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BOLETÍN INFORMATIVO Año XXII, Número 193, Mayo - Junio 2012

VICARIATO REGIONAL DE SANTA ROSA DE LIMA - PERÚ

“Bienaventurados los mansos porque poseerán la tierra”

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SUMARIO

Mario Vargas Llosa, antropólogo (4) De nuevo por el Mántalo (16) Peligros que encontré en la gira del Mántalo (26) Semblanza y homenaje de despedida al P. Nemesio Martínez (29) Ocurre en el Colorado (35) 50 años de Canonización de San Martín de Porres (40)


Director: Fr. Samuel Torres Rosas, O.P.

E mail: bolmisdom@hotmail.com

Dirección: Santuario de Santa Rosa de Lima Jr. Chancay 223, apartado 1296 Teléfono (01) 425 12 79

Diseño de edición: Centro Cultural José Pío Aza

Edición electrónica: www.selvasperu.org

Recepción de artículos: Hasta el 29 de Agosto 2012. Enviarlo por correo electrónico

Foto de portada: Comunidad Mantalo, Cusco - Misión Koribeni (Roberto Ábalos)


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Editorial

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Avanzamos el año y ya hemos concluido el primer semestre del mismo, muchas cosas han pasado hasta el momento y sobre todo estos dos últimos meses. Sin duda lo que mas nos preocupa es el creciente descontento social que vive gran parte de nuestro País, y en especial algunas zonas de nuestro Vicariato; continuas huelgas, marchas son expresiones que visualizan este malestar social unido a esto la inseguridad que significa la presencia del narco terrorismo en parte de nuestro territorio de misiones, que inquieta y sobresalta a todos. El Estado tiene una dura tarea que realizar, hacer visible su presencia en estos pueblos olvidados, sin duda un reto difícil que debe enfrentar pero algo que es impostergable para lograr crear un clima de mayor seguridad y bienestar para todos. Nuestros misioneros intentan ayudar en la medida de sus posibilidades a buscar la calma, el entendimiento y el dialogo. Roguemos porque podamos alcanzar la paz y la concordia entre todos los peruanos. Como siempre nuestro boletín ofrece una serie de testimonios y reflexiones de nuestros misioneros sobre el quehacer misional. Además de otros puntos que interesan y marcan la vida de nuestro Vicariato. Como siempre les animo a compartir con nosotros sus opiniones y reflexiones escribiendo un artículo a este boletín y enviarlo vía electrónica a la dirección que aparece aquí consignada. Un abrazo a todos. Fr. Samuel Torres Rosas Director del Boletín

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MARIO VARGAS LLOSA, ANTROPÓLOGO

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Fr. Ricardo Álvarez Lobo, OP Misionero Dominico

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Un amigo me envió el artículo del Premio Nobel de Literatura Dr. Mario Vargas Llosa, titulado "VIAJE A LA FICCIÓN", firmado en Salzburgo el 27 de agosto del 2007, que yo no conocía, pero que para mí es sumamente interesante y, como para él este título es motivo de reflexión, lo es también para mí.

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La exposición de mi reflexión no será tan brillante como la suya, pero su tema ha sido mi preocupación de toda mi vida de misionero en la Amazonía del Perú, por lo que me gustaría hacer un comentario sobre él. Titulo este artículo "MARIO VARGAS LLOSA, ANTROPÓLOGO", porque para mí Vargas Llosa ha sido el primero que abordó directamente un tema netamente antropológico en los Matsiguengas del Bajo Urubamba: "EL HABLADOR". Comienza el Dr. Vargas Llosa su artículo con estas frases: "Retrocedamos a un mundo tan antiguo que la ciencia no llega a él y la que dice que llega no nos convence, pues sus tesis y conjeturas nos parecen tan aleatorias y evanescentes como la fantasía y la ficción". Razón tiene para hablar así. La opinión pública y la política peruana acaban de dar un fallo consiguiendo que los Ministros del Interior y de Defensa renuncien, ante una campaña de desprestigio por no haber podido sobrellevar correctamente el conflicto del VRAE, del terrorismo y de la lucha anti narcótica. Pero también porque ante todas las previsiones no han podido planificar la búsqueda y el encuentro de los soldados muertos y heridos en la selva de Cuzco en su lucha contra el narcoterrorismo. Tuvieron que pasar por la vergüenza de que dos mujeres Matsiguengas alimentaron a un policía herido y lo sacaron de la selva a un hospital y otros dos hombres Matsiguengas encontraron fácilmente a un policía muerto, que había sido buscado durante 17 días; ambos casos dejados de lado por ineficacia de los Ministros. Tanto la opinión pública como la política olvidaron que en el Perú existe una sociedad indígena -Matsiguenga- marginada y olvidada, que ha sido capaz de colaborar eficientemente en solucionar un problema real que sobrepasó el conocimiento y la estrategia de un equipo del Gobierno Nacional, "pues sus tesis

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nos parecen tan aleatorias y evanescentes como la fantasía y la ficción". Creyendo que es una ficción, los cuatro Matsiguengas, que sin duda merecen el título de héroes, pasaron al olvido. Un equipo de periodistas, de los diarios de opinión principales del Perú, hombres y mujeres, han quedado también desprestigiados por no haber sabido ni geografía, ni historia de los pueblos de la selva, escribiendo ficciones y mentiras, e imaginando fantasmas, que los Matsiguenga de la zona confrontaron con su verdad. Porque el Matsiguenga es conocedor real y verídico de su territorio selvático y controla y domina cuanto en él existe y ocurre, sin necesidad de ser cómplice de narcos y de terroristas. Un desconocimiento e injusticia que la sociedad civilizada no sabrá cómo pagar a los indígenas amazónicos.

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Continúa el artículo del Dr. Vargas Llosa "EL VIAJE A LA FICCIÓN":

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"Cuando surgen los contadores de historias en la humana tribu -y ellos aparecen siempre, sin excepciones, en esas comunidades primitivas que evolucionarán luego en culturas y civilizaciones -aquella ha empezado ya inevitablemente a progresar- a superar obstáculos, a enriquecer sus conocimientos y sus técnicasespoleada, sin saberlo, por esos oficiantes hechiceros que pueblan sus tardes o noches vacías con historias inventadas ¿Cómo eran estos primeros contadores de historias, anónimos, remotos, tan antiguos casi como los lenguajes que ayudaron a forjar y les permitieron la existencia? ¿Qué historias contaban estos prehistóricos colegas, embriones o piedras miliares de los futuros novelistas? ¿Y qué significaban para las vidas de esos hombres y mujeres de la aurora de la historia aquellos primeros cuentos y relatos que desde entonces fueron creando, junto y dentro de la vida real, otra vida paralela, invisible, de mentiras, de palabras, pero rica, diversa e intensa, y, aunque siempre de modo difícil de cuantificar, enredada y fundida con la otra, la de verdad, la que ella, de manera sutil y misteriosa, impregna, contagia e inficiona, corrigiéndola, orientándola, coloreándola, complementándola y contradiciéndola?" Pero tengamos presente que, desde que el hombre ha sido hombre y había pasado de la naturaleza a la cultura, su mente era tan lúcida, tan cultural y humana, como es nuestra mente, pues el hombre fue hombre siempre y hombre completo. Algunos hombres primitivos, sin duda, habrán sido sabios y habrán discurrido y hecho filosofía en su vida de comunidad y aldeana. Habrán tenido también un conocimiento de su mundo representativo y mítico y habrán tenido revelaciones sociales en contacto con otras gentes o inspiraciones transcendentes. La dialéctica era una de sus armas del progreso. Porque uno no se explica cómo, gracias a esos hombres y pueblos primitivos, nosotros hemos llegado a existir y a ser lo que somos, aunque no lo agradezcamos. El Dr. Vargas Llosa entra ya de lleno en el tema del Hablador dentro del mismo artículo que comentamos. Narra la historia de cómo se inició su afición sobre este tema, a propósito de un viaje de investigación a la Amazonía y de una

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conversación en una cena en Yarinacocha con unos lingüistas del ILV. Es interesante sus descripción de cómo se gesta una novela antropológica en una cena y de lo que él piensa sobre el tema. Copiamos la descripción. Dice así: “Desde el mes de agosto de 1958 y gracias a una experiencia que viví sin sospechar entonces la importancia que tendría en mi vida, me he hecho muchas veces esas preguntas y he imaginado las posibles respuestas, y hasta he escrito una novela que me absorbió enteramente por dos años, "El hablador", que es una imaginaria averiguación de esos albores de la civilización cuando aparecieron, con los contadores de historias, los gérmenes de lo que, pasado el tiempo y con la aparición de la escritura, llamaríamos la literatura.

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Ocurrió en una amplia cabaña de Yarinacocha -el Lago de Yarina- en los alrededores de Pucallpa, en la Amazonía peruana, en agosto de 1958. Yo formaba parte de una pequeña expedición que habían organizado la Universidad de San Marcos y el Instituto Lingüístico de Verano para un antropólogo mexicano de origen español, el doctor Juan Comas, que quería visitar las tribus del Alto Marañón. La expedición partiría al día siguiente de Yarinacocha donde tenía su central de operaciones el Instituto Lingüístico de Verano, cuyo fundador, Guillermo Townsend, un amigo y biógrafo de Lázaro Cárdenas, estuvo allí aquella noche con nosotros. La reunión tuvo lugar después de una temprana cena. Recuerdo que varios lingüistas -eran lingüistas y misioneros a la vez, pues el Instituto, al mismo tiempo que aprendía las lenguas aborígenes y elaboraba gramáticas y vocabularios de ellas, tenía como designio la traducción de la Biblia a esas lenguas- nos hicieron exposiciones sobre las comunidades aguarunas, huambisas y shapras que visitaríamos en el viaje. Pero todo eso se me ha ido confundiendo y borrando en la memoria de aquella noche, porque, para mí, lo emocionante e inolvidable de la sesión ocurrió al final, cuando tomaron la palabra los esposos Wayne y Betty Snell. Jóvenes todavía, esta pareja de lingüistas había pasado ya varios años -él desde 1951 y ella desde 1952- conviviendo con una pequeña comunidad machiguenga, en la región limitada por los ríos Urubamba, Paucartambo y Misagua, que, hasta la llegada de ellos a ese paraje, había vivido sin contacto alguno con la "civilización"…….. "Pero lo que mi memoria conserva como más vívido y apasionante de aquella noche, un recuerdo que nunca más se eclipsaría y, más bien, con el tiempo, recobraría cada vez su fosforescencia contagiosa, fue aquello que, en un momento dado, nos contó Wayne Snell. Estaba solo con los machiguengas porque Betty había salido de viaje, tal vez a la central de Yarinacocha. Advirtió, de pronto, que cundía una agitación inusitada en la comunidad. ¿Qué ocurría? ¿Por qué estaban todos, hombres y mujeres, chicos y viejos, tan exaltados? Le explicaron que iba a llegar "el hablador". (Wayne Snell pronunció una palabra en machiguenga y dijo que el equivalente podría ser eso, “hablador"). Los machiguengas lo invitaron a escucharlo, junto con ellos. Este es el momento de su historia que a mí me quitaría el sueño muchas noches, que cientos de veces retrotraería para volverlo a oír e imaginármelo, que sometería a un escrutinio

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enfermizo, al que, con solo cerrar los ojos, imaginaría los meses y años futuros de mil maneras diferentes. Wayne Snell no tenía un buen recuerdo de aquella noche entera -sí, entera- que pasó, sentado en la tierra, en un claro del bosque, rodeado de todos los machiguengas de la comunidad, escuchando al hablador. Lo que él recordaba sobre todo era la unción, el fervor, con que todos lo escuchaban, la avidez con que bebían sus palabras y cuánto se alegraban, reían, emocionaban o entristecían con lo que contaba. Pero ¿qué era lo que el hablador les contaba? Wayne Snell ya sabía la lengua pero no comprendía todo lo que aquel decía. Sí lo bastante para entender que aquel monólogo era un verdadero popurrí u olla podrida de cosas disímiles: anécdotas de sus viajes por la selva, y de las familias y aldeas que visitaba, chismografías y noticias de aquellos otros machiguengas dispersos por la inmensidad de las selvas amazónicas, mitos, leyendas, habladurías, seguramente invenciones suyas o ajenas, todo mezclado, enredado, confundido, lo que no parecía molestar en absoluto a sus oyentes, que vivieron aquella larga noche -a diferencia de Wayne Snell, a quien le dolían todos los huesos y los músculos por la incómoda postura, pero no se atrevía a partir para no herir la susceptibilidad de los demás oyentes- en estado de incandescencia espiritual. Luego, cuando el hablador partió, en toda la comunidad siguieron rememorando su venida muchos días, recordando y repitiendo lo que aquél les contaba". "Como me ha ocurrido con casi todas las experiencias vividas que luego se han convertido en materia prima de mis novelas u obras de teatro aquello que oí, esa noche de agosto de 1958, en un bungalow a orillas de Yarinacocha, a los esposos Snell, quedó primero firmemente almacenado en mi memoria, y en los meses y años siguientes, en Madrid, mientras escribía mi primera novela, y en París, cuando escribía la segunda, y en Lima o Londres o Estados Unidos mientras fabulaba la tercera y la cuarta, o en Barcelona, Brasil, Lima de nuevo, mientras seguía escribiendo otras historias y pasaban los años, aquel recuerdo volvía una y otra vez, siempre con más fuerza y urgencia, y, desde algún momento que no sabría precisar, acompañado ya de la intención de escribir alguna vez una novela a partir de aquellas imágenes que me dejaron en la memoria los esposos Snell en mi primer viaje a la Amazonia". "Muchas veces no sé por qué ciertas cosas vividas se me convierten en estímulos tan poderosos -casi en exigencias fatídicas, inexcusables- para inventar a partir de ellas historias ficticias. Pero en el caso de "el hablador" machiguenga sí creo saber por qué la imagen de esa pequeña comunidad de hombres y mujeres recién salidos, o sólo en trance de empezar a salir, de la prehistoria, excitada y hechizada a lo largo de toda una noche por los cuentos de ese contador ambulante, me conmovía tanto. Porque aquel hombre que recorría las selvas yendo y viniendo entre las familias y aldeas machiguengas era el sobreviviente de un mundo antiquísimo, un embajador de los más remotos ancestros, y una prueba palpable de que allí, ya entonces, en ese fondo vertiginosamente alejado de la historia humana, antes todavía de que empezara la historia, ya había seres humanos que

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practicaban lo que yo pretendía hacer con mi vida -dedicarla a inventar y contar historiasy, además, sobre todo, porque allí, en esos albores del destino humano, aquel hablador y su relación tan entrañable con su comunidad, eran la prueba tangible de la importantísima función que cumplía la ficción -esa vida de mentiras soñada e inventada de los contadores de cuentos en una comunidad tan primitiva y separada de la llamada "civilización". No había duda: aquello iba mucho más lejos de la mera diversión, aunque, por supuesto, escuchar al hablador fuera para los machiguengas la diversión suprema, un espectáculo que los embelesaba y hacía vivir, mientras lo escuchaban, una vida más rica y diversa que sus pedestres vidas cotidianas. Gracias a sus habladores, que eran como un sistema sanguíneo que llevaba y traía historias que les concernían a todos, los machiguengas, pulverizados en una vasta región en comunidades minúsculas casi sin contacto entre sí, tenían conciencia de pertenecer a una misma cultura, a un mimo pueblo, y conservaban vivos, gracias a aquellas narraciones, un pasado, una historia, una mitología, una tradición, pues, por el testimonio de Wayne Snell, era clarísimo que de todo esto estaba compuesto como en una manta de retazos- el discurso del hablador machiguenga". "Sólo en 1985 me puse a trabajar sistemáticamente en El Hablador. Para entonces había leído y anotado todos los artículos y trabajos etnológicos, folclóricos y sociológicos a los que había podido echar mano sobre los machiguengas. Pero sólo entonces lo hice a tiempo completo, pasando muchas horas en bibliotecas, y consultado a antropólogos o misioneros dominicanos (que han tenido y tienen aún misiones en territorio machiguenga). Además, cuando terminé una primera versión de la novela, hice un viaje a la Amazonía, con Vicente y Lorenzo de Szyszlo y el antropólogo Luis Román que llevaban algún tiempo haciendo trabajo social y de investigación en comunidades machiguengas del alto y medio Urubamba y afluentes. Visité algunas de ellas y pude conversar con los nativos así como con criollos y misioneros de la zona. Antes, en 1981, con ayuda del Instituto Lingüístico de Verano, había visitado las primeras aldeas machiguengas de la historia: Nueva Luz y Nuevo Mundo, donde, con alegría, me encontré con los esposos Snell, a quienes no había vuelto a ver desde aquella noche de 1958. Recuerdo todavía la cara de estupefacción de ambos cuando, en Nueva Luz, tomando una infusión de yerbaluisa y mientras los izangos me

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devoraban los tobillos, les dije que lo que les había oído contar veintitrés años atrás sobre los machiguengas, y más precisamente sobre el hablador, me había acompañado todo este tiempo y que estaba decidido a escribir una novela inspirada en ese personaje de su historia. Los Snell no podían creer lo que yo les decía. Ya tenían una edición de la Biblia en machiguenga, que me mostraron, y ambos habían publicado trabajos lingüísticos, gramaticales y vocabularios sobre esa comunidad que ahora -en 1981- veían, felices, agruparse en localidades, desarrollar actividades agrícolas y elegir "caciques", autoridades, algo que antes no habían tenido nunca".

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"Toda esa investigación fue apasionante y recuerdo los dos años que dediqué a El Hablador con gratitud y nostalgia. Pero una de mis grandes sorpresas en el curso de esa investigación fue lo poco que encontré, en lo mucho que leí, sobre los "habladores" o contadores de cuentos machiguengas. No podía explicármelo. Había algunas referencias al paso sobre ellos en algunos cronistas viajeros del siglo XIX como el francés Charles Wiener y en los informes o memorias de las misiones dominicanas -el "hablador" jamás aparecía con esa denominación- pero casi nada en los antropólogos y etnólogos que habían trabajado sobre los machiguengas contemporáneos. Algunos de los críticos que han estudiado mi novela, como Benedict Anderson, que le dedicó un sutil y penetrante estudio 1, deducen por eso que, como no está documentado por los científicos sociales, aquello de los "habladores" machiguengas es una invención mía. ¡Qué más quisiera yo que haberme inventado a ese personaje formidable! Aunque, a veces, la memoria me ha jugado algunas malas pasadas y me ha hecho confundir recuerdos vividos con recuerdos inventados en el proceso de gestar una novela, en este caso metería mis manos al fuego y jurarla que aquella historia del "hablador" se la oí a Wayne Snell tal como mi memoria la ha conservado hasta ahora, medio siglo después". "Cuando volví a ver a los Snell, en 1981, en el poblado de Nueva Luz, él recordaba apenas aquella sesión nocturna en Yarinococha de 1958 (y, a mi, menos aún). Cuando yo le mencioné al "hablador", él y su esposa, Betty, y el joven cacique o jefe de la comunidad, cambiaron frases en machiguenga, se consultaron, y, finalmente, poniéndose de acuerdo, pronunciaron ese nombre que yo he estampado en la dedicatoria de El Hablador: "kenkitsatatsirira". Sí, dijeron, se podía traducir por "hablador" o "contador". Pero la verdad es que ninguno de los tres me pudo dar datos más precisos sobre los habladores. Y, de los machiguengas con los que hablé, directamente, o a través de intérpretes, en el alto y el medio Urubamba, siempre obtuve respuestas vagas y evasivas cada vez que los interrogué sobre los habladores. ¿Me soñé con todo aquello, pues? Estoy seguro que no. Y estoy seguro, también, de que los "habladores" no son criaturas de mi imaginación. Existen y, ahora mismo, alguno de ellos está recorriendo los 1. “El Malhadado País", en Benedict Anderson, The Specrte of Comparison. Nationalism, Southeast Asia and the World, London / New York, Verso, 1998, pp. 333-359

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bosques o hablando, hablando, en los claros o aldeas de la tribu, ante una ronda de caras crédulas y maravilladas".

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Cuando el Dr. Vargas Llosa buscaba en la década de los cincuenta antropólogos que le informaran sobre el Hablador Matsiguenga no podían responderle, pues la antropología no había entrado todavía a investigar en el Bajo Urubamba y quienes le informaban estaban dependientes de las Universidades, que tampoco instruían en la antropología indígena de esta zona. La historia sitúa la antropología en la selva peruana hacia finales de la década de los sesenta o principios de los setenta del siglo XX. Solamente a partir del SINAMOS en la década de los 70, cuando intentaban promulgar las Leyes de las Comunidades Nativas, 20653 (Velasco, 2406-74) y 22175 (Morales Bermúdez, 09-05-78), entraron algunos antropólogos al Bajo Urubamba, como asesores de los indígenas para instalar las Leyes y formar comunidades. Pero tampoco éstos pasaban de ser historiadores y titulares de la antropología, por lo que prácticamente no estudiaron temas antropológicos de la zona. Eran, más que nada, historiadores, que intentaban formar comunidades nativas a través de los conocimientos de la historia indígena, principalmente del Ande, pero también tomando modelos extranjeros. Por eso, con razón, puedo darle a Mario Vargas Llosa el título de antropólogo, por haber descubierto al "Hablador", elemento de la tribu Matsiguenga realmente antropológico, y por haberlo estudiado y haber escrito una novela. No se crea que hoy día los temas antropológicos de la selva peruana son de la afición preferencial de los antropólogos. Hay muchos que viajan por el Urubamba a hacer estudios, pero no aceptan el elenco que se les presenta de lo que son los posibles estudios antropológicos. Prefieren hacer estudios dirigidos al uso de las compañías petroleras y otras prácticas de asesoría política, en sentido general e histórico, a base de informantes, pero no de investigación pura, sin abordar realmente la antropología. Por ejemplo, nadie se fija en temas como los siguientes: El Hablador; la identidad; el incesto; el paso de la naturaleza a la cultura; el complejo de Edipo; el indio "aislado"; las relaciones interétnicas; la incógnita de que en el Bajo Urubamba, en una zona pequeña y similar, haya 12 tribus, pero cada una tiene su cultura, sin que haya mezcla e integración y por qué?; ¿o por qué en el Bajo Urubamba, 12 tribus, enemigas y distintas, se unen contra un tercero: El mestizo, maderero, petrolero?; ¿qué ha pasado en el Bajo Urubamba, en donde hay muchas escuelas fundadas en la misma época, y que han producido sociedades de niveles desarrollo muy diferentes?; ¿por qué razón en el Bajo Urubamba hay pueblos llamados aislados que están al borde de la tasa demográfica que se señala para poder subsistir, pero no se extinguen? Etc. Otros muchos temas antropológicos se pueden señalar como materia de investigación, sin que nadie los trabaje. No quiero con esto imponer al Dr. Vargas Llosa una tarea para alguna nueva Novela. Simplemente, con esto, le sindico como el primer escritor que estudió un tema verdaderamente antropológico y sugestivo para merecer que la novela "El Hablador" sea una novela antropológica. Gracias por esta iniciativa.

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Con interés he leído la historia que ha recorrido el Dr. Vargas Llosa describiendo cómo ha querido estudiar el Hablador Matsiguenga y no encontraba informantes que le aclararan quién era Hablador, en dónde estaba y qué hablaba. Es lo que sucede a veces en la selva a los investigadores, que disponen de poco tiempo, tienen otras obligaciones y no saben que para entender a una tribu hay que convivir en la aldea un día y otro día, un año y otro año, para ver y para oír personalmente, para convivir con el pueblo, pues no hay que confiar todo a los informantes. El Dr. Vargas Llosa, por sus grandes ocupaciones, no ha podido esperar que el tiempo le diera la oportunidad de enterarse personalmente del Hablador. El describe maravillosamente este impase, que le preocupó sobre manera, de tal forma que tuvo que tomar la iniciativa por su cuenta de afrontar el tema del Hablador sin esperar a que la sociedad matsiguenga y su entorno le satisficieran plenamente sus deseos. Me ha gustado mucho la viveza con que describe la realidad amarga e indecisa de esta situación, en un párrafo de su artículo, que cualquiera de nosotros pudiéramos suscribir en muchos de los momentos en que nos vimos en la misma situación que él. No halló respuestas a su inquietud ni de los lingüistas Snell y Bety en 1958 en Yarinacocha, ni en 1981 juntamente con un cacique Matsiguenga en Nueva Luz. Ninguno daba razón del Hablador, ni habían sabido que existiera, ni conocían la palabra con que lo identificaban. "Y, -dice el Dr. Vargas Llosa-, de los machiguengas con los que hablé, directamente, o a través de intérpretes, en el alto y el medio Urubamba, siempre obtuve respuestas vagas y evasivas cada vez que los interrogué sobre los habladores". "¿Me soñé con todo aquello, pues? Estoy seguro que no. Y estoy seguro, también, de que los "habladores" no son criaturas de mi imaginación. Existen y, ahora mismo, alguno de ellos está recorriendo los bosques o hablando, hablando, en los claros o aldeas de la tribu, ante una ronda de caras crédulas y maravilladas". "Existen", dice el Dr. Vargas Llosa. Sobre este hecho concretamente puedo dar mi opinión, reducida un poco a la historia del momento, sobre las fechas, lugares y personas de los que el Dr. Vargas Llosa solicitaba el informe. Evidentemente el Dr. Vargas Llosa ha tenido ya noticias anticipadas del Hablador en 1958, en una noche de cena a orillas del Lago de Yarinacocha, con el Sr. Snell del ILV, y por eso se interesaría por esta institución matsiguenga. Así lo revela en sus escritos. No ha adquirido esta noticia a través de un cauchero, ya que los caucheros destruyeron todo lo que existía en la tradición indígena. Pudo haber tenido noticias por un "patrón" de indios del Ucayali, de la época posterior al caucho, que conocían a este personaje y hablaban con preocupación de él como denunciante del sistema socio económico practicado en la zona. Pero es el Sr. Snell quien le sugiere el misterioso Matsiguenga Hablador. Sabemos que en el año 1958, cuando el Dr. Vargas Llosa se entrevista en Yarinakocha con los lingüistas Walter Snell y su esposa Betty, en el Bajo

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Urubamba no estaba consolidada todavía en comunidades la sociedad Matsiguenga. Toda esta zona estaba sometida a los poderes patronales y a la dialéctica entre las misiones, los patronos y "la guerra de los curacas". Creo que el año 1958 era muy pronto para que el Sr. Snell hubiera podido informar sobre el Hablador como un personaje habitual en la cultura y sociedad Matsiguenga. No tenía pleno contacto con los Matsiguengas. Solo muy esporádicamente aparecía por el río Urubamba. Sin embargo Snell se había estacionado en Timpía en una chacra del Sr. Juan Antonio Mendoza, que le cedió un espacio que ocupó algunos años. Mucho me extraña que el Sr. Mendoza no le haya informado al Sr Snell sobre el Hablador, pues lo conocía y era uno de los personajes ilustres con el que ya se había encontrado varias veces, según me informó a mí. Por otro lado, los Matsiguengas que acompañaban al Sr. Snell procedían del Alto Urubamba y eran emigrantes desconocidos en el Bajo Urubamba, que no vivían la historia de este río ni de los grupos nativos allí existentes. Pero puedo certificar que en esta fecha los misioneros católicos de Chirumbia (Alto Urubamba) tenían información del Hablador, al cual daban importancia relativa, pues era un personaje desconocido y con una dedicación que no era admitida por los misioneros como tradicional. En las montañas de Chirumbia en el Alto Urubamba, el P. José Rodríguez hablaba de un Matsiguenga que, a modo de juglar, aparecía por la misión, de tiempo en tiempo, y adoctrinaba a los Matsiguengas durante sesiones nocturnas prolongadas. El P. José lo presentaba como un hombre correcto, equilibrado, sabio, que informaba a los Matsiguengas sin soliviantarlos sobre cualquier materia. Los Matsiguengas estaban ávidos de información por lo que este personaje era esperado y bien recibido. En las montañas de Chirumbia lo conocían con el nombre de NIAVAGETAGETSIRIRA. Yo mismo era ya residente en Sepahua, en esa fecha, desde 1952, y sí puedo afirmar que tenía información del Hablador Matsiguenga, a través de algunos patronos que nos visitaban en sus viajes al Urubamba para recoger el barbasco de sus peones Matsiguengas. Cito a Pepe Pérez (Boca del Camisea), a Collazos (quebrada Shihuangoreni, margen izquierda del Urubamba), Antonio Bazagoita (Miaría) y a Juan Antonio Mendoza (español, Timpía). Se hablaba de ciertos personajes Matsiguengas que, furtivamente por miedo a los curacas y a los patronos, se introducían en el Bajo Urubamba como grandes comunicadores, tratando de establecer la paz entre los Matsiguengas, en medio de "la guerra de los curacas", promover la liberación de la esclavitud y erradicar la venta de niños. Ya los llamaban Habladores. Eran interpretados por nosotros -misioneros católicos- como personas mesiánicas, pues en un momento tan conflictivo como el del Bajo Urubamba, se presentaba como fermento del mesianismo. Recuerdo que llamaban al Hablador Matsiguenga NIAVAGETAGETSIRIRA, como en el Alto Urubamba. Debo advertir que una cosa es el Hablador que va de comunidad en comunidad dando mensajes que los Matsiguengas necesitan y desean adquirir y otra cosa es el charlatán, que se expresa con otra palabra sinónima, pero sin función apologética ni mesiánica.

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En este mismo año 1952, en que yo llegué por primera vez a Sepahua, tuve una conversación con una anciana del grupo Piro - Pacífica-, enferma, que fue la acompañante del P. Francisco Alvarez en la fundación del Sepahua, y escuché de ella por primera vez la palabra CHINASHATA, "Hablador". Ella estaba acostada en su tarima -enferma- y yo le hablaba. De vez en cuando se incorporaba y me decía "CHINASHATA". Volvía a acostarse y hablaba yo de nuevo y ella se incorporaba y me decía lo mismo: "CHINASHATA". Así varias veces. Yo llegué a preocuparme, pensando que la insultaba o me insultaba y me pedía que me callara. Para entonces yo no conocía nada de este idioma, pero ella hablaba bien castellano, ashaninga, matsiguenga y quechua. De joven había sido esposa de un ashaninga contratado en las correrías por Fitzcarrald. Yo preguntaba a los niños el significado de CHINASHATA y todos me miraban con cara asombrada, preguntándome a quién había oído esta palabra. Les dije que a Pacífica. Pero ellos me decían que no sabían su significado. Pregunté a varias mujeres y hombres adultos, que se interesaron también de quién había oído esa palabra. Les contesté que de Pacífica. La respuesta era la misma: "No sabemos lo que significa". Todo esto me preocupó más y llegué a dudar de si los nativos me estarían engañando. Me pregunté como el Dr. Vargas Llosa: ¿Qué pasa aquí? ¿Por qué lo ocultan? Por algunos meses estuve preocupado hasta que un día, estudiando el idioma piro, pude descomponer la palabra, resultando: CHINA-SHA-TA CHINA (raíz del verbo: decir) SHA (fonema, que significa profusión) TA (verbal). CHINASHATA significa Hablador, el que habla mucho y de todo. En 1981 el Dr. Vargas Llosa volvió a entrevistarse con el lingüista Snell y su esposa Betty en Nueva Luz, pero tampoco han podido darle respuesta a su preocupación por conocer algo sobre el Hablador. Para mí estas preguntas, estos personajes y estas respuestas resultan raras y extrañas, pues el haber tenido contacto el ILV con el Sr. Fidel Pereyra, hombre dominante entre los Matsiguengas del Alto Urubamba, no me explico cómo el Sr. Pereyra no informó al Sr. Snell sobre el Hablador, quien, sin duda, este personaje le hacía la guerra al S. Pereira ya que éste era perseguido como explotador de los Matsiguengas. Me extraña también, por qué el Sr. Toulier, patrón en el Alto Ucayali, descendiente francés, viajante por el Urubamba, traficando con niños y mujeres Matsiguengas, que tenía relaciones comerciales oscuras con Fidel Pereyra, me informó a mí y a otros muchos, sobre la existencia del Hablador en el Alto Urubamba, a quien él había conocido, y no se enteró de esto el Sr. Snell. Cabe citar aquí el lamento literario del Dr. Vargas Llosa ante el silencio de los Matsiguengas sobre el Hablador:

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"¿Por qué los ocultan? ¿Por qué no han hablado más de ellos a los forasteros? ¿Por qué los informantes machiguengas que han proporcionado tanto material a etnólogos y antropólogos sobre sus mitos y leyendas, sobre sus creencias y costumbres, sobre su pasado, han sido tan reservados en torno a una institución que, sin la menor duda, ha representado y debe representar todavía algo central en la vida de la comunidad? Tal vez por la razón que inventé en mi novela El Hablador para explicar ese silencio pertinaz: a fin de mantener dentro del secreto de las cosas sagradas de la tribu, amparado por un pacto tácito o tabú, algo que pertenece a lo más íntimo y privado de la cultura machiguenga, algo que, de manera intuitiva y certera, los machiguengas, que en el curso de su historia han sido despojados ya de tantas cosas -tierras, sembríos, dioses, vidas-, sienten que deben mantener a salvo de una contaminación y manoseo que lo desnaturalizaría y despojaría de su razón de ser: mantener viva el alma machiguenga, lo propio, lo intransferible, su naturaleza espiritual, su realidad emblemática y mítica. Pues todo eso es lo que representa el hablador para ellos". ¿Por qué los ocultan? - me pregunto yo también. Esta es la pregunta que debe hacerse todo investigador de los pueblos indígenas. El indígena no informa exhaustivamente de todo el bagaje cultural propio a todo aquél que se lo solicita. Oculta mucho, tergiversa mucho, y sabe ciertamente a quién puede abrir su mente y sus secretos y a quién debe ocultárselos. En mis sesenta años de vivencia en contacto con las sociedades indígenas del Bajo Urubamba he sido testigo de esta práctica indígena que oculta muchos de sus secretos. También he sido testigo de lo que algunos antropólogos pagaron por informaciones falsas. Yo he hablado y escrito de lo que vi, oí y viví, no de lo que otros me informaron. Pero otros pagaron su información. Cuando un miembro de INDEPA me pidió cuentas de quiénes eran los informantes de mis investigaciones, pues suponía que hacía uso indebido de los secretos de los indígenas e iba contra la Ley de INDECOPI sobre sus derechos culturales, le contesté que yo había escrito sobre lo que vi, oí y viví, no de lo que otros me informaron. ¿Es posible que alguno se haya negado a informarle, como dice el Dr. Vargas Llosa?: Es posible, como él sugiere. Generalmente los indígenas ocultan muchas cosas de valor cultural y antropológico, como por ejemplo, lo relativo a los brujos, curanderos, hablador, pues estos son personajes con funciones ocultas y secretas, que el hecho de hacerlas públicas puede acarrear desgracias, enfermedades y muertes, pues es la única forma de preservar los valores esenciales de la tribu. "O, acaso, la curiosidad de los científicos sociales jamás cedió la importancia debida a esos contadores de cuentos primitivos, aunque alguno de ellos, como el padre Joaquín Barriales (OP), recopilador y traductor de algunos hermosos poemas y leyendas Matsiguengas, se hayan interesado por su folklore y mitología".

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Pero aún más. Con el padre Joaquín Barriales, mi compañero en las misiones por más de 40 años, hemos tratado en cierta oportunidad de asesorarnos por un Hablador, para convertirnos también en Habladores, pues el Hablador es un modelo literario para ser utilizado en la evangelización, en temas y en método. Yo he escrito algunos artículos sobre el Hablador y he solicitado formalmente a ciertos Habladores someterme a sesiones de aprendizaje literario, habiendo dejado también por escrito mi nueva aventura. Alabo el trabajo del P. Joaquín Barriales, que tiene un mérito inmenso por sus escritos y ojalá nos revele todos los secretos del pueblo Matsiguenga que él posee bajo una responsabilidad simbólica, ética y moral. Termino mi aportación al artículo del Dr. Vargas Llosa, con unas líneas finales del artículo del Dr. Vargas Llosa: "No es impropio decir que sin la ficción la libertad no existiría y que, sin ella, la aventura humana hubiera sido tan rutinaria e idéntica como la vida del animal. Soñar vidas distintas a la que tenemos es una manera díscola de comportarse, una manera simbólica de mostrar insatisfacción con lo que somos y hacemos y, por lo mismo, significa introducir en nuestra existencia dos elementos sediciosos: el desasosiego y la ilusión. Querer ser otro, otros, aunque sea de la manera vicaria en que lo somos entregándonos a los ilusionismos y juegos de disfraces de la ficción es emprender un viaje sin retorno hacia parajes desconocidos, una proeza intelectual en que está contenida en potencia toda la prodigiosa aventura humana que registra la historia. Difícilmente hubieran sido posibles todas esas hazañas y descubrimientos en la materia y el espacio, en la mente y en el cuerpo, en la geografía y en la conciencia y subconciencia ni hubiéramos alcanzado, al igual que en la ciencia y la técnica, en las artes las deslumbrantes realizaciones de un Dante, un Shakespeare, un Botticelli, un Rembrandt, un Mozart o un Beethoven, si, antes de todo ello, no nos hubiéramos puesto a soñar historias a veces tan persuasivas que indujeron a ciertos lectores apasionados, como el Quijote y Madame Bovary, a querer convertirlas en realidades, y a tantos otros a actuar con ímpetu y genio para que la vida real se fuera acercando más y más a la que creamos con nuestra fantasía".

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DE NUEVO POR EL MANTALO

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Fr. Roberto Ábalos, OP Misión Koribeni

La gira por el Mantalo es la más alejada y peligrosa de las que tengo en la misión. Son como los "no contactados" del Alto Urubamba. Siempre supone un gran reto y al mismo tiempo una gran ilusión de volver a encontrarte con gente que vive al más tradicional estilo matsigenka, como ya apenas se vive en Alto Urubamba. En esta ocasión fue una gira rápida debido al calendario apretado que tenía. Salí el lunes 21 de mayo a mediodía, después de cargar el carro con alimentos, ropas y material escolar para aquellas comunidades. Voy solo, porque ahora en Koribeni, como consecuencia del canon del gas y todos los proyectos que acarrea, todos tienen trabajo. Había quedado con un Animador de Porenkishiari que, como muchos otros, se me han ofrecido para acompañarme con el deseo de conocer a sus paisanos de otras comunidades. En esta ocasión era Justino, pero no acudió a mi cita en Ibochote, así que continué viaje hasta Pangoa, ocasión ideal para saludar y compartir las inquietudes con Vilma y Saúl, matrimonio responsable de los 36 muchachos y muchachas que tenemos en ese internado. Aprovecho la noche para darles una charla sobre los acontecimientos de Lagunas y proyectarles la película "La revolución de los simios", continuando con la práctica de cine-club. Martes 22. A las siete de la mañana los muchachos salen para sus clases de secundaria y yo continúo mi viaje hasta la boca del Mantalo. Desde allá puedo continuar por la carretera que están trazando y que será de 20 km. justo hasta donde comienza el territorio matsigenka. A la fecha han avanzado 10 km. y llega justo a la chacra de mi amiga Laura donde tienen instalado el campamento de

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obra. Allá, en punta de carretera, deberían esperarme los paisanos de Inkorene, la extensión de Koribeni, pero no había ninguno. No tengo otra que esperar, porque no se puede uno aventurar a caminar solo por una selva donde se pierde el camino y comienzan los peligros. Aprovecho la mañana para ir a la cercana escuelita que llaman de Alto Mantalo, donde cuento 21 alumnos, más de la mitad son matsigenkas que cruzan a diario en balsa desde la otra orilla. Los profesores están tan contentos como yo porque con la carretera nos han ahorrado cuatro horas de caminata. En la tarde usamos la balsa Laura y yo para visitar la familia de Ruth Mary, una muchacha matsigenka que terminó en primer lugar en Pangoa y ahora cursa estudios de magisterio en Cuzco becada por la misión. La abuelita, que todos dicen tiene 100 años, nos regala su sonrisa contínua, como muestra de agradecimiento por la visita. Vive en su pequeño pankochi, aislada del resto de la familia. Es una costumbre matsigenka cuando los ancianos llegan a edad avanzada y ya les ronda la muerte. Como todavía no ha aparecido ningún paisano de Inkorene, quedamos que uno de los hermanos de Ruth que está presente, me acompañará mañana a las seis en la subida hacia esa comunidad. Cuando regresamos a casa de Laura, aparece Jesús Manuel, de Inkorene, que viene a recogerme con un día de retraso. Laura nos aloja en la casa, aunque está sirviendo como hotel para muchos de los trabajadores de la carretera. Ella con su esposo, duermen en la cocina. Es admirable el sacrificio y la fortaleza de estas personas quechuas por conseguir una platita para mantener a la familia. Laura está cosechando ella sola el cacao, mientras su esposo trabaja en la carretera y una de sus hijas es la cocinera de los obreros. Miércoles 23. No podemos salir hasta las nueve porque está lloviendo con furia desde medianoche. Tampoco ha aparecido el hermano de Ruth. Cuando amaina, continuamos remontando el Mantalo y sorteando enseguida los árboles y derrumbes que están ocasionando las máquinas. El camino es difícil por la lluvia y el lodo, siendo frecuente el resbalón. Caminamos cinco horas hasta llegar a la chacra de Fidel vive ahora junto al río con sus dos mujeres e hijos suficientes para una escuela. Los seis mayores los tiene más arriba, en Kiteriari y los otros seis corretean por el lugar. Frente a él, en la otra orilla, que es ya territorio de Inkorene, la extensión de Koribeni, viven varias familias de Sangobatea que nos esperan

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más arriba. Luego del ritual del mashato, continuamos dos horas más hasta la chacra de Adrián, donde ahora viven con él sus tres hermanos porque me cuentan con pena que murió su mamá y han abandonado su casa para que no se los lleve. Este exilio durará un año según costumbre. Allá encuentro al sobrinito de Adrián que nació con lesión cerebral y de columna y recuerdo con qué ternura lo lavaba, acariciaba y acunaba la abuelita. Vivía con él y para él. Aparecen también allá Norberto y Rubén, dos jóvenes de Tsokirina que vienen a acompañarme. Les agradezco este gran detalle. Cruzamos en balsa el río que está bien crecido y peligroso y hay que remontar la balsa al menos 50 metros para poder alcanzar el punto deseado en la otra orilla. Allá están todos los que viven en Inkorene: tres familias de Koribeni y cinco de Sangobatea. Sumando los hijos de todos ellos, más los de Fidel, son 15 y para ellos la misión está construyendo la escuelita al lado del pankochi de Jesús Manuel. Son ya las cuatro de la tarde y nos sirven una sopa con una buena pieza de makisapa, que viene a ser el menú básico de esta zona. No le hago ascos para nada, pues estoy con el café que me sirvió Laura. Pero sí me da cierto escalofrío cuando veo que la pieza que está devorando el compañero que tengo al lado, tiene dedos y uñas y tengo la sensación que le están diciendo: detente, que soy de tu especie. Pero la ley de la supervivencia se impone. Charlamos hasta el anochecer y, como han sido siete horas de camino, pronto me acomodan en el palafito de Jesús Manuel que a cada vuelta que damos cualquiera de los muchos que lo habitamos esa noche, se cimbrea como las palmeras de al lado. Jueves 24. Gracias a Dios no ha llovido en la noche y pronto luce un sol que se agradece luego de tanta humedad. Desayunamos otro buen trozo de makisapa. Luego nos desplazamos a la escuelita en construcción. Toda la madera es de cedro. Envié allá un carpintero que ahora está en Koribeni porque no le envían las calaminas que le prometió el alcalde de Echarati. Me había dicho el carpintero que ya tenía toda la estructura de madera, pero veo todavía falta. También observo que ha corrido cuanto ha podido y la obra deja mucho que desear, pues hay tablas con una separación por donde pueden entrar los niños. Deberá desclavar muchas de ellas. A partir de las ocho tenemos reunión en la escuela con las 28 personas que habitan en Inkorene. Hablamos de la escuela y necesidad de terminarla pronto para que llegue el maestro, al que se espera desde marzo. Repasamos también los sucesos de Lagunas tras el enfrentamiento entre las fuerzas conjuntas de ejército y policía y las huestes del camarada "Gabriel"; y de Camaná donde han muerto ya 8 personas y otras 20 están en estado crítico. La empresa se excusa diciendo que ha sido por picadura de pígiri rabioso (murciélago), pero los paisanos echan la culpa a la contaminación de las aguas y el pescado por los escapes de gas y líquidos tras las rupturas del ducto que pasa muy cerca de su poblado. Estamos hasta la una de la tarde en que comemos ahora un buen bocado de shamani, una de las carnes más sabrosas de la selva. Nos despedimos hasta el regreso y continuamos viaje, siempre río arriba, hacia la escuela de Kiteriari. Paramos en casa de Javier que no se encuentra y su esposa nos invita a mashato. Saludamos al maestro que está allá hospedado junto a los niños de

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Fidel. Cuando llegamos a la escuela, luego de tres horas de camino, no hay nadie y hay una sensación lamentable de abandono de la escuela y los demás locales que construyó la misión. No hay nada qué comer. Norberto y Rubén que me acompañan, encienden fuego para pasar la noche junto a él y yo me acomodo en uno de los ya destartalados barracones.

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Viernes 25. Pasadas las ocho de la mañana van llegando los niños y el maestro a la escuela. Cuento once niños y la mamá de uno de ellos que también asiste. Se queja el maestro que a alguno no los mandan los papás y es comprensible porque distan hasta cuatro horas. Es por eso que lo primero que charlamos con los papás que llegan a la reunión es acerca de la necesidad y urgencia que la carretera que ahora avanza por territorio colono, prosiga hasta aquí y entonces será más sencillo acudir a la escuela. Insisto en que ocupen los módulos que construímos como albergue para los niños de lunes a viernes. El problema es la organización: alimentos y presencia de alguna mamá para hacerles la comida. En Kiteriari son tan solo diez familias y es por eso difícil la organización. Es evidente también, al igual que en Inkorene, que las comunidades madres, Monte Carmelo y Koribeni, los tienen abandonados, cuando debieran desplazarse muchas familias aquí dada la enorme extensión de terreno que tienen; y allá, donde se han quedado sin tierra, pelean por una pequeña chacra. Charlamos también, como en Inkorene de los sucesos de Lagunas y Camaná. Varias señoras nos han cocinado de nuevo makisapa y lo comemos con gusto porque estamos en ayunas desde mediodía de ayer. Son las dos de la tarde cuando seguimos remontando el Mantalo hacia Tsokirina. Nos acompaña Javier y dos jóvenes; el primero con su escopeta por si se nos cruza algún animalito. A partir de ahora, el camino se hace casi invisible y comienza una subida de varias horas, luego descenso de una hora y nuevo ascenso una hora más. Doy gracias a Dios que no ha llovido porque con ese camino tardaríamos bastante más por los resbalones y caídas. Cuando son las cinco de la tarde estamos llegando a la casa de Félix, en plena cima. Nos sirve una hermosa tajada de sajino que está divino. Me acuesto en uno de los pankochis que tiene solo techado. Junto al fuego todos los demás. Sábado 26. Tampoco ha llovido en la noche, lo que se agradece mucho para la siguiente caminata. Desayunamos otro buen trozo de sajino. Salimos para las seis y media. El camino todavía es peor que el de ayer, que ya es decir. A cada paso con el peligro de caer. Subimos y bajamos hasta llegar a la playa del Mantalo. Luego de caminar un buen rato sobre rocas, llegamos donde tiene guardada una balsa Norberto y pasamos a la otra orilla, cerca ya de la casa de Saul en la quebrada Cirialo, que es el límite territorial entre la extensión de Inkorene y Tsokirina. El río baja muy crecido y encrespado, con lo que hay que subir la lancha al menos cien metros más arriba del punto deseado para atracar, porque la corriente la arrastra con fuerza. Me recomiendan me quite las botas por si naufragamos y hay que nadar. Hemos sido arrastrados unos cincuenta metros más abajo de lo planeado. Subimos a casa de Saúl y pasamos un buen rato descansando y tomando el mashato como ritual de acogida, aunque hubiéramos agradecido alguna proteína,

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pero nos dice que no hubo suerte anoche cuando fue a mitayar. Son las once cuando seguimos caminando hasta la casa de Miguel, donde llegamos a las cuatro de la tarde luego de seis horas. Mis acompañantes quieren seguir hasta la casa siguiente ya cerca de Tsokirina, pero vista la dificultad del camino que hemos traído, me temo se nos hará de noche, ya que oscurece a partir de las cinco y media. Así que nos quedamos allá, también en la cumbre. Miguel está en la otra casa de la playa y aquí no hay nadie. Pasamos el resto de la tarde comiendo manías recién arrancadas y plátanos verdes todavía. Las quebradas nos surten de agua abundante, fresca y sabrosa. Me acomodo en el cobertizo que hay y ellos de nuevo a la intemperie, junto al fuego. Al poco comienzan a caer unas gotas y se refugian donde yo me encuentro. Domingo 27 Lo poco que llovió anoche nos ha jodido el camino y lo ha dejado resbaladizo. Me levanto a las seis y al poco comenzamos a caminar. Subir y bajar por angosturas y barrancos terribles. En algún lugar han puesto una rústica escalera para no tener que trepar por las rocas que parecen alcantilado. Los pelitos que hacen de travesaños, se resienten cuando los piso, porque el arquitecto de esta celestial escalera, la ha calculado para pesos mucho más volátiles. A las nueve de la mañana llegamos a la casa de Servando, que está ya cerca de la playa y allá nos está esperando Juan Piñarreal, el papá de Norberto tan gentil como siempre, que da gusto hablar con él. Nos ofrecen una buena sopa de pescado con buena pieza. Estamos muy a gusto charlando animados por el mashato y la cercanía del destino. A la hora, seguimos caminando hacia la casa de Juan que viene junto a mí con su escopeta. A unos cien metros por delante y por medio del camino, se pasea una enorme perdiz, pero se le engatilla la rústica escopeta y nos quedamos con las ganas. Estamos en su casa para las once de la mañana. Su esposa y su hija nos reciben con mucho cariño y nos sirven también una rica sopa de kamona que la guisa divinamente. Descansamos media hora a gusto, saludando a las dos niños de la hermana de Norberto. A las doce de mediodía en punto estamos entrando en

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la escuela de Tsokirina. Hay mucha gente ya esperando y nos saludan con cariño. Me dicen todos que ya me extrañaban mucho y que pensaban que estaba enojado con ellos, pues ha pasado muchos meses desde que no nos vemos. Me doy un buen baño en la quebrada Tsokirina y descanso un rato hasta que me sirven de comer. Hay dos familias de Camaná que llevan allá desde el mes de octubre del año pasado. Uno de ellos es el papá y el hermano de Santos. Me cuenta, y lo filmo, que nació más arriba, por la quebrada Tsokirina, donde tenían la comunidad hasta el año 1976 en que fueron a vivir a la quebrada Cirialo donde establecieron la que llamaron Camaná. Allá estuvieron dos años hasta que los desplazaron hasta el emplazamiento actual de Camaná en Bajo Urubamba. Dicen que son cuatro días para llegar de aquí hasta allá. Me cuenta del famoso Venturo, aunque no dice nada de las muertes habidas en ese tiempo. Me dice que conoce bien a los PP. Santiago y David. Ha hecho un buen día de sol y he gozado en la tarde charlando y paseando y viendo a los niños que son más que nunca y más amables que nunca también todos. Me acuesto en uno de los barracones sobre una estera de caña que pronto se me clava en la espalda y duelen sobre ella las rodillas y caderas del cansancio acumulado de tanta hora de camino. Lunes 28 Ha llovido solo un ratito en lo que descargaba una nube. Me levanto a las seis y voy a bañarme a la quebrada Tsokirina que baja rugiente. Da gusto estar tranquilo en plena naturaleza con el río tan claro. Me van trayendo diversos alimentos. Me pongo a escribir un rato. A las ocho ya están todos los niños en fila ante la escuela con el maestro Emerson que parece está cumpliendo bien su trabajo. Cuento veinte, pero hay todavía más niños que no han venido o no enviaron sus papás y de eso se queja el maestro. Les hablo un rato sobre valores como me pide el maestro y estoy a gusto. Veo que son bastante receptivos, lo que indica que la cosa no está mal del todo, aunque les cuesta responder a lo que les pregunto. Como a las nueve comenzamos la asamblea con todo y los niños en la escuela. Cuento hasta cincuenta personas. Con todo es la comunidad mejor organizada y de mejor carácter y atención. Se nota que hay personas como Juan que marcan la diferencia. También su hijo Norberto. Otros son más reservados. Hablamos los mismos temas que en las demás comunidades, insistiendo en que deben participar en los presupuestos y ponerse de acuerdo con las otras dos comunidades y venirse conmigo porque es el lunes 4 el taller en Koribeni. Quedan que así lo harán. Descansamos para la hora de comer. Me traen una buena tajada de shamani. Me acuesto un rato y a las cuatro continuamos con una catequesis sobre la resurrección y ascensión que hemos celebrado hace poco y la celebración de la misa. Ya faltan unos cuantos y me dicen que han ido al cumpleaños de algún paisano. Estoy muy a gusto en la celebración pues todos están bien atentos y participan en los cantos. El resto de la tarde juegan de nuevo y yo tomo video de toda esta maravilla de vida natural y charlo con todos como si fuera una gran familia, mi familia.

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Martes 29 No ha llovido en la noche y ha hecho bastante frío. Tengo todo el cuerpo agujereado de picaduras infectadas. Cuento solo en las piernas más de cien picaduras notables. Otras tantas debe haber por el tórax, la espalda y las partes pudendas. Casi toda la noche arrascando. Me levanto pasadas las seis y bajo a la quebrada. Me traen un buen plato de piña para desayunar. Me ha lavado toda la ropa la hermana de Norberto y me la ha dejado muy blanca. Me invita el maestro de nuevo a la escuela y hablo más de una hora a los niños sobre los valores de Jesús; y los veo receptivos y alguno hasta hace una pregunta. Luego a media mañana se juntan los mayores y tienen su asamblea. Les dejo que trabajen a gusto, pero pronto me invitan a participar de lo que están tratado y les dé mi opinión sobre varios asuntos. Toman en serio la carretera y también la posta médica. Vendrán a los presupuestos Juan y Norberto representando a la comunidad. Me piden apoyo para estudiantes de secundaria. Les digo que lo haré siempre que cumplan los papás, el maestro y los muchachos tengan capacidad y fuerza de voluntad. Estamos hasta la hora de comer. No faltan invitaciones. Pasan la tarde jugando y yo escribiendo y filmando a gusto. Filmo con especial atención a las dos abuelitas que, cocida la yuca en una negra y destartalada perola, ahora meten trozos en sus bocas y los van masticando pacientemente y luego escupiendo en otra negra perola. Estoy asistiendo a la más tradicional preparación del mashato. Filmo también escenas familiares y los niños con su especial frescura. No ceno más que unas manías que me llevan. Algunos ya se han ido retirando a sus casas. Antes han venido a despedirse y agradecerme la visita y esperarme para la próxima, allá por setiembre. Norberto va a cortar seis árboles para preparar una balsa para mañana. Le sigue acompañando Rubén que no se separa para nada de él. Miércoles 30. Me levanto a las seis y pronto estoy listo para salir. No desayuno nada. Me despido de todos y camino hasta la casa de Juan. Allá la señora nos da una sopa. Pronto continuamos camino hasta la quebrada donde han dejado los palos de balsa y comienzan a clavarlos con pona. Aparecen también Leví y su compañero de Kiteriari que preparan otra para bajar café que han comprado a paisanos de Tsokirina. Para las diez tenemos preparada la balsa y salimos en ella Norberto, Rubén y yo. Antes han salido caminando Juan, el maestro y la esposa de Sïmón con un niñito; vienen con nosotros hasta el carro. La balsa es grande y muy pesada. El río ruge y está bastante crecido. Pronto me doy cuenta por qué Santos ha salido cargando por la montaña y no por el río. Como a la hora de bajar, un remolino nos tira al río que baja rugiendo y rápido y tengo que nadar fuerte para ganar la orilla. Luego de este naufragio, les voy pidiendo que me dejen en la playa cada vez que oigo ruge el río porque se acerca un peligroso rápido. Voy más tiempo por las piedras que por las aguas. En los lugares donde hay arena, encuentro huellas enormes de tigre y sachavaca y otras menores de tigrillo. Encuentro también una pata de sachavaca, resto de algún felino festín. No tengo miedo al agua, sino a las rocas, ya que seguramente no moriría ahogado, sino golpeado sobre ellas. Navegamos todo el día hasta las cuatro de la tarde en que

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llegamos a la altura de la casa de Saúl donde pernoctaremos. Hemos llegado a las cuatro y media de la tarde. Toda mi ropa está mojada. Como todavía hay un poco de sol, pongo todo a secar y el saco en el fuego del interior. Nos dice Saúl que ya pasaron como a las cuatro de la tarde, Juan y sus compañeros. Intento filmar a Marisol, la hija asilvestrada de Saúl, pero no se deja. La filmo entre flores y vegetación. Tiene otros tres hermanitos menores muy hermosos. Como siempre Saul se desvive por darnos de cenar. Extiende su nylon para que descansemos todos dentro y a mi me coloca junto al fuego. Incluso como todavía tengo mojado mi saco, me presta uno que tiene él. Menos mal que parece no tiene otros habitantes. Me emociona la calidad humana de Saul que tiene a uno de sus hijitos enfermos y cuando se quejaba, a lo largo de la noche le decía ne, ne, ne… y el niñito le respondía con otro monosílabo y se dormía de nuevo. A cada hora se levantaba para animar el fuego porque hacía frío y todos estábamos alrededor.

Jueves 31. Amanece tronando y está oscuro. Esperamos a que levante el sol. No llueve. Pero luego nos daremos cuenta que sí lo ha hecho más arriba y cuando estemos en el río crecerán las aguas y bajan muy turbias. Desayunamos lo que nos regala Saul. Estamos saliendo a las nueve, de nuevo en la balsa, aunque yo voy playa adelante hasta la quebrada Cirialo y allá me recogen con la balsa Norberto y Rubén. Como ayer, voy más tiempo por los roqueríos que por las aguas. Tardamos como hora y media en pasar por el lugar más peligroso de todos, llamado Kaspashiari, en el término de la extensión de Shimaa y en frente Inkorene. El río está imposible de fuerza y va de crecida. Estamos navegando hasta aproximadamente las cuatro de la tarde en que dejamos la balsa poco antes de la quebrada que baja de Kiteriari. Tenemos que escalar para pasar a la playa contigua y luego por las rocas hasta ascender a la escuela. No entramos a la escuela, porque no hay nadie; seguimos hasta la casa de Javier donde pernoctaremos. De nuevo encontramos al maestro descansando y los niños merodeando sin hacer nada. Al rato sale para lavarse. Son ya las cinco y media de

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la tarde. Nos acomodamos junto al fuego bajo un techado. Los niños sacan sus linternas y estarán toda la noche entrando y saliendo, rascando las ollas buscando algo de comer. Me da la impresión que están desnutridos y sin comida, porque funciona como internado, pero cada quien se las arregla como puede. Los hijos de Fidel serán los que lleven la peor parte si es que les toca algo. Nos da de cenar un buen trozo de venado que ha cazado Javier y hay bastante carne secando. Menos mal si cazan algo y así tienen algo que comer varios días. Me dice Javier que no va a ir a los presupuestos porque no tiene plata. Le digo que debe hacerlo, que ya le darán su plata, porque tenemos que presentar proyectos de salud y educación y la carretera; y deben hacer cuerpo todas las extensiones... Pero no lo convenzo. Viernes 1 de junio. No he dormido nada por la música y las linternas de los niños que no han parado en toda la noche. Amanece un día con niebla que se va esfumando mientras caminamos. Salimos sin tomar nada a las seis de la mañana. Paramos en la casa de Adrián y al otro lado me esperan todos los de Sangobatea pero les grito que llevamos un día de retraso y debemos seguir. Paramos un ratito en casa de Fidel a tomar el mashato. Seguimos cerca del río y vemos como bajan troncas enormes de madera y otras han formado empalizada en el río, lo que añade dificultad y riesgo para los que hemos visto descender en varias balsas, desde Tsokirina, con sus carguitas de café y hasta algún niño sobre ella. Esas troncas son madera ilegal que van cortando sin contemplaciones. Camino bastante ágil hasta que ya cerca del destino, donde están talando los árboles para facilitar el paso de la pala, el camino se pierde por la cantidad de árboles que hay en el camino y que hacen casi imposible el paso y no hay señal ni persona alguna que avise para que los que están arriba talando árboles, no lo hagan mientras pasamos, porque observamos que algunos troncos enormes están cayendo. Pasamos con todo el peligro del mundo. La mamá que lleva el niño salta de rama a toda prisa por temor y casi me tira al barranco. Es todo un laberinto de troncos y ramas que se cimbrean y tienes que hacer enorme esfuerzo para no caer. Un poco más adelante han señalado con cinta el riesgo y nos desvían hacia el río y luego subir de nuevo a retomar ya la carretera. Estamos en la casa de Laura y el campamento donde dejé mi carro, a las cuatro de la tarde. Hemos caminado casi diez horas. Bajamos todo lo que hay en el carro: alimentos, ropa y material escolar, para los de Inkorene y salgo ya con los tres de Tsokirina y la señora con su niña y la carga de los demás que irán caminando. Por el camino aviso a un volquete para que los recoja. Paramos en Boca Mantalo y dejo a la señora con su hijo y la carga. Vamos hasta Pangoa donde nos duchamos y acomodo al trío. Solo están dos muchachos del internado porque los demás, como todos los meses, desde el martes se han ido a sus casas porque los profesores han ido a cobrar toda la semana. Nos duchamos y luego de cenar un buen par de huevos que nos preparan los muchachos pongo alguna película y luego voy a esperar a los que llegaron en el volquete. Solo vienen al internado, el maestro de Tsokirina y la señora con su hijo que saldrán esta madrugada directos para Quillabamba. Les preparo la cena y los alojo.


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Sábado 2 A las siete nos despedimos y agradecemos a los dos jóvenes estudiantes el trato. En poco más de una hora estamos Juan, Norberto, Rubén y yo, en Ibochote. Voy a la casa de Alejandro y me lo encuentro rodeado de militares que le ocuparon el porche durante la noche y está preocupado pues les ha dicho que se vayan. Se los metió el alcalde de la población. Charlamos un rato mientras tomo café. Luego voy a la zonal por ver el tema de construcción del internado y me doy con la grata sorpresa que ya me han asignado a un joven ingeniero de nombre Plinio que me dice comenzará las obras la próxima semana y lo harán cercando el recinto. Espero que así sea. Reanudamos el viaje y sin novedad para las doce estamos en Koribeni. A los tres de Tsokirina los alojo en la casa pastoral y harán las comidas con nosotros, hasta el lunes que será la asamblea de presupuestos participativos para las comuniades matsigenkas del alto Urubamba. Hemos ido preparando la estrategia para ese día, sobre todo el proyecto de carretera. (1) ---------------------------------------------(1) El proyecto para las extensiones en el río Mantalo; la última gran reserva, el último valle que le queda al matsigenka en Alto Urubamba. Unas 200.000 Has. Tan solo treinta familias entre todas las extensiones. Están dando la razón a Alán García con su "perro del hortelano". En Koribeni peleando por una chacrita porque ya no hay terreno y aquí arriba tienen nada menos que 12.000 has. productivas. Claro que no tienen las "comodidades" de Koribeni. Si se ponen de acuerdo todas las comunidades que allá tienen extensión, lograrán la carretera y con ella incrementar la producción y el comercio y podrán llegar la salud y la educación con todos sus recursos de los que ahora se les priva. Alegan que con carretera penetrarán los colonos. Les digo que ya penetran sin ella; pero si ellos vigilan, no tienen por qué pasar; además a veces son ellos los que los atraen para venderles el café, el cacao, el achiote porque vienen con sus camiones; les compran sus productos pagándoles la mitad del precio del mercado en Quillabamba y éstos les venden los productos que traen de la ciudad a doble de su precio.. Cuando ellos tengan su propio camión podrán llevar éstos productos a la ciudad y traer de allá todo lo que necesiten, sin intermediarios que son los que le chupan su esfuerzo.

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PELIGROS QUE ENCONTRÉ EN LA GIRA DEL MANTALO

Vamos con la fauna: Abundancia de avispas que son pequeñitas pero bien jodidas, van directas a picar y duele y no se queda así, sino que se hincha y bastante. Habré recibido una treintena de picotazos a veces a pares. También recorrí el mapa de mi epidermis y conté unos cien puntos infectados de picaduras de otros insectos, sobre todo zancudos y que acaban por infectarse y te dejan la señal y unas ganas locas de arrascarte, sobre todo en la noche, porque de día no te da tiempo ni te enteras. Noches de pulgatorio, piojos y garrapatas que te atacan por todas partes y prefieren las más pudendas. Mosquitas pequeñas pero malcriadas que van también directas a tus ojos, boca y oídos pareciendo que buscan tus orificios para penetrar en tus intimidades. Asimismo la temible y gradota hormiga ísula que recorre vigilante el palo caído que buscarás para colocar tus posaderas o la mano que posas al pasar ya dolorido; pinchazo jodido y doloroso en tiempo e intensidad. Ojo con las cucarachas, hormigas, garrapatas, arañas y otros visitantes que quieren compartir contigo las esteras que te prestan para aislar tu cuerpo del suelo terrenal. Hasta los simpáticos a tractivos loritos de los que te compadecer al verlos colgando de las vigas de la casa y a tu intento de acariciarlos te clavan su curvo pico hasta el hueso, quizá como venganza a su esclavitud. Gracias a Dios de animales mayores como tigre y leopardo con lo único que te encuentras es con sus huellas, las de tigre son enormes y se destacan nítidas sobre la arena húmeda de las playas donde dejan también huellas de los animales que han cazado y devorado. En esta ocasión encontramos alguna pata completa de sachavaca. En esta gira he contado hasta cuatro víboras, de las venenosas, que han cruzado bien cerca de mis pies. Sigo preguntando qué pasaría si una te pica y la respuesta sigue siendo la misma: "pues se acaba el camino no más". En cuanto a la flora: árboles enormes abatidos por el viento que forman verdaderos jeroglíficos que te obligan a hacer planificación visual por inventar la

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mejor salida, saltando de tronco a rama y haciendo todo tipo de equilibrios al saltar de rama en rama cimbreante y no digamos si ha llovido y la humedad hace resplandecer un musgo traidor que te hace deslizar el pié hacia el suelo donde estás obligado a hacer reverencias y arrastradas para salvarlos. Ramas y troncos recién arrancados para señalar levemente el camino y que quedan como auténticas minas personales que te hacen estallar en jaculatorias cuando te ponen su zancadilla y te obligan a besar el suelo más veces que Cristo en su Vía Crucis. No digamos el golpe seco que te propinan cada vez que el compañero que te precede pasa soltando una rama que él ya ha salvado. Palos con espinar enormes, como agujas de coser y feroces como picaduras de víbora, que te esperan pacientes y erguidas, plantadas allá donde saben que posarás tu mano con la urgencia de salvar una caída por el barranco. Y otros obstáculos con los que la selva se defiende de profanas penetraciones: Los caminos que no son caminos, sino sugerencias donde posar tan solo un pié y éste siempre ladeado y casi siempre escurridizo porque la humedad hace siempre brillar la verde alfombra por donde transitas. Y cuando éstos esbozos de camino se hacen ascensiones golgóticas y barrancos que descienden a los infiernos con pasos de purgatorio. Y el propio río Mantalo siempre peligroso y amenazante. Con mucho gradiente y rocas sembradas en todo su curso que producen olas enormes y rugientes, sobre todo en las grandes caídas donde forman remolinos que engullen todo lo que pasa. En sus riveras, las piedras con su musgo que besan a diario los boquichicos para su alimento, son enormemente resbaladizas y las caídas frecuentes con peligro de quebrarte la crisma o romperte cualquier hueso. La lluvia en la noche que te preludia todos los peligros que se incrementarán por ella en la jornada siguiente. EL lodo que te invita continuamente a sembrar tus huellas no precisamente en el paseo de la fama. La oferta de mashato cuyo proceso de elaboración has seguido atentamente mirando a las ancianas que rumian la yuca cocida y la van escupiendo ritualmente en la olla donde fermentará sin más aditivo que los jugos gástricos de las buenas y añejas señoras. La presa carnal que estás comiendo y de pronto descubres que tiene largos pelos negros y unos ojos que te contemplan tan aterrorizados como los tuyos y unas manos que parecen decirte no me comas, soy de tu especie. La risa rítmica al compás de tus tropiezos y caídas por el camino, del compañero que va tras de ti y que sube en decibelios a medida que el tropiezo es más grande y la hostia que te pegas, mayor. La dura tabla en la noche que recibe tus huesos molidos luego de una media de siete horas de camino y lejos de aliviarlos, te los mule todavía más a lo largo de la noche en que no sabes como acomodarlos sin que griten de dolor.

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Fr. Roberto Ábalos, OP Misión Koribeni

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MIS HUEVOS DE SAPO

Sucedió en la reciente gira a Tipeshiari en el mes de junio. Luego de cinco horas de subida y dos de bajada, cuando estaba ya llegando a la comunidad más "nanti" que tiene la misión de Koribeni, me encuentro a dos mujeres jóvenes, con la kushma por encima de las rodillas y metidas en un lodazal con el lodo hasta la rodilla, brazos y cara también enlodados. Me imaginé que estaban haciendo cura de epidermis por las cualidades salutíferas del barro y me quedé maravillado de la cultura matsigenka que abarca hasta el cuidado del cutis. Aún así, para iniciar el diálogo, luego de tirar la mochila al suelo y saludarlas y que ellas me respondieran con cariño y efusión, les pregunté qué hacían. La más joven de ellas me contesto: "Busco mis huevos de sapo". Me quedé desconcertado por la respuesta y volví a preguntar: ¿cómo son los huevos de sapo? Las dos salieron del lodazal, se lavaron en el agua limpia de una quebrada contigua y la más joven de nuevo se dirige hacia mí y se hinca justo delante. Yo me quedo asombrado. Mi asombro sube de tono y desemboca en estupor cuando veo que alarga su mano por mi entrepierna. Del estupor paso al terror cuando veo que están saliendo por allá mismo, cabezudos o ranacuajos que decimos en España. La joven hurga más allá de mi entrepierna y al fin, debajo de la mochila, extrae una hoja de bijao con una gran masa negruzca de ranacuajos. Ante la cara de estupor e idiotez que se me ha quedado, los pone delante de mí y exclama: "Mis huevos de sapo, padre". Luego me alargan una botella llena de mashato, con la que alivio mi mal trago.

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SEMBLANZA DE LA VIDA DEL PADRE NEMESIO MARTÍNEZ EN EL HOMENAJE DE DESPEDIDA EN SEPAHUA

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Fr. Ignacio Iráizoz, OP Misión Sepahua

EL Padre Nemesio Martínez nace un 18 de julio de 1923 en un pueblito llamado Villavega de Aguilar, al norte de la provincia de Palencia, límite con Santander, Hoy Cantabria. Sus padres se llamaron Benjamín y Regina, y formaron una familia de profundas raíces cristianas de la que llegan a sobrevivir seis hijos. Dos varones, Nemesio y el ya fallecido Gregorio, y cuatro mujeres; una de ellas fallecida recientemente, Pilar. Su infancia se desarrolla en un ambiente campesino, alternando el trabajo de subsistencia familiar entre la pequeña granja típica en el medio y el trabajo asalariado en las minas de carbón. Nemesio muestra desde niño especial inclinación y atención en los servicios religiosos. Le gusta ser monaguillo y participar en las celebraciones. Conforme crece, muestra interés por pertenecer a alguna congregación religiosa. En la zona eran conocidos los frailes dominicos del santuario mariano de Montes Claros, en pleno corazón de la cordillera cántabra. Su padre lo llevó a la Villa de Aguilar de Campo, capital de la zona, para recibir una formación superior con unos frailes. Lamentablemente su padre fallece, en esta misma ciudad, de forma trágica y sin motivación clara, en la Guerra Civil Española, envuelto en el huracán de rencillas e ideologías. Frente a este duro acontecimiento, Nemesio tiene que regresar a su hogar junto a su madre para ayudarla. Es sabido que su madre también tenía muchas ganas porque Nemesio pertenezca a una congregación religiosa.

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En los vaivenes de la vida, donde el señor va abriendo caminos, por gestión de su abuelo, su tío y un sacerdote amigo de ambos se cumple el sueño de Nemesio y se incorpora al santuario de Montes Claros, de donde pasa a Corias, Asturias, para cursar su bachiller. Tiempos difíciles en la España de la Posguerra, de hambre y estrecheces, propensos a enfermedades. Allí pasa cinco años para incorporarse en 1944 a Salamanca, centro de España, corazón de Castilla, ciudad universitaria. Allí toma el hábito de Dominico, hace su noviciado y la primera profesión. Reconocido por sus dotes de servicialidad, es elegido como enfermero, cargo que desempeña durante toda su carrera. Si tuviera que destacar alguna de sus muchas virtudes de este tiempo de estudiante, yo propondría la de su humildad. Ante ciertas situaciones de salud que le surgen, junto con el tiempo dedicado a los enfermos, le cuesta muchísimo seguir sus estudios por lo que decide, antes que renunciar a sus servicios, por la vida de hermano cooperador. Cada vez que propone su proyecto a los superiores es rechazado sistemáticamente y animado para seguir al presbiterado. Pasa entonces a Vergara, en el País Vasco, y de ahí a Caldas del Besaya para sus últimos años de Filosofía, nuevamente en la provincia de Santander. Es este convento un importante centro mariano. La inspiración de quienes sintieron la gracia de su majestuoso escenario describieron de forma bucólica recogida en el himno a la virgen "A tus plantas el río se aleja, musitando una tierna plegaria y se postran los montes altivos, ante trono de madre tan santa". Sacerdote, llega a Perú El primero de octubre de 1945 hace su profesión solemne y el 9 de julio de 1950 se ordena sacerdote. En julio de 1952 se embarca para Perú, cumpliendo 29 años en plena travesía Atlántica. Llega a Lima por el puerto del Callao el 3 de agosto, víspera de la fiesta de nuestro padre Santo Domingo. Destinado a Puerto Maldonado, le encomiendan la atención de la Misión del Pilar, en la que pasa cinco años y aún lo recuerdan como misionero ejemplar. De ahí pasa a Iberia en el Tahuamanu. En 1964, después de doce años, regresa por primera vez a España para visitar a su familia. A su regreso vuelve a Puerto Maldonado, donde permanece desde 1965 hasta 1970. En ese año cambia su periplo del Madre de Dios al Urubamba. En el Alto Urubamba le encomiendan la misión de Quellouno. Incansable, con su pequeña moto, llega a todos los lugares más apartados. Conocido, respetado y querido por todos aquellas rutas, es un milagro constante que no tenga percances

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conduciendo con sus limitaciones por lugares tan peligrosos. Siendo los habitantes de la zona preferentemente andinos, se toma un año sabático que lo dedica a aprender el Quechua. Pero al incorporarse lo destinan a la Misión de Koribeni, centro nativo machiguega. Siempre fue la ilusión de su vida trabajar en favor de estas gentes.

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Se desvive en defensa de sus derechos durante todos los años que pasa en Koribeni. Va más allá de los mismos interesados cuando se trata de defenderlos en causas justas. Impulsa el trabajo armónico con las hermanas Dominicas, formando un equipo que llega al corazón de las familias. La huella que deja a su paso es imborrable, a la vez que reconocida.

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En Sepahua En abril de 1988 pasa a Sepahua. Se han cumplido 24 años de su presencia en nuestra villa. Aquí ha desempeñado su trabajo de madurez y ha envejecido. A los pocos años de su llegada, se reestructura la comunidad, incorporándose el padre Ignacio y la permanencia de fray Domingo. La huella de su quehacer y consejo está presente en el desarrollo del distrito en estos años. Son muchos los hitos en los que puede destacarse su participación. Como misionero itinerante visita los poblados y caseríos del río de forma incansable, hasta que el impedimento físico pone límites. Desde entonces han sido muchísimos de los caseríos que cuando vienen a Sepahua le visitan. En los momentos cruciales siempre ha estado presente de forma sencilla y eficaz. Con la presencia del terrorismo y el narcotráfico se muestra con ejemplar discreción defensor en primer lugar de la vida, así como de la justicia. Con el brote de cólera en el Perú, que también azota a Sepahua, es ejecutivo y práctico. Pone en práctica sus dotes de sabiduría de ciencias naturales. Descubre un manantial de agua limpia. Formula un proyecto y lo ejecuta de forma sorprendentemente rápida, proporcionando agua a un amplio sector de la población, la mejor forma de atacar el mal del cólera. Serían múltiples e inacabables las anécdotas de su vida en nuestro pueblo pero nos alargaríamos demasiado. Creo que con destacar su carácter risueño y acogedor, abierto a todos especialmente a los más pobres, hemos dicho mucho.

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EL RIESGO DE SER UN LAICO DOMINICO

“USTED NO ENCAJA"… NO ENCAJAR en el mundo en el que nos movemos, puede significar ser crítico de las realidades y develar lo que hay detrás, NO ENCAJAR significa ser comprometido con la transformación de las estructuras que oprimen, NO ENCAJAR es tratar al otro como hermano y no como un dios, NO ENCAJAR es no estar dispuesto a empeñar tu libertad... TIENEN RAZÓN, ¡LOS LAICOS DOMINICOS EN MUCHOS LUGARES NO ENCAJAN!1 Veo con esperanza el auge de diversos grupos y Fraternidades Laicales que en los últimos años aparecen en los listados de cada provincia; es interesante detallar que en medio de un tiempo en donde la vocación laical enfrenta muchos enemigos, como la exigencia laboral, el sistema neoliberal, las crisis económicas, la fácil tendencia a la exclusión social, la complejidad de la vida de pareja y de familia, entre tantos; siguen apareciendo personas que quieren ir más allá de pensar en sí mismos y en los suyos, y desean asumir un compromiso más consciente, de las implicaciones de construir el Reino de Dios. Es así como Domingo de Guzmán, un hombre de la Edad Media, sigue ofreciendo un camino para la vida plena de los hombres y mujeres de nuestro tiempo. Cuando se inicia a conocer la Orden de Predicadores, como todo enamoramiento, se sienten cosquillitas en el estómago, los ojos nos brillan, la donación de tiempo se da con naturalidad, los otros miembros de la Orden nos parecen dioses, las invitaciones a actividades pastorales no nos las perdemos; barrer el templo, llevarle los libros al fraile o a la hermana, hacer la cartelera, trasnochar, madrugar, estar… ¡Es una delicia! Esta etapa es preciosa y los maestros, frailes o hermanas que acompañan estos momentos iniciales, y logran enamorarnos de este proyecto, nunca son olvidados. Todo miembro de la Orden pasa por estos momentos, hay que vivirlos y vivirlos con intensidad; pero en el proyecto de consolidar una vocación laical, estos deben dan paso a otras vivencias.

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La formación que recibimos, que si bien no es muy estructurada, lógica, profunda, y planeada; si algo tiene es que es muy libre. Viene de muy buenas manos, la mayoría de frailes o hermanas que trabajan, “les toca”, o quieren apoyar, estas etapas iniciales de formación de laicos y laicas, son “hermanos especiales”; están dispuestos a compartir, a dejarse tocar, a construir desde el afecto, la cercanía y la amistad una comunidad; las estructuras de poder tienden a desaparecer. Es una experiencia muy cercana a las comunidades cristianas primitivas, una experiencia que no les interesa a todos los hermanos y hermanas. Sin embargo, no en vano mucho antes del Concilio Vaticano II, los dominicos ya teníamos prácticas “de avanzada” ante lo planteado para la iglesia en dicho documento. Los laicos Dominicos en 1285 recibimos la primera regla de vida, que nos reconocía como verdaderos miembros de la Orden de Predicadores.

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Esta formación va generando carácter y empoderamiento en cada uno de los laicos y laicas que la recibe; es probable que lo que antes causaba risa ahora causa indignación, lo que antes no nos tocaba ahora nos confronta, lo que antes nos unía ahora nos separa. Este es el momento de la crisis, en donde lo humano se mezcla con la vivencia de lo divino y trascendente, en donde el Cristo que habíamos predicado, se encarna en nuestra vocación. En este momento el laico y la laica empiezan a definir sus opciones. ¿Por qué esta comunidad o grupo? ¿Por quién estoy ahí? ¿Cuáles son mis intenciones? ¿Por qué no otro lugar? ¿Por qué ser laico conscientemente? y ¿Por qué ser laico Dominico? Son algunos de los interrogantes que la vocación laical debe intentar responder. Los laicos y laicas debemos tener cuidado para que en esta etapa de confrontación no caigamos presa fácil de nuestros egos, prepotencias y soberbia, es un momento de profundo discernimiento. “En aquel tiempo, dijo Pedro a Jesús: «Nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué nos va a tocar?» Jesús les dijo: «Os aseguro: cuando llegue la renovación, y el Hijo del hombre se siente en el trono de su gloria, también vosotros, los que me habéis seguido, os sentaréis en doce tronos para regir a las doce tribus de Israel. El que por mí deja casa, hermanos o hermanas, padre o madre, mujer, hijos o tierras, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna.” (Mt 19, 27-29). ¿Qué nos va a tocar? ¿Cuál es la recompensa? ¿Qué conseguiremos? ¿Qué significa sentarse en uno de los tronos para gobernar las tribus de Israel? Fray José Rafael Reyes, O.P. hace referencia a que “el trono de Dios es la cruz. La cruz es el trono despreciable por poderosos de este mundo; pero es el trono que Dios asume, que Dios acepta. Es el trono del Amor, es el trono de la caridad, del servicio.” Tener la mirada fija en lo esencial de ser cristiano ayuda, mantenernos firmes en el servicio, prestos, disponibles a colaborar, nos puede sacar de las divagaciones, en las cuales nos hace caer con frecuencia nuestra humanidad.

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Las comunidades de laicos y laicas, se van renovando en la medida que unos salen, entran y permanecen; el apoyo de la comunidad, de lo vivido con anterioridad entre unos y otros, favorece la consolidación de comunidades laicales que ante todo seamos hermanos y hermanas. Este es el momento en donde la vocación laical se define y toma peso. El ir definiendo nuestra vocación laical plenamente, tiene implicaciones en todas nuestras dimensiones, hasta en la vida laboral. ¿Qué estoy dispuesto a asumir por mi opción evangélica? ¿Soy consciente de las consecuencias de mis posturas? ¿Estoy dispuesto a poner en riesgo hasta la estabilidad de mi familia? ¿Cuáles son mis máximos éticos por las cuales tomo decisiones? ¿Cómo me sentiría viviendo las consecuencias? El riesgo que vale la pena asumir por el evangelio, es aquel del cual puedo prever las consecuencias y aún sabiéndolo decido continuar; Jesús sabía que lo iban a matar. “El ser crítico implica tomar distancia de las realidades “evidentes” y develar lo que hay detrás de ellas generando la posibilidad de discutir y poner en evidencia concepciones, valores y sentidos subyacentes en tales realidades” (Londoño, 2011). En una sociedad con tendencia a desaparecer lo diferente, a eliminar a quien va en otra dirección, a ridiculizar al que cuestiona; en medio del clericalismo y las estructuras de poder en las que vivimos, ser un buen laico dominico es todo un riesgo. Hermanos y hermanas, no pretendo asustarlos, pero sí que seamos más conscientes de lo que hemos asumido, y así podamos darle nuevos sentidos a lo que vamos viviendo. Termino este escrito en el marco del Jubileo Dominicano, desde mi ser MUJER, laica, profesional y dominica. «Ve y diles a mis hermanos…» (Jn 20,17): Las Dominicas y la Predicación. Srta. María Isabel Serrano Guarguatí, O.P. maisseguop@gmail.com Colombia, 10 de Julio de 2012.

1. Quisiera ampliar la expresión y proponerla así: “SER UN BUEN LAICO DOMINICO”, con el ánimo de hacer diferenciación. Ser laico Dominico no es pertenecer a un grupo o Fraternidad laical, o decirse parte de la Orden de Predicadores; es una experiencia que trasciende las estructuras y el tiempo. Ser un Buen Laico Dominico, implica asumir el riesgo de vivir, y asumir plenamente el Evangelio de Jesús.

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Fr. Pablo Zabala, OP Misión Colorado

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Ocurre en el Colorado

Setapo Un nuevo nombre para nuestra historia. Hace un año por estas fechas se presentó un grupo de esta comunidad serrana en plena selva a la que nunca había llegado. Me pedían con insistencia y cariño construir una capilla y entre tantas imágenes prefirieron llevarse un angelito en pié con sus alas hacia arriba que bien puede llegar a un metro de altura. Otro arrodillado estaba en Puerto Carlos y prometí llevárselo en Navidades junto con los juguetes para los niños. Aquél día la lluvia hizo hincharse los ríos y no pudimos llevarlo. Lo dejamos en casa de Rubí en Delta 1 y ellos se encargaron de conducirlo a su destino. Desde un principio conquistan la confianza y el cariño. Alma campesina que en horizonte de la selva encontraron tierras inmensas y además el oro como tarea doméstica. Esta mañana tuve que cortar el desayuno porque Chichara, el serenazgo de Colorado vino a indicarme que el alcalde quería hablar en su casa. Se trataba de que la Municipalidad estaba organizando una comitiva oficial para inaugurar el tanque de agua en Setazo y Judith, la esposa del alcalde, repetía que ellos habían pedido que fuera el Padrecito pues querían tener misa y empezar su capilla.

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Para la una de mediodía se programa la salida y a esa hora estoy a la puerta del Municipio, me toca ir a casa del Alcalde y cargar con la familia real, con los dos hijitos menores Víctor Raúl y Pilar. El popular Maceta lleva al ingeniero, Nery Vargas, como regidora, y el juez. Padre. Me advierte: esto no es una competencia. Yo le respondo: seguiré tus pasos. Detrás va la tercera camioneta con el cuerpo de seguridad, el gobernador, el policía, y el jefe del serenazgo, nuestro querido Ángel, también llamado Chicharra. Una hora más tarde en Delta 1 recogemos a Basilia Pareja, que está sin pareja, y como el Alcalde Donayre no se anima, salimos prestos hacia el destino, a ratos amenaza lluvia. Pero lo que más impresiona la cantidad de mangas de ríos, pozas profundas que hay que cruzar. Acelero para no quedar prendido en la temida lama, arena fina en la que te puede hundir con el excavar de las ruedas. Hay que agradecer a nuestro Toyota que se ha portado como un valiente, no se ha quejado en el trayecto ni por los tumbos, cuestas y recuestas ni por el cansancio. Se nos hace de noche y no llegamos, más vale que Dios funciona y en cada paso dudoso siempre aparecía una camioneta que indicaba el camino y a la que había que seguir para no perderse en las aguas. Son las 6 de la noche y bajo un chaparrón que parecía durable llegamos al salón comunal, el único iluminado. Parece que nos esperan. La vaca está fileteada y adobada, la cerveza se apila en sus cajas, la música está danzando. Hubo que esperar a que sirvieran la cena, mientras se habla y hace el programa para el domingo que además es el día del padre. Algunos ya lo estaban celebrando por adelantado. Cada rato se repetía el chaparrón, convirtiendo en charco toda la plaza que es a la vez el campo de fútbol. Las dignas autoridades hemos tenido cama en el segundo piso, me pareció ser la cama de los abundantes niños que dormían en el suelo del hall. Para mear, desde el balcón es suficiente, además como está lloviendo, no hace falta echar agua. El domingo amaneció lloviendo, todos reclamaban pero yo explicaba que había mandado llover para nuestros peces que necesitaban recambiar su agua. Si hubieran avisado… ya no da tiempo, no obstante saldrá el sol. Se va haciendo fuerte el murmullo de que no podremos salir pues el río está crecido. Dos desayunos abrieron el día uno de caldo de gallina, otro de caldo de res. Cantamos la misa para tapar el ruido del chaparrón y en los ratos de calma seguimos con las lecturas. Seguramente es la primera vez que se celebra la eucaristía en la comunidad y todos participan con atención.

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Al final se forma el comité pro construcción de la capilla, Hipólito Huamán Puma como presidente, Clotilde Holgado Quispe de secretaria, Jhon Ccopa Hermoza para tesorero y Nicolás Huscamita Llacma por vocal. Se le entrega al tesorero 63 soles que ha salido en la colecta y 2.000 más que añado para que puedan empezar la obra.

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Se pone la primera piedra enfrente de la antigua escuelita que se va a desatar para dejar espacio a la capilla. Me toca romper el champán que cayó al segundo golpe y poner la primera piedra. El alcalde con su compromiso calaminero le tocó otro tanto. Más tarde van llegando los mineros de las afueras y me llaman diciendo que están dispuestos a comenzar la obra de inmediato. Ya he traído 50 bolsas de cemento y antes de que se malogren, yo pondré el material con mi cargador, otros muchos han ofrecido cemento, madera, mano de obra… el alcalde se apuntó con las calaminas del techo. Me piden que yo pague la mano de obra del maestro albañíl. Enseguida se presenta el maestro y me pide que le haga el plano para poder sacar el presupuesto. Como es claro que las aguas cortan el paso, voy hacia la escuela y el profesor me proporciona papel cuadriculado, una regla y un lapicero de tinta líquida. Han pedido de 8 metros de ancha por 15 de larga, yo añado 2 más para torre central y dos habitaciones laterales, una para dormitorio con baño y la otra como despacho. Cosa pequeña pero que sólo va a ser para visitas de unos días, aunque ellos ya me piden que sea cada mes. Son 10 niños de primaria para un solo profesor, y aunque hay otros tantos niños menores no hay jardín. Los de secundaria han ido a Huepetuhe, Delta 1 o Abancay. Ahora les ofrezco yo nuestro albergue de Colorado y, si se hace, el de Delta 1. Como están más cerca de Huepetuhe, parece que ha habido acaparamiento de parte de ese municipio, pero por lo que veo se sienten muy del nuestro, a pesar de la distancia, 5 horas mínimo. También el Alcalde Fortunato ha congeniado y encariñado con ellos y ha prometido cada año una nueva obra. Después del almuerzo ha escampado y el sol reluce tranquilo. Se organiza la inauguración del tanque y pozo de agua. Corre el champán y las cervezas comienzan a desfilar, aunque no han fallado durante todo el día, la fiesta está resuelta. Música para bailar y que no falte bulla toda la noche. El albañil me ha cotizado por 13 mil soles, el techo es tema del carpintero. Esta dispuesto a comenzar mañana, pero quiere para más seguridad hacer un contrato formal ante el juez. Mejor para mañana por la mañana antes de partir.

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Ya están pensando en inaugurarlo el 2 de octubre que es la fiesta de los ángeles custodios, que aquí les llaman ángeles cordilleranos. El lunes amanece alegre, el alcalde y familia no han podido pegar ojo pues se acomodaron en el mismo local de la fiesta, pero han podido chismosear a todos. Después del desayuno el maestro quiere hacer su contrato pero está tomadito y el juez dice que así no vale. Quedamos más bien que lo haga con el comité formado y ellos me avisarán. Los esperamos para el 30 de este junio en que se celebra el 31 aniversario de la Municipalidad de Colorado y a la que no suelen faltar en grupo. Les prometo que les espero con la plata. Gracias a un gran cargador frontal sale del primer atolladero la camioneta que me precedía, también un camión cisterna que parecía nos iba a preparar el camino. Multitud de peripecias y aunque seguramente estaba peor el camino, se me ha hecho más corta la trayectoria. A las 11 estamos en Delta 1 y a las 12,30 del mediodía llegamos a Puerto Luz, sorprendemos a los profesores y alumnos en sus aulas y antes de ir a casa hacemos la inauguración oficial del tanque de agua a cargo del alcalde de Delta 1, el negro Pedro. A mí me tocó romper el champán de los baños. Con apuros antes de que lleguen los papás que todavía están borrachos y en plena pelea para celebrar su paternidad nos retornamos en las motos que nos esperan al pie del tanque. Mala pata, la de Nery ha caído y se le ha hinchadota una bola bajo la rodilla izquierda, también el meñique de la mano izquierda no lo puede doblar. Varias pastillas y pomada van calmado el dolor, pues aunque quisimos partir con premura, el río dijo que no. Se aprovechó el tiempo para almorzar y yo visité con Rubí el local que han organizado para vender la ropa, juguetes… con el fin de sacar fondos para la construcción del templo tan deseado. Aprovechamos para llamar a Meraldo Umiña que están en Lima y quedó con el alcalde del Distrito que vendría la próxima semana y podemos concretar el terreno para comenzar la obras. No queda más que arriesgar a pasar el río. Unos palos indican el camino, una camioneta pasa delante indicando la ruta, después que los chóferes se han paseado por el lecho comprobando la altura y textura del suelo. Rezando avemarías, en primera y con doble L4 pasamos sin más. Ni siquiera se mojó el filtro de aire, cosa que ayer harta arena sacaron de él. A las 4,30 llegamos a casa vivos y con la alegría de una bonita jornada que puede ser histórica al menos para Setapo, que más bien es Se tapó, por una zona que se tapó como efecto de la riada.

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50 AÑOS DE SAN MARTÍN DE PORRES

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Imagen de San Martín de Porres recorrió calles limeñas el día 06 de mayo al conmemorar sus 50 años de Canonización.

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Los milagros que se le adjudican están presentes en la memoria de los fieles que acompañaron la procesión. Algunos con rostros compungidos, otros más alegres por algún milagro cumplido, los creyentes acompañaron a la imagen de San Martín de Porres que recorrió las calles limeñas en conmemoración de los 50 años de su canonización por el Vaticano. La jornada se realizó con una misa en la Catedral de Lima. Hasta allí, tanto autoridades como fieles, algunos vestidos con su característico hábito dominico de colores negro y crema, colmaron la Plaza de Armas entre cánticos, promesas y la esperanza de algún milagro. Además de un recorrido por la plaza, la imagen paseó, entre otras calles, el jirón Conde de Superunda, y finalmente llegó hasta la Av. Tacna, donde recibió un homenaje en el Santuario de Las Nazarenas. En el Vaticano Una condecoración especial le esperaba luego en el local de la Hermandad del Señor de los Milagros. Luego de pasar por la Casa Hogar, donde el Santo de la Escoba nació –y donde ahora funcionan algunos servicios sociales para los más necesitados–, la imagen retornó a su santuario, en la Iglesia Santo Domingo, del jirón Camaná. Por otro lado, el papa Benedicto XVI recordó también los milagros del primer santo mestizo que tuvo América. "Hoy recordamos el cincuenta aniversario de la canonización de San Martín de Porres, al que pedimos que interceda por los trabajos de la nueva evangelización, que haga florecer la santidad en la Iglesia. Invoquemos a la Virgen María para que nos acompañe en este camino", fueron las palabras que dirigió el Sumo Pontífice a los creyentes durante uno de los momentos de oración al mediodía. Fuente: Diario La República

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RECIBIMIENTO DE LA IMAGEN DE SAN MARTÍN DE PORRES EN NUESTRO SANTUARIO DE SANTA ROSA

La imagen de nuestro hermano San Martín de Porres pasó por nuestro Santuario de Santa Rosa el 06 de mayo, día en que se conmemoró los 50 años de su CANONIZACIÓN. Nuestra comunidad de Frailes, las Hermanas Dominicas de Santa Rosa de Lima, la Hermandad de Santa Rosa y feligreses en general recibimos la imagen con mucho júbilo. Además que, la imagen de nuestra Patrona Santa Rosa de Lima también salió en anda para un saludo simbólico entre los dos santos contemporáneos. Cabe acotar que las RELIQUIAS de San Martín de Porres está recorriendo varias ciudades de nuestro país durante este año. Ya ha visitado el norte del Perú y pronto recorrerá el Sur, donde sus reliquias llegaran a nuestra Parroquia Inmaculada en Quillabamba y a la catedral de Puerto Maldonado. Felicitamos a nuestros hermanos de la Provincia San Juan Bautista del Perú por todo el esfuerzo que se viene haciendo para acrecentar el fervor de los fieles a ejemplo de San Martín de Porres conocido por el Santo de la Caridad y la Justicia Social.

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X FERIA DE “MUSEOS A TU ALCANCE”

Nuestro Museo Etnográfico Amazónico del Centro Cultural José Pío Aza participó de la X Feria "Museos a tu Alcance: Descubre, siente y … sorpréndete" realizado los días 18 y 19 de Mayo en el Parque de la Exposición en la ciudad de Lima. El evento fue organizado por la Municipalidad de Lima y la Red de Museos del Centro Histórico de Lima con la finalidad de fortalecer la identidad históricacultural de los limeños. En esta actividad presentamos una muestra etnográfica dinámica y atractiva para que el público asistente pueda conocer y acercarse a la realidad amazónica de una manera didáctica y metodológica. Esta exposición contó con piezas etnográficas, gigantografías, videos y nuestras publicaciones para el público interesado. Además presentamos la representación teatral “TASORINTSI: Mito Machiguenga” interpretado por actor de teatro y cuentacuentos, Paul Torres. Fue una experiencia muy enriquecedora en donde tuvimos la posibilidad de interactuar con el arte, la cultura y la historia en esta interesante feria de museos.

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CONVERSATORIO EN EL CCJPA

El Centro Cultural José Pío Aza organizó el conversatorio: “COLECCIONES AMAZÓNICAS: SU IMPORTANCIA Y CONSERVACIÓN EN LA ACTUALIDAD” realizado el día 17 de mayo en nuestro auditorio. Dicha actividad se organizó en el marco del mes de los Museos, y con el fin de contribuir al conocimiento de la conservación de colecciones amazónicas en su tratamiento, prevención y cuidado y contó con la exposición de la Sra. Susan Salguedo (Historiadora del Arte con estudios en Conservación Preventiva y Museología) y la Sra. María Angélica Rozas (Antropóloga con estudio en Museología). El evento fue gratuito y estuvo dirigido a estudiantes de nivel superior, así como público en general interesado en la temática.

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III COLOQUIO SOBRE AMAZONÍA Y PUEBLOS INDÍGENAS

La Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad Nacional Federico Villarreal UNFV y el Centro Cultural José Pio Aza -CCJPA, organizaron el Coloquio sobre Amazonia y Pueblos Indígenas que tuvo como finalidad debatir el escenario político, científico, social y cultural de la zona amazónica peruana debido a su importancia estratégica para el desarrollo del país y del mundo entero. En esta actividad la temática se circunscribió sobre la participación ciudadana de los pueblos indígenas amazónicos debido al marco político de conflictividad que se desborda en el país. Por ende, se debatió la Ley del Derecho a la Consulta Previa a los Pueblos Indígenas u Originarios 29785 y su reglamento, asimismo, se presentó la muestra fotográfica "Amazonía con rostro de mujer" referida al rol y participación ciudadana de la mujer amazónica en nuestra sociedad. En la jornada académica también se proyectó documentales sobre el movimiento y participación ciudadana de los pueblos indígenas del Perú y de América Latina. El coloquio se realizó el 15 Junio en el Salón "Alfonso Ramos Alva" del local central de la Universidad Nacional Federico Villarreal.

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VISITA AL PARQUE DE LAS LEYENDAS

El Centro Cultural José Pío Aza fue invitado a participar en la Semana de la Cultura y la Biodiversidad organizado por el Comité de educación del Parque de Las Leyendas el día 24 de mayo en la zona selva del zoológico. Niños y niñas de diversos colegios conocieron nuestra experiencia e interactuaron con Luis Vergaray integrante del CCJPA quien se vistió de machiguenga para conversar con los estudiantes, hablarles de la cultura amazónica de nuestro país y explicarles la indumentaria machiguenga. También, en el tambito (choza) se les narró un cuento Yine para el deleite de los niños y niñas que quedaron muy sorprendidos y contentos al descubrir varios elementos de la selva.

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50 Años de Canonización de San Martín de Porres Centro Cultural

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