes anhelos de la Misión de Sepahua fue la creación de un hospital, capaz de atender las necesidades de los moradores, no sólo de Sepahua sino del río Bajo Urubamba. El año 1981, por iniciativa de Monseñor Juan José Larrañeta y el Dr. Manuel Martín se inician las obras del Centro de Salud Nuestra "El Rosario" de Sepahua. El P. Ricardo Álvarez, superior de la Misión, asignó el terreno donde se construirían los ambientes necesarios. En breves líneas expongo los detalles más significativos: Infraestructura: Sala pediátrica, quirófano, Sala de curas, consultorio, Farmacia, Laboratorio, sala varones, sala de mujeres, lavandería, Sala de Rayos X, almacén, lavabo, vestuario, despensa, Hall de entrada, baños exteriores, tanque elevado y pozo de agua. Equipamiento: Motor de luz, quirófano, Rayos X, Mesa quirúrgica, camillas, baño maría, mesa ginecológica, Microscopios, Vitrinas, Equipo de energía solar, instrumentos de cirugía, electrobomba, motor de río, esterilizadora, balanzas, probetas, instrumental de histerectomía abdominal, instrumental de parto, traqueatomía, curetaje, Cesárea, especial de estómago, especial de vesícula y vía biliares, adicional de histerectomía vaginal, etc.

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Proyecto de Salud de la Amazonia Peruana (PISAP)

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Instituciones que han colaborado con la financiación: Acción Cuaresmal Suiza, ADVENIAT Alemania, MISEREOR Alemania, CAFOD Canadá, BruselasMontreal Canadá, Secretariado de Misiones (Madrid), Amigos de Navarra (España), Caritas Suiza.

En agosto de 1992 comienza el Proyecto de Salud. Debo notar la dedicación total que pusieron el Dr. Pep Rullán, Dr. Fernando Carbone y todo el equipo de salud del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado. El Proyecto fue financiado bajo los auspicios de Médicus Mundi Navarra con la colaboración del Gobierno Español (AECI) y el Gobierno de Navarra. Se crearon Postas médicas, Consultorios y Centros de Salud, y junto a ello se trabajó incansablemente en la formación de promotores de salud. Se pretendía que cada comunidad, por pequeña que fuese, tuviera un botiquín, debidamente equipado, y contase con su propio promotor. Promocionando al personal autóctono se pretendía: mejorar la situación maternoinfantil, controlar de manera especial las enfermedades más prevalentes en las zonas (IRA, EDA, TBC, leshmaniasis, parasitosis, malaria, desnutrición, etc.), mejorar la nutrición y la salud bucal, construir y conservar letrinas por familias. El trabajo en salud fue integral, conjuntado, armonizado y coordinado con el Ministerio de Salud del Perú. Hay que recordar a los doctores: Manuel Martín, Pep Rullán, Milagros Alonso, Arturo Gross, Rocío Fernández de Gross, María Jesús Chocarro. Así mismo menciono a las enfermeras: María Jesús Rodríguez, Marcelina Sánchez, María José Iriarte de Rullán, Magdalena Fernández, Teresa Sagaseta y Almudena Barcala, laboratorista, esposa del Dr. Manuel Martín. Los resultados están siendo altamente satisfactorios. El personal extraditado ha sido ya sustituido por personal peruano, tal como estaba señalado en los grandes objetivos del PISAP. Poco a poco fueron atendiéndose profesionalmente zonas como: Shintuya, Sepahua, Kirigueti, Timpía, Koribeni, Quellouno, Quillabamba y Maldonado Hoy el Proyecto de Salud ha sido peruanizado gracias a todos. Especial importancia han tenido los Doctores Fernando Carbone y Gerardo Palacios quienes han contribuido al fortalecimiento de la salud de todo nuestro Vicariato. No cabe duda que, en el terreno de salud, Sepahua ha sido y es la capital del río Bajo Urubamba. El P. Ricardo ha sido protagonista y testigo fiel de todo este acontecer.

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Padre Ricardo Álvarez

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Johan Leuridan Huys, O.P.

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Llegué a conocer al Padre Ricardo Álvarez Lobo por motivo de la problemática que surgió entre la Universidad san Martín de Porres y la Orden de los dominicos por el año 1992. La Provincia San Juan Bautista nombró al padre Ricardo como miembro de una Comisión que debería intervenir y dirigir la Universidad. Junto con el padre Juan Bautista Lassege, él me invitó para conversar al respecto de la situación mencionada. Desde esta fecha hemos mantenido contacto a pesar de que me criticó alguna vez en un canal de televisión por mi posición frente a la problemática. Él me hablaba de sus estudios científicos, del centro de investigación sobre la cultura de los pueblos de la selva y además tenía interés en crear una facultad de teología en la Universidad. Las circunstancias no eran favorables para concretar este último proyecto. Logré algunos apoyos para su trabajo científico. El me hizo llegar los numerosos libros que escribió y que eran fruto de sus largos años de misionero y de científico social. También llegó a ocupar una cátedra en la Escuela de Postgrado de Psicología. Es admirable y de gran aprecio su vida de dominico dedicado a la pastoral y al estudio. Él era uno de los pocos sacerdotes de la Iglesia peruana que tenía presencia en la vida intelectual del país. La obtención de su doctorado en la Universidad La Sorbona de Paris fue otra prueba de sus conocimientos excepcionales de los pueblos con quienes vivía. Ricardo es sin duda un ejemplo para los jóvenes dominicos. Su disciplina mental y moral no le permitía caer en las modas ideológicas del momento ni postergar la importancia de su trabajo pastoral. En la última presentación de su obra intelectual en el Convento Santa Rosa, donde me invitó como comentarista, él hacía una clara distinción entre su trabajo como científico social y como sacerdote. Era un verdadero científico pero al servicio de la Iglesia.

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Dr. Ricardo Álvarez, antropólogo

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Rafael Alonso Ordieres Centro Cultural José Pío Aza

Que duda cabe, hablar con el P. Ricardo, o hablar de él, ha sido siempre hablar de antropología. O al menos eso me ha ocurrido a mí, y con mayor intensidad durante estos últimos años. Es claro que en la figura de nuestro querido misionero encontramos múltiples facetas (sacerdote, religioso dominico, misionero, hombre apasionado por la amazonía, indigenista…), pero más allá de percepciones personales si deseamos acercarnos a sus múltiples escritos, los análisis antropológicos ocupan un lugar especialmente destacado. El P. Ricardo escribe y publica desde 1953 hasta el año 2013, es decir, a lo largo de sus 60 años de vida misionera, abarcando una enorme diversidad de temáticas, siempre referidas a realidades amazónicas. Ha publicado aproximadamente 20 libros (incluyo los tres volúmenes de Slopa en donde recogen gran cantidad de artículos de su autoría correspondientes a la década de los 80), y según mi recuento ha escrito un aproximado de 170 artículos publicados en diversas revistas y boletines. Durante los años 50 y 60 destaca por realizar estudios de carácter etnográfico, que son publicados en la Revista Misiones Dominicanas, y tras realizar estudios de antropología en París sus publicaciones abandonan la etnografía para adentrarse en análisis antropológicos referidos a realidades que van surgiendo en el contexto amazónico, especialmente en su campo de misión. En esta profusión admirable de escritos, cabe destacar los artículos publicados en la Revista Antisuyo, y entre sus obras monográficas, sin duda la de mayor relevancia es el libro titulado TSLA. Etno-historia del Urubamba y Alto Ucayali, publicado en 1984, justamente en una época en que los estudios etno-históricos estaban especialmente de moda, aunque en el caso del P. Ricardo, los estudios etnohistóricos, junto con los de antropología misionera, son los que ocupan un lugar especialmente relevante y configuran las líneas transversales más destacadas de todos sus estudios.

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Tras esta breve introducción acerca de la producción bibliográfica del Dr. Ricardo Álvarez, la cual espero completar más ampliamente en una ocasión posterior, es objetivo de este breve artículo conocer las líneas fundamentales del pensamiento antropológico de Ricardo. No es mi objetivo plasmar aquí sus opiniones sobre los temas más importantes que en la amazonía se han ido dando a lo largo de las últimas cinco décadas, y que Ricardo vivió personalmente como misionero, sino que se trata solamente de elaborar un primer esbozo sobre los ejes más destacados del pensamiento antropológico de Ricardo.

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Este intento, parte de una primera pregunta básica: ¿Podemos encontrar en el Dr. Ricardo, en cuanto antropólogo, un pensamiento antropológico propio? Si hablamos de amazonía, la respuesta, sin duda alguna, es SI. Es decir, en Ricardo podemos encontrar unos lineamientos originales de pensamiento antropológico amazónico. No se puede negar que son evidentes las influencias de diversas escuelas antropológicas, pero en su aplicación al contexto amazónico, el Dr. Ricardo no solamente ha logrado crear líneas de pensamiento propias y originales, sino que además las ha sabido mantener en el tiempo, de modo que los principios fundamentales de su pensamiento, plasmados inicialmente en los artículos de la revista Antisuyo (década de los años 70), se mantienen prácticamente en su totalidad en los artículos publicados en los últimos años de su vida, aunque lógicamente aplicándolos a realidades diferentes. Lamentablemente, Ricardo no ha sido nunca un intelectual académico, no se ha dedicado apenas a la docencia universitaria, y menos aún como antropólogo, con lo cual no será posible encontrar discípulos o seguidores suyos en el campo antropológico capaces de sistematizar sus líneas de pensamiento. Pero su forma de pensar y sus planteamientos teóricos han calado profundamente en la ideología misionera amazónica, y hasta el día de hoy podemos encontrarla presente en múltiples acciones misioneras en el campo amazónico. Algo curioso, pues el pensamiento antropológico del Dr. Ricardo chocó frontalmente en los años 70 con la ideología y acción misionera dominante en el Perú, pero décadas después muchos de esos mismos planteamientos están siendo aceptados y puestos en práctica con total normalidad. A modo de ensayo inicial, pretendo destacar cinco ejes fundamentales en el pensamiento antropológico del Dr. Ricardo, los cuales serán aplicables a múltiples realidades y que permanecen continuamente en el trasfondo de sus análisis. 1. Estructuralismo vs. Funcionalismo: Confrontación clave para comprender el pensamiento antropológico de Ricardo. Estas son las dos grandes escuelas que han dominado el pensamiento antropológico europeo a lo largo del siglo XX. Dos escuelas que han protagonizado un fuerte antagonismo, del que no ha sido ajeno Ricardo, y en el que se ha mantenido imbuido a lo largo de toda su vida como antropólogo. Quien desee comprender el pensamiento indígena de Ricardo deberá conocer a fondo esta polémica. El

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estructuralismo (que tiene su origen en las ciencias lingüísticas con Saussure, pero que en el campo antropológico fue desarrollada por Claude Lévi-Strauss) es la escuela en la que se nutre Ricardo, línea de pensamiento que se desarrolla a partir de la escuela etnográfica francesa. No es extraño que así sea, ya que LéviStrauss fue su maestro y profesor en París, al que seguirán otros de gran importancia en el mundo antropológico, entre los cuales destaca Maurice Godelier (asesor de la Tesis de doctorado de Ricardo). En oposición tenemos la escuela inglesa del Funcionalismo, que parte de los estudios de Durkheim y en el contexto antropológico se desarrolla con destacados autores como B. Malinowski y A.R. RadcliffeBrown. Pues bien, sin entrar en mayor detalle sobre el pensamiento desarrollado por estas dos escuelas, lo que me interesa destacar es que Ricardo ha sido siempre un estructuralista convencido y confeso, de modo que todos sus análisis y estudios antropológicos poseen un trasfondo estructuralista permanente. Y la confrontación entre ambas escuelas están tan presente en sus estudios, que cuando Ricardo desea desestimar o cuestionar algún tipo de planteamiento o acción (en cualquier contexto: misionero, antropológico, de planificación, desarrollista…) no duda en calificarlo como "Funcionalista". Esto puedo encontrarse plasmado de forma muy amplia y frecuente en los artículos que escribe en los años 70 y que son publicados en la revista Antisuyo. Fruto de esta influencia estructuralista es la dedicación antropológica del Dr. Ricardo a temas como la familia, el parentesco, el pensamiento mágico (a partir de mitos, leyendas…), el dinamismo de las culturas y otros elementos teóricos frecuentes en sus estudios como los que se presentan a continuación. 2. Dinamismo de la cultura indígena Es uno de los principios antropológicos más recurrentes de Ricardo, y que podemos encontrarlo presente en la mayoría de sus estudios. Podemos resumirlo en sus propias palabras: "La religión y la cultura indígena, por más primitivas que se las considere, son activas, no pasivas ni conformistas, y desarrollan sus capacidades creando nuevas formas de vida, frente a las presiones del exterior". Este principio antropológico, Ricardo lo aplica a múltiples contextos y situaciones, pero aparece especialmente plasmado cuando analiza temas específicos como el de los pueblos indígenas en aislamiento, la validez de la evangelización misionera o los cambios históricos vividos en la amazonía. En el campo de la actividad

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misionera, aplica este principio para mostrar la "potencialidad activa de las culturas indígenas para asumir la fe a partir de sus propios esquemas y la capacidad del Evangelio para penetrar en las culturas".

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También destaca la aplicación de este principio al campo de la etno-historia, tan ampliamente estudiado por Ricardo, y que él normalmente denomina "creatividad indígena". A partir de este principio, Ricardo demuestra la capacidad creativa de los pueblos indígenas para hacer frente a los múltiples, y en algunos casos dramáticos, cambios y transformaciones vividos por los pueblos amazónicos a lo largo de la historia, capacidad que les ha permitido sobrevivir al paso de los siglos sin perder sus signos de identidad. De forma magistral, lo aplica al tema de las relaciones de producción y de parentesco primitivas en contraste con las ideologías socio-económicas dominantes (ver su artículo "Formación del mercado capitalista en la Amazonía peruana del alto Ucayali", 1988). 3. Relaciones panindígenas y panselváticas Si bien se trata de una teoría ampliamente desarrollada por Ricardo en sus estudios históricos, luego tiene amplia aplicación en diversas temáticas actuales. Ampliamente desarrollado en su libro TSLA y en algunos artículos de la Revista Antisuyo, con estos principios antropológicos, Ricardo ha buscado siempre demostrar que las sociedades indígenas amazónicas nunca han permanecido aisladas ni encerradas en sí mismas, sino que históricamente han demostrado que su supervivencia cultural se ha basado justamente en las relaciones desarrolladas con el exterior. Si bien la aplicación de esta teoría al desarrollo de la historia amazónica ha sido ampliamente aceptada, sin embargo cuando se ha aplicado a realidades actuales ha entrado en notorias confrontaciones, aunque quienes más lo cuestionan curiosamente no son siempre los antropólogos, sino aquellos que se hacen presentes en la amazonía desde otros intereses, sobre todo de carácter conservacionista. Es a partir de este principio que el Dr. Ricardo busca demostrar que la identidad indígena amazónica tiene validez en sus relaciones interétnicas e interculturales, de modo que el aislamiento, no solamente es algo totalmente contrario a la identidad cultural, sino que se constituye en la mayor amenaza de supervivencia física y cultural de los pueblos amazónicos. 4. Pastoral Misionera: Aplicación del Método comparativo Constituye otra de las constantes en los planteamientos antropológicos aplicado por Ricardo a la pastoral misionera amazónica. El P. Ricardo ha mostrado siempre una profunda admiración por Bartolomé de Las Casas (al que no duda en calificar como "genio"), a quien considera como el creador del método antropológico comparativo, el cual permite demostrar que las culturas indígenas americanas no tienen nada que envidiar a las grandes culturas de la humanidad y poseen, en grado sumo, todos los elementos de una cultura altamente desarrollada. Ricardo considera que este método es especialmente aplicable a la

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pastoral misionera, de modo que debe constituirse en el "manual" que permita a todos los agentes no indígenas conocer y respetar las instituciones, organización y derechos de las culturas indígenas. Lo expresa claramente en estas palabras: "Los indios no se definen por ser infieles ni bárbaros, sino por ser personas inclinadas por naturaleza a desarrollar su cultura". A partir de este principio, Ricardo ha desarrollado en múltiples artículos una visión muy particular de los procesos de inculturación. Lo expresa de este modo: "No se crea que la inculturación se da solamente en una dirección, en la que una cultura superior absorbe a otra inferior. La verdadera inculturación es la que se da entre dos culturas, de igual a igual, en diálogo permanente, en paz, no en el conflicto". Excelente resumen de lo que es la "interculturalidad", escrito en 1999 cuando aún el término no estaba en boga. Qué duda cabe que muchos planteamientos de Ricardo se adelantan al tiempo. 5. Cambio de paradigma Por último, deseo hacer referencia a uno de los planteamientos más utilizados por Ricardo en los últimos años y que él resume en este epígrafe. Es una idea que comienza a plantear a partir del año 2009, con su obra “Sepahua. Viviendo la esperanza”, y que luego amplía en un artículo publicado en el Boletín Misioneros Dominicos. Aunque se trata de un principio antropológico planteado a partir de un análisis de carácter histórico, luego lo aplica a diversos contextos temáticos. Se resume en la siguiente frase: El indígena amazónico ya no puede ser considerado como alguien que no puede, no sabe y no es capaz. Ahora sí puede, si sabe y sí es capaz. Y las consecuencias de este planteamiento, Ricardo las expresa en este párrafo: "El cambio del concepto de indígena obliga a las personas e instituciones interesadas en el desarrollo de las sociedades nativas, a aceptar la nueva realidad y a cambiar de paradigma. Los indígenas nativos, como todas las instituciones y grupos de interés presentes en la amazonía deben aceptar que ya no pueden tratar al indígena amazónico como personas de tercera categoría ni tampoco ser considerados como no integradas a la nación con todos los derechos ciudadanos". Este principio, que hoy en día a primera vista pudiera parecer muy evidente, en la práctica no lo es tanto, y Ricardo buscará, a través de él, enfrentar expresiones de marginación y "paternalismo tutelar" que aún se mantienen vigentes, tanto en políticas de estado como en planteamientos referidos al desarrollo. Como él mismo explica, "este nuevo trato constituye una revolución, que obliga a revisar desde el etnocentrismo y racismo hasta los sistemas de educación, promoción y evangelización".

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En conclusión, este es solo un resumen de los principios básicos que constituyen el pensamiento antropológico creado y desarrollado por el P. Ricardo. En el momento presente nos encontramos preparando una publicación póstuma, en la cual deseamos dar a conocer los artículos y conferencias que no han sido editados en sus libros. En dicha publicación, esperamos presentar un amplio estudio introductorio en el que se desarrollen con mayor amplitud y profundidad los ejes fundamentales del pensamiento antropológico del sacerdote y antropólogo Ricardo Álvarez Lobo.

P. Ricardo autografiando su libro “Sepahua: viviendo la esperanza”

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SÍ SE PUEDE Dr. Manuel Martín Fernández Misionero Seglar, Médico de Familia León, España

Es el clamor de la ciudadanía de esta vieja Europa. Multitudes de mujeres y hombres anhelamos un cambio en nuestra sociedad, una sociedad que a si misma se llama "desarrollada" y que hoy se ve presa de ese "desarrollo" construido tantas veces a costa de los más vulnerables. Conocí al P. Ricardo a finales de 1981. El entonces presidente de la República Peruana Arquitecto Fernando Belaunde nos había donado un avión Hércules, unas 20 toneladas, de cemento para la construcción del Hospital y tenía interés de conocer personalmente la misión de Sepahua, así lo hizo en aquellas fechas; Almudena y yo fuimos invitados y volamos en el mismo avión hasta la misión. Siempre he tenido santa envidia de algunas facetas de la vida de los sacerdotes, y una de ellas es la de poder predicarle a todo aquel que se ponga al alcance. Aquel día celebramos misa en la iglesia de Sepahua y Ricardo, superior de la misión, predicó al presidente Belaunde: "Señor presidente nosotros sí podemos". Han pasado más de 30 años y esas palabras resuenan en mí continuamente. Sí podemos, Ricardo con su vida lo ha demostrado y muchos a su lado también. Sí se puede, sí podemos, cada uno puede trasformar una pequeña o minúscula, o a veces más grande porción del mundo en el que vive, Ricardo nos enseñó a no renunciar a ello. Con sus luces y sus sombras, como cada uno de nosotros, vivió apasionadamente su existencia. Como Pablo sentado a los pies de Gamaliel, aprendí mucho de él aunque he de reconocer que muchas veces no conseguía entenderle hasta bastante tiempo después. Me gusta definirle en cuatro de sus facetas más significativas que en una simbiosis increíble podrían explicar quién era: Ricardo era un paisano asturiano a medio camino entre la mina y las vacas, un fraile dominico que estudió la Teología de Salamanca en los años cuarenta y cincuenta, un antropólogo parisino de los sesenta y por último era tal su identificación con los nativos que se le conocía como "el piro" en referencia a la etnia piro la más numerosa de la misión de Sepahua.

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El paisano asturiano tenía debilidad por las vacas, años y años peleando por mantener una ganadería que apenas nos permitía comer carne un par de veces al año; si la mortalidad infantil era terrible no lo era menos la de los terneros y la ganadería no progresaba. Tengo grabada la imagen de cada niño que vi morir y también la de los terneros con disentería, esfumándose lo que debería ser una garantía alimentaria para todos. Y no sólo los terneros, también las vacas despeñadas por un barranco o mordidas de víbora se perdían. Era tal su entusiasmo que llegó a importar un semental de pura raza brown swiss para tratar de mejorar el rendimiento de unas vacas ariscas que no suscitaban mayor interés en los nativos. También había envidias y en un gesto de vandalismo alguien le dio un machetazo al toro en la raíz del rabo que quedó colgando de un pingajo de cuero, Ricardo llegó a casa sofocado como si de cualquier otra urgencia se tratase pidiéndome que le cosiera el rabo al toro, yo tenía miedo de aquel bicho al que costó muchísimo dormir para que se estuviera quieto y yo tranquilo. Al final, después de varias semanas, Ricardo me decía "el besheco ya mueve el rabo" y yo le respondía burlonamente "sí a favor del viento". El fraile dominico era singular, tan avanzado en algunas cosas y tan conservador en otras, en éstas era en las que más chocábamos. Almudena y yo llevábamos años de estrecha relación con el estudiantado de San Esteban primero y Sotomayor después, comenzamos a participar en la misa de jóvenes en el coro de San Esteban en 1973 y nos casamos en la capilla de Sotomayor en 1980 muy arropados por aquella comunidad; tanto con estudiantes como con un buen grupo de profesores jóvenes teníamos bastante familiaridad y compartíamos la fe en unas celebraciones algo apartadas de la liturgia tradicional, nuestra propia boda así lo fue. Cuando llegamos a la misión con 24 y 25 años nos encontramos con una liturgia "de libro" que nos costó años en cambiar siquiera puntualmente. La iglesia de Sepahua es grande, el presbiterio está sobreelevado unos escalones y tiene un altar hecho de un tronco de shihuahuaco gigantesco, que para una celebración solemne y predicarle al presidente está bien, pero que para nuestra cotidiana celebración de 10 ó 12 personas distancia mucho. Nosotros queríamos tener de vez en cuando una celebración más íntima y menos formal, celebrar la Eucaristía por la noche después de acostar a las internas e internos y a nuestros hijos, y sentarnos todos alrededor de una mesa al mismo nivel. Ricardo decía "pero que empeño tenéis en celebrar la misa debajo de la escalera", aún así cedió y por un tiempo celebramos gozosamente de vez en cuando aquella misa debajo de la escalera. Un nativo piro de edad media que se había ido a la chacra, una hora de canoa río Sepahua arriba, cogió el paludismo y sobre éste una neumonía, estaba muy grave y la familia mandó avisar al padre Ricardo quién me avisó a mí y fuimos a verle. La situación era crítica había que llevarle al hospital de la misión pero no aceptaron por más que tanto él como yo tratamos de persuadirlos. A los dos días falleció y ahí

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sí, lo trajeron a la misión dándoseles las tablas para el ataúd como era costumbre. En el funeral Ricardo estaba tan enfadado que dijo una de sus memorables sentencias tan útiles en otras muchas facetas de la vida: "y el próximo que se muera por gusto que no venga a pedir tablas". Con Leona la situación fue todo lo contrario. Leona era una de las ancianas tatarabuelas fundadoras de la misión que todavía vivía sola con una bisnieta. Cogió una gastroenteritis con vómitos y diarreas muy copiosas deshidratándose rápidamente. Avisaron a Ricardo no a mí pero él se plantó y dijo que él no iba si no iba yo, aceptaron y fuimos los dos. Al llegar el panorama era desolador Leona se estaba muriendo y tampoco quería venir al hospital de la misión, tratamos de convencerla y se negaba. En un momento dado a la pregunta de porqué no quería venir respondió a través de la bisnieta que no quería venir porque se iba a cagar en mis sábanas blancas. Hay veces que encontrar la palabra adecuada puede ser la diferencia entre la vida y la muerte, yo ya había aprendido algo del quehacer de Ricardo y como por inspiración suya me salió: "dile a tu abuelita que yo tengo muchas más sábanas de las que ella pueda cagar"; fue mágico la subimos en la canoa la llevamos al hospital y tras un par de días de rehidratación endovenosa se salvó. Para los nativos Ricardo, y con él el resto de los misioneros, era presencia evangélica probablemente sin que fueran muy concientes de ello y a la vez manifestándolo con una rotundidad admirable como una vez nos dijeron: "eso de Dios Padre algo de verdad será porque estos (los frailes y las monjas) viven aquí como si fuesen nuestros hermanos". Y con respecto a nosotros cuando ya llevábamos un tiempo en la misión expresaban que lo nuestro tenía que ser bueno "porque os ha traído el padre Ricardo", cosa que no era cierta pero que para ellos era una garantía. Entre misioneras y misioneros hemos conocido muchísimos ejemplos de austeridad y desprendimiento, Ricardo era uno de ellos. Para sí mismo vivía una sobriedad espartana, salvo algún libro creo que no le vi nunca darse un gustazo material, ni en la comida, ni en el vestir, ni en su habitación… Al contrario para los nativos, podría casi decirse que era todo desprendimiento, al punto que algunas veces nos enfadamos con él de cómo los engreía.

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El antropólogo parisino siempre fue de la mano del nativo piro que llevaba dentro y ambos injertados en el fraile dominico de origen asturiano. Era una persona muchas veces inabarcable tan pronto llano y sencillo como de repente docto y erudito, le gastábamos bromas diciéndole que no dejaba parar un minuto "la chocolatera", lleno de entusiastas proyectos de futuro en favor de los nativos.

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Nuestros inicios a su lado no fueron fáciles, para empezar no le entendíamos mucho, no éramos más que dos jóvenes universitarios "urbanitas" españoles aterrizados en medio de la amazonía con mucho corazón y una buena preparación profesional, pero también con mucha ignorancia sobre el reto que acabábamos de asumir.

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En esos primeros desencuentros hubo uno trascendente del que todos aprendimos y que pasaría a ser uno de los pilares de la misión. Como decía antes, nuestra presencia en la misión no fue obra suya ni tampoco la construcción del hospital, ambas cosas fueron iniciativa de Monseñor Larrañeta y así enviados por él fue nuestro aterrizaje. El hospital tardó dos años en construirse y durante ese tiempo una sombra de escepticismo planeaba en el horizonte futuro. Almudena multiplicaba su trabajo día a día con el laboratorio en casa, y yo pasaba la consulta en el botiquín de la misión junto a la madre Asunción. Aún así Ricardo no estaba tranquilo. En tiempos pretéritos fue costumbre en algunos grupos indígenas de la amazonía incinerar a los muertos. Con ciertos nativos señalados, con frecuencia ancianos bisabuelos de poco más de 60 años, cuando se preveía su final se los colocaba solos en una choza aparte en la que se iba congregando todo el clan en una especie de velatorio anticipado, cuando por fin llegaba la muerte el rito fúnebre, con más que probables connotaciones sanitarias, incluía prender fuego a aquella choza con el difunto y sus enseres dentro. Ricardo nos decía que estábamos levantando un elefante blanco, que cuando se terminase de construir el hospital y muriese alguien importante dentro o bien le prendíamos fuego o bien nadie querría entrar donde había muerto aquél. Esto en cierto modo nos encogía el corazón, ya llevábamos miles de análisis clínicos y en el archivo del botiquín había más de dos mil historias clínicas y daba miedo que todo se pudiera venir abajo. Pero la propia historia generalmente es más sabia que cualquiera de nuestros razonamientos. El hospital se inauguró en febrero del 2004 y a final de marzo murió uno de los más notable nativos de la etnia piro de aquel entonces. Su cuerpo permaneció varias horas sobre una de las mesas de exploración del hospital hasta que la familia lo recogió, momento en el que procedimos al lavado y desinfección meticulosa de esa mesa de exploración de múltiples utilidades ya que sólo teníamos dos.

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Aquello fue un cambio sustancial en nuestra vida, en la del hospital y en la de la misión. A partir de ahí Ricardo cambió y pronunció algo que anhelábamos con mucha ilusión: "En mi modo de pensar el hospital es parte consustancial de la misión y no tiene sentido sin ella".

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Pues bien, dos días después Almudena se puso de parto, la trasladamos al hospital y en aquella misma mesa de exploración adaptada como mesa ginecológica dio a luz a María Jesús nuestra primera hija. En cuarenta y ocho horas la vida venció a la muerte, la fiesta sucedió al duelo, nadie habló de quemar nada y en lo sucesivo las mujeres vinieron a parir y los pacientes a tratarse sin más miedo ni tabú que cualquiera de nosotros frente a la enfermedad o la posibilidad de morir.

En aquellos primeros años nuestros en la misión, recuerdo como se esforzaba en explicarme a Lévi-Strauss y su obra "Las estructuras fundamentales del parentesco" que a mi tanto me costaba entender. La biblioteca estaba en una de las aulas del colegio de primaria, en ella se trabajaba mucho por el desarrollo de las Comunidades Nativas del río Bajo Urubamba, había una multicopista de aquellas que había que picar un cliché con maquina de escribir y dibujar con un punzón, así se editaba el boletín mensual "Slopa" pionero en los medios de comunicación indígena. Allí mismo fundó el C.E.S.S. (Centro de Estudios Sociales Sepahua), una asociación que se dedica a la investigación integral del área social de la selva y la promoción de proyectos de desarrollo en la áreas educativa, sanitaria, agropecuaria, religiosa, archivos, documentación y publicaciones. Hay cosas que sin vivirlas en primera persona y en presente son difíciles de entender, la que sigue es una de ellas. La misión El Rosario de Sepahua fue el origen de la Comunidad Nativa de Sepahua que logró la armoniosa convivencia de Piros, Amahuacas y Yaminahuas fundamentalmente. Posteriormente se

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estableció en la misma desembocadura del río Sepahua un pequeño grupo de familias colonas procedentes de otras regiones del Perú, y esta convivencia de las familias colonas con la población nativa no era ni mucho menos armoniosa y la presencia de los misioneros era un obstáculo para su estrategia de dominio económico-mercantil hacia los nativos. Para más complicación, a principio de los 80, se establece en el mismo sitio la compañía petrolera Shell y aquello se convierte en una pequeña Babilonia amazónica.

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Hasta entonces la población nativa estaba indocumentada, no había registro civil, no había partidas de nacimiento ni libreta electoral ni documento de identidad alguno; es decir, desde el punto de vista administrativo no existían y no eran sujetos de derecho alguno. Recuerdo haber escuchado en el Ministerio de Salud que para qué iba a ir un médico allá si lo más que había era un puñado de indios.

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Ricardo tuvo una genialidad, por algún sitio había que empezar así que invitó a un registrador a transcribir los libros de bautismo de la misión, en los que ya había tres generaciones, a un libro del registro civil y así conseguir las primeras partidas de nacimiento. Después, como ya había gente, se creó una oficina propia del registro civil, que en un primer momento llevó el padre Joaquín Barriales, y así se regularizó a toda la población. Pero la cosa no quedó ahí, el modelo de comunidad nativa estable con suficiente población para ello y unos servicios educativos y sanitarios eficientes, hizo que Sepahua fuera reconocido en el ámbito administrativo-político como un Distrito lo que implicaba un proceso electoral para nombrar un alcalde. El riesgo de que fuera elegido como alcalde uno de los colonos que ostentaban el poder económico era grande y el futuro de los nativos mucho peor aún. Por otro lado, aunque la convivencia de los distintos grupos étnicos era buena no era fácil encontrar a la persona que los aglutinase a todos salvo… el padre Ricardo, y así de forma espontánea quedó convertido en candidato y primer alcalde de Sepahua. De entrada la figura del cura alcalde no gusta a nadie, pero de manera puramente pasajera para comenzar la andadura como distrito en aquel momento fue la mejor. Hablaba antes de cómo se instaló la compañía petrolera Shell. Ricardo ya tenía experiencia con la Total unos años atrás, pero ahora era diferente, el campamento que llegó a albergar a 800 personas y el campo de aterrizaje estaban en la misma misión. Para empezar antes de que se instalaran los petroleros, la misión medió entre la compañía y la comunidad nativa y así se firmó un acta notarial en la que la comunidad nativa cedía los terrenos necesarios durante el tiempo que fuera preciso a la compañía para sus trabajos de exploración, con el compromiso de ésta de que al finalizar sus operaciones todas las infraestructuras y mejoras realizadas pasarían a propiedad de la comunidad nativa.

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Toda esa década de los 80 duró la fase de exploración de la compañía Shell y ocuparon los terrenos de la comunidad nativa, pero al finalizar dicha etapa y comenzar la retirada no cumplieron con su parte y comenzaron a desmantelar el campamento lo que fue soliviantando los ánimos de la comunidad. El colmo, la gota que desbordó el vaso de la paciencia, fue una vergonzante donación de las botas, la ropa de trabajo y los cascos usados por los obreros que habían trabajado en la compañía. Semejante actitud provocó que al día siguiente de forma pacífica pero firme, las mujeres por tierra y los hombres por el río entrasen al campamento para recuperar lo que les pertenecía. Las mujeres se dirigieron a los dormitorios y a las cocinas cogiendo frazadas y colchones, ollas y utensilios de cocina. Los hombres a los talleres buscando herramientas y pequeña maquinaria. Después nos incorporamos los misioneros para recoger todo aquello que pudiera ser de utilidad, yo mismo fui al servicio médico de la compañía para coger medicamentos y equipamiento sanitario. A los pocos días amanecimos sobresaltados, por la noche habían hecho pintadas en la iglesia, el hospital y el colegio con amenazas de muerte para Ricardo "Muerte a padre Lobo" o "Lobo si no sales morirás". Pasamos unas semanas angustiosas, Ricardo seguía haciendo vida normal, en el colegio o en la iglesia lo teníamos localizado, pero luego él seguía yendo por las casas y las cocinas de las familias como hacía siempre y en cuanto le perdíamos la pista nos preguntábamos unos a otros preocupados. Pasó el tiempo y no hubo más consecuencias todo quedó en aquellas amenazas. Después sí hubo en la misión una reunión de alto nivel con representantes de la Shell, políticos, militares, el obispo y nosotros los misioneros en la que se analizó serenamente lo que había pasado y el reconocimiento por cada parte de sus propias responsabilidades. Sí se puede. Ricardo pudo transformar esa pequeña región amazónica y ayudarnos a otros muchos a hacer lo mismo. Recuerdo una clase de 6º de primaria con alumnos de siete etnias diferentes algunos de cuyos abuelos se habían asesinado unos a otros, habían robado a sus mujeres y ahogado a sus niños, ahora sus nietos estudiaban todos en la misma aula. Jóvenes nativas de distintos grupos formadas en la misión como auxiliares de enfermería prodigando cuidados a pacientes de grupos tradicionalmente enemigos. Sí se puede estar al lado del que no cuenta y no importa para que cuente e importe lo mismo que tú y que yo. Ricardo con su vida nos lo ha demostrado hasta el final.

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A L B Ú M D E F O T O S

ALBÚM DE FOTOS Tus enseñanzas y amistad siempre estarán con nosotros P. Ricardo en los ejercicios espirituales de los Dominicos en Perú - 2013

P. Ricardo en la presentación de su libro “EL OTRO ES MI ESPEJO” - 2013

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A L B Ú M D E F O T O S

Hermanos del P. Ricardo

P. Ricardo presentó ponencia sobre el diagnóstico de la salud en la Amazonía realizado en el Colegio Médico del Perú - Abril 2011

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A L B Ú M D E F O T O S

P. Ricardo en la FERIA DE LIBRO RICARDO PALMA - 2011

P. Ricardo y Rafael Alonso

P. Ricardo en la presentación de su libro SLOPA - 2009

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A L B Ú M D E F O T O S

P. Ricardo en el seminario EXPERIENCIAS MISIONERAS - 2011 P. Ricardo y P. Rufino

P. Ricardo y P. Luis

P. Ricardo nos acompañó en el conversatorio realizado en la Universidad Ruiz de Montoya - 2012

P. Joaquín García, CETA y P. Ricardo

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A L B Ú M D E F O T O S

P. Ricardo expuso en el Diplomado “Políticas Públicas e Interculturalidad” en la Universidad Mayor de San Marcos - 2011

P. Ricardo en diálogo con laicos misioneros del Perú, OMP - 2011

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P. Ricardo presentando su libro SLOPA a estudiantes de la Universidad Federico Villareal - 2009

P. Ricardo organizó el conversatorio a estudiantes indígenas sobre la LEY DE LA CONSULTA PREVIA - 2012


A L B ร M D E F O T O S

ยกGracias Padre Ricardo!

P. Ricardo con amigas y amigos

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MAYO - JUNIO

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La ordenación fue conferida por imposición de manos de Monseñor Francisco González Hernández, OP. Obispo del Vicariato Apostólico de Puerto Maldonado. Estuvieron presentes el Prior regional Fr. Luis Verde, los frailes del Convento de Quillabamba y los de la casa de Koribeni, así como familiares y amigos del ordenando.

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El pasado 25 de mayo recibió la ordenación diaconal, Fr. Hilario Yucra Arnado, en la Parroquia Inmaculada Concepción de la ciudad de Quillabamba (Cusco), su ciudad natal.

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ORDENACIÓN DIACONAL Fr. HILARIO YUCRA

Felicitaciones Fray Hilario por este nuevo paso en su vocación dominicana y una fructífera labor pastoral donde ha sido asignado.

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Consejo del Vicariato Regional El 25 de junio se reuni贸 en Lima el Prior Regional con su consejo, en dicha sesi贸n se trataron asuntos concernientes a la marcha de los conventos y Puestos de Misi贸n del Vicariato, as铆 como diversos temas y asuntos de gran importancia para la vida de nuestro Vicariato.


Luego de la proyección se dialogó sobre LA LEY DE LA CONSULTA PREVIA a cargo del especialista del CAAAP, el Dr. Fermín Tiwi, abogado Awajún con maestría en Derechos Humanos por la PUCP.

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La actividad se realizó en el Auditorio del Centro Cultural José Pío Aza el día 16 Mayo 2013 a las 6:00 pm

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El Centro Cultural José Pío Aza presentó en sus “Jueves Amazónicos” el Videoforum: LA TRAVESÍA DEL CHUMPI, documental del cineasta Fernando Valdivia.

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Videoforum “LA TRAVESÍA DEL CHUMPI”

Rafael Alonso, Secretario Técnico del CCJPA moderó el videoforum.

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FERIA DE MUSEOS El Centro Cultural José Pío Aza participó de la X Feria "Museos a tu alcance" 2013. Esta actividad fue convocada por la Municipalidad de Lima y la Red de Museos del Centro Histórico de Lima con la finalidad de fortalecer la identidad histórica-cultural en la ciudad capital, Lima. La Feria "Museos a tu Alcance" se realizó el viernes 17 y sábado 18 de Mayo desde las 10:00 a.m. hasta las 6:00 p.m. en el Parque de la Exposición ubicado entre la Av. 28 de Julio y Av. Wilson, Cercado de Lima. Nuestro Museo Etnográfico Amazónico estuvo presente con una muestra etnográfica dinámica y atractiva para que el público asistente pueda conocer y acercarse a la realidad amazónica de una manera didáctica y metodológica. Esta exposición contó con piezas etnográficas, gigantografías, publicaciones y coronas amazónicas de cartón que repartimos gratuitamente. Además, entre las actividades paralelas, presentamos un cuento de "Mitología Machiguenga" interpretado por el grupo de jóvenes clown de la Asociación "Entre payasos" cuya presentación fue de gran atractivo para grandes y chicos.

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Cr贸nica en fotos

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El Museo Etnográfico Amazónico del Centro Cultural José Pío Aza abrió sus puertas en la Noche de Museos, actividad promovida por la Municipalidad de Lima en coordinación con los más de 40 museos de los distritos de Lima, Miraflores y Barranco que participaron esta noche dedicada a la cultura.

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NOCHE DE MUSEOS: “ABRIMOS DE NOCHE”

La actividad se realizó el 24 mayo de 5 pm a 10 pm. Y en nuestro patio central presentamos dos proyecciones audiovisuales: El documental "Terry: La Historia de un niño machiguenga", de Roberto Ábalos OP y el documental "Shipibo: La película de nuestra memoria" de Fernando Valdivia y Claire Odland. El ingreso y guiado fue gratuito para el público asistente.

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Las actividades académicas del Jueves Amazónicos se retomará a partir del mes de agosto con una programación renovada.

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Se tuvo como invitada a la artesana machiguenga Josefina Silvano de la Comunidad Nativa de Camisea (Urubamba-Cusco).

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El Centro Cultural José Pío Aza concluye sus jueves amazónicos con el taller de “Textiles Machiguengas” realizado el 20 junio a las 6:00 pm en el Auditorio del Centro Cultural José Pío Aza.

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Concluye el primer semestre de JUEVES AMAZÓNICOS con taller de “TEXTILES MACHIGUENGAS”

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Cr贸nica en fotos


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CONFERENCIA SOBRE POBLACIONES INDÍGENAS III

Participamos en la Conferencia sobre Poblaciones Indígenas III, realizado en la Facultad de Humanidades de la Universidad Federico Villareal el Viernes 21 de junio. El antropólogo Rafael Alonso Ordieres, Secretario Técnico del Centro Cultural José Pío Aza presentó la ponencia "Recomendaciones para el trabajo de campo en la Amazonía". A la actividad asistieron más de 30 estudiantes de diferentes disciplinas.

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El Centro Cultural José Pío Aza apoyó a la Exposición didáctica sobre etnias amazónicas LA ASHAMAYA SHIJIPIYA realizado en la Escuela Nacional Superior de Folklore José María Arguedas desde el 26 de junio hasta el 02 de julio. Nuestro apoyo consistió en prestar piezas etnográficas de nuestro colección para que los estudiantes puedan conocer el aporte cultural de nuestra sur oriente peruano.

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APOYO EXPOSICIÓN DIDÁCTICA SOBRE LAS ETNIAS AMAZÓNICAS

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En dicha actividad también se proyectaron los documentales de nuestra misiones realizados por Televisión Española (TVE) en Mayo del 2009.


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Ocurre en el Colorado

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Fr. Pablo Zabala, OP Misión Colorado

Cetapo Yo siempre lo escribía Setapo, que más bien era se tapó, pues el relave de la minería va sepultando barrios y pueblos, pero al subir al carro de Chibolo en su parabrisa estaba el letrero con letras grandes y negras CETAPO. Claro que en esta tierra no se distingue s, c y z a la hora de pronunciar, de ahí que al escribir también las intercambian. Para el cumpleaños del alcalde se presentó con el maestro de obra y mientras devorábamos el chancho al horno, fuimos hablando. Como la fiesta se alargaba dio tiempo para hacer un contrato en que Chibolo se comprometía a conseguir de los mineros el material y yo a conseguir el dinero para pagar la mano de obra de la capilla en esa comunidad. Quedamos en que el sábado me recogía a las 12 de mediodía en casa del Pelacho en Delta 1, antiguo habitante de Cetapo y tenía ganas de visitarlo acompañándome. Por la mañana de ese sábado 15 de junio, llega temprano Condorito diciendo que el alcalde estaba en Maldonado y le encargaba me transmitiera el mensaje de que el carro de Chibolo estaba en el taller y no podía venir a recogerme. Inútil ir a Delta para no ir a Cetapo. No obstante, yo llegué madrugador con una carga de alumnos de nuestro albergue de Colorado que aprovechaban para felicitar a sus papas por el día del Padre. Con la moto el Pelacho me llevó a una altura minera despejada, a la orilla del río, donde pudimos hablar con celular y concretar el plan. Él no se atrevía a hacer de guía ya que no conocía el camino, que suele cambiar a menudo. Yo menos podía lanzarme a la buena ventura.

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Decidimos que yo saliera en los carros de turno hacia Huepetuhe donde él me esperaba y con su carro arreglado, a las 3 de la tarde, me llevaría a Cetapo con los demás pasajeros. Al pasar pudimos contemplar el sitio donde mataron a Carlos Benavente, por sólo dos kilos y medio de oro y por el que hicimos una misa con sus amigos el domingo anterior. En Delta hemos comprobado el avance de la capilla, estamos comenzando la segunda etapa, un pabellón de 27 m de largo, por 4 de ancho y 5 de alto, donde estará la sacristía en el centro y dos salones laterales para catequesis, comedor, albergue... Como los cimientos se tragan harto material hemos visitado algún amigo que han colaborado con unas 90 bolsas de cemento, los mineros más bien esperan a después de la fiesta del padre, si algo queda de saldo. Minas hay tipo prehistórico mientras que en otras doña formalización les está obligando a hacer sus casitas decentes, cocinas algo dignas, baños, tanques de combustible de verdad… Nadie se niega a colaborar, sienten como un deber el aportar a esta tierra de la que sacan el oro. Todos esperan igualmente que se pueda hacer albergue donde puedan dejar a sus hijos con la tranquilidad de que van a estudiar y formarse mejor. A las 11 salimos y en 3 horas de tumbos y retumbos, remojones de río, paisajes muy variados, culebreando entre restos mineros llegamos a Huepetuhe donde un joven me esperaba y me llevó al señor de Huanca, que yo pensé era una capilla, pero era un supermercado abarrotado de todo. Allí se juntaba la gente con destino a Cetapo. Un rato de siesta sentado en una silla de plástico, la dueña me invitó una botellita de agua fría, otra señora me llevó a almorzar. Al fin llegó Chibolo y enrumbamos. Salió el plan y antes de anochecer llegábamos para hacer la foto de los primeros pasos, los albañiles estaban poniendo el cordel, cuadrando la silueta de la base. Los niños siempre presentes me rodeaban, como siempre, pidiendo juguetes… cual papá Noel. Llega don Hipólito, presidente de la comunidad, el teniente gobernador, la profesora… se reorganiza la junta directiva. Chibolo queda de presidente del núcleo ejecutor, la profesora de tesorera y el hijo del presidente de secretario. Mañana a las 6,30 debemos ir a visitar a los mineros de la zona, en la reunión de comunidad han acordado que cada chute, equipo de máquinas pesadas, excavadora, cargador frontal, volquetes… darían 4.000 soles en material.

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Por vericuetos intrincados y ayudados de la doble tracción hemos ido llegando a los más alejados. Saludo a todos, hablo a veces, pero otras, vale con la presencia. Como viene también el maestro constructor, se ve que la cosa va en serio.

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Hay buenas palabras, esperemos que cumplan, yo ya tenía adelantados 5.000 soles desde el año pasado y parece que no se han escapado.Hacia las 10 hicimos un alto para desayunar e hizar el pabellón nacional como buenos peruanos por ser domingo. Reanudamos la visita a los mineros cercanos y hacia las 12 me dejan en el cruce de la carretera de Huepetue, en una tienda de paso.

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Un joven al volante de un saltamontes, un vehículo militar del año 1972, me transportó por sólo 10 soles. Como no tiene amortiguadores los saltos son más pronunciados. Parecía que las lluvias nocturnas iban a cerrar el paso, pero sin novedad para las 3 de la tarde del domingo regresaba a Delta y a las 5 estaba en Colorado. Unas cuantas fotos he tomado para que te hagas una idea, pero si de verdad quieres sentir este mundo tienes que venir unos días aunque sea de turista. Un Perú en miniatura, ya que en cualquier equipo encuentras gente de Santa María todo el mundo. Abundan cusqueños, puneños, de Juliaca, Arequipa, Lima… Chamberos de verdad que dejaron su tierra por el oro y se olvidaron hasta del Domingo. Mucha gente por todas partes, algo sacarán pues siguen aquí. Se respira un cierto aire de tranquilidad después de tanto problema que ha habido el año pasado. Contrasta el derroche de gran maquinaria con las casuchas de plástico azul cubiertas con hojas de chapaja ralas. No falta la televisión aunque no haya una letrina. Ni menos la cancha de fulbito para descansar sudando de la dura tarea.

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Vicariato Regional Santa Rosa Misioneros Dominicos

Centro Cultural

JosĂŠ PĂ­o Aza Misioneros Dominicos


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